Con motivo de mi cumpleaños, estoy actualizando 3 de mis historias (Dejemos, Obstáculos y Nunca Imaginé).
Aquí va la actualización... Disfrutadla.
6.
Tobirama se lavó sin ensimismarse mucho, no quería volver a caer en el recuerdo y en su malestar, y relajándose en el agua caliente es lo único que conseguiría. Salió ya vestido para dejar que Hashirama hiciera su ritual de limpieza, mientras él iba a preparar algo de cena. Solía ocuparse él, pues el moreno era algo desastre… capaz y quema la cocina.
Después de que su hermano dejara el baño libre, entró y se quitó la suciedad en la banqueta, echándose agua por encima para eliminar el jabón, para posteriormente entrar en el barreño para relajar sus músculos en el agua caliente, liberando un gemido satisfecho. Se recargó contra la pared cerrando los ojos y aspirando con fuerza. Ese olor… Volvió a aspirar, era el del rubio. Su dulce fragancia había quedado en esa habitación y la humedad la había conservado bien presente. Cerró los ojos y se dejó envolver por ella, sin darse cuenta de sus movimientos ya estaba masturbándose y moviendo las caderas con desespero, mientras sus jadeos salían de entre sus labios entreabiertos.
–Minato… mi omega… Minato…– Jadeaba ronco mientras aumentaba el ritmo de su mano y apretaba su miembro para crear más presión. Se mordió los labios mientras se tensaba y con un gruñido ronco se corrió con fuerza.
Los estremecimientos le recorrieron en oleadas mientras los espasmos del orgasmo aun le recorrían. Se quedó aun más relajado en esa tina, hasta que los golpes en la puerta por parte de su hermano avisándole de la cena le sobresaltaron.
Su hermano salió del baño ya preparado para cenar. Tobirama apartó la mirada algo molesto, no se había de ser un genio para saber lo que había hecho Hashirama dentro de ese cuarto, también había oído sus leves jadeos, tenía buen oído y el olor le delataba.
-¿Estas bien, hermano?-Hashirama le observaba con una leve sonrisa. Estaba feliz, pero sentía a su hermano afectado por algo
-Si, no te preocupes. Vamos, la cena está lista.
Tobirama cambió su rostro, no era justo juzgar a Hashirama por algo que no era culpa de él. Se tendría que alegrar de que por fin tuviera a su destinado cerca y de que hiciera estas cosas por el instinto de estar cachondo por la presencia del omega, de hecho era una conducta muy normal y que se iría repitiendo hasta que el omega aceptara los avances del alfa y le permitiera aparearse con él. Suspiró imperceptiblemente, tendría que aguantar ese comportamiento, era algo que Hashirama no podría controlar, le sonrió con sinceridad. Su hermano era su mayor apoyo y aliado, cuantas veces no le había consolado y animado dándole consejos... que él había ignorado., ahora le tocaba a él ser paciente con el moreno.
Fue hacía la sala para cenar en conjunto, mientras Hashirama iba a por el omega, volviendo algo apagado.
-No tiene hambre...-Comentó sentándose. -Esta triste... he olido sus lágrimas aunque las intente disimular.
-Lo ha perdido todo, ya lo asimilará... Dale tiempo, parece muy fuerte y astuto. Sabrá superarlo y seguir con su vida.
Asintió, eso era cierto, aunque no podía llegar a entender del todo como se sentía el rubio, estar en ese sitio extraño sin sus conocidos y familiares, debía ser muy duro de aceptar. Suspiró y desvió la vista al pasillo, antes de agarrar los palillos desganado y empezar a comer. "Lo bueno es que no ha huido, en cambio ha vuelto a nuestro lado" Ese pensamiento lograba animarle y calentaba su corazón.
Terminaron de cenar en silencio y Hashirama lavó los utensilios usados. Mientras Tobirama iba hacia el cuarto que compartían, era una habitación grande y alargada que habían separado con unos biombos para tener cierta intimidad, quitándose la ropa y acomodándose una más adecuada para dormir.
Hashirama entró al rato.
-Se ha dormido...-En su voz se notaba el alivio.
Antes de ir a dormir había pasado por la habitación de Minato, al no responderle al quedo toque había entrado. El rubio estaba profundamente dormido, tan profundo que ni había sentido su chakra, ni su presencia. Hashirama sonrió mientras se arrodillaba a su lado y le apartaba el indómito pelo del rostro, era tan hermoso, incluso con las bolsas bajo sus ojos de haber estado llorando. Lentamente se agachó y besó sus labios, un sutil toque para no despertarle y antes de apartarse aspiró su dulce aroma, sonriendo bobalicón al llenarle éste las fosas nasales. Se había hecho adicto a ese olor, era tan excitante y atrayente.
Feliz volvió a su cuarto, podría dormir en paz si su omega descansaba y no sufría. Tumbándose en su futón le deseo las buenas noches a su hermano menor y se relajó. Tendría un buen sueño, aun sentía el olor de su pareja. Lo rememoro en su mente y suspiró feliz, aunque un pequeño problema le asaltó... de nuevo. Si, definitivamente adoraba esas feromonas y era bien adicto a ellas. Se concentró en el lado de la habitación de su hermano, escuchando y notando la suave respiración de Tobirama, señal de que debía estar durmiendo, coló una mano en sus pantalones para acariciársela, ya estaba bien duro. Era algo que no se podía evitar, los alfas éramos criaturas muy sexuales y esto se acrecentaba al encontrar a tu pareja.
Recordaba como se puso su hermanito cuando descubrió que Izuna era su destinado, después de ese encuentro donde Izuna rebeló su verdadero aroma al entrar en celo. A su hermano le costó controlarse y al volver a la fortaleza estaba cada poco rato excitado y con la necesidad de tocarse hasta culminar. Y cada vez que volvían de un enfrentamiento con los Uchiha pasaba este período, todo y que Izuna disimulara su aroma natural. Hasta que terminaba esa faceta de excitación causada por el encuentro y luego... nada. Si tan sólo no fueran tan malditamente tercos.
Siguió dándose placer mientras mordía la sábana para no hacer ruido, su cadera moviéndose suavemente mientras se imaginaba que era a su omega a quien montaba. Un gruñido ahogado quedó amortiguado contra la tela mientras llegó a su culminación. Respirando acelerado mientras su cuerpo temblaba por los espasmos de placer. Notaba su nudo hinchado mientras seguía corriéndose contra la ropa. Tendría que ir a lavarse y lavar las sábanas luego de la abundante descarga que estaba liberando, pensar en que se apareaba con su omega había creado una reacción demasiado intensa en su cuerpo, hasta el punto de anudar... a la nada. Anudar, era algo que en teoría sólo ocurría cuando estabas montando a un omega, sobretodo si era el tuyo, ahora sabía que imaginar que montabas a tu omega también provocaba esa reacción en el cuerpo.
Una vez hubo terminado, por suerte al no haber cuerpo al que estar anudado su respuesta fisiológica fue menor, se levantó sin hacer ruido con la ropa manchada y fue a lavarse. Se dio una rápida aclarada, junto a remojar y fregar la sábana sucia de su semen. Y dejándola tendida volvió a la habitación a descansar por fin, esperaba que durante esa noche no volviera a asaltarle la lujuria.
Su hermano Tobirama no estaba, sus mejillas se colorearon en vergüenza y con las manos en el rostro negó. Su menor había estado despierto y sabía lo que había hecho. Se tumbó y se tapó hasta la cabeza. ¿Como le miraría a la cara por la mañana? Se sentía tan abochornado.
Tobirama olía la lujuria de su hermano y oía sus roncos jadeos amortiguados. Se concentró en mantenerse tranquilo y no moverse, su mayor también había soportado situaciones similares cuando le ocurrió a él.
Y ya no hablemos de cuando uno de los dos sufría su celo, -aunque eso a él ya no le ocurría desde hace tiempo-, entonces directamente el que no estaba sufriendo del estro abandonaba el hogar compartido. Un alfa en celo era peligroso, dominante, territorial y agresivo. Mejor abandonar el "territorio" que el alfa en celo ocupaba y dejarle pasar ese estado en su zona de confort, su espacio protegido.
Fue hasta el pequeño estanque del jardín y se apoyó en un árbol, soltó un gruñido molesto, sentir la lujuria de otro alfa era algo irritante y que a la vez le había afectado, miró hacía su pene en estado erecto, no había podido evitar dejarse arrastrar por las feromonas de su hermano y pensar en su omega. Gruñó molesto de nuevo, era incomodo y doloroso.
Llevaba tiempo sin encontrarse con Izuna y por lo tanto no había podido descargar. Siempre que volvían de su encuentro pasaba un par de días asaltado por la lujuria por culpa de su lobo y su deseo de aparearse con ese maldito gato. Pero cuando esos días pasaban y él seguía negando al omega, su lobo y su calentura se iban suprimiendo y apagando. Y entonces le era imposible lograr una nueva descarga, era capaz de masturbarse pero no llegaba a nada y su pene acababa perdiendo su dureza. Al principio lo aceptaba y no le dio mayor importancia… pero la frustración iba creciendo y el dolor de no descargar también. Hasta que encontró una manera para llegar a culminar cuando estaba cerca pero sabía que no se correría, esa manera era vergonzosa para un alfa pero así no sufría dolor por tener los testículos llenos.
Empezó a tocarse y como siempre iba bien, intentaba no pensar en ese omega… era indigno, aunque su lobo y su lujuria y deseo no pensasen lo mismo de esa pantera Uchiha. El lobo la deseaba con toda su alma, era su pareja destinada, era perfecto para él, suspiró. Izuna era su enemigo, sus clanes se odiaban… él le odiaba, suspiró de nuevo.
Izuna nunca le aceptaría y él, no se rebajaría a cortejarle siendo repudiado ya desde el principio, tenía su orgullo. Tampoco lo robaría para enlazarse durante alguno de sus celos, eso sería caer muy bajo y tener muy poco honor. No por el hecho de robar al que tenía que ser su omega, algo realmente común en ese época en la cual vivían, estaba normalizado y era aceptado; sino por saber como Izuna llegaba a odiarle y despreciarle, tendría que mantenerle siempre amordazado para no estar escuchando sus insultos o atado para que no intentara matarle durante la noche y no hablemos de lo que le haría con esos ojos sangrientos.
Otro tema es que él no se arrastraría por ese omega Uchiha, por mucho que fuese el suyo... Que viniera Izuna rogando por su nudo, su mordisco y por su semen en su interior, que le rogara para que le preñara y para tener a sus cachorros.
Gruñendo, llevó dos dedos a su boca, humedeciéndolos y luego hasta su trasero, con otro gruñido tosco se los introdujo y buscó su próstata, estimulándola para aumentar el placer y que así, por fin, pudiera alcanzar el ansiado orgasmo. Por culpa de ese maldito Uchiha, se veía rebajado a eso si quería conseguir placer y vaciarse de su esperma. Volvió a gruñir molesto al quitar sus dedos, reconocía que no le desagradaba, pero antes tenía amantes. Mujeres betas y omegas tanto machos como hembras que le saciaban y con los cuales descargaba, consiguiendo un placer sublime. Un placer que le fue negado en el momento que descubrió que Izuna era su maldito destinado. Todos sus escarceos amorosos terminaron ese día, como ocurría siempre que un alfa y un omega destinado se reconocían como tal.
Lo recordaba como si hubiera sido ayer… Izuna siempre le había olido mal, un aroma que no soportaba, nunca se hubiera imaginado que el omega escondía su esencia bajo aceites y otras fragancias y que en realidad, el muy desgraciado poseía un aroma sublime. Un aroma que en cuanto le llegó a las fosas nasales le hizo salivar, mientras soltaba un jadeo ronco y su pene se endurecía.
–Omega…– Soltó con un gruñido ronco y gutural al dejarse dominar por el instinto sin poderlo evitar.
Todo había comenzado al encontrarse en ese lago, los dos Uchiha estaban lavándose aprovechando las altas temperaturas, se notaba que habían estado entrenando antes de descansar para lavar el sudor de sus cuerpos.
Él, iba con su hermano y unos cuantos de sus hombres, eran jóvenes que necesitaban experiencia en moverse, rastrear enemigos y luchar. Y eso estaban haciendo, perseguir a un pequeño batallón de exploradores del clan Inuzuka, que se habían acercado demasiado a su fortaleza. Suponían que con curiosidad para ver si podían raptarse algún omega, se acercaba la temporada de celo y las dulces fragancias empezaban a llamar a los alfas, algo muy excitante para los que estaban solteros y buscaban una pareja o un buen revolcón, pues nada… absolutamente nada, era mejor que un omega en celo, se convertían en las criaturas más demandantes, lujuriosas y eróticas que podías encontrarte jamás. Oh, kami, como adoraba cuando iniciaban las temporadas de celo… encontrar a un buen omega dispuesto a encontrar su placer, a que le saciaran y le agotaran… y si encima sólo buscaba eso, mejor que mejor.
Encontraron a los malditos alfas solteros del clan de los perros, tan sólo eran ocho miembros, todos ellos alfas y aparentemente hombres jóvenes, bravucones que querían hacerse un nombre y encontrar o robar omegas a los que follar, pero que en cuanto los vieron corrieron con la cola entre las piernas, la gran mayoría. Los más intrépidos se quedaron a pelear, buscando hacerse un nombre al intentar vencer a algún Senju, si eran los líderes mejor.
Sus jóvenes guerreros alfa estaban realizando un gran trabajo, se sentía orgulloso de ellos, eran fuertes y aplicados, se lanzaron contra los guerreros Inuzuka sin temor, luchando con una gran maestría, mientras Hashirama y él se quedaban rezagados como apoyo por si los jóvenes les llegasen a necesitar. Espantaron a los del clan de los perros que se habían quedado a pelear, al demostrar su superioridad física frente a esos débiles rivales mucho menos capaces y los persiguieron un rato, que se largaran del territorio Senju y no volvieran jamás, así aprenderían la lección.
Y cuando ya se encaminaban de regreso hacía sus terrenos, sintió la presencia de los dos Uchiha más adelante, en las cercanías del lago. Ellos también se dirigían a la zona después de la persecución, hacía calor y refrescarse era bueno para el cuerpo, además de que esos jóvenes Senju se lo merecían por su gran trabajo. Y se encontraron en la orilla, con una separación de unos diez metros aproximadamente entre su grupo y el de la pareja de hermanos Uchiha. Ellos eran seis mientras que los del sharingan solo eran dos. No pudo evitar mirar a Izuna, el omega llevaba sólo un peto que le cubría la zona anterior para protegerse de golpes al entrenar, mientras que en la espalda sólo era sostenido por unas tiras, Madara vestía igual, pero él solo podía observar ese cuerpo delgado y fibrado, con la ligera curvatura de las caderas que lo marcaba como omega y que lo hacía ver totalmente deseable. El muy maldito omega Uchiha era tremendamente sensual, siempre lo había creído… pero el olor no le acompañaba, ¿Cómo sería Izuna en su celo? Era algo que le daba curiosidad, el omega pelinegro eran tan agrio y agresivo, dominante en las batallas y directo, no se cortaba a la hora de expresar su odio o sus ideas hacía los demás.
Respiró en profundidad y a sus fosas nasales le llegó un dulce y agradable aroma, era el pre celo de un omega y era terriblemente dulce y seductor. Jadeo sin poderse contener y sus pupilas se dilataron por la excitación… Era su destinado, y el único omega que había en la zona era el maldito Uchiha. Se concentró en hallar otro chakra o presencia, pues siempre había detestado el aroma de Izuna, pero no… definitivamente nadie más estaba en el lugar. Era Izuna, comprendiendo al fin que el omega había estado camuflando su dulce fragancia a todos…
"Muy astuto, pequeño Izuna" fue su pensamiento antes de dar un paso hacía el que sería su omega. El instinto dominando todo su ser. Lo quería, quería a su omega, pasar su celo juntos, saciarle y demostrarle que él era el macho adecuado para compartir su vida, para darle cachorros, para proveerle de todo lo que necesitara.
Él podría cuidarle, le cumpliría como alfa, se enlazaría y anudaría todas y cada una de las veces que se aparearan, le llenaría con su espeso semen y pondría crías en su fértil útero. Estaba dispuesto a llevárselo, era su derecho como macho de ese omega. Liberó sus feromonas para llamar a su hembra, hoy sería suyo, se lo llevaría a su hogar y llegado el momento, cuando Izuna entrara en celo definitivamente, le mordería la nuca para enlazarse con él, reclamándolo así como suyo.
Madara se interpuso entre su hermano y él, lanzando un rugido amenazador, mientras activaba su sharingan y le miraba en clara amenaza, si daba un paso seguro que pensaba en matarlo. Pero él no le temía al líder Uchiha, así que sin acobardarse y sacando pecho, le gruñó de vuelta. Él también era un alfa dominante, aunque reconociera a su hermano como líder indiscutible y superior a él.
–Mío…– Roncamente con su profunda voz de alfa, le respondió a la amenaza del líder pelinegro
Izuna por su parte no se amilanó ante la presencia de dos poderosos alfas dominantes, ni ante el resto del grupo que acompañaba a Tobirama y a Hashirama, todos estaban tensos y con las manos en las empuñaduras de sus armas, pero Izuna era mucho Izuna, siempre había estado rodeado de fuertes presencias alfas y además… Los omegas Uchiha no caían ante la ridícula voz de un creído alfa que no les llegaba ni a la suela de las sandalias. Por mucho que el aroma salvaje a lluvia, hierba mojada y lavanda del alfa albino le causase estragos a su organismo, disimuladamente juntó sus piernas y tensó su musculatura, su trasero pulsaba en deseo, y el maldito lobo lo debió notar pues éste soltó un gruñido gutural.
Lo había notado, la necesidad de Izuna llegó a sus fosas nasales, pero el muy maldito parecía que no pensaba rendirse y someterse a su presencia, oyó su bufido y como negaba con la cabeza, sobreponiéndose a todo.
Gruñó frustrado y muy molesto, sintiendo el rechazo del omega como una daga clavándose en su corazón. Madara había sujetado a su hermano, que parecía débil en esos momentos, en sus brazos y haciendo un sello desaparecieron.
Dio un par de pasos al momento que le había visto hacer el sello… Pero era demasiado tarde. Además… Que pensaba detener, si Izuna le rechazaba con tanto ahínco. Su lobo soltó un quejido lastimero y liberó un pequeño aullido de dolor sin poderlo evitar, quedándose en ese lugar olfateando y mirando la nada, caliente, lleno de deseo…pero frustrado e intentando asimilar esa huida por parte de su hembra destinada. La mano de su hermano en su hombro y su mirada compasiva le devolvieron la razón. Apretó los puños.
–Volvemos… Ahora. –No pensaba pasar ni un segundo más en ese lugar con el aroma dulce y agradable de su maldito destinado en el aire. Por hoy ya había hecho el suficiente ridículo dejándose dominar por el deseo y la lujuria de querer al otro a su lado, de ansiar su tacto, de poseer ese delgado pero fuerte cuerpo, apretado contra el suyo mientras se dejaban llevar por la pasión salvaje que poseían.
Salió por fin de su doloroso recuerdo, los efectos del orgasmo ya habían pasado y su semilla estaba en el suelo luego de correrse, se apoyó en el tronco del árbol tras el que se había escondido y liberó un aullido suave, queriendo y a la vez no, llamar al que era su pareja.
–Izuna… – Susurró muy suave, mientras se dejaba caer al suelo.
Siempre se mostraba como alguien fuerte, decidido, sin clemencia y como si no le importase su situación, pero todo lo hacía para proteger a los suyos. En su interior estaba roto y le dolía lo que sucedía con el omega que el destino había escogido para él, pero no podía mostrar su dolor, su debilidad… En su mundo, y sobretodo en su posición, o eras fuerte o morías, y lo que era peor, morían los que dependían de ti.
–Demasiado que perder…– Y era cierto, si se arriesgaba a robar al Uchiha, tanto Izuna como Madara seguro le matarían, el primero a la menor oportunidad, el segundo al darle caza por llevarse y mancillar a su hermano menor.– No puedo arriesgarme, perdería demasiado, no puedo dejar a Hashirama solo.
Suspiró y miró el cielo estrellado antes de bajar la mirada y levantarse, con el pie echo tierra por encima tapando la evidencia de su liberación. Tendría que seguir conformándose con encontrarse a Izuna en las batallas, compartir esos instantes mientras se grababa en su mente su aroma y su apariencia. Dejarse dominar por la lujuria post encuentro y cuando los efectos de ésta terminasen, usar lo que había aprendido en las clases de sexualidad para omegas y alfas que daba su hermano, y que alguna vez escuchaba. Y la charla que escuchó en el pasado fue la que le ayudó a poder llegar a su liberación cuando conseguía una erección.
Su hermano estaba hablando de la próstata.
–¿Entonces los omegas poseen próstata y les produce placer si se estimula, Hashirama-sama?– Preguntó un joven alfa.
–En realidad cualquier macho, de cualquier género, ya sea alfa, beta u omega, poseen ese punto de placer que bien estimulado les lleva a un mayor orgasmo…
–¿Todo macho?–Preguntó incrédulo otro joven. A lo que su hermano había asentido con una sonrisa paciente en el rostro. –¿Los alfas también? O sea, si nos metemos un dedo y la estimulamos… –La cara de los jóvenes era casi de espanto.
Hashirama se había reído y yo disimuladamente me acerque un poco más, poniendo aun más atención.
–Si, aunque os resulte difícil de creer. Aunque también es cierto, que el punto dulce de los omegas, pues en su caso suele nombrarse así, es como unas diez o más veces más sensible que el de betas o alfas. Y eso es así porque tienen más terminaciones nerviosas y mayor irrigación en esa zona.– Hizo una pausa mientras les sonreía travieso– Pero aunque el de betas y alfas sea menos sensible, no significa que no produzca placer al estimularlo.
Y me guiñó un ojo mientras se reía suavemente. Gruñí con suavidad al saber que eso lo había añadido por mi, porque conocía como me sentía y mi incapacidad de llegar a culminar por mi situación con Izuna. Volví a mis tareas y Hashirama no me insistió, ni comentó nada más en mi presencia, me había dado una posible solución, y ahora me daba mi espacio y mi privacidad para tomarla o para ignorarla.
Sonreí… Ese día, con ese tema, mi hermano me ayudó tanto. Él siempre me cuidaba y ese era el motivo por el cual no podía arriesgarme. Quien cuidaría de Hashirama y del clan si a mi me ocurría algo por lanzarme tras mi hembra. No, no podía… Tenía que seguir siendo fuerte y negándolo de cara a los demás. Suspirando por última vez me levanté, hora de volver a ser yo y dejar esos momentos de debilidad tan impropios.
Tras lavarme volví al cuarto sin hacer ruido y me tumbe a dormir en mi futón, notando a mi hermano respirar relajado en el suyo.
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