AlbertFic

Dirty Dancing

Baile Candente

Por Mayra Exitosa

Capitulo Siete

Mi cuerpo te protege

Para Candy salir del hospital y llegar al departamento era un fracaso seguro, dos semanas sin ensayos casi sin moverse era exagerado, pues era solo una leve herida. El hacía todo en el lugar y no la dejaba apoyar, comentándole que los ligamentos internos estaban sellando, más ella se sentía completamente inútil. A suerte podía ir al baño sola, pero ni por la herida se dejaba bañar o remojar de más, él la protegía en detalle y ella cada vez sentía mayor pesadez, hasta esa tarde,

- ¡Te he fallado! Lo sé, me dijiste que lo dejara, que entregara mi trabajo y fui aún más días, y tú me soportaste y ahora esto.

- Primero que nada, no me has falado en nada, y no tienes que cargar con esos sentimientos de frustración querida, estoy contigo y aunque si, he sido yo el único que ha salido del departamento, puedo asegurarte de que es por tu bien y que ya me he encontrado en tu lugar antes y en plena competencia.

- ¿De verdad? - Si preciosa, ahorita no sientes gran cosa, el ejercicio es tan demandante que el dolor surgirá en el interior en pleno baile, por eso es mejor sellar internamente, veras que todo estará bien, bailaremos y seguiremos con nuestras vidas, ¿te he hecho sentir culpable de algo?

- La realidad, no, pero estábamos comenzando con los ensayos y hemos visto desde nuestra cómoda cama todos los bailes y tipos y no te has distraído, al contrario, memorizas como lo hago yo con tu cuerpo cuando lo beso. - ¡Albert!

Sin esperar tomaba su boca y ambos se daban una tierna entrega de placer del cual el estrés salía volando por la ventana, el placer era algo que nadie puede decir que no quita las angustias y la pesadez, ella lo entregaba todo en cuanto él la reclamaba, no le limitaba ni le condicionaba ningún beso, ninguna caricia, era completamente suya y él eso no podía encontrarlo ni lo había visto en ninguna mujer antes, sabía que algunas tenían un corazón cálido, pero Candy no lo sabía, ni se consideraba especial, y lo era ante sus ojos, su humildad y sencillez apreciando todo cuando se daban era mágico ante los ojos de él.

La realidad el rubio si se sentía culpable, él había rechazado fríamente a esa tipa y también con ello la estaba provocado por mucho a la mujer esa, al negarse sin miramientos, ser un completo tempano frente a ella, demostrar que, para él, Candy era la mejor y se sentía superior porque se encontraba cerca de ella y la protegía aun con su mirada tras las puertas y los escenarios, era provocarla abiertamente. Él si era culpable de lo que le había hecho a su preciosa bailarina, porque él estaba ahí, con ese aire de superioridad ante esa mujer que solo se llevaba hombres como si los utilizara y él se pretendía imponente y se dio cuenta que no lo era. Que había encontrado como herirlo y por primera vez se sintió tonto, al ver que tal vez no podía contra él, pero le había pegado donde más le dolía, en ella, una joven que desde que la había tomado de su cintura no deseaba soltarla, que no había tenido ningún amante y que no se sentía infinita ni celestial como lo demostraba ser, que se sabía cada baile que él iniciaba y parecía compaginar con él en cada paso, como si hubiera estado esperando todo el tiempo por él y cuando la tomo no podía evitar besarla, abrazarla y decirle al mundo entero que era suya.

Para beneplácito personal lo era, ella solo se había entregado a él y no lo consideraba un regalo, por el contrario se apenaba de no tener experiencia, cuando él no la deseaba de otra forma, tal cual era simulaba en todos los aspectos, la perfección de sus encantos, su timidez, su sencillez, su fortaleza, las horas de trabajo mal pagadas, el retracto de tener que trabajar más y su condición de fuerza bruta la hacía ahora increíblemente poderosa y él se había atrevido a unirla sin ningún compromiso de por medio, que ya la consideraba tan suya que el pretexto de tenerla lastimada le justificaba esos celos desmedidos que era tenerla solo para él.

- ¡Albert! - Si preciosa, relájate, gocemos de estos instantes como únicos, porque te siento mía. - No usaste preservativo. - ¡Lo siento! Me deje llevar. Lo arreglaremos. No te preocupes mi vida, eres mía, no tienes nada que temer. - ¿Y tu eres mío? - Completamente, solo tuyo.

Ella lo besaba emocionada, si la apreciaba, si la quería y no le importaba haberse dejado llevar de esa manera tan efusiva, era un príncipe de cuentos y le aseguraba que era suyo. Ella se aferraba a su cintura y se acurrucaba en su pecho, mientras él soñoliento se quedaba dormido luego de haberla poseído con tanto afán, con todo eso que el traía y le preocupaba, olvido protegerla, pero que más daba, ella no podía quedar embarazada de buenas a primeras, se protegería en las próximas ocasiones, ella era increíble, lo hacía perder la razón y no se daba cuenta que lo tenía atrapado, por el contrario, continuaba mostrando ese temor a perderlo y esa sensación de ser tan apreciado por ella, lo enloquecía todavía más. - Descansa mi vida, necesitamos recupe…rarnos.

Quedarse dormido después de tan larga faena era lógico, pero ella gozaba de verlo y apreciarlo así tan agotado, le acariciaba el rostro y lo admiraba por entero. Le besaba suavemente temiendo despertarlo, tomaba sus manos tan firmes y enormes las colocaba encima suyo, como si fuera posible que él quisiera no soltarla, besaba su palma y se enternecía de colocar la otra mano con posesión sobre su cintura, como si no pudiera ni quisiera dejarla lejos de su alcance, porque eso, era lo que ella sentía por él, se estaba enamorando de un profesional en amar a las mujeres, pero no le temía a perderlo, si el se iba, se quedaría en su corazón, solo tenía que resguardar esos momentos internamente.


Gracias por leer y comentar, por la paciencia en cada historia, se escribe si se imagina y se sigue si se comenta

continuamos con más Historias de Albert y Candy

Un fuerte abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa