Estaba demasiado cansado, en realidad no quería levantarse, prefería seguir durmiendo y descansando del día anterior. Era cierto lo que le dijo Sakura, nadie lo molestó, ni siquiera sintió una presencia, nada de interrupciones. No quería aceptar que estaba un poco más cómodo, no le gustaba esa sensación de tranquilidad que experimentaba en la Aldea, en un lugar que hacía mucho tiempo dejó de ser su hogar. Además, no era para tanto, sólo fue una noche cómoda y ya, eso fue todo. En un par de días la sensación de ser un pájaro enjaulado se volvería insoportable.
Observó la ropa que la médico le dejó la noche anterior, se incorporó y logró alcanzarla. Era su ropa, lo cual no era de sorprender, había dejado todo cuando se marchó. No se había llevado nada con él, sus recuerdos seguían en la Hoja, lo que alguna vez fue suyo ahora debía estar olvidado y cubierto de polvo. No era la gran cosa, no le importaba volver a su casa, ni echar un vistazo a los viejos recuerdos.
-Tengo que irme de aquí, sólo tengo que recuperarme – dijo mientras tomaba su antigua camisa negra elástica, la responsable de cubrir su rostro. Fue más difícil de lo que pensaba, la herida no estaba tan inflamada como el día anterior, pero aún latía dolorosamente. Le tomaría un par de días tener una oportunidad para recuperarse y poder escapar, pero lo lograría. Dejó el resto de la ropa a un lado, no tenía caso que se apresurara a ponérsela, si todo salía como lo estaba planeando, no tendría que ponérsela. Pronto estaría lejos y ellos guardarían esa ropa de nuevo.
Lo interesante fue que entre todas sus cosas no estaba la banda ninja. Tenía sentido, no era urgente que la pudiera en su frente, y realmente le había ahorrado tener que decir alguna excusa. Se sentó y estiró los brazos, en seguida sintió un pinchazo de dolor, pero lo ignoró. Estaba cansado de estar en cama, de quedarse allí sentado, pero la verdadera razón era que estaba un poco ansioso, estaba esperando a Sakura, tenía una respuesta para ella.
La puerta se abrió, era la médico, pero en esta ocasión no tenía una bata blanca. Ella vestía una falda rosada, una blusa roja con el sello de su clan, sin banda, su cabello caí sobre sus hombros libre de cualquier atadura. La cicatriz en su brazo izquierdo se veía claramente. Tenía botas largas que llegaban casi hasta la rodilla. Sus ojos jade veían distraídamente a toda la habitación hasta que terminaron por verlo a él.
-Creí que lo encontraría dormido – mencionó la ninja con una sonrisa tranquila – Debería estar descansado...
-Acepto – dijo sin rodeos, sin devolverle el lindo gesto que ella tuvo. Su voz era de completo desinterés, quería que supiera que no estaba allí por gusto, lo recordaría siempre que hiciera falta.
-La Hokage ya conoce su decisión – Kakashi no se sorprendió, le habían ofrecido un buen trato, cualquiera lo habría aceptado. Sakura siguió con su mismo tono, con la misma sonrisa tranquila. Quería decirle que dejara de sonreír, que no tenía sentido que siguiera con ese gesto porque se iría pronto, y en especial, porque nada lo haría cambiar de opinión. La Hoja no era su hogar, mentiría sobre todo lo demás, todo lo que le pidieran, pero el grupo que lo salvó sabría la verdad: él no quería estar allí.
-¿Qué pasará con Danzo?
-Usted está aquí por voluntad propia, volvió por su propio deseo, para redimirse, porque todo era parte de un plan y ha cumplido su propósito. Un ninja así no tiene que ser visitado por Danzo o por ANBU Raíz, ni siquiera por los Ancianos.
-¿Y el interrogatorio quién lo dirigirá?
-¿Cuál interrogatorio? – preguntó Sakura paseando por la habitación. Se acercó a la ventana y la abrió, en seguida el aire frío de la mañana se coló en la habitación – Espero que no le moleste que entre un poco de aire fresco, creo que le hará bien.
-Tengo información valiosa, no sólo para la Hoja, para el resto de las Aldeas.
-¿Y estaría dispuesto a decirla? – Kakashi se quedó en silencio, apretó la mandíbula. Ahora que tenía su máscara puesta se sentía más a salvo. La sonrisa de Sakura se hizo más grande y segura, eso lo exasperó hasta el límite. No entendía esa sonrisa, no había un solo motivo para sonreír – Entonces no hay motivo para ningún interrogatorio. Revisaré su herida.
Kakashi estaba a punto de negarse, pero recordó que la última vez que ella lo curaba su comportamiento fue muy desatinado, la empujó; así que no se atrevió a hacer otro desplante. Se volvió a recostar en la cama intentando controlar su genio, pero tenía las manos apretadas en puño. Estaba completamente fastidiado, harto de la situación, de esa maldita cama, y de la Hoja, de sus atenciones, de Sakura y sus sonrisas.
Si la médico lo notó, no dijo el más mínimo comentario ni hizo ningún gesto. Se mantuvo de lo más neutral. Se acercó a la cama tranquilamente, retiró la manta y subió la camisa. El cabello de Sakura se agitó por el aire que entraba por la ventana. Quitó las vendas con gran cuidado, sus manos tocaron la herida, y, como si pudiera sentir que se tensaba ante cualquier toque, la médico le ofreció una mirada tranquilizadora. Kakashi cerró los ojos. Sintió las manos se Sakura, el clima parecía un poco frío, pero sus manos estaban tibias. Se quedaron quietas sobre la herida, en seguida sintió algo fresco, algo relajante, como si la herida caliente encontrara un descanso, la inflamación cedía suavemente. Los dedos de la médico recorrieron suavemente la herida, se deslizaron por todo su abdomen. Kakashi pasó saliva. Era un pésimo momento para recordar todo el tiempo que había pasado desde que... era mejor no pensar en eso, no concentrarse en los dedos de Sakura, tibios y suaves que recorrían su piel. Era una sensación que había olvidado, ese placer tan especial y vibrante. Por algunos segundos se olvidó completamente del dolor, de que estaba siendo atendido por una médico, incluso que estaba en la Hoja. Su respiración estaba contenida en un aliento que se negaba a abandonar sus pulmones. Era lo más cercano a una caricia que había experimentado en años. Apretó la mandíbula.
-Parece que todo está en orden – la voz de Sakura sonó tan sedosa que Kakashi se negó a abrir los ojos y sólo lo hizo cuando dejó de sentir las manos de la médico sobre él. En ese entonces volvió a la realidad, abrió los ojos de golpe y dejó escapar el aire que estaba conteniendo. Sakura lo veía con esos ojos jade curiosos, brillantes, con esos gestos delicados y completamente ajena a la situación, como si nada hubiera pasado, y claramente para ella no pasaba nada, era una médico revisando a su paciente. Eso cambió completamente su ánimo. Le irritó haber perdido la concentración durante algunos segundos, que fuera precisamente ella quien lo desconcertara de esa forma. Bajó su camisa, se cubrió con las mantas y se quedó en completo silencio.
Sakura caminaba por la habitación, observando las paredes, sin prestarle atención al humor del ninja que estaba de perros, ella sólo veía los detalles más insignificantes y cualquier otra cosa. En realidad, estaban en un silencio de lo más incómodo, pero la médico no parecía darse cuenta en lo más mínimo. Sakura seguía con esa tonta sonrisa en el rostro, inalterable, en ocasiones lo veía y le ofrecía una sonrisa más marcada. Era completamente exasperante. Y estaba a punto de pedirle que se marchara, que no tenía sentido que siguiera allí, además no había ningún tema de conversación en común, pero alguien apareció antes de que las palabras salieran de su boca.
- Lamento la tardanza – dijo Naruto que había entrado por la ventana, pero se quedó allí, su ropa era de lo más común. Unos pantaloncillos de ninja grises y una camisa negra de manga larga con el clásico sello del fuego en los costados. Su marca ANBU estaba cubierta.
Sakura lo ignoró completamente y sólo se quedó parada, sus ojos jade no veían a nada en particular. Era claro que estaba molesta con el ninja recién llegado, no hacía falta ser un genio para notarlo. Era imposible que Kakashi no se preguntara qué tan cercanos eran. Antes de que se marchara era evidente que él estaba enamorado de ella, así como Sakura del Uchiha, quizá ahora las cosas habían cambiado, pero ¿qué tanto?
-En verdad lo lamento – Naruto había desaparecido y aparecido a la espalda de la joven, revolvió su cabellera rosada. Pero ella se mantuvo ajena a ese gesto – Ya lo sabes, ¿no es así?
-Sí, pero lo hablaremos en la noche – Sakura suspiró y dio el tema por terminado. De repente Naruto parecía mucho más maduro, incluso más que el propio Sasuke, más experimentado, más maltratado por el destino y mucho más desesperanzado. Se le veía exhausto. Y Sakura, era como ver algo incompleto. Naruto la tomó de los hombros y recargó su rostro en el cabello de ella.
Kakashi desvió la vista, se sentí completamente incómodo, fuera de lugar y furioso. Ninguno de los dos tenía una buena razón para estar allí, si querían arreglar sus problemas amorosos que lo hicieran en otro lugar y que lo dejaran solo. No necesitaba ni las sonrisas exasperantes de Sakura, ni la presencia silenciosa de Naruto. Estaba perfectamente bien solo y quería seguir pensando en su plan de escape. Quería olvidarse de las atenciones de Sakura y no volver a perder la concentración, era lo más importante para él, mantener la guardia alta. Como su eso no fuera suficiente, la puerta volvió a abrirse. Maldijo mentalmente.
-Naruto, Sakura, es bueno verlos – era Guy. La pareja se separó ligeramente y Guy se colocó entre ambos. Los abrazó con un afecto infinito. En seguida el semblante de ambos cambió significativamente.
-Pensé que estaría de misión, sensei – Sakura realmente sonreía. No era una sonrisa tan superficial como las que le ha ofrecido a él, era una auténtica y se notaba una diferencia, no sólo en esa sonrisa, también es sus ojos que brillan de entusiasmo, se le veía relajada, tranquila. Era una imagen completamente diferente, no era la misma médico que había entrado a atenderlo, tenía un brillo especial, sus mejillas habían adquirido un poco de color. No es que perdiera la seguridad, ella se veía completamente segura siempre, pero ahora, además, se le veía feliz. Y esa era la principal diferencia. Para qué negar que se veía bien, sólo que se reprochaba estarlo notando en esos momentos. Desvió la vista.
-Supe que ustedes tenían unos días de descanso, así que pensé en acompañarlos.
-Gracias, sensei – el agradecimiento de Naruto sonaba tan sincero. Guy les sonreía a ambos, los tomaba de los hombros y se aferraba a ellos como si fuera su auténtico sensei. Seguramente él había sido lo más cercano a un sensei que tuvieron, pero estaban lejos de tener y ser un equipo.
-¿Han crecido mucho, no crees Kakashi? – las tres miradas estaban sobre él que sólo asintió.
-Entonces también estaba usted, cuando nos encontramos a Kabuto y a Sasuke – Naruto habló con tranquilidad, todos estaban metidos en una situación tan extraña e incómoda. Pero Kakashi no contestó, posiblemente querían sacarle información con ese tipo de preguntas, aunque fueran simples – No se preocupes, no quiero saber nada sobre Sasuke ni sus planes – aclaró Naruto leyendo sus pensamientos.
-También en la del Sanbi, tengo entendido – Sakura intervino en la conversación.
-¿Sanbi? – Kakashi comenzaba a perderse.
-La misión del lago, Yuren... Estabas ahí - le explicó Guy y eso fue suficiente para Kakashi que asintió, no creyó que se hubieran dado cuenta de su presencia, pero era claro que se equivocaba. Así que Orochimaru y Kabuto iban tras el Sanbi.
-¿Recuerdas el castigo de la Abuela por ir a esa misión, Sakura-chan? – la voz de Naruto tenía un pequeñísimo tono de diversión.
-Dos semanas de guardia en la Aldea, jamás te vi tan desesperado – la médico recordó con más alegría, una mirada nostálgica se asomó por sus ojos. Kakashi comenzaba a darse cuenta de que de esa forma también se veía bien, cuando sus ojos jade se perdían momentáneamente en los recuerdos y una sonrisa dulce se le marcaba en los labios. Sin duda que se esa faceta también le quedaba muy bien, en especial cuando el viento seguía agitando su melenita rosada. De nuevo desvió la vista, la incomodidad y el desagrado por estar allí seguía latente.
Se quedaron allí, hablando de cualquier cosa, entre ellos, involucrando a Kakashi que tan sólo negaba o afirmaba, pero que se quedaba en silencio. En realidad, la conversación era de lo más trivial, en extremo aburrida para él. Valoraba el silencio, con Sasuke nunca hablaba a menos que fuera estrictamente necesario, y las conversaciones tenían un objetivo específico, pero, ¿hablar sólo como un medio de entretenimiento? Patético.
Se quedaron hablando durante horas, como si realmente no les incomodara la poca disposición que el ninja demostraba. Charlaban de cualquier cosa, de la ocasión en la que Sakura ridiculizó a Nauro en una pelea de fuerza, no entendía cómo es podía ser posible, pero lo hizo y frente a todo su equipo ANBU, de cuando Guy perdió una apuesta y debió utilizar un traje jounin normal durante una semana completa. Anécdotas de todo tipo, momentos que compartían los tres y que ahora le contaban a Kakashi que no podía estar menos interesado en escucharlos.
-No se demore, sensei – pidió Sakura saliendo con Naruto. Sus ojos jade se posaron unos segundos en él. Por fin la terapia de recuerdos había terminado.
-Los alcanzaré en un minuto.
Cuando se quedaron solos, la actitud de Guy cambió. Se acercó a la ventana y observó la Aldea, la tarde estaba en todo su esplendor, era un día cálido, pero soplaba un viento frío. Sabía lo que se aproximaba, otro sermón. El humor de Kakashi estaba a punto de desbordarse, no quería escuchar de todo lo que se había perdido con los dos alumnos que dejó atrás, no quería oír nada más. Estaba cansado y necesitaba descansar. El precio que tenía que pagar por estar en la Aldea no eran los interrogatorios, sino la compañía y tener que oír todo lo que tuvieran qué decir, incluyendo las anécdotas.
-¿Qué le pasó a Sakura en el brazo?, tiene una cicatriz – preguntó el ninja para cambiar de tema. No podía sacarse de la mente a la médico, y sin embargo, se enfurecía cuando pensaba en sus sonrisa.
-Una misión no salió bien – de ser posible el semblante de Guy se oscureció más – Sucedió cuando Sakura apenas se convertía en una médico, un año después de tu partida. En ese entonces Sakura todavía salía en misiones, ya no con Naruto, pero sí tenía algunas misiones con el resto de los equipos. En esa ocasión yo estaba a cargo... Fue una herida dolorosa, aún lo es... - Guy seguía viendo por la ventana – Se estaba convirtiendo en una médico, y fue un médico quien la hirió, esa herida fue hecha con un propósito en específico. No, Sakura no estuvo ni cerca de perder el brazo, pero sí la movilidad en el brazo izquierdo, y para alguien que tenía el sueño de ser una médico... Meses de recuperación, un esfuerzo extraordinario de su parte, y la resignación al dolor. Sakura es una médico, sana y cura, pero ayudar a otros la lastima, esa herida no termina por sanar, el dolor no para, y se intensifica cuando hacer lo que más anhela: sanar. Esa cicatriz todavía duele, todavía no sana y probablemente nunca lo hará, dolerá siempre que ayude a alguien. Ni siquiera pensó en abandonar su entrenamiento médico, nadie pensó en sugerirlo. Es una joven determinada, segura y con un futuro brillante. Pero desde ese entonces son contadas las ocasiones en que sale de la Hoja, y cuando lo hace, Naruto va con ella. Él no la deja sola, rechaza misiones que implican salir durante largas temporadas.
-¿Qué hay de Naruto?
-Naruto... - Guy sonrió con nostalgia – Se fue durante un año con Jiraiya-sama, regresó convertido en un ninja excepcional, no sólo desarrolló su potencial, sus habilidades como ninja, era evidente que había madurado. Regresó cuando Sakura se recuperaba de su herida, y fue ahí cuando tomaron caminos distintos. Él se unió a ANBU, aprobó todos los exámenes, en los entrenamientos nadie demostraba más diciplina que él, controla al Kyubi, su chakra, ANBU era la mejor opción para él. Le ha costado mucho, esfuerzo, entrenamientos, sacrificios, pero lo está logrando, y lo hará. Jiraiya ha sido la figura más cercana, cuando está aquí y Naruto no tiene misión entrena todos los días con él, en la madrugada, antes de que el sol salga. Todavía entrenan, como si el tiempo no hubiera pasado, como si él todavía fuera un niño. Es un ninja determinado, por supuesto que ya no sueña en convertirse en el Hokage, no, ese sueño quedó atrás cuando se convirtió en ANBU, pero cualquier que sea su nuevo sueño, lo cumplirá. Lo han hecho muy bien, ambos.
-Tú te hiciste cargo de ellos.
-Por supuesto. Estoy muy orgulloso.
-Ahora dime, Kakashi, ¿qué fue de ti todos estos años?
-Los ninjas renegados no tenemos historias.
Guy asintió y no dijo una sola palabra más. Sólo se quedó observando por la ventana, sumido en sus pensamientos. No se le veía molesto por la actitud del ninja, Guy siempre le había tenido una paciencia infinita, nunca se dio por vencido, pero ahora la situación era diferente y ambos lo sabían. Antes solía unirlos la Hoja, el deseo de protegerla en la memoria de los antepasados que se sacrificaron, pero ahora... La Hoja que alguna vez lo s unió, ahora los separaba.
-Debo irme, Naruto y Sakura me esperan.
El ninja salió de la habitación, sin sermones, sin decir otra palabra, sin mostrarle una de sus típicas sonrisas o su pulgar arriba, no había nada para él. Guy sólo se fue, lo esperaban y Naruto y Sakura no merecían un retraso más, aunque fuera corto.
Las horas pasaron y Kakashi no recibió ninguna otra visita. Tampoco esperaba a nadie, la Hokage no tenía nada más que decirle, ni Danzo ni los Ancianos se aparecerían... La tarde pasó en completo silencio, y la noche llegó. Era un silencio diferente, cuando estaba con Sasuke la escases de palabras era un lujo, no tenían gran cosa de qué hablar, era entrenamiento y nada más; pero en la Hoja no había otra opción, rechazaba la compañía, y cuando estaba solo, su voz hacía eco en las habitación.
Se puso de pie por cuenta propia y lo logró en el primer intento, el orgullo siempre salía a relucir. Se incorporó y dio un par de pasos, tenía las piernas entumidas, y el cuerpo en general, necesitaba estirarse y volver a la rutina de entrenamientos. Claro que el abdomen dolía, pero el dolor no era tan grande como su fastidio por toda la situación. Estaba verdaderamente harto de todo, quería salir por la venta y marcharse de esa habitación sofocante, de ese silencio tan ruidoso, de la soledad que inundaba el ambiente. Se volvería loco si se quedaba. La Hoja era un cementerio de recuerdos.
-Debería estar descansando – era Sakura, estaba de vuelta. Ya era de noche, habían pasado horas desde que la viera y, sin embargo, sentía como si hubieran sido días. ¿Por qué había vuelto?
Kakashi se quedó allí, parado, observando a Sakura, no la reconocía como a su alumna, ni a ella ni a Naruto. ¿Qué había sido lo último que le dijo antes de marcharse? Ya ni siquiera lo recordaba, y no lo hacía porque no fue importante, seguramente una frase corta y simple porque pensaba volver. Sólo que eso no fue lo que sucedió, se marchó, y ahora, mientras intentaba recordar qué fue lo último que le dijo, la despedida, se dio cuenta del transcurso de los años. Había dejado a su alumna y ahora se encontraba a una extraña. Sakura había cambiado mucho, su personalidad, su físico. Sus ojos jade lo veían y realmente no podía reconocer a la mujer que estaba frente a él.
La mirada del ninja se desvió hasta la cicatriz en el brazo izquierdo de ella. Recordó lo que le dijo Guy, el dolor que sentía la médico al curar y de pronto pareció tan injusto, ella lastimada y marcada de esa forma, Naruto que abandonó su sueño de convertirse Hokage, cada uno con sus propias marcas.
-Necesitaba estirar las piernas – dijo Kakashi con una voz ronca, no hablaba mucho. Se aclaró un poco la garganta.
-Si es así, mañana podrá salir a dar un paseo por la Aldea – Sakura terminó de entrar a la habitación. El ex ANBU asintió y volvió a la cama para recostarse – Revisaré su herida, y si todo está en orden, podrá salir mañana y distraerse un poco.
En esa ocasión Sakura no sonreía, mantenía un tono de voz suave y tranquilo, pero no había rastro de su sonrisa. Se acercó a la cama y levantó la camisa, quitó las vendas y observó la herida. Sus ojos jade lucían distintos, más melancólicos, cansados.
-No tienes que hacerlo, estoy bien – no podía quitarse de la cabeza el dolor que ella sentía, la culpa que le provocaba. Hacía años que no la sentía, la culpa dejó de tener sentido para él y la olvidó, la enterró con un montón de sentimientos más, todos los que consideraba innecesarios. Pero ahora volvían, por eso quería marcharse lo antes posible. Para no experimentar algo así.
-Estoy hecha para sanar – dijo Sakura cuando de sus manos salió chakra verde. Sus gestos no delataron dolor, pero en sus ojos hubo un cambio. Sí, esa ninja estaba resignada al dolor.
No pudo evitar observarla, su rostro, con esa piel que parecía de seda, blanca; su cabello rosado que apenas era iluminado por la luz que quedaba del día. Fue una imagen que lo impresionó de una manera diferente. Parpadeó un par de ocasiones para salir del encantamiento, pero no pudo, se quedó contemplando a la ninja que lo curaba, sus gestos, su rostro, sus ojos, todo de ella. Había algo en la médico que lo cautivaba, esa tendencia a la melancolía con chispas de felicidad tan marcadas que valía la pena esperar para verlas brillar. Kakashi cerró los ojos cuando los dedos de Sakura volvieron a recorrer su piel. Era ese toque tan sutil, tan suave y delicado lo que le revolvía las ideas. De nuevo esa sensación tan vibrante, su imaginación volaba demasiado rápido, esos dedos que subían y bajaban... Apretó la mandíbula y contuvo la respiración, toda su energía se estaba yendo en no suspirar. Se suponía que lo estaban curando, pero él lo estaba disfrutando, había algo sumamente placentero en esos movimientos. Era todo el tiempo que había pasado sin sentir algo así, sin estar en presencia de una mujer tan... Quería abrir los ojos, verla, hacer algo más que quedarse quieto, pero no lo hizo. Ese cosquilleo tan placentero siguió recorriéndolo y le arrancó cada pensamiento de irse de la Hoja.
Cuando volvió a abrir los ojos, estaba completamente solo y la luna ya se mostraba en su punto más alto. Debía ser de madrugada, seguro se quedó dormido. Maldijo su falta de control, su mente débil que terminó por sucumbir porque ahora se arrepentía de todo lo que había pensado, de cada pensamiento dedicado a la médico. La frustración volvió.
-Tengo que irme de aquí, y lo antes posible.
No corría peligro, de ningún modo una jovencita así podría alterarlo, no con esa tonta sonrisa todo el día. Su historia no lo conmovía, en absoluto. Se metió esas ideas en la cabeza, nada podría hacerlo cambiar de opinión, mucho menos una mujer. Lo que había pensado antes fue una locura, ella no tenía nada de especial, no había sido más que un momento de guardia baja.
Se incorporó en la cama, apenas se dio cuenta de que estaba sudando, de que algunas perlas de sudor salpicaban su espalda, estaba ansioso. Se aferró a las sábanas y las apretó con fuerza, había un pensamiento que se negaba a salir de su cabeza.
