8. Compromiso

- ¿Cuál te gusta más? - Insistió Aspros, mostrándole los anillos que lucía a la mitad de sus dos meñiques.- Va, Def, ayúdame un poco...

Defteros se rascó el cogote, incómodo. No se sentía para nada a gusto en medio de esa joyería de la calle Ermou, la comercial por excelencia de toda la capital griega.

- ¡Y yo qué sé, Aspros!

- Es muy fácil, sólo dime cual de los dos te parece que le puede gustar más a Sasha...- Aspros volvió a alzar sus manos, manteniéndolas ante la mirada de su gemelo.

- Pues...quizás éste...- Dijo al fin, señalando el que estaba en el meñique izquierdo de Aspros, que no dudó en estudiarlo con atención.

- ¿Seguro? ¿No sería mejor este otro?

La contracción de cejas de la dependienta, que aparentaba tener paciencia, no escondía que la presencia y las dudas de ese par de hermanos le estaban generando cierto hartazgo. Por un lado, la indecisión del que parecía iba a ser el pagador de una supuesta venta; por el otro, la evidente falta de aseo y dejada vestimenta del que se suponía debía ser el consejero imprescindible ante una decisión que poco le importaba.

- Joder Aspros, es tu novia, no sé por qué cojones me necesitas a mí para elegirle un anillo.

- No es sólo "un anillo", Def...es "el anillo". Esta noche quiero pedirle que se case conmigo.

- ¡¿Qué?! ¡No me jodas! ¿En serio?

- ¡Shhhhhhhh! - Soltó la dependienta, violentada por las exclamaciones de Defteros y las miradas de censura procedentes de los demás clientes.

Aspros ni se inmutó. Defteros le devolvió la mirada ofreciéndole un encogimiento de hombros que subtitulaba un sincero "¿Hay algún problema?" y la mujer negó con la cabeza resignada, como si poco esperara de tener dos supuestos clientes tan jóvenes en lo que era la joyería de más renombre de la calle Ermou de Atenas.

- La próxima vez que hagas algo así me avisas con tiempo.- Masticó Defteros, acercándose a su gemelo para hacer de su conversación algo totalmente privado.- No me vengas a buscar más al trabajo, se ve que el sudor del esfuerzo para ganarse la vida ofende...- Añadió, mirándose de reojo a la dependienta mientras se esforzaba en hacer la última frase entendible para todo el mundo.

- Pasa de esta gente, no merece la pena, hermano...- Trató de calmarlo Aspros.

- Me jode que porque voy con la ropa sucia y huelo a sudor por el simple hecho de salir del trabajo la gente me juzgue para mal. A ti no te pasa nunca esto, porque claro, siempre vas hecho un pincel...

- ¡Que les den, Def! Y atiende a lo que te pido yo, por favor...- Rogó el mayor, tratando de focalizar la atención de su hermano hacia el tema que le urgía solventar a él.- Hace días que estoy tratando de discernir entre uno de estos dos anillos y no puedo, necesito que me ayudes...

- Ostias, Aspros, desde que has conseguido el cargo de fiscal que usas un vocabulario que a mí se me escapa, "discernir discernir"...con lo fácil que es decir "elegir"...

- ¿Derecha o izquierda?

- ¡Ya te lo he dicho, el de tu izquierda!

- Pero sólo tiene un brillante, y es pequeño...Demasiado sencillo tal vez...

- Y el otro tiene demasiados. Sasha es una chica sencilla, no creo que sea de las que se dejen embaucar por la cantidad de brillo que tiene algo, sino al revés. Me parece que es de las que aprecian que el gesto sea de corazón.

- Tienes razón, no le gusta la pomposidad.- Admitió Aspros.- Pues éste. Decidido.- Se sacó ambos anillos y los depositó sobre el tapiz azul marino que había sobre el mostrador, dejando más apartado el anillo afortunado.- Ahora sólo espero que acierte con la medida...

- ¿Y cómo vas a saberlo? Hasta que no se lo pruebe...

- Ayer, cuando ella estaba en la ducha, aproveché que había dejado su joyero abierto y me probé uno de los que usa siempre. Me quedaba más o menos como éstos dos, a medio meñique.

- ¿Habéis decidido ya? - Preguntó la estirada dependienta, rodeando el mostrador con la disposición de recogerlo todo sin efectuar ninguna venta.

- Sí.- Dijo Aspros, con firmeza y masticando un creciente enfado interno ante el trato que les profesaba esa mujer.- Quiero éste, y lo necesito envuelto bien bonito para regalo.

- Aún no te he dicho el precio, joven...- Continuó la dependienta, buscando la etiqueta que estaba medio insertada en el ojal que lo había sostenido en el muestrario.- Y sube bastante.

- Puedo pagarlo. Y al contado.- Aspros ya estaba enfadado, y así lo denotó el gesto con el que sacó la billetera y extrajo de ella un fajo de billetes recién ganados.

- Son 85.200 dracmas...- Informó la mujer, ruborizándose ante la exposición de sus prejuicios.

Defteros masculló algo ininteligible por la dependienta, pero la contracción de las facciones de su rostro estaban en pleno equilibrio con el enojo de su gemelo mayor.

Ninguno de los dos añadió nada más mientras el anillo estaba siendo guardado y envuelto con esmero, dado que la violenta inspección que ejercía Aspros sobre todos los movimientos de esa mujer no dejó lugar a descuido alguno. Sin abrir la boca pagó el importe y una vez tuvo entre sus manos la pequeña cajita adecuadamente adornada la guardó cerca de su pecho, en el rincón que consideraba más seguro.

- Nunca más vengas a comprarle nada aquí, prométemelo. ¡Sarta de imbéciles! ¡¿Has visto cómo nos ha tratado la gilipollas esa?!

- No sufras, que ganas me han quedado pocas de volver aquí...

Los dos iban andando por la calle Ermou hasta llegar a la Plaza Monastiraki, destino donde Aspros se ofreció a compensar el mal rato hecho pasar a su hermano.

- ¿Has comido algo? - Preguntó, sabiendo de antemano que la respuesta sería negativa.- Pues vamos a alguna cafetería, que te invito a lo que quieras.

Defteros aceptó sin oponer objeción. A fin de cuentas, Aspros se lo debía. Sabía de sobras que a Defteros no le gustaba que se presentara a buscarle a la salida de su trabajo con planes hechos para los dos, y aún así no parecía aprender. Pagarle un bocadillo y algo de beber era lo mínimo que podía hacer.

Tomaron asiento en una mesa de la terraza exterior. Aspros se pidió sólo un café y Defteros un menú que incluía refresco y souvlaki, aunque mientras esperaba la llegada del bocadillo no dudó en encenderse un cigarrillo.

- No creía que fueras a pedirle matrimonio, y menos tan pronto...- La confesión surgió mezclada con el humo expulsado de la primera y larga calada.

- ¿Y por qué no? - Se sorprendió Aspros, comprobando por estúpida inercia que el cajetín con el anillo seguía guardado cerca de su pecho.

- Pues...no sé...tampoco hace tanto que estáis juntos.

- Para mí es suficiente, Def. Sé que Sasha es la mujer de mi vida y quiero que no tenga ninguna duda de ello.

Defteros aspiró otra calada, enarcando las cejas con atisbos de sorpresa ante la rotunda convicción que mostraba Aspros.

- ¿Entonces por qué pasas tanto de ella, eh? - Le chinchó, a modo de enésima regañina.

- ¡¿Otra vez con lo mismo?! - Aspros se exaltó ante tanta insistencia. No era la primera vez que tenía esa conversación con su hermano, y comenzaba a estar cansado de tener que ir justificándose siempre y por todos los lados.

- Sí Aspros, otra vez. Me estás diciendo que no tienes ninguna duda en pedirle matrimonio pero cuando tienes que elegir entre tus estudios o tu trabajo siempre la relegas a ella.

- Me estaba preparando para superar las oposiciones a fiscal, ¡¿tanto os cuesta de entender?! ¡Fueron sólo unas malditas semanas de dedicación exclusiva a ello!

- Que sí, que me parece cojonudo - trató de tranquilizarle Defteros, apartándose un poco para dejar paso a su coca-cola y café - pero no te niego que me dolió verla con sus amigas en ese local, y con esa cara de querer pasárselo bien y no poder.

- ¡Pues haberle hecho pasar mejor noche!

- ¡No es mi responsabilidad, Aspros! ¡Es la tuya! - Se defendió Defteros, cansado de tener que suplir el lugar de Aspros cada vez que a este le conviene.- Además, yo tenía mis planes.

- Sí, ya...con una tal no sé cuantos que no volverás a ver nunca más.

- ¡¿Y a ti qué más te da esto?! Eres tú el que quiere compromisos formales, no yo.

Aspros gruñó y resopló hastiado y cansado de tanto reproche. Ya le había llevado días hacerse perdonar por Sasha, como por tener que ir aguantando los sermones de Defteros cada vez que se veían. Le parecía que ninguno de los dos valoraba lo suficiente el esfuerzo que estaba haciendo para labrarse un futuro que nadie le había regalado, y se estaba agotando de tener que ir disculpándose siempre por necesitar ser dedicado y responsable con su profesión. La que al fin y al cabo les iba a permitir, a él y a Sasha, a construir una vida juntos y sin el inconveniente de tener que estar sufriendo siempre por el simple hecho de llegar a fin de mes.

- Mira, Def...- Dijo al fin, sacudiendo el sobre de azúcar para poder abrirlo y verter la mitad en su café.- Me disculpé con Sasha mil veces. Me disculpé contigo sin tener la obligación de hacerlo y aún así sigues regañándome cada vez que nos vemos. Estoy muy cansado ya de tener que justificarme siempre por tener la ilusión de labrarme un futuro cómodo y satisfactorio para Sasha y para mí.

Defteros aspiró el cigarrillo otra vez, dejando que su mirada se deslizara por la mesa sin rumbo alguno, reflexionando en cuál sería la respuesta menos hiriente que podía dar.

- Ya lo sé todo esto, Aspros...- Alzó su mirada y buscó la de su gemelo, hallándola apagada y resentida.- Lo que pasa es que no me gustaría que echaras a perder tu relación.

- ¡Es que no quiero hacerlo! - Se defendió el mayor.

- Pero es que te conozco, hermano. Y sé que cuando te ocupas en algo que te apasiona pierdes el culo por ello, y puedes llegar a olvidarte de lo que te rodea.

- Amo a Sasha. Y no te permito que lo pongas en duda.- Aspros volvía a estar disgustado. Tomó la tacita con su café y la apuró de golpe, devolviéndola sobre el pequeño planto con un gesto bastante airado.

- Y yo te quiero a ti, por lo que no me gustaría que Sasha no llegara a comprender este...digamos...lado oscuro que tienes.

- ¿Lado oscuro? - Se indignó Aspros.- ¡Vete a la mierda, Def! - Una bolita de papel hecha con el resto del azucarillo atinó justo en la frente de Defteros, que se protegió como pudo de ese repentino ataque.

- En serio te lo digo, hermano...Me gusta mucho Sasha para ti, creo que hacéis una pareja cojonuda, incluso de película. Sólo te pido que no la cagues más, ¿vale? Cuídala, que vale oro.

- Vaya, vaya...a ver si tengo que ponerme celoso. Hablas demasiado bien de ella...- Le fastidió Aspros con inocencia.

- ¿Celoso? Para nada.- Defteros dio la respuesta sin apenas respirar, ocultando un inesperado e inoportuno rubor tras sus greñas y el gesto protector de volver a prender el cigarrillo supuestamente apagado.- Sabes que a mí no me van los compromisos...- Expulsó el humo largamente, con calma.- A mí lo que me gusta es picar de aquí y de allá.

- Así acabarás soltero.

- ¿Y? - Defteros se encogió de hombros, sorprendido ante el aviso de Aspros.- Como si eso tuviera que ser un problema.

- De acuerdo, está bien...- Aspros alzó ambas manos a modo de tregua, aprovechando el momento para recostarse sobre la silla y relajar un poco toda la tensión acumulada durante la mañana.- No te volveré a insistir con el tema de tu arraigada soltería. pero tú deja de meterte entre Sasha y yo. Dame una oportunidad para demostrarte que valgo la pena.

Dicho ésto llegó la comida que poco iba a durar entera, instante en que Aspros decidió pedirse otro café para no estar de brazos cruzados mirando comer a su hermano.

- Sólo una más. Si la vuelves a cagar me escucharás de verdad.- Amenazó Defteros, con la voz deformada debido al gran bocado que acababa de morder.- ¿Y cuando se supone que se lo vas a pedir? - Preguntó, después de tragar y darle un largo sorbo al refresco.

- Esta noche. Le prepararé una cena en casa. Una de esas románticas, con velas y demás. Y con un buen vino. Y música de fondo y...y con lo que haga falta, jaja.- Confesó, ruborizándose por lo cursis que acababa de degustar sus palabras.- No hace falta que te diga que ella no sabe ni creo que sospeche nada. También está con exámenes y se ha pasado la semana bastante ausente.

Aspros se sonrió, presa de su propia turbación. Y Defteros le devolvió la sonrisa acompañándola de un fuerte pellizco a la mejilla de su hermano, seguido del cachetazo de rigor.

- ¡¿Serás imbécil?! ¡Me ha dolido! - Se quejó Aspros, frotándose la mejilla pero sin poder evitar seguir sonriendo como un bobo enamorado.

- No te quejes y disfrútalo, Aspros. Me encanta verte feliz.

Un guiño de ojo fue toda la aprobación que Aspros necesitaba de su gemelo.

Que el compromiso decretado por Aspros fuera firme y sincero era todo lo que deseaba Defteros.

#Continuará#


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