Hinata no pudo evitar estar aliviada, entendía que el que ella estuviera presente en la cena familiar debía formar parte de la estrategia de Naruto para hacerla olvidar sus temores y sacarla de sus propios miedos, haciendo que viera que no todas las familias eran tan disfuncionales como la suya. Porque nunca lo diría en voz alta, pero ella entendía que las familias normales no estarían tan distanciadas como la suya. Además, tampoco olvidaba que le había comentado que tenía que preparar algo para sacarla de su casa, aunque ella no estaba tan convencida después de lo que habían mejorado las cosas en el domicilio familiar. Hanabi le había hecho la vida más llevadera y todo parecía estar en una aparente calma, claro que tampoco había intentado hablar con Hiashi para testear cómo estaba el patriarca. Pero tenía a su hermana y a Natsu, una de las doncellas y antigua cuidadora de Hanabi, con lo cual parecía que todo iba un poco mejor.

No se negaría a la ayuda del Uzumaki si se la ofrecía, eso era evidente, pero ahora sí que tendría algún motivo que la atara a esa casa, por lo que su decisión se tornaba cada vez más complicada, y más tras ser Hanabi la que respondiera a la llamada de Naruto, y no ella. Desde ese momento, la menor de las hermanas no dejaba de pensar en si ese era el motivo del reciente cambio de actitud de Hinata, si de verdad ese chico tenía algo especial que le hacía confiar en él más que en nadie de esa casa o, simplemente, era algo que se estaba gestando en el corazón de Hinata. Tenía que averiguarlo, la intriga la estaba matando. Por ello, cierto día la abordó abiertamente, en un momento en el que ni Hiashi ni Hana pudieran molestarlas, porque Hanabi entendía que si había guardado con tanto celo el secreto de la existencia de alguien con semejante magnetismo y fuerza, debía ser para evitar que sus padres pudieran dañar a Naruto.

Se acercó con sigilo a la habitación de Hinata, que se encontraba tumbada en la cama viendo su móvil con mucho interés. Bien podría ser un vídeo, fotos, o una serie en la aplicación de referencia, pero parecía totalmente metida en lo que estuviera en la pantalla. Ni siquiera reparó en la presencia de su hermana menor, que se fue acercando poco a poco a la cama y se sentó en ella, haciendo que Hinata soltara su móvil y la mirara.

— Hola, Hanabi, ¿cuánto tiempo llevas ahí? — dijo Hinata totalmente relajada, dejando el móvil en la mesa de noche.

— El suficiente como para ver a mi hermana embobada con el teléfono. — dijo Hanabi recostándose al lado de su hermana. — ¿Qué veías con tanto interés?

Hinata se sonrojó un poco. No podía decirle que estaba viendo fotos de Naruto en sus redes sociales y pensando en lo guapo que era, no podía dejar ver que en realidad su corazón comenzaba a latir con intensidad por él. No en esa casa, donde eso podía ser usado en su contra. Tenía que inventar una excusa rápido.

— Yo… Estaba… — su nerviosismo la delataba, pero no podía controlarse. — ¡Viendo una serie!

— ¿En serio? — preguntó Hanabi, sin creer a su hermana, que asintió sin ninguna clase de convencimiento. — ¿Y de qué trata?

Hinata tragó en seco, su ocurrencia se había vuelto en su contra. En ese instante recordó que Ino le había hablado en un descanso de una serie que se estaba volviendo tremendamente popular entre los estudiantes, prácticamente era el gran tema de conversación en la universidad, y por supuesto, Ino, Sasuke y Sakura estaban totalmente enganchados.

— Trata de una chica que es un genio del ajedrez y que conforme va ganando partidas, va destruyendo su vida poco a poco, cae en drogas y alcohol y… Bueno, se pierde a sí misma.

Por suerte para ella, había oído hablar tanto de la serie que recordaba esbozos de su argumento con facilidad y pudo explicarla con calma, algo que pensaba que convencería a Hanabi.

La menor de las hermanas Hyuga no terminaba de estar convencida con la explicación de Hinata, pero dejaría pasar el tema porque ese no era el objeto de su visita. Su única intención era averiguar quién era Naruto.

— Suena interesante. — dijo Hanabi, tranquilizando a Hinata.

Hanabi se había creído que seguía esa serie, cuando la realidad era que ni siquiera le atraía el concepto de la misma, pero igual como agradecimiento por sacarla de ese apuro, igual le concedía la oportunidad para ver si de verdad era tan buena.

— Bueno, no venía por eso. — dijo Hanabi, volviendo a atemorizar a su hermana. — Hermana, solo quería saber… ¿Por qué has ocultado a alguien como Naruto de nosotros?

— ¿Estás de broma? — dijo Hinata sin poder creer la pregunta que le hacía. — ¿Sabes lo que pasaría si padre descubriera que hay alguien que me alienta y me apoya?

Hanabi dio la callada por respuesta. Entendía que, si bien a ella no le había hecho nada por ser su propia hija, contra alguien ajeno a la familia sí que podría arremeter con todo el coraje y el odio que le fuera posible. Ese pensamiento fue suficiente para que Hanabi temblara de pavor.

— Veo que entiendes por lo que paso, Hanabi. — dijo Hinata entristecida. — Es que… Mira, me ha llevado años encontrar a alguien que me mire como él me mira, que me motive a seguir adelante, que me haga sentir que incluso alguien como yo vale para algo, que lo que hago es útil para el mundo. Me da el cariño que se supone que mi propia familia tendría que darme.

Hanabi miró hacia el suelo. Era su labor, el estar ahí, pero sus miedos pudieron con ella. El hecho de que había sido demasiado cobarde como para enfrentarse a su padre la perseguía, pero ella era solo una niña que se había visto metida de lleno en toda aquella situación, y ella optó por la decisión más fácil, que era la de hacer como si Hinata no existiera. Pero ahora pensaba compensar todo aquello que había dañado a su hermana mayor como fuese posible.

— No me malinterpretes, Hanabi, te agradezco de todo corazón que tú sí que hayas decidido confiar en mí y, por lo menos, hablarme. — Hinata sintió la necesidad de explicarse y de hacer sentir un poco mejor a su hermana menor, ya que había notado que estaba dolida con el hecho de no acercarse a ella. — Pero ya sabes que papá y Hana no… No sienten ese apego familiar hacia mí.

— Lo sé, hermana, y no hay día que no me lamente por no estar a tu lado.

— No te preocupes, lo importante es que estamos más cerca de ser una familia…

Hinata no mentía, no podía engañar a su hermana menor. No le nacía ser rencorosa con ella, que al menos recapacitó y le demostró que al menos ella sí que la quería en su vida. Y, sobre todo, no podía permitir que se martirizara por haber tenido miedo de Hiashi, ya que era una niña y era muy inocente e influenciable, pero la Hanabi de quince años ya tenía la suficiente capacidad como para poder tomar sus propias decisiones y para poder fabricarse sus propias opiniones, lo cual agradecía.

— Gracias, hermana, está claro que padre tiene una opinión equivocada sobre ti y que su odio está totalmente injustificado. — dijo Hanabi, siendo consciente de la realidad sobre Hinata y lo que sucedía en aquella casa. — Y volviendo a Naruto, él es una persona blanca y totalmente buena, que no merece el odio indiscriminado que recibiría si mi padre supiera que hay alguien que me da ánimos, me apoya y me defiende…

Hanabi solo pudo acariciar el brazo de su hermana para darle ánimos y consuelo, diciéndole sin necesidad de hablar que ella estaría siempre para ella, lo que sacó una enorme sonrisa a Hinata.

Sin que ellas se dieran cuenta, Hiashi pasó por el pasillo y miró dentro de la habitación de su primogénita y observó cómo las dos hermanas se mostraban mucho cariño y mucho afecto, lo cual hizo que su sangre hirviera de rabia. Poco a poco comenzaba a ganarse a todos con su actitud afable y comprensiva, con su naturaleza tímida y, sobre todo, al ver cómo el trataba a Hinata. Se había ganado a Natsu desde un principio y ahora tenía de su parte a Hanabi.

— Maldita seas… — dijo Hiashi, marchándose y dejando de ver aquella escena.

— Hiashi, ¿qué te sucede? — dijo Hana al ver bajar a su esposo por las escaleras con un gesto totalmente furioso.

— ¡Es Hinata, se ha congraciado con Hanabi! — gritó Hiashi. — No tardará en corromperla y en ponerla en mi contra.

Hana no sabía qué decir, debía estar al lado de su esposo, pero realmente no le apetecía seguir con aquel conflicto, así que decidió dejarle que se desahogara y aguantar el chaparrón de insultos que estaba profiriendo hacia su propia hija.

— Esa niña siempre me ha llevado por la vía de la amargura, finge ser un ángel, pero en realidad es un maldito demonio que se lleva por delante todo lo que quise: a Kurenai y ahora a mi querida hija, Hanabi. — Hiashi seguía despotricando contra una Hinata que ignoraba por completo lo que decía él. — Menos mal que tú nunca me traicionarás ni me fallarás, ¿verdad, mi querida Hana?

Hana dio la callada por respuesta y simplemente abrazó a su esposo. No entendía por qué, después de tantísimo tiempo, el recuerdo de Kurenai seguía ahí, ahogándolo en su propia amargura y haciendo que odiara a Hinata. Todo ello comenzó a pensarlo después de la charla que tuvo con su hijastra y que le dejó claro que a ella lo único que le sucedía era que estaba cansada de todo aquel desprecio y de ser despreciada por el simple hecho de haber nacido.

A Hiashi el abrazo de Hana le sirvió como consuelo y apoyo. El recuerdo de Kurenai seguía vivo, destrozándolo por completo, pero eso no quería decir que no amara a Hana con todo su corazón. La quería, y mucho, pero tener el recuerdo constante de Kurenai en la figura de Hinata le recordaba a lo que sufrió ella para dar a luz a su hija y a lo que padeció tras la muerte de su primera esposa. Se prometió que nunca querría a "la asesina de la mujer que amo", como la llamó después de saber que Kurenai había fallecido por complicaciones en el parto. Y, hasta la fecha, había cumplido con ello, y además le había mostrado el más absoluto de los desprecios.

Hinata, que ignoraba la charla que tenía su padre y la sarta de improperios que estaba profiriendo contra ella, se preparaba para la cena con la familia de Naruto. Para ello, contaba con la inestimable ayuda de Hanabi, que no se había alejado de ella en ningún momento.

— Y bien, ¿qué te vas a poner? — preguntó Hanabi con curiosidad. — ¿Cuál es tu idea: ir con belleza y clase o ser una "femme fatale" y dejar a Naruto con la boca abierta?

Hinata no tenía en la cabeza conquistar a Naruto, solo iba a ir, cenar con la familia y volver a casa. No iba a pasar la noche ni a hacer nada con el rubio: se limitaría a socializar con la familia de su gran amigo y nada más.

— Lo más sencilla y discreta posible, no quiero ser protagonista de nada. — dijo Hinata intentando ser todo lo sincera que podía. — Yo soy una simple invitada.

A Hanabi no le agradaba oír cómo se despreciaba a sí misma, pero tampoco iba a luchar por convencerla, no al menos ese día, ya tendría tiempo para intentar hacer que Hinata fuese una mujer explosiva en todos los aspectos: una mujer físicamente impresionante y cuya actitud valiente y determinada dejara a todos absolutamente perplejos. Incluido a ese Naruto que tanto parecía estar ayudando a su hermana. Hanabi lo había notado especialmente en el cambio en su personalidad, siempre tímida y taciturna, a una un poco más abierta.

Hanabi fue presentándole todos los vestidos que tenía Hinata, pero ella, simplemente, no quería destacar en exceso. Solo quería ir, disfrutar un poco de una compañía agradable para variar y ver qué quería comentarle Naruto, pero ello no implicaba que tuviera que vestirse de gala, cosa que parecía buscar su hermanita.

Entallados, ceñidos al cuerpo, con escote, con espalda al aire, extremadamente reveladores… Nada parecía contentar a una Hinata que exigía, pero no transigía con nada, lo que comenzaba a desesperar a Hanabi.

— Tienes más ropa de la que puedes vestir y parece que nada hace que estés contenta, hermana. — dijo Hanabi. — He intentado que vistas bien y con clase, pero no te gusta nada, así que dime, ¿cómo quieres ir?

Hinata sabía que no estaba siendo justa y que le estaba poniendo las cosas difíciles a su hermana menor, pero es que lo que Hanabi pretendía no coincidía para nada con su estilo sencillo y recatado. Se lo había hecho saber de mil y una formas, pero parecía que el ir discreta no entraba en la cabeza de la menor de las hermanas Hyuga, y realmente se lo demostró con una reacción tan acelerada. Se estaba comenzando a sentir culpable y a rendirse, quería ir guapa para que la vieran bien, pero tampoco tenía que ir enseñando más de la cuenta para ello. Hinata era de las que pensaba que se puede ir elegante sin mostrar piel; guapa pero discreta, sexy y recatada, respetándose a sí misma.

— Hanabi… Yo… Sabes que… — intentó decir Hinata antes de ser interrumpida.

— Sí, que no te gusta destacar y que no quieres ser protagonista de nada, lo entiendo, pero quiero que te veas guapa por un día… — dijo Hanabi intentando convencer a Hinata.

Instantáneamente Hinata se sintió algo ofendida con las palabras de Hanabi por varios motivos: el primero porque entendía que su hermana pensaba que ella nunca se veía guapa; lo segundo porque pensaba que Hanabi creía que destacar conllevaba enseñar mucha piel, cosa con la que no comulgaba; y lo tercero porque quería controlar con ese tipo de palabras su forma de vestir. Pero no iba a decir nada, después de todo, estaba intentando ayudarla y tal vez, sólo tal vez, debía ceder un poco y ser más transigente.

— Yo… Entiendo que no estoy ayudando mucho… — intentó decir de nuevo, pero quedándose sin saber cómo terminar su argumento.

— Hermana, sólo quiero ayudarte, que te sientas más cómoda. Igual decir que te veas guapa por un día no fue la frase adecuada… — reconoció Hanabi.

Hinata asintió, decidida a ceder algo en sus pretensiones. En ese instante, vio un top que le había encantado pero que nunca había usado por ser demasiado atrevido. Le pareció perfecto: mostraba sus hombros y formaba un bonito escote, pero no vulgar.

— Es este, Hanabi. — dijo Hinata, quitándose su ropa superior para ponerse el top, comprobando que le quedaba perfecto.

Hanabi se quedó gratamente sorprendida, y sin decir nada, buscó una falda color crema que había visto anteriormente, pero que había desechado porque ella entendía que no combinaba con nada de lo que había mostrado. Al ver ese top malva, no pudo evitar pensar en esa prenda inferior que hacía una pareja casi perfecta con esa prenda.

Cuando Hinata se vistió por completo, se vio por primera vez en mucho tiempo como una chica hermosa que podía llevarse a cualquier hombre que quisiera, aunque su actitud, mermada por muchos años de desprecios, era la de una mujer tímida y retraída.

Hanabi abrazó de forma totalmente espontánea y natural a Hinata, que se sorprendió al notar la cercanía de su hermana y el contacto físico, pero no huyó, sino que dejó que su hermana menor le mostrara aquella muestra tan real del afecto que comenzaba a sentir por ella. De forma automática, correspondió a su abrazo, dejando en su corazón la primera muestra de calidez y amor fraternal que había recibido en, prácticamente, toda su vida.

— ¡Estás preciosa, hermana! Hemos encontrado tu estilo, estoy muy contenta de haberte ayudado. — dijo Hanabi tras liberar a su hermana de su abrazo. Ella también estaba satisfecha con el cambio tan radical: seguía siendo una mujer elegante, pero ahora resaltaba sus puntos positivos, como era su turgente pecho y sus torneadas piernas, haciéndola lucir como una especie de femme fatale. — Seguro que conquistas a Naruto y su familia así, hermana.

Al ver cómo Hanabi hacía referencia al rubio, se sonrojó. Era la primera persona a la que iba a ver de esa guisa, sin contar, evidentemente, a Hanabi. Y dejar esa buena impresión ante el rubio y toda su familia era algo que aún le ponía algo nerviosa y tensa, pero ya había decidido ir así y acataría su propia decisión.

Guardó silencio y escondió de nuevo esas prendas donde estaban, con el fin de tenerlas a salvo por si alguien decidía tomarlas y destrozarlas, ya que era algo que había sucedido con anterioridad. Los zapatos y los complementos los decidiría ella por sí misma, ya bastante había ayudado Hanabi como para demandar que siguiera con aquello; aunque parecía totalmente entusiasmada con la idea.

— Bien, hermana, ahora tocan los complementos…

— Hanabi, gracias por todo, pero creo que de eso me encargaré yo, ya has hecho algo muy importante para mí y te lo agradezco. El resto ya es cosa mía.

Aunque a Hanabi no le gustó el no decidir el resto de cosas, entendió que como el grueso del trabajo ya estaba hecho, quería encargarse ella personalmente de conjuntar todo de tal forma que el resultado fuera perfecto. Aceptó el agradecimiento y salió de la habitación sonriendo, contenta de poder entablar una relación con su hermana.

Los nervios atacaban a Hinata cuando pasaron los días y, de repente, recibió el llamado de Naruto. Sabía exactamente qué quería aquel sábado: invitarla formalmente a cenar con su familia. No negaría que en todo aquel ambiente familiar se sentiría algo extraña, pero lo cierto era que también tenía ganas de abandonar aquel ambiente hostil que se había recrudecido en los últimos días.

— Dime, Naruto… — a Hinata se le marcó una sonrisa en la cara. Aquel rubio le llenaba de alegría su vida.

— Hinata, se lo he comentado a mis padres y dicen que no les importa, que quieren conocerte, ¿te gustaría venir esta noche a cenar?

El corazón de ambos latió en sincronía ante la emoción que sentían. Hinata quedó en silencio, aún impresionada de que todo aquello estuviera sucediéndole a ella. Pero una vez relajada, no tardó en aceptar la petición.

— Sí, Naruto, me encantaría…

— ¡Perfecto! Te espero a las siete de la tarde…

Naruto colgó dejando a Hinata pensativa y dubitativa. No estaba segura de sí aquella en verdad era la mejor decisión, pero una vez tomada, no podía rechazarla.


Eones han pasado desde que actualicé, pero realmente la inspiración se fue para no volver. He sacado el capítulo a trompicones y, a pesar de todo, quiero seguir adelante con esto, me gusta escribir y es algo que me libera.

Ahora mismo estoy bien, soy feliz y creo que poco a poco volveré a tener una producción activa, pero tengo que volver a acostumbrarme a esto.

No tengo más que decir, gracias por los que han leído la historia y a los que han tenido paciencia.

¡Nos vemos!