Giorno había decidido volver a la cama otros cinco minutos. Se acomodó a sí misma de vuelta a los brazos de Abbacchio. ¿Quién diría que el musculoso pecho del gótico era tan cómodo? De reojo vio las manchas de vómito y su camisón sucio. Con una orden silenciosa, GE convirtió todo eso en flores pequeñitas, algo mucho más fácil y agradable de limpiar.

Recordaba la mayor parte de la noche, de forma confusa y con un montón de lagunas, pero tenía una idea de lo ocurrido. Más tarde buscaría alguna forma de agradecer y disculparse con Abbacchio por todos los problemas que había causado: tal vez podría comprarle otro pudín.

Estaba comenzando a quedarse dormida nuevamente. ¿Cómo no hacerlo, sintiéndose tan cómoda y segura? Pero toda su tranquilidad se fue al diablo cuando Fugo reventó la cerradura de la puerta de una patada y entró a la habitación hecho una ráfaga de ira. Antes de que la rubia pudiera preguntar qué pasaba, el joven arrastró a Abbacchio fuera de la cama, lo arrojó al piso con violencia y comenzó a golpearlo.

- ¡MALDITO VIOLADOR DE MIERDA! ¡COMO PUDISTE HACERLE ESO A GIORNO!

Seis minutos antes.

Fugo estaba eligiendo el traje de baño para ese día. Trataba de decidirse entre una tanga verde y una roja, cuando Narancia entró al cuarto hecho un torbellino, igual de rojo que la prenda que sostenía en su mano derecha. Iba a sermonearlo por azotar la puerta, pero en cuanto notó lo alterado que estaba toda su ira se transformó en preocupación.

- ¿Qué sucede, Narancia?

- Nada. - Respondió, demasiado rápido y con el tono agudo que usaba cuando estaba asustado.

- Narancia... Habla de una vez.

Sabiendo que su amigo le sacaría la información por las buenas o por las malas, Ghirga eligió el camino menos violento y describió la escena que acababa de presenciar. Fugo comenzó a ver todo en rojo.

La noche anterior Narancia había intentado besarlo, y aunque moría por hacerlo, lo había rechazado, pues estaba ebrio (muy ebrio) y no era correcto. Pero Giorno estaba mucho peor: Cuando dejó el club ni siquiera era capaz de caminar por su cuenta.

- Voy a matarlo. - Dictaminó en un siseo, antes de dirigirse a la habitación de Giorno.

- ¡Mierda, mierda, sí va a matarlo! - Dijo Narancia para sí mismo, lamentando haber abierto la boca.

Sabiendo que él no era capaz de detener a Fugo cuando entraba en modo berserker, optó por pedir ayuda de la única persona capaz de controlarlo: Bucciarati. Corrió hacia su habitación, que por fortuna quedaba justo a lado, y comenzó a aporrear la puerta.

- ¡BRUNO, DESPIERTA, TIENES QUE EVITAR UN HOMICIDIO!

Los gritos llamaron no solo la atención de Bruno, sino también la de Mista, quien salió de su habitación sujetando su revolver.

Narancia no tuvo que guiarlos, pues los gritos de Fugo hicieron el trabajo. Cuando llegaron a la habitación lo primero que vio Bruno fue a Fugo asfixiando a Abbacchio mientras gritaba algo parecido a "yo confié en ti", y lo primero que Mista vio fue a Giorno despeinada y con el maquillaje desecho, pálida, vistiendo solo la camisa de Abbacchio contemplando la escena en shock. Mista malinterpretó todo a la velocidad de la luz y apuntó su pistola hacia la cabeza del peliblanco. Afortunadamente Sticky Fingers fue más rápido y le quitó el brazo antes de que hiciera una estupidez.

Al mismo tiempo, Giorno terminó de procesar la situación y utilizó a Gold Experience para paralizar a Fugo. Normalmente hubiera sido más rápida, pero en ese momento estaba medio dormida y atontada por los estragos del alcohol.

Narancia ayudó a arrastrar a Fugo lejos de Abbacchio, mientras Giorno se aseguraba de que siguiera vivo. Al parecer tenía la nariz rota, un labio abierto, marcas de ahorcamiento, un montón de golpes en la cara y pecho que no tardarían en ponerse morados y posiblemente una contusión cerebral. No se había defendido porque uno de los golpes en la cabeza lo había dejado bastante atontado.

- ¿Qué diablos te sucede, Fugo? - Siseó la rubia, increíblemente molesta, mientras usaba a Gold Experience para verificar el estado de su compañero.

- ¿Por qué lo defiendes después de lo que te hizo? - Reclamó Fugo, ya libre del efecto de la sobredosis de energía vital, pero reducido a un mero torso, pues Bruno le había quitado los brazos y piernas como medida de seguridad.

- ¿Después de hacerme qué? ¿De traerme a salvo a mi habitación? ¿O de cuidarme para evitar que me ahogara en mi propio vómito? - Respondió mordazmente. Había logrado detener el sangrado interno al reconstruir el tejido cerebral dañado. - Bucciarati, necesito que hagas una pequeña incisión para liberar la sangre acumulada.

- Estoy bien. - Gruñó Abbacchio, no queriendo que hurgaran en su cráneo.

- No lo estás. Quédate quieto.

Mientras Bruno y Giorno hacían la intervención cerebral más rápida de la historia, Mista, Fugo y Narancia procesaban los detalles que habían pasado por alto, como que Abbacchio tenía los pantalones puestos, que no había ropa interior regada y que ninguno de los dos tenía chupetones o esas cosas. Se sintieron bastante estúpidos, pues aunque Abbacchio pudiera ser un alcohólico, malhumorado, agresivo, mafioso, ex policía, corrupto, gótico, grosero, orinador de teteras, bully, depresivo, con problemas de ira y gustos musicales dudosos, jamás, JAMÁS, sería un violador.

Fugo y Mista se disculparon, bastante avergonzados, antes de volver a sus habitaciones. Narancia se fue al cuarto de Trish, para no estar en peligro en caso de que Fugo decidiera culparlo por darle la información incorrecta. Bucciarati fue a la recepción para garantizar que no los hecharan del lugar oir el escándalo (y para pagar la puerta rota por Fugo). Abbacchio y Giorno se quedaron solos.

- Perdón por esto. - Murmuró Giorno, mientras arreglaba la nariz rota del ex-policía.

- No es tu culpa que Fugo sea un imbécil. - Respondió, tratando de no jadear por el dolor. Las curaciones de Gold Experience eran peores que las heridas.

- No, pero siento que soy responsable en cierto sentido. ¿Puedo compensarte de alguna forma?

- Un beso estaría bien. - Contestó en un murmullo, sin pensar antes de abrir la boca. Se arrepintió de inmediato. "Perfecto, ahora Giorno será la que le va a romperme la cara".

La rubia lo observó, no con molestia, sino con curiosidad. Esos profundos ojos turquesa comenzaban a ponerlo nervioso.

Sin previo aviso, Giorno tomó su rostro con ambas manos, teniendo la delicadeza de no lastimarlo más. Unos suaves rosados labios entraron en contacto con los de Abbacchio y se mantuvieron ahí por uno, dos, tres segundos. No hubo movimiento, ni saliva, ni alientos entremezclados, solo piel sobre piel, pero eso era mucho más de lo que se hubiera atrevido a soñar.

Giorno se separó de él.

- ¿Así está bien?

Incapaz de hablar, Abbacchio asintió. Sentía que el rostro le ardía de una forma que no tenía nada que ver con los golpes. La joven, por otra parte, lucía impasible.

La rubia comenzó a dar una explicación de que usaría sanguijuelas para remover la sangre acumulada bajo la piel y eliminar los moretones mientras reparaba los tejidos dañados, aunque el hombre no estaba escuchando del todo. Aún sentía un cosquilleo en sus labios. Asintió a todo por pura inercia.

Después de curarlo, le dijo que se daría un baño, pues sentía que estaba hecha un asco. Leone interpretó eso como su señal para retirarse a su habitación.

Al rededor de media hora después todos estaban en el lobby, decidiendo donde desayunar. El intento de asesinato matutino estaba olvidado, y mientras desayunaban, platicaron sobre el día anterior y los planes para esa tarde.

- Entonces Narancia trató de subirse a la barra, y Fugo lo arrastró fuera del lugar. - Terminó de narrar Trish.

- Me hubiera encantado ver eso. - Admitió Giorno mientras contenía una carcajada.

- Mira el lado bueno. Trish será tu esclava por un día. Por cierto, déjenme felicitarlas por el espectáculo de anoche. Agradecería mucho unirme a la siguiente. - Comentó Mista con una sonrisa sugestiva.

- Asco. Giorno y yo no queremos hombres mugrosos, con nosotras basta. ¿Cierto, Giogio? - Mientras hablaba, la pelirrosa tomó a su amiga por la cintura, acercándola a su cuerpo. Abbacchio frunció el ceño: No necesitaba más competencia.

- Así es. - Respondió la aludida, siguiéndole el juego.

- ¿Por cierto, qué vas a hacer con Trish? - Preguntó Narancia, con la boca llena de comida. Después de ver la borrachera de su amiga consideraba innecesario pedirle a Bruno que la lamiera.

- Voy a pedirle clases intensivas de maquillaje.

El resto del día lo pasaron en la playa, haciendo castillos de arena, enterrando a Mista y fingiendo abandonarlo, nadando, jugando con una pelota que Narancia consiguió de quién sabe dónde y comiendo helado. Ocasionalmente, Abbacchio recordaba el beso.

Cenaron en un puesto de comida callejera y volvieron al hotel relativamente temprano. Cada uno hacía algo distinto en su habitación: Bruno conseguía el transporte del día siguiente hacia el aeropuerto; Mista discutía con sus pistols una estrategia para conquistar a Giorno; Trish tomaba un baño de burbujas mientras leía una revista de modas; Fugo correspondía con fervor el segundo intento de Narancia por besarlo, aprovechando que último estaba completamente sobrio esta vez, por lo que ni tenía razones para contenerse; Abbacchio observaba el techo, recordando una y otra vez el beso de esa mañana, y Giorno trataba de acomodarse entre las almohadas, intentando inútilmente sustituir la sensación del cuerpo de Abbacchio junto al suyo.


Técnicamente, este es el final de la historia, y la voy a marcar como completa por el bien de mi salud mental, pero posiblemente agregue varios episodios extras.Btw: ¿Quieren un especial Fugonara dentro de esta historia?