Capítulo 8: Nombres y sobrenombres

Los asistentes incrementaron en número desde la llegada de los alienígenas. Era natural que la voz se hubiese corrido, Marvin el Marciano a pesar de su apariencia poco intimidante y sus buenos modales, tenía un gran arsenal de su autoría que le servía como carta de presentación a su capacidad destructiva, así que las expectativas estaban por lo cielos. Calamidad tuvo que hacerse paso entre la gente para llegar al acceso lateral de la tarima. Cuando la pelirroja lo vio fue clara su intención de saludarlo a viva voz, de nuevo sin tomar conciencia del micrófono entre sus manos, por suerte para los transeúntes de oídos sensibles, el coyote sacó una señal de alto que detuvo a la jovencita.

«Creo que sería mejor si lo apagas primero», sugirió el coyote gris colocando una mano sobre la rejilla.

Ella asintió apenada, mientras bajaba el interruptor. Fue un gran alivio ver que Calamidad no estaba enojado con ella.

―Aunque sea agradable escuchar los quejidos de dolor terrícolas, te pido que seas cuidadosa con el equipo, querida sobrina ―expresó Marvin el marciano saliendo debajo de la tela.


La respuesta del felino, dejó intrigado a Ralph, todos sabían que Lucas había invertido mucho tiempo creando un proyecto del agrado de ACME, ¿por qué desechar la oportunidad que le brindaron como si se tratase de un talón de cupones caducos? Conociendo a ese pato loco, inclusive si le hubieran enviado descuentos expirados como premio de consolación, el emplumado hubiera encontrado la manera de sacar provecho de ellos.

―¿Estás seguro que podemos estar aquí, Silvestre? ―preguntó el lobo y mirando a un zorro rojo, que acomodaba una mercancía tras otra en las estanterías a ritmo pausado, continuó―: No quiero interrumpir la labor del señor.

―No te preocupes, a él no le perjudica nuestra compañía, ¿no es así, amigo? ―contestó el felino, mientras el desconocido hacia un signo de amor y paz con la mano antes de volver a su tediosa tarea.

El encargado no había puesto ningún tipo de objeción cuando su espacio fue invadido, ni siquiera cuando el perseguidor de Piolín colocó un par de paredes de PVC para cerrar los accesos al público. Ralph dudó que eso fuera necesario para entablar una conversación, simplemente pudieron citarse después en la habitación de alguno de los dos, pero el gato había insistido en hacerlo en aquel lugar tapizado casi por completo con manuales que ofrecían una amplia gama de conocimientos sobre los productos de la marca ACME. Desde las famosas versiones para tontos hasta las complejas ediciones para profesionistas ambientaban la reunión que rayaba en lo clandestina.

―¿Ocurrió algo malo con Lucas? ―preguntó el lobo.

Si en algún punto pensó que el pato había echado a perder su propia oportunidad de negocios con ACME, ahora las acciones paranoicas del felino le hicieron dudar de su hipótesis.

―Según su puño y letra no ―dijo Silvestre entregándole una hoja media carta.

―«Los de la Warner me ofrecieron un protagónico sin el conejo, al fin reconocieron mi talento inigualable. Como imaginarás mandé a volar a la gente de ACME, irónico viniendo de un pato, ¿no? Así que ya no necesitaré de tus servicios» ―leyó Ralph en voz alta el papel semiarrugado entre sus dedos―. Bueno, él siempre se ha sentido desplazado por Bugs Bunny, así que no me sorprende su decisión.

―Desplazado, poco afortunado, pero sobre todo se sentía miserable… ―complementó Silvestre, dispuesto a continuar con el discurso acerca de los pesares de su colega emplumado.

El ruido sordo de un manual impactando contra el suelo llegó a los oídos del lobo, seguido por la expulsión del aire envuelta en una aflicción excesiva como para relacionarla con un libro de captura y contención de roedores. Ralph miró un instante al zorro antes que el gato se limpiara la garganta sonoramente para atraer su atención de nueva cuenta.

―Lo siento, Silvestre ―dijo el lobo, consciente de que había dejado de escucharle justo cuando el material cayó al piso.

―Te decía, si bien un protagónico es algo que Lucas ha deseado desde que los reflectores comenzaron a iluminar al conejo dejándolo en segundo plano, hay algo extraño en todo esto ―expresó el felino haciendo una pequeña ventana circular en el plástico con la ayuda de sus garras.

Desde la abertura improvisada se observaba el escenario principal donde el suplente del pato se encontraba hablando amenamente con Calamidad, mientras que Marcia revolvía la tierra imaginaria bajo sus zapatos.

―¿Crees que Marvin tiene algo que ver con qué Lucas desistiera con su proyecto? ―inquirió el lobo.

―Por supuesto. ¿No te parece raro que sea precisamente el marciano quien lo sustituya? Él nunca mencionó que estuviera interesado en trabajar con ACME ―respondió el felino.

―Acepto que es peculiar, aunque puede que Marvin sólo estuviera siendo reservado al respecto ―conjeturó Ralph.

El gato le miró con seriedad y expresó:

―De ser por eso, ¿por qué no hemos sabido de Lucas desde hace una semana? No ha llamado a sus colegas para alardear de su éxito. Le pedí a Bugs que llamara a la Warner para asegurarnos de que todo estaba bien con él, pero…

Hubo una pausa por parte de Silvestre y de nuevo la aspiración profunda del encargado llenó el lugar. Esta vez el felino no prosiguió con su explicación, en su lugar le abrió paso al zorro rojo. El tipo comenzó a caminar hacia ellos con una expresión indescifrable. Ya teniéndolo enfrente, Ralph notó que en realidad era más pequeño de lo normal para la media de un zorro común, apenas y le ganaba unos centímetros de altura a Silvestre. Colocando las manos a cada lado de su propia cabeza, el zorro aló con fuerza como si quisiera arrancársela con todo y espina ante el desconcierto del primo de Wile E. Al final se escuchó un sonido parecido al de un corcho saliendo de un jalón de una botella de vino y estuvo hecho.

―Pero ellos jamás contactaron con Lucas para un protagónico ―reveló el sujeto dejando al descubierto su verdadero rostro.

―¡Bugs Bunny! ―exclamó el lobo mirando la cabeza falsa y luego al líder de los Looney Tunes.

―Un momento, viejo ―expresó el conejo levantando un dedo frente al lobo y tras una bocanada de aire continuó―: ¡Vaya sí que hace calor aquí dentro! Ojalá las polillas no se hubieran devorado el otro traje. Lamento lo del disfraz, Lucas no hubiera tenido problemas aquí, pero yo sí. No es conveniente que un conejo deambule entre cazadores, uno que otro científico loco que utiliza animales en sus pruebas y depredadores como tú… comprenderás. Espero que hayas comido bien, Ralph, no me gustaría comenzar una carrera despavorida justo ahora.

Era verdad, el caso de Lucas era especial, después de todo el pato fue oficialmente un cazador de ratones y un cazador de monstruos de forma independiente, así que con eso en su experiencia y el nombramiento de ACME podría pasearse por el hotel con plena libertad. Aunque Bugs técnicamente fue del equipo de Lucas cuando el emplumado quería acabar con fantasmas y seres de la noche, él no tenía una carta de la famosa corporación que le diera inmunidad como a su colega emplumado. El conejo era un experto en salir ileso ante los ataques de némesis de especies e intenciones variadas, pero hasta él sabía que no debía tentar su fortuna.

―Así que tú mandaste el servicio a la habitación para asegurarte de que no fuéramos peligrosos para ti. Bueno, en vez de recriminarte te agradezco por los alimentos, fueron un deleite para mis papilas. Descuida, conejito, he comido hasta saciarme y para ser honesto, no tienes un aspecto apetecible en este instante ―respondió el lobo.

Al Conejo de la Suerte no se le veía bien, además del pelaje revuelto por pasar varias horas en el traje, tenía el semblante cansado de alguien que no había conciliado el sueño por varios días e incluso parecía ligeramente chamuscado en ciertas partes del cuerpo.

―Sí, no te lo había dicho antes, pero parece como si en vez de cortar camino con tus túneles por toda Tasmania hubieras estado viajando bajo las ruedas de un todo terreno ―dijo Silvestre.

―Lo sé, no es mi mejor aspecto, digamos que mi suerte no ha sido la de costumbre y eso que tengo patas de conejo pegadas al cuerpo, viejo ―comentó Bugs.

―O como si alguien te hubiera usado como trapeador varias veces. Deberías ponerte la cabeza falsa de nuevo ―sugirió el gato.

―¡Oye!―expresó el conejo algo irritado.

―Ahora me queda claro porque Porky me contestó en tu lugar cuando llamé a la Looniversidad ―comentó Ralph para desviar el tema del aspecto de Bunny.

―Porky está a cargo en mi ausencia y me ha mantenido al tanto de los sucesos que afectan a los profesores y alumnos de la institución. Debo felicitar a Wile E. por ganarle a Gruñón y Sam, en general yo voy contra uno a la vez ―comentó el conejo.

―No seas tan modesto, aunque sé que le encantará escucharlo de ti ―contestó el lobo.

―Volviendo al asunto de Lucas ―intervino el felino dirigiendo la atención hacia él―. Peluso fue testigo de algo que nos ha hecho confirmar la culpabilidad del marciano.


Silvestre estaba atareado, había una pila de currículos vitae en su escritorio esperando por una revisión minuciosa de su parte. Debía verificar cada una de las referencias de los suplentes que cubrirían a varios de sus colegas durante la Convención de ACME. Al menos la de Wile E. ya estaba en activo dando sus clases. Fue curioso para todos que el coyote se fuera mucho antes al desierto, era como si se le hubiera olvidado el evento. Tanto el felino como los demás Looney Tunes supusieron que sus ansias por entrenar a su sucesor fueron la razón del cambio en sus actividades de ese año; poco sabían que había sido víctima de un tercero malintencionado que deseaba deleitarse fastidiando los planes de Wile E. Coyote.

El gato golpeó los dedos sobre la mesa sin saber por dónde empezar. Pensó en la mujer que cubría los horarios del coyote, a pesar de su apariencia siniestra y poco amistosa se había ganado a los alumnos y profesores. Ella le pareció una buena opción para hacerse cargo de cualquiera de las clases avanzadas, así que le ofrecería una asignatura más para ahorrarse leer al menos unos diez currículos. Tomó algunas de las hojas y se dispuso a tirarlas a la papelera. La puerta se abrió de golpe y el felino alarmado apretujó los papeles hacia su pecho.

―¡Yo no estaba tirando los resúmenes a la basura! ―dijo el felino colocando los papeles sobre la mesa―. ¡Oh! Eres tú Peluso, oye la tutoría conmigo es mañana al medio día. Te adelantaste demasiado.

El Tiny Toon hizo movimientos de mímica demasiado apresurados como para entender algo coherente de ellos. Incluso tomó clips y les dio forma de Lucas y Marvin, pero su tutor seguía sin comprender el mensaje.

―¡Vamos, niño, no tengo tiempo para jugar a las adivinanzas! Ya ni siquiera es hora de que estés aquí ―expresó el gato de pelaje bicolor sacando al jovencito de la oficina y dando un portazo, añadió―: ¡Ve a jugar con los chicos de tu edad! Tal vez estén en el parque o perdiendo el tiempo en los videojuegos.

Silvestre colocó el seguro para evitar que el otro volviera a interrumpirle, no obstante, el gatito insistió y permaneció afuera rasguñando la puerta con desesperación hasta que de pronto el sonido cesó por completo. El felino azul no se había rendido, si fuera por él hubiera estado ahí hasta que su profesor se hartara del ruido y saliera a reprenderle para meterse en un descuido, pero jamás se imaginó que otro alumno aún se encontrara en las instalaciones.

Elvira aprovechó el enfoque del gatito sobre la puerta para atraparlo en un abrazo sofocante que se mantuvo todo el camino hasta el hogar de los Duff. Todo con el afán de llenarlo con el amor sofocante que tenía de sobra. Después de todo un día de torturarlo la sádica amante de los animales al fin se quedó dormida. Peluso se sentó en el piso frio meditando sus opciones, hasta que una vocecilla en su cabeza le dio la solución y de hecho resolvió el dilema saltando fuera de su cuerpo. Fiorino con ayuda de su familia abrió el mecanismo del cerrojo. De ahí en adelante lo demás dependería de su anfitrión.

El felino en la búsqueda de una ruta de escape recordó la existencia de una ventana en el baño que dejaban abierta en los días calurosos. Al llegar a la habitación se encontró con un obstáculo inesperado: la madre de la casa. La señora Duff estaba relajada en la tina cubierta hasta el cuello con agua caliente, aprovechando que ninguno de sus hijos podría interrumpirle con nimiedades infantiles, aunque siendo sincera con ella misma tampoco es que fuera a salir corriendo por algo que ellos mismos podrían resolver. Tras un chapuzón accidental y una serie de escobazos iracundos, Peluso al fin pudo saltar hacia la libertad.

Regresó a la escuela al día siguiente, sólo para enterarse que el profesor Lucas dejaría de impartir sus clases por un tiempo indefinido. Se apersonó otra vez en la oficina de Silvestre, pero en ese segundo intento por hacerse entender llevó a Penélope consigo. La felina tradujo todo sin problemas, tenía un don para entender a ese gatito, de hecho, le dio un pequeño sermón al niño por no haberse apoyado con ella en primer lugar. Silvestre tampoco salió librado de un regaño y por alguna razón de la nada comenzó a sentir una comezón terrible por todo el cuerpo que sólo se desvaneció hasta que escribió todo en un reporte formal.


―Peluso vio salir a Marvin de la oficina de Lucas un día antes de su desaparición. El marciano se mostraba bastante interesado en evitar que alguien lo viera. Según el testimonio de nuestro estudiante, nuestro sospechoso escribió algo en una agenda electrónica justo antes de frotar sus manos maliciosamente, ya sabes uno no hace eso cuando va a hacer algo bueno ―explicó Bugs.

Sonaría ridículo para cualquiera, más no para un Looney Tune.

―Estoy de acuerdo ―dijo el lobo asintiendo, él mismo lo había hecho en más de una ocasión en el trabajo.

―El marciano tenía algunas plumas negras en la camisa y sacó en una especie de patín de carga que desafiaba la gravedad una caja de gran tamaño. Él ha negado todo acerca del asunto. Lo hemos vigilado de cerca y aún no ha hecho nada que lo incrimine, incluso dejó que revisemos su oficina de arriba abajo, pero es obvio que ha guardado lo que podría comprometerle ―añadió Silvestre.

―Creemos que ocultó la evidencia en otro lado. Es por eso que queremos pedirte un favor ―expresó el conejo.

―¿De qué clase? ―preguntó Ralph intrigado.

―Nos hemos dado cuenta que Marcia parece estar interesada en Calamidad, tú mismo lo has visto hace un momento; aunado a eso Marvin tiene en muy buena estima al chico, justo ahora está compartiendo con él detalles de su invento, incluso deja que tome notas ―explicó Bugs señalando lo que ocurría en el escenario―. Tal vez él podría…

―¿Obtener información usando a Marcia como medio? ―preguntó el lobo, frunciendo en entrecejo profundamente―. Ya veo lo que hacen, saben que Wile E. estaría renuente a su petición, por lo que vienen conmigo primero para que yo suavice las cosas. Lamento informarles que eso no será posible. Mi primo está paranoico desde que salimos del desierto, está peor que Silvestre cuando confunde a Hippety Hopper con un ratón monstruoso.

―De sólo nombrarlo me pone nervioso, no le deseo eso a nadie ―dijo el gato mirando hacia diferentes direcciones.

―Él jamás aceptaría que su pupilo juegue al espía. Bugs, ¿en serio expondrías a un alumno para encontrar a Lucas? ¡Y esa pobre niña! Ella podría terminar con el corazón roto por causa de un asunto ajeno a ella ―expresó Ralph.

La expresión de Bugs era la de alguien bajo una nube negra de tormenta, sabía que Ralph tenía razón, ese plan podía ser perjudicial para los chicos.

―No, disculpa, es solo que yo estoy, quiero decir estamos desesperados ―contestó el conejo, su voz estaba a punto de quebrarse, ese pato ególatra le importaba demasiado.

Ralph pasó los dedos por el pelaje de su nuca, se hizo una imagen mental de lo que él haría si fuera Sam el que estuviera perdido. Probablemente faltaría a su trabajo, gastaría sus ahorros e incluso vendería el anillo de oro que su padre le dio…

―¡Lucas tiene un anillo de oro con el logo de la Warner! ―exclamó Ralph recordando el incidente en el bosque.

―Bueno, no era suyo, yo se lo presté hace un par de años, pero lo perdió apostando a las cartas con Nasty Canasta unos meses después ―dijo Bugs.

―¿Estás seguro que lo perdió? ―inquirió el lobo.

―Sí, de hecho me dijo que me devolvería el doble de mi dinero si ganaba. Ese mismo día tuve que entregárselo a Canasta, él lo fundió y se hizo una pieza dental que usa en la actualidad. ¿Por qué el interés en eso? ―expresó el conejo.

―He visto uno en la selva de camino acá, fue unos instantes antes de que me aplastara, según me contaron, una caja repleta de bolas de boliche ―explicó el lobo.

―¡Qué doloroso! ―exclamó el gato.

―Lo fue y aún tengo algunos detalles borrosos del incidente ―dijo el primo del Coyote y tras una pausa continuó―: Bueno sólo lo mencioné porque pensé que tendría algo que ver con Lucas, pero por lo que me dices debe ser de otro colega que vino a la conferencia.

―Es curioso, sólo existe otro Looney que tiene un anillo igual al que perdió Lucas ―dijo Bugs sosteniendo su barbilla con su índice y pulgar.

―¡Vamos, dinos quién es! ¡No nos dejes en ascuas! ―exclamó el felino.

―El demonio de Tazmania ―reveló el conejo ante la mirada expectante de los demás―. Después de que el señor Selzer despidió a Taz porque él no creía que fuera agradable para la audiencia. La gente comenzó a mandar grandes cantidades de cartas solicitando su regreso. Finalmente, el señor Jack Warner fue a buscarlo él mismo para que volviera al estudio y además de un cuantioso aumento le ofreció un anillo idéntico al mío como disculpa a nombre del estudio.

―Ojalá me hubiera sacado a mí, ahora tendría una mansión en Bervely Hills ―bromeó el gato.

―Entonces le diré en cuanto lo vea. Wile E. me dijo que vendría ayudar a la gente del Hotel ―comentó el lobo.

―Ese es otro asunto, se supone que lo veríamos aquí esta mañana. El gerente dice que nunca se presentó a trabajar, uno de sus amigos llamó para avisar que estaba enfermo, pero ahora ya no estoy tan seguro. Podrá ser un torbellino descuidado y desalineado, pero él jamás perdería algo tan importante como el símbolo de su relevancia entre los Looney ―explicó el conejo con seriedad.


El temporizador de cuenta regresiva en el centro del salón indicaba que la hora de la inauguración estaba cada vez más cerca. El lobo pensó en ir a ver a su primo; con la suerte que traía de fábrica era probable que el servicio de despertador del hotel no le llamara como le aseguraron que lo harían.

Observó el llavero que había elegido para Sam en el puesto de recuerdos. El utensilio de madera tenía grabado el logo de ACME y el año en curso, no era ostentoso en lo más mínimo. Al contrario de su persona, el ovejero era el tipo de Looney Tune al que le agradaban los detalles sencillos, mientras más sobrio mejor. Nunca pensó que pudiesen convertirse en amigos siendo tan distintos, pero los años de convivencia le hicieron ver lo equivocado que estaba. La forma en que sus personalidades se complementaban era única y exitosa dentro y fuera del campo de batalla. A pesar de que la mayoría de los comentarios admiraban y apoyaban su relación habían ciertas personas que no veían con buenos ojos su cercanía.

―¡Ralph Lobo! ―dijo el Coyote Kid tapándole el paso.

El otro estaba dispuesto a rodearlo, pero otros tres coyotes aparecieron detrás del forajido. Ralph se detuvo en el acto.

―¡Vaya! ¿ese secuaz de allá es nuevo? ―dijo el lobo señalando al menos brillante del trío de secuaces.

―No, señor Ralph, soy Charles el Feo, es que subí un par de kilos, pero aun así Jones el Malo sigue siendo el más rellenito del grupo ―respondió el del pañuelo azul mostrando su estómago y recibiendo un manotazo de su compañero cuando intentó tocar su vientre, expresó―: ¡Ouch! ¡Me dolió!

―¿Terminaste, Charles? ―inquirió el jefe para después soltar un gruñido de advertencia.

El otro tembló y agitó la cabeza de arriba abajo como respuesta. De nuevo la sonrisa ladina de líder regresó a su hocico.

―Sabes, ese hedor a perro que despides es inconfundible; incluso este año hueles a champo para mascotas, no puedo decir que me sorprende, cada año estás más cerca de convertirte en una. ¡Ya sé! ¿Qué te parece si la próxima vez te traigo una placa con tu nombre, Fido?

El lobo se abstuvo de replicar, no estaba dispuesto a perder el buen humor por las palabras del bandolero. La relación que tenía con Sam le había enseñado a controlar sus impulsos ante las palabras necias que ya se sabía de memoria.

Por su parte, los secuaces del coyote soltaron carcajadas ruidosas y ordinarias. Adoraban las palabras hirientes que salían de su jefe cuando no eran para ellos.

―Esperen, ¿sí podíamos reírnos de eso? Porque ese es el primo del señor Wile E. ¿Y quién ese tal Fido? Oye jefe…―dijo Charles, rascándose la cabeza.

―¡Claro que podemos! Si el jefe sólo mencionó al señor Wile E. es porque sólo con él aplica ―respondió Chuck el Bueno, con aburrimiento, siempre tenía que explicarle a su compañero ese tipo de detalles. ―Y Fido es un sobrenombre para Ralph Lobo aunque entiendo que te confundas, generalmente le dice «mascota» o «perro».

―Sí, yo también entendí lo mismo que el Bueno ―comentó Jones, acomodando el pequeño sombrero sobre su cabeza.

―Oh, ya veo, entonces nos seguimos riendo o… ―dijo el menos perspicaz del grupo.

―¡Cállense, torpes! ―exclamó el coyote líder encogiéndose de hombros con frustración y señalando con el dedo al lobo exigió―: ¿Dónde demonios está Wile E.?

―Ya te habías tardado con esa fijación tuya por mi primo, Coyote Kiddo ―respondió Ralph con una sonrisa burlona.

―¡Ya te dije que no me llames así! ―replicó el forajido acortando la distancia.

―Cierto, siempre olvido que sólo «ella» puede llamarte de esa forma, ¿o te atreverás a decirme que me equivoco? ―dijo el lobo sin perder su expresión de mofa.

El forajido apretó los dientes con fuerza. Podía escribir una colección completa de doce volúmenes para insultar a ese aspirante a mascota, como él solía llamarle, pero el maldito sobrino de Cage E. Coyote despertaba su rabia con unas cuantas palabras imprudentes.

«Oye, Ralph, ¿no has visto al tal Johnny Boy?», expresó Wile E. y percatándose de la presencia de los demás coyotes, frunció el ceño y añadió: «¿Interrumpo algo?»

La cara del Coyote Kid enrojeció de improvisto y con un súbito movimiento se cubrió el hocico con el pañuelo en su cuello como si se dispusiera a realizar un atraco sin premeditarlo primero.

―¡Esto no se va quedar así! ―dijo el Coyote Kid retrocediendo y para su grupo ordenó―: ¡Nos vamos!

Sus secuaces compartieron miradas perplejas, ¿no se suponía que el objetivo de ese viaje era que su jefe bombardeara con insultos y provocaciones al famoso Coyote de la Warner? ¿Por qué retirarse al primer encuentro sin siquiera dirigirle la palabra?

―¡Dije que nos vamos! ―exclamó el Coyote Kid caminando hacia el único acceso y salida del salón donde se desarrollarían las actividades principales del evento.

―¿Eso quiere decir que no veremos la inauguración? ―preguntó Charles encogiéndose de hombros con tristeza.

Chuck rodó los ojos con fastidio y Jones sólo negó con la cabeza. Sí el jefe había dado la orden sólo les quedaba seguirlo y más les valía no cuestionarle cuando estaba de malas.

«Eso fue raro, ¿qué le dijiste?», inquirió el coyote.

―Nada que ese obstinado no sepa ―contestó Ralph sonriendo.

«¿Y por qué se cubre la nariz? No me digas que lo golpeaste», expresó Wile E.

―¿Me culparías si lo hubiera hecho? ―contestó su primo.

«No, pero ¿lo hiciste?», cuestionó el coyote.

―No ―dijo el lobo.

«¿Entonces?», preguntó el coyote arqueando la ceja.

―Sabes que tiene el olfato muy sensible. Probablemente olió algo que lo inquietó ―respondió el lobo y chocando las palmas en un único aplauso, agregó―: En fin, ya que estás aquí te mostraré algunos artefactos que te volarán la cabeza.

«Espero que no literalmente», dijo el coyote.

―Y antes de que preguntes por tu alumno, está autoevaluando sus aprendizajes con un enfoque lúdico ―comentó Ralph.


Notas

(1) Estaba renuente, pero al final le puse nombre a los secuaces del Coyote Kid. Esto basándome en el Gag credit/crédito de broma: «Coyotes compliments of Chuck Jones/ Coyotes cortesía de Chuck Jones» que aparece al inicio del episodio High Toon de estrenado en 1991. Por otro lado también hago una clara referencia a la película «Il buono, il brutto, il cattivo (Italia)/The Good, the Bad and the Ugly (Estados Unidos)/El bueno, el malo y el feo (Hispanoamérica)de 1966.

(2) El productor Edward Selzer, cabeza del Warner Bros. Animation Studio, ordenó a Robert McKimson que dejara de producir el personaje porque era «muy desagradable». Tras un tiempo sin nuevos capítulos de Taz, Jack Warner comenzó a preguntarse el porqué de la eliminación. Él mismo salvó al personaje, al decir a Selzer que había recibido «Cajas y cajas» de cartas que pedían que el Demonio volviera a la televisión (Wikipedia).

Agradecimientos para acosta perez jose ramiro y maestro jedi por sus comentarios; a acosta perez jose ramiro, Pinkley hairbow, maestro jedi, BuhoOscuro16, flex tape, loonytunecrazy y HectorBomb por sus favoritos y/o alertas.