Pasaron toda la noche sin dormir entre juegos y conversaciones, la idea de descansar había quedado en el olvido y aunque pareciera mentira, el cansancio no las traicionó, la euforia de estar juntas bajo el mismo techo las mantuvo bien despiertas hasta bien entrada la madrugada que las cuatro se abrazaron y se hicieron un lugarcito en la cama. Cuando la claridad de la mañana se coló a través de las cortinas de la ventana de la habitación, Regina ya se había levantado, tendría un día muy agotador, quería organizar la casa para sus nuevas inquilinas, tenía que ir a trabajar y arreglar todo lo necesario para que Ruth recibiera una educación adecuada, cuando las habitaciones quedaron justo como le gustaba, se dirigió a la cocina, estaba tan cansada que un café no le vendría nada mal.
"Buenos días", le extrañaba que después de haber tenido la noche más larga de sus vidas alguien estuviera levantada.
"¿Siempre tienes la despensa tan vacía, amiga?", esta pregunta hizo que ambas rieran a carcajadas.
"¿Qué tal si vamos a buscar desayuno y luego hacemos las compras?", sugirió Regina todavía entre risas.
"No sería mala idea, me cambio y nos vamos", dijo Tink, solo que Regina se le adelantó, con un movimiento de su mano las dejó a ambas listas para salir.
"¿Así está bien?", necesitaba apresurar el proceso de lo contrario se dormiría en el lugar, el café sería como ver la gloria.
"¿alguien está apresurada?", su pregunta sorprendió a Regina quien ya buscaba las llaves de su auto, no respondió, solo hizo un gesto con sus manos para que la amiga la siguiera, ambas subieron al auto de Regina y se dirigieron a Granny's.
El viaje fue en absoluto silencio hasta que llegaron a la cafetería y Regina frenó en seco su auto asustando a Tinkerbel.
"¿Qué fue eso Regina?, ¿ocurre algo?", la expresión de su amiga había cambiado inesperadamente y ella no sabía la razón.
"Están aquí Tink", su voz era casi inaudible, la camioneta de David y el auto de Emma estaban estacionados en el lugar, no sabía si tendría la suficiente fuerza para enfrentar lo que vendría, de pronto las puertas de la cafetería se abrieron dando paso a una muy enojada Snow quien estaba casi al borde del llanto, nadie la siguió, momento que Regina aprovechó para tomar un largo suspiro, sin Snow presente saldría todo bien, se repetía mientras abría las puertas del auto y ambas salían para entrar a la cafetería.
Habían decidido ir a desayunar bien temprano, ese día sería cuando todo volvería a la normalidad y querían pasar un rato en familia antes de que Henry fuera para la escuela, conversaban de los nuevos planes de vida, Emma le propuso a su padre que trabajara con ella en la comisaría y él se estaba debatiendo pues su trabajo en el refugio de animales era su pasión y no quería dejarlo, pero también sabía que para su hija era importante esa petición por lo que realmente lo estaba considerando solo que tendría que encontrar a alguien que ocupara su lugar también les dijo que estaba pensando comprarse una pequeña casita para poder tener su propio lugar, a su madre no le gustó mucho la idea y salió muy enojada del lugar sorprendiendo a todos los presentes quienes continuaron conversando un poco tensos con lo que acababa de ocurrir.
"¿Abuelo, entonces aceptarás trabajar con mamá en la estación?", el pequeño era muy perceptivo y decidió amenizar el ambiente.
"No lo sé Henry…", no pudo terminar de hablar, de pronto la campana de la puerta anunciaba la llegada de alguien, él que estaba sentado de frente con Henry a su lado pudo ver de quién se trataba y por supuesto se quedó sin palabras.
"MAMÁ!", exclamó el pequeño mientras corría a su encuentro.
"Mi príncipe!", lo recibió Regina y ambos se abrazaron.
David estaba encantado con la escena, agradecía a su nieto que se hubiera robado todas las miradas, así nadie notaba que se había quedado paralizado con la llegada de Regina, estaba tan bella como siempre, perfectamente maquillada, con sus labios rojos, su cabello suelto, su perfume, tan familiar, inundó el lugar, era inexplicable, ¿por qué tenía la leve impresión de haber percibido ese aroma antes?, repetía mientras no paraba de mirarla, era imposible dejar de hacerlo, cuando el sonido de la voz de su hija lo sacó de su fantasía.
"Entonces, ibas a responderle a Henry, ¿qué decías?", su padre estaba como hipnotizado, jamás, en el poco tiempo que habían estado juntos lo vio mirar de esa forma tan intensa a su madre.
"Eh…creo que aceptaré, acabo de decidirlo", su vista todavía fija en Regina quien ahora se acercaba hasta ellos.
"Buenos días", todavía Henry permanecía abrazado a ella y estaba acompañada del hada quien se había quedado ordenando en la barra del lugar, se notaba que se había dado cuenta de la mirada de David, pero era evidente que la estaba evitando, solo miró a Emma.
"Regina, está muy bien que hayas llegado, quería darte la noticia de que mi padre trabajará conmigo en la comisaría…", David la interrumpió.
"Emma, todavía no tengo alguien que me sustituya en el refugio de animales", quería hacer las cosas bien, además le sorprendió la confianza con que Emma había tratado a Regina, podían ser amigas, pero ella era la alcaldesa, se suponía que ese proceso llevara un protocolo.
"Me parece muy bien Emma y por el otro tema no se preocupen, ya le buscaremos solución", dijo muy optimista, estaba pensando proponerle el puesto a su hermana, solo que debía consultar con ella, pero sin dudas era una buena oportunidad de comenzar a integrarse a la vida del pueblo.
"Ya ordené Regina en un momento nos podremos ir", dijo Tinkerbel muy entusiasmada, interrumpiendo la conversación.
"¿No desayunarán aquí?", no había acabado de llegar y ya se estaba yendo, tenía que buscar la forma de verla otra vez, de eso estaba seguro, dijo David y las tres mujeres que tenía en frente lo fulminaron con la mirada, parecían tres tigresas listas para devorar a su presa, ninguna contestó nada, entonces Henry nuevamente salvó la tensión del momento.
"Mami, ¿me llevas a la escuela?", no quería desprenderse de ella, la extrañaba demasiado.
"Me encantaría mi príncipe", dijo mirando a Emma quien le hacía un gesto de aprobación con la cabeza y de inmediato tenían a Ruby con las órdenes del desayuno ya listas, las tomaron y se dirigieron a la salida de la cafetería.
Emma volteó la cabeza para percatarse de que su padre había seguido con la vista a Regina hasta que salió del lugar, otra vez esa mirada tan intensa y… ¿llena de amor?, no, no era posible, decía mientras se prometía ahondar en el tema muy pronto.
Los tres salieron muy rápido de la cafetería, debían apresurarse de lo contrario Henry llegaría tarde, durante el camino Regina no mencionó palabra, la actitud de David la dejó muy pensativa, al parecer haberle borrado la memoria no estaba resultando tanto como lo planeó, su amiga la observaba muy concentrada en la carretera y prefirió darle espacio para que pensara, también percibió la forma en que David no reparó en mirarla, seguro ese tema la estaba agobiando, pasados unos minutos llegaron a la escuela, Henry se despidió con un beso y ambas retomaron sus planes originales, ir a hacer las compras y luego desayunar en familia, así fue, cuando ambas estuvieron satisfechas con haber comprado lo suficiente para abastecer la despensa, regresaron a la mansión de Regina, durante el trayecto Tinkerbel decidió romper el silencio.
"Sabes, la muchacha de la cafetería me propuso trabajar con ella y con su abuela", la buena noticia la dejó muy contenta.
"Tink, qué buena noticia, estoy muy feliz por ti", era un excelente comienzo para su amiga no podía evitar ponerse muy contenta.
"Sí, en lo que estaba ordenando el desayuno, las escuché conversar del tema así que me decidí a preguntarles", explicó el hada.
"¿Cuándo comienzas?", preguntó Regina, deteniendo el paso del auto pues ya habían llegado a casa.
"Bueno debo ir a que me enseñen cómo funciona todo y me pondrán a prueba", se notó un poco de inseguridad de su parte, Regina lo notó rápidamente.
"Todo va a salir bien, no te preocupes y ahora vamos que las chicas nos deben estar buscando por toda la casa", bromeó para que su amiga se relajara un poco y ambas entraron a la casa cargando el desayuno.
"Al fin", la voz de Zelina las sorprendió a ambas mientras mostraban el desayuno, los ojos de su hermana se iluminaron, señal de que habían acertado con la comida.
"¿y Ruth?", se extrañó Regina que no haya ido a recibirla, no podía negar que ya se había acostumbrado a los abrazos de su dulce princesa, hacía poco que la tenía de vuelta, pero ya sentía que sin ella no era capaz vivir.
"Todavía duerme", respondió Zelina siguiendo a su hermana hasta el comedor, realmente le agradecía el desayuno.
"Desayuno de chicas entonces", Tinkerbel no perdió el tiempo en comentar y las tres sonrieron, sentándose a la mesa ya listas para degustar el delicioso desayuno.
"Zel, quiero comentarte algo", comenzó Regina, rompiendo el silencio, ya iba tarde a trabajar por lo que decidió tomarse su tiempo para conversar con su familia.
"¿debo asustarme?", la seriedad de su hermana la puso un poquito nervosa, así que usó su sarcasmo para disfrazar sus verdaderas emociones.
"es serio Zel, hablé con Emma en la cafetería y me comentó que quiere que su padre trabaje con ella en la comisaría, por lo que queda vacante su puesto en el refugio de animales, ¿te interesaría?", explicó Regina, no era una mala idea.
"me encanta la idea, pero debo ver de qué trata todo", estaba muy agradecida con su hermana.
"eso no es problema, cuando quieras hablamos con Emma y ella que se encargue de los demás detalles", dijo Regina observando un brillo en los ojos de su hermana, mismo que ya venía observando desde la isla, en las lecciones de magia, por lo que ella pretendía explorar ese terreno.
"está bien, si quieres ahora mismo", no era de esperar mucho ni andarse por las ramas, mejor ser directos.
"mira ya estoy llamando a Emma, habla tú", le propuso sin más, pero cuando le daba el teléfono a su hermana la voz de Ruth no la dejó presenciar la escena de la llamada telefónica, al parecer se había despertado y la estaba buscando.
"MAMÁ!, ¿dónde estás?", bajaba las escaleras y como no conocía la casa todavía, Regina decidió ir a buscarla.
"aquí estoy mi amor", la sonrisa de su hija era tan linda, la hacía recordar a… SU PADRE, no pudo evitar abrir los ojos al recordarlo, pero era imposible no hacerlo, tenía su ternura y su dulzura, además su hermosa sonrisa, se notaba que eran padre e hija.
"Buenos días, mami", al verla se le prendió de la cintura a su madre en un abrazo muy cariñoso.
"Ven mi amor, seguro debes tener hambre", la desprendió de su abrazo y le extendió la mano para que la siguiera.
"¿qué te dijo Emma?", preguntó Regina sentándose nuevamente a la mesa, pero ahora con Ruth.
"que me mantendría informada de todos los detalles a través de ti", respondió y todas continuaron con el desayuno en absoluta paz y armonía.
Cuando terminaron, Regina hizo un gesto con su mano y trajo todas las compras para la cocina, cuando todo estuvo perfectamente ordenado justo como le gustaba, se despidió de las tres, y se dirigió a la alcaldía. Al llegar, rápidamente se dispuso a trabajar, tenía trabajo atrasado de varios días, definitivamente hoy sería un día agotador.
Su desayuno tardó mucho más de lo que habían planeado originalmente, su esposa salió de la cafetería muy enojada, aunque le hizo varias llamadas, no contestaba, la llegada de Regina que lo dejó perdido en sus pensamientos y su hija que no paraba de hablar de su alegría porque había aceptado trabajar con ella y hasta bromeó que sería su guía en un recorrido por la estación para que se familiarizara con el trabajo, ambos salieron de su amena conversación familiar y David aceptó su propuesta, cuando llegaron su hija le enseñó todo lo relacionado con el lugar, de pronto el celular de Emma anunció una llamada, él de reojo pudo ver el nombre de quien llamaba, sus ojos se iluminaron como perla preciosa, no lo podía evitar, esas reacciones se le estaban yendo de las manos, por lo que aunque su hija se detuvo a conversar, decidió continuar con la exploración.
Llamada Telefónica:
"Sí dime Regina, ¿qué sucede?", le extrañaba una llamada tan rápida de su amiga, por lo que no dudó en responder.
"No es Regina, Emma, es Zelina, te llamo por el puesto de trabajo en el refugio de animales", explicó sin más.
"Sí claro, ¿estás interesada?", quería tener a su padre ayudándola en la comisaria, pero no sabía que sería tan pronto, verdad que ser amiga de la alcaldesa traía muchas ventajas.
"por supuesto que estoy interesada", afirmó Zelina.
"está muy bien te mantengo informada sobre todos los detalles a través de tu hermana", la alegría se le salía por los poros.
"Gracias Emma, hasta luego", no podía dejar de agradecerle, era un milagro haber encontrado una oportunidad de trabajo tan pronto, y menos en un pueblo al que acababa de llegar, por lo que no perdería la oportunidad.
"hasta luego", colgó la llamada y su padre quien la había dejado sola apareció de la nada.
"¿Quién era hija?", ya sabía la respuesta, pero necesitaba saber el motivo de la llamada, debía empezar por preguntar.
"Regina, quería decirme que ya tiene a la persona para que trabaje en el refugio de animales", mintió, por supuesto, pero pondría en marcha su plan para comprobar sus sospechas.
"¿qué le dijiste?", no lo podía creer, sin duda la gestión de la reina era rápida.
"que hablaría contigo para que fueras a su casa a conocer los detalles", la sola idea de ir a casa de Regina le iluminó el rostro, muestra de que no se estaba equivocando.
"está bien iré más tarde, pero ahora debo ir al refugio, sigo trabajando allí, ¿cierto?", iría al refugio, pero antes pasaría por otro lugar.
"claro, cuando quieras, ella estará allí después del trabajo", seguro que su amiga descubriría su mentira, en el poco tiempo que conocía a Regina se había dado cuenta de que no se le podía engañar tan fácilmente, pero era un riesgo que tenía que correr.
"Luego nos vemos hija", dijo David despidiéndose con un beso, esta era su oportunidad perfecta, ya tenía su coartada, por lo que podía actuar, salió de la comisaría, se subió en su camioneta, se puso en marcha y hasta que no llegó adonde iba no se detuvo.
No supo cuánto permaneció sumida en el montón de papeles encima del escritorio de su oficina en la alcaldía, el sueño y el cansancio la vencieron, por lo que decidió descansar un rato en el elegante sofá que adornaba el lugar, conjuró un almohadón muy cómodo, se recostó y cerró los ojos. Pasados unos minutos en los que pretendía dormir, el sonido de la puerta le impidió la total concentración, se quedó muy tranquila, alguien había entrado, sentía unos pasos muy lentos moviéndose por todo el lugar, mismos que ahora se acercaban hasta ella, al escucharlos más cerca, no dudó en identificar a quién pertenecían, era imposible confundirse, decidió continuar con los ojos cerrados, si estaba dormida no demoraría mucho, se retiraría muy pronto, solo que sus deducciones fueron erróneas, estaba parado justo enfrente, mirándola, el peso de sus ojos casi la hace abrir los suyos, no podía negar que se moría por ver esos bellos ojos que tanto amaba, pero tenía que ser fuerte, continuaba inmóvil en el lugar, cuando de pronto sintió que la comenzaba a acariciar, al parecer se había inclinado para estar a su misma altura, sus manos vagaron por todo su cuerpo, las sensaciones eran abrumadoras, su cuerpo estaba reaccionando a cada una de sus caricias, sus toques eran tan delicados y tiernos que no supo de dónde sacó fuerzas para no sucumbir ante sus sentimientos, sentía su corazón acelerarse cada vez más, casi no podía disimular su respiración entrecortada hasta que dejó de acariciarla por un instante, mismo que ella extrañó de inmediato porque aunque sabía que no era posible, lo amaba, era su verdad, no tenerlo era tortuoso y ahora estando tan cerca, lo sentía a la vez tan lejos, fuera de su alcance, de su vista, de su cuerpo, de su corazón, el instante se hizo una eternidad extrañándolo, pero él no se movía de su lado, permanecía inerte, como debatiéndose entre seguir admirándola, acariciándola, o retirarse, solo que lo último no era una opción, lo supo pues sintió su respiración acercarse a su rostro, su nariz viajó libremente, sentía su respiración acelerarse con cada movimiento que hacía, estaba rezando para que ocurriera un milagro porque ella no podía aguantar más su cercanía, su silencio, su sutileza, su presencia, hasta que lo sintió acercarse a su cuello y aspirar su olor, se mantuvo sin moverse por un instante, parecía como estar reconociendo su aroma, hasta que al fin pronunció las palabras que no pudo seguir reteniendo en sus labios.
"Eres hermosa", ese susurro fue el colmo, no pudo más, tenía que actuar, si no todo su esfuerzo por mantenerlo alejado, habría sido en vano, así que fingió que se sobresaltaba por haber escuchado su voz y abrió los ojos de repente asustándolo por un momento, no se movió, ni mencionó palabra, solo se hizo hacia atrás, mientras ella se levantaba de su posición y se sentaba en el sofá, tomó un respiro antes de hablar, le parecía que la voz la había abandonado, pero no, logró hablar.
"¿Qué haces aquí David?", no contestó, solo sintió que sus miradas se conectaron como magia, no supo cómo ni en qué momento él volvió a acortar la distancia entre los dos, todo ocurrió tan rápido, ahora estaban a nada de pegar sus labios en un dulce beso, ese que tanto sus cuerpos añoraban, pero no era posible, su familia, su esposa, ella no sería la causante de su sufrimiento, ya bastante daño había ocasionado en el pasado, si este era su castigo por sus errores, lo asumiría, pero este momento le estaba debilitando sus muros, los sentía caer estrepitosamente, de pronto él acortó aún más la distancia, si es que era posible, pero cuando sus labios estuvieron a punto de pegarse, se detuvo, aún respirando el mismo aire y en un susurro preguntó.
"¿Qué me está ocurriendo contigo?", mantuvo sus rostros bien cerquita por un momento más hasta que se separó de ella levantándose de su posición para comenzar a caminar hacia la puerta, dejando a Regina tan abrumada por lo que acababa de ocurrir que ni siquiera alcanzó a mencionar palabra, solo lo observó retirarse como mismo había llegado muy lentamente, sus pasos se sentían tan pesados, señal de que se movía solo impulsado por la inercia, porque todo su ser lo impulsaba a regresar, amarla hasta que sus cuerpos no dieran más, hasta quedar tan saciados y satisfechos que ya no quedara lugar a duda de que se pertenecían el uno al otro, sin daños a terceros, sus ojos no pudieron evitar traicionarla, había sido un momento que la llevó al límite de todas sus capacidades, estaba sola en el sofá de su oficina, con el corazón quebrado en mil pedazos, su único consuelo era llorar hasta que las lágrimas se secaran.
