Hola de nuevo, estoy trabajando lo más rápido que puedo para terminar de colgar la historia, espero no terminar pasando por alto muchos errores ( -_-)… Creo que no había notificado que este será un fanfic con contenido sexual explicito, así que les voy avisando. Debo decirles que es la primera vez que escribo algo así y no tengo idea si quedó bien o no, ustedes juzguen más adelante.

"No tengas miedo, déjate llevar,

que tarde o temprano, oh,

tienes que despertar, oh".

Dos mil trece, Zoé.

VIII

Sensible

Trunks se calzó sus nuevas botas y se mesó el corto cabello. Eran apenas unos cuantos centímetros y ya no se sentía tan extraño al verse al espejo. Siempre había usado el mismo corte excepto el poco tiempo en que había crecido tanto que lo tenía que atar con una liga.

Salió al jardín con prisa, pues pensaba que ya podía ser tarde.

Makoto estaba trabajando ya sobre la mesa. Lo miró venir y agitó la mano para saludarlo. Él le correspondió el saludo.

Pudo ver que tenía armados ya dos arreglos cuando llegó a la mesa. Las rosas rojas seguían siendo el tema principal.

—Hola —saludó Trunks.

—Hola —dijo Makoto.

Pero ella no lo miró mientras se saludaban.

—Entonces… ¿En qué te ayudo?

—¿Quieres traerme agua? Aquí —dijo señalando una cubeta —. La pila está atrás de aquella fuente.

Trunks asintió.

Makoto lo miró alejarse y exhaló fuerte. Tenía las mejillas ardiendo.

«Tonta, tonta, tonta —se regañó a sí misma. Lo había visto llegar con esa pinta de chico banda. La playera negra bajo la chamarra de mezclilla y las botas negras y altas. El cabello despeinado lo hacía lucir tan guapo —. ¡Contrólate Makoto! ¡Ningún hombre! ¡Ningún hombre nos hace perder la cabeza!»

Después de desvariar sola y hablarse en tercera persona Makoto estaba concentrada cuando Trunks regresó.

—Gracias.

—De nada.

Trunks la miró empezar otro arreglo colocando una esponja verde al fondo de un contenedor cristalino, luego tomó unas varas largas y verdes llenas de brotes más parecidos a hojas que a flores. Las clavó cubriendo toda la periferia del tubo largo y redondo.

—¿Quieres pasarme las rosas más altas que encuentres?

Trunks asintió y se giró a tomar las de tallo más largo. Makoto rellenó todo el centro con ellas, los botones sobresalían del jarrón como un enorme bouquet. Cerró el arreglo con unas varitas delgadas y retorcidas y pequeñas florecillas blancas.

—Hemos terminado —dijo Makoto sonriendo —¿Dime, cuál te parece que es el mejor?

Trunks parpadeó y se rascó la mejilla. Uno era muy chaparro y se desparramaba sobre la mesa con un montón de flores rojas y hojas verdes, el otro tenía una especie de canasta y llevaba las flores rojas muy apretadas.

—¿Cuál te gusta más?

—No atormentes al chico, Makoto —dijo Ami que iba llegando.

Makoto se rió. Un momento después el resto de las princesas estaban observando los arreglos sobre la mesa.

—¿Entonces Rei? —Preguntó Makoto —¿tenemos un ganador?

—¡Sí! ¡Me encanta éste!

Makoto asintió.

—Es el más bonito y elegante —dijo Serena.

—Y Trunks me ayudó a hacerlo.

—¿Qué…?

—¡Excelente Trunks! —le palmeó Mina.

—Pero...

—¡Ahora vámonos! No quiero llegar tarde o no nos dejaran pasar mis fans.

Para su pesar Trunks se vio arrastrado al enorme auto de Mina junto con Makoto, Ami, Dorian y Aer. El ambiente se volvió un poco ruidoso mientras todos hablaban. Hicieron el recorrido mientras destapaban una botella de vino y servían el ambarino contenido en pequeñas copas. Mina dijo que no podía tomar, él también se negó, pero ya le habían dejado una copa en la mano así que después de meditarlo un momento lo bebió. El dulce sabor inundó su boca y el alcohol calentó su garganta.

—Es una pena que Endimion no esté —dijo Mina.

—Lo sé, así Serena podría estar con nosotras —dijo Makoto.

—Ya habrá otro concierto, ¿verdad? —les animó Ami.

—¿Y de qué planeta dicen que son? —preguntó Mina cambiando el tema.

—Éramos —corrigió Aer.

—Lo siento… sí—se disculpó la rubia apenada.

—Se llamaba Vivaria —dijo Dorian.

—Y me imagino que son guerreros muy fuertes.

Minako estiró su mano hacia la solapa del chaleco que vestía Aer. Las pálidas mejillas del soldado se tornaron rosas.

—Pues…

—Qué bueno que aceptaron venir, a veces mis fans se vuelven una masa incontrolable y quizás mis guardias necesiten ayuda.

—Dalo por hecho —casi susurró Aer.

Mina pareció complacida.

—¿Y también cantaran?

La pregunta sumió a los Vivarios en silencio.

—¡Oh! ¡Qué tonta! Lo más seguro es que no me hayan escuchado nunca.

—¡No! —se adelantó Aer—. Sí te hemos escuchado. Me gusta esa donde dices: «I tried so hard and got so far, but in the end it doesn´t even metter, I had to fall to lose it all, but in the end it doesn´t even matter».*

Trunks e incluidas las chicas se quedaron con la boca abierta. La voz de Aer entonando era magnifica.

—Tu voz es realmente melodiosa… —dijo Mina sorprendida y casi extasiada.

Aer sonrió apenado.

—Gracias

—¿Y tú también cantas? —le preguntó a Dorian.

Los chicos volvieron a guardar un momento de silencio.

—No, yo…

—Dorian tiene un talento especial —le interrumpió Aer—. No conozco a nadie que no haya quedado inconsciente al escuchar su canto.

Un Oh general se escuchó y Trunks recordó su pelea con Bardock. Recordó haberse despertado de un profundo arrullo, había soñado que Mai le cantaba, pero había sido Dorian. Ahora lo recordaba.

—Así que por el bien de todos tus fans no cantaré.

Trunks nunca había ido a un concierto y tampoco había escuchado las pistas que Dorian y Aer habían comprado. Sabía que la gente se divertía en esos lugares… él no quería divertirse.

—¡Espero que lo disfruten mucho! —les deseó Mina antes de separarse de ellos.

Los condujeron por varias escaleras. Afuera se escuchaba un mar de gritos y canticos. Trunks quedó sorprendido cuando miró hacia abajo del gran balcón donde estarían sentados. El lugar era enorme y estaba abarrotado de gente, gente que gritaba, gente que brincaba y llevaba pancartas. Gente moviéndose y aventando botellas de agua a otras personas.

Trunks se sentó junto a Aer y Dorian y miró empezar el espectáculo. Mina salió vestida de brillos y colores, con danzantes tras ella y se adueñó del escenario de una manera que él nunca había presenciado. Aquello era como tener una especie de poder, las personas se movían con ella, vibraban con ella.

El sonido de la música se volvió un eco dentro de su piel. El calor en aquel lugar se elevó y se llenó de una energía que sin esperarlo lo envolvió.

«… caí tanto, toqué fondo,

me quebraste.. »

Y aquellas letras bajo el sonido de su voz le causaron conmoción.

«… pero soy invencible,

No soy de roca, ni de granito.

Estoy hecha de oro,

Irradiaré… »

Las luces estrambóticas y el clamor le tenían adormilado. Era como si esas palabras penetraran dentro de su ser.

—¿Les está gustando? —preguntó Makoto en un intermedio. Las luces del escenario se habían apagado.

Trunks se encontró asintiendo. ¿Le habría gustado a Mai ese ruidoso concierto? No sabía… quizás nunca lo sabría.

Mina siguió cantando y Trunks la escuchó. Sentía parte de la melancolía golpeando su interior y luego fue como si con ese extraño poder salido de su persona los elevara hacia una especie de catarsis musical.

Mina terminó exhausta. Volvieron a subir a la limusina huyendo de una horda de fans enloquecidos. Trunks casi rió de lo extraño y loco que era eso. La limusina fue palmeada y golpeada. Los flashes brillantes rebotaban sobre los cristales obscurecidos.

Pero dentro todo era tranquilidad y preocupación.

—¿Estás bien Mina? —le preguntaba Makoto.

La mantenía quieta y recostada. Le tendía agua y le hacía mimos con cariño.

La bajaron en brazos sus guardaespaldas y desaparecieron dentro del Palacio.

—¡Vaya! —dijo Dorian —. Eso es cantar.

—Y moverse —dijo Aer.

Trunks asintió.

—Muero de calor —exclamó Dorian y se sentó en los escalones.

Trunks y Aer se tiraron prácticamente sobre los escalones también.

—¿Están todos bien allá afuera? —preguntó Makoto.

Ella se acercó arrastrando sus pies ya enfundados en unas enormes pantuflas con forma de conejo y les tendió unas botellas de agua.

Trunks le agradeció. Se sentía cansado, como si haber presenciado el concierto fuera una especie de maratón.

—¿Y qué planes tienen para mañana? —preguntó Makoto.

Los chicos guardaron silencio un momento.

—Pues tenemos planeado viajar a otro continente hacia unas playas espectaculares.

Makoto abrió los ojos con asombro.

—No pensé que se marcharían tan pronto.

—Tenemos un largo itinerario que cubrir —dijo Aer con gran emoción.

—Y Trunks necesita encontrar un lugar para volver a entrenar —acotó Dorian con tono de importancia.

—¿Así que un lugar para entrenar?

Todos miraron a la Neo Reina pensativa, que en algún momento había llegado. Luego sus azules ojos brillaron.

—Makoto tiene un excelente lugar donde entrenar. ¿Verdad Mako-chan?

—Ehh… sí. Sí, sí. Es un lugar para entrenar —confirmó Makoto.

Trunks ya había escuchado eso, lo que volvió a llamar su atención.

—¿En serio? —preguntó Dorian como si algo en el brillo de los ojos de la rubia le revelara un secreto.

—Sí —continúo Serena —y es realmente bueno. ¿Por qué no invitas a Trunks, Makoto?

Las mejillas de Makoto se tiñeron de rojo por un momento, pero antes de que respondiera Aer habló.

—Eso es muy amable, pero en verdad tenemos planeado hacer varias visitas…

—Y yo tengo que encontrar un lugar adecuado donde no moleste a nadie mientras entrene —interrumpió Trunks amablemente.

—En realidad no molestarías a nadie —se adelantó Makoto y sin saber por qué le dijo —, sólo yo vivo allí —. Los muchachos la miraron confundidos. Makoto suspiró y dijo arrebatadamente —En el planeta Júpiter… yo vivo sola. Sólo yo.

Dorian elevó una depilada ceja.

—¿Tú vives sola en un planeta?

Makoto se cruzó de brazos.

—Sí, es mi planeta — contestó un poco a la defensiva.

Trunks se sorprendió. Ahora entendía por qué ellas eran llamadas princesas de tal o cual. Era porque pertenecían a diferentes planetas. ¡Qué cosa tan rara!

—¿No es perfecto? —Preguntó Serena —Makoto tiene un excelente lugar para entrenar y nadie a quién molestar.

Makoto y Serena se miraron y la primera se rindió.

—Y claro que serías bienvenido Trunks —dijo Makoto con total sinceridad.

—Eso es genial, pero tenemos planeado ir también a las playas de Mimbrel en el universo 7 y luego iremos de visita a las altas montañas de Niwer, mucha gente va a entrenar allí.

—Y a turistear por sus concurridas calles —agregó Dorian.

¿Playas, mucha gente, concurridas calles? Trunks sintió estrés de sólo pensarlo. Bastante pesado había sido seguirles el paso por Tokio… y todavía le quedaba más de un mes. Algo le decía que así no encontraría un lugar adecuado donde entrenar, quizás ninguno. Eso si lograba ponerse a entrenar.

—Vaya eso suena muy bien —dijo Makoto.

—Claro que si te decides por un lugar, digamos más tranquilo —dijo Serena viendo la duda en el rostro de Trunks.

Dorian entrecerró los ojos.

—Sí, claro, mi ofrecimiento sigue en pie —dijo Makoto lo más convincente que pudo.

Trunks boqueó y lo repensó. Miró a Dorian y a Aer y se lamentó.

—¿No les molestaría si aceptara?

Aer abrió los ojos sorprendido.

—Por supuesto que no —contestó Dorian, preguntándose en el interior si Trunks sabía de qué iba todo ese asunto.

—No, está bien. Tú lo que necesitas es recuperarte —dijo finalmente Aer.

Trunks sonrió.

—Entonces acepto —le dijo a Makoto.

—¡Qué bien! —gritó Serena.

Makoto y Trunks se miraron con una nerviosa sonrisa. Al parecer había desarrollado la costumbre de huir de un lugar a otro.

—Y entonces Trunks dijo "Sí acepto".

Un suspiro general llenó la habitación.

—Eso no fue lo que dijo —refutó Makoto, ahora mismo se sentía ofuscada por el comportamiento de Serena —Él dijo "Entonces acepto", es diferente.

—¿Tendrás a ese ardiente hombre en tu casa y te veo quejándote? —preguntó Rei casi ofendida.

—¡Oigan! ¡Esa no fue mi idea! ¡Yo le he invitado de buena manera por qué él necesita un lugar donde entrenar! —se defendió mientras se sentaba en un sillón del cuarto de ropa —Y no tengo ninguna otra idea en la cabeza. Eres tú, Serena, la que piensa en otra cosa.

—Yo no tendría problema en pensar en otra cosa —dijo Mina desde el sillón de tres plazas que ocupaba a todo lo largo rodeada de cojines y con los pies elevados —¿No habrá otro chico guapo que me acompañe a mi departamento? Yo también vivo sola —terminó de forma teatral—. Quizás ese chico de ojos verdes y piel nívea.

Makoto hizo un esfuerzo para no reír.

—Bueno basta —y se hundió en el sillón —. Ya tengo suficiente con pensar…

En el menudo lío en que se había metido. Apreciaba mucho a Aer y a Dorian, pero no tenía en mente la idea de unas emocionantes vacaciones. Eran sus vacaciones y ellos querían emoción y diversión. No, no podía lidiar con eso.

Ahora tenía que lidiar con el hecho de que se quedaría con Makoto en un planeta desolado. Y ésa era una extraña idea de concebir. La sensación de no tener algún control o destino sobre su vida le estaba causando un estrés extraordinario.

—Bueno, estamos listos —Anunció Aer tomando las abultadas maletas —¿Estás seguro de que estarás bien?

Trunks no estaba muy seguro, pero aun así dijo que sí.

—Regresaremos antes de que terminen nuestras vacaciones —dijo Dorian —. Cuídate o Bardock rostizara nuestro trasero.

—Diviértanse —les deseó el medio sayajin.

Trunks miró a sus compañeros partir junto a sailor Plut esa tarde. El resto de las princesas les despidieron también. Makoto esperó a que ellos se marcharan para preguntarle a Trunks si estaba listo para partir también. Se despidieron rápidamente. Makoto agradeció internamente que las chicas se despidieran decentemente y luego ella lo guió hasta el portal de transportación.

El portal estaba en otra área del palacio que él no había visitado antes. Estaba tras dos grandes puertas y al centro de una enorme habitación. Era una especie de tubo abierto en la parte baja y frontal, era traslucido, como hecho de luz y muy alto, pero conforme se elevaba se desvanecía.

Él y Makoto entraron en él.

—¿Estás listo?

Trunks asintió.

Por un momento todo se volvió blanco y luego estaban en un tubo igual, pero en un lugar muy diferente. Trunks miró al cielo que parecía pintado con pinceladas de celestes y terrosos colores. Grandes manchas de nubes se movían muy arriba a una velocidad impresionante.

—Vamos —dijo Makoto.

Ella tenía la cabeza baja, salió del tubo, giró a la izquierda y marcó el camino.

Trunks se tomó un segundo para observar la primera vista. Allí había puras ruinas. Un edificio, al parecer algún tipo de mansión, había sido derrumbada y el tiempo le había convertido en un montón de escombros y paredes a medio tapizar por enredaderas.

—Trunks...

Él acudió a su llamado y le siguió. Entonces la vista cambió, del otro lado había una casa muy terrestre y con pinta cálida. Caminaron hasta la entrada y ella abrió la puerta.

—Pasa, anda.

No sin un poco de pena él entro. Y sí, todo allí era agradable, limpio y perfumado, y debía admitir que era lo más sencillo y normal que había visto desde su llegada a la tierra, o mejor dicho lo más sencillo que había visto en mucho tiempo en cualquiera de los lugares a los que había ido.

—Veras, el clima en Júpiter es muy diferente al de la tierra —explicó mientras ponía las bolsas que llevaba sobre la encimera de la cocina, que a la vez hacía de desayunador —, pero el clima dentro de las cúpulas es diferente, incluso la luz del sol es diferente, o tendríamos días muy, muy cortos y yo no podría cultivar nada… Ven, te mostraré tu habitación.

Y se perdió por un pasillo junto a la sala. Trunks le siguió.

—Disculpa que no tenga mucho espacio, este no es un palacio…

Trunks asintió levemente y no pudo evitar mirar las fotografías enmarcadas en la pared.

—Éste es —dijo Makoto y abrió la segunda puerta en el pasillo. Trunks entró tras ella—. Puedes colocar tus cosas en el armario —dijo y se giró a verlo. Trunks observaba con timidez el lugar y ella cayó en cuenta en que él sólo cargaba con una pequeña maleta de… Se mordió el labio—. Bien, sólo hay un pequeño problema…

Trunks elevó las cejas y espero a que ella hablara.

—Bu-bueno, veras, no pensaba recibir visitas cuando construí la casa, habilité este cuarto hace años por que a veces mis amigas vienen a quedarse… pero la verdad yo no pensé en… me parece que tendremos que compartir el baño ya que el único que hay está dentro de mi recamara, pero estoy segura de que no habrá problema, tú sólo dime cuando te ducharas y yo te dejaré el espacio —dijo Makoto casi roja como un tomate y agitando las manos, esperando ser comprendida y bastante convincente de que ese detalle sería insignificante durante su estancia allí.

Un detalle en el que no había pensado cuando terminó invitándolo… grave error.

Trunks sólo pudo atinar a asentir.

—Bien… supongo que tienes hambre. Serviré la cena, te veo en la cocina, tú… acomódate.

Y Makoto salió de la habitación como una autómata.

Pensándolo bien ese hombre le crispaba los nervios. Era extremadamente guapo y fornido y hermoso y tenía unos ojos… ¡Por Dios! ¡Ya! Tenía que dejarlo por la paz. Se había ofrecido a proporcionarle un lugar donde entrenar y a eso se iba a evocar.

Llegando a la cocina se puso manos a la obra y se sintió más tranquila. Era obvio que él estaba algo desnutrido, ahora que lo había visto más de cerca pudo observar que sus pómulos estaban hundidos y que quizás su tono de piel no era muy sano. También no sabía cuán delgado era, pero lo más seguro es que hubiera perdido peso… recordaba que había rechazado la comida el día que llegó con Chronoa, por lo que tenía buenas razones para esforzarse en la comida.

Tal vez pudiera realmente ayudarlo, después de cómo se habían peleado aquella ocasión, ella también se sentía culpable.

Trunks dejó caer la maleta al suelo y observó la habitación antes de acomodar su pequeño guarda ropa. Era espaciosa, había una cama grande con sabanas verdes. Estantes con alguna que otra cosa en una pared, un tocador, una cómoda y un escritorio en la esquina junto a la ventana.

Abrió el pequeño armario y no encontró más que un par de toallas, unas sandalias de baño y un par de pantuflas con caritas de conejo. En el espacio, mayormente vacío, acomodó las dos playeras negras, su pantalón oscuro, sus viejas botas amarillas y los dos cambios de uniforme que tenía. Por ultimo colgó la chaquetilla de mezclilla en un perchero y lo pensó dos veces antes de dejar la espada también.

Salió al pasillo y caminó despacio, mirando las fotos que había colgadas allí: instantáneas algo movidas de foco, donde las princesas llevaban uniformes y se abrazaban, otras donde vestían ropa elegante, ropa típica de su tierra e incluso una dónde vestían diminutos trajes de baño. Trunks miró hacia la otra pared escapando de la imagen, había visto fotos de mujeres luciendo ese tipo de atuendos en antiguas fotos de su tierra, pero nunca de una persona conocida.

—¿Estás listo? —preguntó Makoto cuando lo vio salir del pasillo —¿Todo bien?

—Sí, muchas gracias —dijo con una leve sonrisa—, has sido muy amable.

—No lo agradezcas, estamos para servirte —Y Makoto sirvió la cena—. Toma asiento, espero que te guste lo que preparé.

—Gracias.

Trunks se sentó en la gran mesa que ella había dispuesto.

—Yo la… yo espero poder pagar por todas tus atenciones, por mi estancia aquí.

Makoto sonrió y tomó los palillos de la mesa.

—Eres mi invitado, de ninguna manera aceptaré un pago por tu estancia aquí.

—Pero, no quiero ser una carga para ti.

—Por favor, no lo eres —dijo Makoto y se sonrojó al verlo—. Por favor considérame como una amiga.

Trunks se encontró sonrojándose, algo que no le ocurría desde hacía mucho tiempo. Incapaz de responder el silencio se hizo presente entre los dos. Ella estaba siendo muy generosa con él, todas ellas. Habían aceptado a un extraño en casa, habían perdonado a alguien que las había atacado, insultado y dañado su mundo y le habían ofrecido sus atenciones. Trunks comprendió que ella era como su madre solía ser con las personas. Su madre era generosa y entregada con todo aquel que estaba en necesidad.

—Gracias, ¿al menos puedo ofrecerme en ser de ayuda en algo?

Makoto se mordió el labio levemente, pensativa.

—Bueno, ya que lo mencionas —dijo intentando esconder su entusiasmo—, ¿quizás podamos entrenar juntos?

Trunks tosió. ¿Entrenar juntos? ¿Ella hablaba en serio?

—¿Estás bien? —preguntó Makoto preocupada al verlo toser.

Trunks asintió.

—Sí, sí.

—¿Entonces, qué te parece la idea? Te prometo que soy una buena compañera.

Trunks paseó la mirada por toda la mesa y luego los posó en ella.

—La verdad… la verdad es que en este momento quizá no sería oportuno, no creo estar en condiciones de entrenar con alguien —dejó los palillos a un lado y bajó la vista—. Soy inestable, por decirlo así, en este momento y no quisiera lastimarte.

Makoto abrió los labios y parpadeó, luego asintió.

«Comprendo, él no está en control —pensó—, eso quiere decir que tendré que esperar».

—Entiendo —dijo y continuó con una sincera sonrisa—. ¿Quizás más delante? —propuso.

Trunks se sorprendió por su tenacidad y recordó la seguridad con que ella le había enfrentado aquel día en el bosque. Esa mujer era una princesa misteriosa y generosa, pero en realidad era una guerrera.

—Será más adelante.

No es que estuviera seguro, pero podría ser.

Ese día de nubes bajas Trunks decidió volar más lejos en su ronda matutina, estaba de buen humor después de muchos días y giraba sobre su eje de vez en cuando. Pronto sobrevoló el monte Paoz. Hacía tiempo que no visitaba la antigua casa de Gohan. Ya pasaban más de tres años que la señora Milk había bajado para vivir en el pueblo, pero Trunks pudo constatar que mantenía la casa en buenas condiciones.

Descendió al tupido bosque y las ramas se agitaron con su descenso. Las hojas crujieron bajo sus botas mientras caminaba hacia la lápida de Gohan.

Se sentó con las piernas cruzadas a escasos pasos del bloque de hormigón.

—Hola Gohan —empezó su plática habitual. Gohan no estaba allí, pero eso no significaba que no pudiera decirle todo lo que pensaba—. Quiero decirte que hay algo que me tiene muy confuso, hace un par de semanas sentí…

Tuvo que parar en seco. De pronto había detectado algo raro. A su costado, en paralelo a la tumba de Gohan había algo.

Trunks observó con calma como la tierra estaba ligeramente alzada, la habían removido y el espacio era un poco más corto que el de Gohan.

Trunks tragó saliva, porque algo así sólo podía significar una cosa: un cuerpo.

En el momento en el que el pensamiento atravesó su mente creyó detectar cierto olor.

Lo primero que hizo fue asegurarse de que no hubiera nadie cerca de él y no había un alma en kilómetros. Se puso de pie y caminó la corta distancia. Viendo de frente no podía haber otra respuesta y definitivamente no era la señora Milk la que se encontraba allí.

¿Quién podía haber sepultado a alguien justo al lado de Gohan? La respuesta hizo que su estómago se retorciera. Él, otra vez él, casi seguro.

Pero…

Se inclinó y cerró el puño sobre la tierra. El pulso le latía rápidamente y la boca se le secó. Se preguntó si estaba seguro de lo que hacía, si era necesario.

Sus manos comenzaron a trabajar.

No pasó mucho tiempo en que el olor se hiciera más fuerte y se cubrió la nariz y boca con la corva del codo.

Se detuvo cuando las yemas de sus dedos rozaron con algo blando. Con cuidado retiró el resto de la tierra. Allí se reveló lo que su madre ya sabía. El negro y largo cabello lo confirmaba.

* In the end, Linkin Park.

¿Alguien tiene los nervios de punta? En el pasado Trunks ha encontrado un cadáver. ¡Horror!

Es de sobra decir que esto se ha puesto en marcha, un huidizo Trunks ha adquirido el hábito de ir de un lugar a otro y ha terminado aceptando la ayuda de Makoto con tal de no seguir en unas movidas vacaciones. ¿Qué hará ahora?

Las chicas por su parte han conspirado para meter a Makoto en un buen predicamento, ¿qué más puede esperarse de ellas?

Envíen un rw para que Trunks deje de huir!

Sailor Moon by Naoko Takeuchi

Dragon Ball by Akira Toriyama