Disclaimer 1: Fanfic sin ánimos de lucro. The Loud House es creación de Chris Savino, propiedad material de Nickelodeon Intl, y está bajo licencia de Viacom International Media y Jam Filled Entertainment.
Disclaimer 2: Los materiales referidos y/o parodiados son propiedad intelectual y material de sus respectivos creadores.
Vínculos
V
Una posición incómoda
Royal Woods, Michigan
26 de septiembre de 2021
1:23 pm
El cuarto de Jordan Rosato
Las luces de la mañana revelaron la devastada soledad en que la casa de Jordan se había convertido. Alguno que otro borracho dormido en la sala emana hedores peores de los que recuerda en su vida, al tiempo que la piscina se volvió una enorme pila de gelatina. El buzón, las pajareras, incluso el pequeño pabellón que instalaron el año pasado tenían restos de botellas, bolsas de frituras, colillas y cajas de pizza.
Mollie se quedó a dormir en el cuarto de lavado sobre la ropa sucia, con la cabeza martillando, luchó por recordar lo que sucedió.
Bebió margarita de una yarda al menos dos veces, vomitó a la media hora, fue por cerveza, tomó a Lincoln para llevárselo a la cama de Jordan… hasta ahí, lo tuvo claro, pero en cuanto apagó las luces todo fue confuso. Sus padres, adventistas convencidos, no le permitirían una noche así de salvaje, pero como ellos se fueron a un retiro y no vuelven a la mañana siguiente no tiene qué temer.
Luchando por recordar, logró vislumbrar entre la niebla de alcohol en su cabeza. Ambos empezaron a jugar entre sí, se quitó la chaqueta y acarició sus pezones y la loca de Lori entró gritando sandeces como que Lincoln ya tenía novia. Una verdad valida hasta hace apenas unos meses, ya que -Clyde le contó en el almuerzo del martes- ambos quedaron en buenos términos.
Subiendo por la escalera, la devastación se hacía notar menos conforme se acercaban a la habitación de los señores Rosato. Si tenía esperanzas de que respetaran aquella recámara, todas se diluyeron en cuanto viera salir de ella -a punta de escoba, como si de una telenovela mexicana se tratara- a Mona, Arizona, Morgan y Trent. Apesta a lo que sus padres llamarían la Gran Ramera de Babilonia, traducido a licor abundante, cerveza y sexo.
-Bueno, al menos usaron los condones de la pecera -dijo para sí al ver a la mesita de noche, con la dicha pecera vacía y con varios sobres abiertos, amén del contenido del cesto de basura.
En cuanto a las otras dos habitaciones y el estudio de la señora Rosato, estas no están tan mal. La pieza de Jennifer, la media hermana de Jordan, solo tenía a un par de compañeros de Jordan en Economía Doméstica que se pasaron un poco con los humos que viciaron el ambiente que por lo regular huele a jazmín. El estudio, gracias a Dios que no pasaron por allí, mientras que en la habitación de Jordan encontró a los hermanos Loud dormidos, cosa que le parece extraña, como si fueran amantes de toda la vida. Lincoln parecía cubrir a Lori -si el nombre que le dieron es realmente ese- entre sus brazos, y ella, como si le gustara, solo sonreía en sueños.
"¿Y así quiso llevarme a la cama?", pensó un tanto asqueada Mollie. "¿Cómo pueden hacer eso? ¡Son hermanos, con un demonio!"
Viéndoles removerse entre sábanas, revelaron que, si bien mantenían esa postura de demasiada familiaridad, al menos Lincoln se quedó en interiores, mientras que Lori prácticamente no se desvistió ni nada por el estilo.
Sin ganas de quedarse viendo, primero fue al baño por un vaso con agua para volver con una caja de aspirinas. Si bien la cabeza le duele, no lo siente tanto como ambos deberían. Odia abusar así de la hospitalidad de Jordan, pero el asunto es que ella está en la cocina buscando algo para desayunar que no sean pizza, frituras o pollo frito.
-Oigan -llamó, buscando despertarlos-, ¡despierten! -sacudió al peliblanco- ¿Lincoln?
-No hay escuela, mamá -dijo Lincoln en sueños-; es sábado.
-Lincoln… -insiste Mollie.
-Ahora no, Osito Booboo -jadeó Lori.
-¡Despierten! -gritó Mollie, sin importar que Lincoln creyera que le hablara a su madre o quién diablos es ese Osito Booboo.
La reacción de ambos hermanos cuando Mollie les tiró agua encima pudo ser peor. De una patada, Lori mandó al suelo a Lincoln, rompiendo todo ese dudoso encanto que las cosas podrían haber tenido.
-¡Arriba ustedes dos! -insistió Mollie-, ¿no saben qué hora es?
-Si no pasan… de las diez -bosteza Lincoln, adormilado al tiempo que se pone en pie-, está bien, ¿quieres, Lynn?
-¿Quién diablos es Lynn? -cuestionó Mollie.
-¿Dónde estamos? -preguntó Lori, apenas mejor que su hermano.
-Se supone que ya tenían que estar en casa… o donde sea que vivan -respondió Mollie, ignorando a Lincoln.
-Como sea -bostezó de nuevo Lori, estirando sus brazos-. ¿Qué hora es?
-Ya va a dar la una y media.
-¡¿Qué?!
Entre maldiciones, Lori se levantó y tomó la ropa que no había quedado manchada por el vómito de la víspera. Casi al mismo tiempo, Lincoln decidió solo volver a echarse a la cama, cosa que Mollie no ve con buenos ojos.
-¿Qué rayos pasa? -preguntó Jordan desde la entrada de su habitación.
-¡Se me hace tarde! -exclamó Lori, tomando sus cosas-. Lincoln, ve al departamento y no salgas.
-No tienes que vomitarlo -reprochó Lincoln, cubriendo su cara con una almohada.
A empujones, Lori se abrió paso entre la anfitriona y la amiga de esta, calzándose y tropezando en el camino a la puerta.
-Allá va un par menos de manos para levantar el desastre de anoche -suspiró Jordan.
-Y Lincoln no es muy bueno con la madera -remató Mollie.
-Lincoln -insistió ahora Jordan-, ¡arriba!
-Me duele la cabeza -se quejó el peliblanco.
-Mollie, necesito más agua.
-Tú no eres mi jefa -rehúsa Mollie, lanzando la caja de aspirinas.
-¿Y quién mojó mi cama?
Soltando un bufido, Mollie no tuvo de otra mas que obedecer.
-Lincoln, necesito que me ayudes con la pintura de lo que esos brutos destrozaron, por favor -pidió Jordan con amabilidad.
-Tus amigos, tu desastre, Lynn -bostezó Lincoln de nuevo, dejándose caer.
-¿Lynn te dejaría hacer esto?
Arrepentida casi en el mismo instante que tomó la acción impulsiva que hizo, se llevó las manos de Lincoln al pecho. Se mortifica por el mero hecho de que no se considera como una chica fácil que cometió el error de darle oportunidad de tener acceso total.
Aún teniendo solo la blusa encima del torso, Jordan se percata que las manos de Lincoln son lo bastante suaves para sentir un tacto igual de suave, incluso agradable. Casi como si un bebé le estuviera apretando la cara en sus juegos. Hasta apenas estaba notando eso, a pesar de que en la clase de Flores tenían que meterse en ciertos trabajos manuales que precisan de algún contacto físico.
-¿Interrumpo algo? -carraspea Artie, de pie en la puerta.
Perdiendo el color, Jordan retiró sus manos de las de Lincoln. El chico, entretanto, sonreía divertido por el bochornoso espectáculo que estaba dando. La chica puede dar gracias a que él es bastante discreto.
-Seguro que es su primera resaca -dijo algo jactancioso Artie.
-¿Cómo sabes eso? -preguntó Jordan, componiendo su ropa.
-Recuerda que el viejo me dio mi primera cerveza hace dos años -afirmó el chico, un tanto burlón-. Hum… para ser alguien de una familia muy ruidosa no aguanta mucho -añadió con tono crítico.
-¿Y qué podemos hacer con él?
-Déjalo dormir un rato. Ya se le pasará.
-Eres un cínico, ¿lo sabías?
-Y tú una chica que se interesa en su pareja en clase de Flores.
-¡No me interesa! -mintió Jordan, sorprendida- ¡Sólo lo dejé tocarme para despertarlo!
-Está más perdido que una rata de laboratorio -razonó Artie, llevándose la mano al mentón-. ¿Quieres reanimarlo? Dale una bofetada.
-No voy a abofetearlo.
-Dijo que el trasero de Mollie se ve más delicioso que tus senos.
Molesta, Jordan tomó una lámpara de su buró y la arrojó sobre Artie, dando de lleno en su cara.
"Con esos amigos, ¿necesito enemigos?", pensó Jordan, molesta por un comentario tan poco decente como solo su mejor amigo varón podía soltar.
~o~
Con el inicio de la semana también vinieron algunos cambios en la rutina doméstica de ambos hermanos. Dado que Lori se enteró del trabajo a medio tiempo de Lincoln, este tuvo que ajustarse para pasar su turno después de descansar un poco y trabajar desde las seis al cierre. En cuanto a esta, dejaron prácticamente de preocuparse por la cena, aunque el portero empezó a exigir una parte de ello porque estaba cansado de comprar comida congelada en las tiendas.
Por las mañanas, Lori suele conducir para dejar a Lincoln en la escuela, pero ahora caerá en él conducir como una prueba para su examen práctico de manejo. Desde la preparatoria pasa a tomar el volante y hará su turno en el restaurante. Y en cuanto a las tareas domésticas, se irán alternando entre sí cada una mientras están en el departamento, excepto la lavandería y el tendido de camas por razones personales.
Más allá de eso, podían vivir con eso, a pesar de las cada vez más reiteradas invitaciones a volver. Lincoln no tenía muchos inconvenientes, solo uno en realidad. Y ese inconveniente era justamente Lori. Más en específico, el saber que Leni no ha dejado la casa.
-Mamá, te he dicho una y mil veces y literalmente voy a repetirlo -repitió Lori como cada vez desde que se enteraron de su vuelta-. No pienso regresar mientras Leni no se vaya.
-Lori, por favor sé razonable -intentó convencer Rita al otro lado del teléfono-, ¡no puedes vivir con rencores a la mínima provocación!
-Estuviste ahí. Dime -cuestiona Lori-, ¿qué habría pasado si la tía Shirley se metiera con tu universidad antes de que pudieras entrar?
-No me cambies la conversación -responde la mayor, nada convencida.
-¿Es en serio? ¡Te estás poniendo de su lado! -acusó Lori.
-¡No estoy del lado de nadie! -tronó Rita- ¿Crees que me gusta verlas pelear por una estupidez?
-¡Era mi futuro, y esa…!
-¡No te atrevas a decirlo, Lori! -dijo cortante Rita- Entiendo que elegiste ir a Canadá para hacerte cargo de tu hermano, pero eso no es motivo para que apenas regreses, te busques un departamento y lo tomes de rehén.
-Lincoln no es un rehén -aclaró Lori, indignada.
-Ustedes dos volverán aquí, te disculparás y fin del asunto -sentenció Rita, perdiendo cada vez más la paciencia.
-Legalmente ya soy mayor de edad -contraatacó Lori-, ¡y literalmente los dos conseguimos trabajo! -estalló, colgando de forma abrupta.
Tomando el volante, Lori aceleró. Ni bien Lincoln entró a la preparatoria, había respondido a la novena llamada que le estaban haciendo. A últimas fechas, desde que entró a trabajar de nuevo a La Mesa de Lynn las cosas entre ella y Rita se pusieron poco menos que tensas. A pesar de la conexión que tiene con su padre, acepta que es su madre la que tiene la batuta en la casa, y a sabiendas que ella inicialmente se molestó con Leni, el tiempo lejos enfrió mucho sus relaciones, como si la disputa que le costó su educación superior no importara nada.
No le interesa que se haya pasado uno o dos semáforos en rojo. Sabe que gracias a esa llamada leva media hora tarde. Lo que significa que le descontarán parte de su paga por impuntualidad, y eso es justo lo que quería evitar. Una multa y un retraso en un mismo día no son algo que se quiera permitir, pero no le dejaron de otra.
-¡Perdón por la tardanza, papá! -jadeó cansada apenas entró- Mamá llamó y quería que…
-Lo se -dijo Lynn sr, conciliador-, lo hizo cuando fui a dejarla en el consultorio del doctor Feinstein.
-¿Volvió a trabajar con él? -preguntó Lori.
-El año pasado dos de sus asistentes enfermaron y no tuvo de otra que contratarla de nuevo.
-¿Ya te llegaron los ojos de costilla que ordené antes de irme anoche?
-Faltaron unos cuantos -bufó Lynn-. El costo fue más de lo que esperaba.
-¿Y los vegetales para las guarniciones y las opciones veganas?
-No llegó ni la soya ni los germinados.
-Bien, ya veremos como nos arreglamos.
Resuelta, Lori fue al pequeño cubículo que es su oficina.
El mobiliario no era abundante. Un pequeño escritorio metálico con una cortina abatible, dos sillas, una impresora multifuncional y una laptop de modelo reciente eran todo lo que llenaba la oficina que ahora es su dominio. Las paredes, antes adornadas con fotos familiares, ahora ostentan algunos retratos de Lori con los hermanos Santiago, Lincoln con Sadie (muy a su pesar) y solos, como si ello marcara un sitio que el dueño, chef y fundador del restaurante necesitara con imágenes de sus hijos ausentes.
Revisando los inventarios de la noche anterior, se percató de que había un amplio sobrante de setas y hongos shiitake, un par de pollos se mermaron porque se quemaron al atender un pedido de pechugas Cordon Bleu y quedaron al menos dos galones de caldo que no se podían permitir tirar, así como dos frascos de bovril, ese concentrado de consomé de res que al probar su intenso sabor saturó una vez sus papilas antes de irse a Canadá.
Por ahora, y en vista que contrataron a alguien nuevo la noche del sábado, tiene la tediosa tarea de darle capacitación esta semana.
Sobre el nuevo, sabe que estará a medio tiempo, estudia en la preparatoria y estará en el mismo horario laboral de Lincoln en el centro comercial. No es considerado como alguien muy despierto, pero si lo mantiene atento podría tener a alguien con una potencial carrera allí. En la tarde, lo agenda, empezará el trabajo duro.
~o~
-… y ese es el porqué sobre la caída del imperio romano de occidente -terminó de exponer Chandler con una sonrisa bastante pagada de sí-. Porque el vándalo Atila les pateó el trasero.
-Gracias -dijo sarcástico el maestro de Historia, un hombre en sus cincuentas de tez morena clara y evidente ascendencia latina-, señor McCann, por el peor ensayo de todos los tiempos. No había visto nada tan desastroso desde que Luna Loud me entregó un reporte sobre la influencia de César en la ensalada en su primera semana conmigo. ¿Está seguro que no lo taclearon y conmocionaron como para entregarme este gazapo?
-Pero señor Puga, yo solo… -evade Chandler, notablemente indignado.
-Vaya a su lugar, McCann, y no pierda mi tiempo -ordenó el maestro Puga-. Cuando quiera un idiota, usted solo abra la boca.
Ofendido, Chandler pasó junto a Lincoln y le pisó el pie de forma discreta.
El peliblanco solo tenía una incertidumbre sobre si lo golpearán directamente o lo encerrarán en el casillero. Cada que Chandler entrega mal una tarea, suele encerrar a uno o dos estudiantes en su casillero o los embosca de la forma más cobarde posible. Eso le costó a Richie una maqueta con un corte transversal del aparato digestivo la semana pasada, que a él mismo lo atacaran con balones el lunes y ahora, con toda seguridad, alguien pase al menos tres horas en el casillero.
-¿Alguien que quiera hacernos el favor de corregir tan vigorizante ensayo? -pidió Puga- ¿Nadie? Bien, quiero para el viernes un reporte sobre los factores determinantes en la conformación de la Europa medieval en sus estructuras socioeconómicas, y hagan especial hincapié en el sistema de castas y las remotas posibilidades de ascenso -suena el timbre-. Los veo el viernes, buen día.
Miércoles. Si hay algo que a Lincoln le gusta todavía es que son días de cómic nuevo. Con la posibilidad de tener el último ejemplar del tiraje de Ace Savvy: Legado en sus manos y darse un tiempo para leerlo en el departamento con Clyde, apresura sus pasos a la salida del salón.
-Loud -llamó el docente-, necesito hablar contigo.
"¡Rayos!", maldijo para sí.
-Buena suerte, idiota -susurró Chandler al pasar a su lado y darle un empellón con el hombro.
Clyde, nervioso, dejó el salón.
Detenido frente al escritorio del maestro Puga, este sólo sacó un paquete de goma de mascar y tomó una tira, misma que se llevó a la boca.
-Hablé en la mañana con Vickers -expuso este, mascando la goma- y me dijo que tenías una actitud bastante altanera.
-Seguro lo dijo por paranoico -dijo Lincoln, encogiéndose de hombros.
-El caso es que me dieron un reporte tuyo y no es algo muy alentador.
Buscando en los cajones de su escritorio, el maestro de Historia al fin dio con lo que buscaba, una pequeña carpeta.
-¿Sabes qué es esto? -inquirió.
-Se supone que ese iba a ser mi reporte para su clase -respondió Lincoln, una vez que leyó la portada.
-Él dijo que era un acordeón para el próximo examen de su clase.
"¿Un acordeón? Si, como no… estoy mal en su clase y la tiene contra mi gracias a Luan", pensó Lincoln.
-Escucha. Como asesor académico, no me gusta que los estudiantes hagan trampas de ninguna clase en los exámenes. ¿Puedo echarle un vistazo?
-Ajá, claro -asintió Lincoln.
Leyendo lo más rápido que podía, el docente revisó el escrito. Si era el reporte para su clase. No le había creído que hace dos clases Lincoln pasó por una humillación pública por ello y marcó aquella tarea como "Sin Presentar". El escrito, nota, tiene algunos errores, aunque la relación que estableció entre la caída de Cartago ante los vándalos y la hambruna posterior a la que Roma estuvo sometida a raíz de eso antes de la caída del imperio mismo.
-¿Y bien? -preguntó Lincoln, algo nervioso.
-Baja a C- por la entrega a destiempo y por los errores.
-¿Qué errores?
-El caudillo que tomó Cartago era Genserico, no Alarico. -empieza a enlistar Puga-. La ola de inmigrantes visigodos y ostrogodos que cruzaron al imperio no bajaron remontando el Mosa, Atila no murió en los Campos Catalaúnicos… fuera de eso, es un buen trabajo. ¿Vives con tus padres? -desea saber.
-Eh… no -negó Lincoln-. Vivo con mi primera hermana mayor.
-¿Trabajas?
-Apenas empecé en Reininger's esta semana -dijo con algo de malestar.
-¿Hay algún problema con tus padres?
-La verdad, yo no soy el del problema.
-¿Hay algo más? ¿Alguna actividad extracurricular?
-Por ahora quiero evitarlas.
-Podría recomendarte para el servicio social en la biblioteca, pero de una vez te lo digo. Las universidades toman muy en cuenta esos servicios para aumentar posibilidades de ingreso. Consejo estudiantil, clubes, equipos deportivos, servicios sociales, ese tipo de cosas.
-Prefiero tomar algo cuando esté más acostumbrado.
-Te enviaré con el consejero escolar, y te sugiero que no seas impuntual. Dile lo mismo a McBride -añadió el maestro-. El chico parece demasiado apegado a ti y bastante saturado por algún asunto personal.
Dejando la clase, revisa de nuevo su teléfono. Siendo ya las tres y veinte, tenía que verse con Clyde y Liam hace quince minutos en casa del primero.
.
Durante el tiempo que estuvo esperando a Lincoln, ambos encontraron al fin un momento para hablar de su fin de semana, ya que en el transcurso de la semana apenas y tuvieron tiempo de verse.
Liam, a diferencia de Clyde, no tuvo un fin de semana movido. No es que guste de aprovecharse de nadie, pero su hermana se fue de campamento con unas amigas y él tuvo que quedarse con su abuelo a cuidar la granja, haciendo yogurt y teniendo que soportar el aspecto que este tiene, cosa que siempre le ha disgustado.
No conforme con eso, Clyde se encargó de contarle a detalle lo que sucedió el sábado por la noche. Por primera vez decidió no omitir los detalles, cosa que animó al granjero.
-¿Lincoln y Mollie? Preferiría tener que ordeñar una vaca terca a salir con alguien así -exclamó Liam.
-No hubo mucha acción que digamos -apuntó Clyde-. Dijo que Lori entró como una desquiciada y terminó vomitando sobre la cama de Jordan antes de irse a dormir con él.
-Eso es imposible -meditó el granjero en voz alta-. ¿Recuerdas que intenté salir con ella tres meses después de que se fue Stella?
-Dijo que apestabas a estiércol, ¡y por Dios que era verdad!
-Porque caí en fertilizante gracias a Artie -acusó Liam, algo ofendido-. Y ahora vuelve Lincoln y se la quiere llevar a la cama.
-Él no lo hizo -aclaró Clyde-. Ella lo buscó y ambos estaban borrachos.
-¿Y cómo consiguieron todo?
-Alguien le debía a Trent un par de favores.
-Espero que haya sido una buena fiesta -suspiró el granjero.
-Lo era hasta que llegó media escuela -dijo Clyde, apretando los puños.
-¿Media escuela?
-Chandler iba con ellos, y en cuanto llegó Drew con Rusty todo se fue para abajo.
-Creo que ya no vendrá Lincoln -señala Liam, queriendo evitar el tema de Rusty a toda costa.
-¿Por qué lo dices?
Mirando a la pantalla de su teléfono, Liam vio la hora. Como su padre le fijó a más tardar a las cuatro si no tenía nada o no avisa si llega con retraso, el tiempo se ha vuelto en su vida algo más valioso. Por lo mismo, ya no se permitía el lujo de ir con amigos si estos no iban con él a la granja de su familia.
En cuanto Clyde lo vio, no le queda más remedio que empezar a caminar en dirección a su casa en cuanto se despidieron.
Caminando sobre la acera, pensó en lo que perdieron desde que perdieron el contacto con Lincoln. Zach y su cambio de identidad, las actitudes de Rusty, la partida de Stella… eso nada se puede cambiar.
Por lo menos Zach, mejor dicho Kevin, puede decir que la vida lo ha tratado bien. Si nada sucede, es probable que lo vean para Navidad de 2022. Rusty se ha vuelto un grano en el trasero, y en cuanto a Stella no ha habido demasiada información porque la señora Zhau no ha sido muy tolerante con su vida social desde que llegaron a su nuevo hogar, al grado de empezar desde cero y cortar toda vinculación a Royal Woods en lo posible. Amigos incluidos.
De la nada, sonó su teléfono. Era Lincoln, pero a juzgar por su ausencia, lo más que hizo fue rechazar la llamada. No la rechazó por resentimiento. Lo hizo más bien por tener mucho en qué pensar, e incluso aquello no es nada positivo.
.
Es la tercera llamada que Clyde le rechaza. No entiende por qué, pero si es porque no llegó a tiempo para ir al departamento y pasarse apuntes, en serio lo lamenta muchísimo.
Abatido, llamó a Lori y le avisó que antes de trabajar iría a la casa de Mollie. No era tan buena estudiante como Clyde, y su historia más reciente la tiene un poco alejada de él, pero al menos se organiza mucho mejor.
Tocante a lo sucedido el fin de semana, solo recuerda que ella lo sedujo y Lori lo sacó de meterse en un buen problema. Los detalles son algo borrosos, pero de eso a no recordar absolutamente nada era mejor no haber hecho nada.
La casa de los Nordberg se parece bastante a la suya. De dos niveles, tejado celeste y porche techado, difiere en la balconada frontal y en que el árbol delante de ella es un espécimen que, por mucho y teniendo como base lo que aprendiera del programa de Rip Hardcore, sería un cerezo de cincuenta años o menos que hace un mes o algo así terminó de dar sus frutos. Bajo este, encontró a un hombre de cara lampiña y cabello castaño claro vestido mayormente de mezclilla y a una mujer de cabello lacio y cenizo con una blusa violeta. Ambos, supuso, son los padres de Mollie, trabajando con unas poinsettias sin usar máscara, caretas o protección alguna.
-Disculpen, buenas tardes -saludó amable Lincoln-. ¿Aquí vive Mollie Nordberg? -preguntó solo para confirmar.
-Depende de quién lo pregunta -respondió la mujer con voz silbante-. Tú no eres de por aquí, ¿o sí?
-Estuve un tiempo fuera del país -replicó Lincoln, intimidado por aquella mujer ligeramente regordeta antes de presentarse-. Me llamo Lincoln Loud.
-Tú eres el niño que le costó a los Gallos el torneo de 2016, ¿verdad? -inquirió el hombre, visiblemente molesto- El farsante que hizo jugar a su hermana.
-No hagas caso a lo que dice -intervino aquella mujer-. Helen Nordberg, para servirte. Y este es mi esposo, Harvey. Solo bromea, ¿no es así?
-Si, solo bromeo -mintió Harvey, manteniendo el desdén en la mirada.
-No hagas caso -reiteró Helen, cambiando un poco su tono-. Entre nos, Harvey tuvo un pequeño problema de apuestas ese año.
-Lo siento -se disculpó Lincoln, incómodo.
-Iré al grano. ¿Cuál es tu intención para con mi Ovejita? -cuestiona la señora Nordberg.
-¿Perdón?
-Intenciones. ¿Son amigos?, ¿conocidos?, ¿o es que la pretendes cortejar?
-¡Dios, no! -exclamó Lincoln, sorprendido.
-Sin blasfemias ni juramentos vanos a Dios en esta casa -indicó Harvey, aún molesto.
-Solo somos compañeros de clase -aclaró el peliblanco-. Vine por unos apuntes.
-¿Sólo es eso?
-Si, señora.
-La puedes encontrar en su habitación -indicó Helen-. Está al fondo a la derecha, junto al baño.
-Gracias.
La planta interior de la casa es muy diferente de su primer hogar. La sala y el estudio se encuentran a mano derecha, la cocina y el comedor a la izquierda y la escalera que conduce al primer piso y al sótano están al fondo, por lo que, deduce, la zona habitacional está arriba.
Esta no luce demasiado diferente, ya que el tapizado es exactamente el mismo. Empero, el baño está al fondo a la derecha, justo en frente de una pieza con una puerta con motivos florales y un letrero que señala a su propietaria.
Ni bien llega a la puerta, esta se abrió, dejando salir a un chico de cabello castaño oculto bajo un gorro beanie gris oscuro y ropas mayormente grises y rojas. Con aire molesto, este lo apartó de un empujón sin mediar palabra alguna.
-¿Estás bien? -preguntó Mollie, saliendo agitada de su habitación, una pieza tapizada en morado y con apenas mobiliario aparte de la cama, un buró, un clóset, un puf y un escritorio.
-Me han tocado peores -excusa Lincoln como respuesta.
-Tienes que perdonar a Morgan -dijo la chica-. Su novia lo acaba de dejar y se puso demasiado celoso conmigo.
-Haría lo mismo por mis hermanas menores -replicó Lincoln, encogiendo sus hombros.
-¿Por qué viniste aquí? -preguntó directa Mollie.
-Me queda de camino a casa… no a mi casa, casa -corrigió el peliblanco-, más bien a la casa de mis papás.
-Ugh…
-¿Tan mal se ve?
-Pensé en tu hermana -expuso molesta Mollie-. ¿Quién demonios se acuesta con su hermana? -bufó, entrando y dejándose caer en el puf.
-Estoy harto de esos chistes -objetó Lincoln.
-No era un chiste.
-Mira, sobre esa noche yo…
-¿La noche de estudios? -dijo Mollie, un tanto incómoda al ser esa su versión oficial sobre la fiesta en casa de Jordan.
-…, bueno -continúa el chico sin inmutarse por la corrección-, no quería que eso pasara.
-¿No? Pues debes tener un motivo para acostarte con tu hermana -desafió Mollie, cerrando la puerta-. Y espero no sea nada sexual.
-¿Quién dijo que lo era? -respondió Lincoln- Los fines de semana Lori tomó la costumbre de hacer una pijamada entre nosotros. Dormimos juntos luego de ver una película, bebemos algo y, por alguna razón que no entiendo, me respira sobre la nuca mientras duerme.
-Eso no me convence mucho -objetó Mollie.
-¿Te mencioné que ambos dormimos sin desnudarnos? -agrega el chico, tomando su teléfono y mostrando primero la página de un archivo en PDF, luego su ya conocida selfie con Sadie y, finalmente, una galería de fotos cuya portada es la de ambos hermanos sobre su costado izquierdo en una toma aérea que Lori le compartió hace tiempo. Tal cual, ambos hermanos estaban vestidos, lo que tranquilizó a Mollie sobre ese asunto que le tenía molestando desde hace tiempo.
-Y ¿qué es lo que quieres? -preguntó Mollie- Mis papás no me permiten estar con chicos en casa demasiado tiempo.
-Necesito algunos apuntes de la clase de Vickers. Los de la clase del lunes.
-No he sacado mis cosas de la mochila, está sobre mi cama -indicó Mollie.
Viendo de reojo, Mollie se dedicó a mirar con reservas a Lincoln. Ya antes, en el preescolar, le parecía un fenómeno por su cabello blanco. Hasta que en un Mostrar y Contar en el primer año expuso fotografías de su abuelo cuando se enlistó en el cuerpo de Marines, le parecía que el cabello blanco era por un castigo de Dios, y más todavía cuando el anciano mismo acudiera para presentarse como chaperón en la salida de fin de cursos de ese año. Cuando se presentó como una persona común y corriente, aplicando lo mismo para con su nieto, aquél hombre le explicó que era más bien -en palabras que ella pudiera entender- un pequeño capricho divino que se salta una generación en los hombres y es muy raro en las mujeres de su familia, sin casos encontrados al menos desde el siglo XIX.
Aunque de figura un tanto escuálida, no niega que Lincoln tiene cierto atractivo. No evitó bajar la mirada para contemplar un poco ese trasero firme con el que estuvo a nada de divertirse en la fiesta. En menos de lo que creyó, empezó a tener ideas que sus padres le tienen extremadamente prohibido considerar hasta que cumpla treinta o se vaya a casar, lo que ocurra primero, desnudándole con la mirada y concibiendo diferentes formas de entregarse a tan voluptuosa lujuria como solo alguien reprimido puede imaginar.
-¿Tengo algo en el pantalón? -preguntó Lincoln, extrañado de la atención recibida.
-No estaba viendo a tu pantalón -mintió Mollie, incómoda por haber sido sorprendida-. ¿Por qué mejor no te llevas mis apuntes y los copias en casa?
-¿Y qué tal si los necesitas ahora? -dijo alarmado Lincoln ante esa idea.
-O mejor aún -continúa la chica-, lo escaneo y te lo envío para que no tengas presión por devolverme el cuaderno el lunes.
-Pero
-¡No! Insisto, Lincoln -espetó Mollie, tendiendo el cuaderno y olvidando lo del escáner-. Pensándolo mejor, puedes devolverme mi cuaderno de química el lunes.
Empujando al chico, Mollie logró sacarle de su habitación. Desconcertada, esta se llevó las manos a la boca.
Lincoln, por su parte, solo salió de la casa sin despedirse. Nervioso, decidió llamar a Clyde, mas un tono lo hizo desistir.
-Lo sentimos. El número que usted marcó está apagado o fuera del área de servicio. Favor de intentar llamar más tarde.
~o~
Con la salida en puerta, Leni decidió terminar su turno doblando sudaderas.
Los dos primeros días de Lincoln decidió no estar presente. Para ser alguien que solía confundirse entre letreros señalando a cualquier sitio menos el que debería, Leni dejó de depender de sus hermanas menores para tener la situación bajo control o lo más parecido que tuviera a la mano.
Por casualidad se encontró con Fiona. La antes empleada de la tienda luce ahora un vientre bastante abultado, cosa que a la rubia despistó bastante pues lo último que supo es que a su familia la desahuciaron por falta de pago de su hipoteca, o como Lisa se lo dejó a entender, en aquél momento molesta por algo que no salió como debía, les quitaron la casa por no pagar el dinero que les prestaron por ella.
-Mis papás se están quedando con un tío en la calle Sullivan -expresa Fiona, sentada a la mesa de la sala de empleados-. No es mucho espacio, pero era eso o que renuncie a mis estudios para empezar a trabajar.
-¿Y no le dan problemas? -deseó saber Leni, mordiendo una galleta salada.
-Papá y el tío Murray nunca se han llevado bien si a eso te refieres -respondió Fiona luego de atacar un sándwich de atún-. Dice que mamá se echó a perder por meterse con un perdedor de primera, si así llama a un contratista.
-No creo que sea un perdedor.
-Lo serías para él si no haces servicio militar.
Por mucho que le explicaran, Leni jamás entendería aquella necesidad de enlistarse en el ejército. Ropa incómoda, herramientas y armas que nunca se atrevería a usar ni en privado, horarios que no combinarían jamás con su rutina… las historias de su abuelo sobre lo dura que es la vida en cuartel se le antojan como una de aquellas pesadillas que Lana tendría en preescolar.
-Tu tío no puede ser tan malo -soltó Leni sin recato.
-¿Crees eso? -cuestiona Fiona- Me estoy quedando en la misma habitación que mi prima, y créeme. El teniente no acepta incapacidades en su "tropa" de… ¿no es ese tu hermano? -preguntó en cuanto vio a Lincoln acomodando un perchero con docenas de sostenes deportivos en el piso de venta.
-Empezó a trabajar aquí esta semana -aclaró Leni.
-¿No estaba en Canadá o algo?
-Regresó hace poco.
-¿Y qué esperas para darle algo pesado?
-¿Una caja de jeans mojados?
-Hablo de días tan pesados como cuando yo estaba aquí.
-No soy tan mala como para hacerle eso -objetó Leni, viendo a Lincoln terminar con su tarea-. Además, el entró sin que yo tuviera que ver o algo.
-¿Como que te sigue molestando lo de tu hermana?
-¡No dije nada de Lori! -exclamó sorprendida Leni, levantándose de su asiento.
-¿Ves? Te sigue molestando y lo niegas -cuestionó Fiona, intrigada-. ¿Hasta cuándo lo vas a admitir?
-No me importa que Lori haya vuelto -intenta mentir la rubia-. Es como que igual al día que Luan dijo que es lesbiana y pasó encerrada unas semanas con su novia.
-No, Leni. Una cosa es que Luan haya salido del clóset porque su aburrido novio se fue a Oregon -comparó Fiona-, y otra muy diferente es que la primera cara que se te aparece en sueños es la de Lori por arruinar su vida. ¿No puedes solo aceptarlo y disculparte con ella?
-Me hizo la ley del hielo hasta que se molestó un día en el desayuno.
-Si, Miguel me contó. Pero eso no quiere decir que tú seas una idiota, digo, ¿qué motivos tenía para negarte la mermelada y tirarla al piso?
-Era jalea -corrigió Leni-. Y la lanzó a la pared.
-Entonces ella se tiene que disculpar contigo.
-¿Por qué lo dices?
-Dicen que el infierno está lleno de buenas intenciones, ¿no? -cuestionó Fiona, a lo que Leni asintió- ¿No hay forma de que lo quieras arreglar?
-No.
-¿No sabes de nadie que la conozca mejor?
-Esa era yo -gimoteó la rubia-, pero con el tiempo que Lincoln pasó con ella…
-¿Y por qué no le preguntas a él? -sugirió Fiona, quedándose con las ganas de cobrarse una vieja afrenta de cuando se conocieron.
-Está en horas de trabajo -apuntó Leni.
-Invítalo a salir… pero nada raro. Ya sabes -añade la castaña-, por aquellos chistes que hacían a espaldas de ti. ¿Sabes dónde vive?
-Con Lori.
-Llévalo a tu casa.
-¿Y dejar que mis hermanas lo acaparen?
-¿Y qué hay de alguna amistad suya? Una chica, de preferencia.
-Solo conocí a su exnovia y a una tal Samara, pero ellas ya no viven aquí.
Por media hora estuvieron discutiendo lugares, posibilidades y horas, terminando la comida de la sala de empleados y con un par de consejos extra por parte de Fiona. Para entonces, Leni ya debió haber registrado su salida. En cuanto se despidieron, fue a buscar su bolso y una blusa de terciopelo azul marino. No era para ella, sino para su hermano en cuanto lo viera.
Decidió tomarse un tiempo más. Con lo que pudiera pasar en los próximos minutos, tomó de su bolso una revista y empezó a leer. Lo que puede dar por hecho es que, pase lo que pase, hará al menos algo de lo que Fiona le sugirió.
~o~
Con el torso desnudo al aire, Lori yace en su cama junto a Bobby. Este duerme plácidamente, respirando bajo una de sus axilas sin apenas moverse más allá de su respiración y de algún gesto ocasional.
Pensativa, concluyó que las cosas no pueden estar mejor. Se había hartado de las salidas esporádicas de este, de no estar a su lado en las fechas especiales y de todo el asunto del aislamiento y el cierre de fronteras. Todo cuanto tuvo a la mano, y había sopesado la situación con la mayor neutralidad que le fue posible, era Lincoln. Quitando el asunto del incesto, no era tan mal partido, pero conociendo algunas manías y el hecho de haberle dado su primera charla sexual de forma poco ortodoxa, la realidad es que no solo no es su tipo, sino que no habrían pasado de amigos íntimos después de verlo tocarse al mismo tiempo que ella lo hacía con un consolador para una pequeña práctica.
Removiéndose de entre las sábanas, esperaría a que Bobby la abrace, cosa que no sucedió. Más bien la apartó un poco y se giró, quedando con el trasero desnudo al aire.
Buscó su sostén. En el frenesí precedente sólo se dejó la pantaleta, y si bien fue un encuentro interesante, cuanto espera es que Bobby siga dormido.
Aprovechó bien su día libre. Le contó de su salida el pasado fin de semana, y este solo había atinado a llevarse la mano a la cara por el remate. No importaba mucho que su hermano se metiera con una chica que le cayó mal de entrada. La idea, sea cual sea, debía respetarla como cuando empezó a salir con Sadie.
Mirando al reloj de su teléfono, además de la hora mira su reflejo. No es todo lo que esperaba, pero piensa que es mejor que haberse quedado como una holgazana en el primer hogar.
Se suponía que Lincoln volvería a las once hoy. Por su horario en Reininger's, debería haber entendido hace tiempo que no tendría trato preferencial, a menos que fuera una jornada particularmente pesada como un día de inventarios, una barata o le digan que hay un curso de capacitación adicional que debía tomar.
-Nena -llamó Bobby, bostezando-, vuelve a la cama.
Resignada, solo tomó su blusa y obedece sin chistar.
~o~
Con cansancio, Lincoln se apresta a tomar sus cosas. Ya tiene bastante con haber rechazado llamadas en todo el día y realizar un inventario exhaustivo de la zona de perfumería como para apestar a algo que le cuesta demasiado adivinar, aunque en su cuenta personal el almizcle de rata y las esencias florales variadas llevan la delantera.
No se molestó en despedirse de Penelope y de Artie. Ya tuvo su dosis de escuela como para verlos en la sala de empleados, y todavía más de la que él mismo se prescribió al aprovechar su descanso para avanzar en los apuntes de las clases de Vickers (sobre Química Orgánica), Puga (Rasgos y divisiones de la Edad Media europea y coyunturas paralelas) y Flores (sobre producción de conservas en salmuera). Solo quiere llegar a su cama y dormir toda la noche y la mitad del día siguiente, así sea que Lori quiera llevarle a clases hecho un pretzel humano.
En mente, tiene claro su plan para el fin de semana. Aunque Lori proteste, irá a casa de sus padres y pasará tiempo con ellos y -la idea le causó un cierto estremecimiento- sus hermanas menores. Hace mucho que la tranquilidad que buscaba la encontró, y no es algo que piensa ceder de buenas a primeras. No piensa mucho en volver a las noches de soportar que Lola le ronque al oído, los escupitajos de Lily mientras habla o los intentos de Lisa por extraerle el bazo.
Una vez que checa su salida, Leni le dio alcance, ansiosa y con un paquete en manos.
-¿Pasó algo? -preguntó Lincoln sin interés.
-Quería darte esto -dijo Leni, extendiendo el paquete-. Me dijiste que Lori sigue molesta conmigo, pero creo que le podría gustar.
-Leni…
-No necesitas decirle que fui yo -continúa Leni-. Podrías decirle que fueron tú o Clyde..
-No tenías que hacer esto -dijo Lincoln con cautela.
-Solo dile que…
-Aprecio lo que tratas de hacer, pero ¿no crees que puede sospechar que fuiste tú?
-Por lo menos escúchame, por favor -pidió la rubia-. Me echó en cara que lo que hice no fue lo mejor que pude hacerle en toda mi vida y quiero compensarle como sea posible. ¿O qué harías en mi lugar?
Eso fue bajo. No es algo que Leni acostumbre hacer, lo cuál deja sorprendido. Una movida así la considera más propia de él o de Lola, tratar de compensar por un error gordo y apelar a un poco de manipulación. Tal vez, razona, Leni aprendió un par de cosas por su cuenta en su ausencia.
-No tienes que decirme qué harías. Solo… solo dime si se lo darás. No tienes que decirle de quién vino, pero quiero ver cómo luce con él puesto.
-¿Me estás usando de mensajero? -cuestionó Lincoln.
-No te estoy usando -niega Leni-, solo quiero que se lo entregues.
-Leni, yo… olvídalo.
-¿Se lo darás?
-Si te hace feliz
Pensativo, Lincoln dejó atrás a Leni apenas sin despedirse. Le sorprendió ver que Leni tenga iniciativa, pero tiene la fuerte sensación de que no saldrá bien parado de esta.
~o~
Abril 12 de 2021
Hay cosas que siempre deben de cuidarse.
Una de las cosas que se nos ha insistido, así haya sido después de largas peroratas de minimizar la pandemia, es algo con lo que debería de insistir. Si personajes como Andrés Manuel López Obrador en México o el presidente de Tanzania, John Magufuli, se niegan a usar máscara/cubrebocas, es por razones que antes tenían cierto sentido pero que ahora los fanáticos de la conspiración consideran medidas de control por parte del gobierno. O peores, como Jair Bolsonaro (Brasil) y su gripinha, o Daniel Ortega (Nicaragua) que hasta bien entrada la primera oleada no hizo mas que animar a seguir como si nada.
Aún más. Están los que se creen lo del NOM o los que, como no pocos viandantes, consideran que, y cito, dejen que los borregos usen bozal (extracto de una entrevista televisiva a un paseante de Villahermosa, Tabasco en México hacia julio-agosto).
Fun fact: El profesor de Historia ya antes había tenido aparición conmigo. El inserto de Miguel Puga, ya aparecido en Deportación, es el mentado docente. Para su voz, pueden sentirse en libertad de elegir a quien sea, pero yo me quedo con Mario Castañeda (Gokú en Dragon Ball, el entrenador Crawford en Los Casagrande), sonando como Mark Ruffalo en Si yo tuviera 30.
Respondiendo, por pocas que sean las reviews...
J0nas Nagera, ciertamente hay tensión, pero la cosa con Lincoln es que se siente más apegado a Lori por... ¿cómo decirlo? Cuestión de honor. No he visto Ghosted, empero me he leído parte del artículo de la wiki en inglés. En este canon, Chloe tuvo mucho que ver, incluso, con que ya no sea tan virgen como uno creería. Empero... tocaste un tema que no he contemplado y no debí pasar por alto. Debo remediar eso. Ese reencuentro que apuntas no será tan dulce que digamos, y hay algo más en mente. Solo cuida que el pavo no se reseque en el horno.
Recuerden. Si no tienen nada mejor que hacer además de leer fanfics, pueden aplicarse a otros pasatiempos. Más que nada es por salud mental. Ahora...
Sigan sintonizados...
Sam the Stormbringer
