[Lo que Ocurre bajo el cielo]
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[Boletines]
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los hermanos cazafortunas.
Queridos lectores,
El escándalo más sonado de los últimos días ha tenido el desenvolvimiento más sorprendente de todos. Luego de las visitas hechas por el señor V. a la casa de la muy respetable familia D. La señorita D, ha sorprendido a toda la sociedad con la decisión de romper su compromiso con el muy respetable miembro del ejército, el señor L.C.
Hace una semana, la noticia nos sorprendió y escandalizó a todos por igual, pues los dos futuros contrayentes tenían relaciones muy cercanas con los dos hermanos C. Bien saben todos ustedes que esta autora se lamentó profundamente por la suerte de estos admirados hermanos, quienes claramente se habían visto envueltos en las garras de un conocido timador y de una joven señorita cuyos fáciles afectos varían como las estaciones.
Lo cierto queridos lectores es que no existe nada más misterioso que la naturaleza humana, y nadie puede saber con certeza que ha podido pasar por la mente de los protagonistas de este drama, que más parece sacado de una de esas novelas románticas que tan de moda están por estos días. Así pues, podríamos decir que es una de esas breves oportunidades en las que la vida imita al arte.
Sin embargo, no hay que temer, ya que los alcances de esta servidora van directo al corazón del escándalo. Mis fuentes sugieren que puede que el muy respetable Capitán L.C. no lo fuere tanto, y que hubiere en aquel rompimiento algo más que el carácter voluble de una dama joven. Desafortunadamente, hay informaciones de que él, así como su querida hermana, no son más que un par de crueles cazafortunas que se encuentran a la busca de un buen partido. Para leer más, por favor avancen a la página siguiente:
Marinette bajó aquel botetín y lo dejó encima de la mesa de centro de la salita de estar, mientras que le pasaba a su mamá un vaso de agua de limón para su "dolor de cabeza", que en realidad no dejaba ser más que una terrible resaca producida por el exceso de champagne el día anterior durante una velada de canasta para las damas de la alta sociedad en la casa de Marlena Cesarire.
– No sé qué me pasó, he debido tomar muchos dulces y el exceso de azúcar me ha dado migraña– dijo Sabine mientras se recostaba en el sofá de su casa de campo.
– Sí mamá, probablemente – respondió risueña Marinette mientras recordaba cuánto trabajo les había costado ayudar a subir las escaleras a su mamá en compañía de su papá. Aquello era muy extraño, ya que Sabine apenas solía beber cuando se encontraba en un evento como aquel, pero Tom y ella no pudieron más que encontrar sumamente divertido todo el asunto.
– Gracias querida – respondió Sabine mientras recibía el vaso de las manos de su hija.
– Mamá – dijo Marinette – ¿Ya leíste el artículo que salió en el boletín social del día de hoy?. Nuevamente esa espantosa mujer está escribiendo acerca de nosotros, pero esta vez es más gentil.
– Bien – comenzó Sabine – ya ha pasado una semana, desde que se anunció el compromiso de ustedes dos, finalmente ha debido encontrar algo más interesante.
– Lo hizo, de alguna manera se enteró de la verdad acerca de Luka – dijo Marinette mientras le pasaba el boletín – y de alguna manera, también se enteró del cambio de actitud de Juleka hacía Félix, luego de que se descubrió el asunto de las deudas de su papá.
– ¡No puede ser!– dijo Sabine mientras se levantaba y comenzaba a leer frenéticamente el boletín social de aquel día.
– Mamá – comenzó Marinette – ¿hay alguna posibilidad de que le contaras a alguien? – preguntó. Sabine bajó el boletín y se llevó la mano a la boca completamente estupefacta.
– No lo recuerdo, querida, en realidad no lo sé – admitió Sabine.
–No te preocupes mamá, Félix y yo hemos vivido con la mala publicidad desde hace tiempo, no es tan malo, de seguro los boletines se olvidarán de los Couffainne rápidamente. Después de todo, no es que estén haciendo algo muy diferente a lo que hace el resto de la sociedad.
– Supongo que estás en lo cierto – dijo Sabine. – querida, ya son las cuatro es mejor que te prepares, el señor Graham de Vanilli prometió que regresaría a esta hora de montar. Mándale mis recuerdos a Marie, dile que la esperamos pronto de vuelta.
– Sí mamá – respondió Marinette mientras que se ponía sus guantes y su sombrero.
Marinette estaba completamente impaciente por dejar la casa aquel día. Hacía casi una semana que ella se encontraba prácticamente escondida del mundo en su habitación, al punto que después de la locura mediática que había causado su segundo compromiso, las dos familias habían decidido permanecer en el campo por un buen tiempo para evitar la mirada de los curiosos, regresando a París lo suficiente para algún evento específico. Sin embargo, otra de las razones por las que ella también evitaba salir, era por las constantes visitas que Adrien intentó hacer durante los últimos días.
Su mamá había cumplido su promesa, ya que al día siguiente de su picnic, sus padres le hicieron una visita al señor Agreste, a quien le pidieron que mantuviera a Adrien lo más lejos de Marinette de ser posible, y le previnieron para que no se ofendiera en caso de que no se lo volviera a invitar a la casa de los Dupain. Después de todo, el comportamiento de su hijo ya estaba cruzando una delgada línea que Marinette nunca pensó que atravesaría.
– Buenas tardes – la saludó Félix quien aún llevaba su traje de montar puesto mientras que la esperaba en el jardín trasero de la casa. – ¿Te encuentras lista?
– Si, pero Tikki no puede ir con nosotros, necesito que trabaje en el bordado del vestido de Chloe Burgeois– comentó Marinette.
– No estará bien visto si nos internamos en el bosque sin un chaperon – respondió Félix mientras los dos comenzaban a avanzar por el sendero.
– No creo que nadie pueda vernos. Y francamente, tu y yo ya nos hemos metido en todos y en cada uno de los escándalos más sonados de esta ciudad, francamente, no sé cómo podría ser peor – comentó Marinette.
– Buen punto – aceptó Félix mientras se adentraba en la floresta.
– Lo que me parece curioso, es el cambio en el tono de esa escritora, ella parecía odiarme antes, pero de un tiempo para acá, parece defendernos. El artículo de los boletines sociales del día de hoy fue muy favorecedor para nosotros.
– Habla por tí, a mí me sigue llamando "ese timador"– se quejó Félix. Marinette se rió levemente al escuchar aquello y continuó:
– Lo que no entiendo es porqué arremete en contra de los Couffainne – dijo Marinette.
– Personalmente, no creo que debas tomarlo tan seriamente, Marinette– respondió Félix. – ella sólo publica los chismes que escucha, aunque es claro que tiene sus favoritos ( y yo no soy uno de ellos) creo que no es decisión suya, sino de su editorial.
– Puede ser – aceptó Marinette al tiempo que se acercaban a la casa de Marie que se escondía tras la floresta.
Marinette y Félix hicieron su acto como futuros esposos, y señores de la casa Graham de Vanilli, repartieron sonrisas, un presente de mermelada, panes y frutas caseros, así como otros productos de panadería hechos en la cocina de los Dupain. Marie prometió que volvería al trabajo pronto, pero le pidió una vacante en la casa de campo. Marinette sabía que siempre se necesitaban personas allá, aunque al principio no entendió por qué prefería dedicarse a aquel trabajo excesivo y agotador en vez de él que tenía en la ciudad. Sin embargo, pronto entendió que probablemente lo que ella quería era alejarse de esa persona que la había metido en todos aquellos problemas. La pareja abandonó la cabaña en medio de risas y agradecimientos por parte de la familia.
– Marie se ve bien – dijo Félix – sé que sonará mal, pero es una verdadera suerte que su embarazo terminara de la forma que lo hizo.
– Lo es, aunque es injusto para ella que tuviera que pasar por todo esto – respondió Marinette.
– El asunto te afectó bastante ¿No es así, Marinette? – preguntó Félix.
– Si, lo hizo, es verdad, es una suerte que las cosas hubieran terminado como lo hicieron– opinó Marinette.
– Marinette… – comenzó Félix quien a juzgar por la forma en la que había dejado la frase colgando en el aire, tenía dudas – el doctor insinuó algo, él sugirió que tal vez ella hizo algo voluntariamente para interrumpir…
– ¿Hay alguna diferencia?
– No realmente. Ella está sana y salva, y eso es lo que verdaderamente importa.
– Entonces no debemos tocar este tema nuevamente – sentenció Marinette.
– ¿Quieres ir al estanque conmigo? – le preguntó ella.
– ¿El estanque?
– Sí, es mi lugar favorito en todo el bosque, es precioso– dijo Marinette emocionada ante la posibilidad de compartir aquel sitio con Félix.
– Parece interesante, me agradaría mucho ir a aquel lugar – respondió Félix dedicándole una tranquila sonrisa.
– Ven conmigo – dijo Félix mientras lo tomaba de la mano y lo conducía por el sendero del bosque. Marinette sintió un leve comezón en su palma al sentir que solo los separaba la fina tela de sus guantes. Ella ya había pasado por dos cortejos previos y sabía a la perfección qué significaba aquello, pues no era un secreto para ella misma que encontraba a Félix muy atractivo, siempre lo hizo, después de todo, ella ya había estado enamorada de Adrien quien era muy parecido a él.
Sin embargo, lo que sí era diferente, eran sus sentimientos por su nuevo prometido frente a los que tenía por Luka. En el caso del Capitán, pese a que sabía que no le sería difícil cumplir con sus deberes como esposa, pues lo encontraba muy atrayente, lo cierto es que Félix verdaderamente despertaba en ella el deseo que en el pasado hubiera sentido con Adrien.
Marinette no entendió bien cómo era que aquello había ocurrido tan rápido. Durante la mañana de su compromiso, su familia así cómo la señora Graham de Vanilli despertaron con la intención de tomar un taciturno desayuno en silencio, y planear una forma de enfrentar todo el desastre mediático que se venía encima por su rompimiento con Luka. Sin embargo, fue grata la sorpresa de los tres padres, al ver que Marinette y Félix tenían una buena noticia para ellos.
Sabine y Amelie se desvivieron durante todo el desayuno planeando la decoración para la fiesta que se llevaría a cabo en la casa de campo. Marinette no quiso dañar el ánimo general, pero lo cierto era que ella confiaba en que simplemente podrían usar los preparativos que tenían instalados para su matrimonio con Luka. Sin embargo, antes de que ella pudiera hacer cualquier comentario, ella sintió el meñique de Félix hacer contacto con el suyo sobre la mesa de comedor. El contacto era casi imperceptible, pero lo suficiente para despertar sus sentidos. Marinette movió la mano por debajo de la mesa, a dónde él la siguió.
Los dos comenzaron su vida como prometidos tomados de la mano por debajo de la mesa, para que nadie pudiera verlos. Marinette sonrió para sus adentros, pues a decir verdad, nada en su relación era completamente apropiado, como todos esperaban, pues desde el mismo momento de su compromiso, este fue sellado con un beso, una actividad que se suponía estaba limitada para las parejas casadas.
A pesar de lo anterior, Marinette no pudo identificar el momento exacto en el que habían pasado de simplemente tomarse de las manos a besarse sin el menor recato. Para ella, ese constante sentimiento de necesidad y deseo no era desconocido, pues con su vecino había experimentado algo muy parecido. El problema era que con Adrien se sentía como si caminara en arenas movedizas constantemente, su cariño era como una mariposa asustadiza, frente a la que debía tener sumo cuidado, de lo contrario, podría asustarla. Probablemente, era por ello que a ella le sorprendía tanto esa actitud posesiva que dormía debajo de su semblante casi principesco. Era claro que a pesar de haberse criado en una completa soledad, a él raramente se le negaba lo que deseaba y por eso reaccionaba de aquella manera.
Félix, por el contrario, siempre parecía ser franco con ella. Marinette sabía qué esperar de él. Su prometido no era un príncipe azul, ni mucho menos, más bien parecía un niño excesivamente privilegiado rehabilitado tras un profundo autoexamen a raíz del rechazo de la sociedad. No obstante, su afecto parecía estable, y si bien, aún no se conocían lo suficiente, su amistad era una verdadera fortuna.
– ¿Qué te parece? – le preguntó Marinette regalándole una sonrisa.
– Precioso – respondió Félix quien se quedó de pié en medio de dos árboles, en tanto era bastante claro que disfrutaba el aire de verano en su rostro.
– Ven conmigo – dijo mientras lo tomaba de la mano y le enseñaba el lugar – allí era donde mamá me traía a recoger follage cuando era pequeña – señaló – y allí era donde podía pasar horas dibujando diseños para mis vestidos – comentó.
Marinette vió sonreír a Félix antes de que ella sintiera un leve cosquilleo en la parte trasera de su cuello. Ella se sonrojó al sentir aquella leve caricia.
– Ahora entiendo por qué tienes tantos amigos, Marinette – comentó Félix – es fácil llevarse bien contigo – dijo.
Marinette se dio vuelta y le dedicó una sonrisa. Ella lo observó por unos segundos. Lo cierto era que el beso que ambos habían compartido la mañana de su compromiso, abrió una puerta en Marinette, una que sólo pensó que se vería abierta para Adrien. Ella deseaba que la besara nuevamente, que le regalara un nuevo buen recuerdo para sumar a lo anterior. Félix debió presentir lo que ella buscaba, ya que rió levemente.
– Sabes bien que nos meteremos en serios problemas – dijo Félix.
– ¿Es qué acaso no lo has escuchado? – preguntó Marinette – los boletines sociales dicen que yo soy una señorita de "afectos fáciles que varían como las estaciones", y justo en este mismo momento, el clima te beneficia a tí.
– Vaya, que afortunado soy – se burló Félix mientras que entrecerraba los ojos y se acercaba a ella – Al diablo todo, de todas maneras nos casaremos en un mes.
Félix unió sus labios a los de ella en un cálido beso que pronto se transformó en un gesto cada vez más y más lleno de necesidad y premura. Marinette se sostuvo de los hombros de Félix, mientras que él la mantenía en su sitio con las manos en su cadera. Marinettte sintió que se caería por la intensidad de aquel beso. Fue entonces que ella entendió que él no era una persona de afectos tibios, y hasta ahora, aquello parecía ser una suerte.
– ¿Aún te importa que nos metamos en problemas? – preguntó Marinette al sentir que los labios de Félix abandonaban los suyos y se iban directo a su cuello. Había algo increíblemente inexperto en sus movimientos, y aún así, él encontraba justo la manera para hacerla sentir deseada.
– No me importa en lo más mínimo – respondió Félix, al tiempo que su aliento golpeaba su piel en cuanto murmuró estas palabras. Marinette enredó sus manos en el cabello de Félix, como si quisiera lograr una manera de profundizar el contacto aún más. Su movimiento fue correspondido enseguida, ya que sintió que él comenzaba a acariciar la tela de su vestido, por encima de donde se hallaba su corset.
– Ahora sí creo que nos estamos excediendo – dijo Marinette obligándose a sí misma a separarse de él. Félix asintió frenéticamente mientras daba un par de pasos hacía atrás.
– Pasé tanto tiempo durante mi compromiso con Luka y en mi cortejo con Adrien cuidándome precisamente de esto, y en una semana junto a tí, todo se va por la borda.
– No sé si debería sentirme halagado, o insultado – respondió Félix – ¿estás insinuando que soy una mala influencia?
– La peor – respondió.
– No te ofendas, pero por lo que me dijo Adrien, tenía entendido que ustedes…
– No sé que te dijo él, pero nosotros solo nos besamos – se defendió Marinette quien había comenzado a temer que su vecino estuviera difundiendo rumores falsos acerca de su virtud.
– Eso fue lo mismo que dijo él.
– ¿Por qué me preguntas eso? ¿Acaso me repruebas por haber besado a otro hombre antes que a ti? – preguntó Marinette temerosa.
– ¿Qué? – preguntó Félix alarmado – claro que no, no digas eso, nunca sería capaz de juzgarte por una tontería como aquella.
– ¿Entonces? – preguntó Marinette.
– Yo… – comenzó Félix – ¿Quién besa mejor, él o yo?
– ¡Félix! – se quejó Marinette al escuchar aquella tonta pregunta.
– Es en serio, muero de curiosidad por saber – insistió. Marinette le dió un golpe en el codo y comenzó a caminar de vuelta a la casa
– ¡Marinette!– gritó Félix mientras corría para alcanzarla.
Marinette pasó lo que le restó del día, y una buena porción de la noche trabajando en compañía de Trixx en el vestido de Chloe, así como en otros dos encargos que tenía para el baile de los Burgeois, mientras que Felix pasó un buen tiempo sentado leyendo en la cornisa de la ventana.
– Realmente te gusta mucho leer – comentó Marinette mientras trabajaba en el bordado de la tela.
– Sí, es cierto, aunque a ti también, por lo que tengo entendido – contestó Félix.
– Pero no cómo a tí – respondió Marinette.
– Marinette – comenzó Félix – ¿No crees que deberías trabajar en el vestido de novia? – preguntó – no quiero asustarte, pero el matrimonio es en un mes y tienes muchos pedidos.
– Ya tengo terminado el vestido de novia– dijo Marinette sin mirarlo a los ojos.
– No pensarás usar el vestido que tenías preparado para el matrimonio con el Capitán– respondió Félix completamente escandalizado.
– La tela costó una pequeña fortuna, y el bordado requirió incontables horas de trabajo, es mi obra maestra, y no voy a perder la oportunidad de usarla – contestó Marinette.
– Es algo casi morboso usar un vestido de novia diseñado para un matrimonio arruinado– opinó Félix estremeciéndose.
– Cuando lo dices de ese modo suena verdaderamente terrible, pero lo cierto es que no lo diseñe para el matrimonio. Ese vestido lo hice únicamente para complacerme a mí misma. Pensé que sería mi último trabajo antes de que tuviera que retirarme, por lo que hice el vestido más hermoso que pude imaginar. Estoy muy orgullosa de él, y lo usaré el día de mi boda, y no importa lo que digas, punto final – dijo Marinette.
– Pero que terca eres – respondió Félix – en todo caso, aún tendrás que retirarte.
– ¿Q-qué? – preguntó Marinette tartamudeando ligeramente – yo pensé que tu… pensé que tal vez…
Marinette quería decirle que ella había pensado que una vez ellos se casaran, podría continuar con su negocio. No obstante, al dirigirle una mirada a sus fríos ojos verdes, ella se dio cuenta de que la negativa de Félix era final. Después de todo, él conocía su secreto y nunca se había mostrado molesto o impaciente. Marinette no supo la razón exacta, pero aquello le rompió el corazón, había estado tan cerca de tener a alguién que la aceptara con su secreto a cuestas, sin embargo era claro que esto no podría ser.
– Yo… – volvió a comenzar Marinette quien no pudo esconder un sollozo, aunque trató de voltear su mirada lo suficientemente rápido para que él no pudiera verla.
– ¿Estás llorando? – preguntó Félix mientras se levantaba de su puesto y caminaba hacía Marinette – no, no, no, por favor, no lo hagas, era sólo una broma, no era en serio, por supuesto que podrás seguir con tus vestidos, no llores.
Marinette se volteó hacía él de inmediato y lo empujó.
– Tu broma no fue para nada graciosa– se quejó ella mientras se secaba las lágrimas. Félix le dirigió una sonrisa cargada de compasión que estuvo a punto de volverla loca. Como respuesta, ella tomó un paño de tela que se encontraba sobre el maniquí y comenzó a golpearlo con él, pese a que sabía que no le hacía el menor daño.
– Lo siento, lo siento – rió Félix mientras trataba de protegerse de su ataque, y aunque no pudiera contener las carcajadas.
– Eres un cretino.
– Por favor perdóname, pensé que era obvio, después de todo, yo he conocido tu secreto por meses – dijo Félix quien la tomó por la muñeca y la atrajo hacía él. Nuevamente como sucedió aquella mañana, ella se dejó llevar y aceptó sentarse en su regazo mientras él la besaba nuevamente. Marinette sintió su mano por la tela de su vestido.
De repente, un golpe en la puerta de la habitación puso punto final a aquello.
– Será un largo mes hasta el matrimonio – dijo Félix mientras que los dos bajaban a cenar.
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Marinette tomó un largo suspiro mientras se preparaba para la fiesta en la casa de Chloe Burgeois. Ella adoraba vestirse de rojo para las fiestas, era un color que le quedaba muy bien, y generalmente, Adrien solía decir que adoraba verlo en ella. Pero, probablemente por aquella razón, Marinette decidió cambiar su color tradicional por un vestido de Ladybug color crema, y bañado en diminutas cuentas que lo hacían ver casi resplandeciente.
Ella se había vuelto una experta en usar su aspecto durante aquellos eventos para enviar mensajes a todos aquellos que la miraran, y si bien, en el baile de los Agreste les hizo entender a los presentes que ella no era prescindible, ni una mujer despechada, en este baile se presentaría con un traje que evocaría un vestido de novia, mientras desfilaba de la mano con su flamante prometido, con la intención de acallar todos y cada uno de los rumores que corrían a su alrededor.
Ella bajó la escalera del recibidor de la casa de sus padres en París, en donde encontró a Félix esperándola. Él había optado por un traje pulcramente negro y una camisa blanca, de modo que su aspecto contrastaría a la perfección con el suyo, y aquello le agradó.
Félix le brindó su brazo para que él lo tomara mientras que ella lo aceptaba. El viaje en el carruaje transcurrió en un silencio sepulcral mientras que cada uno de los miembros de aquellas dos familias se preguntaban cómo los recibirían los invitados, ya que cada uno de los miembros de la alta sociedad Parisina había sido invitado a aquel evento, que sería el primero en el que la pareja haría su aparición en público.
– La señorita Marinette Dupain Cheng y el señor Félix Graham de Vanilli– los anunció el lacayo de la entrada.
Marinette en muy pocas oportunidades había sentido que cada una de las miradas de los asistentes de un evento se posaban sobre ella. Pero, ella estaba muy consciente que ante los ojos de estas personas debía ser toda una rareza, después de todo, ella era toda una superviviente en sociedad, pues no sólo había caído en desgracia una vez, sino dos, en una sola temporada, y aún así se había recuperado, y no importaba cuán mala fama tuviese Félix, lo cierto era que en aquel momento, ella podía cantar victoria, ya que se casaría con uno de los partidos más deseados de la temporada.
De repente, su mirada se cruzó con la de Adrien, quien apenas les dirigió una mirada fría. Lo cierto era que ella nunca se había percatado de cuánto parecido había entre él y su padre. Por otro lado, la compañera de Adrien, Kagami, quien colgaba de su brazo de una manera casi inadvertida se mostró complacida. Ella probablemente se encontraba feliz al ver que finalmente Marinette se encontraba por fuera del mercado matrimonial, y ya no era una amenaza para su propio compromiso, o tal vez confiaba que al ver semejante traición por parte de su primo y su ex novia, Adrien finalmente sentaría cabeza.
Mientras avanzaban por el salón, Marinette fue recibida por la anfitriona quien se veía verdaderamente despampanante en su vestido de Ladybug. Marinette sonrió para sus adentros, pues Chloe era una de aquellas personas que eran odiadas y admiradas en iguales cantidades, una a las que las personas aman odiar, y tendían a imitar, por lo que era cuestión de tiempo antes que los pedidos llovieran en su puerta.
Pasó un buen cuarto de hora entre cordiales saludos y felicitaciones por parte de sus conocidos, antes de que ella tuviera una mirada de Luka y su hermana. Luka apenas le dedicó una sonrisa. Después de todo, Marinette había actuado en su interés al decir que ella era la culpable de su ruptura, por inútil que hubiera sido.
En aquel instante, Chloe se acercó a ella y le solicitó que abrieran el baile en su compañía. Marinette sabía que ella la consideraba casi inferior. Sin embargo, incluso la soberbia Chloe Burgeois podría reconocer que tener a los protagonistas del escándalo más sonado de París en los últimos días podría transformar su baile en una velada memorable sobre la que la gente seguiría hablando durante semanas.
Marinette no defraudó. Ella caminó lentamente hasta alinearse en la formación, en la que también se encontraban Adrien y Kagami a unos cuantos puestos de ella. Marinette observó a Félix quien se veía tan digno y altivo como siempre en su impecable traje negro, fue entoncés que ella entendió que sería a ella a quien le correspodería la tarea de lucir como la sonrojada novia, ya que él no mostraría ni un poco de humildad. Marinette decidió que aquello no le importaría, siempre y cuando él no decidiera ser grosero con los presentes.
El baile dio inicio en tanto los violines marcaban el paso de una rápida melodía. Marinette sintió cada una de las miradas de los presentes sobre ellos dos. Félix y ella despertaban un interés que nunca había logrado captar con Luka. Probablemente se debía a aquella extraña combinación de circunstancias que los hacía tan interesantes a los ojos de todos. Por una parte, él era un extranjero controversial, del que toda la ciudad hablaba sin cesar. Y por otra, ella era una joven que se había visto involucrada en un largo y escandaloso cortejo, un apresurado primer compromiso, y un aún más apresurado segundo compromiso.
A pesar de lo anterior, ella no quitó su vista de la mirada de Félix mientras bailaba, en tanto las palmas de sus manos hacían contacto cada vez que se preparaban para dar una vuelta de parejas. Marinette contuvo la respiración al sentir su mano en su cintura en tanto la ayudaba a dar el salto que establecía la coreografía.
Al terminar la música, Marinette sintió bastante sed, por lo que caminó hacía el puesto de limonada. Allí se encontraba Lila Rossi, quien se encontraba sola y con cara de pocos amigos. Marinette resintió aquello, ya que su experiencia le decía que tan mala y cruel podría llegar a ser aquella mujer cuando se encontraba dolida. Sin embargo, ella entendió de inmediato el motivo de su molestia al ver un anciano que se acercaba hacia donde se encontraban.
Marinette recordó en aquel momento que a Lila la pretendía un anciano terrateniente de Marsella quien quería casarse con ella. El problema era que el sujeto no sólo podría ser su abuelo, sino que la familia de Lila, parecía presionar aquella incómoda unión. Y fue en aquel momento, en el que Marinette decidió lo impensable, lo que nunca anticipó hacer desde que conoció a aquella despreciable mujer: ella decidió ayudarla.
– Señorita Rossi, es todo un placer verla – dijo Marinette alegremente mientras se interponía entre ella y el desafortunado pretendiente que se acercaba. – No la he visto bailar, y usted se mueve con tanta gracia que es una verdadera lástima que no podamos disfrutar de aquel espectáculo, debería venir conmigo y bailar por lo menos dos piezas seguidas, conozco a alguien que podría ayudarnos a solucionar aquella situación por lo menos por dos piezas continuas – Murmuró Marinette rápidamente mientras que guiaba a una muy sorprendida pero agradecida Lila Rossi.
– ¿Ah sí? – balbuceó Lila.
– ¡Félix! – dijo alegremente Marinette mientras que la llevaba al lado de su prometido y la ponía junto a él. Félix la miró como si se hubiera vuelto completamente loca, pues no era precisamente un secreto entre los dos que él no soportaba a aquella dama– le decía a la señorita Rossi que es una pena que no pudiéramos verla bailar por lo menos por dos bailes. – comentó Marinette, lo que él entendió de inmediato.
– Oh, por supuesto – asintió él – ¿Señorita Rossi, tiene usted sus dos próximos bailes libres en su tarjeta? – preguntó. Lila le dedicó una mirada alrededor antes de contestar, y al ver que su pretendiente la observaba con atención, finalmente decidió aceptar su ayuda.
– Oh, muchísimas gracias, señor Graham de Vanilli, sería un honor – dijo ella.
Marinette sonrió y los vio partir, antes de que Lila pudiera decir alguna mentira que alabara sus propias habilidades como bailarina, lo cual era increíble, en consideración a la velocidad y habilidad con la que aquella mujer mentía. Sin embargo, Marinette no quería aquel destino ni siquiera para alguien tan detestable como Lila. Después de todo, todos merecían una segunda oportunidad.
Félix tomó la mano de Lila con tan poco entusiasmo que parecía que esta estuviera a punto de causarle sarpullido. Sin embargo, la música y el baile dio inicio al tiempo que Marinette observaba. En ese momento, alguien tocó su hombro.
– ¡Alya!– exclamó Marinette – que alegría, no pensé que vendrías.
– Lamento llegar tarde – dijo su amiga mientras que enredaba su brazo con el suyo – pero no me habría perdido la triunfal entrada de mi mejor amiga y su nuevo flamante prometido – bromeó.
– Debiste haberlo visto, todos nos miraban, y aún no sé si fue incómodo o no, creo que necesito un poco más de tiempo para entender todo lo que me está pasando– dijo Marinette, quien sabía que Alya era una de esas pocas personas en las que podía confiar.
– Por supuesto – contestó– pero, por favor, satisface mi curiosidad ¿Cómo va todo?
– Justo como te dije hace un par de días en el juego de canasta, todo va simplemente perfecto. Creo que todo saldrá muy bien para nosotros– respondió Marinette. Las dos comenzaron a charlar y a compartir risitas mientras que mutuamente disfrutaban de su compañía.
De repente, el marido de Alya, Nino, se acercó a ellas. Marinette siempre había visto en Nino un amigo más, después de todo, él la había cortejado antes. Sin embargo, él se veía demasiado serio como para alegrarse de verlo.
– Alya debes venir conmigo – dijo Él.
– ¿Por qué? – preguntó Alya quien al igual que Marinette ya debía haber intuido que algo marchaba mal él, ya que Nino nunca se portaba de aquella manera si podía evitarlo.
– Vamos – insistió él– no seas terca, no quiero problemas con Adrien– dijo. A lo que Alya respondió tomando con más fuerza el brazo de Marinette.
– Puede que Adrien sea tu amigo, pero Marinette es mi amiga, las dos jugábamos cuando éramos niñas, las dos debutamos juntas, yo no…
– ¡Suficiente!– murmuró Nino entre dientes, al ver que varios de los presentes les regalaban miradas llenas de curiosidad. – se supone que yo soy el esposo en esta relación, y te digo que debemos marcharnos ya. – insistió. Alya lo miró con una expresión que denotaba poco menos que traición. Era claro que ella nunca hubiera esperado que Nino sacara aquella carta.
– No te preocupes, hablaremos después – dijo Marinette tratando de mejorar su estado de ánimo, pero Alya parecía verdaderamente dolida e insultada por la forma en la que él le había hablado.
Marinette dejó a su amiga en los brazos de su esposo y se dispuso a volver al lado de su familia. Sin embargo, justo antes de que hubiera podido hacer un nuevo movimiento, ella sintió que alguien la tomaba por el hombro. Marinette no se sorprendió en lo más mínimo al encontrarse de frente con Adrien, pues tenía la corazonada de que la intervención de Nino no debía ser casualidad. Él había deseado acercarse a ella en un evento público desde hacía mucho tiempo, y aquella parecía la perfecta oportunidad de solicitar explicación por su compromiso con su primo.
– ¿Tiene un espacio libre en su tarjeta, Señorita Dupain? – preguntó Adrien quien lucía una de sus tranquilas y falsas sonrisas.
– Si, señor, sería un honor – contestó Marinette quien estaba al tanto que una vez comprometida con su primo, aquel gesto no sería tan escandaloso como lo hubiera sido cuando se encontraba comprometida con Luka.
Adrien y Marinette compartieron el minuet, mientras que los presentes les regalaban una que otra mirada curiosa.
– He tratado de hablar contigo – dijo Adrien mientras que los dos bailaban – pero tus padres no me han permitido ni siquiera pasar del umbral de la entrada de tu casa.
– La señora Graham de Vanilli nos vió a través de la ventana del desván – comenzó Marinette– y mis padres consideran que las cosas entre los dos han ido demasiado lejos. Adrien, ellos fueron a hablar con el señor Agreste al respecto, las cosas no pueden continuar así...
– Marinette – la interrumpió Adrien– de eso precisamente era sobre lo que yo quería hablarte. Papá ha quedado muy impresionado gracias a la visita de tus padres, y finalmente he podido hablar muy seriamente con él. Marinette, lo que yo quiero decir es… que él me ha dado su permiso para solicitar tu mano y romper el compromiso con Kagami si es que así lo deseo.
– ¿Qué? – preguntó Marinette quien se sintió incómoda al escuchar aquello. Lo extraño era que ella siempre pensó que sería completamente feliz el día que tuviera la oportunidad de escuchar aquellas palabras de la boca de Adrien, pero lo cierto es que después de todo lo que había sucedido ella ya no sabía qué pensar.
– El señor Agreste únicamente aceptó aquello por qué quiere sabotear la posibilidad de Félix de obtener la herencia de su abuelo ¿No es así?– preguntó Marinette.
– No sé qué motivó a papá, pero lo cierto es que aceptó, y yo no podría estar más feliz– dijo mientras que los dos giraban a través del salón. Marinette se sintió enferma, ella quería alejarse lo más rápido posible de allí.
– Por favor, dame un momento, necesito tomar aire– dijo mientras se alejaba un par de pasos de él. Marinette salió del salón hasta que llegó al recibidor de la casa, él que se encontraba completamente vacío. Marinette se sostuvo a sí misma con la ayuda del pasamanos de la escalera. Ella trató de controlar su respiración, temiendo que en cualquier momento pudiera hiperventilar.
Marinette había deseado aquel momento por casi dos años, y ahora que lo hacía, ella no sabía qué pensar acerca de semejante propuesta. Marinette no podía decir que sus incipientes sentimientos por Félix fueran los culpables de aquella situación. Después de todo, llevaban una semana y media comprometidos, y apenas se conocían desde hacía unos meses. Probablemente, había sido el mismo Adrien el verdadero culpable, o tal vez ella misma, que había cambiado lo suficiente durante aquel tiempo que pasaron separados el uno del otro.
Desafortunadamente, Adrien le había mostrado una faceta de su personalidad que la asustaba, que él podía ser arrogante, clasista y obsesivo, aspectos que ella no se encontraba dispuesta a soportar. Marinette no quería ser aquella esposa incómoda para su familia, aquella que su papá tan sólo soportaba porque en su momento había sido necesaria para cumplir con sus objetivos.
– Marinette – la llamó Adrien mientras se acercaba a ella lentamente – ¿Te encuentras bien?– preguntó él mientras se acercaba a Marinette.
– ¿Qué hay acerca de Ladybug? – preguntó Marinette de repente.
– ¿Qué hay acerca de ella? – respondió Adrien.
– Si nos casamos ¿Podré seguir siendo Ladybug? – preguntó Marinette nuevamente. Adrien tomó una larga bocanada de aire y se preparó para contestar.
– Honestamente, a mí no me importaría, creo que esta bien si tu lo disfrutas y tienes talento para ello, si dependiera de mí, te dejaría hacer lo que quisieras– comenzó Adrien – sin embargo, dudo mucho que papá lo entienda, y que a largo plazo sea adecuado para la familia Agreste, lo mejor sería evitar confrontaciones por asuntos que podrían resolverse en silencio.
– ¿Eso qué quiere decir? – volvió a preguntar Marinette quien en realidad quería acorralar a Adrien para que le diera una respuesta clara.
– Quiere decir que no creo que sea posible.
Aquella fue toda la respuesta que Marinette necesitó. Ella no podía, ni quería casarse con Adrien. Después de todo, había pasado los últimos años complaciendo todos y cada uno de sus deseos, y se había perdido a sí misma en el camino, y había llegado a un punto en que ella no quería seguir haciéndolo, tal vez, si su relación hubiera sido un poco más equilibrada desde el principio, si ella hubiera recibido siquiera un poco de cariño, o si él no expusiera todo aquel asunto del matrimonio como un sacrificio extremo que su papá y él hacían por el bien de la fortuna Agreste entonces, y sólo tal vez, le hubiera regalado un segundo pensamiento a aquella propuesta.
– Marinette – insistió Adrien– yo aún no he hablado con Kagami, pero todo depende de tu respuesta.
– Lo lamento, Adrien, pero yo ya estoy comprometida, no puedo casarme contigo – respondió Marinette. Adrien se quedó en silencio por algunos minutos, cómo si tratara de entender.
– ¿Te has vuelto loca? – preguntó él mientras que la tomaba por los hombros.
– ¿Tienes alguna idea del esfuerzo que requirió convencer a papá? – preguntó Adrien – dejaré siglos de historia de la familia Agreste hacia un lado, y por primera vez en quinientos años, uno de nosotros se casará con un plebeyo, no puedo entender cómo…
– No quiero que estar conmigo tenga que ser un sacrificio para ti – interrumpió Marinette.
– Tú apenas conoces a Félix, mientras que nosotros llevamos años juntos– contestó Adrien quien parecía genuinamente herido– tú eres mi amiga, Marinette.
– Esto no tiene nada que ver con Félix. La que te está rechazando soy yo, porque ya no puedo vivir en una constante incertidumbre, avergonzandome de lo que soy, de mi familia, de mis costumbres. No puedo estar contigo porque ya no me siento cómoda junto a tí. Tú no respetas mis sentimientos.
– ¿Cómo que no te respeto? – preguntó Adrien – eres terriblemente injusta.
– Si lo soy ¿Por qué me haces todo esto? – preguntó ella genuinamente dolida – tú no me quieres realmente, lo único que has hecho en todo este tiempo es tratar de aislarme y de humillarme públicamente para obtener aún más control del que ya tenías sobre mí. Mira nada más lo que pasó hace unos instantes, es claro que usaste la relación de Alya y Nino para finalmente salirte con la tuya.
– ¿Cómo querías que no hiciera aquello? – preguntó – si lo único que tu amiga y tu familia han hecho es tratar de mantenerme lejos.
– Lo hacen porque se preocupan por mí, ellos me quieren, a diferencia tuya que solo buscas una manera para que yo ceda ante tus deseos– dijo Marinette.
– Eso no es cierto Marinette, yo verdaderamente te amo, siempre quise casarme contigo, y no puedo entender cómo no puedes verlo– dijo Adrien mientras negaba con la cabeza.
– Lo siento, Adrien, realmente lamento mucho lastimar tus sentimientos, pero no puedo casarme contigo después de todo lo que ha pasado.
– ¿Estás segura? – preguntó Adrien en un tono lo suficientemente bajo. Marinette lo miró atentamente mientras que lo sentía tan cerca que prácticamente podía sentir su aliento sobre su frente – porque tu y yo sabemos lo que sucedió en el bosque.
– Nada sucedió en el bosque – dijo Marinette molesta.
– Es como dijo tu mamá: un beso o todo el acto, todo será lo mismo si se llega a conocer a través de los boletines sociales – dijo Adrien.
– ¡Esas son mentiras! – dijo Marinette– y tú lo sabes, entre tú y yo no sucedió nada.
– ¿Y qué hay de Ladybug? – preguntó él – todos podrían enterarse de que la muy respetable Marinette Dupain Cheng es en realidad una modista común.
– ¿Porqué me haces esto? – preguntó Marinette enfadada – tú nunca pareciste tan interesado en mí, y ahora quieres obligarme a hacer algo que yo no deseo.
– Marinette, te lo he dicho mil veces, sin tí me quedo solo– respondió Adrien – reconsidera tu respuesta.
– ¡No!– respondió ella.
– Perfecto, entonces prepárate, porque te prometo que todo el asunto del bosque llegará a los boletines sociales mañana por la mañana– dijo Adrien.
– ¿Qué es lo que pasa aquí? – preguntó Molesto Félix mientras entraba al recibidor. Adrien y Marinette se sorprendieron de tal manera que ella pudo librarse fácilmente de su agarre.
– Marinette y yo estábamos hablando– dijo Adrien – pero supongo que no pudiste escuchar.
– Escuché lo suficiente como para saber que tus palabras no son más que embustes con los que planeas crear un escándalo para obligarla – dijo Félix quien se veía realmente molesto, como Marinette nunca lo había visto, su mandíbula estaba apretada y sus ojos verdes parecían ver sólo una persona en la habitación . Él avanzó hasta ponerse al lado de Marinette – y si sigo escuchando más de esa tontería, te prometo que nos veremos mañana con un par de pistolas al amanecer – continuó. Marinette supo que debía intervenir, por lo que decidió tomar su mano y guiarlo hasta la salida.
– Vamos Félix, por favor – insistió Marinette sin regalarle una nueva mirada a Adrien.– por favor, no hagas nada estúpido.– prácticamente le rogó mientras que él continuaba con aquella actitud combativa que estaba comenzando a ponerla nerviosa.
– Está bien, Marinette – respondió Félix quien le regaló una mirada a Marinette. Sin embargo, justo cuando los dos se preparaban para dar media vuelta, la voz temblorosa de Adrien rompió con el tenso silencio que reinaba en la habitación.
– Sólo tengan presente que mis amenazas no son vacías– dijo Adrien. A Marinette le quedó claro que a Félix le hubiera encantado ir en contra de su primo, pero el agarre de ella en su brazo no se lo permitió.
– Por favor, vámonos – pidió Marinette.
Marinette subió al carruaje en medio de un sueño. Ella ni siquiera había ido a recoger su cartera y chal, o se había tomado la molestia de despedirse de sus padres o los anfitriones de la fiesta, pues era claro que ninguno de los dos podrían permanecer en aquel lugar sin causar un verdadero espectáculo.
Ella trató de permanecer calmada, pero lo cierto era que mientras que el carruaje avanzaba por las calles de París, Marinette no pudo evitar llorar mientras que se preguntaba qué le esperaría una vez saliera publicado el siguiente boletín social.
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Un nuevo escándalo sacude París.
Queridos lectores:
Como siempre digo, no hay nada más misterioso que la naturaleza humana, tan contradictoria, tan llena de matices. Una personalidad perfectamente agradable puede ocultarse detrás de una apariencia poco agraciada. Sin embargo, lo contrario también puede ocurrir, pues detrás de uno de los miembros más ilustres de la sociedad, se encuentra un verdadero monstruo.
El protagonista de hoy es el muy querido por todos nosotros: el señor A.A, quien con una apariencia principesca y unos modales impecables ha logrado conquistar los salones parisinos. Sin embargo, mis contactos dicen que el señor A.A podría verse envuelto en un sórdido escándalo con la señorita M.D a quien cortejó por un largo periodo.
Pero no se asuste, querido lector, que no se trata de lo que usted se encuentra pensando. Todo lo contrario. Mis fuentes afirman que el señor A.A. ha tratado de forzar sus atenciones en la conocida señorita, quien actualmente se encuentra comprometida, con su primo, el controversial F.G.V.
Los rumores son realmente perturbadores. Al parecer, la pobre señorita se ha visto en grandes problemas para evitar sus atenciones, al punto, que el referido caballero ha llegado a lanzar embustes y amenazas, como el que recibí recientemente de una de mis fuentes, que afirman que hace menos de una semana M.D departió en la profundidad del bosque con el señor A.A de la manera más indecorosa que ustedes queridos lectores se puedan imaginar.
El señor A.A pasó en un día de ser héroe a villano, y llamo a todos los que lean este boletín a que no crean ninguna de sus malintencionadas palabras. Para leer más, por favor avance a la página siguiente:
Marinette bajó el boletín social mientras se dejaba caer en la silla más próxima. Ciertamente, cuando Adrien había prometido que causaría un escándalo, ella nunca se imaginó que se trataría de esto.
Hola a todos, muchas gracias por dejar sus comentarios, kudos o estrellitas, realmente son geniales, como verán este fic está en la recta final, creo que sólo nos restan un par de capítulos. Como siempre, gracias por leer.
