Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hori y quien corresponda.

¡Hola!

Llego, llego, llego. Ya estoy aquí jajaja.

¡Un abrazo y gracias por leer y comentar!

Trigger Warning: Escenas de sexo explícitas.


Kacchan

—¡Katsuki-kun! —Katsuki, tumbado en una toalla sobre la hierba, abrió un ojo intentando distinguir a Denki, que estaba a contraluz—. ¡Necesitamos uno más para la batalla de caballería! ¡Anímate a jugar!

—No estoy interesado, pikachu. Piérdete —gruñó Katsuki en voz alta, volviendo a cerrar el ojo y acomodándose.

El resto de la clase en su conjunto había decidido pasar aquella tarde en el lago y los tres se habían unido con la intención de integrarse un poco más en el grupo. Katsuki había disimulado su resignación, aceptando cuando Izuku insistió en que sería divertido, pero se había negado terminantemente a meterse en el agua con el resto. Le gustaba chapotear y jugar en el lago con Izuku y Shouto, junto a su piedra y lejos de todos los demás, empujándose, hundiéndose y haciendo competiciones de natación; cuando estaba con el resto de su pandilla, solía preferir tumbarse en la hierba y charlar o jugar algún juego de cartas. Sin embargo, ese día todos le habían abandonado, jugando en la pequeña playa del lago y dejándole a solas en la toalla.

Había transcurrido más de la mitad del tiempo del campamento y los días comenzaban a ser notoriamente más cortos. Aunque esto frustraba al resto de sus compañeros, ya que implicaba acostarse más temprano, a él le encantaba. Podía retirarse más temprano a la tienda y, desde que tres días atrás los tres habían compartido la experiencia más intensa que Katsuki había experimentado en su vida, Shouto e Izuku le seguían inmediatamente y los tres dedicaban ese tiempo extra a besarse y acariciarse un rato más tumbados en el futón común.

Apoyó el pie en el suelo, levantando la rodilla para disimular la incipiente erección que el recuerdo le suscitó. No habían vuelto a repetirlo, pero Katsuki había pensado mucho en ese momento, recreándolo una y otra vez en su cabeza: Izuku temblando de placer bajo su cuerpo, apretando las nalgas con fuerza mientras se corría; las manos de Shouto acariciándole el cabello y las mejillas con ternura, acompañándole en su orgasmo; la excitación de hacer algo tan íntimo con Izuku y la sensación de confianza que le había invadido durante todo el acto a pesar de que inicialmente se había sentido un intruso en el primer acercamiento sexual de Izuku y Shouto.

Katsuki había fantaseado durante esos tres días con proponerles volver a repetirlo, pero no terminaba de atreverse a hacerlo. Que Shouto e Izuku hubiesen dedicado sus ratos a solas para estar juntos en la tienda, compartiendo su intimidad entre ellos había contribuido a que ambos llegasen menos calientes a los besos y caricias de la hora de dormir, por lo que tampoco habían necesitado dejarse llevar tan lejos de nuevo. La tarde siguiente a su particular experimento, los dos habían optado por quedarse solos en la tienda mientras Katsuki estaba con Eijiro y los demás. No tuvo que preguntar al volver para saber por el pelo despeinado de ambos, sus labios rojos e hinchados y la sonrisa de idiotas que llevaban, que lo habían pasado bien y que su etapa de sólo besarse había quedado atrás.

Aquello le había puesto absurdamente contento por sus dos amigos. Le había preocupado ponerse celoso al saber que Izuku comenzaría a compartir sus masturbaciones con Shouto igual que con él y que probablemente tendría menos tiempo de hacerlo con Katsuki, pero no había sido así, la idea en realidad le resultaba excitante y se alegraba de que pudieran tener esa confianza entre ellos también. Katsuki lo achacaba a que el clima de confianza que se había creado cuando se habían masturbado los tres juntos le había dado más seguridad y a que le tranquilizaba que Izuku no hubiera descuidado esa faceta de su relación con él a pesar de estar con Shouto también.

Sobre todo cuando Izuku se había levantado de la mesa durante el almuerzo el día anterior, sin terminar de comerse el postre, con una sonrisa radiante tras haber intercambiado varios susurros con Shouto que le habían hecho sonrojarse y había arrastrado a Katsuki hasta la tienda mientras Shouto se comía lentamente una manzana con aire casual sentado en el comedor con Uraraka e Iida. Katsuki sonrió, recordando la expresión atrevida de Izuku derritiéndose en una de placer cuando, una vez estuvieron los dos desnudos dentro de la tienda, Katsuki se había arrodillado delante de él metiéndose su polla en la boca en lugar de masturbarle con las manos.

Gimiendo de placer, Izuku había enterrado las manos en su pelo, acariciándoselo con suaves tirones. Espoleado por los recuerdos de los dedos de Shouto haciéndole lo mismo, Katsuki había metido los dedos entre las nalgas de Izuku, buscando acariciarle el culo de la misma manera que él y Shouto habían hecho varias noches antes. No había pretendido ir más lejos, pues deseaba que Izuku pudiese disfrutar relajado de su primera mamada y tampoco quería parar para buscar el botecito de lubricante que guardaba en algún bolsillo de su mochila.

—Tranquilo —había susurrado Katsuki con la voz ronca, buscando tranquilizarle y que Izuku pudiera saber qué esperar—. Sólo por fuera, como el otro día, pero si no quieres no lo haré.

—Me gustó mucho —había asentido Izuku, gimiendo cuando Katsuki volvió a meterse su polla en la boca y succionó con fuerza.

—¡Oh! ¡Kacchan!

Katsuki habría sonreído de haber podido. Izuku siguió acariciándole la cabeza mientras Katsuki la movía rítmicamente. Paseó sus dedos por el agujero del culo de Izuku, rozándolo, tanteándolo y presionando levemente sin hacer fuerza, sintiendo su rugosidad y cómo se contraía de placer bajo sus yemas al ritmo de su mamada.

—¡Kacchan! —había gritado Izuku de nuevo para avisarle unos segundos después de que un líquido espeso le llenase la boca. Entre carcajadas por la situación, Katsuki lo había escupido a un lado, limpiándose la boca con una toalla y recordando con cariño la ocasión en la que él perdió el control de esa manera la primera vez que Eijiro se la chupó—. Lo siento, no he sabido...

—¿Te ha gustado? —preguntó Katsuki, restándole importancia.

—Tanto que quiero probar a hacerlo yo ahora —dijo Izuku, arrodillándose.

—Ya te dije que no es necesario que me lo hagas, Izuku —murmuró Katsuki, pero Izuku negó con la cabeza y lo empujó despacio para obligarle a tumbarse en el futón antes de lamerle el tronco golosamente.

—Impídemelo si tienes huevos —replicó Izuku retándole con una mirada determinada antes de metérsela en la boca. Katsuki había asentido, mordiéndose el labio con anticipación.

Izuku había sido torpe pero aplicado, imitando lo que Katsuki le había hecho a él para hacerle disfrutar. Sonriendo de nuevo, seguro de que almacenaría el recuerdo de ese momento en su mente durante el resto de su vida, Katsuki levantó la otra rodilla para ocultar su ya total erección de la vista de sus demás compañeros de clase, que armaban jaleo a varios metros de distancia. Se puso las manos tras la nuca para resistir la tentación de taparse con ellas, consciente de que eso sólo llamaría más la atención y confió en que el griterío que venía del agua significase que nadie estaba mirándole atentamente.

—¿Te importa si me pongo a tu lado, Katsuki?

Katsuki abrió los ojos, sorprendido al escuchar la voz de Shouto junto a él. El chico estaba chorreando agua, con el pelo pegado a la frente y la toalla en la mano. Katsuki asintió bruscamente al comprender que no era una pregunta de cortesía y que estaba esperando su permiso explícito. Shouto estiró la toalla con cuidado junto a la suya, sentándose encima y abrazándose las rodillas. Katsuki, dándose cuenta de lo cerca que estaba y de que era la primera vez que estaban a solas en todo el verano, se incorporó también, sentándose como Shouto con el doble propósito de ocultar lo que estaba ocurriendo en su entrepierna y darle a entender que estaba dispuesto a conversar con él.

—¿Te aburre el juego? —Katsuki intentó aparentar desinterés en la voz, guiñando los ojos deslumbrado por el brillo del sol en el agua para distinguir qué estaban haciendo los demás.

—No, es divertido —dijo Shouto en voz baja—. Somos impares. Alguien se tenía que quedar fuera durante esta ronda y me ha tocado a mí.

—¿Con quién va Izuku? —preguntó Katsuki, buscándole con la mirada y encontrando sólo a Asui, que estaba trepando con agilidad a los hombros de Iida.

—Con Sero. —Shouto le indicó con un gesto dónde debía mirar para verlo—. Se han repartido por estatura y fuerza. Él es el más bajo de los chicos, así que le tocaba con uno de los más altos.

—Tendrá que salir alguien de tu estatura para que tú puedas entrar en la siguiente ronda, entonces —dijo Katsuki sintiéndose un poco estúpido por lo absurdo de la conversación, pero deseando que no languideciera. Le gustaba cuando Izuku y él hablaban con Shouto y hacerlo a solas por primera vez era una experiencia novedosa para Katsuki.

—Les he dicho que si me secaba prefería no volver a entrar —negó Shouto, serio y mirando cómo las parejas se iban encaramando unas a otras, preparándose para empujarse e intentar derrumbarse unas a otras.

Katsuki se mordió el labio. Se preguntó cómo hacía Izuku para hablar con Shouto, que solía ser tan hermético como él y daba pocas opciones para continuar la conversación.

—Podrías haber ido tú con Izuku.

—Lo hice —dijo Shouto con sencillez—. En la primera ronda. Sero se quedó en el agua mirando, esperando a que terminásemos. Yo he preferido salir.

—Si hubiera estado yo ahí, habría podido ir con Izuku y habríamos hecho un equipo invencible —presumió Katsuki, sonriendo con petulancia—. Pegatinas no tiene agallas para sacar provecho de la impulsividad y estrategia de Izuku.

—No estabas —dijo Shouto con sencillez, con la crudeza de quien constata un hecho objetivo—. Te llamaron, pero no querías jugar.

Katsuki apretó los labios, fastidiado porque Shouto tenía razón. No le gustaban ese tipo de juegos y siempre que podía, se escaqueaba. Si no le quedaba más remedio o le servía para conseguir un objetivo hacía lo que fuese, pero seguía prefiriendo estar en la toalla pensando en Izuku y recordando la noche que habían compartido con Shouto que toqueteando y empujando a otras personas.

—No me gusta tocar a otras personas —admitió Katsuki de mala gana al cabo de unos segundos.

—Eso ya lo sé. Igual que tampoco te gusta que te toquen.

—No se te escapa ningún detalle, ¿verdad? —preguntó sarcásticamente Katsuki. No entendía por qué Shouto incidía tantas veces en el tema—. Nada me hubiese garantizado ir con Izuku o contigo.

—¿Habrías accedido a hacer equipo conmigo? —preguntó sorprendido Shouto, mirándole con una expresión extraña en el rostro.

—Te lo he dicho más veces, joder. Da igual, olvida lo que he dicho —contestó Katsuki, incómodo por la conversación, intentando ser ambiguo y maldiciéndose por no saber hablar de la misma manera que lo hacían Izuku o Eijiro, más natural y sin meter tanto la pata.

Shouto apartó la mirada al cabo de unos segundos, sin insistir. Katsuki celebró con una sonrisa feroz cuando Izuku consiguió derrumbar en rápida sucesión el equipo de Mina y Denki, el formado por Jirou y Yaoyorozu y el de Hagakure y Sato. En cambio, gruñó disgustado cuando Shoji y Aoyama los tiraron al agua tras un breve forcejeo.

—No debieron combinarlos así —se quejó Katsuki en un murmullo—. Tentáculos debería haber ido con la chica invisible. Brillitos es poco más alto que Izuku, pero Tentáculos es enorme hasta para ti, así que queda descompensado.

—Es sólo un juego —musitó Shouto, encogiéndose de hombros—. Yaoyorozu y Jirou querían ir juntas sin importar su estrategia. Creo que es porque se gustan.

—¿Eso crees?

—Sí. —Katsuki asintió, mostrándose de acuerdo al pensar en cómo actuaban cuando estaban juntas. Izuku le había dicho alguna vez que Shouto era más perspicaz de lo que parecía por su silencio, pero nunca lo había comprobado por sí mismo—. De todos modos, tampoco creo que la estatura de Shoji sea necesariamente una ventaja para ellos, Aoyama tiene mucha menos fuerza física que nosotros tres. Podríamos derrumbarlo fácilmente.

En el agua, todos estaban incorporándose entre risas. Katsuki sintió el deseo de unirse a ellos al ver reír a Izuku, disfrutando con el juego. Miró a Shouto de reojo y vio que este tenía el mismo brillo en los ojos.

—Aún no te has secado del todo —constató Katsuki, intentando mantener un tono de voz indiferente—. Estás a tiempo de unirte a ellos de nuevo.

—Me da igual.

—Mentiroso… —resopló Katsuki con desdén.

—Estoy bien aquí contigo. Si bajo a jugar, quizá vendría otro a ocupar mi sitio. —Katsuki se calló lo siguiente que pensaba decirle para pincharle, mordiéndose el labio. No había pensado en que seguramente vendría alguien diferente y las probabilidades de que fuese Izuku eran más bien escasas. Ni siquiera sabía si tenía ganas de soportar el parloteo de Denki o Hanta—. Pero, si te apetece, podemos ir los dos.

—Qué es lo que no has entendido de que no me gusta que me toque la gente, joder —negó Katsuki, perdiendo la paciencia. Shouto no se inmutó a pesar de su tono.

—Puedes ser el caballo. Sólo me tocarías a mí —le ofreció. Katsuki le miró, curioso, pero Shouto seguía mirando a sus compañeros, inexpresivo—. Soy más alto que tú, pero tú eres fuerte también, puedes conmigo de sobra. Sería yo quien empujase y resistiese las embestidas de los demás jinetes. Tú sólo tendrías que mantenerme en equilibrio.

—Romperíamos la dinámica de estaturas —objetó Katsuki, intentando buscar excusas para ganar tiempo y poder pensar, percatándose de que la conversación había dejado de ser banal y había pensamientos que se le escapaban antes de poder atraparlos y analizarlos.

No obstante, consideró la idea, turbado por la posibilidad de tener a Shouto sentado encima de sus hombros, con sus manos agarrándole el pelo cada vez que necesitase mantener el equilibrio. También debería sujetarle las piernas para ayudarle a guardar el equilibro y que no cayese. Sería mucho más de lo que se habían tocado hasta ese momento y, al mismo tiempo, menos. Pensar en ello hizo que aumentasen sus ganas de unirse al juego.

Cuando se besaban con Izuku por las noches en la tienda, intercambiaban caricias accidentales que no buscaban intencionadamente. Al menos por parte de Shouto, ya que Katsuki sí se había descubierto intentando rozar su piel aunque fuese con el dorso de los dedos mientras acariciaba a Izuku. Además, reproducía una y otra vez el momento en el que, incitado por el masaje de Shouto en sus cabellos, Katsuki le había acariciado a lo largo de las piernas con los dedos cuando le había ayudado a quitarse los calzoncillos para que pudiese tener contacto directo con Izuku. Podría haberse limitado a tirar de ellos hacia abajo o dejar que se apañase él por su cuenta, pero había convertido la acción en una caricia sensual a lo largo de las piernas de Shouto, empezando por sus tobillos hasta llegar a sus caderas y luego de nuevo a la inversa. Katsuki no lo había pensado mientras lo hacía, totalmente obnubilado por las sensaciones y la excitación, pero a tiempo pasado admitía que le había gustado mucho hacerlo.

—Es sólo un juego, Katsuki, a nadie le importará que queramos ir juntos —negó Shouto. A pesar de su tono casi neutro, Katsuki adivinó que estaba desilusionado. Se preguntó cuándo había empezado a distinguir esos matices de Shouto—. No le des más vueltas, si no quieres participar no pasa nada. Me había parecido entender que…

—De acuerdo —dijo Katsuki, tragando saliva e incorporándose con decisión antes de que Shouto terminase de arrepentirse de su propuesta—. Vamos. Jugaré con la condición de ser tu caballo. Como mucho el de Izuku o el de Eijiro, pero nadie más —añadió antes de darse cuenta de que se había delatado.

—Seré tu jinete, entonces.

Shouto se apresuró a levantarse también. Aunque Katsuki se fijó en que la piel de Shouto estaba totalmente seca, no dijo nada al deducir que el otro chico tenía tantas ganas como él de jugar si lo hacían juntos. Caminaron en silencio hasta el borde del lago que, en aquella parte, cubría hasta el pecho y se dejaron caer pesadamente en el agua.

—Nos unimos —dijo Katsuki secamente cuando el resto, que estaban volviendo a sus posiciones en los hombros de los demás, se quedaron mirándoles con sorpresa—. Yo voy con Todoroki, así que preparaos para perder, inútiles.

Denki y Eijiro festejaron sus palabras aullando ruidosamente. El resto también se alegró, pero Katsuki sólo se fijó en Izuku, que le sonreía de aquella manera especial que le marcaba los pómulos y le resaltaba las pecas. Shouto le puso una mano en el hombro, pidiéndole permiso, y Katsuki se zambulló en el agua, agachándose en cuclillas para permitirle que se encaramara sobre sus hombros. Respiró profundamente al incorporarse, sintiendo que su humor mejoraba cada vez más. Los músculos de las piernas de Shouto le aprisionaron con firmeza los hombros y el torso, afianzándose. Enterró los dedos en el pelo de Katsuki, aferrándose a él con gentileza para no hacerle daño y Katsuki tuvo que morderse el labio inferior para no suspirar de placer por lo mucho que había ansiado repetir ese contacto, intentando concentrarse. Sujetándole los muslos para afianzarle, embistió contra la primera pareja que vio confiando en que Shouto estaría listo para atacar. No se equivocaba, el chico ladeó el torso para provocar que las manos de Uraraka resbalasen sin fuerza sobre su pecho. Katsuki adivinó la intención del movimiento de Shouto y basculó el cuerpo adelantándose a sus instrucciones, echando un pie hacia atrás para compensar el movimiento y amortiguar el empujón que mandó a Uraraka al agua.

Celebró la victoria con un bramido salvaje antes de volverse para enfrentar a Shoji con una mueca cruel, dispuesto a vencer en la ronda. Encima de él, las rodillas de Shouto rozaron sus mejillas y sus dedos volvieron a hundirse en su cabello, agarrándose con suavidad mientras calculaba la estrategia. Con una sonrisa, Katsuki se dio cuenta que el entrenamiento diario había traído como efecto colateral que ambos podían leerse mutuamente en los gestos qué planeaban a hacer y anticiparse a sus movimientos, adaptando sus estrategias el uno al otro con facilidad.

Se divirtieron durante un buen rato que a Katsuki se le hizo corto. Cuando empezó a declinar el sol todos salieron del agua, apresurándose a irse a las duchas para quitarse el olor del agua del lago antes de la cena. Los tres caminaron juntos hasta su caseta, con Izuku en medio, comentando y riéndose de las mejores embestidas del juego.

—Hemos ganado casi todas las rondas —volvió a ufanarse una vez más Katsuki, interviniendo en la perorata de Izuku e intercambiando una mirada orgullosa con Shouto, que sonreía con timidez y un aire satisfecho—. Tú tuviste suerte, Izuku. Nos pillaste desprevenidos por culpa del pelopincho.

Se ducharon rápidamente y en silencio. Seguían compartiendo la ducha con naturalidad, pero Katsuki intentaba agachar la cabeza para no desconcentrarse cuando se le empezaban a ir los ojos hacia los otros dos chicos. No le importaba si Izuku le pillaba mirándole, porque le sonreía con timidez, pero no quería hacer sentir incómodo a Shouto y creía que si miraba a hurtadillas era como hacerlo sin permiso.

—¿No vienes a la tienda? —preguntó Izuku a Shouto cuando Katsuki paró al lado de ellos para recogerlos después de la hoguera.

—Id delante —negó Shouto con una sonrisa—. Uraraka, Asui y yo iremos a la tienda de Iida a probar un juego de cartas que por lo visto es muy divertido.

—Sólo lo secuestraremos un par de horas —sonrió Uraraka con una mirada cómplice que le hizo preguntarse a Katsuki cuánto sabían los amigos de Izuku y Shouto acerca de lo que hacían en la tienda.

—No más de la hora de silencio en cualquier caso —agregó, muy tieso, Iida.

Calculó mentalmente el tiempo del que dispondrían, concluyendo que podrían estar solos un buen rato, suficiente para compartir caricias tranquilas y relajadas, sin apresurarse. Le dirigió una sonrisa de agradecimiento sincero a Shouto, que se la devolvió con un asentimiento amistoso.

Apenas cerró la tienda, Katsuki asaltó a Izuku, tirándole sobre el futón compartido, besándolo y metiendo sus manos por debajo de la camiseta. Impaciente, sintiendo que la excitación que había ido acumulando todo el día florecía libre, le quitó la camiseta y después hizo lo mismo con la suya. Otro fugaz pensamiento de los tres repitiendo la experiencia de tres noches atrás lo excitó aún más y empujó con las caderas mientras le besaba una última vez antes de separarse. Izuku lo miró un poco desconcertado, pero Katsuki sonrió con malicia. Había estado esperando que ambos se quedasen a solas suficiente tiempo, sabiendo que Izuku estaba más que preparado después de lo que habían hecho el día anterior.

—Desnúdate, Izuku —ordenó Katsuki, buscando su mochila a tientas.

Izuku le obedeció sin rechistar, quitándose los pantalones y los calzoncillos bajo la atenta mirada de Katsuki. No fue hasta que los echó a un lado y se dio cuenta de cómo le estaba mirando que Izuku se sonrojó. Apartando la mirada de él, Katsuki rebuscó a toda prisa en los múltiples bolsillos de la enorme mochila de acampada, resoplando con frustración al no encontrar rápidamente lo que buscaba.

—¿Qué es lo que necesitas, Kacchan? —preguntó Izuku con curiosidad.

—Esto —dijo Katsuki cuando por fin halló el botecito de lubricante junto a una cajita de cartón arrugado, mostrándoselos.

—¿Preservativos? —preguntó Izuku poniéndose serio y mostrando un poco de inseguridad en el rostro.

—Se me ocurrió meterlos cuando preparé la mochila antes de venir aquí. —No sabía qué le había impulsado a ello porque no había creído que realmente fuese a utilizarlos, pero había pensado que daba igual que estuviesen allí que en el cajón de su mesilla de la Yuei. Se alegraba de haberlo hecho, era mejor prevenir que curar—. El otro día pensé que en cuanto tuviésemos una oportunidad de hacerlo con calma podíamos intentarlo. Hay un montón, así que los tres tendremos de sobra para el resto del campamento.

—¿Los tres?

—Shouto, tú y yo —explicó Katsuki, exasperado—. ¿Quiénes si no?

—Pero son tuyos…

—Ahora son nuestros —dijo Katsuki tajantemente—. No os preocupéis por eso, sólo recuerda dónde están para cogerlos cuando los necesitéis. Y el lubricante también.

—¿Seguro que no te importa? —Katsuki negó con la cabeza. Era consciente de que seguramente Izuku querría probar con Shouto lo que iban a hacer y era mejor que pudiesen hacerlo con seguridad—. Gracias, Kacchan. Estás llevándolo genial.

—Realmente está siendo más fácil de lo que esperaba. Los tres lo estamos haciendo más fácil de lo que me esperaba. Bueno, ¿estás preparado para lo que viene? —le preguntó con una chispa de deseo en la voz. Katsuki había estado pensando en ello y creía que la mejor forma de que el chico perdiese sus últimos reparos era experimentarlo por sí mismo.

—Yo… —dudó Izuku, mirándole y mordiéndose el labio. Katsuki guardó silencio, intentando no presionarlo, pero este pareció resolver algo dentro de él y asintió con decisión—. De acuerdo, pero ten cuidado, ¿vale?

—No me has comprendido, Izuku —murmuró Katsuki cariñosamente cuando Izuku comenzó a murmurar para sí mismo.

—¿Cómo crees que será mejor, Kacchan? En internet he leído que la mejor forma de hacerlo es de lado porque así es menos dolorosa la primera vez, pero eso significaría darte la espalda. No sé si es posible hacerlo de manera que…

—Izuku, no me has comprendido —repitió Katsuki, atrayendo su atención—. Me refiero a que tú me lo hagas a mí, idiota.

—Pero… —Izuku parpadeó, desconcertado, negando con la cabeza—. Yo no sabría ni por dónde empezar, Kacchan. Tú al menos tienes experiencia y…

—Por eso mismo. Sé lo que debo esperar. Además, es fácil, sólo hay que tener un poco de paciencia e ir despacio. No pasa nada si no quieres hacerlo, pero que no sea por creer que no puedes o no sabes.

—¿Me dirás qué debo hacer? —preguntó Izuku, ansioso.

—Contaba con ello —asintió Katsuki con una sonrisa, intentando ocultar los nervios que sentía también y el placer que le provocaba que Izuku estuviese dispuesto a dejarse llevar por sus instrucciones.

Le tendió un preservativo y el botecito de lubricante. Izuku lo miró fijamente durante unos segundos antes de levantar la mirada con decisión. Katsuki se quitó los pantalones y los calzoncillos, arrojándolos a un rincón antes de sacarse los calcetines también. Fijándose en que Izuku aún los tenía puestos, se agachó, quitándoselos él mismo.

—¿Cómo quieres…?

—Bocarriba —le interrumpió Katsuki, adivinando lo que iba a decir—. Quiero verte la cara todo el tiempo y grabarla en mi memoria.

Izuku asintió. Katsuki se frotó las manos contra los muslos para secarse el sudor de las manos, anticipando lo que iba a ocurrir con nerviosismo. Le había dicho a Izuku que lo había hecho varias veces con Eijiro pero no le había contado que, en ambas ocasiones, él había ido arriba. La primera vez había sido desastrosa, sobre todo para Eijiro. Siendo los dos demasiado nuevos, habían ido demasiado deprisa. Katsuki se había corrido demasiado rápido, sobrepasado por la calidez y la presión del culo de Eijiro, sin que este pudiese disfrutar de nada que no fuese incomodidad y el dolor por no haber dilatado adecuadamente. Afortunadamente para Katsuki, Eijiro no se había negado a un segundo y un tercer intento y utilizaron internet para buscar información, haciendo que fuesen algo más placenteras para Eijiro que la primera.

—Sólo tienes que tener claras tres cosas —le indicó Katsuki, tumbándose y poniendo una almohada bajo sus caderas para elevarlas—. Ve despacio, utiliza mucho lubricante y preocúpate de disfrutar.

—¿Tú también disfrutarás? —preguntó Izuku, pareciendo tenso.

—Si haces lo que te he dicho y sigues los pasos que te vaya indicando, sí —le aseguró Katsuki rápidamente para no delatar su inseguridad, recordando que Eijiro había empezado a cogerle el gusto a hacerlo a partir de la tercera vez. Esperaba que, ahora que sabía qué habían hecho mal las dos primeras veces, el resultado fuese diferente, pero no las tenía todas consigo. Izuku reemplazó sus dudas con una sonrisa emocionada. Katsuki le paró cuando fue a abrir el preservativo—. Espera, eso mejor justo antes de meterla. Así conservará toda su lubricación.

—Vale. ¿Por dónde empiezo, entonces?

—Utiliza el lubricante para meterme un dedo. Es importante que esté bien lubricado, piensa que se trata de que metas lubricante dentro de mí también, para que cuando metas más dedos resbalen con facilidad.

—De acuerdo —asintió Izuku, arrodillándose entre sus piernas y abriendo el bote de lubricante.

Las pocas dudas que Katsuki había tenido sobre aquello, casi todas generadas por la inseguridad hacia lo desconocido a pesar de que sabía que en sus últimos intentos Eijiro sí había disfrutado, se disiparon al ver la cara ilusionada de Izuku y percibir el sumo cuidado con el que este empezaba a acariciarle el pequeño orificio de su culo.

—Cuando lo metas, con la otra mano puedes masturbarme. O chupármela —le sugirió Katsuki en voz baja, excitado por la idea—. Me ayudará a relajarme y acostumbrarme a la sensación.

Suspiró cuando el dedo índice de Izuku se deslizó sin demasiada dificultad dentro de su culo. Siguiendo sus instrucciones, este lo dejó quieto, masturbándole lentamente mientras se acostumbraba a la intromisión del dedo apretando y aflojando el culo. Cuando le avisó, Izuku empezó a meterlo y sacarlo lentamente, mirando fascinado cómo lo hacía. Katsuki sonrió con ternura, seguro de que él pondría la misma cara cuando Izuku se atreviese a que cambiasen los roles.

—Mete otro —le ordenó Katsuki cuando creyó que se había acostumbrado lo suficiente, disfrutando de la sensación de tener el control a pesar de estar en una posición que, a priori, podía parecer vulnerable.

Katsuki hizo una mueca, molesto, cuando el segundo dedo entró con demasiada brusquedad. Izuku paró, asustado, así que le sonrió de nuevo intentando tranquilizarlo al tiempo que controlaba la respiración. Eijiro le había dicho en su momento que le había funcionado hacerlo.

—Espera a que me acostumbre antes de moverlos —susurró en voz baja.

—Kacchan… —Izuku lo miró con sospecha y Katsuki resopló divertido al imaginar que Izuku le había descubierto en su pequeña omisión—. Pensaba que tú ya habías hecho esto.

—Sólo en tu posición —confesó Katsuki. Una cosa era ser ambiguo y otra mentirle directamente—. Pero no te preocupes por eso ahora. Todo va a salir bien.

—Tu polla... —Izuku intentó masturbarle con la otra mano pero esta, por la incomodidad que sentía Katsuki en el culo, había perdido firmeza—. Esto no parece estar gustándote. Los saco.

—¡No! —le dijo Katsuki, más fuerte de lo que pretendía—. No te preocupes, Izuku. Es normal. Tú sólo… acaríciame. En algún momento, me acostumbraré a la sensación. Créeme que me va a gustar si lo hacemos con calma.

A Eijiro le había gustado. No la primera vez. Quizá tampoco la segunda. Ese día afirmó que había sentido más placer, aunque Katsuki tuvo que ayudarlo a correrse después de haberlo hecho él. Pero al tercer intento la erección de Eijiro había estado firme, había gemido con fuerza y se había corrido mientras Katsuki se la metía con sólo dos sacudidas rápidas de su mano. Izuku le sostuvo la mirada unos segundos, evaluándole antes de asentir, creyéndole. Después se agachó hacia adelante, metiéndose la polla de Katsuki entera en la boca, lamiéndola y succionando con fuerza. Katsuki notó que volvía a endurecerse poco a poco, llenándole la boca y obligando a Izuku a sacarse parte de ella y compensar la sensación de humedad masturbándole con la mano.

—¿Mejor? —murmuró Izuku, sacándosela de la boca y masturbándole despacio. Katsuki asintió, agradecido por la dedicación, ternura y el cuidado que Izuku estaba poniendo—. Voy a moverlos.

Los dedos se deslizaron, entrando y saliendo con cierta facilidad. Katsuki suspiró, complacido. Una vez superada la incomodidad inicial, era agradable.

—Te gusta. Se supone que si toco el sitio correcto, te gustará más, ¿no? —preguntó Izuku, complacido. Katsuki asintió, demasiado abrumado por las sensaciones para contestar—. Voy a necesitar que te muevas tú para no desconcentrarme y hacerte daño con los dedos.

Katsuki iba a preguntarse qué había querido decir, pero Izuku sacó los dedos y sintió cómo su culo se cerraba, echándolos de menos. Izuku se embadurnó con más lubricante antes de volver a rozarle el culo, extendiéndolo con generosidad. Impaciente, Katsuki levantó las caderas, acudiendo a su encuentro. Con la otra mano, Izuku guio la polla de Katsuki hacia su boca de nuevo y le miró, quedándose quieto mientras tanteaba con los dedos en su culo sin volver a meterlos.

—¿Qué pasa? —preguntó Katsuki, extrañado. Izuku hizo un gemidito incitante con la garganta que vibró en su glande, haciéndole estremecerse de placer—. No te lo dije para que lo hicieras, Izuku, cabezota. De verdad que no es necesario.

Izuku continuó mirándole, expectante, sin sacarse la polla de la boca. Mordiéndose el labio, Katsuki cedió a la tentación y empujó con las caderas, sintiendo que llegaba hasta el fondo de la garganta de Izuku. Este hizo un sonido ahogado, pero no se apartó, volviendo a gemir para indicarle que podía seguir moviéndose. Katsuki volvió a empujar cautelosamente, esta vez rítmicamente, intentando no profundizar demasiado para no ahogar a Izuku, disfrutando de la sensación de estar follándose su boca. Los dedos de Izuku volvieron a entrar en su culo, empujándolos todo lo que podía y siguiendo el ritmo de las embestidas de Katsuki en su boca.

—Sí, ahí es —le confirmó Katsuki jadeando por los ramalazos de placer en la parte de abajo de su espina dorsal y su polla, esforzándose por articular las palabras—. Abre y cierra los dedos… para que se ensanche… un poco más y mete otro cuando… cuando… creas...

Izuku le obedeció, con el ceño fruncido de la concentración. Si los tres dedos fueron una molestia, Katsuki lo olvidó rápidamente, embargado por la sensación de seguir empujándose contra la boca de Izuku, cada vez más profundamente según este aprendía a relajar la garganta. Izuku siguió moviendo los dedos, abriéndolos y cerrándolos, rotándolos en su interior y buscando con las yemas el punto de placer que le hacía estremecerse cuando lo encontraba. Katsuki sintió la cercanía del orgasmo y, aunque le costó, dejó de embestir, acariciando el pelo de Izuku a modo de agradecimiento por haberle dejado hacer aquello.

—Ahora es cuando tienes que ponértelo —le indicó cuando Izuku le miró con una mirada interrogante para saber por qué había parado. Se sacó la polla de la boca, secándose la comisura con el dorso de la mano—. ¿Sabes hacerlo o prefieres que te lo ponga yo?

—Creo que sí. He… he practicado en casa, algunas veces. Cuando me he hecho una paja.

Movió los dedos unos segundos más y, sacándolos, Izuku tanteó con las manos temblorosas nervioso el paquetito del preservativo, intentando abrirlo sin éxito debido a lo resbaladizos que tenía los dedos. Se lo tendió en una petición silenciosa. Katsuki respiró para controlar sus propios nervios y consiguió abrirlo a la primera. Se lo devolvió y se fijó en cómo se lo colocaba, utilizando más lubricante, para cerciorarse de que estaba bien puesto. Mirando la polla de Izuku se dio cuenta de que, aunque no era tan grande como la suya, sí era más larga y gruesa que sus dedos y preocupó. Había creído que la mala experiencia de la primera vez de Eijiro se había debido a su brusquedad y a que ambos habían intentado ir demasiado deprisa, pero de repente se preguntaba si el tamaño había influido.

—¿Estás seguro? —le preguntó Izuku, arrodillándose de nuevo entre sus piernas.

—Sólo… despacio. Ve despacio.

—De acuerdo —dijo Izuku con la voz ronca de deseo.

Izuku tanteó con la punta del pene, buscando el sitio adecuado antes de empujarse hacia adelante con cuidado. Katsuki apretó los dientes cuando el glande entró despacio con cierta facilidad gracias al trabajo de Izuku con los dedos. Sabía que no había sido suficiente para que entrase del todo, así que aprovechó para apretar y aflojar el ano alrededor del pene de Izuku, tratando de acostumbrarse y distenderse más. Izuku le miró, deteniéndose y no se movió hasta que no vio que Katsuki volvía a relajar la mandíbula, introduciéndose unos centímetros más.

—Para, para —le pidió Katsuki unos segundos después.

Sentía un dolor sordo no demasiado potente, pero sí suficiente para ser molesto. Ni siquiera se ubicaba en su culo, era como si le estuviesen presionando la parte baja de la espalda. Volvió a apretar la mandíbula. Izuku meneó la cabeza y se retiró hacia atrás, sacándola, dispuesto a que lo dejasen estar.

—Eso ha ayudado —dijo Katsuki, sorprendido por la sensación.

—Claro que ha ayudado, por eso la he sacado. Te estaba doliendo, Kacchan.

—No me refiero a cuando estaba fuera, sino mientras la sacabas. Prueba a volver a meterla hasta donde estaba antes y sacarla, sin llegar a salirte del todo esta vez.

—Katsuki…

—A ti te estaba gustando, ¿no? —Recordaba la sensación del culo de Eijiro cerrándose sobre su pene cuando se la estaba metiendo y estaba seguro de que a Izuku también debía estar gustándole a pesar de su fuerza de voluntad para detenerse.

—Sí, Kacchan, sobre todo cuando has apretado. Pero no quiero disfrutar a costa de que te duela a ti.

—Hazme caso, entonces. Mete un poco y sácalo sin salirte del todo, Izuku. Te aseguro que si no va bien, te lo diré y lo dejaremos estar. Pero intenta darle otra oportunidad.

Katsuki sonrió, intentando animarle. Deseó que Izuku no se arrepintiese y se negase a continuar. A pesar del dolor, que había asumido que sentiría por ser la primera vez, había querido hacerlo para ver la cara de Izuku cuando estuviese dentro de él, apretado y caliente. Era una sensación que él en su momento había adorado. Quería sentir cómo se corría dentro de él y que fuese su cuerpo el que le generase ese placer. Sin embargo, a pesar de su miedo al dolor, cada vez estaba más seguro de que lo habían hecho bien durante la preparación y que no iba a estar presente todo el tiempo. Estaba ansioso por experimentar el placer que había atisbado con los dedos de Izuku aunque supusiese un poco de molestia durante los primeros minutos.

Finalmente, Izuku decidió hacerle caso. Katsuki sonrió más ampliamente, satisfecho cuando su polla volvió a entrar de nuevo en su culo. Empujó hacia afuera cada vez que Izuku entraba y apretó cada vez que salía, a pesar de que la intuición inicialmente le había dicho lo contrario. Supo que había estado en lo cierto cuando la sensación de molestia se convirtió en un arrullo de placer que le estremeció.

—Métela un poco más cada vez hasta que entre entera —le dijo Katsuki con la voz estrangulada.

—Kacchan… eso… eso he hecho. Es… ya está dentro prácticamente entera —murmuró Izuku, mirando entre sus piernas con cara sorprendida y fascinada a la vez.

—Eh… Izuku… ¿Cómo es la sensación? —preguntó Katsuki con una sonrisa cuando este se quedó parado, respirando agitado, intentando mantener el control. Katsuki reconoció esa ocasión en la que él casi se corrió sin prácticamente haberle dado tiempo a moverse.

—Es… es genial, Kacchan. Estoy intentando…

—No te preocupes por eso —le ordenó Katsuki, comprendiendo y excitado por la falta de control que parecía ostentar Izuku en ese momento—. Puedes quedarte quieto un minuto, en lo que te acostumbras, pero no pienses en ello cuando empieces a moverte. Córrete cuando tengas que hacerlo. Ya habrá ocasiones para practicar y que dure más tiempo.

—Quiero que tú también disfrutes.

—Ya estoy disfrutando. Esto se siente muy bien. Y puedes hacerme una paja mientras te acostumbras. Eso te ayudará a distraerte —le sugirió Katsuki con una sonrisa pícara.

—¡No me había acordado, Kacchan! ¡Perdón!

Katsuki no le contestó. Se limitó a disfrutar de la sensación de la mano de Izuku sobre su polla, moviéndose en caricias lentas, endureciéndolo de nuevo. Sentía cómo su culo apretaba alrededor de la polla de Izuku según se iba poniendo más y más duro. Gimió suavemente, complacido por las sensaciones, para compartir su placer con Izuku y hacerle saber que estaba disfrutando.

—Icchan… —susurró Katsuki con voz más firme, reemplazándole y masturbándose a sí mismo con más velocidad—. Es hora de correrse. Los dos.

—Sí —dijo Izuku con determinación, lamiéndose los labios y apoyando ambas manos en el suelo, a los lados del torso de Katsuki, para poder coger impulso.

Katsuki sintió cómo Izuku se la sacaba lentamente, hasta la punta, gimiendo y respirando agitadamente. Sonrió más ampliamente al ver la expresión sobrepasada de Izuku. Este volvió a meterla despacio, disfrutando de la sensación. Poco a poco, Izuku fue acelerando, incapaz de contenerse. Su polla rozaba ese punto que estaba enviando ramalazos de placer a Katsuki donde antes había incomodidad, tapando cualquier resto de esta que pudiera quedar.

—Más rápido —le ordenó Katsuki, notando cómo regueros de sudor le caían por la frente y las mejillas, así como por el torso y las piernas.

Izuku sollozó en respuesta. Katsuki subió las piernas, cruzando los pies por detrás de la cintura de Izuku para facilitar que este pudiera penetrarle más profundamente. Izuku comenzó a jadear cada vez más rápido y entrecortado. Katsuki movió más rápido la mano, intentando sincronizar el ritmo de la paja con el de las embestidas de Izuku, que se volvieron cada vez más cortas, rápidas y caóticas hasta que Izuku sollozó en un gemido largo y se empujó una última vez hacia adelante, intentando enterrarse profundamente en Katsuki, que levantó las caderas, intentando sentirle lo más adentro posible y apretando el culo para intensificar su orgasmo.

—Intenta moverte un par de veces más —le urgió Katsuki unos instantes después, masturbándose rápidamente—. Sólo un par de veces más para que me corra mientras lo haces, Icchan.

Izuku parpadeó, intentando comprender lo que decía. Asintió con decisión y volvió a mover las caderas, arrancándole un gemido. Sin dejar de moverse, Izuku le retiró la mano del pene, empezando a masturbarle él. Katsuki dejó caer los brazos a lo largo del cuerpo, moviendo las caderas al encuentro de la mano de Izuku, sintiendo su pene todavía entrando y saliendo de su culo. Entendiendo por qué Eijiro había estado dispuesto a repetir a pesar del fiasco de la primera vez, Katsuki gruñó apretando los dientes cuando empezó a correrse en largos y espesos chorros que cayeron sobre su pecho y abdomen durante varios segundos que le parecieron interminables.

—¡Ah! —suspiró Katsuki unos momentos después, relajando las piernas y permitiendo que Izuku pudiese salir de aquella particular prisión.

—¿Ha estado bien todo, Kacchan? —preguntó Izuku.

—Sí. ¿Para ti?

—Ha estado perfecto —le aseguró Izuku con una sonrisa soñadora que Katsuki intentó grabarse en la mente, antes de salir de su interior.

Katsuki apretó el culo tentativamente, echando de menos la sensación del pene de Izuku dentro y notándolo dilatado y húmedo. Sin moverse, pensó que aunque estaba deseando intercambiar el rol con Izuku, le apetecía todavía más repetir lo que acaban de hacer. Siguió con los ojos a Izuku, que se recortaba en la oscuridad de la tienda mientras se quitaba el preservativo y lo ataba, buscando dónde guardarlo hasta poder tirarlo. En ese momento, Shouto abrió la tienda, entrando. Izuku se giró hacia él todavía con el condón en la mano y Katsuki, tirado en el futón desnudo, se incorporó maldiciéndose por no haber respetado el tiempo que Shouto les había concedido. Shouto se quedó mirándolos, alternando la mirada entre ambos y lamiéndose el labio con excitación, incapaz de apartar la mirada del cuerpo de Katsuki más que para mirar el de Izuku.

—Esto… —Shouto se quedó inmóvil cuando vio lo que este tenía en las manos, dudando—. Voy… voy a ir al baño un momento para que podáis...

—Ya hemos terminado, no es necesario que te vayas —le dijo Katsuki, intentando sinceramente que se quedase—. Ha sido culpa mía. Debí haber estado pendiente de la hora.

—No pasa nada, no me importa que necesitéis más tiempo. Sólo… no quiero molestar.

—No molestas, idiota —le dijo Katsuki, sintiendo una mala sensación en el estómago. En los ojos desiguales de Shouto había una sombra de duda y tristeza y Katsuki lamentaba hacerle hecho sentir así por no haber respetado los tiempos que habían acordado tácitamente.

—Kacchan tiene razón —dijo Izuku, todavía con la sonrisa tonta en la cara, con naturalidad, sin darse cuenta de lo que pasaba—.En cualquier caso, somos nosotros quienes hemos perdido la noción del tiempo. Lo siento, Shocchan.

—Eso no me importa.

—Quédate —le pidió Katsuki, mordiéndose el labio, sin saber si insistir era lo mejor o era más adecuado dejar que Shouto ordenase sus pensamientos y sentimientos.

Shouto asintió, asegurándose de que la tienda estaba bien cerrada, y se descalzó. Izuku, tras tirar el preservativo en una bolsa vacía, le lanzó a Katsuki los calzoncillos y cogió los suyos, pero Katsuki se estiró, cogiéndolo de la muñeca y arrastrándolo encima de él antes de abrazarlo mientras con la otra mano y cubrirlos a ambos con la sábana, sin darle tiempo a ponerse la ropa interior. Con una carcajada, Izuku le dio un beso antes de removerse, buscando a Shouto con la mirada, que estaba desnudándose, ya en calzoncillos. Estaba sacando la ropa de dormir de la mochila, intentando no mirarles. Katsuki apretó la mandíbula, comprendiendo cómo se sentía y preguntándose si había alguna manera de ayudarle.

—Shocchan —le llamó Izuku, que seguía ajeno a ello, girándose hacia él y dándole la espalda a Katsuki—. Prefiero que te quedes así para dormir contigo esta noche.

Shouto resopló ante lo absurdo de aquella afirmación. Desde que habían juntado los futones, los tres dormían juntos con Izuku en medio, impidiéndole rodar. Este se removía entre ellos, giraba y les pateaba, pero ellos le rodeaban durante su sueño. Shouto volvió a dudar unos segundos y Katsuki se fijó en que sostenía la camiseta que utilizaba para dormir justo delante de su entrepierna. Era la primera vez que lo veía tan turbado. Hasta su rostro había perdido su habitual serenidad contenida. Sin embargo, a pesar de todo, Shouto asintió y se tumbó en calzoncillos junto a Izuku, que se apresuró a cubrirlo con la misma manta que ellos.

Izuku le dio la espalda, acurrucándose contra el cuerpo de Shouto y permitiéndole a Katsuki abrazarle por la cintura. El brazo de Izuku se movió, y Katsuki dedujo que estaba acariciando el cuerpo de Shouto. Un sonido de succión le indicó que ambos estaban besándose. Se alegró de que Izuku se centrase en Shouto. Lejos de sentirse abandonado, Katsuki había tenido a Izuku prácticamente entero para él durante esas dos horas gracias a Shouto y este se merecía que Izuku le ayudase a alejar aquellos sentimientos negativos que parecían preocuparle. Suspiró feliz, apoyó la cabeza en la nuca de Izuku, respiró profundamente para relajarse y cerró los ojos para dormirse y molestarles lo menos posible, dejando que los pinchazos molestos que sentía en el culo le recordaran lo que acababan de hacer.

—No sigas, Izuku —susurró Shouto unos minutos después en voz tan baja que casi ni lo oyó—. No me parece bien hacer esto estando Katsuki dormido al lado. Ya encontraremos otro momento.

—Tienes razón —murmuró Izuku con voz culpable, dejando de acariciar a Shouto y entrelazando los dedos con la mano que Katsuki tenía sobre su abdomen.

—Uno: no estoy dormido. Todavía —murmuró Katsuki con voz ronca, sin abrir los ojos. Imaginaba que Shouto estaba teniendo problemas para organizar sus sentimientos tras haberlos visto al volver a la tienda, pero no quería que se sintiese cohibido por su presencia. No después de que unos días antes hubiese intercedido para respetar sus sentimientos.

—Lo siento, Kacchan.

—Calla, Izuku —le dijo amablemente—. Dos: Podéis hacer lo que queráis, no me voy a molestar porque os hagáis unas pajas a mi lado después de lo del otro día. —Se incorporó un poco, abriendo los ojos, para mirar a Shouto, que le observaba con gesto serio—. Lo siento mucho, Shouto.

—¿Te estás disculpando, Katsuki? —preguntó Shouto con incredulidad.

—Sí. Me he dado cuenta de que algo te estaba molestando desde que has entrado y no he sabido reaccionar antes. No sé qué ha sido exactamente, pero a mí también me pasa a veces eso. Menos, desde que el otro día estuvimos los tres juntos, porque siento que hay más confianza, pero debí haberte preguntado si estabas bien para ayudarte a hablar.

—No pretendía molestar —insistió Shouto con la voz queda.

—No molestas, Shouto —protestó Izuku, alternando la mirada del uno al otro—. ¡Shouto, debiste haberme dicho que no estabas bien con esto!

—Estoy bien con esto, pero… —Shouto se calló, buscando las palabras.

—Tres, Shouto —continuó Katsuki—: Gracias por haber hecho el esfuerzo de regalarme el rato de ayer y el de hoy. Haces que se sienta natural y eres capaz de encontrar momentos que yo no sabría pedirte. Llevaba esperando días algo como lo de hoy y ha sido gracias a ti. Pero quiero que tú disfrutes también. No me preguntes por qué es importante para mí porque no lo sé, joder, pero lo es. Así que puedes elegir si quieres que me quede y vuelva a hacerme el dormido o si prefieres que me marche, pero no te sientas mal por hacerlo.

—Katsuki, eso ha sido precioso —se emocionó Izuku.

—¿El qué? —preguntó Katsuki, desconcertado. Shouto también lo miraba con una sonrisa y los ojos empañados, parpadeando.

—Lo que has dicho, Kacchan. Lo de quedarte o marcharte no. Lo otro. Lo de que es importante para ti.

—Me has dado las gracias, Katsuki. —Shouto se mordió el labio. Katsuki nunca le había visto tan sobrepasado por las emociones como en ese momento—. Primero te has disculpado y luego me has dado las gracias.

—No se trata de mí, se trata de ti. ¿Por qué estamos hablando de mí? —protestó Katsuki, frunciendo el ceño y perdiendo la paciencia.

—Porque es importante para mí que hayas hecho ambas cosas, Katsuki —murmuró Shouto con sinceridad apabullante.

Desconcertado, Katsuki no supo qué contestar. Los tres se quedaron en silencio varios minutos, sin saber qué más decir. Cabizbajo y pensativo, Izuku se sentó en el futón y les acarició las piernas a ambos, deslizando las yemas de los dedos por ellas y pellizcándoles el vello.

—Creo que me he puesto un poco celoso cuando he entrado y os he visto así. Eso ha influido en mi manera de reaccionar —confesó Shouto con voz átona al cabo de un rato—. Lo siento, no quería decíroslo porque sé que no es justo, no quería estropear un momento que ha debido de ser muy especial y que…

—¡Oh, Shouto! Dijimos que hablaríamos de ello —le reprendió Izuku con amabilidad—. Siento no haberme dado cuenta de que te estaba pasando eso.

—Durante un momento, cuando has empezado a tocarme, me he sentido satisfecho porque he pensado que iba a obtener lo que era mío a pesar de que acababas de estar con Katsuki —continuó Shouto, cabizbajo.

—Kacchan no puede quitarte nada que…

—Es absurdo, lo sé. Pensé que podía manejarlo, pero… No quiero que me hagas una paja mientras pienso que me estoy resarciendo de que hayas estado con Katsuki, Izuku. No por ese motivo. Quiero que sea porque realmente me apetezca hacerlo contigo.

—Claro que puedes manejarlo, Shouto —murmuró Katsuki.

—Dices que te ha pasado, Katsuki. A mí hasta ahora no. ¿Qué hiciste?

—Lo cierto es que nada. Me molestaba más antes… antes del otro día. Que pasaseis tiempo juntos me hacía sentir que me quedaba atrás, que tomabas ventaja sobre mí sobre Izuku. Pero el otro día cuando los tres… propusiste esa especie de trato, nos dejamos llevar y comprendí que tú me incluyes en la intimidad que tenéis los dos. Y me sentí cómodo y aceptado por ti, Shouto. Quiero que tú te sientas igual. No pasa nada por dudar de vez en cuando. Pero ahora sabes que puedes disfrutar del momento por las razones correctas, ¿no? No te estás resarciendo, sólo disfrutando. Los tres merecemos disfrutar.

—Eso ha estado muy bien, Kacchan —le volvió a felicitar Izuku, sorprendido.

—Mañana te pediré mi galletita de premio —ironizó Katsuki con una sonrisa sarcástica—. Realmente llevo tres días pensando mucho en ello. Supongo que por eso he podido encontrar las palabras adecuadas.

—Es cierto eso que dices de la intimidad. No considero que seas un intruso ni me avergüenza que me veas tener sexo con Izuku o participes si quieres, como el otro día —reconoció Shouto, en voz baja—. Eres una persona muy importante para Izuku y también lo eres para mí. Pero tenemos que estar los tres de acuerdo con ello. Sigue sin parecerme bien hacerlo a tus espaldas o creyendo que estás dormido. Quiero contar con tu permiso y que puedas retirarlo si te place.

Katsuki tragó saliva, dudando sobre si había comprendido bien las palabras de Shouto o sólo estaba intentando leer algo que nada más estaba en su imaginación. Izuku volvía a estar cabizbajo, pero no parecía abatido. Katsuki dedujo que también estaba asimilando todo lo que estaban diciendo.

—Tienes mi permiso. Entiendo que quieres que me quede. —Shouto asintió, ruborizándose—. Entonces esta conversación está durando demasiado. Quiero dormir —dijo Katsuki, mintiendo a medias.

Los tres se acomodaron en el futón de nuevo. Izuku besó a Katsuki, susurrándole otro agradecimiento por cómo había conducido la conversación, antes de girarse hacia Shouto. Sintió un ramalazo de celos cuando la mano de Izuku dejó de acariciarle la cadera para mimar el cuerpo de Shouto, sonriendo con ironía al darse cuenta de que eran hacia Izuku y no de Shouto. Besó la nuca de Izuku, animándole silenciosamente, y le rodeó la cintura con ambas manos, pasando una por debajo del cuerpo de Izuku. Sonrió más ampliamente contra la espalda de Izuku cuando este ayudó a Shouto a quitarse los calzoncillos y los futones vibraron con el movimiento de la mano de Izuku masturbando a Shouto. Intentando no pensar, Katsuki apartó la mano que tenía sobre la cintura de Izuku y, tímidamente la llevó a la cadera de Shouto en una caricia ligera, que entrelazó sus dedos con los de Katsuki inmediatamente, apretándolos con fuerza al tiempo que jadeaba lo más silenciosamente posible. Con la otra mano, Katsuki rozó el vello del pubis de Izuku con los dedos, haciendo que sus nudillos acariciasen también el de Shouto, sintiendo la mano de Izuku moverse rápidamente junto a la suya. Se preguntó qué pasaría si envolviese la mano de Izuku para ayudarle, pero un último gemido de Shouto, un apretón más fuerte de este en los dedos que ambos tenían entrelazados y un líquido caliente salpicando su otra mano le indicó a Katsuki que Shouto se había corrido antes de que se animase a hacerlo.

Shouto soltó la mano que Katsuki tenía sobre su cadera para darle la oportunidad de alejarla, acariciándole el dorso en círculos con la yema de los dedos para darle a entender que le resultaba agradable, pero Katsuki no la retiró, así que Shouto volvió a entrelazar los dedos con ella segundos después. Izuku susurró algo sobre limpiar la mano de Katsuki, pero este negó con un sonido inarticulado y los tres se quedaron dormidos.