SPIDERGIRL PARTE 8

Crují mis nudillos, esa tenía pinta de que sería una pelea de las que me dolían al día siguiente, pero sino era yo, ¿quién iba enfrentar a esa cosa? Además, estaba ahí buscándome a mí, vaya mierda.

-¡Oye, tú!-. Tenía que llamar su atención. -¡Sí, tú, el chicle!-. Y funcionó, su enorme cuerpo giró en mi dirección y me miró como si fuese yo quién había irrumpido en la escuela. -Carajo…

Corrió hacia mí con todas las intenciones de aplastarme, lo más sencillo era quitarme del camino, pero a mis espaldas estaba el salón de Historia y todavía no había visto que lo evacuaran. -No me pagan suficiente por esto-. Mascullé mal humorada. -Ah cierto-. Aunque me mantuve en mi sitio con los pies bien firmes. -Lo hago gratis-.

Al momento de casi chocar se me activaron los recuerdos de cuando me atropelló el metro y no se me antojaba repetirlo; salté, flexioné la pierna derecha y le di una patada que lo regresó por donde vino, pero desquebrajó el piso con sus pies para detener el impulso e ir a la carga de nuevo.

Cuando tenía 15 años, enfrenté a un psicópata que se hacía llamar Rhino y parecía un maldito tanque soviético. Me dije que, si pude con él, podría con ese otro, que, aunque también era enorme y fuerte, no tenía una coraza casi irrompible.

Así que, en su segundo round, no me eché atrás.

Nuestros puños chocaron, me importó un comino que el suyo fuera dos veces más grande que el mío, volví a hacerlo retroceder.

Vi que algunos de mis compañeros se asomaron por las puertas de los salones, como no, con el escándalo que estábamos haciendo.

Salté al techo, pasé sobre él y regresé al suelo, del otro lado del pasillo. -Aquí estoy-. Lo reté con la mirada antes de correr al lado libre.

Quería alejarlo lo más posible de los tarados de mis compañeros que, emocionados, me veían pasar hasta que miraban lo que iba detrás de mí.

-¡Tranquilos!-. Escuché a un profesor, creo que era el de Educación Física. -¡Spidergirl lo tiene bajo control!-.

Bajo control mi culo, ellos tenían que apartarse de la escena, no verme como si fuera un reality show, sobre todo cuando nuestro invitado a la par que me seguía iba mirando hacia todos lados, supongo que buscando a Kuga, sin tener idea de que corría tras ella.

-¡SALGAN DE AQUÍ, AHORA!-. Grité con todas mis fuerzas para que resonara en los pasillos.

Una de sus imitaciones de mis telarañas estuvo a un pelo de darme en el pie derecho. -Qué asco-. Tal vez tenía la intención de detenerme el tiempo suficiente para darme alcancé. -¡Oye!-. Lanzó otra.

Comencé a dudar de que esa cosa fuera pura fuerza bruta.

¿Qué clase de adefesio se había escapado de Searrs?

Si estaba ahí, específicamente buscándome, o bueno, a Natsuki, ¿era consciente?

-Es un parásito… -. Esquivé otra agachándome, esa cosa viscosa se pegaba al suelo y a las paredes. -Maldición-. Di una voltereta para evadir dos más.

Un parásito.

Un jodido parásito.

El día que fuimos a los Laboratorios Searrs su pollito en fuga había intentado parasitarme, y como no lo consiguió, encontró a otro huésped.

Por eso mi madre había estado tan asustada tras saber que el experimento se les fugó con un grupo de estudiantes en el laboratorio.

Aunque…

¿Y si esa cosa esperó a un día así?

Agité la cabeza, no era momento de armar teorías ni de sacar conclusiones, en ese instante, tenía una única y noble tarea: Partirle la madre al parásito de mierda que intentaba copiarme.

Lo guie hasta la cafetería, segura de que esa estaba vacía a esas horas, a través de los ventanales vi que los profesores sí estaban sacando a mis compañeros del edificio.

Al fin me alcanzó. -¡KUGAAAAA!-. Como el techo ahí era más alto, su grito hizo un eco muy desagradable.

Me mordí la lengua para no decirle que me tenía enfrente. -¡LÁRGATE… -. Di un salto con vuelta en el aire. -DE MI ESCUELA!-. Y lo pateé con tanta fuerza que una de sus rodillas dio contra el piso y agitó la cabeza completamente aturdido.

Antes de que se levantará, golpeé su mentón con un derechazo que lo elevó en el aire, con una telaraña directa a su cuello lo regresé al piso de un golpe.

Furioso, por eso de que le "impedía" ir por su verdadera presa, cogió una mesa para usarla como un matamoscas conmigo; esquivé sus abanicazos, pegándome al techo de la cafetería.

Allá arriba, me paré, lo único que me unía al techo eran mis pies. -Ay por favor-. Él usó su telaraña para subir también, solo que, en lugar de usar únicamente los pies, necesitaba una mano para mantenerse adherido.

Sonreí.

Por más que copiara mis trucos, no tenía ni mi habilidad ni mucho menos mi experiencia.

Me despegué como si fuera a caer, pero lancé una telaraña de cada mano para atraparlo y llevármelo conmigo, sin importar la diferencia de tamaño ni su forcejeo, me aseguré de quedar arriba y presionar cuando llegamos al suelo.

Nuestra caída rompió el piso, fue un golpe de los buenos, hasta juro que escuché crujir unos huesos que no fueron míos, lástima que eso no lo detuvo, cosa que ya imaginaba, lo que no me esperaba era que esa cosa viscosa suya se adhiriera a mis pies e intentara trepar por mis piernas.

-Pareces… -. Rayos, esa voz, decirle grotesca era poco. -Una mejor opción-. Miré su cara solo para asegurarme de que era él quien me hablaba, su boca abierta hasta las mejillas como si estuviera desgarrada y una lengua perturbadoramente larga conformaban una imagen muy fea.

Fruncí el ceño a más no poder. -Suéltame-. Lancé una telaraña a la pared de enfrente para ayudarme a salir del apuro. -Tiene que ser broma-. Algo igualito a lo que vi arrastrándose en las ventilas de Searrs, solo que, saliendo de sus dedos, intentó alcanzarme.

-¡KUGAAA!-. Gritó iracundo, su expresión había cambiado por completo, aunque pronto volvió a ese otro gesto retorcido. -¡NO! ¡ESA!-. Una de sus manos me señaló.

-Que mierda… -. Había visto muchas cosas bizarras, pero esa, esa estaba llevándose la delantera.

Su expresión volvió a cambiar, lucía más ¿humana? -¡MATAR A KUGA!-. O quizá simplemente menos fea que la otra.

De nuevo la cara monstruosa. -¡OBEDECE!-. Giró el rostro, buscándome.

-¿Estaré soñando?-. Me habría pellizcado si el traje me lo hubiera permitido.

Un último cambio. -¡NO!-. Con la versión que quería matar a Kuga pero al menos no parasitar a Spidergirl, algo era algo. -¡TÚ OBEDECE!-. Levantó otra mesa y la aventó tan fuerte que llegó hasta donde estaba, la esquivé, la mesa atravesó el ventanal haciéndolo pedazos.

-Espero que la escuela este asegurada-. Murmuré. -¡Basta!-. Otra mesa voló sobre mi cabeza.

No quería que el edificio terminará cayéndose a pedazos, menos conmigo adentro. Aproveché el ventanal roto para salir por ahí. Esa cosa me siguió al jardín, donde me habría encantado que nuestra única compañía fuera la estatua del fundador de la escuela, pero no, ahí parado como estúpido estaba Takeda, ese chico que se la pasaba dibujándome en clase de Arte.

-Spidergirl-. Me veía asombrado.

-¡CORRE!-. Salté sobre el brazo de esa cosa cuando intentó darme un puñetazo. -¡QUE CORRAS, IDIOTA!-.

Al parásito al parecer no le gustaban nada de nada los estorbos, en tanto yo estaba en su brazo, con su otra mano intentó golpear a Takeda.

Por evitar que a ese le desinstalaran la vida de un puñetazo, el parásito me tomó de la pierna derecha y me golpeó contra el piso, mi costado derecho impactó con una piedra. -¡CORRE!-. Ahí sí que Takeda salió corriendo.

Nos quedamos completamente solos.

Levantó su pie izquierdo e intentó aplastarme la cabeza con él, lo detuve usando ambas manos. -¿Qué eres?-. Le pregunté enojada.

Malamente, una vez más vi la cara más fea. -Somos Venom-. Sonrió, si era que a esa cosa retorcida podía llamársele sonrisa, y siguió intentando aplastarme.

Me empujaba con tanta fuerza que sentí mi cuerpo sumirse en la tierra y a la piedra presionando contra mis costillas, por eso fue demasiado extraño que, de la nada, se detuviera.

Desde mi lugar, aunque de cabeza por la posición, seguí sus ojos para ver lo que lo había detenido, intenté contener mis emociones para que él no se interesara aún más en el panorama, porque estaba observando a Shizuru, que a su vez nos contemplaba con una mueca de preocupación.

Salió disparado hacia ella.

Me levanté cual rayo y sentí que algo andaba mal entre mis costillas, pero alcancé a pegarle una telaraña en la espalda, jalé con toda mi fuerza obligándolo a retroceder 10 metros de golpe.

En un rápido vistazo, la mirada de Shizuru conectó conmigo, entendió lo que tenía que hacer, se dio la vuelta para correr.

Pero él lanzó su telaraña viscosa, atrapando el brazo izquierdo de Shizuru.

-¡SUÉLTALA!-. Me lancé sobre él.

Incluso conmigo trepada en sus hombros, jaló su telaraña para atraerla.

Shizuru contuvo un grito al ver que esa cosa negra comenzaba a subir por su brazo.

-¡QUE LA SUÉLTES!-. Junté mis manos, las alcé por arriba de mí e hice que descendieran con toda la intención de partirle el cráneo, con o sin huésped involucrado.

Mi golpe, para mi disgusto, terminó dándole en el hombro, eso sí, rompí algo y logré que soltara a Shizuru.

-Spidergirl-. Contempló con miedo que una parte de Venom seguía aferrándose a su brazo, en un parpadeo ya estaba a su lado. -¡No!-. Vio como la sustancia que parecía viva saltó a mi brazo derecho.

-Está bien-. Confiaba en que una vez más, mi traje lo mantendría apartado de mi cuerpo. -Yo…

Mi sentido arácnido me dio una bofetada.

Detrás de nosotras, estaba Venom, cargando esa estatua de bronce que jamás me había gustado; la cosa en mi brazo, sin soltarme, volvió a unirse con su dueño, empujé a Shizuru justó antes de que nos soltara el golpe con su bate improvisado.

En esa fracción de tiempo, con un brazo atrapado, mi mejor posibilidad fue cubrirme para no recibir el golpe en la cara, lo bloqueé con mi otro brazo.

Y aunque usaba un traje con resistencia de titanio, incluso cuando golpeabas un metal con otro había efectos secundarios, eso, sumado a la fuerza bestial de Venom, causó que se me saliera un grito horrible.

-¡SPIDERGIRL!-. Shizuru gritó casi igual de fuerte. Creo que ver como la estatua con la que me golpearon se trozó, la hizo sacar la acertada conclusión de que yo tenía un excelente motivo para no levantarme. -¡SPIDERGIRL!-. Y aun pensando que quizá con superpoderes incluidos me habían noqueado, fue acercándose a mí, sin importarle la presencia de Venom.

Algo, no sé qué, pero algo, hizo qué él se detuviera, no tuve idea de que pudo hacer que abortara su misión, tampoco supe si fue bueno o malo que se diera a la fuga, lo único certero fue que seguramente tendríamos un tercer round.

Gracias a todo lo bueno, los idiotas de nuestros compañeros sí habían evacuado el edificio. Shizuru aprovechó que estábamos solas para abrazarme, en mi estado solo pude corresponder a medias el abrazo, escuchó un leve quejido. -Natsuki-. Me soltó, viendo que mi brazo derecho colgaba en una posición muy mala.

Con esa lesión y la de lo que ya estaba segura que sí era una costilla rota, columpiarme me iba a doler como el infierno. -¿Me llevas?-. Aguanté un quejido.

-¿Crees que te dejaría así?-. Vi un atisbo de indignación en su mirada. -Te llevaría a rastras al auto de ser necesario-. Por más superfuerza que yo tuviera, tenía el presentimiento de que lo decía muy en serio.

Tal como le había pedido, ella se había llevado consigo mi mochila al salir del salón, la tenía colgada al hombro, junto con la suya. Mi ropa seguía escondida en un rincón del armario de limpieza, pero al demonio, no serían las primeras ni últimas prendas que perdería, gajes del oficio.

Acordamos que ella iría por su Mustang y que yo la buscaría en uno de los callejones cercanos a la escuela.

Me escabullí a un escondite que conocía en esa área de los jardines, ahí, como pude usé mi telaraña para inmovilizarme el brazo.

-Mamá va a matarme… -. Vaya no tenía unas radiografías a la mano, pero por cómo se movía mi brazo, estimaba que estaba roto en tres pedazos, una fractura en el área del húmero y las otras dos caían en alguna parte de mi radio o cubito, era difícil saberlo. -Sino lo hace Shizuru primero-.

Sin ser nada oficialmente, ella tenía cierta influencia sobre mí que bueno, le daba el poder para regañarme a sus anchas si llegaba a querer hacerlo.

Tomé aire, esa columpiada iba a dolerme.

Llegué a la azotea a la derecha de nuestro punto de encuentro, le di un vistazo a la calle, en la entrada del callejón estaba estacionado su Mustang. Confieso que cuando lo vi suspiré de alivio, eso iba a ahorrarme la brutal columpiada a casa en la que habría soltado mi repertorio completo de palabrotas, sin embargo, mi verdadero alivio vino de confirmar que, al menos de momento, aún no había asustado a Shizuru lo suficiente como para que desapareciera.

Salté al suelo, a un paso de su auto, me vio desde el interior y me dio una tenue sonrisa, quitó el seguro de las puertas.

Entré y recliné el asiento.

-Supuse que querrías recostarte-. Cogió su chaqueta para cubrirme con ella, tapando mi brazo y la araña en mi pecho. -Ahora, creo que te vendría bien un respiro-.

Asentí dándole la razón. Con el brazo bueno, me quité la máscara, ella vio la sangre en mi comisura, en algún punto de la pelea Venom también me había rotó el labio inferior y ni cuenta me había dado, no hasta que estuve a salvo; mi condición afectó el estado anímico de Shizuru, en verdad no quería verle esa cara de tristeza.

-Imagina como terminó el otro-. Intenté sonreírle, correspondió el gesto.

Encendió el motor. -Supongo que sin hospitales-. Dijo con algo de pesimismo.

-Por favor-. No pude evitar una mueca al quitarme el guante de la mano mala. -Doctores e identidad secreta, pésima combinación-. Me quité el otro guante con los dientes.

El Mustang entró a vía, mantuve el cuerpo pegado al asiento, de reojo la mirada analítica de Shizuru seguía inspeccionándome en búsqueda de más heridas.

-¿Y si ingresarás con máscara?-. Propuso no muy convencida de su propia idea. Podía entenderla, si yo la hubiera visto a ella así de jodida, también habría querido arrastrarla al médico.

Negué con la cabeza. -Siguiendo el patrón de mi suerte-. Madre mía hasta respirar dolía. -Alguien atacaría el hospital y terminaría teniendo que ayudarlos en lugar de que me ayudaran-.

-Quisiera poder decir que exageras-. Sus manos entrujaron el volante. -Pero tengo la corazonada de que es cierto-.

-¿Qué clase de sentido arácnido es ese?-. Sí, sí, era pésima con las bromas, igual había que intentarlo en una situación como esa.

Puso una pequeña sonrisa. -El de una chica enamorada-. ¿Es necesario decir que me sonrojé? -Ara-. Esa reacción mía sí que mejoró su humor notablemente. -Además-. Recuperó sus ganas de bromear. -Imaginarte salvando el día en una bata de hospital, tiene su encanto-. Rio.

Viniendo de otra persona eso habría sido irritante, con ella no me arrepentí de reírme ni siquiera tras la punzada en mis costillas.

Sentí que la tensión en el auto se disipó por completo.

-Gracias por salvarme, Natsuki-. Como iba manejando, manteníamos el contacto visual a intervalos.

-No agradezcas-. En ningún momento había sido una posibilidad el no hacerlo, esa idea no tenía cabida en mi cabeza.

-¿Cómo no? Si te atravesaste entre esa cosa y yo-. Sus labios se curvearon un poquito hacia abajo. -Y te rompió el brazo por eso-.

-Lo volvería a hacer-. Aún tenía otro brazo y dos piernas.

-No digas locuras Natsuki-.

-Oye, casi a diario salto al peligro por completos desconocidos-. Levanté un poco la cabeza, para verla mejor. -Claro que voy a hacerlo por ti-. Ignoré el dolor para mover mi mano y estirarla en su dirección; ella retiró una mano del volante para poder sostener la mía. -Te dije que Spidergirl te cuidaría, porque eres mi amiga, porque me gustas-.

Tuve que tragarme la vergüenza para decírselo.

¡Malditos sentimientos que eran más complejos que los superpoderes!

-Ara-. Sonrió feliz. -¿Debo pensar que ya está más claro que quieres entre nosotras?-.

-Sí-. Con esa respuesta, mi sonrisa le gustó, aunque tenía sangre en los labios.

-Entonces, esperaré ansiosa, Natsuki-.

Pensaba que Shizuru se merecía una buena decisión e iba a dársela.


Estacionó el auto en reversa frente al portón de mi cochera. Tomó las llaves guardadas en mi mochila, a paso rápido bajo para abrir la puerta principal y regresó a ayudarme.

-Si sabes quién soy-. Ella llevaba nuestras mochilas a cuestas y aun así cuando salí del coche, se tomó la molestia de echarme su chaqueta sobre los hombros para cubrir la araña de mi espalda, y me ofreció su hombro para apoyarme. -¿Por qué eres así conmigo?-.

La gente me alagaba de más cuando era Spidergirl, pero no intentaban protegerme, jamás.

-¿Así, cómo?-. Caminamos los dos metros que nos separaban de la entrada.

-No finjas no saberlo-. Fruncí el ceño. -Así, detallista, protectora-.

Me abrió la puerta para que pasara primero. -Saber que eres un superhéroe-. Después de entrar cerró la puerta con seguro. -No me impide querer cuidarte-.

Que no se me mal entienda, era lindo que ella fuera así conmigo, simplemente, no estaba acostumbrada.

Dejé de apoyarme en ella. -¿Fuiste así con otras personas que te gustaron?-. Subí las escaleras lo más normal que pude, consciente de que me veía fijamente.

-Mi vecina despistada-. Rio, la vi de reojo. -Durante años, solo me has gustado tú Natsuki-. Tenía esa sonrisita coqueta tan suya.

Con el tremendo sonrojo que tuve, cielos, quizá debí dejar que me aplastara aquella estatua.

Como no esperaba regresar a casa hecha mierda y encima con compañía, mi habitación estaba en modo Spidergirl.

-Bueno… -. Bajó nuestras mochilas al piso. -Ahora sé porque la primera vez que vine me dejaste afuera-.

En la mesa de trabajo estaban unos disparadores de repuesto que había estado arreglando antes de irme a la escuela, junto a unos envases con los ingredientes para hacer más telarañas y la mitad de un sándwich.

En mi escritorio estaba abierta la libreta con mis bosquejos para mejorar mi traje y mis habilidades, por otra parte, en la silla, estaba mi viejo traje.

-No esperaba visitas-. Dije algo nerviosa.

Pero al demonio, era Shizuru, conocía mi mayor secreto, que viera mi habitación tal y como era no podía ser tan malo.

Sonrió de un modo diferente a como solía hacerlo. -Ara, ¿y si yo fuera una super villana?-. Pero usó su tono bromista de siempre.

Me senté en la orilla de mi cama destendida. -Te haría una superheroína -. Contesté sin dudarlo.

Con la adrenalina bajando más rápido de lo que tenía calculado, posiblemente porque me había relajado con Shizuru, empecé a sentir la verdadera gravedad de mis lesiones, unas intensas punzadas de dolor golpearon con fuerza mi cuerpo, según mi experiencia, eso todavía podía empeorar sino hacía algo pronto.

En el auto ya le había comentado a Shizuru lo que tendría que hacer. Sin quitarme la mirada de encima, se acercó a las puertas de mi armario, dentro, de uno de los cajones inferiores, encontró distintas cosas médicas, sacó un pequeño frasco y una jeringa.

-Tranquila, Shizuru-. Eso habría sonado más convincente sin el quejido que se me escapó. -Sé lo que hago-.

-Si nunca vas a hospitales-. Preparó la jeringa con una obvia mueca de duda respecto a lo que estábamos por hacer. -¿Cómo sabes la dosis correcta?-.

-Prueba y error-. Me encogí de hombros, tremendo error, me dolió hasta el culo.

Se esforzó por cambiar su expresión. -¿Siempre has hecho esto sola?-. Me dio la jeringa ya lista.

-Antes no lo sabía ni mi madre-. Con mi mano buena acerqué la inyección a mi cuello, ni siquiera parpadeé al sentir la aguja.

Puse la jeringa vacía sobre la mesita de noche y me recosté en la cama, deseando que la morfina surtiera efecto rápido para pasar a lo siguiente, cerré los ojos.

-¿Natsuki?-. La escuché a un lado de la cama, muy cerca de mí, tal vez pensó que me había dormido.

Abrí los ojos.

-Mala hierba nunca muere-. A como pude, le sonreí.

Para que la morfina surtiera efecto, necesitaba tres veces la dosis de un humano normal, aun así, mi metabolismo la abrazaba de tal manera que su efecto duraba menos y no me adormecía como al resto.

Sentí que el dolor pasaba de un "quiero arrojarme de un puente para terminar con mi sufrimiento" a un "quiero saltar por la ventana", traducción, algo mucho más tolerable para moverme.

-¿De verdad no te molesta hacer esto?-. Giré la cabeza sobre la almohada para poder verla bien, ella estaba ahí, de pie, con una postura segura y una mirada que me revolvía las emociones.

Enarcó una ceja. -¿Esto?-. Sonrió ladina.

-Sí, ya sabes, jugar al hospital clandestino conmigo-. Entendía que por más que le gustara, la primera cita me la había pedido antes de saber que la vida tenía el hobby de golpearme. -Y eso de… -. Carraspeé. -Lo de besarnos sin ser… bueno ya sabes-. Diablos, como me costó mantener el contacto visual.

Hizo una cara que ponía cuando pensaba que yo era tierna. -Ara, no es como que me obligues a besarte, Natsuki-. Cuidadosa, se sentó en la orilla de la cama.

-No quiero que pierdas tu tiempo conmigo, Shizuru-. Analicé mi propia frase viendo que podía mal interpretarse. -Me refiero a que-. Maldita sea, debí desarrollar mejor mi forma de expresarme. -Tú quieres un noviazgo, no un constante susto de muerte-.

Pasó una mano por mi cabello, colocó un mechón detrás mi oreja. -No es perder el tiempo-. Su sonrisa me hizo sentir mejor que la morfina. -Sobre todo cuando percibo que sí te gusto-. Sus ojos apuntaron a mis labios. -Y que sí quieres salir conmigo-. Del bolsillo de su pantalón sacó un pañuelo, con él limpió la sangre de mi boca.

Tomé aire para poder decirle lo siguiente.

-Entonces… ¿puedo pedirte otro favor?-. No quería verme aprovechada.

-Ara, lo que quieras-. Ahí estaba de nuevo, su tono coqueto.

-Para poder atender mis lesiones, bueno-. Desvié la mirada, sentía el sonrojo en camino. -Necesito quitarme el traje-.

-Ara…

La morfina ya había hecho lo suyo, tenía que revisar el estado de mis heridas, o sea, verlo sin el traje estorbándome, pero con el brazo y las costillas jodidos no podía quitármelo yo sola sin hacer malabares que me dolerían hasta la consciencia.

Por segunda ocasión, vi un tenue, casi imperceptible rubor en las mejillas de Shizuru.

Quizá porque cuando me hicieron una brocheta humana, mi mamá me suturó a través de los desgarres de mi traje.

Y en los vestidores de la escuela jamás me cambiaba frente a ella.

-Dijiste que no había problema porque ambas somos chicas-. Le recordé lo que me dijo hacía semanas, en los vestidores.

-Y tú me dijiste que tenías una cicatriz de cesárea-. Rio. -Que luego cambiaste por una quemadura, de bebé-. Me miró con sus ojos tan perspicaces. -Me sorprende que no usaras la excusa del parkour también para eso-.

-Trágame tierra-. Quería taparme la cara con una almohada.

-Vamos-. Hizo un gesto indicándome que me levantara de la cama.

Lo primero que hice fue retirar la telaraña de mi brazo, al hacerlo, mi brazo quedó colgando en un ángulo poco alentador. Le indiqué a Shizuru que el traje tenía una cremallera muy delgada en la espalda, cuyo puente estaba escondido en la parte interna del cuello.

-Esto sería interesante de no ser por las circunstancias-.

-Solo hazlo-. Mascullé tragándome los nervios.

Bajó la cremallera hasta mi cintura, como el traje era ajustado, solo mi espalda quedó a la vista, aunque Shizuru fue respetuosa y enseguida desvió la mirada hasta que me di la vuelta para quedar de frente.

-Anda, dilo-. Sabía lo que pensaba.

-Parecen tener meses-. Dijo asombrada por las cicatrices del accidente del puente.

-Ventajas de ser un fenómeno arácnido-. Volví a tomar aire. -Ayúdame, por favor-.

Cara a cara, Shizuru me hizo el enorme favor de fingir no ver mi sonrojo mientras me ayudaba a bajar el traje, cuando lo retiró hasta los hombros vi un atisbo de duda en sus ojos.

-Hazlo rápido-. Dije apretando los dientes.

Intentó ser lo más cuidadosa posible al quitarme la manga de un tirón y yo di todo de mi para no gritar.

Repitió el proceso con mi otro brazo, logrando bajar mi traje hasta mi cintura. Roja hasta las orejas, me senté en la cama para que ella pudiera quitarme el pantalón.

Aclaró, para poder moverme libremente entre los edificios tenía que usar ropa cómoda, por lo que usualmente usaba ropa interior deportiva; por más que Shizuru lo disimuló fue imposible que le mintiera a mi sentido arácnido, me di cuenta de que en un par de segundos me vio a detalle antes de voltearse a otro lado.

No entendía para que se volteaba si la que estaba roja como tomate era yo.

-Ese día en los vestidores querías verme, ¿y ahora no quieres?-. Hice todo lo humanamente posible porque se me bajara el sonrojo.

-Ara-. Giró el rostro hacia mí. -Es exactamente lo contrario-. Esa sonrisa coqueta, cielos, esa sonrisa. -Pero no quiero incomodarte, Natsuki-. Mantuvo sus ojos en los míos.

Regresando al motivo de que estuviera semi desnuda, diablos, mi brazo lucía tal como imaginaba: Horrible. Por fortuna, los huesos rotos no se habían salido, las fracturas expuestas eran mucho más molestas y con esas sí o sí, de alguna manera, habría tenido que ir a un hospital.

-Mejor no mires, Shizuru-. Poner mis huesos en su lugar yo misma no era el mejor espectáculo para alguien que decía quererme. -No será bonito-.

Me puse una telaraña en la boca.

Usando mis conocimientos de internet y mi experiencia en urgencias clandestinas, reacomodé mis huesos como se suponía que iban, la telaraña se tragó mi grito; Shizuru en lugar de desviar la mirada, había visto mi salvajada esa, me contemplaba sin creérselo del todo.

Quité la telaraña de mis labios. -Te dije-. Jadeé más fuerte. -Que no sería bonito-. Los huesos habían quedado en su lugar, pero mi piel se veía oscura por culpa de unos hematomas brutales. -¿Aun te gusto?-. Alcé una ceja.

Me mostró el ungüento en su mano. -¿Tú que crees?-. Más que dispuesta a ayudarme con eso.

Al final envolví mi brazo en telarañas para mantenerlo estable, hasta que mi regeneración soldará mis huesos.

-¿Podrías darle un vistazo a mis costillas?-.

Por el dolor y el feo hematoma que describió, pararme al día siguiente sería horroroso. Después de untarme ungüento, con base en mis indicaciones me ayudó a inmovilizar mis costillas, en el proceso estando tan cerca y con lo observadora que era se dio cuenta de que yo estaba avergonzada pero no incomoda.

-Lindas abdominales-. Me guiñó.

Pese a que era algo lenta para esas cosas, pude distinguir que más que coquetear, intentaba distraerme para que me sintiera mejor.

-Gracias-.

Y me constaba, respaldado por mi sentido arácnido, que ella no había estado mirando de más, solo lo necesario para auxiliarme.


Shizuru mandó pedir comida china, cuando el repartidor llegó lo recibió y pagó sin que pudiera insistir en hacerlo yo, ella tenía la ventaja, por eso de que yo vestía mi top deportivo, unos shorts y todas las vendas disponibles en casa.

Nos sentamos en el sofá principal de la sala, bueno, ella se sentó y yo me medio acosté para disminuir mi dolor.

-¿Eres ambidiestra?-. No le cuadró la facilidad con que agarré el tenedor usando la mano izquierda.

-No-. Mi estómago gruñó, nada como sentir que casi mueres para abrirte el apetito, además, esa comida se veía deliciosa. -Pero ya me he lastimado el brazo y la mano derecha antes-.

Después de tremenda impresión, ella también tenía hambre. Comimos en silencio, con una película cómica de fondo, a media comida se paró para ir a la cocina por agua para las dos, me quedé quietecita en el sofá.

La puerta principal se abrió, era mi madre. -¡Natsuki!-. Seguramente ya le habían llegado noticias sobre la pelea.

Alcé la cabeza por sobre el respaldo del sillón. -Aquí-. Tenía un pedazo de pollo en la boca.

-¿Natsuki?.-. El grito de mamá sacó a Shizuru de la cocina. -Ara, buenas noches-. La saludó con la cabeza, tenía las manos ocupadas con nuestros vasos de agua.

No tengo idea de que idea traía mi madre, pero su cara se relajó bastante al verme en el sofá, con Shizuru de compañía. -Buenas noches-. Hasta que se acercó lo suficiente para ver mi estado. -Hija…

Ok, ok, mi brazo envuelto en telarañas y atado con ellas a mi cuello a modo de cabestrillo, junto con mi abdomen vendado, no era el mejor panorama que podía ofrecerle a mi mamá.

Alternó la vista entre Shizuru y yo. -Gracias por traerla a casa-. Con Shizuru ahí y su Mustang afuera, concluyó acertadamente que cuando me hicieron mierda fue ella quien me sacó de allá.

-De nada-. Colocó los vasos de agua en la mesita, al lado de la comida. -En lo que pueda ayudarles, por mí encantada-.

-Y tú…-. Se sentó en el sofá para poder abrazarme. -No tienes que participar en todas las peleas de esta ciudad-. Se le lloraron los ojos.

Viéndola llorar se me metió un "perdón por casi morirme" al ojo. -Lo sé-. Pero insisto, no había otro loco en traje de licra corriendo por la ciudad, al menos no del lado de los buenos. -Además-. Fruncí el ceño. -Esa cosa me buscaba a mí y atacó a Shizuru, era algo personal, tenía que hacer algo-.

Su celular sonó, conocía ese tono, era el de emergencia, o sea, dentro de las emergencias había unas mayores, usaba ese ringtone para identificarlas. Suspiró antes de contestar. -Saeko Kuga al habla-. Con lo que escuchó sus ojos se dilataron.

Al final de la llamada me miró con culpa.

-Anda, ve-. Dije tranquila. -Mi trabajo es ser Spidergirl, el tuyo es ser LA científica-. Le sonreí.

Alguien tenía que intentar mantener bajo control los Laboratorios Searrs o en su defecto arreglar sus desastres, y esa era mi madre.

-Te amo, Natsuki-. Me dio un beso en la frente, se puso de pie, miró a Shizuru. -Por favor, cuida a la kamikaze de mi hija-.

-Ara, con gusto-.


Más tarde, en tanto seguíamos en la sala, a Shizuru le llegó un mensaje diciéndole que viera las noticias, pusimos el noticiero principal de la ciudad.

Bufé, en la pantalla estaba el director de nuestra preparatoria, él era uno de los tantos que me había sermoneado por llegar tarde a clases pese a que mantenía buenas notas, sin saber que me la pasaba arriesgando el pellejo para mantener segura su escuela y a todos los que iban a ella.

Ahí, públicamente, le dio las gracias a Spidergirl por impedir que sus alumnos se lastimarán.

-Si tan agradecido estás-. Mascullé. -Diles a tus profesores que dejen de joderme-.

Shizuru me vio de reojo, al parecer, divertida con mi pequeño monologo. -Veo que eso de la identidad secreta puede ser contraproducente-. Como no queriendo, acercó su mano a la mía, su meñique rozo el mío, eso me reconfortó.

-Una vez evité que lo apuñalaran en el estacionamiento de la escuela-. Bufé. -Horas más tarde me mandó llamar a su oficina porque el profesor de Historia se quejó de mis retardos-. Lo peor era que ese día también había evitado que asaltaran a ese profesor. -Esto de la identidad secreta puede ser un dolor en el culo-.

El noticiero siguió, el director informó que debido a los efectos colaterales del encuentro entre Spidergirl y un enemigo no identificado, la estructura del edificio requería algunos arreglos, vaya manera de decir que Venom y yo destrozamos el lugar, en fin, para arreglar el edificio más rápido, las clases se cancelarían durante una semana, algo que me caería de maravilla para reponerme.

Sin embargo, no pude evitar pensar: ¿De dónde iba a sacar dinero la preparatoria para las reparaciones? Con el altercado del chico bomba tan reciente, los fondos probablemente se habían vaciado.

-¿La escuela se va a endeudar o qué?-. Pensé en voz alta. -Ignora eso-.

Siempre un paso por delante, Shizuru supo de que hablaba. -Va por cuenta de Corporación Carmín-. Sonrió.

-¿Por… -. Intenté atar cabos.

-Ara, estudio ahí así que-. Se encogió de hombros. -Eso y somos la mayor empresa de construcción de la región-.

-¿Solo yo no sabía quién eras en esa escuela?-.

-Algunas personas lo saben, como el director-. Se cruzó de piernas, apoyó su codo sobre el descansabrazo del sofá y recargó su mejilla en su mano. -Pero no me gusta andarlo diciendo, le pedí a papá que no me mencionará fuera de su compañía-.

Lo siguiente iba a sonar raro viniendo de mí, que tardé 16 años en notar que vivía en la casa de enfrente. -¿Y el apellido no les suena?-. Fruncí el ceño.

Negó con la cabeza. -Las personas se esperan una actitud déspota de los hijos de empresarios-. Sonrió con un aire travieso. -Y no se esperan que asistamos a escuelas públicas-.


Cuando supo que mi madre no regresaría hasta el día siguiente, no hubo poder humano o arácnido que convenciera a Shizuru de que podría pasar la noche sola, sobre todo cuando, frente a ella, tuve que ponerme otra dosis de morfina. Le expliqué que en estados similares había conseguido salir adelante siendo solo yo conmigo, pero su respuesta fue firme: Antes tenía que hacerlo, ahora no.

Salió de mi casa un momento para ir a la suya a hablar con sus padres, la idea era decirles que me había enfermado, que mi madre estaba fuera de la ciudad y por eso quería quedarse conmigo, para cuidarme.

-Ay, genial Kuga-. En mi casa no había cuarto para invitados. -¿Y ahora qué?-. Vi el sofá de la sala. -Quizá… -. Agité la cabeza. -Lo que quiere es vigilarme de cerca para asegurarse de que no me dé muerte de cuna-. Ni de chiste aceptaría quedarse en mi cuarto conmigo allá abajo.

Con mi brazo bueno, levanté el sillón del suelo, me dirigí a las escaleras, era mejor pedir perdón que pedir permiso.

Acomodé el sofá cerca de la cama.

Unos minutos después, escuché la puerta principal junto con pasos en las escaleras.

Shizuru llegó hasta la entrada de mi habitación, se había cambiado, estaba vestida con ropa holgada. -Ara-. Miró el sofá con una expresión que gritaba: Eso no estaba ahí cuando me fui. -¿En serio, Natsuki?-. Se llevó una mano a la sien. -Tienes una costilla y un brazo fracturados-. Se veía como que no sabía si reírse o no. -Y tú vas y cargas un sillón de tres plazas por las escaleras-.

-Así puedo dejarte la cama sin dormir en el piso-. Intenté defenderme.

-Ara, ara-. Señaló a la cama. -¿Tan mala idea era dormir conmigo?-. Hizo un gesto de dolor.

-¡NO!-. Yo solo…

Rio.

¡Se rio!

-Era broma-. Apuntó a la silla del escritorio. -Planeaba cuidarte mientras dormías, no dormirme-. Suavizó su expresión. -Pero es lindo que pensarás en tenerme cómoda, gracias-. Tomó asiento en el sofá.

-Shizuru-.

-Ni pienses que te dejaré dormir aquí, en tu propia habitación, en tu estado-. Se quitó sus tenis para subir los pies al sofá. -Tú te quedas en tu cama-.

Quizá el resultado de mi pelea con Venom no había sido malo del todo.