El siguiente será en inglés

64. "It's okay to cry"

Mucho había sucedido en muy poco tiempo. En un instante estaban intentando salvar la Tierra de ser destruida y al siguiente vieron a su padre literalmente morir ante sus ojos a manos de su peor enemigo, el infame maestro ninja Shredder, quien demostró que le preocupaba más su absurda vendetta contra el Maestro Splinter antes que salvar la Tierra, lo que implicaría salvar su propia vida y la vida de Karai, a quien supuestamente "amaba" como una hija.

Shredder les arrebató a quien más amaban y no solo eso, sino que por culpo de su egoísmo la humanidad entera quedó condenada a la desaparición. Y les llamaban monstruos a ellos. El verdadero monstruo era Oroku Saki.

Leonardo sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. De no haber sido por el Fugitoid, también conocido como profesor Honeycutt, sus hermanos, April y Casey también habrían perecido junto con el resto de la población mundial.

Y ahora, se encontraban los seis en el espacio, habiendo viajado seis meses en el pasado y con la misión de recuperar las piezas del arma mortal que había destruido su planeta. Y debían hacerlo antes de que los Triceratons los encontraran.

Mirando a través de la ventana, hacia el vasto espacio ante él, Leo no pudo evitar pensar en su amada serie Space Heroes y en su idolatrado Capitán Rayan. A pesar de conocer la serie de principio a fin, incluyendo especiales navideños y spin off con los compatriotas de especie del profesor Minstrong, Leo no pudo evitar preguntarse qué habría hecho el capitán si se hubiese encontrado en su situación, con su planeta destruido y con una segunda y única oportunidad de salvar dicho planeta. ¿qué haría el Capitán Rayan en esta situación?

La verdad sea dicha, Leo sentía en esos momentos un gran peso sobre sus hombros, literalmente el futuro del mundo entero estaba en sus manos… bien, siendo justos, en sus manos, la de sus hermanos, April, Casey y su más reciente aliado el Fugitoid. La pregunta aquí era ¿lograrían salvar la Tierra esta vez?

Un bostezo fortuito escapó del interior de Leo, haciéndole darse cuenta de que en realidad estaba bastante cansado. Quizás este era un buen momento para retirarse a descansar, ya que su próximo destino aún estaba bastante lejos.

Caminando hacia las habitaciones de repente Leo escuchó un sollozo, pero lo más extraño de todo, es que el sollozo parecía provenir de la habitación de Raph.

¿Podría ser que Raph…? No, eso era imposible.

Un nuevo sollozo sonó, y definitivamente, la voz pertenecía a Raph.

En contra de su mejor juicio, Leo decidió comprobar cómo estaba su hermano menor inmediato.

"¿Raph?" preguntó Leo abriendo ligeramente la puerta. Los sollozos cesaron al instante.

"Raph, ¿puedo pasar?"

"Preferiría que no." Respondió la tortuga irascible secamente. Pero Leo no estaba dispuesto a renunciar tan rápidamente.

"Oye hermano, ¿te encuentras bien?"

"¡Perfectamente! Ahora vete"

Leo tomó una inhalación profunda. Sabía que su hermano era terco, tal vez el campeón de los tercos, pero también sabía que sería peor si no lograba que la tortuga de pañuelo rojo se desahogara, aunque fuese un poquito.

"Raph…"

"¡He dicho que te vayas!" espetó el más joven de los dos.

Leo no se movió. Se quedó mirando a su hermano, el cual le estaba dando la espalda deliberadamente, probablemente para esconder cualquier rastro de llanto. Pero para Raph ya era tarde, pues Leo sabía perfectamente qué había estado haciendo su hermano.

"Está bien, iré directo al grano." Dijo la tortuga de ojos azules cerrando los ojos. Luego los abrió de nuevo clavando su mirada en su hermano "Te he escuchado llorar y no me iré de aquí hasta que me digas qué te ocurre."

Raph se inclinó ligeramente para poder ver de reojo a Leo, lo cual no hizo más que confirmarle a la tortuga con dos espadas lo que su hermano había estado haciendo hace apenas unos segundos.

"Primero, para tu información, ¡no estaba llorando! Segundo, estoy estupendamente, así que ya te puedes ir, no necesito que seas mi niñera."

Leo negó con la cabeza, y trató de sonar lo más sincero posible con sus siguientes palabras.

"Raph, no quiero ser tu niñera, quiero ser tu hermano, déjame serlo."

Raph no dijo nada, simplemente siguió mirando a su hermano por unos momentos antes de soltar un gruñido y volver a darle la espalda a Leo. La tortuga mayor se tomó eso como una invitación para acercarse.

Al menos no me ha echado a empujones, supongo que eso es algo, pensó la tortuga de pañuelo azul mientras se acercaba con pasos cautelosos.

"¿Me contarás qué te pasa?" preguntó sentándose al lado de la tortuga de ojos verdes.

Raph simplemente giró la cabeza, negándose a hacer contacto visual con su hermano mayor. Leo suspiró.

"Raph, está bien llorar."

"Oh, ¿está bien llorar porqué vimos morir a nuestro padre ante nuestros ojos?" proclamó de repente Raph con voz enojada.

"Raph, a mi también me dolió, pero hemos viajado en el tiempo, Sensei sigue vivo, y podemos salvarle." Trató de explicar el mayor, pero a Raph no pareció convencerle dicha explicación.

"Claro. Y, ¿se te ha ocurrido pensar que pasaría si llegamos tarde otra vez?"

Leo ladeó la cabeza.

"¿Es eso lo que te preocupa?"

"¿A ti no?"

"¡Claro que me preocupa!" exclamó Leo, y levantándose comenzó a pasear por la habitación. "Me preocupa que no logremos reunir las piezas de esa máquina infernal, me preocupa que los Triceratons nos roben dichas piezas, me preocupa ese tipo raro Lord Dregg, me preocupa que no logremos salvar la Tierra de nuevo, me preocupa que todos mueran por nuestra culpa, me preocupa fallar en esta segunda oportunidad que se nos ha dado."

Para cuando terminó, Raph tenía los ojos abiertos como platos.

"Vaya, tienes más preocupaciones de las que pensaba."

Leo suspiró cerrando los ojos. Tomó varias inhalaciones para calmarse y luego miró nuevamente a su hermano menor inmediato.

"Pero también tengo esperanza. Confío en que lo lograremos, que podremos salvar a no solo a Sensei, sino al mundo entero también."

"¿En serio crees que eso es posible?" aunque débil, Leo notó un ligero temblor en la voz de Raph, pero sabiendo cómo era su hermano, prefirió ignorar ese hecho. Lo primordial ahora era infundir esperanza… pero siendo totalmente honesto.

"Sinceramente… no lo sé. Pero no podemos simplemente sentarnos y no hacer nada. Tenemos que al menos intentarlo."

"Supongo… que tienes razón." Admitió Raph con una voz apenas audible tras unos momentos de consideración.

Leo sonrió. Su hermano tenía el ánimo levantado, ahora podía… bromear con él.

"Perdona, ¿qué has dicho?"

Raph le lanzó una mirada asesina a su hermano.

"¡No pienso repetirlo! Y ahora que ya has visto que estoy perfectamente," se llenó los pulmones de aire "¡fuera de mi habitación!"

Los ojos de Leo se abrieron con sorpresa y ni medio segundo más tarde, el hermano mayor ya estaba fuera del dominio de la tortuga irascible. Una vez fuera de la habitación de Raph, la tortuga de pañuelo azul esbozó una sonrisa. La verdad, se alegraba de haber tenido la oportunidad de desahogarse el también. Además, sabía que sus hermanos menores no dejarían que Raph olvidara fácilmente el hecho de que había llorado, él por el contrario, podía guardar el secreto… por ahora.