¡YAHOI! Este me ha quedado algo más corto que el resto. PERO, viene con compensación. Estoy convencida de que no habrá quejas xD.

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kiishimoto.

¡Espero que os guste!


Día 7: Free day

El alborotador y la empollona


―¿Lo has oído?

―Sí… Es raro, ¿verdad?

―¿Raro? ¡Lo que me da es una rabia…

―¡Lo sé! ¡Es que es tan guapo…

―¿Crees que tendríamos una oportunidad?

―Bueno, si está saliendo con Hyūga, supongo que se cansará pronto de ella...

―No me extrañaría que fuese por una apuesta o algo así.

―¿Te imaginas? La virginal y prudente Hinata Hyūga desvirgada por el chico problema… ―Las risas hicieron eco en el cuarto de baño de chicas de la segunda planta del instituto. No se desvanecieron incluso cuando el ruidoso salió del mismo, alejándose por el pasillo en dirección a clase, al patio o a dónde quiera que fuesen las chicas normales y corrientes.

Ninguna se había percatado de que el objeto de su conversación se hallaba dentro de uno de los cubículos que albergaban los váteres, siendo testigo de toda la charla.

Hinata apretó los labios y los puños sobre el dobladillo de su falda del uniforme, arrugando los pliegues perfectamente planchados, con el largo reglamentario.

No era la primera vez que oía las burlas o los comentarios insidiosos. Y aunque la mayoría de las veces los ignoraba por completo―nadie más que ella sabía lo que acontecía en su vida privada y por ende no le molestaba lo que pensaran los demás―había veces en que el vaso se derramaba y la crueldad de sus compañeras hacía mella en su coraza, hiriéndola profundamente.

Hoy era una de esas veces.

Tal vez, si no hubiese visto esa mañana a su novio hablando tan relajado con algunas de las animadoras, permitiéndoles que lo tocaran como se suponía solo ella tenía derecho a hacerlo, las palabras venenosas de aquellas chicas no le habrían dolido tanto.

Se levantó del váter, tiró de la cadena, se recolocó la ropa y salió para lavarse las manos. Cuando terminó, las sacudió un poco sacó un pañuelo de uno de los bolsillos de su uniforme, para secarlas. Luego lo volvió a guardar.

Cuando levantó la vista, su reflejo en el espejo que había sobre el lavabo le devolvió la mirada. Lo estudió, evaluándolo y por ende evaluándose a sí misma. Se tocó el cabello largo negro azulado, que caía perfectamente peinado y sin gracia por su espalda. Los ojos, de un color blanco puro, exóticos y poco frecuentes, un rasgo genético de su familia y que le habían acarreado más de un comentario malintencionado a lo largo de su vida. La piel, pálida, haciéndola parecer débil y enfermiza. Se puso las manos en las caderas, anchas, y lo mismo con sus pechos: eran grandes, exuberantes, lo que hacía que tuviese que comprarse ropa de la talla cuarenta como mínimo, y eso si no tallaban grande, entonces tenía que irse a una cuarenta y dos.

Se miró las piernas, la bola de la pierna pronunciada―lo que hacía imposible que se pusiera botas de caña alta, porque no le entraban―los muslos regordetes. Luego, sonrojándose con vergüenza, se llevó las manos a sus nalgas, apretándolas: tenía los glúteos planos, seguro que llenos de celulitis. Por más dietas o ejercicio que hiciera no era capaz de bajar de peso, como si su cuerpo se rebelara ante la idea del cambio.

Pensó qué harían Sakura e Ino, sus mejores amigas, en su situación. Se miró en el espejo una vez más. En un impulso, tomó su falda y le dio dos vueltas en la cintura, dejándosela corta. Se bajó las medias, arrugándolas en los tobillos. Se sacó la blusa de debajo de la falda, se aflojó el lazo y se abrió los primeros botones, dejando a la vista el inicio de sus pechos.

Luego se alborotó el pelo y por último se remangó la camisa. Se fijó nuevamente en su reflejo, dándose cuenta de que la del espejo parecía ser una chica completamente diferente, que nada tenía que ver con ella.

«¿Qué pensaría Naruto-kun al verme así…?».

―¿Hinata? ¿Qué haces'ttebayo?―Saltó, dejando escapar un chillido de sorpresa. Se giró, descubriendo a su novio en la entrada del cuarto de baño, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón de su uniforme. Llevaba la camisa blanca reglamentaria desarreglada, su acostumbrada gabardina negra y una cinta negra adornaba su frente, con los rubios cabellos desordenados cayendo sobre la misma.

Sus ojos azules estaban clavados en ella y tenía el ceño fruncido, como si algo lo estuviese molestando. Hinata se dio cuenta del aspecto que debía de presentar y enrojeció, cohibida al máximo.

―Na-Naruto-kun… y-yo… ¿Q-qué ha-haces e-en el baño de chicas?―tartamudeó, intentando recomponer su aspecto con dedos temblorosos.

Él suspiró y se acercó a ella. Hinata retrocedió, avergonzada. Él se detuvo y apretó los dientes. Alargó la mano y la cogió del brazo. Tiró de ella con fuerza hasta tenerla acorralada contra el lavabo.

―Yo pregunté primero―dijo, con voz ronca, bajando la vista por todo su cuerpo, como si la estuviera evaluando―. ¿Qué estabas haciendo?―siseó, tensando los músculos de sus brazos, que apoyaba contra el mármol contra el que tenía a su novia atrapada.

Hinata se estremeció, mordiéndose el labio inferior. No quería decirle la verdad, no quería decirle que ella se sentía muy poquita cosa en comparación con el resto de las chicas del instituto, que no se sentía lo suficientemente guapa, femenina o sexy.

Que no se creía digna de estar con él, alguien tan increíble, tan valiente, tan brillante y cálido como el sol.

Mientras que ella era una chica rara, tímida y oscura, fría como las noches y la luna.

Naruto se impacientó ante su falta de respuesta. Le tomó el mentón y la obligó a mirarlo a los ojos.

―¿Qué hacías'dattebayo?―preguntó de nuevo, tratando de sonar suave. Hinata se mordisqueó el labio inferior por segunda vez, nerviosa.

―Y-yo… So-solo estaba… pro-probando un nuevo estilo… ―Naruto ladeó la cabeza, ahora curioso por su respuesta.

―¿Por qué?―Hinata se sonrojó. ¿Qué podía contestar? No podía decirle la verdad: que era fea, que le sobraban kilos por todas partes, que era una decepción en toda regla dentro de la población femenina.

Así que se quedó callada, esperando que él lo dejara ahí, por la paz.

Pero si algo caracterizaba a Naruto Uzumaki era su cabezonería y perseverancia. No paraba hasta conseguir lo que quería. Y, en este caso, quería conseguir una respuesta del por qué su dulce novia se había arreglado como si fuera una puta cualquiera.

Y él de putas sabía un rato. Algún día se vengaría de su padrino por todos los malos vicios que le había inculcado. Pero ahora no podía centrarse en eso, tenía una novia a la que prestar atención.

―¿Por qué?―repitió, deletreando las sílabas lentamente, dando así a entender que no la dejaría marchar hasta que no le respondiera.

Hinata sintió que las lágrimas anegaban sus ojos. Naruto se arrepintió casi al instante por haberla presionado. Abrió la boca, dispuesto a sonreír y a decirle que lo olvidara. Que la invitaría a algo de ramen para que se sintiera mejor.

El ramen siempre mejoraba las cosas.

Pero Hinata lo sorprendió, cuando balbuceó una contestación:

―P-porque… p-porque no… n-no soy como las otras chicas… ―Tembló y tuvo que hacer un esfuerzo descomunal para no romper a llorar―… N-no soy guapa―Naruto frunció el ceño, claramente disconforme con esa afirmación―, n-no soy femenina―mentira, Hinata era la mujer más femenina que conocía, otra cosa es que ella se diera cuenta―, n-ni tampoco soy… sexy. ―Naruto abrió la boca, con sorpresa.

―¿Estás de coña, no?―Una lágrima silenciosa bajó por su mejilla y Naruto se maldijo por haber sido tan bruto. Se inclinó para retirar esa gota salada con sus labios, lamiendo luego el recorrido de la misma en sentido inverso, haciendo temblar el cuerpo de la chica.

Sonrió contra su sien. Una de sus manos se posó en su cintura y se pegó a ella. Hinata se aferró a su camisa, hundiendo el rostro en esta, roja como un tomate cuando sintió algo duro clavarse contra su estómago.

―Mira cómo me tienes, ¿sabes lo difícil que es atender en clase viendo este culito constantemente? Cada vez que un profesor te manda salir al encerado, me dan ganas de partirles la cara a todos los que miran lo que es mío'ttebayo. ―El calor se acrecentó en el rostro de Hinata y sus puños aferraron con más fuerza a las ropas masculinas―. Y me alegro de que no seas como las otras chicas, que no llames la atención me gusta, porque así sé que solo tendrás ojos para mí―si él supiera… llevaba enamorada de ese chico desde tiempos inmemoriales―; ¿Que no eres femenina? Hina, eres prácticamente la única chica de nuestra clase que sabe cocinar, coser y todas esas cosas que se supone debe de saber una mujer. No es como si yo no supiera coser, claro, pero ya sabes que soy perfecto, así que… ―Hinata dejó escapar una risita y él sonrió contra su pelo; amaba escucharla reír, su risa siempre lo hacía sentir mejor; y cuando le sonreía… ¡oh, cuándo ella le sonreía se sentía el chico más afortunado y poderoso de la tierra! ¡Capaz incluso de mover montañas!―. En cuanto a lo de que no eres sexy… ―Una mano masculina, traviesa, se coló por su falda, acariciando un glúteo y un muslo con reverencia.

Hinata contuvo la respiración y gimió sin poder contenerse cuando él encontró el borde de sus bragas. Un dedo siguió la costura de la tela hasta dar con el camino correcto. Sus rizos ya estaban húmedos y él buscó entre los mismos hasta topar con el punto más caliente de su cuerpo. Ese mismo dedo se introdujo entre sus pliegues, explorándola, penetrándola.

Hinata temblaba y gemía, siendo sostenida por el brazo libre de Naruto, que observaba satisfecho su desinhibida reacción ante sus caricias. La besó, ahogando sus suspiros de placer en su boca, rozando su lengua con la de ella, tentándola.

Hinata sabía a inocencia y dulzura, a tentación y a lujuria. Le encantaba que solo fuera capaz de mostrarse tal cual era con él. Con él no se escondía tras una coraza de formalidad y buenos modales.

No. Él veía a la verdadera Hinata, a la chica divertida, dulce, amable y cariñosa, la misma que le había entregado una carta de amor sin esperar una respuesta; la misma que lo había defendido ante todo el consejo escolar cuando quisieron expulsarlo, aún a riesgo de obtener una mancha en su expediente.

La misma que le entregó su virginidad sin querer nada más que tener un recuerdo de él, un recuerdo de que su primera vez había sido con el chico al que amaba.

Pero una vez no había sido suficiente. Una vez lo había hecho adicto a ella, a sus besos, a sus caricias, a sus gemidos y a sus grititos de placer, esos que al principio le daba una tremenda vergüenza que él escuchara y que siempre hacía lo posible por ahogar.

Sonrió, sacando el dedo de su interior. Hinata emitió un gemido de protesta y él casi quiso reír. La besó mientras la tomaba por la cintura y la sentaba sobre el lavabo. Su boca pasó de sus labios a su mejilla, arrastrándose hasta pellizcarle el lóbulo de la oreja. Luego bajó por su barbilla, su cuello, su hombro, su clavícula. Apretó un seno y metió la mano por debajo de la blusa, buscando la cima del mismo con el pulgar, para jugar con ella mientras su boca seguía su recorrido abajo, abajo…

Hinata se abrió para él cuando llegó al lugar que deseaba. Enganchó los dedos en la tela de sus bragas y las arrastró por sus piernas hasta sacárselas. La besó mientras guardaba aquella prenda íntima en uno de los bolsillos de su gabardina. Era consciente de que hacer eso lo convertía en un pervertido, pero ¿qué adolescente no lo era? Y más si tu único familiar vivo era un experto en dichas lides…

Le subió la falda hasta la cintura y se arrodilló en el suelo, quedando a la misma altura que la abertura de sus muslos. Se relamió los labios antes de posarlos sobre aquel lugar secreto que tantas veces había explorado y saboreado. Cada una mejor que la anterior.

La lamió y la chupó sin compasión, succionando y mordisqueando, volviéndola loca de deseo y de necesidad.

Hasta que ella no aguantó más y explotó, convulsionándose sobre el mármol del lavabo, sus brazos temblando, apenas pudiendo contener su peso y su boca abierta, dejando salir un gritito de placer que no había podido contener.

Naruto se separó de ella, llevándose la manos a sus labios, sintiendo el sabor y la humedad femenina en ellos. Se incorporó y la observó, con los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas, recuperando el ritmo normal de su respiración.

Era la imagen misma de la tentación.

Se acercó a ella, le puso una mano en la nuca, atrayéndola para un beso devastador mientras su otra mano trabajaba en la bragueta de sus pantalones. Necesitaba hundirse en ella. Ahora, En este momento.

Hinata abrió los ojos cuando sintió una aterciopelada dureza apretarse contra su centro. Miró hacia abajo, enrojeciendo hasta la raíz del cabello y subiendo su vista nuevamente, para darse cuenta de que los ojos azules de su novio estaban clavados en ella, nublados por el placer y la lujuria.

Abrió la boca para decir algo pero él empujó, encajándose en ella de una manera tan perfecta que tan solo fue capaz de gemir.

Naruto empezó un suave vaivén, entrando y saliendo de su cuerpo, volviéndola loca de deseo una vez más.

―Naruto-kun… ―suspiró su nombre entre gemidos. El rubio sonrió, inclinándose hasta el lóbulo de su oreja, atrapándolo entre sus dientes, mordisqueándolo, jugando con él como jugaba con el resto de su anatomía.

―¿Decías que no eres sexy? Porque te juro que, en este momento, Hina, no hay nadie más jodidamente sexy que tú. ―Ella contuvo el aliento ante sus descaradas palabras. Sintió el calor construirse nuevamente, la pasión aumentar al mismo ritmo que las embestidas del chico―. ¡Oh, mierda, voy a- ―Echó la rubia hacia atrás y un sonoro gemido abandonó los labios masculinos, al mismo tiempo que tensaba todos los músculos de su cuerpo. Empujó una vez más contra ella con un gruñido, dejando salir toda su liberación en la acogedora cavidad que lo tenía bien sujeto, mientras Hinata disfrutaba de un segundo orgasmo que le dejó los huesos hechos papilla.

Se dejó caer contra el mármol frío del lavabo, agradeciendo el frescor de la piedra a su espalda, calmando su calor. El sudor perlaba los rostros de ambos, y tuvieron que darse unos minutos para recuperar el aliento perdido.

Naruto le encerró la cara entre las manos y le devoró la boca, hambriento, como si a pesar de todo lo que habían hecho todavía no tuviese suficiente de ella.

Y probablemente nunca tendría suficiente de Hinata. Nunca.

Cuando se separaron por falta de aire Naruto fue el primero en incorporarse, saliendo de su interior y haciendo una mueca al ver el desastre que habían hecho. Hinata hizo ademán de levantarse pero él la detuvo cogiéndola de los hombros.

―Espera. ―Buscó el pañuelo que Hinata siempre llevaba consigo y abrió uno de los grifos, metiendo el cuadrado de tela bajo el agua fresca para mojarlo. Acto seguido lo puso entre los muslos de Hinata, comenzando a limpiarla gentilmente.

Hinata se dejó hacer y, cuando terminó con ella, hizo lo mismo con él, retirando los restos de su pasión de su propio miembro, ahora flácido. Aunque sabía que si se lo proponía solo sería cuestión de minutos para que volviera a resucitar…

Apartó aquellos pensamientos de su mente. No eran horas. Aún había gente en el instituto y, aunque él sabía que nadie acudiría a los baños del segundo piso porque estaban en horario de los entrenamientos y prácticas de los clubes, no era cuestión tampoco de arriesgarse ni de poner a Hinata en una mala tesitura.

No era tan hijo de puta.

Se subió los calzoncillos y los pantalones, abrochándoselos nuevamente. Hinata luchaba por recolocarse la blusa. Él la ayudó a abrochársela y a metérsela de nuevo bajo la falda, una vez la puso en pie. Se agachó para subirle las medias y devolver la falda a su lugar. Hinata tragó saliva cuando él se irguió de nuevo, en toda su altura y con una sonrisa de lo más amplia en su moreno rostro.

―¡Listo! Esta sí es mi Hinata'dattebayo. ―Hinata se sonrojó y luego lo miró, tímida. Naruto se puso serio entonces y la agarró de la barbilla, con firmeza pero sin hacerle daño―. ¿Te has tomado hoy la pastilla?―Hinata pestañeó, se sonrojó y, bajando el rostro, asintió. Naruto respiró hondo, aliviado, recriminándose por no haber sido más cuidadoso. El silencio los envolvió durante unos segundos, hasta que Hinata lo rompió.

―Eh… Na-Naruto-kun… ―Él sonrió cálidamente y le puso un rebelde mechón negro azulado detrás de la oreja, sin poder resistirse a enredarlo primero en uno de sus dedos, sintiendo la sedosidad de aquel cabello que adoraba.

―¿Si?

―¿Po-podrías… e-es decir… Ne-necesito que me devuelvas… ―Naruto la miraba―… mis bragas… ―terminó, bajito, en un tono casi inaudible.

Naruto sonrió, ahora de una forma pícara y juguetona.

―Oh, ¿te refieres a estas bragas?―Hinata sintió que se moría de vergüenza cuando él se sacó la susodicha prenda del bolsillo y la agitó como si nada, dejándola pendiendo de su dedo índice―. Mmmm… creo que no'ttebayo. ―Hinata lo miró, incrédula.

―¡Pe-pero… l-las necesito… N-no puedo ir-―Naruto la cortó un beso.

―Será tu castigo por pensar estupideces'dattebayo. Vamos. ―Se guardó de nuevo la prenda íntima en el bolsillo de su gabardina y tomó de la mano a su novia, tirando de ella para salir del baño. Escudriñó el pasillo para cerciorarse de que no había nadie más y, satisfecho, dejaron atrás el cuarto de baño.

Hinata iba muerta de la vergüenza, con una mano sobre la parte trasera de su falda, preguntándose si alguien notaría su falta de… esto… ropa interior.

Odiaba a su novio en ese momento. Mucho.

Naruto se detuvo cuando estaban a punto de bajar las escaleras, obligándola a detenerse. Se giró y la atrapó por la cintura, estrechándola contra él.

―Hinata. ―Ella lo miró a los ojos―. Eres mi chica. ¿Lo entiendes? Te elegí a ti. Nunca vuelvas a cuestionarme. ―Hinata se puso colorada.

Bajó la cabeza y asintió, sintiendo las mariposas bailar en su estómago.

―¡Bien! Ahora que todo está arreglado, vayamos a comer algo a Ichiraku. Me muero por un ramen de miso'ttebayo. ―Y Hinata se dejó arrastrar escaleras abajo, hacia los casilleros, para cambiarse los zapatos, recoger sus pertenencias y encaminarse hacia una cita con su novio.

Su rebelde, guapo, pícaro, juguetón y sexy novio.

Bueno, puede que no lo odiara mucho.

Sino que más bien lo amaba.

Con todo su corazón.

El alborotador y la empollona


¿Qué puedo decir? Me apetecía meter un lemon (porque no metí ninguno y me dije "No, no puede ser, alguno tiene que haber, no me seas lela"). Y voilà, salió esto.

También decidí hacerlo con la temática de instituto porque más de uno me habéis dicho que os encantan los Naruto y Hinata adolescentes, así que ¿qué escritora sería si no satisfago de vez cuando vuestros deseos? Así que espero que me dejéis un bonito comentario, ¿de acuerdo? Porque, ya sabéis:

Un review equivale a una sonrisa.

¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS SUYOS A TODAS ESAS PERSONITAS QUE ME HAN LEÍDO Y DEJADO UN PRECIOSO COMENTARIO A LO LARGO DE ESTA SEMANA! ¡NO PUEDO SINO AGRADECEROS A TODOS VUESTRAS PALABRAS! ¡ASÍ QUE GRACIAS ESPECIALES A TODOS ELLOS!

Vanebaby

Jonathan Cardoza Sanchez

Cristal 311

Akime Maxwell

NamikazeUzumaki1

Guest

Yami-chan20

Michael Alex Uchiha

RobbiezMort

Serena de Kou

Guest

susuna

Miledys

Blue-Azul-Acero

Flor

Teisu

edtru23

nedwordyabuki

*A favor de la campaña con voz y voto. Porque dar a favoritos y follow y no dejar review es como manosearme una teta y salir corriendo.

Lectores sí.

Acosadores no.

Gracias.

¡Nos leemos!

Ja ne.

bruxi.