Ezeiza, Buenos Aires.

Este era su único día libre en toda la semana y realmente le fastidiaba el tener que compartir su único almuerzo fuera del trabajo con él.

Ramiro Valdéz no se había portado mal con Sharon en ninguna ocasión, pero aquella situación entre ambos la vez que se vieron solos aún mantenía en alerta a Azula, además del claro repertorio que el tipo tenía detrás. Sin embargo, todo este era un mundo que Sharon desconocía, pero que desgraciadamente para la chica oriunda de Mendoza era moneda común.

-Quiero pedirte disculpas por lo del otro día.- Fué lo que Ramiro dijo al Sharon marcharse al baño. Azula le enarcó una ceja. -No sé porqué lo hice, pero fué así y estoy arrepentido.

-No importa. Ya te lo dije: lo que importa es que no le hagas mal a Sharon.

-No quiero que me veas como un mal tipo.

-¿Está hablando el tipo que dejó a su novia en un hospital con hematomas en todo el cuerpo y una herida de diez puntos en la cabeza?

-¿Acaso nunca cometiste un error?- Musitó, avergonzado. -Además... no sabés lo que pasó.

-Y no me importa tampoco, no es excusa.

-Sé que tus papás pasaron por lo mismo y por eso esto debe afectarte tanto, pero...

-No hables de mis papás, por favor. Solo te pido que te comportes con Sharon, nada más, no que seamos amigos.- Dijo Azula, muy seria.

-Te prometo que la voy a cuidar en tu ausencia.- Le sonrió el chico, recibiendo una mirada sorprendida. -Sharon me dijo que vas a irte por un tiempo a Alemania.

Azula no respondió.

-Mi papá tiene conoce excelentes abogados, él podría...

-Te dije que no somos amigos, y no necesito tu ayuda.

-¿Estás mal con el japonés?

-¿Qué parte de...

-¿Por qué se están peleando?- Preguntó Sharon, apenada, regresando del baño.

-¿Por qué le contaste sobre lo de Alemania?- Le reprochó la castaña a su amiga. -Era algo que solo tenía que queda en el círculo íntimo.

-Él es parte de nuestro círculo íntimo ahora.- Respondió Sharon, con firmeza. -Estoy con él, ¿no te acordás?

-¿Qué vas a hacer con tu trabajo?- Preguntó Ramiro.

-Renunciar.

-¿Y Stella?- Quiso saber la chica.

-Me la llevo. Stella me dijo que ella tiene propiedades en Berlín, en Hessen y en Múnich.

-¿De dónde sacaste a esa viejita?- Cuestionó Sharon, sorprendida.

-¿Vas a hacerle firmar algo antes de que parta?- Se mofó el chico. Azula le lanzó una mirada indignada.

-Antes de que siquiera intentara dejarme diez pesos, la ahogo yo con la almohada. No necesito de su plata si tengo dos manos sanas para laburar.

-Pero siempre es necesaria una ayudita.- Sonrió su amiga.

-Como dice el tío Iroh: "Lo más importante es siempre creer en uno mismo, pero una pequeña ayuda de los demáses una gran bendición".- Respondió la muchacha, con una cálida sonrisa. -Me las hubiera visto negras si me quedaba acá.

-¿No necesitan de algún papelerío allá?

-Tengo un buen amigo allá, el cual me debe un favor. Él iba a resolver eso y además me dijo que contaría con un trabajo en donde él se desempeña.

Sharon abrió enorme sus ojos castaños.

-¡Momento! ¿Tu amigo es...

-Síp.- Sonrió, lanzándole una mirada asesina al sujeto que, a su vez, miró de mala manera a su amiga. -¿Qué?

-Nada.

-¿Qué pasa?- Quiso saber Sharon.

-Ella me miró mal.

-Porque vos la miraste mal a ella.

-¿No debería? ¿Quién es el tipo del que hablan?- Preguntó Ramiro. -En fin, no me importa.

-Mucho mejor.- Sonrió Azula, con suficiencia. En eso, el timbre sonó. -Voy a ver quién es.

Después de una breve charla con el portero, la muchacha regresó con una caja medianamente grande y una dedicatoria.

-¡No me digas que Shingo te envió un paquete!- Exclamó la chica.

-No, es de... ¿Hyuga?

-¿Hyuga?- Los otros dos intercambiaron miradas.

Al abrir el paquete, la chica se encontró con unas pequeñas cajas que reconocería en donde sea. En ese paquete venían exactamente cuatro bodys para un recién nacido en colores pasteles, cuatro escarpines blancos, un tigre de peluche con la camiseta de Japón perfectamente envuelto en celofán y una pequeña camiseta de fútbol, de Japón, con el número nueve.

-¿Qué clase de chiste de mal gusto es este?- Azula no cabía en su sorpresa y desentendimiento.

-Los chistes de los japoneses son extraños.- Se rió Ramiro y, por primera vez, logró sacarle una mueca divertida a la chica.

-Acá dejó su número, voy a tener que hablar con él. Quizás se confundió.

-¿Será que Hyuga a va a tener un hijo con su novia y se equivocó de destinatario?- Dijo Sharon, mirando con ternura todo aquello.

-Lo dudo...- Respondió, mientras procedía a marcarle. -Puede ser bestia, pero no puede confundirse Japón con Argentina. ¡Hola, Hyuga!

-Buenas tardes.- El tono del futbolista sonó burlón. -¿Cómo van las cosas por ahí?

-¿Acaso consumiste hongos alucinógenos, estupefacientes o simplemente te diste un golpe en la cabeza? ¿Qué son todas estas cosas que enviaste?

-¿Cómo "¿qué?"? Son para tu bebé. Acabamos de enterarnos.- Respondió. -Sinceramente nada me importa menos que un bebé tuyo, pero considerando que ese enano de Aoi es mi compañero de equipo y mi amigo... También Maki prácticamente me arrastró a comprar estas cosas en tiendas argentinas para acortar el viaje.

-¿De qué bebé hablás?- Bufó.

-Se ha estado corriendo el rumor de que estás embarazada de Aoi. A mi me lo contaron compañeros seleccionados que no mencionaré, pero entiendo que fué él quien se encargó de divulgarlo en Alba. ¡Si no es cierto, devuélveme mis cosas!

-¡¿Estás loco?! ¡¿Cómo voy a estar embarazada?! ¡Nosotros ni siquiera hablamos! ¡Si él está esperando algún bebé debe de ser de esa zorra de Alba!- Exclamó, enfurecida, para luego cortar y marcar de nuevo. -Voy a enviarte cada una de estas cosas, no te preocupes.- Dijo, calma, y volvió a cortar. Se puso de pie y se dirigió a la puerta.

-¿A dónde vas?- Quiso saber Sharon.

-A dar una vuelta.

-Y... ¿qué hago con esto?

-Embalalo, hay que devolverlo.

-Está bien.- Dijo ella, no muy convencida, mirando al chico a su lado. -Creo que algo malo está pasando.

-Deja que lo embalo yo.


Sabía que no podría llamarlo en este horario. Aunque esté totalmente enojada con el futbolista sabía que hoy, a estas horas, estaría acabando su partido contra el Livorno. Esta vez no lo había visto, pues su enfado era tal que no quería tratar con nada relacionado con Aoi. Con nada, hasta que Kojiro Hyuga apareció con un montón de regalos para un supuesto hijo en camino del muchacho de Gifu.

Azula decidió sentarse en la banca de un parque cercano, disfrutando de la brisa de esa tarde cálida y aprovechando la soledad que ese sector ofrecía para soltar alguna que otra lágrima en total paz.

(Llorar en una plaza, sola y con un viento lindo dándome en la cara es tan relajante, aunque tristemente patético, si una lo piensa bien.)

Unos veinte o treinta minutos después, el celular de la chica comenzó a sonar. Titubeó un poco, pero atendió. Sabía que debía aclarar ciertos tantos con él.

-¿Hola?

-Hola, Aoi. Tenemos que hablar.- Dijo ella, tomando aire para autocontrolarse. -¿Podés decirme por qué HYUGA ME ENVIÓ A MI UN SET DE NACIMIENTO?

-Yo... este...- Aoi sonó nervioso, tanto por la pregunta como por aquel "Aoi" y claro, por el grito final. -Escucha...

-¡No, vos escuchame!- La chica se alteró, casi al punto del quiebre. -¡No sé qué es lo que pasa allá y tampoco me interesa, pero si es verdad que vas a tener un hijo con quien sea que vayas a tener un hijo, no quiero que me inmiscuyan en eso!

-¡Calma! ¡Eso es justo por lo que quería hablarte!

-Ah, ¿solo eso?- Preguntó, sonando dolida.

-Entre otras cosas. Dime, por favor, ¿ha pasado algo entre nosotros la vez que dormimos juntos?

-No.

-¿Segura?

-Segura. Lo sabría si no.

-¡Genial! Porque Bobang me estaba llenando la cabeza sobre que quizás sí hicimos algo aquella noche que ninguno recordamos por el vino que tomamos y que probablemente ahora estuvieras embarazada, pero si tú estás tan segura...

-Aoi, necesito más de dos botellitas de vino para emborracharme y acostarme con cualquier soperútano que se me cruce.

-Auch.- Musitó. -Eres muy mala cuando estás enojada.

-Solo con quien lo merece. Ahora, ¿necesitás algo más?

-Sobre lo que dije el otro día...

-¿Qué cosa?

-Lo de "una chica de Argentina".

-Es lo que soy, no hay drama.

-¡Claro que lo hay! ¡De otra forma no hubieses estado días sin hablarme!

-Te dije que no hay drama. Vos sos para mi exactamente lo que yo soy para vos.

-¿Lo que eres o lo que crees ser? Porque son cosas muy distintas.

-Solo sos un japonés con el que intercambié contactos. No sos mi amigo como Ryoma y tampoco sos Brian Cruyffort como para pretender acostarme alguna vez con vos. Así que, si no te importa, tengo cosas mejores que hacer que escuchar tus excusas y tonterías. Saludame a Amelia, por fi.

-Deben haberte dicho alguna vez esto: eres muy cruel cuando estás enojada.

-Lo sé.- Musitó, sintiendo pena por eso pero más no arrepintiéndose.

-Estoy en el vestuario. Amelia no va a vernos en los partidos de visitante, pero cuando la vea lo primero que haré será contarle todo sobre ti.

Azula, al oírlo, no pudo evitar soltar un suave sollozo. Por supuesto, Aoi lo captó.

-No voy a dejar que nuestra relación se arruine por mi estupidez y por tu terquedad, Azula Amelie. ¡Vaya que suena mejor así!

-No tenemos ninguna relación, solo soy...

-...una chica de Argentina, lo sé. Pero eres más para mi que todas las otras chicas que he conocido. Sacando a Yuki, claro.- Shingo soltó una risita.

-Yuki...- Susurró. -¿Yuki se enteró del asunto del presunto embarazo?

-¡Claro que no! Ya estaría aquí, estrujándome el cuello por no habérselo contado yo mismo.- Rió. -Aunque... debo decirle que es un malentendido. Pronto se enterará del rumor y enloquecerá. A propósito, ¿has visto el partido de hoy?

-No.- Negó, avergonzándose otra vez. -Estuve muy enojada, no quería verte.

-¿Podrías ver mis goles, aunque sea? Hice dos. Una Rovesciata y uno de cabeza. ¡Y eso que me decían enano! !Es el quinto gol de cabeza que marco en el torneo!

Azula rió por lo bajo.

-Cuando vuelva voy a ver el partido completo. Es cábala. No voy a perderme ningún minuto de ningún partido y ustedes van a ascender.

-Gracias por tu ayuda.

-Perdón por lo que dije, eso de soperútano y Cruyffort.- Musitó, con voz de ruego.

-Yo debería decir eso.- Respondió él, tornándose apenado. -Aunque... ¿de verdad te gusta Cruyfford?

-¿Y a quién no?- Se mofó.

-Es cierto, me hace dudar de mi sexualidad.- Bromeó el chico, haciendo que por fin ella soltase una carcajada.

-Pero prefiero al Príncipe del Sol. Siempre.

-¿Ni siquiera aunque te lluevan Cruyffort?

-Ni siquiera aunque lluevan Cruyffort.

-Te quiero, Azula Amelie.- Admitió Shingo. -Te quiero un poco más de lo que debería. Perdón por ser tan estúpido.

-Me pasa lo mismo.

-Lo supe desde la vez que Gero me mostró en tu fondo de pantalla.

-¡Estúpido!- Azula soltó la carcajada, al igual que él. -Shin...

-Dime.

-Prometeme que me vas a esperar.- Suplicó.

-Te lo prometo, pero si no te convence, creo que lo hará mi primer gol.- Dijo, alegre. -Te he dejado un mensaje al hacerlo. Es una canción y el que la canta se llama Richard Marx.

-¿Sí? ¿Puedo cortar ahora e ir corriendo a ver el partido, entonces?

-¡Por supuesto!

La chica así lo hizo. Terminó la llamada y regresó a su departamento a paso acelerado, entrando con una expresión muy distinta con la que se fué. Se adentró en su habitación y puso el video del partido de Albese vs Livorno.

Justamente, en el minuto veintiocho, Aoi logró una espectacular Rovesciata gracias a un perfecto pase alto y largo de Grosso. El tiro fué genial, como cada una de sus Rovesciatas, pero lo llamativo fué su festejo: una remera blanca debajo de su uniforme que mostró a la cámara con la leyenda "Right here waiting" y el nombre "Azula". La mencionada sonrió, conmovida, sintiéndose ridícula y a la vez agradecida.