Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada, Chimaki Kuori y Toei Animation.
Era primavera cuando recibió otro golpe, en torno al amor, los golpes más duros que recibió en toda su vida.
Era cumpleaños de Katya, él no quería ir, incluso pensaba en inventar la excusa del disco de Julián, pero ella insistió, sería la primera vez que hablaran fuera de la pantalla, en persona, ella quería hablar con él, ser amigos fuera de lo virtual.
Hablaron; él la escuchó reír, rozaron sus manos cuando le dio su regalo, una pulsera de plata con una pequeña placa de la constelación de Corona Boreal, por un momento creyó ver que ella se sonrojó, pero tal vez fue un juego de luces, tal vez sólo veía lo que quería ver.
La noche comenzaba cuando Saga se arrodilló frente a ella. Kanon se quedó congelado en su lugar, justo al lado de la pareja, cerca de los padres de los tres.
— Ya era hora — susurró el padre de ella.
— Era lo esperado, se veía venir — dijo su madre.
Katya se puso nerviosa, no lo esperaba, ni siquiera estaba segura si lo quería. Despegó la mirada de su novio arrodillado, y miró hacia el frente, su hermano tenía el ceño fruncido, Hyoga le preguntaba con la mirada si estaba segura, él sabía de sus dudas; sus padres a su lado asentían, su madre comenzaba a llorar. Miró a su lado y vio que Kanon estaba blanco, como una estatua y eso la oprimió, se la había pasado tan bien con el gemelo menor.
Kanon nunca supo la respuesta de ella porque nunca respondió, Saga sacó el anillo de su caja y se lo puso a la chica, antes de abrazarla y de que todos celebraran.
