La cita de Luan fue una de las mejores experiencias de su vida. A pesar de que Benny no había hecho nada romántico, se esforzó por hacer que se la pasaran como nunca. Después de estar unas horas en el parque, salieron a caminar por la ciudad. Jugaron un poco a los bolos, compraron unos helados, charlaron en un café, vieron peces en un pequeño acuario... En fin, que su cita fue una experiencia completamente alucinante.
Luan se divirtió mucho, pero la actitud de Benny a veces adoptaba matices nerviosos, nada propio de él.
- Benny, no estás nervioso, ¿o sí?
- Bueno, ¿cómo no voy a estar nervioso? Es la primera cita que tengo, y con una chica linda, además.
Luan se sonrojó un poco ante las palabras de Benny. Luego algo le extrañó.
- ¿Primera cita? Creí que ya tendrías práctica, esta fue una cita fantástica.
- Pues fue instinto, supongo. Al fin y al cabo, divertir gente es nuestro trabajo, ¿no?
Chiste de comediantes. Luan le correspondió la gracia con una risa.
- Sí, es cierto. También es mi primera cita -añadió la castaña en un susurro.
Ahora era Benny el sorprendido.
- ¿Tú? Creía que hacían fila para invitarte a salir.
Luan se volvió a sonrojar. Agradecía sus palabras, pero obvio no era algo a lo que estuviera acostumbrada.
- Pues ya ves que no. ¡Oh, dios! Ya es muy tarde. Creo que ya me tendré que ir. Gracias Benny, en serio me ayudaste. Eres mi mejor amigo.
- Sí... De nada -a pesar de su sonrisa, Luan detectó el dolor detrás de las palabras de su amigo. Dudó al pensar en ello. ¿Acaso a Benny le...? No, no era posible. ¿Pero... y si así era?
Por impulso, se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Benny se puso de un rojo intenso, y Luan temió que tuviera razón. ¿Le gustaba a Benny? ¿Le gustaba él a ella? No sabía... pero se sintió bien al ver como tartamudeaba y se quedaba sin habla.
- Este... Nos vemos.
Se retiró, dudando si había hecho lo correcto. Cuando regresó a su casa, no dio respuestas muy claras cuando le preguntaron cómo le había ido, solo mencionó que le fue bien. Se dio cuenta de que Lincoln no estaba muy interesado en saber como le fue, y le molestó. Se marchó, eliminando los vestigios que le habían dado sus hermanas a su figura. Se empezó a fijar en los puntos a favor que tenía su cuerpo, algo que no había hecho antes en su vida. Pero ahora que podía salir con un chico, puso atención. Su cara no estaba mal, pero mejoraba bastante al traer el pelo suelto. Sus caderas eran un poco anchas, su altura era envidiable, sus pechos tenían un tamaño considerable. Y por supuesto, los colores llamativos la favorecían, a diferencia de los oscuros. Los ojos grandes le daban un gran toque. Se estaba mirando su trasero de buen tamaño, cuando alguien entró.
- Luan, mamá dice que si vas a querer cen... Oh -Luna se frenó al ver a su hermana menor admirándose en el espejo. La comediante se compuso con rapidez, pero aún así la vergüenza le acudió al instante- Le diré que te guarde un plato -y cerró la puerta.
Luan advirtió la sonrisita en los labios de Luna, y se preguntó si la guitarra favorita de la rockera sobreviviría esa noche. Decidió dejarlo pasar por el momento.
Benny le había dicho que era bonita... Ningún chico se lo había dicho nunca. Se sintió algo halagada cuando sospechó que le gustaba a Benny, pero no sabía si quería o no tener una relación con él. Aún había noches en las que el pensamiento de Lincoln la mantenía desvelada. Pero pronto descubrió que apreciaba mucho estar con Benny. Si fueran pareja incluso lo querría aún más.
Esa noche no durmió mucho. Su corazón no se decidía entre una y otra persona. Las canciones de Luna la ayudaban a ignorar al resto de la casa. Pero luego cantó algunas canciones de amor, romance y pasiones, y se confundió más. Cuando Luna por fin se durmió, Luan seguía cavilando. El sueño le llegaba en partes, a veces estaba a punto de dormirse, a veces sus ojos se negaban a cerrarse. No pudo concentrarse al siguiente día, y se descubrió pensando en lo mucho que necesitaba consejo.
Sus hermanas eran la mejor opción, pero, ¿cuál de todas? Ni Lynn, Lana, Lisa o Lily sabían de esas cosas, Luna se iba a un concierto y Lola tenía que practicar para un concurso de belleza. Eso dejaba a Lori, Leni y Lucy. Perfecto. Ellas sabían de relaciones por las series de vampiros que veían las tres juntas. En cuanto llegó a la casa, las llamó a las tres.
- Lori, Leni, Lucy, ¿pueden venir un momento?
- ¿Qué ocurre Luan? -preguntó Leni.
Resignándose a una larga tarde contestó:
- Problemas de chicos.
Los rostros de las dos mayores se iluminaron, mientras que el de la gótica adquiría una expresión de interés. Entraron a su cuarto.
- Tienes que contarnos todo -dijo Lori, emocionada.
Luan comentó sobre los dos chicos que peleaban en su mente y en su corazón. Las chicas identificaron a Benny, pero no tenían ni idea de quien era el otro chico.
- No entiendo, Luan -dijo Lucy- ¿Por qué no nos quieres decir quién es ese otro chico?
- Quiero que sea secreto -murmuró Luan, evadiendo el tema.
- ¿Es malo?
- No, Leni, pero es un amor prohibido.
- ¿Eh? ¿Como alguien mayor, o que ya tiene novia, o de otra ideología?
- No es exactamente eso, Lori, pero eso sí, no sería bien visto por todos. Por nadie tal vez.
Las tres hermanas se vieron entre ellas, dudosas. Pero al final, Leni, la siempre comprensiva Leni dijo:
- Pues no me importa quien sea, Luan, yo te apoyaré con quien quiera que sea.
- No creo que acepten a esta persona, Leni, pero gracias -dijo Luan.
Siguieron platicando hasta que las demás empezaron a llegar. Luna las encontró ahí, y comprendió que ya había otras personas enteradas. Entre todas aconsejaron a Luan, tratando de encontrar una solución a su problema. Se habían pasado tanto tiempo platicando, que no se dieron cuenta de que ya era muy tarde, por lo que todas se despidieron y se fueron a dormir.
Lincoln en cambio pasaba por problemas de pareja. O casi pareja. Tanto Cookie como Christina esperaban a que Lincoln se les declarara, manteniendo una disputa entre ellas. Para simplificar las cosas, Lincoln tenía que decidirse, y pronto, pero seguía sin estar seguro.
No quería ni imaginar lo que pasaría cuando se decidiera por alguna, ya que la otra, y probablemente muchas otras personas más no lo aceptarían. En un mismo día, ambas habían insinuado acercarse a él de manera algo provocativa y coqueta.
Era agradable, pero a la vez algo preocupante.
Ese día tenía una cita con Cookie, quien como siempre tenía algo de su propio recetario para que Lincoln lo probara. Los postres que preparaba eran simplemente maravillosos. En esa ocasión, un batido de vainilla, nueces, pedazos de plátano, chocolate, azúcar y chispas de colores coronaban su comida. Cada uno comía de su parte. Pero en dado momento, Cookie se acercó a Lincoln, con su cuchara llena.
- Abre la boca -le pidió en un susurro.
Lincoln la miró a los ojos, que brillaban de emoción, con sus mejillas ligeramente sonrosadas. Lentamente, abrió su boca. La mezcla de sabores se arremolinó en su paladar, que por alguna razón, fue diez veces más delicioso que antes. Sabía mucho mejor que cuando lo hizo solo. Se puso nervioso, pero se llenó de valor.
- Ahora tú -le dijo, igual en un susurro.
Cookie cerró los ojos, y Lincoln le introdujo la cuchara en su boca. La retiró cuidadosamente, y Cookie le sonrió tímidamente, saboreándolo con deleite.
Ambos estaban acostados de costado en el suelo, pero el picnic que prepararon quedó olvidado. En el silencio que les deparó, escucharon claramente los latidos del otro.
- Ya no aguanto más -Lincoln alcanzó a oír la voz de Cookie.
Su cara estaba cada vez más cerca, y sus ojos estaban cerrados. Antes de atinar a hacer nada, Cookie lo besó. El calor lo atravesó como un puñal. No se movió, por miedo a echar a perder el momento. Sus labios apenas se rozaban, cuando Cookie se separó. Se miraron largamente, hasta que ahora fue Lincoln el que se acercó. Solo que el beso duró más, y tuvo la osadía de meter su lengua en la boca de Cookie. Ésta le correspondió con entusiasmo. Las manos de Lincoln bajaron a su cintura, sujetándola; las de Cookie depararon en sus hombros. Sus lenguas luchaban por dominación, se acariciaron sus rostros, sonrojados como nunca lo habían estado, pero tampoco tan felices. Hasta que recordaron que tenían que respirar, no se separaron.
Cuando lo hicieron, jadearon en busca de aire. Rieron nerviosamente, pero con cariño. Como se estaba haciendo tarde, volvieron a sus casas, aunque no se esforzaron en apurarse. Se besaron más veces, provocándose y sonriéndose. La vista de la casa de Cookie los detuvo.
- Sé que es algo tarde para esto, pero no podré irme sin haberlo hecho -dijo Lincoln, hincándose en su rodilla- Cookie Merian, ¿me harías el hombre más feliz de la Tierra al convertirte en mi novia?
Cookie se tapó su boca.
- Sí, Lincoln Loud, claro que acepto.
Se abrazaron. No fue hasta que los llamó la madre de Cookie, quien los veía desde la ventana, cuando Lincoln se marchó por fin. No tenía la más mínima intención de contarle a nadie lo que le había pasado, excepto a Clyde. Y por supuesto, aclararle las cosas a Christina. Se metió lo más inocentemente que pudo en la casa, sin desvelar nada de lo que había pasado. Y por una vez, nadie lo cuestionó. Llegó a su cuarto, y agarró el walkie talkie.
- Conejo a Anteojos, adelante Anteojos.
Nadie contestó. Supuso que su amigo estaba fuera de casa. Ya le hablaría más tarde.
Mientras tanto, Luan iba a su quinta cita con Benny. Ya había mejorado mucho: ya no contaba tantos chistes, y si los contaba, sí daban risa. Sabía cuando mostrarse aventada, divertida, algo seria, tímida o alegre, empezaba a saber que ropa usar sin ayuda de nadie, y por encima de todo, aprendía un poco a coquetear. Benny estaba en las mismas. Incluso algunos amigos pensaban que estaban saliendo. Sin embargo, Luan había detectado a veces que su amigo sí quería algo con ella. No lo descartaba, pero tampoco lo incitaba. No sabría como reaccionar.
Esa tarde tenían una nueva cita. Era la primera vez que no quedaban en un lugar específico. Ambos acordaron en que solo se juntarían en una calle y platicarían mientras caminaban.
Fue otra gran cita, coronando otro día de exitosa charla. Al final de la noche, cuando ambos se preparaban para marcharse, escucharon que alguien estaba tocando música. Había un baile en la plaza, cerca del centro de la ciudad. Por influencia de Luna, Luan había escuchado muchas canciones, aunque la canción que sonaba era mucho más tranquila que las que tocaba su hermana. Benny le apretó la mano, y la guió a la pista. Era un momento tan romántico, tan considerado, tan natural, que a Luan no le habría sorprendido que Benny lo planeara de antemano. Bailaron unas horas. La luna se cernía sobre ellos, redonda en todo su esplendor. Les brillaba en los ojos, reflejando sus almas en una armonía sin igual. Pasaron unos minutos viéndose a los ojos, sus más profundos deseos realzados en sus rostros. Y sin previo aviso, casi sin ser consciente de lo que hacía, Benny la besó. Luan nunca supo si pasaron varias horas, o solo unos cuantos segundos, pero cuando se separaron Benny la miró con ojos preocupados.
- ¡Perdón! Me dejé llevar... En serio lo siento... Pero... es que yo...
No pudo continuar. Luan lo interrumpió plantando un beso en sus labios. Benny se mostró sorprendido, pero el deseo lo consumió, y le devolvió el gesto. La música no cesó ni un segundo, envolviendo a la joven pareja en un ambiente de paz y amor. Por fin se separaron, pero no por eso el sentimiento los abandonó. Siguió presente por un largo tiempo.
- Luan Loud, nada me haría más feliz que compartir los días en que viva a tu lado. En mi corazón no existe ninguna otra persona más que tu. ¿Te gustaría... ser mi novia?
Luan no dudó ni un instante.
- Sí, Benny, soy tu novia.
Se abrazaron, expresando muchas cosas que no se podían decir con palabras.
Luan regresó después y se recostó en el sofá, recordando lo sucedido. Como era muy tarde, no esperaba que hubiera nadie. Se acomodó e intentó dormir.
- ¿Luan? ¿Qué haces aquí?
La aludida se volteó.
- ¿Lincoln?
