8

OBITO

La contienda había terminado.

Los cuerpos estaban amontonados detrás del almacén, donde serían quemados. Para cuando terminamos con él, el ya desvencijado complejo tenía aún peor aspecto que antes. Los habitantes de la zona probablemente habían llamado a la policía al oír los disparos, pero la policía sabía cómo hacer la vista gorda. Sabían que si nos dejaban en paz no nos meteríamos con ellos. Los ciudadanos pensaban que la policía llevaba la voz cantante en aquel país, pero en realidad eran los criminales los que lo controlaban.

―He encontrado a tu amiguito. ―Madara emergió del corro arrastrando a Tristan por el tobillo. Tiraba de él por el pavimento, dejando un rastro de sangre a su paso. Tristan seguía con vida, pero estaba herido de gravedad. Madara lo dejó caer justo delante de mí, luciendo una mueca propia de un demonio―. ¿Estamos en paz, entonces?

―Sí.

―Mañana estaremos en tu base a primera hora de la mañana. Cuento con encontrármelo todo en orden.

―Así será.

Asintió en dirección a sus secuaces antes de guiñarme un ojo.

–Que te diviertas. La venganza siempre me ha puesto más caliente de lo jamás ha conseguido hacerlo ninguna mujer. ―Se alejó con sus hombres en dirección a los vehículos, dispersos por la zona. Algunos estaban ardiendo por causa de los disparos y otros habían sido sencillamente pulverizados.

Yo había perdido unos cuantos hombres, pero casi todos habíamos logrado salir de allí con vida.

Tristan no podría decir lo mismo.

Se levantó del suelo con brazos débiles. La sangre le goteaba por la frente y atravesaba sus labios. Tenía el pelo apelmazado por la sangre húmeda que le empapaba los sucios mechones. Se incorporó, tambaleándose ligeramente a causa de la debilidad.

No sentí ni un ápice de piedad.

―¿A qué estás esperando? ―dijo en un susurro.

―No estoy esperando a nada. ―Me saqué la pistola de la parte de atrás de los vaqueros y la amartillé―. Simplemente lo estoy disfrutando.

Entrecerró los ojos enfadado, sin dejar ver su terror ni siquiera en aquel momento.

―Ahora ya sabes lo que es sentirse impotente, tener a alguien que te controle sin tu permiso. Una auténtica putada, ¿verdad?

Tristan desvió la mirada hacia uno de los almacenes que había a lo lejos.

―¿No es extraño pensar que después de tanto tiempo haciendo negocios juntos, una sola mujer lo haya cambiado todo por completo?

No era una simple mujer. Era la mía.

Sacudió la cabeza.

―Me obsesioné con ella en cuanto le puse la vista encima. Pero sospecho que lo tuyo va más allá de la obsesión. El único motivo por el que un hombre llegaría a tales extremos es estando enamorado de ella. ―Volvió a mirarme―. Así que tengo que preguntarlo. ¿Ha merecido ella la pena?

Levanté el arma y le apunté directamente entre los ojos. Lo había arriesgado todo por aquella mujer, pero ella no sentía lo mismo por mí. Aquello me había dolido más que cuando mi hermano me había dado un tiro. Me había dolido más que todos los remordimientos que sentía por haberle dado aquella paliza a Sakura. Ninguna mujer había despertado en mí nada más allá de la lujuria, y ahora había encontrado a una por la que daría la vida... pero ella no estaba dispuesta a morir por mí.

―¿Últimas palabras?

―No has contestado a mi pregunta. ―Miraba fijamente el cañón del arma, sin demostrar ningún miedo a pesar de lo que estaba a punto de suceder. Nunca volvería a ver el azul del cielo. Nunca volvería a sentir la luz del sol en la cara.

Mi dedo se deslizó en el gatillo.

―Sí. Y volvería a hacerlo todo otra vez.

Clic.

LLAMÉ A IZUNA, UNO DE LOS HOMBRES QUE HABÍAN RECOGIDO A Sasuke y lo habían llevado al hospital.

―¿Cómo está?

―Entramos con él a urgencias y se lo llevaron inmediatamente a cirugía. Parece que tiene alguna hemorragia interna además de las costillas rotas. Le han tenido que hacer una trasfusión de sangre por toda la que había perdido.

―Pero se va a poner bien, ¿no?

―No nos lo han dicho ―contestó Izuna―. Pero nos hemos quedado aquí para que puedan informarnos de su progreso. ¿Qué tal van las cosas por allí?

―Estamos recogiendo y preparándonos para la partida. En cuanto acabemos con eso iré para allá.

―De acuerdo. Quería llamar a Sakura, pero para cuando hemos llegado se había desmayado.

―Yo me ocuparé de ello.

―Vale. Parecía importante para él.

Colgué y me preparé para llamarla. Había pensado llamar antes a Temari porque estaba preocupada por mí. Me iba a producir una inmensa satisfacción decirle que Tristan estaba muerto. Se sentiría muy aliviada al saber que había recuperado el control de su vida. Pero Temari tendría que esperar, porque Sakura estaba hecha polvo.

La llamé.

Sakura lo cogió al instante, como si estuviera sentada con el teléfono al lado sin hacer otra cosa que esperar a que sonara.

―Por favor, dime que está bien. ―La emoción volvía a embargar su voz, aterrorizada porque fuese yo el que estuviera haciendo la llamada en vez de Sasuke.

―Está bien.

―Oh... Gracias a Dios. ―Exhaló ruidosamente al teléfono.

―Tristan está muerto. Todos sus hombres han sido eliminados. Sasuke está en el hospital ahora mismo; lo están operando.

―No...

―Tenía algunas...

―Prefiero no saberlo.

Me callé, sabiendo que conocer sus lesiones le partiría el corazón.

–Dime simplemente que se va a poner bien.

―No lo sé con seguridad, pero estoy convencido de ello. No le dispararon ni nada semejante.

―Voy a volver. Necesito estar en ese hospital.

―Yo... no estoy seguro de si él querría que te movieras de allí, Sakura.

―Has dicho que Tristan está muerto, junto con todos sus hombres, ¿no?

―Sí.

―Pues no pienso quedarme de brazos cruzados durante más tiempo. Mi marido me necesita, así que me marcho de aquí.

―Sus hombres no permitirán que te marches hasta que él les dé la orden.

―Pues vas tú y la anulas, Obito ―saltó―. Porque de un modo o de otro, voy a salir de aquí.

―Vale, de acuerdo ―contesté―. De todos modos, estoy seguro de que querrá verte.

―Voy a hacer el equipaje entonces. Más vale que estén preparados para cuando termine.

―De acuerdo.

―Y gracias, Obito. Gracias por salvar a mi marido.

Su gratitud sólo consiguió que me sintiera fatal.

―Por favor, no me des las gracias. Todo esto es culpa mía...

―Pero ahora todos somos libres. Y eres tú el que lo ha conseguido, Obito.

―No tendría que haber puesto en peligro la vida de mi hermano de aquella manera, no por una mujer.

―No es una mujer cualquiera, Obito. Tú la amas.

Cerré los ojos al escuchar su comentario.

―Pero ella a mí no...

Sakura se quedó callada, claramente sin saber qué decir.

―Yo hubiera querido intentar salvarla en cualquier caso, pero si hubiera sabido que no me correspondía, no hubiera metido en ello a mi hermano. Me siento como un idiota. Lo he arriesgado todo por esa mujer.

Sakura seguía en silencio. Sería imposible encontrar una buena respuesta para eso. Sólo se lo había confesado porque las consecuencias de la situación empezaban a caérseme encima como una losa. Mi hermano estaba en el hospital, mi cuñada estaba en Grecia y Temari estaba en casa preguntándose lo que habría sido de mí.

―Eso no sé si me lo creo.

–¿Creerte el qué? ―susurré.

–Que no te ama. He pasado algún tiempo con ella y cada vez que habla de ti se le iluminan los ojos. No me ha dicho nada más que cosas buenas, aunque podría haber sido completamente sincera conmigo. Dale un poco de tiempo. Creo que entrará en razón.

―Me parece que te equivocas, Sakura. Pero gracias por intentar hacerme sentir mejor.

Su suspiro inundó la línea telefónica.

―Tristan está muerto, ¿no?

–Sí.

―¿Estás seguro?

―Yo mismo le descerrajé un tiro entre los ojos.

―Bien ―dijo con rabia―. No se merecía que le dieras muerte así. Tendrías que haberlo torturado igual que él torturó a Sasuke.

―Sólo quería acabar con ello de una vez. El mundo ya es un lugar un poco más bonito sin Tristan en él.

―Sí... Supongo.

―Voy a tener que ir dejándote, Sakura. Tengo que llamar a Temari.

―Vale. Asegúrate de hablar con los hombres de Sasuke para que me dejen salir de aquí.

―Lo haré.

Colgó.

Acto seguido llamé a Temari, sintiendo cómo me latía el corazón mientras sonaba el tono de llamada. Ella debía de haber encontrado uno de mis otros teléfonos por la casa, y yo esperaba que siguiera llevándolo encima para poder dar con ella.

Contestó unos cuantos tonos después.

―Cuánto me alegro de que estés bien.

Me enterneció escuchar la preocupación en su voz. No había nada mejor que importarle a una mujer como aquella, que quisiera escuchar mi voz tanto como yo la suya. Las mujeres no solían significar más que una cosa para mí: sexo. Pero Temari representaba eso y muchísimo más.

―Tristan está muerto.

―¿Sí? ―preguntó con un jadeo―. ¿Estás seguro?

―Yo mismo lo maté de un tiro.

―Uf... ―Se tomó un momento para digerir mis palabras y aceptar el hecho de que su torturador había desaparecido de verdad.

―También maté al resto de sus hombres. Nadie volverá nunca a perseguirte.

―Yo... no sé qué decir. Ni siquiera sé cómo asimilar todo esto. Llevo tanto tiempo sin ser libre que ya no estoy segura de recordar lo que se siente al serlo.

―Ya lo eres, Bellissima.

Oía su respiración por el teléfono, obviamente emocionada... pero sin rastro de lágrimas.

―¿Cómo está Sasuke? Dime que está bien.

―Ahora mismo está en quirófano. Tenía una hemorragia interna.

―Oh, no... Pobre Sakura.

―Hoy vuelve en avión para poder verlo.

―¿Crees que se pondrá bien?

La verdad es que no tenía ni idea.

―Es el hombre más fuerte que conozco. Si alguien puede superarlo, ese es él.

―Sí.

―Voy a ir para allá en cuanto termine aquí. La operación todavía durará unas cuantas horas más, así que debería darme tiempo a llegar antes de que se despierte.

―¿Puedo ir contigo?

Me hubiera encantado verla y envolverla en mis brazos. Me hubiera encantado besarla y disfrutar de la paz de la que ambos podíamos disfrutar ahora.

―Iría a buscarte, pero se tarda bastante en coche. Querría llegar al hospital lo antes posible.

―Lo entiendo ―susurró―. Estoy deseando verte.

―Yo también estoy deseando verte a ti. ―Cuando me tocaba la fibra sensible con aquella facilidad, no me sorprendía haberme enamorado de ella. Me hipnotizaba con su afecto, debilitándome y haciéndome sentir deseos de acostarme con ella.

―Tú no estarás herido, ¿verdad?

–Unos rasguños nada más.

–Bien.

―Debería ir poniéndome en marcha. Te llamaré para contarte las novedades en cuanto pueda.

―Vale... pero tengo una pregunta.

―Ajá.

―Creo que ya conozco la respuesta porque no lo has mencionado, pero... ¿sabes lo que le ha pasado a Matsuri?

No tuve el corazón necesario para pronunciar las palabras en voz alta. No quería herir a Temari con la verdad. Su amiga había sufrido un destino mucho peor que ella. Había recibido palizas a diario hasta que un día fueron demasiado lejos y la mataron. Jamás le contaría que Sasuke había encontrado su cuerpo envuelto en una bolsa de plástico, preparado para ser hundido en el mar. Jamás compartiría con ella la descripción que me había hecho mi hermano del modo en que habían desfigurado su rostro a puñetazos.

―Lo siento...

Ella emitió un pequeño gemido al otro lado de la línea, sollozando suavemente.

―Matsuri...

―Lo siento. ―Ya había pronunciado aquellas palabras, pero necesitaba volver a hacerlo. Las decía con el corazón. Habría salvado a su amiga de haber podido. Habría hecho cualquier cosa para darle a Temari lo que ella quisiera.

Empezó a llorar.

–Bellissima...

―Perdona ―susurró ella―. Siempre he conservado la esperanza de volverla a ver...

―Ahora está en un lugar mejor. ―Después de todo el sufrimiento que había tenido que soportar, recibir la dulce liberación de la muerte sería exactamente lo que hubiera deseado. Aquello era algo que yo entendía porque me había encontrado en esa misma situación con anterioridad.

―No te entretengo más, Obito. ―Reprimió las lágrimas para poder hablar―. Sé que ahora mismo tienes muchísimo que hacer.

Yo quería volver corriendo a la Toscana y darle el consuelo que necesitaba, pero tenía otras obligaciones que me impedían hacerlo. Mi hermano era mi máxima prioridad. Debía asegurarme de que estaba bien y comprobar que Sakura hubiera llegado sana y salva a su lado.

―Hablaremos de ello cuando vuelva.

―No pasa nada. No hay nada más que decir...

―Pero quiero estar allí para apoyarte, Bellissima...

–Lo sé.