Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo detallado en la saga cazadores oscuros de Sherrilyn Kenyon, mezclado con el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a las dos autoras, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.
ACLARACIÓN: NO ES NECESARIO LEER O HABER LEIDO LA SAGA DE CAZADORES OSCUROS PARA ENTENDER LA HISTORIA, YA QUE LAS PARTES IMPORTANTES DE LA TRAMA SERÁN EXPLICADAS.
SI LEISTE LA SAGA: puede que algunos personajes y/o destinos de los mismos hayan sido levemente modificados por el bien de esta trama.
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Capitulo 8:
La historia escrita por los simples mortales raras veces es completa o fiel a la realidad. Dado que la historia la escriben los vencedores, y sus sirvientes, muchas veces los detalles importantes son tergiversados a punto tal que los datos y relatos que llegan hasta nuestros días son meros puñados de hechos inconsistentes.
Los humanos han traspasado de generación en generación los relatos épicos de las aventuras de los dioses. Mitología lo llaman los hombres, excelente publicidad dirían los dioses. La verdad es que mucha de la mitología está basada en relatos inspirados a los humanos por dioses narcisistas que deseaban aparentar lo que no eran.
Cuando la Atlántida fue hundida y su panteón destruido por la furia de la gran diosa destructora Apollymi, después de que su hijo Apóstolos fuera brutalmente asesinado, Apollymi fue recluida en un plano equivalente al infierno atlante, Kalosis. De allí solo podría ser liberada con la sangre de un atlante, y si eso sucediese ella acabaría con lo que había empezado, destruiría la tierra y todo lo que en ella habitase.
Casi al mismo tiempo una reina Atlante descendiente de los Apolitas creados por el dios solar envió a matar a la amante griega de Apolo y su recién nacido. Cuando Apolo se enteró de esto maldijo a toda la raza apolita a morir dolorosamente a los veintisiete años, edad que tenía su amante al momento de morir. Finalmente, cuando la Atlántida fue destruida él se adjudicó la obra hecha por Apollymi, diciendo que fue su furia la que hundió la isla.
Un tiempo después, el panteón griego levantó nuevamente los estandartes de guerra. Los dioses egipcios habían vencido al casi extinto panteón sumerio y habían reclamado para sí sus territorios y los fieles que había en sus tierras. Con la excusa de defenderse antes de ser atacados, los olímpicos arremetieron contra la tierra de los faraones.
Los motivos para la guerra entre dioses raras veces son nobles. Lo que en realidad sucedía era que Zeus temía que Amón, su equivalente egipcio, y los suyos volvieran su mirada hacia el Olimpo y lo reclamasen como habían hecho con los dominios de los sumerios en la antigua Mesopotamia.
Los humanos que rendían culto a los olímpicos habían regresado prácticamente a la edad de piedra luego de la destrucción dejada por Apollymi. Los templos del panteón griegos no eran más que escombros sobre las marmóreas estatuas de dioses a los que poco les interesaban sus fieles.
Aprovechando que los demás dioses griegos estaban celosos de los templos y los ritos que el panteón egipcio recibía. Zeus los había convencido de declarar la guerra a los dioses del desierto. La cultura egipcia estaba en su apogeo. El territorio era rico, fértil y los Daimons aun no se habían desplazado hacia la civilización que prosperaba a la orilla del rio Nilo.
Enormes pirámides, y templos de los más exquisitos materiales rendían culto al prospero panteón. Al igual que Apolo hiciera con las reinas atlantes, para crear los príncipes Apolitas, Amón se apareaba con las reinas de cada generación de reyes y procreaba al siguiente faraón del imperio.
Durante trescientos años se mantuvo la contienda. Con los dioses en guerra, las pestes, y la sequia había arrasado con la antes prospera civilización. Los humanos sirvientes de ambas facciones, inspirados por sus deidades , habían entrado en guerra a su vez.
Cuando la ultima reina egipcia murió asesinada por una serpiente, enviada por la diosa Deméter, el panteón egipcio cayó. En franca desventaja, y creyendo que el amor que los humanos griegos tenían por Cleopatra la protegería, Amón había enlazado su fuerza vital a la de su hija y esa había sido la perdición para todo el panteón.
La civilización egipcia había caído, Amón estaba muerto y Zeus había absorbido todo su poder. Con el panteón egipcio vencido la esposa de Amón, Mut, se había quitado la vida en el atrio del templo de Zeus intentando destruir el Olimpo y acabar así con la guerra que había arruinado a su familia.
Cuando el poder de la diosa Mut se liberó para volver a la fuente, todas las construcciones del Olimpo fueron demolidas y los grandes volcanes de la tierra entraron en actividad al mismo tiempo que sequia y terremotos dejaban paramos desérticos en todo el mundo.
Para evitar un mal mayor, mucha de esa energía fue reabsorbida por algunos de los dioses que hasta ese momento solo habían conocido como sacar el poder a un dios venciéndolo en batalla para luego asesinarlos.
Cuando los demás dioses vencidos supieron del sacrificio de su reina, muchos de ellos intentaron dar su vida por la misma causa que Mut lo había hecho. Preferían morir sobre sus pies haciendo el mayor daño posible, que vivir como cobardes alimañas vencidas y sin poder.
Fue Acheron Parthenopaeus quien había sugerido a Artemisa que se dejara vivir a los dioses pero se bloqueara sus poderes de alguna forma. La guerra se había extendido por demasiado tiempo y los humanos que él protegía estaban atrapados en el fuego cruzado.
Él estaba seguro de que los olímpicos no podrían manejar todo el poder que los egipcios tenían, en caso de que ellos siguieran con sus planes de inmolarse por la causa o terminaran asesinándolos a todos. Si los dioses griegos fallaban en contener el poder acumulado por los dioses egipcios, la tierra seria destruida. Además, el atlante no creía que fuera moral asesinar a un enemigo que ya había sido humillado en el campo de batalla.
Desde ese día los dioses egipcios sobrevivientes habían vagado como simples humanos inmortales por la tierra y sus poderes habían sido confinados en una piedra que se hallaba encerrada en un plano al que solo podía accederse cuando la noche era más larga que ninguna otra, es decir cuando el solsticio de invierno coincidía con un eclipse solar al atardecer, hecho que solo ocurría una vez cada dos milenios.
El sello puesto sobre el lugar de encierro de esos poderes solo podía romperse usando la sangre de una bruja virgen e inmortal, la más rara de las combinaciones.
En contra del consejo de Acheron, Artemisa había sellado la cámara con el sacrificio de una de las sacerdotisas vírgenes de Hécate, acto por el cual ambas se habían enemistado durante los siguientes milenios. Hécate dotaba de inmortalidad a sus siervas, pues creía que así garantizaba que estas les fueran fieles.
Del extenso panteón egipcio, solo algunas decenas de dioses habían sobrevivido, y de ellos solo Ra había permanecido con sus poderes, aunque los griegos lo mantenían restringido. Al ser un dios solar, si Ra moría o perdía su divinidad la serpiente Apofis, que encarna el caos, devoraría la tierra y luego iría por los demás reinos.
Cada noche Ra batallaba con Apofis para que no atacase la tierra. Fue una noche en la que Apofis se había vuelto particularmente molesta y poderosa que todos los nietos e hijos de Ra fueron atrapados y sus poderes confinados aprovechando que el dios sol estaba distraído.
Desde ese tiempo, varias docenas de dioses caminaban por la tierra confundiéndose con los humanos. Algunos de ellos se habían acostumbrado a su nueva situación y vivían en paz. Otros, como los dioses del inframundo egipcio, vivían para contar los días en las que la noche larga regresara y ellos pudieran recuperar sus divinidades.
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El calor era sofocante, el hedor y las ratas que pasaban junto a él eran más de lo que jamás había soportado. Él nunca había estado en un lugar como ese. Jamás había pasado hambre, sed ni calor excesivo. Como hijo de un Malfoy, él jamás había tenido ningún tipo de necesidad. Había nacido en una cuna de oro y todo cuanto había querido lo había obtenido sin objeciones.
Llevaba cinco días y sus noches allí. Hipólita lo había mandado a llamar para presentarlo antes los dioses Neftis, Anubis y Osiris. Al llegar lo habían tomado prisionero. El demonio Beserut lo había contenido y Neftis había colocado en su cuello un antiguo collar usej que bloqueó todos sus poderes de mago.
Lo siguiente que Altaír supo es que estaba encerrado en una celda diminuta, similar a un sarcófago de piedra, en el que no podía ponerse de pie ni tenderse cuan largo era. Una diminuta rendija en el costado le permitió ver donde se encontraba. Lo habían recluido en lo que parecía ser una cámara funeraria.
Hipólita había aparecido unas horas después. Ella lo había atraído con artimañas al valle de los reyes en Egipto, solo para entregarlo como prisionero a los dioses. Ellos le habían prometido liberarla del servicio a Artemisa si lo entregaban a él y pistas de cómo llevarse al resto de su familia.
Altaír le había hablado estúpidamente de su hermana Astrid y de su madre, las únicas personas con las que mantenía cierto contacto frecuente en los últimos años. La última vez que había visto a todos había sido en el cumpleaños de Hécate meses atrás y todo había terminado con su padre pateándole el trasero en un duelo.
Había sido un idiota, creyendo que Hipólita lo amaba y se interesaba por su vida, él le había entregado la llave para destruir a su familia. Ella había dicho que los Malfoy solo serian el daño colateral. Lo que quedaba del panteón egipcio iban por Acheron. Querían destruirlo porque había sido él quien dio la idea de que se les fuesen arrebatados sus poderes y encerrados. Luego de asesinarlo planeaban recuperar sus divinidades y destruir finalmente el Olimpo.
Neftis y Anubis no eran tontos, sabían que enfrentarse a Acheron en campo abierto sería una locura, así como sabían que esperar al solsticio era peligroso porque seguramente el atlante metería su nariz y serian destruidos completamente.
Ellos tenían que conseguir que Acheron se entregase a sí mismo. Necesitaban que voluntariamente diera su poder o se dejase atrapar el tiempo suficiente como para lograr abrir el sello de la tumba donde sus poderes divinos aguardaban.
Neftis había descubierto accidentalmente cual era la gran debilidad de Ash. Lo había visto en Londres, casi cien años atrás jugando y sonriendo mientras sostenía unos gemelos de no más de dos años. Imprevistamente había descubierto que la única debilidad aparente del jefe de los cazadores oscuros eran sus cazadores liberados y sus familias. Y en particular la familia de hechiceros que le habían confiado a sus hijos menores para que sea su padrino.
Altaír dormitaba en una incómoda posición fetal cuando sintió ruido en la cámara. Dos demonios traían a su madre inconsciente y la dejaban en el suelo. Él suspiró aliviado al ver que al menos a ella no la habían encerrado en una caja.
Cuando los demonios se retiraron, Altaír reunió la fuerza que le quedaba e intentó acercarse lo más posible a la hendija de su prisión. Su madre parecía ilesa pero seguía dormida.
- ¿madre?, mamá, mami por favor despierta.
Altaír lloraba mientras llamaba a su madre. Hacia aproximadamente cien años que él no llamaba a su madre con el apelativo cariñoso que usaba cuando era pequeño. Él había crecido y se había alejado de su familia por celos.
Su padre tenía debilidad por el primogénito metamorfomago. Por el niño que cambiaba de color su cabello y jamás rompía un plato. A él jamás tenía que decirle lo que debía hacer, Scorpius jamás lo desafió ni recibió un golpe de Draco por estar siendo irracional.
Incluso su hermano gemelo, el perfecto prefecto de Gryffindor, Pólux recibía más elogios que él. Altaír no vio orgullo en su padre cuando se enteró que era un Slytherin. Altaír solo vio miedo en los ojos de su padre y lo confundió con desagrado o desprecio. Desde la tierna edad de once años Altaír Malfoy había comenzado a cultivar rencor hacia Draco y desde ese momento nada había vuelto a ser igual.
- ¿Altaír?, ¿Altaír eres tú?, ¿qué haces aquí hijo?, ¿Dónde estamos?.
- lo siento mami. Es mi culpa que estés aquí. Yo fui quien les dijo como encontrarte. Lo siento, juro que lo siento.
- no llores bebé, te sacaré de aquí.
Hermione se incorporó de la ranura por la que hablaba con su hijo más joven e intentó buscar la forma de sacarlo del confinamiento al que lo habían sometido. Intentó usar su poder pero terminó descubriendo que en su cuello habían colocado un collar que los reprimía.
- me han bloqueado y la piedra es demasiado pesada. ¿Qué sucedió Altaír?, ¿Quién te hizo esto cariño?
Con la tenue luz de las antorchas pudo observar fugazmente los ojos de su hijo. Su rostro estaba sucio y sus ojos se veían tristes, atormentados. Un nudo se instaló en su estomago. Solo una vez había visto una mirada así y había luchado con uñas y dientes para no volver a verla jamás. Y ahí estaban, los mismos ojos de su padre y el mismo dolor de la traición que él tenía cuando fue dejado para morir entre las llamas de Malfoy Manor.
Tenía que rescatar a su bebé, ella y Draco habían hecho lo imposible para que sus hijos jamás supiesen lo que habían vivido en su otra línea temporal. Ellos eran adultos, pero el dolor por el que había pasado Draco era demasiado incluso para él y, además, sus hijos habían conocido a Narcissa, qué sentido tenía contarles de la muerte horrenda de la que ella se había salvado.
Tragando su rabia, para no entristecer a su madre, Altaír contó lo sucedido a Hermione. Él no estaba preparado para lo que ella le comentó a continuación. Como mago, el sabia de los giratiempos, pero ignoraba el hecho de que sus padres habían usado uno que los llevó a su actual realidad.
De todos los Malfoy, solo Hécate conocía la verdad y lo había ocultado de sus padres y sus hermanos. Dado su don de la clarividencia, Acheron había tenido que enseñarle los peligros de involucrarse en el destino de las personas y fue el ejemplo de sus padres el que usó para que entendiera.
Cuando Hermione supo lo que había sucedido montó en cólera. Otra vez Hipólita se cruzaba en su camino y esta vez le había hecho daño a su hijo y quizás había puesto en marcha el Armagedón. Todo era culpa suya, si les hubiesen dicho la verdad a sus hijos, Altaír no se hubiese involucrado con la amazona y todo eso no hubiese sucedido.
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Pólux había bajado al pequeño pueblo mágico para conseguir algo llamado traslador. Caleb aun no conocía todos los términos utilizados por los magos y el único medio de transporte que había utilizado había sido su poder de teletransportación y el de Ash, además de una destartalada moto que él mismo había reparado.
Tocando botones al azar logró encender el televisor de la sala y se dedicó a mirar lo que allí sucedía. La nueva tecnología aun no había vuelto a desarrollar demasiado contenido y solo había dos o tres canales entre los cuales se podía escoger.
Aun faltaban dos largas semanas para su cumpleaños. El había nacido tres días después del solsticio de invierno, hacia casi veintisiete años atrás. Cuando toda su camada fue dada a luz, su madre, la regis de la manada murió porque había enlazado su fuerza vital a la de su esposo apolita, esperando que este viviera más tiempo que los de su especie.
Caleb estaba aburrido y dormitaba en el sofá cuando un chispazo en la atmósfera lo sobresaltó. Cuando cayó en la cuenta de donde se encontraba, algo frio se escurrió por su columna.
Se preparaba para atacar a quien fuera que lo había sacado de la aparente seguridad de la casa de Pólux, cuando un hombre extremadamente alto, aun más que Acheron, se presentó.
El tipo vestía un traje de surf y ambos estaban en la orilla de una playa soleada y tranquila. Hubiese sido un sitio agradable de no ser que Caleb no tenía idea de cómo había llegado hasta allí.
- ¿Quién eres?, ¿Qué hago aquí?
- Calmado chico. No corres peligro aquí Caleb. Soy Savitar.
-¿Savitar?, ¿como el Savitar que preside el Omegrion?
- el mismo.
- aun no me han atrapado y me queda tiempo. No es mi intención convertirme en daimon.
- lo sé Caleb.
Caleb lo miró con gesto interrogante. No entendí por qué el presidente del consejo que lo había condenado a muerte lo había secuestrado del sitio donde se refugiaba.
- ¿vas a matarme?
- ni lo intentes muchacho. No tomes tu forma de lobo o estarás frito antes de que digas ola.
- ¿para qué estoy aquí?
- le debo un pequeño favor a tu madre y estoy por devolverlo. Hay cosas más peligrosas allá afuera que un semi apolita lobo a punto de cumplir los veintisiete. La tessera y los arcadianos no te perseguirán hasta después del solsticio, ayudarás a los Malfoy hasta ese momento.
- estaba por hacerlo aun con la tessera tras mis pasos.
- lo sé, pero no necesitan más distracciones que las que ya tendrán.
- ¿Qué sucederá luego del solsticio?
- eso depende de ti. Si te mueres todos estaremos en paz. Si no lo haces y te conviertes en daimon yo mismo te mataré. Ni los cazadores oscuros, ni lo centinelas Arcadianos, ni la tessera es tan rápida como yo cabreado.
- no quiero ser un daimon.
- eso dices, pero es una probabilidad de tres.
- ¿y la otra?
- vives y dejas tu descendencia mestiza por el mundo.
- no deseo aparearme con una hembra. Es por eso que la tessera me persigue.
- sí, los Katagarias son algo retrógrados, me disculpo por eso. En cuanto a lo del apareamiento con una hembra… los humanos usan el alquiler de vientre, no lo sé supongo que podría ser una opción.
- ¿por qué me dices esto?
- ya lo dije niño, le debía un favor a tu madre. Ahora vete.
Caleb apareció nuevamente en el sofá justo a tiempo para ver a Pólux cruzar la puerta de la casa. La sonrisa brillante del hombre de rizos rubios hizo que él sonriera. Había una probabilidad de tres. En dos de ellas él moría, pero la tercera, la tercera pintaba bien.
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Simi chilló cuando vio llegar a Acheron. Ella había vuelto muy enojada a casa de los Malfoy luego de que él rechazara regresar con ella en vez de quedarse con la diosa vaca. Simi entendía porque su akri hacia aquello, pero eso no impedía que odiase los huesos de la vieja diosa bruja.
Todos los hermanos Malfoy estaban en la mansión de su padre. Todos menos el menor. Altaír estaba desaparecido en acción y eso mantenía preocupado a Draco. Esperaba que el odio que su hijo sentía por él no afectara a la familia y se uniera a ellos en la búsqueda de Hermione.
Acheron siseo hacia Caleb cuando este golpeó su espalda a modo de saludo. El lobo era demasiado joven para saber que no se debía tocar jamás la espalda, el cuello o incluso el cabello del atlante. Al menos no si deseabas salir en una pieza de la habitación.
- no tengo mucho tiempo. Sé dónde está Hermione pero es de muy difícil acceso.
- dime Ash, donde está.
- en Egipto, naturalmente.
- debemos ir. ¿Papá aun tienes contactos en el departamento de transporte mágico internacional?
- si Astrid, solo debo telefonear a Stone.
- alto Malfoy. Se de buena fuente que tienen gente en esa área. Deberán llegar por métodos normales.
- ¿en avión?
- sí.
- Caleb miró a todos expectante. Él no conocía ese medio de transporte, jamás lo había usado y tampoco tenía idea de cómo pagaría su pasaje.
- bien. Pero aquí, el bodoque de músculos de dos mil años se fritará dentro del avión. Debe quedarse. No quiero un montón de muggles histéricos al ver un tipo convertirse en antorcha.
- Octavius viajará con los escuderos. Hay un jet de dos plazas acondicionado para él.
Para trasladarse, los cazadores oscuros contaban con diferentes medios de trasporte especialmente acondicionados para que ningún rayo de luz solar se colase y los quemase vivos durante el día.
- iré con él.
- Astrid. Viajarás con tu familia. Alquilaré un avión privado e iremos todos juntos.
- iré con Octavius papá, es mi última palabra.
Draco rodó sus ojos. No tenía paciencia suficiente para eso. De alguna forma su hija estaba involucrada con el romano, y aunque eso no le gustase nada, estaba aliviado de que al menos ella no fuese un blanco para los egipcios.
- bien. Tú ganas. Oye viejo, ¿y tú?, ¿vendrás?
- estaré ahí a tiempo. Simi irá con ustedes por el momento
- akri, ¿la Simi puede llevar su plástico y volverse loca comprando en los centros comerciales?
- Simi, no es un viaje de placer. Debes hacer caso a lo que Draco te diga, ¿entiendes?
- akri es aburrido, Draco es aburrido. Quiero que Hermione vuelva ahora.
Acheron suspiró y el movimiento hizo que su espalda se resintiese. Simi había alcanzado la adolescencia de su especie y, como los adolescentes humanos, ella cuestionaba todas las ordenes y hacia berrinches cuando no se salía con la suya.
- al llegar Neferura los hospedará. Ella es una de mis cazadoras, los está esperando. Debo irme.
- gracias Ash.
- de nada Malfoy. No te arrojes al ataque, investiga el campo primero. No seas estúpido.
- lo sé viejo. He aprendido tácticas en todos estos años.
- y aun así a veces sigues siendo estúpido Draco. Adiós a todos.
Con esa última frase Ash salió de la sala y desapareció nuevamente como había llegado. Los Malfoy jamás se preguntaban de forma consiente como él lo hacía. No tenían muy en claro que o quien era Ash, pero lo querían con todo y sus misterios.
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Savitar flotaba sobre su tabla de surf, bajo el sol, a la orilla de su isla solo vestido con un par de bermudas floreadas. El mar estaba tranquilo y él se estaba dedicando a absorber los rayos en su esculpido cuerpo.
Acheron apareció en la orilla y vio con disgusto el sitio donde se encontraba su amigo y mentor. Conocía a Savitar desde que se había convertido en cazador oscuro, de hecho había sido él quien lo había entrenado. Lo conocía hacia tanto tiempo que cualquiera podría pensar que Ash sabía algo del tipo de cabello castaño que perseguía las olas alrededor del mundo con una isla que se movía a su voluntad. Crease o no, Ash ignoraba tanto de Savitar como sus propios cazadores ignoraban de él mismo.
Haciendo caso al dicho, si estas en el baile debes bailar, Ash materializó una segunda tabla y se transportó a ella. Necesitaba charlar con su amigo, pero se negaba completamente a vestirse como lo hacia Savitar. Tratando de no mojar sus botas, se equilibró precariamente en la tabla.
- hey hermanito. ¿Qué te trae a mi playa?
- se que lo sabes Savitar.
- es verdad, pero me han dicho que preguntar y mantener una conversación es lo socialmente aceptable. ¿Usas otra cosa que no sea cuero y ropa gótica?, es deprimente.
Ash alzó sus hombros en un gesto estudiado y apartó los negros mechones de cabello de sus ojos. Allí con Savitar o con los Malfoy no sentía la necesidad de esconder su mirada bajo las gafas oscuras.
- que puedo decir, me sienta bien el negro.
- como digas. Algún día te veré vestido con algo más que cuero y cadenas.
- no si pudo evitarlo. No tengo mucho tiempo Savitar.
- lo sé, te quedan exactamente siete minutos. Ve al grano, escoge bien tus preguntas hermanito.
- lo que viene, ¿es evitable?
- como sabes, yo no veo el futuro como tú lo haces. Yo solo veo las alternativas una vez que las cosas se ponen en movimiento. Hay varios futuros posibles compañero.
- ¿Cuáles son?
- los de siempre. Ganan y todos somos felices, pierden y todos mueren, etc.
- ¿podrías ser un poco mas especifico Savitar?
- puedo…
-¿y?
- dije que puedo, no que lo haría.
Acheron bufó. Savitar podía ser una espina en el trasero de cualquiera. Él odiaba a los oráculos por su ambigüedad, y más a Savitar por su incapacidad de dar un detalle útil de lo que venía.
- sabes que no puedo ver lo que sucederá. Son personas importantes para mí los que están involucrados.
- lo sé, ¿no es eso horrible?, al menos no deben preocuparse por los were que persiguen al lobo.
- sí, gracias por eso. Debo irme.
- me pregunto cuándo dejarás eso. Ya sabes, cuando estés listo para dejar de ser un mártir aquí hay un par de olas que puedo compartir. Cuando gustes puedes venir a lamer tus heridas en mi playa, deja que los demás se las apañen solos.
- sabes que no es tan fácil Sav.
- diablos que lo sé. Fue estúpido eso que tu y Hécate hicieron.
- desearía que dejaras de refregarme eso. No es amable.
- no intento ser amable hermanito. Te queda un minuto y medio.
Acheron destelló hacia la playa y tras el apareció Savitar con su bermuda floreada , descalzo y con una camisa roja semi abierta que dejaba ver su trabajado abdomen.
- hey. No te amargues Acheron. La guardiana llegará pronto y según yo, las probabilidades siguen siendo las mismas. Y la cuarta es horrible. Escoge sabiamente tu camino atlante.
- lo que digas Savitar. Nos vemos.
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Su estancia en Azkaban había sido bastante más agradable de lo que esperaba. Dos meses habían transcurrido desde su juicio y solo había sido condenado a sesenta días de reclusión más un año de libertad condicional por el intento de asesinato de Dumbledore.
El tribunal que lo había enjuiciado había creído firmemente que él era un espía, un doble agente. Sin Dobby para atestiguar y con Aberforth Dumbledore con su memoria modificada, solo la palabra de Hermione podría atestiguar que él no había sido nadie remotamente bueno durante la guerra.
Él era ahora el único ex mortífago vivo. De alguna forma todos los demás habían sucumbido en Malfoy Manor y esta había ardido hasta los cimientos de la misma forma que lo hiciera la primera vez.
Él había sido encarcelado días antes de que la casa se incendiase así que las autoridades no tenían ninguna razón para sospechar de él ni de su madre. De hecho él no había hecho absolutamente nada en esa ocasión, y aunque sospechaba quien podría haberlo hecho, se negaba a pensar que fuera él.
En el ministerio, donde le devolvieron su varita. Su extremadamente joven novia lo esperaba. Está bien, él ahora tenía el aspecto de un chico de dieciocho años, pero en su cabeza los ciento cuarenta y seis años que había vivido antes pesaban.
Ella se veía preciosa con sus vaqueros muggles y una blusa color lila de escote recatado. Por los dioses, la había extrañado más de lo que era sano pensar. Ellos habían estado juntos una semana antes de volver a esa nueva realidad, y solo un par de horas antes que los aurores se lo hubieran llevado en custodia. Era insana la forma en la que amaba a esa mujer de cabellos alborotados.
Cuando lo divisó corrió hacia él y casi se caen por la velocidad y el peso de ella. Draco empezaba a odiar ese flacucho cuerpo que era incapaz de levantar con facilidad a su novia. Lo primero que haría al llegar a casa, seria comenzar a entrenar.
- hola preciosa.
- hola. Te extrañé. Tengo noticias para ti.
Hermione repartía besos en todo el rostro de Draco ante la atónita mirada de los transeúntes del ministerio. Harry Potter a su lado se veía sorprendido y asqueado a la vez. Era demasiado extraño ver a su mejor amiga dando semejante espectáculo en público.
- ¿no te avergüenza que te vean conmigo?
- para nada. Eres mi hombre y deben enterarse desde ahora, no estás disponible.
Draco besó la marca que Hermione tenía en su mano. Marca que indicaba que ella había devuelto su alma a un cazador oscuro y que había aparecido en su mano al regresar.
- ¿Quién eres y que hiciste con mi Hermione?
- shhh. Creo que son las hormonas.
Draco miró estupefacto a la castaña frente a él. En el otro tiempo solo había experimentado la faceta malhumorada de Hermione indispuesta. No tenía idea que otra causa podrían ponerla cariñosa en público.
- de que hablas.
- estoy embarazada Draco.
-¿qué?, no, ¿Cómo?, yo no…
- creo que no necesito explicarte el cómo. Creo que al volver la restricción para reproducirte fue levantada, y fuimos descuidados. ¿No estás contento?
Hermione hizo un puchero y sus ojos color avellana comenzaron a llenarse de lágrimas. Estaba completamente emocionada por su reciente embarazo y ver a Draco boquear no era un buen augurio.
-¿Qué?, estoy feliz Hermione.
Sacando fuerzas de quien sabe donde el levantó a su novia y comenzó a girar con ella mientras vociferaba que sería padre a quien quisiese oírlo y dado el volumen de su voz casi nadie podía evitar escuchar sus gritos. Todos en el atrio del ministerio observaban a Draco como si fuera un raro espécimen que se había vuelto completamente loco.
Cuando Hermione comenzó a gritar que se estaba mareando, y Harry estaba seguro que pronto debería desmayar a Draco porque se había vuelto loco. La cosa más inesperada ocurrió.
Un joven Draco Malfoy, que días atrás había sido el más arrogante, impertinente, racista, misógino e idiota remedo de mortífago puso una rodilla en el suelo y usando el anillo con el emblema de los Malfoy, que portaba en su mano izquierda, le pidió matrimonio a Hermione frente a todos los magos y brujas que circulaban por el ministerio esa mañana.
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N.a: fin del capítulo. Debería haberlo publicado el fin de semana que viene pero no pude contenerme. Espero que les haya gustado tanto como a mí escribirlo. Estuve jugando un poco con la mitología, espero que ningún dios vengativo se ofenda con eso. Jajaja
Espero sus review. Hasta la próxima!
