El tormento de los tormenta

Ciclón y Tempestad avanzaban lentos pero seguros a través de la Cordillera de Cristal, armados hasta los dientes y preparados para lo que sea, como dignos hijos de Tormenta.

Detrás de ellos se erguía orgulloso su flota de dirigibles (menos un batallón) y sus soldados.

─ ¡Señor, General señor! Hay una figura en la distancia, parece que nos espera, ¡señor! ─ Dijo un teniente, cuadrándose ante los dos generales.

─ ¿Un poni? ¿Solo un poni o también el batallón de acero que derrotó a los exploradores?

─ Solo un poni, ¡señor! ─ dijo el teniente pasándole un par de binoculares a Tempestad.

Ella los tomó y miró. Solo era un potro con una especie de traje de spándex negro, que también los miraba a ellos con sus propios binoculares. Al ver que lo observaban, el poni saludó alegremente agitando su casco. Estaban demasiado lejos, pero los Tormenta claramente podían sentir que el muy cretino les sonreía.

Cuando estuvo seguro que los dos gemelos lo veían, Bright sacó un control remoto de su bolsillo y apretó el botón. Torres escondidas entre la nieve emergieron de pronto, y varias luces de color morado colocadas a lo largo de la torre se encendieron a la vez.

El ejército tormentiano no sabía qué demonios pasaba, hasta que de pronto sintieron un tirón y antes que pudieran hacer nada, una poderosa fuerza empezó a atraerlos hacia las torres. En pánico trataron de escapar, hasta que alguien se dio cuenta de lo que sucedía.

─ ¡Son magnetos! ¡Todos, suelten sus armas y armaduras!

No había que repetirlo, pronto todos lo hicieron y se quedaron ahí, desnudos en la nieve. Solo Ciclón y Tempestad hicieron un campo de energía que los protegió del campo de atracción de los electroimanes de Bright. Entonces Ciclón le dio un codazo a su hermana.

─ ¿Qué?

Como respuesta, él solo señaló hacia arriba. Vieron cómo sus dirigibles eran atraídos también por el tremendo poder de los magnetos y los iban a aplastar de un momento a otro.

─ Maldito ─ dijeron al unísono los gemelos, al tiempo que se quitaban de donde estaban.

Ellos y todo el ejército corrieron por sus vidas para no ser aplastados por su propia armada de dirigibles. Cuando finalmente estuvieron a salvo, los magnetos se apagaron, y en su lugar emergieron los gigantes de acero que empezaron a desmantelar los dirigibles, y a tomar las armas y armaduras y ponerlas en un contenedor con ruedas. Al poco tiempo, también empezaron a poner las partes metálicas de los dirigibles en el contenedor.

En menos de diez minutos, se lo habían llevado todo.

Los gemelos miraron de nuevo hacia al poni a la distancia, con la ayuda de sus binoculares se dieron cuenta que seguía observándolos, con una taza de chocolate caliente. Rechinaron sus dientes cuando entendieron que se estaba burlando.

─ Bien, si lo que quiere es resolverlo en persona tendremos que otorgarle esa cortesía.

─ Sí, por irritante que sea se lo ganó. Incapacitó a nuestra armada en poco tiempo, no puedes hacer nada sino respetar a alguien así de capaz ─ murmuró Cicón.

─ Será un placer quebrarlo y hacer que trabaje para nosotros. Con semejante poder en nuestras filas no habrá ni nada ni nadie que nos detenga ─ dijo Tempestad.

Los dos hermanos chocaron los puños, confiados de su invencibilidad

Fue cuando escucharon una impertinente voz justo detrás de ellos. ─ Mi pregunta es, ¿cómo piensan someterme si yo soy mucho más poderoso que ustedes dos juntos? Sus poderes son inútiles ante mis armas, que son mi propio poder.

Los dos se volvieron y trataron de ensartar al maldito con su lanza. Golpes no letales, claro, tenían que conservarlo para convertirlo en su armero personal.

Bright se limitó a detener las lanzas con sus cascos como quien no quiere la cosa.

─ Patético.

Ambos siguieron tratando de presionar con sus lanzas, y entonces sintieron una poderosa corriente eléctrica correr por sus cuerpos, y soltaron sus armas.

Bright entonces sacó una lanza de su bolsillo. Una gran lanza negra con una joya azul en el centro. La lanza del Rey Tormenta.

─ Esa es…

─ ¿El arma de… de papá?

Bright asintió.

─ Vine directamente desde el futuro. Un futuro en donde ustedes dos, par de perdedores, en su desesperación por no poder vencerme lo reviven. Bueno, lo derroté y se la confisqué… todo en menos de cinco minutos. ¿Realmente creen que tienen oportunidad?

Ellos dos cerraron los puños y trataron de golpearlo, pero Bright los apuntó con su casco, fueron rodeados por un aura parecida al aura mágica de los unicornios pero no lo era. No se sentía como un elemento natural, sino algo más. Y la fuerza de este agarre era muy superior a la de ninguna criatura con la que jamás se habían topado.

Trataron de librarse, pero no podían.

─ ¿Qué demonios?

─ ¡Suéltanos!

Bright los golpeó el uno contra la otra y los arrojó al suelo.

Mientras se recuperaban, él volvió a apuntarles con su casco y pronto se vieron presos en fuertes cables de acero.

Se retorcieron, intentaron desesperadamente de usar su poder pero no podían hacer nada.

─ Y como una cortesía especial, son los cables que hice con el metal que tomé de sus dirigibles. Acero cien por ciento tormentiano.

─ ¡Maldito tienes cinco segundos para soltarnos!

Bright les dio la espalda con toda la tranquilidad del mundo, con la arrogancia propia de los invencibles.

─ Lidiar con ustedes es divertido, cuando estás aburrido siempre puedes, o podías, contar con la arrogancia de los tormenta. Pero aunque me gustaría mucho mostrarles mis armas mientras dreno poco a poco su esperanza de siquiera tocarme un pelo… hoy tengo otras prioridades. Como buen poni, antepongo la amistad sobre todas las cosas.

Puso un casco en su oído, activando su auricular.

─ Lumi, ¿puedes rastrear mi señal?

Se hizo silencio del otro lado por un par de segundos.

─ Pero mon amí, ¿Que fais tu en el pasado?

─ Pues, fui a buscarte un regalo. ¿Puedes venir?

─ ¿Un cadeau? ¿Qué? ¿Parce que?

─ Sí, dos príncipes tormentas incapacitados e inmovilizados solo para ti.

Se hizo un silencio sepulcral, y al poco tiempo vieron aparecer a otra poni. Igual que Bright, iba vestida con un traje de spándex negro, pero ella además lo adornaba con una bufanda de seda rosa. Su pelaje era celeste claro, casi blanco, y una melena rubia. Sus ojos eran azules y brillantes.

Eran unos ojos muy hermosos, pero los Tormenta sintieron miedo. Porque después de muchos años en incontables batallas, reconocieron el brillo de la perversidad pura.

Ella sacó lo que parecía ser un estuche de brochas de maquillaje.

─ Bright eres un cielo… je savais que je pourrais confiar en ti,

Le dio un sonoro beso.

─ ¡Eww, Lumi!

─ Algún día vamos a casarnos y lo sabes. Vete acostumbrando.

Entonces se volvió hacia los dos príncipes, abriendo su bolsita.

─ C'est un plaisir de te connaître. Yo soy Luminositè Belle, y estos son mis instrumentos para reformar villanos.

Les mostró el contenido, y los dos palidecieron.

─ Parecen instrumentos de tortura.

─ No parecen. Son.

Bright activó sus auriculares canceladores de ruido y se puso a escuchar una canción. Miraba a los tormentianos retorcerse y gritar, suplicando no por clemencia sino porque los mataran pero Bright no los escuchaba para nada, y solo tarareaba la melodía. Los gritos lo irritaban, lo hacían perder la concentración.

Sacó de su bolsillo una computadora y se puso a trabajar, aun tenía que trabajar en la fase dos para que todo saliera limpiamente. De cuando en cuando Bright levantaba la mirada para ver a los tormentas, la estaban pasando fatal. Lumi era extremadamente cruel y su sadismo no conocía límites… pero como había pasado mucho tiempo sin víctimas estaba llegando mucho más lejos de lo que usualmente lo hacía. No podía escuchar, pero a juzgar por una lectura rápida de labios los dos tormentas estaban suplicando la muerte.

─ Huh… usualmente pasan dos días antes que supliquen morir, su necesidad era grande.

Siguió con su trabajo, al fin y al cabo ¿a quién le importaban los villanos?

Lumi seguía en lo suyo, estaba en la zona. Cada grito era música, cada gota de sangre era un deleite. Pero lo mejor era el olor, no el de la sangre o las secreciones que sus víctimas sacaban a medida que su tormento seguía, sino lo que estaba detrás de todo aquello. Ese olor primitivo que solo los depredadores eran capaces de sentir, el olor del miedo.

Una alarma sonó, estaba a punto de matar a sus víctimas.

Con un suspiro elegante se separó de los gemelos, apuntó con su casco, y devolvió sus cuerpos a un perfecto estado de salud. Luego prosiguió con sus torturas.

Repitió la misma rutina una docena de veces hasta que se mostró satisfecha.

─ Ahhhh, necesitaba eso ─ dijo ella con una sonrisa complacida.

Bright la miró.

─ Bien por ti, ya estaba preocupado.

Ella lo abrazó.

─ Mercí Bright… eres el mejor amigo del mundo.

─ Claro, claro.

Al final se separaron.

─ Bright, hace poco estaba aveuglé par l'émotion, pero… ¿no acabamos de alterar la historia? Los tormetianos jamás atacarán sabiendo lo que les espera.

Bright entonces les mostró su computadora.

─ Todo es parte del experimento, tú sabes que siempre estoy preparado para todo.

Ella miró a la pantalla.

─ Huh… usar mis nanomáquinas para reescribir sus recuerdos, nunca pensé que pudieran usarse así.

─ Bueno, ya lo comprobé con ellos en nuestra época y es seguro usarlas. Una vez limpiemos nuestro desastre, podremos volver a casa y usarlas libremente.

─ ¿A qué te refieres?

Bright suspiró.

─ Temo por ti, nos las hemos arreglado para traumatizar de por vida a todos los villanos del mundo y seamos sinceros, jamás volverán a atacar. Por eso a partir de ahora pensé que podremos borrarles la memoria después de cada encuentro. De este modo seguirán atacando y tendremos una dosis ilimitada de conejillos de indias y/o juguetes.

Los ojos de Lumi se iluminaron.

─ ¡Bright eres un genio!

─ Todo por ti amiga mía.

Ella lo iba a besar otra vez, pero él se apartó justo a tiempo.

─ Antes de celebrar, ayúdame a borrar la memoria de algunos ponis, ¿quieres? Quería apegarme al teatro para que esto no fuera necesario pero mi prima tuvo que venir a arruinarlo todo.

─ ¿Porqui diable le diste acceso al laboratorio al premio Nobel de la estupidez?

─ Mi prima es importante para mí, igual que tu mamá y tu tía lo son para ti.

Ella suspiró.

─ Finissons-en avec.

Sacaron unas grandes jeringas llenas de una solución salina inocua en donde se encontraban las nanomáquinas. Inyectaron a los gemelos, y esperaron hasta que un cronómetro les dio la señal.

─ Las nanomáquinas ya están en sus cerebros.

─ Parfait, ¿entonces, nos encargamos de ellos aquí y de sus soldados, verdad?

Bright asintió.

Mientras se encargaban de la realeza, los robots de Bright se encargaban de reducir a las desmoralizadas tropas y luego los androides de Lumi, sus Muñecas, les inyectaban sus nanomáquinas.

Este intento de invasión jamás ocurrió debido a une explosión en la refinería de metal del Reino Tormenta que dañó a las tropas y arruinó sus equipos.

Lumi tenía una gotita en la sien.

─ ¿En serio?

─ Hay que buscar una excusa de por qué les hace falta tanto acero.

Ella mejor no dijo nada, y ambos se teletransportaron al Imperio Cristal.

Bright esperaba que nadie notara el cambio cuando su Pretender y él volvieran a cambiar de lugar, pero se dio cuenta que ya no detectaba la señal de su máquina.

─ Ay, genial.

Entró a la sala, donde todos esperaban muy molestos.

Twilight le mostró los restos de su robot.

─ Bright, ¿qué es esto?

─ Un Pretender. ¿Cómo te las arreglas para descubrirlo siempre? ─ Preguntó Bright.

─ ¿Yo? Bueno, no, fue Flurry.

Bright levantó una ceja.

─ ¿De veras? Usualmente eres tú la que detecta y destruye mis robots.

Lumi suspiró mientras le daba un sorbo a una taza de té.

─ Incroyable, ¿el Premio Nobel de la Estupidez detectó un Pretender?

─ Teniendo en cuenta que me pide prestado uno siempre que quiere escapar de sus responsabilidades como Princesa, no me extraña ─ dijo Bright.

Flurry levantó el casco en protesta.

─ ¡Oye!

─ ¿Huyes de tus responsabilidades de Princesa? ─ Preguntó Cadence.

─ Bueno, una reunión diplomática aburrida, una que otra cena con la realeza extranjera, o en un par de ocasiones una sesión de la Corte, pero porque coincide con mis convenciones de cómics y… ¡Oye! Me engañaron para que dijera eso.

Lumi solo suspiró.

─ Incroyable, ¿cómo alguien como tú comparte genes con Bright?

─ ¡Vete al infierno! ─ respondió Flurry haciendo un puchero.

Fue cuando notaron a la recién llegada.

Rarity tragó saliva, la veía ahí elegante y hermosa, vistiendo una bufanda de seda muy a la moda. Con el pelaje azul cielo, casi blanco, y la melena rubia platinada.

─ ¿Luminositè?

La niña de inmediato se emocionó.

─ ¡Mère! Oh mère, siempre es un gusto verte.

Y la atrapó en un abrazo muy afectuoso.

─ Luminositè… ¿verdad?

Ella asintió.

─ Bright te habrá contado todo sobre mí, ¿no? De cómo me acogiste y eres la poni más especial y querida para moi.

─ Sí, Luminositè y también me contó lo malo pero no quiero creerlo. Es que…

Lumi se separó ligeramente.

─ Pardonne moi mère. Por mucho que duela admitirlo, es verdad. Pero gracias a Bright he encontrado un code moral que me ayuda a ventilarme sin que sufra nadie.

─ Los villanos.

─ Ellos no cuentan ─ dijo ella sorprendida de la reacción de su mére.

Bright solo le puso un casco en el hombro a su amiga.

─ Lumi, no vale la pena, lo sabes, ¿no?

─ Mi sueño es que algún día mi mère entienda mi forma de pensar, pero supongo que tienes razón.

─ Concentrémonos en eso en nuestra época, ahora mismo tenemos un trabajo que hacer.

Ella suspiró.

─ Supposer que tienes razón mon ami. Entonces, ¿terminamos aquí y volvemos a nuestra época?

─ Ese es el plan.

Twilight solo frunció el entrecejo,

─ ¿Qué van a hacer?

Bright le dirigió una sonrisa de disculpa.

─ Perdón por esto, realmente pensaba apegarme al teatro y evitar llegar a este punto pero gracias a cierta cabeza hueca no me queda más remedio que reescribir la memoria de todos ustedes.

─ Tenemos que preservar la historia tal y como la conocemos para que no creemos líneas de tiempo alternativas. Excuse moi pero así son las cosas.

Flurry adolescente tragó saliva.

─ Esto se va a poner feo…


Y bueno la última entrega de este fic está a punto de llegar, mostrando las habilidades de Bright contra su familia pero descuiden, los que han leído el fic original saben que el dúo lunático no daña directamente a otros ponis, pero en fin.

Espero les haya gustado y nos vemos en el final de este fic.

Chao; nos leemos!