Especial de San Valentin en mayo jajajajaj, pero no podía esperar al siguiente año a escribir algo con los hermanos con esta temática, especialmente por la historia de amor que se viene después…. Aaaaaaaaahhh
Amore preludio
A pesar de ser un instrumento de viento totalmente diferente a los que se especializaba, a Satoshi no lo estaba costando del todo dominarlo. Fue cuestión de entender cómo se tocaba cada nota y saber expulsar el aire adecuado para que empezara a tocar varias escalas en la trompeta, asombrando incluso a los alumnos de instrumentos de viento que llevaban más tiempo en la clase de Urohara. Parecía que llevaba varias veces en aquella optativa cuando en realidad apenas llevaba tomando un par de clases.
-excelente Satoshi-san – aplaude Kisuke – has entendido rápidamente el manejo de los instrumentos de viento – el aludido sonríe orgulloso, yéndose luego a sentarse a su lugar correspondiente
-¿hay algún instrumento que los Yamamoto no sepan tocar? – pregunta suspicaz uno de sus compañeros
-dominando bien la teoría solo es cuestión de entender bien el manejo de cualquier instrumento – responde Satoshi hábilmente – además aun no me aventuro a tocar una canción completa en la trompeta
-no dudo que lo consiga muy pronto – habla Kisuke, haciendo que un par de chicos se sintieran un poco recelosos – los hermanos Yamamoto llevan mucho tiempo desarrollando su oído musical, por eso ya no les cuesta del todo dominar un instrumento nuevo – explica el profesor – recuerden repasar muy bien los ejercicios para tener un mejor sentido auditivo, los instrumentos de viento requieren especialmente que tengamos muy buena noción de las notas – finaliza la lección de aquella clase, escuchándose tras unos minutos el timbre de la escuela que marcaba el cambio de clases
Todos se apresuran a salir, aunque Satoshi se queda parado unos momentos al sentir la notificación de un mensaje que se queda viendo con una sonrisa embelesada y alegre al tiempo que respondía, prácticamente sus ojos se habían iluminado aún más. Esto le movió bastante la curiosidad al profesor, que sin pena alguna se posó detrás de Satoshi, observando que el remitente era la pupila de su esposa, Soi-Fong.
-vaya, vaya… ¿así que conoces a la señorita Feng? – pregunta con tono cantarín, sobresaltando un poco a Satoshi
-sí, la conozco desde hace unas semanas – admite prácticamente bendiciendo aquel día – a veces salimos a algún lado y la última vez me comento que tendría una demostración en su club de arquería – vuelve a ver su celular, dibujándosele una enternecida sonrisa – me acaba de confirmar la hora en que se presentaría, afortunadamente ya no tengo ningún pendiente a esa hora – se le notaba el gusto por eso, festejaba claramente su buena suerte.
-sí que es un mundo pequeño – comenta divertido el profesor – mi esposa es entrenadora personal de la señorita Feng y ahora tu eres uno de mis alumnos
-lo sé, parece cosa del destino ¿verdad? – dice con una radiante sonrisa – debo irme a mi otra clase, hasta la próxima semana profesor – levanta la mano, retirándose del aula
-esto es muy interesante – se lleva una mano a su barbilla, el rostro de aquel reconocido prodigio era más claro que el agua y reflejaba un genuino interés por la pupila de su esposa – a Yoruichi le gustara saber esto – murmura tal como si estuviera tramando algo.
Después de todo, Yoruichi hablaba de aquella joven ganadora de campeonatos como si se tratara de su hermana, le tenia un gran cariño.
.
.
.
Aunque las charlas solían ser abundantes en medio de ese par de chicas serias y recatadas, ahora caminaban en silencio, dedicándose miradas de reojo mientras avanzaban.
Nemu tenía media sonrisa casi imperceptible, se burlaba de su amiga, mientras que Nanao le dedicaba miradas de soslayo, esperando su siguiente maldad. Como si no la conociera...
Volvieron la vista al frente para no chocar con alguien, los cambios de clase siempre tenían pasillos llenos y gente distraída, no era extraño chocar con algún instrumento o estudiante.
La violinista pasó saliva al divisar a su senpai, y la sonrisa de Nemu creció un poco. Pese a las aserias que llevaba tomando con Haruki todavía se sentía un poco nerviosa ante él, aunque ya era ventaja que pudiesen tener alguna que otra conversación fluida.
Nanao le dedicó una mirada de pasmo a Nemu cuando escuchó la melodiosa voz de su amiga alzando el primer verso de una canción con la que le había estado molestando. ¿Por qué demonios le había contado aquello?
—I love it when you call me señorita
I wish I could pretend
I didn't need you
La mirada de Haruki y la de Nanao chocaron en la distancia justo cuando el sonrojo en las mejillas de la violinista se acentuaba. Nanao pudo distinguir la sonrisa cálida y la mirada de dulzura en las facciones de su senpai, pero no quiso arriesgarse a averiguar si se verdad eran para ella, y Nemu a su lado no ayudó tampoco a que Nanao quisiera quedarse.
—But every touch is oh, la la
It's true, la la
Oh I should be running
Oh you keep me coming for you
Nanao uso una mano para cubrir la boca de Nemu y arrastró con ella, llevándosela por el pasillo y dejando a Haruki muy sorprendido por aquello.
Ni siquiera le dio oportunidad de levantar una mano para tratar de saludar, lo que le hizo suspirar casi con derrota al creer que todavía Nanao se sentía un poco intimidada ante él pese a ya estar hablando un poco más en las asesorías de cada semana.
.
En el jardín lateral, Nemu se recargaba contra un árbol, mirando a Nanao con diversión y curiosidad, mientras que su amiga se recargaba en las rodillas, tratando de recuperar aire después de la carrera.
—¿Por qué? —jadeó la violinista sin aliento —¿Por qué me haces esto?
—¿Y no amas cuando te llama señorita?
—¡Se va a reír de mí!df —exclamó enderezándose y mirando a Nemu con reproche —¿Sabes a cuantas chicas rechaza a la semana?
—Qué miedo, ¿tú sí?
—No quiero molestarlo.
—Nanao —comenzó Nemu con un suspiro de resignación —, eres la única asesoría de violín que está dando, juro a su familia que no daría esas asesorías porque inició con el cello este ciclo, y aun así, está contigo religiosamente cada miércoles de cinco a siete. A mí me parece claro.
El sonrojo en las mejillas de Nanao se acentuó ligeramente y ella desvío la mirada, apenada.
—¿C-como sabes eso?
—andando ya señorita – desvía la pregunta - vamos tarde a Solfeo y Yamamoto mayor nos matará si no llegamos.
Aun sintiendo el bochorno a flor de piel por el predicamento en que su amiga la había metido frente a Haruki, ambas chicas se dirigieron a su siguiente clase a pasos un poco apresurados para no llegar tarde, era bien conocido lo exigente que Takeshi solía ser con la puntualidad para sus clases así que no tenían tiempo que perder.
-¿iras mañana a la división trece? – Pregunta Nemu casual, provocando que por poco Nanao cayera de frente, obviamente conocía perfectamente porque su amiga le preguntaba aquello – Yamamoto Haruki te invito ¿no? – nuevamente aquella sonrisa de lado ¿Quién le mandaba a tener que contarle todo a Nemu?
-pues… no fue una invitación como tal – responde esta, tratando de mantenerse lo más serena posible – solo me comento que él junto a sus hermanos tocarían en la cafetería como un favor para los dueños
-si te lo comento es porque quiere que vayas – dice casi monótona – además… justo mañana es 14 de febrero – insinúa, ante lo que Nanao traga pesado
-y…y… ¿Qué con eso? – le tiembla voz, temía bastante de lo que Nemu estuviese tramando
-¿Qué con eso? Pues es día en que le regalas chocolates a tus amigos y seres queridos – continúan con sus pasos apresurados – y…. al chico que te gusta – suelta con clara insinuación, provocando que Nanao ahora si cayera al suelo, reponiéndose rápidamente pero completamente sonrojada
-va-vamos tarde… mejor apresurémonos – Nanao se adelanta, dejando un poco rezagada a Nemu
Le hubiese podido dar fácilmente alcance, pero justo delante de ella diviso a uno de los hermanos, Satoshi, que iba platicando despreocupadamente y con su usual sonrisa galante con uno de los alumnos, seguramente dirigiéndose a su siguiente clase. Rápidamente le dio alcance, tomándolo de la manga y llevándoselo a parte, ignorando la mirada asustada y desconcertada de aquel hermano.
-heee ¿hola? ¿Necesitas algo? – pregunta este no muy seguro, sí que era una situación extraña, más ante el gesto casi neutro de aquella chica
Nemu fácilmente se acercó al oído del hermano, eran de la misma estatura así que no le costó nada. Al principio Satoshi se sintió casi acorralado, pero al ir oyendo lo que aquella chica proponía, se le dibujo una traviesa y malévola sonrisa…
-¿tendrás problemas en aprendértela? – pregunta esta
-para nada, tu déjamelo a mi – se señala muy seguro
Nemu solo asiente apenas dejando ver una sombra de sonrisa, retirándose sin decir más.
Satoshi mientras tanto también siguió su camino, regocijándose de ante mano de lo que tenía planeado para su hermano para mañana.
Definitivamente algún día le agradecería esos empujones sutiles que le estaba dando.
…
Las siguientes clases para Satoshi fueron casi interminables, decir que estuvo más que ansioso el resto de las clases era poco, realmente ese día el correr de las horas parecía ir deliberadamente lento, aunque eso solo era la sensación que tenía Satoshi al querer que el correr de las horas fueran más rápidas y que terminara de una vez el día para ir a la presentación de arquería que tendría Soi-Fong.
Le había insistido mucho en que le permitiría ir a verla, aunque ella varias veces le debatió que no sería gran cosa, tan solo una muestra para invitar a los alumnos a unirse al club. Claro que al final había accedido a decirle el día en que se presentaría, pero hasta hoy pudo decirle la hora exacta en que se llevaría a cabo el evento.
La clase de teoría y armonía con su hermano Takeshi era la última, había puesto atención y respondía correctamente a todo lo que su hermano le preguntaba (como siempre, los ponía de ejemplo a ellos) pero de todos modos volteaba a ver el reloj de pared que estaba a lado del pizarrón a cada segundo, aquellos escasos cinco minutos que faltaban se le estaba haciendo los más largos en su vida.
-bueno chicos – habla Takeshi en cuanto se escuchó el timbre – que tengan un buen fin de…. – cual ráfaga, sale corriendo Satoshi del salón, dejándolo totalmente perplejo – semana… - termina mientras veía los papeles que se levantaron por el viento que ocasionó su hermano al irse tan rápido - ¿y ahora que le ocurre a ese loco? – se cuestiona, de verdad que Satoshi a veces era demasiado impredecible
Satoshi pasó cual ráfaga por los pasillos, ganándose miradas extrañadas de quienes lo alcanzaban a distinguir, entre ellos Haruki que iba saliendo del salón del piano que solía usar para practicar por su cuenta y Grimmjow, que miraba con los ojos en blanco el rastro de polvo que había dejado su amigo.
Asami y Riruka apenas alcanzaron a distinguirlo cuando lo vieron corriendo al salir de la institución. Incluso las coletas de la pelirroja se alzaron cuando Satoshi pasó corriendo a lado de ella a máxima velocidad.
-¿pero qué le pasa a tu hermano? – pregunta Riruka con los ojos en blanco, jamás lo había visto tener tanta prisa - ¿A dónde va tan apresurado? –
-lo más probable es que a ver a Soi-Fong – responde Asami con desgana – no ha parado de hablar de ella y de cada cosa que hace – ya era cansado de hecho, aunque admitía que le daba gusto ver a su hermano tan contento
-sí que le pego duro el amor – afirma la pelirroja, continuando ambas su camino. Tenían planeado ir de compras ese día, aunque Riruka aun no le decía precisamente que cosas quería adquirir – hablando de amor… - hace una muy sospechosa pausa, además que el tono cantarín que uso no le agradaba nada a Asami – mañana es 14 de febrero – empieza a caminar como dando saltitos
-¿y que con eso? –
-pues… es día de dar chocolates caseros, podrías regalarle unos a cierto peli azul – insinúa con marcado descaro, que Asami trata de ignorar
-Grimmjow y yo tenemos una apuesta, no le veo el caso regalarle chocolates – evade obstinada
-pueden hacer una tregua por ese día – se alza de hombros –
-lo pensare, pero no prometo nada – aunque, a decir verdad, la idea no era tan mala. Quizá tenían una apuesta en marcha, pero en cierta extraña manera eran amigos
Iba tan metida en justificarse aquel pensamiento que ignoro la sonrisa triunfal de su amiga, y es que, justo lo que quería ir a comprar eran materiales para hacer chocolates y por supuesto que se llevaría a Asami a su casa para que la ayudara a prepararlos, y de paso, que ella misma preparara los propios. Estaba segura de que el día de mañana se los entregaría a Grimmjow, conocía muy bien el interés que su amiga tenía por aquel nuevo alumno, aunque la mayoría de las veces que se topaban, lo único que hacían era discutir y desafiarse.
.
.
.
El evento de arquería se llevaría a cabo en el campo de atletismo para tener suficiente espacio en colocar los blancos. Soi-Fong, como representante principal, estaba supervisando que todo tuviese la seguridad apropiada para la demostración que haría, con la ayuda de Ishida Uryu quien era el vicepresidente de dicho club.
-todo está listo presidenta – dice Uryu en tono formal al acercársele – esperemos que con esta demostración se unan más personas al club – mira meticulosamente alrededor
-creo que más que hacer una demostración, sería mejor tener una competencia – analiza, sintiendo la interrogante en la mirada del vicepresidente – eso atraerá a más miembros
-es buena idea – apoya Uryu - pero ¿quién competirá?
-busca tu arco y uniforme Ishida – responde mientras miraba el mensaje que le había llegado, emitiendo un suspiro ante este – enseguida vuelvo – guarda nuevamente su teléfono, encaminándose a la salida del campo
-quiere…. ¿Qué yo compita? – cae en cuenta al tiempo que los lentes se le resbalaban hasta la punta de la nariz
Divisó a Satoshi a varios metros antes de llegar al umbral de la salida de la escuela, era imposible no reconocer a ese escandaloso, especialmente al estarle haciendo animadas señas alzando y ladeando la mano para llamar su atención, que no pasó desapercibida incluso para los demás alumnos de aquella recatada escuela, cuyos ojos curiosos buscaban a la persona a la que buscaba ese joven, sin contar el embeleso de las mujeres al ver a tan apuesto hombre en su escuela. Soi-Fong ignoro todo eso, continuando con sus rígidos pasos hasta estar a las puertas de la escuela.
-está bien, viene conmigo – le dice al guardia, quien lo deja pasar
-espero no llegar tarde – dice Satoshi una vez que paso la línea de seguridad
-estas a tiempo, el evento esta apenas por comenzar – le guía a donde se llevaría a cabo, siendo seguida fielmente por el musico e ignorando de nuevo las caras sorprendidas de las alumnas al ver que aquel joven venía a ver justamente a la reina de hielo, quien era reconocida por no asociarse casi con nadie y cuyo rostro siempre se mantenía tan frívolo.
-excelente, nunca he visto un torneo de arquería – estaba emocionando, se le notaba cual agua cristalina en el rostro
-solo es una demostración – le resta importancia – no es la gran cosa
-solo te he visto en competencias de artes marciales por televisión, pero nunca en un evento de arquería – comenta Satoshi, mirando curioso aquella lujosa escuela – estoy muy ansioso de verte en esto – y su sonrisa amplia enseñando toda su dentadura lo demostraba
Era el primer y único amigo además de su entrenadora que mostraba un genuino interés por sus actividades, que se entusiasmaba y la apoyaba en todo. Eso comenzaba a agradarle mucho a Soi-Fong, era reconfortante tener a alguien que quisiera acompañarte a esta clase de cosas que ella creía insignificantes, que se mostrara tan entusiasmado por el simple hecho de ir a verte.
Lo llevó hasta una de las gradas cercanas donde colocaron lo necesario para el evento y que pudiesen ver lo mejor posible, dejándolo en espera ansiosa mientras ella iba a ponerse su uniforme, el Kyudo Gi tradicional que se usaba para aquella arquería tradicional. No pasó demasiado tiempo para que Soi-Fong saliera de nuevo parándose tras una línea, portando en sus manos un largo arco tradicional y algunas flechas en su otra mano, las que enterró con firmeza en la tierra.
Lo que conquistó a Satoshi la primera vez que la vio en una competencia de artes marciales por televisión, fue la belleza fiera de su mirada al pelear. Y ahora, aquella mirada decidida y firme, junto con aquella bella sonrisa confiada y altiva al portal tal uniforme en espera de empezar el evento lo tenían completamente anonadado. Simplemente era abrumador verla de esa forma, tan peligrosa y fascinante a la vez, aunque el encanto paso a frustración al ver posarse a lado de Soi-Fong a aquel sujeto de lentes, quien le hizo una reverencia, la cual ella correspondió. Si las miradas mataran, Uryu hubiese muerto al instante justo en ese momento ante el filo asesino en los ojos de Satoshi, aunque, en efecto, si logro sentir un extraño escalofrío que le recorrió toda la espalda.
-¿pasa algo Ishida? – le pregunta al verlo tensarse por un momento
-no, todo bien presidenta – responde acomodándose los lentes – podemos comenzar
No entendía muy bien el manejo de puntos en la arquería, aunque ayudaba bastante que hubiese un marcador mostrando los puntos de cada uno, que iba apenas a un punto de diferencia, claro, con Soi-Fong en la delantera, a lo que Satoshi no pudo evitar estar exclamando palabras de ánimo viéndola con orgullo.
-parece que tiene a un admirador presidenta – comenta Uryu al escuchar la efusividad de aquel joven que animaba a su compañera
Soi-Fong solo ignora aquel comentario y el escándalo que estaba haciendo Satoshi, debía concentrarse en no fallar un solo tiro a partir de ahora o le daría la oportunidad a Ishida de adelantarla. No era una competencia como tal, pero como presidenta del club debía ponerse en alto, como en todo lo que hacía.
Faltaba un solo tiro de parte de Soi-Fong, que era el decisivo. Uryu seguía a un punto por debajo de ella, así que debía hacer un tiro perfecto de cien puntos para ganar. Satoshi tenía sus ojos clavados en su amor platónico, en su duro rostro completamente concentrado en el blanco mientras mantenía el arco tenso y la flecha recta, era como si se tratara de la estatua de la Diana cazadora, rígida y con la vista asemejando a la flecha que sostenía.
Todo corrió en cámara lenta cuando suelta la flecha, que va en una perfecta línea recta al blanco, clavándose firmemente justo al centro, como si hubiese disparado con un arma láser, otorgándole los cien puntos quedando el marcador final en 100/99, a favor de Soi-Fong.
Satoshi no pudo evitar saltar de su lugar e ir a ella para felicitarla en un abrupto abrazo que dejo a la presidenta sin saber exactamente cómo reaccionar, es decir, tenía el impulso de alejarlo al mismo tiempo que sentía el bochorno apoderarse de sus mejillas, así que por tal choque de emociones simplemente se quedó estática.
-eso fue fantástico linda – se aleja un poco para mirarla con un gesto radiante, mirada que Soi-Fong simplemente evito ladeando la mirada a otro lado
-felicidades presidenta – se acerca Uryu extendiendo su mano a Soi-Fong, ante lo cual Satoshi vuelve a clavarle sus ojos de pistola, queriendo fulminarlo con la sola mirada – fue una digna demostración
-lo mismo para ti Ishida – corresponde el apretón – eres un oponente admirable –
Tal gesto de compañerismo entre los dos tenía a Satoshi en un aura casi maligna, prácticamente podía verse un perro Husky gruñendo con amenaza al arquero que sostenía la mano de su chica, amenaza silenciosa que no se quitó hasta que ese sujeto se retiró alegando que debía encargarse de algunos pendientes de sus clases.
-Satoshi – ante su llamado, vuelve a verse un manso cachorrito en espera de su caricia – iré a cambiarme, espérame un momento
-claro – el Husky detrás suyo se sienta obediente jadeando contento
Varias miradas se posaron en el joven al momento de salir de aquella lujosa escuela, especialmente al ver a quien acompañaba tan contento. Muchos se murmuraban quien podía ser el misterioso joven que caminaba tan alegremente a lado de la reina de hielo. ¿seria su novio? ¿algún familiar? A Soi-Fong siempre se le veía sola.
Entre las miradas que desataban, ubo una en específico que miro a la pareja con cierta molestia y envidia, que no se borró aun cuando cruzaron la puerta para salir.
-¿Quién ese tipo? – pregunta con veneno Ggio Vega
-no lo sé – le responde Szayel ladeando la mano en gesto indiferente – no es alumno de esta escuela – ve la mueca de su compañero, lo que le provoca una sonrisa ladina – No estarás celoso ¿o sí? Después de todo, ya tiene tiempo que Soi-Fong te mando a volar
-ella no hizo eso – debate orgulloso
-¿no? – canturrea – según recuerdo ella prefirió terminar contigo que dejar de competir en artes marciales – le pica a Ggio Vega, consiguiendo molestarlo – ahora se ve bastante a gusto con ese niño bonito –
Ggio Vega solo se da la media vuelta, alejándose de la conversación absurda de ese afeminado, aunque efectivamente sintiendo por dentro que lo habían herido en su orgullo al ver a su exnovia con otro sujeto.
…
Soi-Fong comenzaba a acostumbrarse a lo peculiar que era Satoshi, a que parecía estar con una constante sonrisa galante en su rostro, o que los temas de conversación nunca se le acababan. Igualmente, ya se había acostumbrado a que la acompañara hasta su casa cada vez que salían a algún lado, ya sea porque lo así habían quedado o simplemente porque Satoshi iba a buscarla a su escuela y le pedía acompañarlo a algún sitio. De cualquier forma, la compañía de Satoshi era agradable, parecía quitarle toda la rigidez a la que desde muy pequeña se había acostumbrado.
Llegaron a su solitaria mansión, Satoshi se despidió como siempre con una radiante sonrisa, gustoso de volver a pasar el tiempo con ella.
Entró a su casa, como siempre, con un ambiente ausente al ser de las pocas personas que vivían en ese lugar. Su padre había regresado hace un par de días, tuvieron un par de cenas juntos, totalmente austeras en el que el general solo la cuestionaba sobre su desempeño en sus estudios, a lo que respondía que seguía siendo la mejor de la clase en su carrera de ciencias políticas, aunque en sí, no era algo que disfrutara del todo. Eso fue todo, luego de un par de cenas en las que apenas intercambiaron unas cuantas palabras, Tousen volvió a salir de la ciudad a continuar sus estructurados deberes en la política.
-señorita Feng – anuncio su mayordomo Omaeda al verla entrar – Yoruichi-sama llego, la está esperando en la cocina
-¿Yoruichi? Pero si hoy no nos toca entrenamiento – dice esta confundida
-no lo sé, solo me encargo que le dijera que la espera en la cocina –
-de acuerdo, gracias Omaeda – le da a este su mochila de la escuela para que la llevara a su cuarto, mientras que ella se encaminaba a la cocina
Casi paró en seco a la entrada de la cocina al ver a su entrenadora con un mandil y un tazón entre sus brazos mientras revolvía lo que parecía ser chocolate líquido. El lugar era un auténtico campo de batalla, trastes sucios por todos lados, chocolate derramado en la mesa y en el suelo, pero ¿qué había pasado?
-¿Yoruichi-sama? – pregunta como si no reconociera a aquella morena
-ooh Soi-Fong que bueno que llegaste – va con ella, arrastrándola por la espalda a la mesa y poniéndole un mandil – es hora de trabajar – le pasa también una pala para batir y un tazón, todo bajo la mirada totalmente perdida de su pupila
-¿tra-trabajar? –
-si, mañana es 14 de febrero – Yoruichi tenía una sonrisa que solo se igualaría a la del gato del país de las maravillas – le preparare chocolates a Kisuke, pero quiero que sea una sorpresa, por eso me tome el atrevimiento de venir a tu casa – continúa mezclando el chocolate
-no me molesta, pero… ¿porque también yo tengo que hacer esto? – se pregunta viéndose con aquel mandil
-¿Cómo que porque? – le cuestiona colocando una mano en su cadera – para que le regales unos chocolates a tu amigo
Obviamente hablaba de Satoshi, no se podía referir a nadie más ya que era el único con que ha estado saliendo últimamente. Fue inevitable que la molestia, así como el sonrojo, se apoderara de su rostro.
-no tengo porque regalarle chocolates a Satoshi – alega queriendo dejar aquella tarea
-claro que si tienes y quieres – la regresa al lugar de trabajo, pasándole de nuevo todos los materiales – anda… no es algo muy complicado – la morena continúa preparando su mezcla, al tiempo que Soi-Fong suspira derrotada, no había forma de zafarse de aquello.
Y claro que Yoruichi no la dejaría, no después de que su esposo le contó casi con lujo de detalle como Satoshi miraba con embeleso su celular al recibir un mensaje de Soi-Fong. Ese jovencito le daba muy buena impresión, y notaba poco a poco los cambios en su pupila, se le veía hasta más contenta, aunque quería disimularlo con su usual expresión endurecida.
Escenarios muy similares estaban ocurriendo en distintos lugares de la ciudad, claro, después de todo, mañana seria San Valentín y no era extraño que varias mujeres estuvieran comprando o preparando a mano chocolates caseros, ya sea para regarlos a familiares y amigos, parejas, o, para alguna confesión.
En la casa Kurosaki, justo estaba Karin siguiendo atentamente las instrucciones de su hermana para preparar unos deliciosos chocolates rellenos de crema de leche que sabían que eran los favoritos de Asahi. Aunque claro, la pelinegra se defendía ante su hermana debatiendo que el baterista era uno de sus mejores amigos y que no podía no darle chocolates hechos por ella misma. Yuzu tan solo le siguió la corriente, era perfectamente consciente que su hermana sentía algo mucho más que únicamente amistad por el menor de los hermanos Yamamoto.
-¿le darás chocolates a ese enano? – se acerca Ichigo llegando junto a su esposa, viendo la escena así con celos
-si, no tiene nada de malo – se defiende Karin – Asahi es mi amigo –
-mientras se mantenga de esa forma – refunfuña, claramente se daba cuenta como ese cabeza de pollo miraba a su hermana
-Ichigo ya deja a tus hermanas en paz – le ordena Rukia llevándose a su esposo a otro lado – continúen con lo suyo – les guiña un ojo – yo me encargo de entretener a este celoso
Las mellizas le dan suavemente las gracias, se ha estado tomando muy serio su papel de hermano mayor sobreprotector desde que sus padres se fueron a vivir a la ciudad de Tokio para atender el hospital del que estaba a cargo Ishin y su esposa.
…
Por otro lado, la princesa de los Yamamoto inevitablemente cayó en la trampa de su amiga, y ahora, se encontraba en la casa de esta con varios moldes en forma de corazón y derritiendo el chocolate. La pelirroja no podía tener mayor sonrisa victoriosa en esos momentos.
-solo preparare chocolates para Toushiro y mis hermanos – condiciona Asami mirando quisquillosa a Riruka – nada más para ellos – vuelve a dejar en claro al ver la sonrisa pícara de la pelirroja
-claro… no es como si quisieras regarle a nadie más – insinúa con tono cantarín mezclando el chocolate que estaba derritiéndose
-no, para nadie más – ella misma se engañaba, no podía evitar tener la imagen de entregarle chocolates a Grimmjow
-y…. ¿Yamamoto-sensei va a estar mañana en la división trece? – pregunta Riruka con un leve sonrojo en las mejillas
-¿Takeshi? Supongo que si – responde acomodando los moldes para vaciarles el chocolate - ¿Por qué? – la respuesta era clara al ver el gesto contraído en la pelirroja al tiempo que su sonrojo se hacía mucho más evidente - ¿le quieres entregar chocolates al mayor de mis hermanos? – cuestiona divertida, especialmente al ver como Riruka casi tira el chocolate
-es nuestro profesor, no tiene nada de malo – se defiende, ante lo que Asami solo suelta una risa discreta
Nanao también se vio involucrada en eso, como siempre, cayendo en las trampas de Nemu que le dijo que le prestara su cocina alegando que su padre no le permitiría usar la propia para hacer chocolates caseros. No tuvo problemas en invitarla a su casa, pero sin saber exactamente en qué momento paso, ella ahora también se encontraba preparando sus propios chocolates.
-recuerda apartar una caja para tu senpai – insinúa Nemu con gesto austero
-Nemu, ya te lo dije, no voy a regalarle chocolates a Haruki-senpai – aclara nuevamente, sintiendo a la vez contrariarse de sus propias palabras ¿Por qué sentía que una parte de ella si quería entregarle chocolates al violinista?
-no tiene nada de malo – continua Nemu – solo es para agradecerle las asesorías que no ha querido cobrarte
-¡en ese caso puedo regarle alguna otra cosa algún otro día que no tenga que ser San Valentín! – debate, nerviosa y siendo ignorada totalmente por su amiga
-como sea, prepara una caja extra además de la de tu tío – prácticamente ordena, a lo que Nanao suspira derrotada, tratar de ser razonable con su amiga nunca ha funcionado
-oh pero que aroma tan dulce – exclama Kyoaraku entrando a la cocina ya vestido con su usual elegante atuendo para irse a trabajar - ¿no me digan que están preparando chocolates para regalar mañana? – insinúa travieso viendo a su Nanao, quien ruega internamente que la tierra la tragara en ese momento
-buenas noches Kyoraku-san – saluda cortésmente Nemu – sí, Nanao tiene planeado regalar chocolates por San Valentín – dice como si nada, ignorando por completo que su amiga casi se va de espaldas
-¿de verdad? – habla enternecido el hombre – ooh vaya…. Mi Nanao-chan se ha enamorado… - recita cual poema, mientras que a Nanao no se le podía poner más rojo el rostro – a veces olvido que ya no eres una niña pequeña y que te has convertido en una hermosa mujer – dice nostálgico
-T-tio… Kyo…raku – apenas y podía hablar. ¿enamorado? No, no podía decir que estaba enamorada de Haruki-senpai, es decir, era muy atractivo sin duda, no por nada se había ganado el puesto de novio del instituto junto a sus hermanos. Era muy talentoso, el mejor violinista de su generación, lo admiraba sin duda, pero…. ¿decir que estaba enamorada?
-bueno chicas, las dejo…. – se despide el hombre agarrándose su sombrero blanco – espero probar al menos uno de los chocolates que preparen, huelen realmente deliciosos
-claro, tío Kyoraku – dice Nanao, tratando de frenar el huracán de pensamientos y sentimientos que la azotaron – que tengas buena noche
Se retira casi con pasos perezosos, como si estuviera en una tranquila caminata matinal por el parque.
Suspiró con melancolía al subirse a su auto, el que tardo en poner en marcha al hundirse en sus propios pensamientos. Realmente no había caído en cuenta en qué momento su pequeña había crecido tanto, era lógico que ya estuviera en la edad de enamorarse. Le daba gusto, experimentar tan bello sentimiento es algo maravilloso, él todavía recordaba a su primer y único amor, aunque también, le invadió el dolor al recordar la separación inevitable. Rezaba a todo ser divino que su Nanao nunca tuviera que pasar por tal sufrimiento.
.
.
.
No, Asami no se había dado cuenta de que Riruka sabía que llevaba una caja de chocolates de demás, una que no había sido hecha en su casa, una que llevaba una decoración diferente, una envuelta en satén lila y moño celeste.
Una risa satisfactoria se había asomado a los labios de la pelirroja, obvio que no iba a decirle nada, pero, estaban a pocos minutos de retirarse del campus, ¿Por qué no había intentado dárselos ya? ¿Qué era lo que estaba esperando?
-Ah, perdona, olvide que debo ir del otro lado del campus- Dijo, frenando en seco mientras miraba la hora -No quiero retrasarte, iré yo sola
-¿Segura? Puedo acompañarte- Le dijo su amiga, arqueando una ceja mientras trataba de rememorar el lugar donde podría estar el peli azul -Asami...
-Por supuesto que estoy segura, no te preocupes, nos vemos más tarde en la división trece
Y corrió en dirección opuesta, alejándose de su amiga mientras tenía la añoranza de que él estuviera ahí. Las miradas sobre ella no le importaban, todos veían a los hermanos Yamamoto correr de un lado para otro, pero verla correr a ella era diferente. Afortunadamente ese día, al ser sábado, no había muchos alumnos, la escuela solo estaba abierta para quienes tuvieras clases complementarias o quisieran hacer uso de los salones e instrumentos para ensayar. Sus hermanos y ella habían ido en la mañana precisamente a eso, ya que en la tarde irán a tocar al café a dar un pequeño concierto por el día de San Valentín.
Llegó al edificio donde sabía que el estaría, paralizándose, ¿en qué momento la idea de hacer chocolates había sido buena? Estaban en medio de una apuesta, y si, sabía bien que él le gustaba, no podía ocultarlo más, no cuando su corazón parecía caballo desbocado cada vez que lo veía, cada vez que se gritaban y discutían, cuando el sonrojo llegaba a sus mejillas.
Si, odiaba admitir que su amiga tenía razón, que lo que Grimmjow hacía, a veces, la hacían sentirse más decidida a lo que su corazón sentía.
Suspiro, odiando el momento en que la idea de Riruka había sido buena, ella no le iba a entregar chocolates, no en ese día, nunca, porque no quería ilusionarse.
Rendida y sin saber que hacer, se sentó a la sombra de un árbol, miraba la caja de chocolates mientras el aire fresco le golpeaba el rostro, adoraba la textura del satén, pero en ese momento, le causaba conflicto.
Estaba tan sumida en sus pensamientos, que no se dio cuenta que alguien la observaba a la distancia, cuando hubiese sacado su celular, mirándolo con desinterés y dejándolo sobre el césped mientras volvía a guardar la caja en su mochila.
-Tú cara solo puede decirme que alguien te hizo enojar- Soltó, burlón, mientras ella desviaba la mirada, tomando al tanteo su celular -¡Ja! Te han rechazado, bueno, no es que alguien quiera estar con una princesita como tu
-Cierra la boca Grimmjow- Respondió con desgane, poniéndose de pie y sacudiéndose el vestido -No tengo ánimos para discutir contigo
No estaba acostumbrado a ese habitual animo en ella, le gustaba verla eufórica y que le respondiera con ímpetu, algo que le faltaba ese día.
-Quiero los chocolates- Soltó, antes de que ella se alejara más, aunque apenas había dados unos cuantos pasos.
-Ese no es el objetivo de San Valentín...
-Eso significa que no soy digno de ti, hmp...- Soltó, viendo cómo se giraba para verlo, rodando los ojos -No te preocupes, le hare saber a toda la escuela que la princesa de los Yamamoto fue rechazada por un chico, dejándola con sus chocolates...
-¡Nadie los rechazo! Es solo... que no soy capaz de entregárselos a... él- Saco un brazo de la mochila y saco la caja, mirándola con nerviosismo -Toma...
Sonrió triunfal, viendo como la caja era una exacta combinación de ella y él, ¿Qué si se le movió el alma? Si, pero no iba a demostrarlo, no aún.
-Tanta valentía para discutir y tan poca para darle chocolates a un chico...
-Idiota...- Murmuró ella, colgándose la mochila como era debido y alejándose de él lentamente -Siéntete afortunado en probar mis chocolates
-Lo tendré en cuenta para tu penitencia luego de que pierdas la apuesta
Una sonrisa triunfal por parte de la chica, una bufona por parte de él, tal vez las cosas no marcharían tan mal después de todo, pero al menos, le había dado los chocolates a él.
Rituka por su parte, caminaba con pasos pesados y apresurados a otra parte del campus, más precisamente, a uno de los salones de las clases complementarias que se daban los sábados, impartida por el mayor de los hermanos Yamamoto.
La pelirroja trago pesado al verlo salir de su respectivo salón, seguramente ya se iría al evento que darían en el popular café "la división trece", no se hablaba de otra cosa en los últimos días en toda la escuela.
-Ya-yamamoto-sensei – habla fuerte, llamando la atención de aludido – tome – pone frente a él la caja de chocolates
-¿para mí? – pregunta el profesor algo incomodo, aunque no era la primera alumna que le entregaba chocolates
-es para agradecerle todo lo que nos ha enseñado – insiste sin mirarlo
-no se hubiera molestado, lo hago con gusto – acepta los chocolates, viendo luego como su alumna se daba media vuelta, retirándose a toda prisa
-usted y sus hermanos son bastantes populares en la escuela – comenta su colega, Isane Kotetsu, quien iba llegando a donde él – ya entiendo por qué se ganaron el título de novios de la institución -dice divertida
-no se quien inicio ese apodo – se alza de hombros en gesto humilde
-también se habla mucho de un evento que darán en un café de la ciudad – juntos se encaminan por los pasillos, se habían hecho muy buenos colegas y amigos desde que entró a dar clases
-sí, los dueños de la cafetería lo organizaron, y como mis hermanos y yo somos clientes frecuentes, nos pidieron de favor que tocáramos – le cuenta – bueno, mis hermanos tocaran
-¿usted no? – pregunta extrañada, había deducido que el profesor también tocaría junto a sus hermanos
-no, yo solo iré a verlos, pero no tocaré – hubiese preguntado el porqué, pero no se atrevió al ver la expresión un tanto melancólica de su colega - ¿gusta acompañarnos? Es un lugar bastante agradable
-por supuesto, gracias por invitarme profesor – acepta con un pequeño sonrojo en sus mejillas
-entonces le paso la dirección del lugar – le manda la ubicación por el teléfono – discúlpeme por no acompañarla yo mismo, pero debe verme con mis hermanos para cargar todo lo necesario y preparar todo
-descuide, estoy segura de que sabre llegar – o eso esperaba, era un poco atolondrada para las direcciones – no le quito más su tiempo entonces
-para nada Isane, siempre es una dicha hablar con usted – nuevamente la hace sonrojar, imposible no cohibirse ante tal caballerosidad con la que siempre la trataba Takeshi – la veré entonces en la cafería, hasta luego – la toma delicadamente de la mano, haciendo una reverencia antes de apresurar el paso, debían ir por unas cuantas cosas que el director Ukitake amablemente accedió prestarles para ese evento extraescolar
Claro que se sentía encantada con el profesor desde el primer día que entro a aquella prestigiosa escuela, era un hombre muy gentil y un gallardo caballero. Solían coincidir en descansos para almorzar juntos y las charlas entre ellos siempre eran sumamente agradables.
Aunque, hasta ahora, su relación no había pasado fuera de lo laboral, sería la primera vez que interactuarían fuera de la escuela.
Al caer en cuenta de aquello inmediatamente la hizo parar en seco al tiempo que se sonrojaba a niveles casi volcánicos. Es decir, saldría con el profesor Yamamoto…
¡Y hoy era San Valentín!
.
.
.
¿Qué demonios estaba haciendo parada ahí? Justo a la salida de la prestigiosa escuela de las artes. A claro, había sido llevada prácticamente a la fuerza por Yoruichi, quien la dejó sola alegando que iría a sorprender a su esposo para entregarle su caja de chocolates. Y ahora estaba ahí, apretando con fuerza, prácticamente molesta, los chocolates que preparó ayer con su entrenadora en contra de su voluntad, o al menos eso se repetía ella.
Eso era ridículo, entregar chocolates hechos a mano en San Valentín era gastado y trillado, no tenía por qué hacerlo, así que se iría.
-¿buscas a alguien? – le pregunta una recatada chica de lentes, de gesto amable
-claro que no – responde obstinada, ladeando el rostro
Pero Ise Nanao pudo notar la caja decorada de chocolates que aquella chica de mirada dura llevaba en la mano, a lo que pudo deducir sin problemas que buscaba regalársela a alguien, después de todo, era 14 de febrero.
Comprendía el temor de aquella chica, nunca pensó que se necesitara tanto valor para entregar una simple caja de chocolates, ella en todo el día no pudo encontrar el momento para entregársela a su senpai. Si el violinista no estaba ocupado ensayando con sus hermanos, estaba siendo rodeado por varias chicas del campus buscando darle chocolates, y claro, ella no se quedó a ver si este los recibía o no.
Estaba por insistirle en ayudarle a encontrar a la persona a quien obviamente buscaba, pero entonces, justo detrás de ellas se escuchó las claras voces de los hermanos Yamamoto, cada uno cargando un instrumento, amplificador y demás cosas para tocar en el popular café de la ciudad.
El corazón de Nanao dio un fuerte y violento respingo, quizá ya no se ponía tan nerviosa delante de su senpai, ya llevaba tomando varias asesorías bajo su tutela, pero recordaba que en su mochila llevaba una caja de chocolates que no ha sido capaz de entregársela, y menos podría ahora que iba en compañía de sus hermanos.
¿Qué hacer? ¿huir? ¿saludarlo?
Soi-Fong no pudo evitar ver las expresiones contrariadas de aquella chica, asomándose por curiosidad detrás del muro. Gran error, justo venía caminando Satoshi Yamamoto, quien no tardo en poner un radiante gesto al divisarla.
-Soi-Fong – exclama este ladeando efusivamente su mano, pero esta se gira, desapareciendo de su vista por el muro – e-espera – se apresura a seguirla
Entonces Nanao cae en cuenta que aquella chica estaba esperando a uno de los hermanos, vaya que aquella familia era popular incluso fuera de la institución. Ser consciente de aquello la desilusiono un poco, aunque no sabía con exactitud el porqué.
-Buenos días, señorita Nanao – da un sobresalto ante el saludo de su senpai, que, de un momento a otro, ya estaba delante de ella
-buen día Senpai – da una pequeña reverencia – supongo que ya se dirigen a la cafetería
-sí, tenemos que conectar el equipo y hacer pruebas de sonido – responde este, volteando rápidamente a donde su hermano mayor cuando este le toco el hombro. Por la simple mirada de este, le dio a entender que no tardara, yéndose luego al carro seguido de los mellizos
-en ese caso… no le quito más el tiempo – lleva sus manos a su mochila, apretando la caja decorada que había dentro. Sentía como una insistente voz en su cabeza le gritara que le entregara los chocolates, pero simplemente no pudo – espero que todo salga bien – suelta la caja, rindiéndose
-gracias…. – él también tenía sus propios debates internos, quería invitarla oficialmente a verlos, era simple – que tenga bonito día señorita – se despide con una leve reverencia, caminando al auto y subiéndose al asiento del copiloto, donde estrello su cabeza contra el tablero, maldiciéndose por dentro y sintiendo leves golpecitos en su espalda en forma de consuelo por parte de Takeshi.
-soy un tonto – musita Haruki casi con agonía - ¿Por qué las palabras que quiero decirle no salen de mi boca? – se cuestiona, auto reclamándose
-eso es algo que tú mismo debes descubrir, hermano – apoya su mano en el hombro de Haruki, la respuesta era obvia para él, pero no tendría sentido que se la dijera.
Por otro lado, doblando la otra esquina, Satoshi le había dado alcance a Soi-Fong, aunque esta misma decidió detenerse, lo que le permitió al musico observar la caja decorada que su amor platónico llevaba en sus manos, dándole una enorme luz cálida de esperanzas.
-¿debo ponerme celoso? – pregunta señalando su mano – me destrozaras en mil pedazos el corazón si me dices que traes esos chocolates para otra persona – se pone su mano en el pecho, haciendo un ridículo gesto teatral, a lo que Soi-Fong bufa obstinada poniéndole la caja frente a su cara, pero sin mirarlo
-¿lo mismo le dijiste a todas las que te entregaron chocolates? – intenta sonar como si no le importara aquello.
Sabía que Satoshi y sus hermanos eran los más populares de su escuela, Yoruichi descaradamente se lo insinuó tratando de conseguir una reacción de celos de su pupila, pero igual que en ese momento, lo disimulo fingiendo desinterés.
-no, los acepte, pero deje en claro que no buscaba nada – mira la caja entre sus manos, vaya que había fantaseado con que Soi-Fong le regalara chocolates ese día, aunque no quería ilusionarse demasiado – y…. te aseguro que a nadie le di las gracias de esta forma….
Fue un segundo, incluso menos, que sintió en su mejilla un suave y rápido beso inocente, pero fue lo suficiente para voltear a verlo con los ojos completamente abiertos, sin dar crédito a lo que aquel atrabancado musico se había atrevido hacer. Se habría molestado, si, tenia de verdad un choque de emociones. ¿Cómo se atrevía a tomarse esa libertad con ella?
Pero no pudo molestarse, no ante la expresión que tenía Satoshi en ese momento, parecía un niño que había hecho una inocente travesura, con su mirada baja, e incluso su sonrisa era un tanto nerviosa y encantadora, denotando que había hecho aquello prácticamente sin querer.
-muchas gracias, linda – dice este, sobándose el cuello con nervios, pero a la vez, sintiéndose muy dichoso - ¿vendrás a la división trece? Mis hermanos y yo tocaremos por el día se San Valentín – ya le había comentado sobre eso, pero la verdad, no estaba del todo segura de ir
-¡SATOSHI! – escucha la voz de Asami, por lo que se asomó desde la esquina – ya es tarde, date prisa – exige esta
-enseguida voy – le responde, volviendo luego con Soi-Fong – perdona…. Debemos adelantarnos para preparar todo, te veré allá – se da la media vuelta tras dedicarle una radiante y enternecedora sonrisa
Soi-Fong también se dispuso a irse a su casa, todavía no estando muy segura si fuese buena idea ir a ver a Satoshi en aquel evento.
Su mano, sin ser completamente consciente de estar haciendo aquel gesto, se levanto hasta su mejilla, tanteando con la yema de sus dedos aquella zona donde Satoshi le dio un fugaz y pequeño beso. No significaba gran cosa en sí, fue una inocente acción de agradecimiento, pero, aun así, no pudo evitar que se le dibujara una pequeña sonrisa al tiempo que su cara adquiría un tenue color carmesí.
Quizá no seria tan mala idea ir a aquella cafetería…
A nadie le estaba pareciendo una mala idea…
