Hola seres de luz, espero que se encuentren bien y saludables. Esto llega super tarde pero espero que disfruten el capítulo y que mínimamente compense la espera.
Cuando llegó al Caldero, estaba lo suficientemente lleno como para que alguien le prestara atención al niño vestido con harapos no aptos para el clima de invierno.
Con cierta incomodidad, esperó que el baño estuviera vacío para poder cambiarse, y por fortuna no tuvo que esperar mucho.
Con dedos trémulos se deshizo de su roída chaqueta y se colocó la túnica. Era una túnica de primera, con un forro extra de piel y un hechizo de calefacción que le haría adaptarse al clima, así que no fue raro que un suspiro escapara de sus labios cuando la calidez empezó a embargarle. Luego se quitó los zapatos y se colocó los nuevos; se sentía extraño, se sentía diferente, sin embargo, cuando salió del cubículo donde se había cambiado y se miró en el espejo, el shock fue aún más grande. Ahí estaba, Snivellus Snape, con el cabello ligeramente rizado, las mejillas ligeramente rojas por el frío invierno, con una túnica que podría compararse a cualquiera de las que los sangre pura solían llevar. Se sentía tan diferente a sí mismo, incluso podía pasar desapercibidas aquellas características heredadas por su padre; así se sentía más cerca de su herencia mágica, así sentía como el mago poderoso que sabía era; había dejado de ser Snivellus Snape y se había transformado en Severus Prince, se había transformado en un príncipe, un príncipe mestizo dispuesto a tomar a manos llenas los que por derecho le pertenecía.
Guardo sus cosas, y con sumo cuidado miró alrededor del baño, no podía llevarlas consigo, era lo único que hacia que su impecable atuendo se viera fuera de lugar y lo hiciera sentir avergonzado. Si tan solo pudiera usar magia fuera del colegio podría hacer un sencillo hechizo para ocultarlas.
Sin saber qué hacer salió del baño, y pese a que solo un momento atrás se había sentido diferente, y más seguro de sí mismo de lo que había estado en años, la inseguridad lo llenó, y como ya era común, su postura se encorvó ligeramente y su cabello cayó en cascada cubriendo parcialmente su rostro, fue mucho peor cuando sintió la mirada de los clientes posarse sobre él, intentó cubrir con su nueva túnica su roída mochila y avanzó con rapidez hasta la entrada que daba al callejón Diagon, caminó incómodamente por las calles hasta que finalmente llegó a las chimeneas, Lucius le había dado acceso específicamente para este día pero aún se sentía ligeramente incómodo, sentía que esa muestra de confianza solo era una forma de atadura, porque sabía que fuera lo que fuera que escuchara este día, lo cambiaría todo.
Con una última respiración profunda, cogió los polvos flú, y con la voz fuerte y más segura de lo que en realidad se sentía, pronunció el lugar de su destino.
Para ser su tercer viaje a través de una chimenea, no le fue tan mal, su túnica no se vio afectada y aterrizo de pie. Era la primera vez que visitaba la mansión y se sintió abrumado y fuera de lugar con la opulencia del lugar.
―Nan se hará cargo de sus cosas, Sir ―pronunció una voz chillona y aguda sobresaltándolo. Cuando sus ojos se fijaron en la fuente del sonido, una pequeña elfo lo miraba con sus ojos grandes y ansiosos, Severus, inseguro, le entregó sus cosas, un poco aliviado de que nadie estuviera en el lugar para ver el mal estado de su bolso―. El joven amo vendrá en un momento.
Pronunció el elfo antes de desaparecer con un chasquido. Justo segundos después de que la pequeña criatura desapareció, la puerta se abrió, dando paso a un elegantemente vestido, Lucius, lucia aún más meticuloso con su aspecto de lo habitual, su túnica dejaba por mucho su propia en vergüenza, y pese a los nervios que le hacían nudos el estómago, su sonrisa era lo suficientemente amable como para que los nervios en Severus menguaran ligeramente.
―Me alegra que vinieras Severus ―pronunció mientras lo miraba de arriba abajo, ciertamente su ex compañero de casa se veía lo suficientemente presentable―. Vamos.
Dijo y sin esperar un segundo lo guió a través de su casa, Severus se esforzó mucho para no parecer sorprendido con la riqueza obvia de la familia Malfoy, y es que aunque sabía que su familia era una de las más acaudaladas de Inglaterra, verlo de primera mano era diferente.
Finalmente llegaron a un amplio salón, decorado exquisitamente, donde varios de sus compañeros y sus padres y otras personas que le eran ajenas ya habían comenzado a reunirse, haciéndole sentir aún más fuera de lugar, pues aunque la invitación hacía alusión a la fiesta de navidad por la que sabía la familia Malfoy era conocida, Severus había esperado que su reunión con el Lord fuera en un entorno mucho más privado.
―Es bueno verte aquí Severus, ―pronunció Avery con una sonrisa condescendiente, mirando más de lo debido y sin disimulo su vestimenta y arqueando una ceja, quien diría que Severus podía verse lo suficientemente decente si se lo proponía―. El Lord aún no llega.
Le informó, como si no fuera obvio, en un murmullo, Severus asintió, de sus compañeros de casa, con quien menos solía llevarse era con Avary y con Wilkes, y para su infortunio eran sus compañeros de habitación.
―Severus ―pronunció con vacilación Regulus y con un suspiro de alivio, Snape se giró a ver al más joven de los Black. Regulus nunca sería tan guapo como su hermano, sin embargo, se veía regio y el tono de su túnica hacia que sus ojos se percibieran más profundos y brillantes.
—Regulus —pronunció en un tono más firme del que sentía.
Estaba nervioso, le sudaban las manos y el corazón le latía con fuerza.
Parecía que muchas de las familias más importantes de Bretaña mágica estaban ahí.
—Así que tú eres el famoso, Severus Snape —Pronunció Walburga Black unos pasos detrás de su hijo, sus ojos lo recorrieron de arriba abajo sin disimulo alguno. Era una mujer de postura firme, ligeramente robusta, y aunque su rostro era bonito, se veía estropeado por la mueca de desdén y asco, que parecía adornarlo. Sus ojos de un gris pálido brillaron y su expresión se suavizó ligeramente—. Te pareces a tu abuelo.
Dijo como si fuera un cumplido y con eso se giró hacia donde Dalila Parkinson mantenía una conversación con otro grupo de mujeres, sin esperar ni siquiera una respuesta.
Severus soltó un leve suspiró, y Regulus se removió incómodo.
—Tu madre es... interesante —murmuró. La mujer era intimidante, y el tono alto de su voz desagradable.
Regulus suspiró, eso era un eufemismo completo.
—Entonces, ¿cómo han ido tus vacaciones? —Inquirió después de un momento, incómodo ante el silencio repentino.
—Bien —pronunció Severus con un leve encogimiento de hombros desinteresado—. ¿Y las tuyas?
—Tranquilas, mi hermano no está en casa —murmuró, con un deje de melancolía que no pudo ocultar del todo. Su relación con su hermano era complicada y solía dejar en Regulus un gran desazón, porque antes de Hogwarts, de Gryffindor, de Slytherin, ellos habían sido unidos, pero ahora... ahora Sirius rechazaba vehemente las tradiciones y el legado de la familia Black así como su familia, y Regulus, sentía que se ahogaba bajo las expectativas que sus padres y su familia en general, parecían haber puesto sobre sus hombros.
Severus hizo una mueca, y Regulus sonrió falsamente, era complicado tener un «mejor amigo» con el que no podías expresar del todo tus emociones, y mucho menos ser del todo honesto. Sin embargo, su relación con Severus era por mucho mejor que las opciones y aunque a veces era difícil, también le daba a Regulus una sensación tenue de seguridad y alivio.
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James miró en su esfera el recuerdo que había vertido en su contraparte, lo miró con fascinación, rememorando el mismo todo lo que había pasado en esa torre olvidada, recordando perfectamente como su túnica se había humedecido por las lágrimas de Severus.
Y la furia y el odio que había sentido por el despreciable padre muggle de su amigo. En ese entonces todo había parecido sencillo, así como las promesas que había susurrado en la oscuridad. Sin embargo, el tiempo había cambiado sus perspectivas y al final, James se había equivocado tan irrevocablemente que había perdido todo.
Miró el rostro manchado de lágrimas de Severus, estropeado por el enorme cardenal en su mejilla, y sin embargo, hermoso a sus ojos.
Con un dedo acarició la superficie pulida de su bola de cristal, como frío consuelo a lo que realmente anhelaba.
Los ojos de Severus brillaban con una adoración que en ese momento él había asumido como obvia sin darle la atención que realmente merecía, y que cuando se había perdido solo habían hecho que el abismo en el que había caído solo fuera mucho más grande, sin embargo, está vez no daría las cosas por sentadas, está vez, se aseguraría de que la traición de Severus no ocurriera y que sin importar que, él no abandonará su lado.
James cerró los ojos y por un momento pudo sentir el calor de la mejilla de Severus contra su mano, y el suave olor a vainilla; fue durante un segundo pero fue suficiente para que una sonrisa amplia y sincera se formará sobre sus labios.
Severus era y siempre sería suyo.
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La llegada de Lord Voldemort fue cronometrada con precisión con el anuncio de las nupcias, a simple vista no había nada diferente en la reunión, sin embargo, los magos que se reunirían con él sutilmente abandonaron el salón de fiesta, mientras la familia Malfoy y Black se unían en el centro haciendo finalmente oficial el anuncio de las futuras nupcias y unión simbólica de ambas familias.
James y su familia estaban en el fondo, su madre y padre hablando en voz baja con lo que al parecer era una tía lejana de su madre, quien parecía estar despotricando coloridamente ante el anuncio en francés.
Sirius sonrió cuando la mujer pareció soltar una palabrota en francés y su madre de James hizo una mueca incómoda, James apenas podía seguir la conversación, Sirius por otro lado era muy bueno en el idioma, además de que él no estaba prestando realmente atención, desde que habían llegado su mirada había recorrido el salón en busca de Severus, sin embargo, no podía encontrarlo.
—¡Oh mierda! —Exclamó sutilmente Sirius y James detuvo momentáneamente su búsqueda. Miró a su amigo y luego el lugar donde sus ojos se habían posado, Walburga Black miraba a su hijo desde el otro lado de la habitación con los ojos entrecerrados y un ceño fruncido. James hizo una mueca propia, solo había tenido el infortunio de toparse con ella dos veces y había sido suficientes para toda una vida. Sin embargo, cuando Walburga avanzó claramente a su dirección, James finalmente captó el perfil de Severus.
Su corazón dio un vuelco y aunque técnicamente solo habían sido un par de días desde la última vez que se habían visto, James lo había sentido como una eternidad. Sin embargo, su corazón volvió a acelerarse cuando de manera discreta pero sin tregua, lo vio abandonar el salón.
James entonces miró a sus padres aún ocupados hablando con parientes que no habían visto en años, y con los que James no estaba particularmente ansioso de interactuar, y luego miró a Sirius quien con tal de evitar a su madre, había invitado a bailar a la primera bruja que tenía enfrente y esa había sido la hija menor de los Greengrass, que dada la mirada que le estaba dando se volvería un dolor de cabeza aún más grande que su madre, sin embargo, James conocía una oportunidad cuando la veía y está era una perfecta oportunidad, porque aunque el día no se parecía en nada al sueño que había tenido de esta fecha en particular, aún podía sentir un ansioso nudo en el estómago que solo parecía hacerse más y más grande mientras avanzaba hacia donde había visto desaparecer a Severus, con un último vistazo al salón de baile, dio el último paso a lo que sin saberlo cambiaria absolutamente todo.
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¿Qué es el amor?
Lily se había preguntado eso por primera vez a los trece años cuando sus compañeras de habitación habían comenzado a tantear en lo complicado de las relaciones románticas.
A ella no le había interesado realmente todo el asunto en ese entonces, sin embargo, después de escuchar llorar a Stefania por décima vez por el chico con el que salía, la pregunta la asaltó.
Porque si de algo estaba segura era que el amor no podía ser eso que su compañera creía.
Ahora más grande, con un corazón roto a cuestas y el peso de una traición, ella puede estar segura que es el amor mientras siente el movimiento del bebé en su interior, solo le habría gustado que las circunstancias en las que su bebé vendrá al mundo fueran mejores, más felices.
—Lily no deberías cargar cosas pesadas —la voz de Severus se eleva sobresaltándola. Sus ojos negros están entrecerrados y un ceño adorna su cansado rostro, sin embargo, hay una suavidad en su expresión que hacen que Lily se sienta como una adolescente de quince años otra vez.
—Oh, no es para tanto Sev. Además no pesa tanto —pronuncia mientras lo mira arrebatarle la caja con un montón de recuerdos y chucherías de sus años de colegio.
El movimiento hace que las cosas en el interior se muevan y un porta retrato se voltea, Severus y Lily se congelan cuando la sonrisa engañosamente amable de James Potter les es enviada junto con un guiño, su brazo izquierdo envuelve los hombros de Severus y el derecho aferra por la cintura a Lily.
Con menos trémulas Lily coge el retrato, mirando con anhelo sus sonrisas, su despreocupación. Luego sus ojos se elevan y mira los ojos oscuros de Severus, su mejor y más grande amigo, que a pesar de los malos momentos se había quedado con ella sin esperar nada a cambio, quien la observa con un cuidadoso detalle.
—Severus —murmura, mientras sumerge el retrato en las profundidades de la caja—. Te amo.
Los ojos de Severus se amplían, y sus manos se aferran con fuerza a la caja, huyendo de los recuerdos y de sus decisiones. Lily tiene unas enormes ganas de llorar mientras lo ve tomar una inhalación profunda, cuadrar los hombros y pronunciar:
—Yo también te amo Lily, yo también te amo —su voz es ligeramente trémula. Y aunque ella sabe que la declaración es totalmente cierta, también lo es que nunca será como ella desea, y sin embargo, ella cierra los ojos y se permite creer.
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James camina a través de un pasillo con demasiadas puertas que se presentan como un obstáculo para encontrar a Severus. Cruza la biblioteca y cuando está a punto de perder la paciencia, la voz de Bulstrode lo guía a lo que parece ser un salón de té.
Mira ligeramente en la esquina, anhelando su útil capa de invisibilidad, y una tenue sonrisa se forma en sus labios cuando ve a Severus.
Quién con los hombros rectos y un ceño ligeramente fruncido, intenta aparentar más seguridad de la que siente.
—Mis queridos amigos —pronuncia una voz cadenciosa y amigable, James se estremece cuando la reconoce, y es que aunque en su sueño se había sentido abrumadora, en vivo y directo lo era mucho más—. Es bueno verlos. Aunque es aún más gratificante ver qué hay rostro nuevos e inesperados.
Dice y luego gira su rostro parcialmente y sus ojos se clavan en la entrada.
—Por favor, únase a nosotros, señor Potter —pronuncia, mientras varios de sus compañeros de colegio miran la entrada con furiosa incredulidad. Y pese al miedo que le hace nudos el estómago, James avanza con postura firme. Sus ojos buscan brevemente los de Severus y la ya pálida tez de su rostro, es aún más pronunciada. Sin embargo, eso solo lo hace tener mayor resolución en lo que está apunto de venir. Voldemort sonríe—. Debo decir que es una grata sorpresa ver a su familia aquí, pero lo es más tenerte aquí. Así que, empecemos.
Hace un gesto con la cabeza y Lionel Nott, cierra la puerta. Los ojos de los Slytherin se clavan en James como puñales, mientras se sienta a un lado de Severus, quien a diferencia de sus compañeros evita mirarlo. Sin embargo, James no se desanima, porque si algo le han enseñado sus sueños y las interacciones que ha tenido con en él en la realidad es que Severus lo necesita, y si algo James Potter era, era un amigo leal.
Así que se sienta junto a él, empuja suavemente con su rodilla la de él y se acerca lo suficiente para murmurar:
—Hola Sev —su voz es baja y suave, está tan cerca que puede oler el suave olor a vainilla que parece envolver a Severus, y por un ínfimo momento, sus sueños vienen a él; la manera en que en ellos puede inclinarse sobre él y oler directamente su cuello; la manera en que Severus se inclinaría sobre él hasta que estuvieran alineados, hombro con hombro, cadera con cadera, sin un solo espacio entre ellos; en la manera en que sus ojos oscuros lo mirarían con adoración y afecto que el corazón de James se aceleraría sin remedio, sin embargo, no es su sueño y en lugar de verse complacido por la presencia y cercanía de James, se ve asustado e incómodo.
—Potter —es su escueto saludo, mientras se aleja ligeramente de la cercanía de James, pero es que está nervioso y no tiene idea de que pensar ante su repentina aparición, y es que, aunque durante los días que no lo ha visto hay un anhelo por él y su burbujeante presencia, Severus nunca había esperado encontrarlo en la casa Malfoy y en una reunión hecha específicamente para los aspirantes a mortífagos. Después de todo, antes de su tentativa amistad, él y su grupo eran muy vocales en sus opiniones negativas ante los grupos como este. Así que no entiende que rayos hace James ahí, y lo asusta, porque en el fondo sabe que él no pertenece, así como Lily, él pertenece a la luz, porque si algo tiene claro Severus, es que Lord Voldemort y los mortífagos, están lejos de ser un grupo completamente bueno, la diferencia por supuesto, es que Severus lo sabe y aún así está dispuesto a mancharse un poco, porque, ¿qué otra alternativa tienen las personas como él? Un mestizo pobre que nunca a sido parte de nada, porque incluso cuando había llegado al mundo mágico con el deseo de finalmente encajar, descubrió que su magia no era suficiente. Que en el mundo mágico al igual que el muggle, lo que importa es el poder adquisitivo y la influencia. Y Severus estaba tan cansado de sentirse como nada, que cuando la oportunidad de ser algo, alguien, se presentó, estaba dispuesto a tomarlo.
—Se que se dicen cosas desagradables de nuestro grupo —la voz de Voldemort era suave y fluida, con la cadencia justa, y una oratoria tan impecable, que era difícil apartar su atención de su discurso—. Y aunque es parcialmente cierto que no sentimos temor por usar la fuerza para conseguir nuestros objetivos, lo es también que no tenemos mayor opción cuando estamos siendo reprimidos por ir encontrá de un sistema obsoleto que cada día se ha ido alejando más y más de los intereses de su pueblo.
Antes de sus sueños, cuando James había oído hablar de Voldemort había pensado en el hombre como un ser monstruoso, alguien con características físicas aterradoras, tal vez un ser mitad serpiente con ojos rojos, o alguna característica física, tan aterradora que las personas se verían obligadas a obedecerlo por el temor de que se los comiera o los asesinara; sin embargo, su apariencia es la de un hombre guapo y refinado, que cuando sonríe se marcan don perfectos hoyuelos en sus mejillas, con una presencia abrumadora; un líder nato, con una voz cadenciosa que atrae y cautiva a sus oyentes, en muchos aspectos es peor que el ser monstruoso que James había imaginado, porque un hombre como él tiene la capacidad de convertir multitudes a sus ideales; un hombre como él tiene la capacidad de iniciar una guerra. Y pese al temor que lo invade al ver los rostros de los Slytherin a su alrededor, absortos y fascinados por las palabras del hombre, no se compara al que se enrosca en su estómago cuando mira a Severus, su mirada se ilumina, y parece fascinado mientras asiente a lo que sea que Voldemort este diciendo, y James sabe con absoluta claridad que si dejan que lo arrastren, irremediablemente va a perderse y él, que ha visto matices del amable chico que puede ser, debajo de la armadura de bordes duros y sarcásticos que lleva, sabe que no puede dejar que suceda. Porque James no es nada más que un amigo leal, y los amigos se cuidan unos a otros y si alguien lo necesitaba ese era Severus.
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Cuando la reunión termina, todos se paran al mismo tiempo.
Uno a uno, así como llegaron, los Slytherin salen con discreción.
—Joven Snape quisiera hablar con usted un momento —la voz suave de Voldemort le eriza los vellos. Sus ojos de un profundo azul se clavan en su persona como si pudiera leerle el alma, y Severus se da cuenta con aterradora claridad que no podría ser imposible, ha visto libros sobre el tema en la biblioteca en el área prohibida, la Legeremancia era una técnica realmente fascinante, sin embargo, por lo poco que había leído de ella, no es algo que le gustaría experimentar. Así que baja la mirada y asiente.
—Si mi señor —su postura es sumisa y complaciente, la misma que usa cuando su padre está siendo particularmente horrible. Sus ojos son bajos, asegurándose de que Voldemort no pueda verlos directamente.
James unos pasos por delante se aferra al marco de la puerta, indeciso de marcharse.
Se le revuelve el estómago cuando mira lo servil que se mira Severus.
—Lucius parece tenerte en buena estima —pronuncia, y mira con ligera diversión como el joven Potter se tensa ante sus palabras. Voldemort sabe cuando hay una oportunidad que puede aprovechar. Y después de la negativa del patriarca de los Potter para asistir a sus reuniones, el tener a su hijo en una de ellas, impulsado obviamente por el chico que Lucius mismo había recomendado era una oportunidad que no puede dejar pasar.
—Somos buenos amigos —pronuncia Severus, las palabras no del todo una mentira.
—Y usted joven Potter —pronuncia Voldemort, haciendo que finalmente Severus levante la mirada, sorprendido de ver que James aún sigue ahí. James hace una mueca.
—Se va a casar con mi... eh prima? —James contesta inseguro, ni siquiera sabe que tan conectado está con la familia Black, pero es lo único que le viene a la cabeza, sin embargo, su mirada no vacila. Los ojos azules de Voldemort se le clavan como dagas y su cabeza punza por un breve momento, sin embargo, Severus se para frente a él tapándole de la vista de Voldemort.
—Sin embargo, fui yo quien le invito a la reunión —pronuncia Severus con la mayor calma posible, su mirada esta vez se centra en la de Voldemort. Quién los mira por largo tiempo, luego finalmente asiente y hace un gesto con la mano.
—Es bueno ver lo comprometido que está con el movimiento, sin embargo, habría sido bueno que informará de su posible acompañante —pronuncia con ligereza, sin embargo, hay algo en su tono que les eriza los vellos. Suspira y se pone finalmente de pie, es alto y ligeramente fornido. Y pese a que ambos están por cumplir los quince, su presencia los hace sentir como un par de infantes con temor a la oscuridad—. Lo hecho, hecho está, solo que no se vuelva a repetir y espero verlo en nuestra siguiente reunión joven Potter.
Con eso, entra en la chimenea y se desvanece en un remolino de llamas verdes.
Ambos saben que no es una petición es una orden.
—Bueno, eso fue bien, ¿cierto, Sev? —Pronuncia James, aliviado de ver que Voldemort finalmente se ha ido.
Severus sin embargo esta tenso y un ceño se posa sobre sus características.
—Eres un idiota —pronuncia con frustración cuando ve el alivio en el rostro de James, pero es que la intervención del Gryffindor lo a complicado todo y no siquiera parece darse cuenta—. Además, ¿Cómo llegaste aquí?
Inquiere, porque sabe que Lucius nunca habría invitado a Potter.
James se encoge de hombros y pese al obvio descontento de Severus, acorta la distancia entre ellos.
El olor dulce a vainilla que envuelve a Severus le seca la garganta y solo quiere acortar la distancia y llenarse del dulce olor. En su lugar, coge tentativo una mano de su amigo, Severus frunce más el ceño pero no aleja su mano.
—Mi familia recibe cada año una invitación para la fiesta de Navidad de los Malfoy —pronuncia, Las manos de Severus son suaves y tibias contra las suyas, su corazón late con fuerza contra su pecho y cuando levanta la mirada, se da cuenta que está más cerca de lo apropiado, los ojos negros de Severus lo miran con absoluta atención, se lame los labios y James suspira—. Y mis padres decidieron finalmente venir este año.
Severus siente que su corazón se acelera, la mano de James es cálida, y el olor de su colonia parece envolverlo. Sus ojos castaños parecen resplandecer y con sorpresa nota las motas doradas que posee. Su sonrisa es suave y un anhelo del que no es ajeno porque lo ha sentido con Lily, pero que es cien veces más fuerte le hace nudos el estómago, y quiere inclinarse y... y...
—James... —La puerta a medio abrir se abre completamente y Sirius entra. Sus ojos grises resplandecen con diversión cuando mira a su amigo sosteniendo la mano de un chico, sin embargo, cuando finalmente mira el rostro del chico, la conmoción y horror se apoderan de su expresión—. ¡Oh mierda! ¡Te gusta Snivellus!
Su grito bien podría haber resonado en toda la mansión, pero no le importa porque, una horrible pesadilla parece estar desatándose frente a sus ojos. Y es que, si bien podía aceptar que James no quisiera seguir gastándole bromas al Slytherin, esto era una liga completamente diferente.
Ambos se soltaron de las manos, y se alejaron uno del otro, James maldiciendo por lo bajo porque por un ínfimo momento, parecía que sus sueños se volverían reales, sin embargo, la abrupta llegada de Sirius bien podría regresar sus interacciones con Severus al principio.
Severus fulminó con la mirada a Sirius. Y es que si había alguien con el que estaba seguro nunca se llevaría bien, ese era Sirius Black, y es que, la manera arrogante, superflua y antagonista del chico, le eran particularmente desagradable, sin embargo, era la manera en que trataba a Regulus lo que hacía que su animosidad fuera mucho más marcada.
—Le has dado algo no es así —pronunció furioso Sirius de repente, porque él sabía que no había manera que James se fijara en alguien como él, además, no era un secreto que Severus disfrutaba de leer libros de la sección restringida.
Severus retrocedió como si lo hubieran golpeado, conmocionado por la acusación porque él jamás se atrevería a hacer uso de una posición de amor o algo similar. No cuando sabía que el sentimiento no sería real y Severus estaba cansado de las malas concepciones del amor.
—¡¿Cómo te atreves?! —Inquirió furioso, su varita salió disparada de entre la manga de su túnica. Había una sensación de hundimiento sobre su estómago, ¿por qué se suponía que el fuera el malo? Severus estaba cansado de ser encasillado y etiquetado por todo el mundo sin tener la más mínima oportunidad de probarse a sí mismo, entonces, ¿por qué seguía intentando?
—Es suficiente, Sirius —la voz de James se elevó como un trueno. Sus ojos castaños resplandecían con frustración y tal vez un poco de enojo, pero pese a la furia que parecía envolver a Severus, la manera en que su brazo temblaba y la manera en que sus ojos se habían cristalizado, sabía que más que furioso el Slytherin quería llorar. Se acercó a Severus y con suavidad lo instó a bajar su varita, luego sus ojos se clavaron en los de Sirius, que miraba todo con incredulidad—. Severus no me ha dado nada, simplemente superamos nuestra animosidad, y ahora somos amigos.
—Pero James, es Snivellus. Un Slytherin.
—Ya no tenemos once años, Sirius. Las personas cambian de opinión y a veces hay más en las personas que el color de su corbata y escudo en su túnica —pronunció con absoluta convicción, sorprendiendo no solo a Sirius con sus palabras, sino también a Severus. Porque ese simple discurso, le estaba dando a Snape una cálida y esperanzadora sensación.
—Entonces, ¿esto es lo que quieres? —Inquirió Sirius, abrumado por la convicción de su amigo. Mientras miraba la forma en que Severus miraba a James, como si fuera el salvador del mundo mágico. James asistió y con un suspiro que Sirius estaba seguro le había quitado la mitad de su alma, asintió, porque él sabía que cuando algo se le metía en la cabeza a James, era difícil que reconsiderará sus acciones—, bueno, siempre supe que tenías malos gustos, quiero decir, te gustan las grangeas con sabor a regaliz, así que no debí sorprenderme.
James sonrió con esperanza.
—Oye... saben increíble —pronunció James con alivió.
—No, no lo hacen. Saben a jarabe para la tos —pronunció Snape con una mueca de desagrado.
—¡Oh cielos! No puedo creer que tenga algo en común con Snivellus —murmuró por lo bajo Sirius, mientras comenzaban a salir de la habitación. James se rió con fuerza, y de manera inconsciente una suave sonrisa se dibujó en los labios de Severus.
Porque por primera vez desde que había llegado al mundo mágico, comenzaba a sentirse parte de algo, y aunque aún había cosas que resolver, por ahora solo contaría sus victorias.
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Voldemort cogió el libro de artes oscuras sobre su escritorio casi de manera inconsciente. Desde la creación desde su último horrocrux se había sentido disperso, y más distraído de lo normal. Y aunque sabía que posiblemente era un efecto secundario del hechizo, era algo que estaba dispuesto a aceptar si eso significaba poseer la inmortalidad, pero ¿por qué estaba pensando en aquello? Ah sí, por esa extraña magia que había podido sentir en el chico Potter cuando había intentado entrar en su cabeza, en muchos aspectos le recordaba a la sensación que había sentido cuando había hecho su primer horrocrux, sin embargo, el muchacho era inconsciente a ello, y eso solo lo hacía aún más curioso. Después de todo, si había algo que el amaba era el descubrir nuevas maneras de utilizar y crear magia, y James Potter acaba de convertirse en su nuevo sujeto de estudio, y aunque estaba ocupado gestionando un futuro levantamiento, solo tal vez, en el niño encontraría algo que le daría una ventaja sobre sus enemigos. Además, aún había tiempo, después de todo, su inmortalidad le aseguraba eso.
Con una sonrisa, volvió a su lectura, sus ojos poseían un resplandor carmesí del que ni siquiera él era consciente.
