El retrato de Fräulein Heinstein
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8
La despedida
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"Yo elijo a mis amigos por su buen aspecto, a mis conocidos por su buen carácter y a mis enemigos por su buen talento" - Oscar Wilde.
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Pandora iba en silencio detrás de Ikki, ninguno decía nada, no se miraban siquiera. Era tanta la tristeza que sentía por todo lo ocurrido gracias a la caja maldita que no se atrevía a pedirle a su acompañante que abordaran algún transporte de regreso ya que le dolían los pies. Prácticamente caminaron desde el castillo hasta el hotel. Una vez que llegaron seguían sin dirigirse palabra hasta que él rompió el silencio.
—Espera aqui —le dijo mientras iban por la recepción.
Pandora tomó asiento dejándose caer en una de las bonitas sillas de la recepción, jamás había sentido dolor en los pies como hasta ahora. Jamás había sentido dolor realmente y era la primera vez, en todos los sentidos, que había hecho un esfuerzo como ese sintiendo dolor físico como recompensa.
Ikki volvió llevando un papel en la mano sin cambios importantes en su actitud o expresion facial.
—Vamos arriba, debo hablar con Atena sobre todo lo ocurrido.
—De acuerdo…
Regresaron a su habitación mientras Ikki tomaba el teléfono sin ocultar el fastidio que sentía por tener que usar un aparato como ese cuando, bien podría, llamarla usando el cosmos y todo quedaría resuelto en cuestión de segundos. Sin embargo la advertencia de la diosa había sido clara: nada de cosmos por el momento.
—Necesito hablar con la Señorita Saori —Tastumi fue quien respondió al teléfono indicando a gritos que la señorita estaba ocupada y que había pasado demasiado tiempo sin reportarse—. Escucha, lo que haya estado haciendo no te incumbe. !Solo quiero hablar con ella!
Al otro lado de la línea se oyó la voz molesta de Saori exigiendo que le diera el auricular.
—¿Qué pasa Ikki? No esperaba una llamada tuya.
—Tenemos que hablar de algo importante. Hicimos un descubrimiento en el Castillo Heinstein y no sé bien… qué será lo mejor.
—¿Qué hallazgo? —Saori estaba más desconcertada por el tono de voz molesto que Ikki tenía y le preocupaba— ¿Está todo bien?
Pandora solo esperaba a que Ikki dijera lo que tuviera que decir respecto a lo ocurrido: que ella era una mentirosa, que sabía que la caja estaba ahí y solo deseaba recuperarla para desatar otra guerra santa y demás acusaciones. Solo esperaba con paciencia la sentencia que la diosa le hiciera cumplir.
—Entre los objetos que buscaba Pandora en el Castillo apareció una caja fuerte que era de su familia y dentro estaba la caja que tiene el espíritu de los dioses gemelos: Hypnos y Thanatos.
—Dioses… ¿Ikki, tienen la caja con Ustedes?
—Si, aquí la tenemos y está cerrada. No hay forma de abrirla —respondio hermético.
—Eso me tranquiliza, esa caja no debe quedar desprotegida… eso quiere decir que ambos dioses volvieron al interior, a esperar otros 243 años o menos. ¿Qué hará Pandora con esa caja?
—¿Qué hará ella? —pregunto sin entender del todo.
—Si. Imagino que ella fue hasta allá a recuperarla ya que, tengo entendido que su familia la resguardaba hasta que murieron… según leí rápidamente en un documento que estaba en el Santuario: los Heinstein han tenido la caja, al menos, desde la pasada guerra Santa.
—No quiero interrumpirte pero, ella no nos informó que vendría a buscarla y yo no creo que lo haya hecho sin conocimiento —Ikki no se lo iba a guardar y Pandora lo miro preocupada por el rabillo del ojo.
—Eso lo sé, y quizás debió decirnos algo al respecto, pero no hubiéramos podido hacer nada al respecto.
—¿Por qué no? La fundación tiene los medios para resguardar la caja si lo hubiese dicho con tiempo.
—No, me temo que no es así. Los objetos pertenecientes a otros dioses no están bajo mi protección ni jurisdicción. Si yo hubiese sabido que ella pensaba recuperar la caja hubiera sido la primera en decirle que no podría volver. La caja le pertenece a Pandora, a su familia y ellos deben decidir dónde guardarla y cómo mantenerla oculta.
—Ya veo…
—¿Está todo bien Ikki? Te oyes muy molesto.
—Si está todo bien.
Algo le decía a Saori que la molestia de Ikki iba más allá del hecho que Pandora no le hubiera dicho que pensaba buscar la caja, su tono de voz denotaba que estaba enfadado por algo que pasó entre los dos. Algo que iba más allá de una omisión de información. Saori supo enseguida que Ikki cruzo la línea con la joven y las cosas salieron mal, algo no funcionó o no pudo ser y eso frustraba al fenix de formas inimaginables. Saori era joven pero era algo que hasta ella podía percibir.
—¿Tienes alguna sugerencia que pudieras darnos para ocultar la caja? —pregunto resignado.
—Si ella aun no te comunica que piensan hacer con esa caja… yo puedo sellarla desde aqui. Mi sello llegará de forma muy discreta a la caja, con eso puedo garantizar que no podrá ser abierta sin embargo, desde mi punto de vista, debe estar oculta.
—Algo así comentó ella —penso.
—Yo pienso que esa caja debe quedar escondida en algún sitio al que nadie tenga acceso. Es ella quien debe hacer ese análisis Ikki. Lamento no poder hacer nada al respecto.
—Esta bien, con eso es suficiente.
—Si no deseas seguir ayudándola… nadie te obliga a quedarte, puedes volver en cualquier momento.
—No, no es eso.
—Cuando esté guardada, por favor hazmelo saber. Necesito que esa caja esté segura y lejos de la mano de cualquier persona.
—Por supuesto.
Pandora escuchaba la voz de Saori hasta el otro extremo de la habitación y no supo si alegrarse porque ella no le dio la razón a Ikki, porque seguramente él quería que la diosa la castigara. Al ser una diosa era justa y analizaba las cosas antes de decirlas cosa que el pasional ave fenix no hacía. La última frase que Saori dijo "Nadie te obliga a quedarte" era muy clara. Él era libre de irse si así lo deseaba y ella no le guardaría rencor.
—Escucha… —dijo al fin sentándose frente a ella.
—Creo que las cosas no te salieron como querías —dijo seria—, pretendías que la diosa me castigara y no fue así.
—Tienes razón en parte, sin embargo jamás me referí a ti como una traidora. Solo dije que no nos habías dicho nada sobre la caja. No esperaba que ella respondiera que, independiente de todo, la caja no era asunto nuestro sino de tu familia y no podrías volver si la traías contigo.
—Es correcto, como te dije ha estado en mi familia por mucho tiempo.
Pandora abrió la valija de viaje sacando la caja de madera, la cual llevaba un detalle nuevo: un listón dorado grabado en la superficie, como si este estuviera fundido con la madera y la cubría a lo largo. Era el sello de Atena, el cual ya no se trataba de un endeble sello de papel sino una tira metálica gruesa que impediría que alguien pudiera abrirla por cualquier medio. Tendrían que destruirla para llegar al contenido ya que el cerrojo estaba cubierto por el mismo sello.
—¿Vas a marcharte? —preguntó la joven mirándolo con resignación.
—No hasta saber que estarás bien y qué sabes donde la guardarás.
—Vaya, yo pensé que no querrías volver a hablar conmigo luego de todo lo que paso ayer; la caja y… lo demás.
—La caja me preocupa y lo demás… —comenzó a decir sin saber cómo decirlo o si era buena idea decirlo— no quiero que pienses que solo me aproveché de ti. Yo estaba seguro de que estaba bien y todo pero, no sé… aun no tengo una respuesta para darte.
—Esta bien —dijo ella amable—. Tienes la ventaja de que yo no espero nada de ti luego de eso, no sé qué clase de expectativas se deban tener luego de hacer algo así pero yo no las tengo. Solo me alegro de que tú me lo hayas mostrado y no otra persona —respondió seria—. No alguien como Radamanthys.
—¿Quieres decir que él intentó…?
—No, siempre me impuse y jamás le permití acercarse pero, todo el tiempo tuve terror de que él pretendiera hacer algo así.
Ikki la miró consternado, fue una mujer en medio de cientos de sujetos despreciables. Seguramente también fue la única niña en medio de ese grupo sintiéndose culpable. Seguro que no solo Radamanthys fue el primero en mirarla de esa forma, en querer cruzar la línea con ella.
—Normalmente lo haces con alguien a quien amas. Digo normalmente porque en la actualidad la gente lo hace casi por diversión —no sabía si decirle eso pero ya estaba dicho.
—¿Tu lo has hecho con alguien a quien ames?
—Si claro. Hace tiempo conocí a una chica llamada Esmeralda y ambos aprendimos juntos.
No entró en detalles pero le narró cómo fue que la conoció en su lugar de entrenamiento, cómo se enamoraron en medio de aquella adversidad y dieron paso de la amistad al amor. El primer amor de ambos.
—Ella perdió la vida poco antes de que yo terminara el entrenamiento.
—Lo siento, debe ser lindo tener alguien que te ame y terrible perder a esa persona. Alguien que sienta todas esas cosas por ti.
—Lo es y… espero encuentres a alguien que valga la pena —le dijo honesto—. No a un idiota como yo —penso.
—Gracias. Yo espero que podamos seguir en contacto, eres malo dando consejos pero los pocos que das son útiles.
—Que amable —respondió esbozando una leve sonrisa queriendo mirararla a los ojos nuevamente pero reprimiendose.
La tensión bajo bastante aunque difícilmente cruzaban mirada alguna, Pandora no conocía mucho de cómo actuaban las personas ordinarias pero sí sabía que su trato con Ikki no volvería a ser el mismo aunque ambos intentaran actuar con normalidad. No se arrepentía de nada aun así, solo sonrió mientras ambos iban escaleras abajo para comer algo luego de aquel largo día.
Durante la cena Pandora se cuestionaba dónde podría guardar el peligroso tesoro que tenía, ¿a qué lugar nadie podría tener acceso para encontrarla?, ¿como garantizar que esa caja estaría realmente oculta? Ya no tenía un castillo donde esconderla ni una caja fuerte para guardarla.
La diosa confiaba en que ella la mantendría segura.
—¿En qué piensas? —Ikki sirvió café para ambos observando como ella parecía estar en medio de una encrucijada mental.
—Dónde guardaré la caja.
—Lamento no poder apoyarte con eso, como lo mencionó la diosa, lo debes resolver tú.
—Lo sé.
—Pero, se podría ocultar en un edificio desolado, en una columna, en un mausoleo…
—Mis padres no tuvieron una tumba —comenzó a decir pensativa—, quizás si pudiera levantar un mausoleo para ellos podría meter la caja ahí.
Por lo pronto llevaría la caja con ella a donde fuera y, dado que, no podía volver a Grecia era buen momento para tomar una decisión y seguir el camino por su lado.
—Creo que es momento de que tome mi camino —comenzó a decir sin dejar de mirar al infinito.
Ikki la observó sin decir nada pero visiblemente preocupado por esa inesperada decisión, no se imaginaba que ella diría algo así tan pronto.
—La caja y su destino son mi responsabilidad. Como en el mito, la caja es de Pandora, y yo soy quien debe custodiarla. No quiero retenerte más, ha llegado el momento de hacerme responsable por mi vida.
—Pandora, ¿estás segura?
—Si —respondió sonriente—. Yo puedo hacerme cargo de la caja, por favor confía en mí.
El fenix la miro con gravedad no estando seguro si ella podría estar sola pero, muy dentro de él, deseaba marcharse de ahí, algo estaba consternandolo. Como Pandora bien mencionó, era importante que aprendiera a cuidarse sola y él ya se sentía algo fastidiado de la compañía. Quería volver a su acostumbrada soledad sintiéndose extraño porque deseaba irse pero también quería quedarse un poco más.
Se debatía entre irse para continuar con su vida o quedarse un poco más con ella.
—¿Qué harás con la caja?
—La tendré conmigo mientras busco la mejor alternativa para ella. No puedo abrirla si eso es lo que te preocupa. Nadie puede. Mañana me iré en el tren a otra ciudad, quizás ahí pueda empezar de nuevo, una nueva vida sin ser esclava de nadie.
—Espero que lo consigas… —tenía más palabras atoradas en la garganta sin saber como decirlas.
Sus asuntos en Ruhpolding estaban completos, ella viajaría en el tren de regreso a Salzburgo apenas se despidieran ya que la ciudad donde estaba el castillo Heinstein le agradaba poco para quedarse y la zona del castillo le traía malos recuerdos.
—Tengo miedo de que aún haya espectros en la cercanía del castillo.
—No es probable, ya hubieran aparecido. Como sea, es buena idea que vayas a otra ciudad.
Decidió no acompañarla aunque, dentro de él, si deseaba hacerlo. Solo la llevo a la estación del tren ya que él abordaría un avión privado que Saori solicitó, Ikki habría estado encantado de viajar usando el cosmos desafiando las órdenes de la diosa. Pandora hablo con Saori usando el teléfono del hotel dejándole saber sus intenciones para con la caja y el plan a futuro ofrecido por la diosa.
—Me quedaré en la ciudad y tendré la caja conmigo. Sé donde puedo guardarla pero tomará tiempo que lo consiga como lo he planeado.
—De acuerdo. Confío en ti Pandora, sé que tomarás una buena decisión para evitar cualquier tragedia.
Ikki dejó a una joven con un bolso y una valija de viaje en la estación tratando de ocultar su preocupación, estaba tentado a decirle alguna cosa más antes de irse pero no pudo, tan solo la abrazó herméticamente apenas si acercándola a él y se despidió rápidamente antes de querer cambiar de opinión.
—Mantente en contacto, ¿de acuerdo?
—Por supuesto. Espero escribirles a ti y a Shun largas cartas dentro de poco.
Pandora abordó el tren sin mirar atrás mientras Ikki la observaba desde lejos. Esa fue la última vez que la vio.
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Cuatro años después
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Dos viajeros iban en el tren de Trieste rumbo a Salzburgo. Uno dormitaba mientras que el joven del cabello verde releía la carta que tenía sobre la mesa. Una carta de Pandora, una de esas que tenían lo que era ya su estilo personal: papel grueso en tono café claro donde la joven plasmaba, de su puño y letra, las cosas que le acontecían en su día a día en tinta azul o negra. Al principio su caligrafía era torpe pero conforme iba pasando el tiempo esta había mejorado considerablemente y ahora era una experta usando la pluma y la tinta. La joven remataba la carta al cerrarla con un sello de cera fundida donde se leían sus iniciales: P.H.
—Es increíble el esfuerzo que pone en cada carta que manda —Seiya despertó desperezándose y se reacomodo en el asiento—. Es una pena que tu hermano no quisiera venir.
—Lo sé y no me canso de repetirle que fue un idiota —respondio Shun lanzando un resoplido.
Ikki narro lo ocurrido con Pandora a Shun, a penas llegó a Grecia, quien lo miro con ojos fulminantes durante toda la charla no sabiendo de donde se había sacado Ikki semejantes ideas. A él le habría encantado verlo al lado de la joven, creía que hacían buena pareja pero para Ikki no era así aparentemente. El cabeza dura de su hermano lo había estropeado todo con Pandora.
—Se que está arrepentido —decía Shun doblando la carta—, todo el tiempo habla de ella ya sea feliz, molesto o triste pero siempre está en sus pensamientos. Le he dicho que se trage el orgullo y la contacte.
—¿Y ella lo menciona en sus cartas o pregunta por él?
—No, Pandora ya lo dejo atrás. A veces escribe líneas como "da mis saludos a Ikki y la diosa" y ya. He querido persuadirla pero me dijo que no siente nada por él o lo que haya sentido murió simplemente.
—Bueno Shun, te quedaste sin hermana política. No lo veo tan grave. Además lo llevas mejor con ella que Ikki, tan solo ahora vamos a visitarla a su casa por invitación de ella misma.
Pandora llevaba tiempo pidiendo a Shun que la visite en su casa en la ciudad de Salzburgo, donde encontró un sitio no mucho después de separarse de Ikki en la estación del tren. La joven trazo un mapa lo mejor que pudo en su última carta donde indicaba a Shun como llegar desde la estación.
El joven pidió a Seiya que lo acompañara hasta allá ya que, dentro de poco, volverían todos a oriente cosa que dificultaría que se vieran en un buen tiempo. El jovencito quería recorrer el mismo camino que Pandora narraba con tanto detalle en sus cartas y tras organizar el viaje entre ambos iban bastante bien desde que salieron de Atenas el día anterior. Apenas llegaran a la estación debían abordar un autobús afuera el cual los llevaría, prácticamente, hasta la puerta del hogar de la joven el cual se ubicaba casi en las afueras, al sur de la ciudad.
Shun pensó que no era raro que ella quisiera alejarse de la gente lo más que pudiera, independiente de la caja, por el hecho de que estaba acostumbrada a estar sola.
La joven preparaba todo ese día para la llegada de sus invitados. No había dormido mucho la noche anterior ya que, desde que tenía la caja con ella, tenía pesadillas casi todas las noches. Cuatro años con malos sueños donde Radamanthys, Aiacos, Minos o el mismo Hades la visitaban en sueños diciendo que era afortunada por estar viva pero sería pasajero. Hypnos y Thanatos no se habían dejado ver aún.
Pandora llego a un punto donde estaba acostumbrada a verlos en sueños y escuchar sus reclamos, sabía que eran las voces de seres frustrados que no tuvieron nada mejor que la propia muerte. Sin pensar en nada más dejo sonando el aparato de sonido con una melodia clásica mientras terminaba de preparar la habitación de huespedes esperando que la estancia fuera de su total agrado.
Los dos chicos bajaron del tren y con pasos rápidos fueron por la estación buscando la salida del autobus indicado en el mapa. Este recorrió las calles de la ciudad mientras los viajeros miraban a todas partes muy interesados en el panorama, el día era magnífico y la vista de las montañas en la lejanía lo complementaban. El autobús los dejaría frente a la estación Salzburg Sud y ellos debían caminar hacía Salzachweg Strasse, al lado del rio Salzach. Mientras seguían el cauce del rio llegaron a la esquina de la calle mencionada donde vieron una residencia sola de dos pisos, paredes blancas y techo negro a dos aguas.
—Parece que es aqui —indico Shun señalando la residencia para simplemente llamar a la puerta.
La puerta que daba al jardin delantero se abrio y fue Pandora quien los recibio visiblemente feliz de verlos.
—¡Shun, Seiya! —los abrazó efusivamente.
Shun observó que, esencialmente, era ella. La joven ahora vestía de negro y encaje e iba ligeramente maquillada resaltando sus grandes ojos. Se le veía muy elegante ciertamente. Se le veía en paz. Los invito a pasar para que pudieran descansar luego del largo viaje.
El interior del hogar de Pandora poco tenía que ver con el austero exterior. La joven mantuvo el color claro de las paredes pero había pinturas de marcos gruesos en cada una, así como muebles de estilo antiguo y colores opacos con mesas de gruesas patas y lamparas anchas con pantallas decoradas y oscuras. Si, era todo el estilo de la joven según vio Shun pero, algo llamó su atención apenas entró al salón. Sobre la chimenea, debajo del retrato de su familia, había una miniatura detallada del castillo Heinstein hecha de metal fundido y esta tenía una base sumamente gruesa, era una escultura que parecía un trofeo deportivo. El joven pensó con ironía que aquello sería una excelente arma de defensa.
Se preguntaba qué había en la base de aquella miniatura. ¿La caja estaría ahí acaso? Pandora habría mandado fundirla en acero ardiente para forjar una miniatura del castillo y colocarla sobre la chimenea. Algo así era posible.
—Es justo lo que estás pensando —dijo ella acercándose detrás de ambos.
—¿La caja está ahí? —pregunto Seiya con sorpresa.
—Tenía que garantizar que nadie tuviera acceso a ella y aunque me robaran esa estatua… sería imposible que logren abrirla. Esa caja es una con el acero fundido que la cubre.
—Que ingenioso… —pensaron ambos al mismo tiempo.
La joven les ofreció unas bebidas y mientras charlaban les narro el proyecto que Saori solicitó hacía no mucho. La diosa ya le había pedido que aportara algo a la comunidad y como Pandora era aficionada a escribir cartas largas decidió vaciar todas sus vivencias en un texto extenso. Pensó que solo serían un par de páginas sin embargo no lograba terminarlo ya que tenía mucho que decir.
—Seguro que quedará muy bien —añadió Seiya con entusiasmo—. Seré el primero en leerlo apenas lo vea en la librería.
Pandora observó sonriendo a Seiya, quien estaba totalmente revitalizado y lleno de vida ya que sonreía y gesticulaba con las manos. Estaba feliz por verlo de pie nuevamente. La maldición de Hades había quedado atrás sin perjudicar su salud.
Shun observo que al final del salón estaba un arpa muy alta y amplia. Recordó brevemente que dentro del castillo Heinstein había una, alcanzó a verla antes de que el palacio se viniera abajo. Se acercó a ella observándola con cuidado.
—Había un arpa en el castillo. ¿Era tuya?
—Si, toqué el arpa por tantos años que me sentía incompleta sin ella. Permítanme interpretar algo para Ustedes mientras beben su té.
—No te molestes…
—No es molestia.
Se colocó delante del instrumento e interpretó la melodía que fue obligada a aprender para el dios Hades aunque jamás logró tocarla para él, ahora lo haría para Shun. La joven tomó asiento al lado de la tabla de armonía del instrumento tocando las cuerdas como lo había hecho desde siempre. Ambos la miraban conmovidos. Era muy hábil y en alguna de sus cartas mencionaba que la había conseguido interpretar delante de varias personas en más de una ocasión. Pandora poco a poco se acostumbró a que la vieran interpretar y la gente disfrutaba su música ya que no solo interpretaba la pieza que las ninfas le enseñaron sino que, curiosamente, era capaz de entender las notas e interpretar casi cualquier pieza para arpa.
En ese momento Seiya entendió por qué Shun se refería a Ikki como "idiota", pero no podía culparlo porque el fenix no estaba hecho para esa vida, Pandora ya no era sirviente de un dios maligno sino una joven normal que, si bien recordaba todo lo ocurrido, nada podía hacer para causar algun mal al mundo. Ella solo deseaba vivir en paz al lado de las cosas que la rodeaban como el rio, su música, las montañas y la gente a la que apreciaba.
Pandora jamás se acostumbraría al ritmo de vida nómada de Ikki, Seiya creía que con el tiempo Shun llegaría a considerar que el destino era sabio a fin de cuentas. Sin pensar en ese tema ambos gozaron de aquella visita que duraría una semana.
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Dos años más tarde
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La velada fue encantadora sin duda y la firma de libros en aquella librería de Múnich resultó mucho más de lo que ella hubiera deseado. Pandora estaba en la sala de su casa contemplando el libro en sus manos, un tomo escrito por ella donde se apreciaba su nombre en la portada escrito con grandes letras plateadas acompañado solo por la letra H. Ya no era desconocida para el mundo mortal, todos sabían de ella puesto que había firmado ejemplares a personas de diferentes partes del mundo durante un día entero.
Sonrió satisfecha rememorando que, al final del evento, conocio a alguien con quien podría iniciar una relación romántica, tenía ese potencial y eso la entusiasmaba. Sobre la mesa de centro de la sala estaba la fotografía de la cena: Pandora en medio de Shun, Seiya y Saori. Los tres viajaron hasta Alemania para acudir a la firma de autógrafos. La solicitud de la diosa fue completada con éxito: aportar algo bueno a la comunidad. La joven Pandora cumplió su promesa y esperaba que el texto le fuese útil a quien lo leyera aunque, más bien, pareciera una novela de crimen.
Tomó asiento de una de las sillas pensando en el joven que conoció en la librería: un buen mozo alto, de cabello alborotado y ojos verdes que se había esperado hasta que ella terminara de firmar para acercarse con la intención de charlar un rato. Pandora se lo permitió solo porque ya lo conocía de la batalla en el castillo Heinstein cuando él la amenazo con la mano, en medio de la confusión, "como bien sabes Excalibur vive en mi brazo". Eso fue lo que dijo aquella mañana pocos segundos antes de que se les acabaran las doce horas que tenían. Aunque hubieran pasado tantos años, sus palabras y la expresión de su rostro aún estaban en la memoria de la joven.
—La vida da muchas vueltas —pensó sonriendo en medio de la ensoñación—. ¿Qué pasará después de que nos reencontremos en unos días? —él le había pedido salir a cenar dándole sus datos de contacto y la joven tenía en papel con esos datos sobre la mesa de noche esperando el mejor momento para llamarlo, para arreglar la cita con él y usar uno de sus mejores vestidos.
Observó un momento el retrato de sus padres sobre la chimenea, ¿qué hubieran dicho al respecto de todo lo que había pasado con ella desde hacía seis años? Sin embargo Pandora no pensó en una respuesta porque algo más llamó su atención.
Debajo del cuadro, sobre la chimenea, estaba la miniatura del castillo Heinsten con la caja maldita como base. La joven se puso de pie lentamente horrorizada ante la ausencia de esta. La miniatura había desaparecido de la chimenea. ¿Cómo era posible aquello? Nadie había entrado en la casa ya que, las ventanas y puertas, estaban cerradas tal cual ella las dejo. No había señales de robo por ninguna parte. ¿Por qué no estaba en su sitio aquel objeto desgraciado?
Toco con ambas manos el espacio vacío tratando de encontrar alguna respuesta lógica.
—Espero te hayas divertido estos seis años —la joven dio un respingo al escuchar aquella voz inconfundible. El tercer juez era quien estaba de pie detrás de ella vestido con su sapuri.
Tal y como lo vio la última vez en la batalla en el Inframundo.
—Radamanthys…
—Dime, querida Pandora, ¿la vida ha sido buena contigo todo este tiempo? Espero que sí porque tienes una deuda pendiente en el Inframundo y ya es momento de cobrarla.
—¿Qué haces aquí? —pregunto con los ojos muy abiertos y voz apenas audible—. Estoy muy lejos del castillo Heinstein, no deberías haberme encontrado.
—La obsesión por tu caja me trajo hasta ti —el joven llevaba la caja maldita en lo alto de su mano izquierda mostrando una expresión triunfante con sus ojos rojos de ira.
Había logrado sacar la caja del acero que la cubría y, con el sello de Atena aún colocado sobre esta, se la mostró dejando a la joven horrorizada.
—Que tonta fuiste Pandora. Debiste dejar la caja olvidada en el castillo Heinstein así habrías sido libre de su influencia por siempre y yo jamás hubiera dado contigo pero, no pudiste quitarla de tu mente, estabas tan obsesionada con ella que tuviste que regresar a buscarla. Hubiera sido el problema de otro y no el tuyo, ¿no lo comprendes?
Radamanthys estaba eufórico al decirle todo esto disfrutando cada segundo de la expresión horrorizada de Pandora.
—Estos seis años te advertimos en sueños que vendríamos por ti, que la caja era tu perdición y no escuchaste. Debiste prestar más atención a las voces en tu cabeza.
—¿Entonces me llevarás de regreso al inframundo, no es así? —respondió con calma mirándolo duramente.
—Es correcto y deberías estar agradecida porque el Señor Hypnos se haya preocupado un poco por ti.
—¡¿Eso qué significa?!
—Te llevaré de regreso a donde perteneces dejando tu gloria intacta. Tu nombre será recordado gracias al librito de ficción que escribiste aunque la verdadera tú haya fallecido siendo niña y no seas más que su recuerdo. ¿Te das cuenta del gran acto de generosidad que tendrán contigo? La gente podrá recordar tu nombre aunque ya no tengas nada que ver con tu extinta familia —respondió siseante mirándola por el rabillo del ojo.
—Y lo dices con una delicia en la voz… eres un maldito miserable Radamanthys.
El juez sonrió maliciosamente dejando ver la fila de dientes afilados en su boca.
—¿Y qué harás si me rehúso a ir contigo?
—No tienes elección me temo. La diosa Atena te trajo a la vida es cierto pero, como bien mencionó aquel día: no tiene poder sobre las pertenencias de otro dios y tú, querida mía, perteneces al dios Hades. ¡Eres propiedad del Inframundo y nada de lo que hagas impedirá que te lleve de regreso a casa!
—Nos enfrentaremos en el infierno entonces...
Lo último que Pandora vio, antes de lanzar un grito ahogado, fue a Radamanthys abalanzándose sobre ella llevando aquel objeto en alto. Luego de sentir el impacto de la caja sobre su cabeza todo a su alrededor fue oscuridad.
En los siguientes días los diarios y las noticias anunciaron que Pandora H había sido asesinada en su propia casa.
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Fin
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Notas: Aunque no lo crean el final original de esta historia era otro… no pude resistirme a terminarla así como esta aunque si que Pandora tenía un final más feliz pero, me dije, ¿por que no acabarla diferente? He tratado de alejarme un poco de mis lugares comunes de escritura y experimentar un poco con otras cosas incluyendo finales diferentes.
Gracias por leer.
