Las quinientas millas de Indianápolis

Anualmente en la ciudad de Indianápolis se suscita un evento automovilístico qué une a los entusiastas de la velocidad, desde que los combustibles fósiles se volvieron obsoletos y pasaron a usar mejores tipos de vehículos el evento se ha vuelto más interesante.

Para una mujer cómo Lana Loud, tener que aprender de cero todos esos datos sobre las maquinas automotrices no fue más que un placer, en especial porqué con los años se armó una reputación y logro ser una ´´Spotter´´ que representa al equipo de Los Ángeles en el evento, aunque si es sincera con ella misma extraña ser quien maneja a Michigan. Si bien sería emocionante ir tras el volante, le da más satisfacción saber que ella logro hacer que otro haya tenido una gran experiencia tras este.

La mujer sonríe mientras ve los preparativos para su equipo, los mecánicos se aseguran de que el auto esté en óptimas condiciones para la siguiente carrera. Suspira mientras decide dejarlos solos un momento, tiene que ver cómo está su familia y en especial su gran estrella.

En el presente, Lincoln baja de la casa rodante. Viendo nuevamente la ciudad de Indianápolis, siendo que hace exactamente un año que no la visita, desde hace tantas décadas que viene todos los años al evento sin importar que el costo suba o baje, que haya interés o no. Se ha asegurado de no faltar a ninguna carrera. ¿Por qué? Jamás fue un entusiasta de la velocidad cómo su hermanita Lana lo fue alguna vez más sin embargo, añora poder volver a compartir el recuerdo de ambos en esa gran pista, él desde las gradas y ella con su equipo profesional. La única diferencia este año es que es la primera vez desde década y media que no viene solo, además no solo está aquí con la persona más especial de su vida, sino que también tiene a la bisnieta directa de Lana con quien comparte nombre. Por alguna razón, siente qué su sobrina nieta es su hermana en esta situación, después de todo ambas eran chicas tan vivaces.

Al caminar por el enorme estacionamiento, las chicas se toman fotos y platican sobre lo concurrido que está el evento. De hecho para Emily es un deleite pues es la primera vez que ve tantos autos reunidos.

─Pensé que esta cantidad de autos solo se veía en las series de televisión. ─Dice la muchacha con asombro por ver que el lugar es mucho más grande que el centro comercial de su ciudad.

─ ¿Tú nunca saliste de ese pueblo? ─Pregunta Lana algo preocupada por ella, no es posible que a su edad algo tan sencillo le parezca tan asombroso.

─¿Qué puedo decir? Soy lo que algunos llamarían un ratón de biblioteca. ─Responde Emily tratando de ocultar su sonrojo.

─No deja de ser impresionante, tantos fanáticos reunidos solo por ver autos correr en círculos es muy loco. ─Asegura Rita algo dudosa por el evento. De hecho su bisabuelo jamás fue fanático de las carreras o de los automóviles en general, sin embargo viene aquí sin falta. Ella siempre ha querido acompañarlo pero este evento era de las pocas veces en las que él la alejaba de sus asuntos, cuando se iba siempre le pedía a Lana y su madre que la cuiden.

La adolescente de hecho ve cómo su bisabuelo camina por los interiores del lugar, corre para alcanzarlo y asegurarse de no dejarlo solo ni un segundo. A un hombre de casi un siglo de edad le puede pasar de todo en un lugar tan poblado como este.

Al alcanzarlo, ve que se dirige a una sección donde hay una placa dorada que abraca casi toda la pared. La manera tan callada en la que la observa, el cómo no sonríe y su respiración parece más agitada le preocupa, incluso su mano deja de temblar puesto que está apretada en un feroz puño que ningún anciano debería poder hacer.

─ ¿Abuelito? ─Interroga Rita algo asustada por la seriedad con la que el anciano ve la pared.

Lincoln suspira, relaja el puño mientras la realidad vuelve a alcanzarlo. Fuerza una sonrisa y ve a su bisnieta, dándose cuenta que la preocupó. Es algo que jamás ha querido hacer, Rita siempre debería estar sonriendo y saber que es el responsable de borrar aquella alegría de su rostro le duele.

─Estoy bien Rita, solo estaba recordando. ─Asegura Lincoln acariciándola con el mismo puño que antes tenía cerrado.

─… ¿Recordando? ─Pregunta Rita sin entender, esa no era su típica mirada al vació. Había dolor en aquellos ojos, lo sabe por qué aún están rosados por casi llorar.

─… Recordando. ─Vuelve a asegurar Lincoln mientras toma otro camina.

Rita se queda quieta un segundo, pensando en la actitud de su bisabuelo ante esa pared. La ve para tratar de descifrar lo qué le afligía al anciano pero solo ve qué hay un texto enorme que dice ´´En tributo a´´

No tiene tiempo de leer tanto texto, prefiere simplemente asegurarse que su bisabuelo no tenga tantos momentos así. Al voltear a él nota que hay un hombre con cámara hablándole, no pierde el tiempo y va a averiguar de qué se trata mientras las demás chicas también se le acercan.

─¿Entonces es un sí? ─Cuestiona aquel hombre, mostrando entusiasmo en su voz.

─Me serviría, la carrera aún no empieza así que hay tiempo. ─Responde Lincoln al extender su mano.

─ ¡Sí! ─Grita el hombre mientras salta cómo si hubiese ganado un premio. ─Le prometo señor Loud qué este siempre será el momento más importante de mi carrera. Ahora si gusta acompañarme a mi remolque, allí tengo de todo así que será la entrevista más cómoda que haya tenido.

─Bueno, no es cómo que Chandler Riggs se hubiese esforzado en su talk show. ─Dice Lincoln encogiéndose de hombros.

─No sé quién es Chandler Riggs. ─Dice ese reportero mientras guía al anciano.

─Dios mío, soy un anciano. ─Se lamenta Lincoln al bajar la cabeza.

─De hecho, tener tus capacidades físicas a tú edad es un logró digno de premios tío Lincoln. ─Adula Emily para que él se sienta mejor.

Lincoln solo esboza una sonrisa falsa para hacerle ver a su sobrina nieta qué su adulación es positiva, aunque la verdad si bien es cierto que puede moverse con relativa facilidad, ser un nonagenario tiene muchísimas desventajas, las cuales incluyen tener que vivir con un peso de historia enorme sobre sus hombros.

Es curioso, muchos a su edad olvidan casi todo pero él aún recuerda la primera vez que estuvo en esta misma pista.

─ ¡Mira papi! ¡Son demasiados autos! ─Grita Linka señalando a los autos que competirán.

─Así es Linka, todos estos autos están listos para dar lo mejor de sí mismos y yo ayude a que el siguiente ganador tenga la mejor pieza de ingeniería automovilística de todas. ─Presume Lana señalando un auto blanco. El orgullo en su voz solo puede ser equiparable a la emoción que Linka siente en estos momentos.

─No me sorprendería que este auto llegue a ganar, después de todo lo hizo la mejor mecánica del mundo. ─Adula Lincoln al darle un abrazo a su hermana. ─Solo que…. ¿Nada saldrá volando o sí?

─Me ofendes Lincoln, jamás invitaría a Linka aquí si no supiera lo que hago. ─Asegura Lana, inflando las mejillas de manera en la que Lincoln pueda ver su indignación. ─¿No vinieron las demás?

─Ya sabés cómo es Lori, quiere que su hija estudie veinticuatro siete y Luan dijo que llevaría a Lara a una audición. Aunque es algo joven para entrar a ese mundo. ─Responde Lincoln preocupado por el estado de ambas sobrinas. ─Cómo sea, al menos Linka y Leif podrán disfrutar la carrera.

─Pff, no me hables de ese muchacho. Fingió estar enfermo para no venir. ─Se queja Lana al recordar cómo su hijo no quería salir de la cama.

Lincoln empieza a reír al recordar que ella solía hacer algo similar cuando era pequeña, lástima que Leif no tiene un gemelo con el que pueda cambiar de lugar. Recibe un golpe en el hombro por parte de su hermanita pero no le duele, de hecho le provoca aún más risa que todavía puede hacerla actuar de esa manera aún con la edad que ambos tienen.

─ ¡Room! ─Grita Linka encima del auto, moviendo el volante cómo si pudiera conducirlo. ─ ¡Y la ganadora es Linka Loud!

─ ¡Linka! ─Grita un aterrado Lincoln al verla allí, corriendo para quitarla de ese vehículo lo más pronto posible.

Lana es la que ríe está vez, tantos años y Lincoln aún no sabe nada de vehículos pues de hacerlo sabría que esos requieren una llave especial.

El hombre por su parte se asegura que su hija este bien, viendo todo su cuerpo cómo si se hubiese roto algo. Si de por sí ya se siente inseguro de estar en esta carrera, no quiere verla tras ese volante nunca más.

─Descuida Lincoln, siempre y cuando yo guíe a esta pequeña corredora nada malo le pasara. ─Promete Lana mientras acaricia el cabello de su sobrina, alegrándose por escuchar su risa.

En las gradas, Linka ve los autos pasar. La manera en la que aceleran, giran, se rebasan entre ellos, es magnífico. La incertidumbre de lo que puede pasar simplemente hace todo más emocionante.

A Lincoln se le hace incómodo, la falta de control en el ambiente le recuerda a la que había en su niñez. Prefiere un confiable set de filmación donde la mayoría del tiempo los actores le harán caso.

─Quiero correr. ─Susurra Linka.

Lincoln arquea una ceja al escuchar eso, voltea a su hija y le pide repetir eso. Temeroso de que se lo vuelva a pedir, suplica internamente que hable de atletismo o algo así.

─Quiero correr autos papi. ─Dice Linka con una sonrisa de oreja a oreja mientras ve a su padre.

El hombre suspira asustado, de tantas cosas que su hija podría apuntar a ser decidió ser una corredora de autos. Supone que por eso se lleva tan bien con Lana.

En el presente, Lincoln ve el interior del remolque de aquel hombre, curioso por ver que es un gran fan de las quinientas millas y de la trayectoria de Lincoln, pues hay posters de sus películas colgados en las paredes.

─No sabía que habías escrito un libro. ─Dice Lana al tomar un viejo libro con la autoría de su bisabuelo.

─Sí, es una historia de amor que el estudio no me dejó convertir en película. ─Confiesa Lincoln algo sonrojado mientras le quita el libro, de paso saca una pluma y lo firma considerando que es para un fan.

Aquel hombre ajusta su cámara y revisa la computadora que va a usar. Tiene que asegurarse qué sea una transmisión perfecta. Tantos años de seguir la trayectoria del director y sus hábitos dio frutos, sabía que lo iba a encontrar en este lugar. Aunque si lo pone en perspectiva, tal vez no debería sentirse orgulloso de prácticamente acosarlo pero el daño está hecho y no va a desaprovechar la oportunidad de entrevistarlo.

Lori nota el diario del sujeto, le da una mórbida curiosidad y lo abre para poder leerlo. Sabe que viola su privacidad pero algo en el diario de las personas le llama la atención. Lo abre y nota que más que un diario es una agenda de horarios lleno de fotografías de Lincoln, sigue hojeando y nota que hay nombres de locaciones que Lincoln frecuenta. Se sentiría amenazada de no saber que el solo quiere entrevistarlo, pero igual tal vez debería ir por el gas pimienta de su maleta.

─Juro por dios que si encuentro dibujos de él y el tío Lincoln corro. ─Susurra Lori al guardar el diario.

El hombre finalmente está listo, le pasa una botella de agua a Lincoln en caso de que necesita hidratarse durante la entrevista. Inhala y exhala, sin ser capaz de detener el tambaleo de una de sus piernas.

El anciano nota que su entrevistador está nervioso, no puede culparlo. Aún recuerda esas convenciones donde veía a alguno de sus ídolo, prácticamente se quedaba congelado ante ellos y una vez por accidente le bajo los pantalones al actor que interpretaba a Ace savy, la orden de restricción sigue vigente.

─Un consejo, imagíname en ropa interior y así te sentirás más cómodo. ─Recomienda Lincoln tratando de calmarlo.

─Nadie quiere imaginar eso, bisabuelo. ─Regaña Rita con cierto asco en su voz. ─Oh rayos, ya lo hice.

─Por eso me siento al ducharme, así evito caerme y te ahorro la pena de levantarme en caso de una caída. ─Dice Lincoln encogiéndose de hombros.

Rita agradece internamente por lo detallista que es su bisabuelo, vivir con un hombre de la tercera edad es muy difícil a veces. Pero ha tenido le suerte de no tener que ayudarlo a limpiarse o ir al baño, ni cambiarle tanques de oxígeno, lo más que ha tenido que hacer por él es ayudarlo a levantarse en las mañanas.

El hombre finalmente se mentaliza y prende su cámara, así los dos están frente a una transmisión en vivo que posiblemente verán unos cuantos, quizá más o menos pero al final allí estará la grabación.

─Bienvenidos a jugadores y ñoños, yo soy Jeremy y hoy les traemos un invitado muy especial desde las quinientas millas de Indianápolis. Con ustedes el director de las películas ´´La paradoja Flash´´ la trilogía del reboot Ace Savy y escritor de Mecha dragones de Andromeda; Lincoln Loud. ─Presenta el muchacho mientras señala a Lincoln.

Lincoln ríe al recordar ese libro, se volvió una franquicia de videojuegos pero sigue sin creer que algo con ese nombre haya triunfado en el mundo literario.

─Es un gusto Jeremy, es lindo conocer fans. ─Comenta Lincoln mientras saluda a la cámara.

─Señor Loud, usted ha creado generaciones de fanáticos de la ciencia ficción. Díganos cuál es el secreto de su éxito. ─Pide Jeremy al mismo tiempo que adula a Lincoln.

─No hay secreto alguno Jeremy, la verdad es qué empecé a escribir por mi madre Rita, ya que ella también llego a ser escritora en uno de los últimos periódicos que se publicaban. Ella era un poco más realista, pero yo me incline por la fantasía, ella solía ayudarme con los borradores, ella siempre me decía que me concentrara en hacer una historia buena antes que moderna, porqué lo moderno envejece pero lo bueno dura para siempre. ─Cuenta Lincoln recordando algunas veces que se llegó a desvelar en su adolescencia, acabándose libretas enteras con dibujos e ideas y su madre las conservaba para así no olvidarlas. ─Es curioso, mi hermanita Lucy también era una dramaturga pero mamá me ayudaba más a mí que a ella porqué a ella se le daba natural el desarrollar personajes. Quizá conozcas algunos de sus libros, escribió ´´Sombras del más allá´´

─Lucy Loud, cierto. Por cierto, mi más sentido pésame. ─Dice Jeremy al bajar la mirada por recordarle eso.

─Algunas décadas tarde, pero gracias. ─Comenta Lincoln tratando de mantener su sonrisa, pero la verdad es que aún lo siente hasta el día de hoy… Aún siente todo.

─Señor Loud, es conocimiento público que siempre viene a las quinientas millas. ¿Cuándo empezó su fanatismo por las carreras?

Lincoln se calla un segundo, pero ese es suficiente como para que recuerde muy bien la razón por la que siempre viene a esta carrera en específico. Sus ojos se postran momentáneamente en la gorra roja de su sobrina nieta, pensando en ella… En su pequeñita.

─Todo empezó el segundo peor día de mi vida. ─Cuenta Lincoln.

─No me siento tan cómodo contigo aquí, tras ese volante. ─Dice Lincoln tomándole la mano a una joven adulta, viendo su cabello blanco y pecas antes de que se ponga el casco.

─Tranquilo papá, la tía Lana y yo tenemos esto cubierto. Me veras con ese trofeo muy pronto. ─Presume Linka, su confianza es digna de admirarse y si es sincera, no entiende porqué su padre está tan preocupado ya que no es su primera carrera.

Lincoln sabe que su hija es capaz de todo, pero ahora es diferente. Sí de por sí jamás ha sido fanático de que ella este tras un volante ahora que es abuelo se preocupa el doble, al menos tiene a Lana para guiarla.

─ Lincoln, si no hubieses tenido ese tono de cabello al nacer aun así lo tendrías hoy en día por lo mucho que te preocupas. ─Comenta Lana desde sus espaldas.

Lincoln voltea y ve quién se encuentra a su lado, sonríe nerviosamente mientras levanta la mano para saludarlas.

─¿Lista para la carrera tía? ─Interroga Linka aunque sabe la respuesta.

─Linky, nací lista. ─Afirma Lana, cerrando el puño y chocándolo con Linka. ─Londey, saluda a tu tío.

─Ya lo veo en el set casi todos los días, no tengo porqué… ─La adolescente se calla al ver el ceño fruncido de su madre. Se resigna y abraza a su tío, recibiendo sus palmadas en la espalda. ─Te veo en los asientos Lincoln, suerte prima.

´´Lincoln´´ Desde lo de Leif es la manera en la que Londey se refiere a su tío, él no puede culparla puesto que tiene mucha razón en acusarlo de esa manera. No sabría qué haría él si alguna de sus hermanas hubiese muerte por un descuido horrible. Aun así y sabiendo que no está en su derecho, todavía extraña cuando era pequeña y corría a abrazarle la pierna, pero ya no es posible que eso pase.

─Esa niña, creería que trabajar contigo disminuiría la tensión. ─Se queja Lana al verla partir de esa manera.

─Está en su derecho. ─Dice Lincoln tratando de calmar la furia de Lana contra su hija. ─Yo le quite a su… a tú…

─ ¡Papá! ─Interrumpe Linka para que no se atreviera a terminar esa frase, está harta de su primita tratándolo como si fuese el diablo por ese detalle y también le cansa que su padre le dé la razón. ─Leif ya no está y eso apesta, pero no significa que seas responsable.

Lana se queda callada un segundo al oír el nombre de su primogénito, jamás querrá escuchar ese nombre nuevamente, no porqué dejo de amarlo sino porqué aún le duele tener que recordar lo que se hizo. Si alguien le falló a Leif fue ella, una madre debería saber lo que le pasa a sus hijos.

─Lincoln, por favor deja de cargar con eso. ─Pide Lana abrazando a su hermano mayor. ─Mi hijo murió porqué yo no le escuché, tú solo querías cuidarlo. Él te quería bastante.

¿Si Leif lo quería bastante porqué tuvo que hacer lo que hizo a su cuidado? Es una pregunta que todavía se hace, no importa que tantos años pasen no puede hacerle caso a Lana, siempre será su culpa.

Linka se une a ese abrazo familiar, sirviendo cómo un nexo que los une más allá de la tragedia. Si Leif es un símbolo de culpa mutua ella debe ser uno de orgullo compartido, después de todo no sería quien es sin ellos.

En las gradas o más en específico un podio lujoso para personas de elite, Lincoln y Londey se encuentran viendo la carrera. Cada vuelta se siente menos pesada que la anterior para el hombre porqué entre menos falte, Linka será capaz de bajar de su auto y abrazar a su hija.

El hombre nota cómo Londey juega con una consola portátil, aunque el ceño fruncido muestra que está incómoda al menos parece matar el tiempo de manera positiva. Él también quisiera pasar el tiempo, considerando que lo único que mantiene su atención en la carrera es la preocupación por su hija.

─¿Sabes? He intentado adaptar esa franquicia al cine. ─Comenta Lincoln señalando su consola.

─¿Has intentado adaptar tetris al cine? ─Cuestiona Londey con la ceja arqueada. ¿Enserio ese es su intento de iniciar una conversación?

─Oye, hicieron una película de Candy crush. ─Se excusa Lincoln encogiéndose de hombros.

─… Eso al menos tiene personajes, dudo que alguien esté emocionado por la historia de la barra larga azul. ─Dice Londey alzando un poco la voz, de todas las conversaciones que puede tener con Lincoln está es de las cinco peores.

Linciln deja de sonreír, suspira y baja la mirada rindiéndose. Apenas y se hablan en el set de grabación, está es de las pocas veces que de hecho se ven sin tener que dirigirse mutuamente pero tiene razón, no tiene nada que decirle. ¿Para qué esforzarse?

De reojo, Londey ve la mirada de Lincoln la cual expresa derrota y aunque le guste la idea de que no tenga que hablar con él, no es cómo que disfrute verlo sufrir. No es una sádica, ese hombre sigue teniendo su sangre después de todo y en cierta manera quiere a Linka, no quiere arruinar la relación con su prima por la poca estima que le tiene a Lincoln.

─Me intrigaría un poco ver cómo adaptaras tú libro de dragones. ─Comenta Londey obligándose a hacer conversación.

─¿Lo leíste? ─Pregunta Lincoln asombrándose por ese comentario.

─… Tal vez lo ojeé un poco, siento que debió haber más dragones machos pero estuvo decente. ─Comenta Londey algo sonrojada, más porqué de hecho tiene una camisa del libro bajo su chaqueta rosa.

─Sí, me dicen que mis obras tienen mucho estrógeno, supongo que es porqué estoy acostumbrado a eso. ─Confiesa Lincoln también sonrojándose, la idea de qué ella leyó su libro le alegra tanto.

─No me digas. ─Se mofa Londey de manera sarcástica, recordando cómo su mamá le contaba todas las veces que Lincoln sacrificaba su hombría por ayudar a sus hermanas. Quizá no nació con la suficiente testosterona. ─Aun así, fue una buena historia.

─ ¿Sabes que Leif de hecho me inspiró para escribir esa historia? Él siempre jugaba con juguetes de dinosaurios y contaba sus aventuras. ─Cuenta Lincoln al recordar cómo escuchaba las palabrerías de su sobrino mientras chocaba esos juguetes y reía.

─¿Enserio? ─Pregunta Londey, está vez en un tono un poco más suave al oír el nombre de su hermano.

─Sí, es decir hasta le ponía capaz a sus dinosaurios y gritaba ¡Aquí viene súper dino! ─Cuenta Lincoln emocionándose, recordando más las risas de su sobrino. ─Incluso lo sostenía en mis hombros y fingía que era un pteranodon. Era un niño muy vivaz.

Al terminar de contar Lincoln ríe pero lentamente esas risas disminuían, entre más aire tiraba su sonrisa iba disminuyendo y su mirada se volvía un poco más melancólica; Pero sin darse cuenta esos recuerdos tan felices le hicieron más daño a su sobrina, escucha inhalaciones profundas y la ve con los ojos rosados.

─¿Si era un niño tan vivaz porqué se hizo eso? ─Cuestiona la rubia tratando de contenerse.

─Londey. ─Susurra Linka tratando de acercársele.

─ ¡Aléjate de mí! ─Ordena Londey levantando la voz, incluso se aleja unos centímetros de él por qué no lo quiere cerca. ─… Por favor solo aléjate.

Escuchar esas palabras en su sobrinita es algo doloroso, más porque tiene derecho a ordenarle eso. Ninguna niña debería estar en la posición en la que ella está. Suspira y se siente, alejándose sus correspondientes centímetros, resignado mientras la escucha llorar.

─Debería ser yo la que tiene esos recuerdos, él debió haberme cargado de hombros para que finja ser un pterodáctilo pero no puede… Tú hiciste que no pudiera. ─Recrimina la rubia dignándose a ver a Lincoln pero este no levanta la mirada. ─Yo quería crecer con mi hermano y tú me lo quitaste; La peor parte de todo es que jamás sabrás lo que es perder a un hermano.

Eso último es algo que Lincoln no puede tolerar, es la peor afirmación falsa que ha escuchado y qué le digan que no ha sentido ese dolor es indignante.

─No. ─Responde Lincoln en seco. ─Tú no me dices eso a mí.

La manera en la que Lincoln la vio al decirle eso la intimida, cómo en esos ojos hay lágrimas pero a la vez furia llega a congelarla. Se da cuenta de que es cierto, sus tías Lucy, Lori y Leni son la prueba.

─Perdón. ─Se disculpa la muchacha al suspirar y bajar la mirada.

─Pero tienes razón, yo te quite a tu hermano. ─Añade Lincoln para sorpresa de Londey. ─Solo debí quedarme en esa estúpida cabaña y ya.

La rubia diría algo más pero no cree que pueda decirle nada. ¿Qué se puede decir después de saber que su propio tío también se culpa? Todo este tiempo pensó que él no sentía tanta culpa cómo ella resentimiento.

─ ¡Por dios! ¡El auto de L. Loud acaba de salir volando! ─Grita el presentador devolviendo a Lincoln y Londey a la realidad.

Los dos ven la pista y ven cómo el auto de Linka da dos vueltas por los aires y al tocar el suelo revota nuevamente, destrozando la carrocería y chocando contra la pared.

Londey se tapa la boca con una profunda inhalada mientras llora más de lo que ya lo hacía, su cuerpo entero tiembla y el corazón se le acelera mientras ve cómo todos los autos se detienen y los paramédicos se apresuran en llegar para asistir a Linka.

Un cuerpo cae a su lado, ve que es Lincoln poniéndose de rodillas mientras grita el nombre de su hija. Empieza a golpear el suelo pero no deja de ver el auto de su hija hecho trizas.

En los vestidores, Lana llora tratando de bloquear la imagen de los paramédicos llevándose el cuerpo de su sobrina.

Linka, la niña tan alegre que siempre se veía entusiasmada por la velocidad, a quien cargaba de hombros mientras corría para poder escuchar sus risas. Lo feliz que ella era cuando usaba el carrito a control remoto que le dio en su cumpleaños.

Su cabello blanco cómo el de su hermano mayor, le llenaba el corazón de alegría poder ver esa cabellera volar con el aire que la velocidad le otorgaba. Fue aún más feliz cuando se le acercó aún más y la consoló por la pérdida de su hijo; Ambas iban de viaje a todo tipo de lugares, incluso le enseño a reparar un motor.

La rubia llora, golpeándose la cabeza con su casillero tratando de olvidar. No quiere creer que tuvo que verla amputada y llena de sangre. No puede soportarlo, no quiere vivir sabiendo que mato a su sobrina.

Abre su casillero y de este saca un taladro que tiene para emergencias, con su mano temblando oprime el botón de encendido, haciendo que la punta gire con gran velocidad. Acerca la punta a su cuello y cierra los ojos, no quiere verse hacer eso a sí misma.

Antes de que la punta alcance su cuello, siente una tacleada y un cuerpo cayendo encima de ella. Abre los ojos y ve a Lincoln llorando encima de ella, apretando sus manos para que no se atreva a tocar ese taladro nuevamente.

─Lincoln…. Linka está…

Lincoln no responde, levanta a su hermana de la cintura para arriba y la abraza sabiendo lo que quiso decir. Aprieta a su hermana mientras piensa en qué esto no es más que un justo castigo, después de todo él mato al hijo de Lana.

Londey ve a su madre siendo abrazada por su tío, el cómo ambos lloran por la culpa colectiva que sienten. Ella también lo hace, de no ser por un prejuicio idiota quizá pudo llevarse mejor con su prima.

´´Tío´´ es la primera vez en años que de hecho piensa en Lincoln cómo su tío. ¿Por qué estás tenían que ser las circunstancias?

Con el pasar de los años, la relación entre Lincoln y Lana no hizo nada más que fortificarse. El padre de Liberty no pudo soportar la muerte de su amada y también de suicido y él ya se volvía más viejo, Su juventud y parte de la mediana edad se fue en criar a su hija, pero con su hermana Lori fallecida solo le quedaba Lana para apoyarlo.

De los Loud quedaban pocos, bueno para el estándar de su familia cuatro eran pocos. Su hermana Lisa estaba viviendo en ese entonces en las rocallosas, Lily viajaba por el mundo con el dinero que había ganado a lo largo de su vida y él… Solo era un director semi retirado en la ciudad de las estrellas, su principal obligación de momento era cuidar a su nieta, aunque ahora cómo una adolescente problemática le costaba trabajo.

Aún recuerda una noche curiosa, en la que lavaba los trastes, su nieta había traído amigos a la casa y habían hecho una fiesta con pizza. Maldice aún que se hayan prohibido los platos desechables porqué significaba siempre lavar cada vez que había convivios.

─´´Bajo su encanto estarán, sabemos que pueden hacer magia´´ ─Cantaba el anciano mientras lavaba un plato donde venía su reflejo.

─ ¿La misma canción? ─Preguntó Lana mientras le pasaba otros seis vasos.

─Me relaja bastante y a ellas les gustaba. ─Respondió el viejo mientras los tomaba algo confundido, habría jurado que los tomó todos.

─Es una linda canción, por alguna razón me pone nostálgica. ¿No es curioso? No recuerdo que nos hayas cantado de niñas. ─Rememoró la rubia al tomar los platos secos y guardarlos.

─En mi defensa, cuando nacieron yo apenas era capaz de conjugar oraciones completas y pensaba que si me esforzaba podría volar. ─Se justificó el anciano con los hombros encogidos.

─Hay vamos, si pudiste volar. Con cables pero lograste elevarte.

Lincoln río en ese momento, ese día de grabación con Londey le quería enseñar que no había nada que temer al momento de que le amarren cables en el cuerpo, irónicamente esa vez había terminado con un calzón chino incidental.

Lana correspondía sus risas, recordando las fotos que su hija le mandó. Ver a un hombre adulto con su ropa interior siendo vista de fuera es aún más gracioso cuando sabes que es tú hermano.

Se escuchó una puerta cerrarse, alertando así a Lincoln y Lana quienes se dirigen a la sala para ver de quien se trató. Ven que son Londey con una bebita rubia en su brazo derecho y Liberty, ella siendo sostenida por su tía; Por el rostro de la peli blanca, se nota que no quería la presencia de su familiar.

Lincoln reconoció bien las expresiones de las dos, la mujer estaba sería y su nieta irritada por eso. Otra vez debieron meterse en un problema mutuo, odia tener que ser el intermediario entre ambas pero quizá lo que más le irrita es saber que su sobrina tiene que ser la responsable de su nieta por las noches.

─ ¿Dónde la encontraste ahora? ─Preguntó Lincoln al acercárseles.

─ ¿Se lo dices tú o se lo digo yo? ─Cuestiono la mujer al acercarle a su nieta.

─Aquí está mi niña consentida. ─Saludó Lana a su nieta cuyo nombre comparten. La toma para liberar un poco el peso en los brazos de su hija.

─Baba. ─Gagueo la bebita al alzar los brazos para su abuela.

Liberty suspira con cierto asco, odia cuando su tía se pone así. ¿Qué tiene de malo que salga a divertirse? Si algún día llega a ser una mujer acabada cómo ella le gustaría al menos tener recuerdos de una época divertida.

─No me gruñas jovencita. ─Reclamó Londey dándole un empujón a su sobrina.

─Perdón.

─ ¡Enserio! ─Gritó Lincoln ya hartó de no tener respuestas. ─Solo dime que estabas haciendo Link…. Liby.

Sonrojada por haber escuchado su el recorte de su nombre, Liberty retrocedío al escuchar la voz alzada de su abuelo; Cada vez que si quiera se esforzaba en hablar con firmeza le provocaba una sensación de incomodidad.

─… Me sentía un poco mareada así que fui con unos amigos para despejarme. ─Confesó la muchacha de pelo blanco, avergonzada por haber hecho enojar un hombre que ya tiene mucho de qué preocuparse.

─Sí, a las once y media de la noche. Menos mal que pasaba por aquí. ─Dijo Londey también alzándole la voz.

Allí fue cuando Lincoln interfirió, apartando a Liberty de su sobrina. Les hacía un favor a ambas, sabía que Londey no era la madre de su nieta, tiene una hija propia de la cual preocuparse y también es consciente de que su nieta está en una etapa donde se debe encontrar allí misma, chocar de manera negativa con su tía podría arruinar su relación por el resto de su vida.

─Yo me encargo desde aquí, gracias Londey. ─Dijo el anciano dándole un abrazo a su sobrina. ─De veras, gracias.

Tras ese último susurró, Lincoln le indica a su nieta que lo acompañe. La mujer rubia suspira con una preocupación grande, no siente que el corazón de su tío pueda aguantar otra adolescente rebelde; De no ser porqué sabe que la necesita, hubiese querido pelear por la custodia de esa peli blanca.

─Te preocupas mucho Londey, Linc puede con todas las chicas que quiera. ─Aseguró Lana mientras le daba palmadas en la espalda a su hija. ─Ahora dime si tienes pañales, tu hija se ensució.

─¿Enserio crees eso?

─Hey, cuando tu tío era joven me cargaba a mí y a tu tía Lola al mismo tiempo para que no nos lastimemos entre nosotros… terminábamos lastimándolo a él pero por alguna razón su cuerpo sanaba rápido.

Londey aún insegura veía a su abuelo sentado en la terraza junto a Liberty, teniendo un banjo en mano mientras su nieta lo escuchaba.

Allí afuera, el anciano veía la luna recordando que su hermana mayor tenía el mismo nombre. Se pregunta si ella llego a cantarle a aquel cuerpo celeste alguna vez y si fue así ¿Eso contaría cómo cantarse a sí misma? Le gusta pensar que cada vez que él le canta a la Luna le canta a ella.

Liberty escuchaba las notas del banjo, sintiéndose un poco más relajada; A diferencia de la tía Londey, el abuelo Lincoln nunca ha tratado de imponer su autoridad ante ella, solo unas cuantas ha tenido que levantarle la voz y eso es porqué estaba preocupado por su salud. Su autoridad no ha sido la mejor, pero aprecia que la deje ser.

─Tu tía abuela Luna a veces salía a conciertos muy noche, lo hacía a escondidas cómo tú lo haces pero si la descubríamos mis padres se enojaban bastante. ─Comentó el viejo en un suspiro. Seguía tocando mientras tomaba una bocanada de aire.

─ ¿Le gritaban? ─Preguntó su nieta al ver cómo su abuelo ni siquiera necesitaba ver las cuerdas.

─A veces, pero es por qué no querían ver a su hija tomando un mal camino. Luna era un espíritu libre pero llegaba a veces el punto en el que su libertad se hacía libertinaje, eventualmente eso dio factura.

Liberty no entiende eso de factura, es decir si recuerda que su tía abuela hizo música salvaje en su juventud pero jamás vio en alguno de los artículos sobre ella algún historial de abusos de drogas.

─ ¿Qué le paso a la tía abuela Luna? ─Preguntó una Liberty desentendida. Algo temeroso por la respuesta porqué si era la que sospechaba entonces decepcionaría al anciano.

─Al igual que un cantante legendario o un actor de comedía televisivas que compartía el nombre con mi perro… Perdió la lucha contra el sida y temo que mi sobrina Samanta, dios sepa dónde está siga sus pasos. ─Contó Lincoln al dejar de tocar. Recordando esas noches largas en el hospital donde su hermana le pedía que busque a su amada Samanta, qué le pida perdón por no siempre estar presente.

Liberty inhala con los ojos enrojeciéndose, viendo la profunda tristeza en el rostro de su abuelo. Un bébe llora cuando quiere comunicarse, un niño llora al necesitar a alguien, un adulto lo hace cuando la vida lo abruma pero de todas las etapas, ver a un anciano llorar quizá es la imagen más triste puesto que uno sabe que ha pasado todas esas etapas y está a punto de derrumbarse.

La nieta se acercó a su abuelo, acurrucándose a su lado mientras ven la luna. Pensando en lo que la vida les ha hecho, tantas perdidas. ¿Cómo uno tiene el corazón para soportar lo que pierde? Quizá, sabiendo que aún se pueden conseguir cosas.

─ ¿Enserio crees que tengo ese tipo de actitudes? ─Cuestionó la nieta temerosa por la respuesta.

─Liby, es tu vida y estás en una etapa donde yo no puedo controlar todo lo que haces, solo puedo apoyarte y esperar lo mejor; Pero siempre ten presente que estoy para ti. ─Respondió Lincoln tomándole la mano, sintiendo lo joven y tersa que es su piel, comparada a lo vieja y arrugada que es la suya.

La mirada de confidencia en su abuelo, esas últimas palabras, el hecho de que para tener ochenta años aún pueda levantarse y cuidarla fueron lo que le alentaron a seguir adelante con su situación a pesar de aún ser muy joven.

─No iba con mis amigos, quería ir a una farmacia. ─Confesó Liberty para alivio de su abuelo.

El anciano suelta una pequeña risa, pensando que simplemente quería tampones por su periodo.

─Abuelo…. Estoy embarazada. ─Vuelve a confesar la muchacha, llorando porqué sabe que su abuelo le gritará. Escuchaba las inhaladas del anciano, esperando a que se le revienten los tímpanos o que el viejo tenga un infarto.

Lincoln convirtió aquellas inhaladas en carcajadas, su brazo apretó el cuerpo de Liberty pero no de una manera agresiva sino que mostraba su regocijo ante la noticia para sorpresa de su nieta. Ella lloraba pero era porqué su abuelo no la rechazaba.

De inmediato, el viejo tenía la fuerza que poseía a los cuarenta años, levantando de un jalón a su nieta y llevándola adentro.

─ ¡Lana! ¡Prepara un banquete porqué seré bisabuelo! ─Gritó el anciano, alegrando así a su hermana pero preocupando a su sobrina. En ese momento no lo sabía, pero sentía que aquella cría que crecía en el vientre de Liberty sería alguien que tomaría la historia del apellido Loud y la cargaría en su espalda.

En aquel pabellón de maternidad Lincoln y Lana esperaban ansiosos para ver a la recién nacida en brazos de la joven madre. El anciano se veía constantemente en lo poco que se reflejaba para arreglarse lo mejor posible; Quiere verse presentable para su bisnieta.

─Tranquilo Linc, de seguro ella amara verte. ─Aseguro Lana, antes de si quiera darle una palmada tosió.

Eso últimamente había preocupado a Lincoln, Lana se ha resfriado mucho últimamente pero está seguro que con una mascarilla estaría bien que conozca a Rita. Ya ansía poder cargarla en brazos.

De hecho, ambos ancianos gritaron al ver cómo la enfermera llevaba una recién nacida a la cuna con el apellido Loud remarcado. El bisabuelo directo era quien más se regocijaba ante la presencia de esa nueva vida, jurando internamente que esa niña de mechones rubios será su mayor prioridad.

Mientras los dos viejos celebraban por el nacimiento de la niña, un enfermero se les acercaba; Ambos estaban en una burbuja que el hombre iba a reventar sin aviso alguno.

─Perdón…. Me hubiera gustado verte crecer….Me hubiese gustado que recuerdes mi rostro…. Pero sé que serás feliz porqué él te hará feliz cómo me hizo feliz a mí y a mamá…. Hazlo feliz también…. Prométemelo hija… Por favor ten una vida larga y llena de amor…. Rita.

Unos días después, en una noche oscura y vacía; Lincoln contemplaba la cuna de su recién nacida bisnieta, con ella durmiendo cómo lo que es, una bebita. Él por su parte sigue en el shock que solo la presencia de Lana evitó que se convirtiera en infarto.

Lana se sentó a su lado, aun tosiendo pero tenía la fuerza para consolar a su hermano. Un padre no debe enterrar a su hija, un abuelo no debería tener que enterrar a su nieta tampoco.

El anciano no lloró, no sentía que le quedaban más lágrimas en aquellos ojos que han presenciado tanta tragedia. Su corazón aún latía pero no sentía que estuviese allí pues otra vez se había hecho un vacío en él.

─Lincoln, lo lamento. Un huerfilo es quien pierde a su hijo…. ¿Pero cómo se le llama a quien pierde a su nieta? ─Cuestionó Lana incapaz de comprender por qué la vida le había hecho eso a alguien que no ha hecho nada más que amar a su familia.

Pero en ese momento Lincoln no contestó, no quería decir nada porqué de hacerlo solo serían alaridos que muestran agonía.

─Está bien, mañana hablaremos. ─Susurró Lana mientras apagaba la luz.

Ambos durmieron en la misma cama, Lana abrazó a su hermano cómo cuando ocasionalmente ambos se acurrucaban en su niñez. Lincoln creyó en ese momento que sería buena idea dejarse atrapar por Morfeo, tenía tanto en que pensar pero no tenía energía. Simplemente abrazó a su hermana y ya.

Abriendo los ojos, Lincoln bostezó. Volteo y veía la mirada pacifica de su hermanita; Durimiendo en paz…. Muy en paz.

─ ¿Lana? ─Preguntó el anciano al acomodarse y ponerse sus lentes mientras movía a su hermanita. ─¿Lana? ─Volvió a interrogar el viejo, moviendo aún más el cuerpo de su hermanita pero no había respuesta. Ella no estaba durmiendo en paz, ella ya descansaba.

Se había equivocado, aún podía llorar; Lo confirmó al sentir el río de agua salada brotar de sus ojos mientras su pobre corazón suplicaba parar. ¿Por qué siendo él mayor, tiene que perder a sus niñas? Ya no quería, no era justo.

Por debajo de su cama, sacó algo que solo creyó tener de adorno. Jamás se le había cruzado por la mente por qué no tenía razones…. Pero ya no quería vivir con dolor. De una caja que abrió se asomó un Revolver, su mano temblaba mientras sus huesos no aguantaban el peso del arma pero su corazón no aguantaba el peso de la perdida.

Llorando, puso el arma en su frente deseando poder dormir, poder estar con ellas.

Fueron los lloriqueos de aquella bebita los que impidieron que jale el gatillo. Volteó para ver a aquella vulnerable recién nacida, caminó hacia ella para poder verla mejor; La manera en la que movía sus brazos en búsqueda de consuelo o quizá solo quería alimentarse pero había algo obvio en esa niña, ella necesitaba a alguien que la cuide y aunque sea la opción más lógica, no quería darle a Londey esa responsabilidad puesto que Rita es su bisnieta, el nuevo amor de su vida.

─Perdóname Rita. ─Pidió Lincoln cargando a su bisnieta. ─Jamás voy a dejarte sola.

─Supongo que vengo aquí cada año para recordar a quien fue importante para mí. ─Termina de contar Lincoln mientras limpia sus lágrimas, pero ahora solo sonríe.

Espera unos segundos alguna respuesta, pero todo se mantiene en un silencio abismal, casi cómo el que escuchó cuando vivió en su primer apartamento de soltero y no hubo quien lo acompañe esa navidad.

Se da cuenta de que sus sobrinas y bisnieta están llorando, Jeremy también lo hace. Se sonroja al darse cuenta que le confesó ese suceso a miles de personas en una transmisión… pero eso está bien, de hecho es gracioso que solo se haya quedado divagando sobre su vida sin darse cuenta. Necesitaba hablar de eso con alguien.

─Jajajaja. Creo que no era la respuesta que esperabas Jeremy, perdón. ─Se disculpa aquel nonagenario mientras sigue riendo por la mala broma que su senilidad le acaba de jugar.

Durante la carrera, Lincoln ve que Lana y Rita aprietan sus brazos con mayor fuerza de lo usual. Un poco más y se los rompen, aunque no sería un logro considerando su piel la cual es prácticamente papel mojado, ni hablar de sus huesos que más bien serían espinas.

El sonido de los motores resuena en los oídos del anciano, mientras este sonríe mirando abajo, el lugar donde está el jefe del equipo de Los Ángeles, recordando a su pequeña Lana y Linka, rememorando así aquellas carreras que ellas amaban; Las de las quinientas millas de Indianápolis.