AlbertFic

Dirty Dancing

Baile Candente

Por Mayra Exitosa

Capitulo Ocho

Mi cuerpo te Desea

Las semanas se fueron volando, y ambos comenzaron a ensayar a paso suave, pero sin descuidarse, todo era espectacular, el movimiento de él la guiaba y dirigía con una maestría que ante los ojos de ella era único, podía decirse que la hipnotizaba con solo tocarla, porque deseaba bailar al son más movido cuando se trataba de seguir sus pasos, a tal grado que sus roces, al alentaban a esperar la noche y desear ese despojamiento que hacía en ella cuando estaban en su cama, pero ahí en la pista no podía dejar de distraerse, sufría por concentrarse y analizar el baile, los nuevos pasos cambiaban constantemente, era como si él no se decidiera, pero no le importaba, al final se haría perfecto. Ella cerraba sus ojos y bailaba imaginándolo, ahora estaba dentro de su mente y para ella no había límites, el la llevaba en el viento, la giraba y la atraía y separaba, haciendo que todo tuviera un toque solo de él, estaba enamorada plenamente y no podía negarlo, haría todo cuanto fuera necesario para que él la aceptara tanto como ella lo deseaba a él.

- ¡Cielo! Cada vez bailas más bello, no sé decidirme por un paso o por otro y temo lastimarte. - Sabes que soy fuerte, no te preocupes, guíame y veras que no te fallaré. Estoy tan feliz de bailar contigo. - Lo sé, yo igual, no puedo dejar de imaginar tu cuerpo estrechado al mío y cada tarde, aun agotado quiero estar dentro de tu cuerpo como si con ello nos enlazáramos y sincronizáramos todavía más. - ¿De verdad? - Por supuesto que sí, eres mi pareja, definitivamente estamos listos para el baile de este fin de semana, será agotador. - No me subestimes, sabes bien que estoy completamente bien para ti. - Vaya que lo sé. Eres increíble.

Su beso era como un premio por el baile tan bello que habían ejecutado. Pero la realidad es que él se sentía desconcentrado, mareado y embriagado por solo tenerla, que, todavía habiéndola amado por la madrugada, su cuerpo la deseaba sobremanera, sus bustos parecían gritar por él, y se distraía constantemente por su cuerpo rozándolo, deseando poseerla cuando lo habían hecho unas horas antes y habían quedado plenamente satisfechos, pero algo no estaba bien en él, tenía que ir a hacerse una revisión, tal vez lentes, o quizás debían tomarse un tiempo para viajar y satisfacer esa necesidad que estaba en un trance de frenesí obligado, porque su pequeño cuerpo lo tenía bien medido, solo de imaginarse agitado en su cuerpo era suficiente para mantenerlo enloquecido aun con su entrenamiento y su concentración, mientras ella parecía hacer las cosas perfectamente bien, él podía cometer una locura y lastimarla si continuaba así.

- Te hare una comida rica, le decía coqueta Candy. - Solo has para ti preciosa, iré a hacer algunas vueltas, no te preocupes, tu vestuario llegará mañana y estaremos listos para el preciado día. - No tardes, sabes que em angustia cuando no llegas. - Ya te dije, no corras riesgos, no salgas y te traeré un regalo, ¿quizás unos chocolates? - No hagas locuras, no quiero subir de peso, tenemos que salir bien en la pista y sabes bien que hemos comido demasiado. - Si y quemamos muchas calorías, te compraré un pastelillo. No quiero que dejes de comer sano, pero darte un pequeño placer, es mi gusto. - Te estás volviendo muy consentidor, ¿Dónde está mi pareja? ¿Qué le has hecho? - Me fascina que digas que soy tu pareja, recuerda no hay otro, soy el único y quiero seguir siéndolo toda tu vida. - Lo sé. Ya estas aquí. Ella señalaba su cabeza y luego agregaba, - Y quizás… aquí. Refiriéndose a su corazón, y él le sonreía. Por supuesto que debía estar ahí, no le dejaría ese lugar a nadie.

El medico le aseguraba que no le hacían falta lentes, no había nada extraordinario, sus mareos debían ser por estrés y sobre todo por estar quemando tantas calorías y exigiéndose demasiado como sabía que lo estaba haciendo. - William tu pareja merece tenerte completo, déjate de estresar, ya tienes suficiente riqueza, ese placer de bailar, que siga siendo un placer amigo. - Tienes razón, estoy muy contento con mi pareja, ella esta siendo muy considerada conmigo, cada vez me siento más unido a ella. - Si, eso pasaba entre mi mujer y yo cuando nos casamos, y todo se fue al traste con la llegada de Jimmy y Mariza, mis hijos son ahora quienes nos hacen los días muy entretenidos. - Tus hijos son… - ¿Qué sucede? ¿Te sientes mareado? ¡William! - Estoy preocupado, me descuide una ocasión y… no use preservativo.

- ¡Que susto me has dado! Te quedaste en pausa prolongada, ¡tranquilo! Eso, aunque lo evites llega como tsunami, no avisa y todo en casa se vuelve una revoltura, pero lo disfrutas sobremanera. ¿Tiene acaso algún síntoma ella? - ¿Ella? No, al contrario, se ve preciosa y soy yo el que anda borracho y temo lastimarla. Le llevo algunos años ella esta tan joven y es perfecta. - Que no te la ganen William, anda no le des prioridad solo al baile, disfrútala ahorita que tienen todo el tiempo del mundo. - ¡si! Eso es, la deseo a cada hora, es algo que me desconcentra, quiero poseerla cada que la veo, cada que estoy cerca. - Es natural, son jóvenes y tienen tanta energía, ella debe sentirse igual de atraída, reconocerlo William, lo que necesitas son unas vacaciones con ella, terminen eso y salgan a pasear, es demasiado estresante la vida del ballet de salón y lo sabes. - Si, desde que llegó a mi vida, ella me ha cambiado totalmente. - ¿Y te gusta? - Demasiado. - No todos los días te escucho así, mira antes eran pruebas a cada rato de contagios y advertencias, ahora no, ella es tu ancla segura, solo tuya y tu no deseas a otra mujer, eso es lo que toda pareja desea encontrar en la vida, no cambiaría a mi mujer ni por millones de modelos, - Le dije que le llevaría un pastel y ella dijo que no podía que debía cuidar su peso. - Ahora el de los antojos eres tú, cuidado tiburón, que ese pececito te tiene bien medido.

El medico y él se llevaban bastante bien, eran amigos y los suspiros que notaba lo hacían reír, definitivamente estaba enamorado y quizás aun no se daba cuenta, - Ve cómprale un pastel y todo lo que se te antoje, al final lo queman bailando y… supongo que en otras cosas. La risa de ambos lo confirmaba, estaban en pleno éxtasis de pareja, debían darse tiempo como tal y olvidar esas competencias estresantes.


Gracias por continuar leyendo y comentando esta y las demás historias, cada capítulo es un detalle leerlas,

Seguiremos escribiendo más Historias de Albert y Candy

Un fuerte abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa