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"Blanca Navidad."

El corazón se le hinchó como un bizcocho en el horno cuando el calor que despedía la chimenea del gran salón fue suficientemente abrazador, cuando las luces en las decoraciones de los barandales de la escalera central del recibidor la encandilaron, cuando la suave música seleccionada para la ocasión llego hasta sus oídos desde el reproductor de la sala. La gran casa estaba totalmente cambiada, habían unido tres habitaciones retirando los muros de madera especialmente diseñados de ese modo, uniendo el comedor, con el gran salón y la sala. Todo era un mismo espacio abierto que resguardaba el frondoso árbol decorado con moños blancos y esferas plateadas y rojas. Asimilaba el ambiente festivo que apenas tomaba forma, mientras contemplaba el árbol de navidad. "Precioso". Se sentía en completa paz, lo que no esperaba después de que Inu no Taisho fulminó sus esperanzas para esa noche. Había decidido que no le importaría, abrazaría la historia de Izayoi y la propia hasta que no pudiera más. Por ahora, disfrutaría de la noche y de cada uno de sus preciosos detalles. Lo invitados aún no llegaban, Izayoi daba vueltas por todos lados en un hermoso vestido dorado con apariencia de yukata, pero más ceñido a la cintura y moderno, siendo seguida por dos mucamas yokai que cargaban bandejas con bocadillos, entre ellos infiltradas sus bolitas de arroz algo deformes. Izayoi se veía perfecta.

-¡Izayoi! Cariño, es la tercera camisa que destrozo esta semana. Odio lo impráctica que es esta ropa, sin embargo, se ve muy bien ¿no? ¿Izayoi? - El general perro bajó las escaleras centrales dando unos brincos cortos inusuales en él, vistiendo unos pantalones de vestir oscuros y una camisa blanca sin abotonar, dejando al descubierto su perfectamente formado torso, adornado por históricas cicatrices, "como un árbol" pensó Rin, parloteando sin ser escuchado, causando el sonrojo de las yokais que iban pasando por casualidad.

(me pregunto si el señor Sesshoumaru tendrá cicatrices también, y ¿dónde crees que las tenga? Wooow, alto ahí, pequeño monstruo…) . Se encontró a sí misma siendo intervenida por sí misma. - vaya, esto solo pasa en navidad-. Se recargó en en el umbral que conectaba el recibidor con el salón, mirando al padre de su señor divertida.

- Hola Rin chan, no he olido a los invitados llegar pero… ¡woooow! Vaya pequeña, te ves preciosa, querida. -Su mirada era suave, cristalina, y su voz adoptó un tono familiar. -Lamento, lo duro que he sido contigo, Rin chan. Te ves como toda una doncella, nada me complace más que formes parte de esta familia con tus hermosos sentimientos hacia mi hijo. Espero los dioses sean justos contigo, temeraria humana. Y bien, ¿Cómo me veo?-. El demonio sonrió de una manera salvaje, Rin no pudo más que sonreírle satisfecha.

-Luce algo incompleto Taisho sama, ¿por qué no toma su forma humana para evitar las garras?

- Oh no, mantenerse bajo un disfraz humano nos adormece bastante los sentidos, combinar eso con sake significaría sin duda hacer a Izayoi enojar, por cierto ¿no la haz visto por ahí? Es una belleza de dorado.

-Si, la he visto, esta persiguiendo a sus servidoras yokai y siendo perseguida por ellas en el salón. Le esta dando los últimos toques a los últimos toques…

-Hmm… pobrecillas, hacen bien al temerle a mi humana. ¡Izayoi! ¡IZAYOI!

-¡DIABLOS TOGA! ¡ya voy! No puedo creer lo impaciente que eres…

La princesa apareció en el umbral opuesto al que se encontraba Rin, se veía perfecta. Su cabellera negra estaba peinada en una impactante trenza y su irritado rostro de porcelana se veía también divertido y decorado por su fleco. Caminó rápida y elegante hacia el pie de la escalera donde se encontraba su demonio, quien se estaba dejando invadir por un millón de mariposas estomacales, la peor plaga para un perro demoniaco... letal.

- ¿Qué haces medio vestido Toga? nuestros invitados no tardarán en llegar.

-Las garras y los botones Cariño, no quiero que nadie más me vista, y has estado tan ocupada todo el día…

(Ya se esta poniendo raro). Si bien Rin era bastante madura para temas de adultos, y no era sencillo intimidarla fácilmente con cualquier idea, esos dos podían manipular atmósferas enteras y adueñárselas con sus sentimientos. Empezaron las miradas intensas entre la pareja, denotando más complicidad que verdadero desacuerdo.

-Quien lo diría… El demonio más poderoso del mundo, sometido por unos botones… ¿Por qué no adoptas tu forma humana?

-El sake y los disfraces cariño. Tampoco se llevan. Y, yo no diría sometido. Además, más vale que la familia de Kagome nos conozca como realmente somos. Sin disfraces...

-Ven acá.

La humana atrajo con fuerza al peli plateado, que, a diferencia de otros días, su cabello estaba peinado en una media cola de caballo, haciendo ver mucho más joven. Empezó a abotonarle la camisa al mismo tiempo que sus labios se curvaban lentamente en una sonrisa secreta.

(Me largo de aquí…)

La joven continuó rondando por el gran salón, hasta que se topó con su reflejo en un enorme espejo cercano al árbol de navidad. Se sintió orgullosa. En la academia para damas a la que había asistido la habían enseñado entre muchas otras cosas, a mantener una postura perfecta, a caminar como bailarina, a moverse como un cisne (Ella agregaba un toque felino), ella sabía esas cosas, pero pocas veces era consciente de su efecto. Su amigo Eliot quien era un artista nato, le enseñó pequeños trucos de maquillaje, bastante simples y bastante efectivos. Casi no se reconoce en su reflejo. Era una belleza. Su vestido verde esmeralda de terciopelo era un clásico bastante sobrio (elección de Jaken) pero el contraste del color en su blanca piel hacía la navidad brotara de su visión, y algo con lo que seguro el yokai no había contemplado era lo ajustado que estaba de la parte de arriba, entallándose perfectamente a su torso, denotando sus curvas y sobre todo sus pechos. El ligero color coral en sus labios y en sus mejillas le daban un aire soñador y natural, pero sus ojos gatunos contrastaban en un "chispazo sexy" como su querido Eliot diría. Atónita, hacia caras para asegurarse de que la mujer en el espejo era ella misma, incluso se llevo las manos a los pechos, asombrada de lo atractivos y grandes que se veían. (Esta de verdad soy yo…). Cierto yokai apareció de la nada "¿¡Qué Demonios te estas agarrando niña!?" Rin se sobresaltó, reaccionó en un brinco escondiéndose las manos en la espalda.

-¡Señor Jaken! ¡Casi me mata del susto!

El sobresalto causó que su cabello únicamente peinado en su clásica coletita, dibujara movimiento en su sorprendido semblante. Un broche precioso se asomó desde aquel mechón de cabello, que ahora le llegaba un poco más debajo de la cintura. Podía verse la belleza más humana. Una emoción que explotaba en su rostro. Jaken lo notó, y muy en lo profundo de su oscuro ser, agradeció que el amo no se encontrara presente.

- ¡Vayaaa Rin! Que es eso que tienes en el rostro te ves… casi aceptable. Menos como tú.

-Señor Jaken ¿es tan difícil hacerme un cumplido? Yo creo que usted se ve muy guapo, tan joven…

-Si crees que tus insultos están a la altura de mi orgullo estas muy equivocada, sigues siendo igual que siempre.

La joven se acercó a la mesa del comedor, tomó un bocadillo y se lo ofreció a Jaken, sonriéndole.

-Lo extrañé, señor Jaken. ¿Quiere uno? Yo ayudé a hacerlos ayer.

El malhumorado yokai aceptó el bocadillo mirando de reojo el festín que empezaba a desfilar de la cocina al comedor. -Así que… escuché que vió al amo…

-No puedo creer que no puedas siquiera esperar a terminar la cena… Ahhhh… escucha, lo único que diré es que lo ví, y te envía un regalo.

-¿Eh? ¿¡Un regalo!? ¿¡PARA MI!?

- Eso dije…

-¿Y en dónde está?

-En el árbol, el padre de mi amo me vio entrar con el y lo puso junto a los demás.

-Jajajajaja, no fue lo suficientemente rápido señor Jaken-. Aunque fuese solo por un par de segundos, Rin se esforzó de sobremanera para no replicar al respecto, lo importante era, sin lugar a dudas, que, aunque no estaría presente como su presente para navidad, le había mandado un obsequio con Jaken. Como en los viejos tiempos. Si, estaba en sus pensamientos aún. (¿Cómo pude ser tan tonta? Ough… amo bonito… perdón, perdón, perdón…).

Su mirada estaba perdida en las luces del árbol, como en un trance en el que su rostro empezaba a formar una cara de exasperación mezclada con determinación. Sus pasos la llevaban trotando suavemente al árbol de navidad, donde vio una caja considerablemente grande, en comparación con los demás, que ciertamente no estaba ahí antes. Se trataba de una caja rectangular de un metro de longitud aparentemente, envuelta en un papel moderno de color naranja y un precioso moño rosa intenso. (Ese es el mío, no cabe duda. Creo que yo podría caber esa caja.) Encandilada empezó a dejarse atraer por su regalo, hasta que del otro lado del árbol, frente a ella, los ojos del general perro la observaban divertidos, él sonreía exponiendo los colmillos. -¿Tendré que esconderlo en otro lugar? Un adulto esperaría hasta después de la cena sin problemas, ¿no es así? (Me atrapó, cómo pude ser tan descuidada, maldición).

-Pues… si me lo pregunta, un adulto tomaría lo qué es suyo legítimamente sin dudar ni preguntarle a nadie.

-Basta de juegos, Rin. No abuses de mi espíritu navideño.

-Vale, vale, esta bien. Solo bromeaba-. No lo hacía, había hablado en serio, pero solo sonrío.

-¡Mi señor! ¡Rin chan! ¡Vengan a saludar!

Inuyasha y Kagome habían llegado con el resto de los invitados. La madre de Kagome, Izumi, se veía preciosa, ataviada en un elegante kimono azul, y acompañando del brazo a su padre. El abuelo Higurashi tenía un semblante de desconfianza notorio, Souta qué tenía tan solo un año mayor que Rin, ya era de la estatura de su hermana mayor, fue el último en cruzar el umbral de la puerta principal llevando del brazo a su novia, una joven de la complexión de Rin, con un hermoso cabello claro, algo rizado y una mirada dulce. Al presentarse, Rin supo que su nombre era Moe, Horuka Moe, y estudiaba música en la ciudad. Era una joven tímida pero con un aura de tranquilidad y fraternidad. Inspiraba confianza y cariño. A Rin le encantó la joven. Supo por su voz tan melodiosa que, si el destino lo permitía, podrían ser buenas amigas. Dio lugar entonces a una extensa charla para conocerse, llena de las cordialidades que normalmente se desarrollan en estas situaciones de interacción social, sin embargo, era imposible ignorar el elemento sobrenatural especifico de la familia Taisho. Cuando el Abuelo Higurashi pensaba que ya era demasiado con que el padre del orejas de perro luciera de ese modo tan temible y fuese un demonio, un joven pelirrojo con una enorme cola de zorro entró al salón principal. -¡Buenas noches familia!- inmediatamente el joven zorro se volvió el centro de atención de las damas. Rin se colgaba de su brazo impactada de su apariencia de adolescente demoniaco. Había extrañado a su amigo de la infancia. De igual manera, Kagome no dejaba de abrazarlo por la espalda, y preguntarle por su entrenamiento, e Izayoi le pellizcaba cariñosamente las mejillas repitiendole lo guapo que era. Eso no tenía nada de impactante, el joven era apuesto, y era un demonio, pero cuando éste se transformo en un globo rosado gigante, y flotó hasta el orejas de perro para dejarse car sobre su cabeza transformado en una gárgola gigante con un moño rojo; "Feliz navidad", gritó aplastando a su yerno- nieto, dudo en serio si su viejo corazón podría aguantar toda la noche con esa gente. Por si fuera poco, el nombre de aquel ser era Shippo.

Los cubiertos sonaban con tanto animo como las conversaciones entre todos, demonios, humanos y un hanyo. El tema más atractivo de la noche era, por su puesto, la ya esperada boda. Hubo que explicarle a Shippo en que consisten las propuestas de matrimonio y las bodas en la modernidad. Rin lo convenció de lo magnificas que eran, repletas de comida ninja. Las madres se habían caído de maravilla, parecía que eran hermanas. Reían entre ellas y no dejaban de hacer planes para el gran evento, compartir anécdotas de sus respectivos hijos, y hablar de los futuros nietos, haciendo que tanto Kagome como Inuyasha estuvieran a la defensiva casi toda la cena. Fue una noche tan pesada como divertida. Inu no Taisho tenía que ponerlos a raya con autoridad, pero sin perder la simpatía. Vaya paciencia era capaz de tener. Se ganó la confianza del abuelo Higurashi tan pronto le mostró su salón de armas, donde además de todo tipo de herramienta de armamento medieval, conservaba bastantes armaduras. El anciano era ahora el fan numero uno del matrimonio oficial de su nieta. Ciertamente, no saber de ella dos años había dejado a la familia algo triste, saber que el orejas de perro la desposaría en esta época solo por ellos le había alegrado el alma, y enterarse del linaje ancestral de su nieto político fue como haberse ganado la lotería, pero ser testigo de los maravillosos tesoros que resguardaban, y de que el padre del cachorro era casi una divinidad de la historia de su amado país por poco le causa un paro cardiaco.

-Entonces dice que tiene una espada con la que puede revivir a… los muertos.

-Oh si, la hice de uno de mis colmillos, el izquierdo, si no mal recuerdo. También la de Inuyasha, esa fue mi colmillo derecho, vaya que dolió; de echo mi Izayoi fue una de las víctimas de colmillo sagrado-. Sonrió descaradamente. -¡Oh claro! Y mi protegida, Rin- Señalo a la joven con la mano extendida mientras esta succionaba un enorme espagueti que parecía luchar por no caber en su boca. (Mierda).

-vaya… Eso es como, ser un dios.

-Oh no abuelo Higurashi; hay reglas naturales que se deben cumplir. Colmillo sagrado no puede revivir a una persona más de dos veces. Tiene sus limitaciones, pero la finalidad de esta espada es valorar la vida. Es mi orgullo.

-Fhe, si, como no – Inuyasha sonreía con la boca llena. Sabemos que Colmillo de acero es mejor.

-Como te atreves medio demonio, la espada de mi amo es la razón por la que tu espada esta completa.

-Calma, calma. Eso es verdad-. Inu no Taisho sonreía, pero fugazmente dirigió su mirada directamente hacia Jaken, que estaba del otro lado de la mesa, en su lugar habitual con Rin. "No voy a tolerar mas gritos en la mesa", aunque solo lo pensó, el mensaje llegó claramente al pequeño demonio, que había aprendido bien a interpretar lo que no se dice con palabras. Se encogió en su asiento. -Ambas espadas se complementan. A estas alturas estoy seguro de que comprenden que, la vida se trata de complementos. De opuestos que se apegan y, a prueba y error maduran hasta volverse invencibles. La perfección requiere de complementación. De fuerza y fragilidad. Dureza y misericordia. Valor y respeto. El secreto es aprender a ser equilibrado. Encontrar un equilibrio. Así como nosotros. -Miró a Izayoi- Así como ellos. - Miró a Inuyasha y a Kagome.- Así como mis propios hijos. No existe algo más poderoso que el equilibrio.

Rin devoraba mochis. Pensaba en las palabras de Inu no Taisho acerca de los opuestos. Miraba a Inuyasha y a Kagome compartir los postres como una pareja clásica de enamorados, repasaba en sus recuerdos cada pelea entre ellos y también cada muestra de amor. Reparó en lo feliz que se veía la joven Sacerdotisa. Parecía que su aura estaba en su máximo esplendor y la hacía verse divina. Se sentía orgullosa de su hermana mayor. Habían encontrado su complemento y maduraban un gran equipo. -No sabes lo bonito que se te ve ese color Kagome, resalta tu piel de una manera hermosa, de por sí es muy bonita… ¡por cierto! Creo que no te lo mencioné, pero mis amigas del instituto le apuestan a tu crema de noche un éxito comercial considerable, deberías venderles la receta. La familia de mi amiga René tiene una farmacéutica en Francia desde hace muchas generaciones, es un "imperio de la belleza", o eso es lo que dice, y ella es muy muy bonita.

- ¿En serio? Es gracioso, es una crema ordinaria, pero la hago con hierbas de la época antigua. Influye tanto el que antes todo mantenía cierta pureza natural. Ventajas y desventajas de cada época, ¿no es así?

-Quién diría que mi nieta, además de inteligente terminaría siendo una sacerdotisa tan talentosa. Soy el abuelo más orgulloso.

-Abuelo, no tienes que ponerte así…yo se que me quieres mucho, pero de verdad no es gran cosa, Inuyasha me ayuda mucho. Cuando vivimos en la época antigua Inuyasha recolecta las hiervas que necesito del bosque.

- Bueno Kagome, quizá a tu madre le gustaría abrir un negocio aquí con tus productos-. Comentó Izayoi sonriente, con una elegante copa en la mano y su otra mano en la mano de Inuyasha.

-Me encantaría, aunque ahora mis energías estarán centradas en la boda sobre todo si piensan celebrarla en el templo de la familia, y cuándo nos llenen de nietos no sabría de donde sacar el tiempo para dejar de mimarlos y atender un negocio exitoso de cremas -. Las risas emocionadas surgieron incomodando notoriamente a la pareja. Una generosa porción de puré voló por la mesa hasta la majilla del hanyo desde la cuchara de Shippo, mientras le gritaba "Serás el padre número uno Inuyasha" y le sacaba la lengua. "Sigue así Shippo idiota, serás un poco más alto ahora, pero sigues siendo un niño llorón". La mirada asesina de Inu no Taisho fue disparada en su dirección, pero fueron los ojos de su madre los que casi le hacen extrañar los "abajos" de Kagome.

-No puedo creerlo, cómo puedo perder tanto en "Piedra papel o tjera", este juego no es lo mío-. La familia entera pasó a la sala donde un par de horas despues, ya habían bebido y degustado el maravilloso postre (mochis); Todos los invitados habían recibido un brazalente de cuentas de proteccion que Kagome había hecho para todos. El ambiente era precioso, habían jugado charadas y el reto de los regalos, que consistía en que todos tenian que vencer al "guardian" para obtener su regalo en un juego. Normalmene el guardían era siempre Inuyasha, pero al contar con Shippo quién era un genio en los juegos, ese puesto habia sido tomado por el, y la entrega de regalos se había extendido bastante, entre bromas pesadas y trucos de magia. Ya pasaba de la media noche y Rin aún no había logrado ganar su regalo especial. Empezaba a detestar las reglas. Solo le faltaba el que era de parte de Sesshoumaru. (Ni siquiera debería competir por el. Es mío) Hizo un puchero mental.

-Vamos Rin, no te rindas aún, la animó Shippo.

-¿No prefieren que hagamos ahora un concurso de trabalenguas?. Rin estaba algo avergonzada.

-¿Ahora? ¡Ja! Pero si ya solo quedan tus regalos Rin , no haz ganado una sola vez. Perdedora- se burlo de ella un Inuyasha bastante sonrojado por el Sake y portando un gorrito con orejitas de perro hecho especialmente para él de parte de su suegra, y masticaba una edición especial de chips sabor fish and chips, que Rin le había obsequiado.

-Es verdad mocosa, incluso yo ya obtuve todos mis obsequios. Ya ni porque se trata del regalo que te envió el amo. Y me costó tanto traerlo- murmuró.

-Entonces ¿le gustó el nuevo sombrero que le traje de Inglaterra?

-Hmmm. No esta mal… no tanto como tu suerte…

-Jaken tiene algo de razon Rin chan, es algo gracioso que tu regalo sea el más grande y sea el único que queda…-mencionó Kagome. -Hagamos otra cosa.

-Tengo una idea- dijo una voz profunda y ronca que le puso a todos la carne de gallina. Hasta al general perro.

Rin se giró hacia Shippo, pero en su lugar se encontró con el temible Sesshoumaru sama, envuelto en fuego azúl y con sus ojos rojos, de la comisura de sus labios goteaba veneno y su cara estaba contrída, exponiendo los colmillos, colmillos que de la nada se encontraban a escasos centimetros de su rostro.

-Si me das un beso, el presente es tuyo, Rin.

La joven estaba al borde de tener un paro cardiaco. Aunque no se comparaba en absoluto a la reaccion de Inuyasha y su padre, bueno, y el abuelo Higurashi y Jaken también. Ninguno de los cuatro lo admitiría, pero se habían asustado en serio. Incluso Inu no Taisho había escupido el sake que bebía impulsivamente al toparse de frente con su hijo poniendo esa cara de diablo. Definitivamente Shippo habia mejorado mucho con sus transformaciones. Entonces, Izayoi se puso de pie, estaba detrás de la figura de Sesshoumaru, le pareció muy tierno ver una colita abultada de zorro en el trasero de su temible hijastro y no pudo evitar extender su mano para darle un inocente peñizco.

-Vaya, jamás pensé ver algo así pegado al trasero de sesshoumaru, ¡Es tan tierno!-. El pellizco sobresaltó a Shippo, perdió la concentración y volvió a su forma original. Colgaba de la mano de la princesa quien lo abrazó enternecida. -Vaya, si que eres una criaturita muy talentosa-.

-Cómo te atreves demonio zorro de cuarta, esa pobre copia de mi mejestuoso amo no engañaría a nadie.

-Pero si casi te orinas en los pantalones Jaken- le respondió Shippo irritado. Inuyasha se acercó a Shippo y le reventó un puñetazo en la cabeza diciendole descepcionado "Arruinaste la navidad, zorro tonto".

-Vamos, ya fue suficiente y no puedo más con la curiosidad. Yo quiero ver que es lo que Oniisan le ha mandado a Rin, despues de tanto más vale que se trate de algo bueno… no creo que un deportivo quepa ahí…- Kagome dio un sorbo más a su copa, acababa de descubrir que era fanática del sake de durazno. Ella no lo notó pero todos los la miraron un poco sorprendidos por su tajante franqueza.

-Hermana, creo que ya estas un poco borrachita.

-Souta comportate o vas a alejar a la linda Moe san con tus tonterías.

-Hermana creo que si alguien va a alejarla vas a ser tú-. Moe notó la tensión entre los hermanos Higurashi y se atrevió a hablar.

-En absoluto, me ha encantado vivir una navidad tan mágica, jamás pensé que esto de los viajes en el tiempo era imposible. Me encanta la familia de Souta y Kagome chan. Yo también quiero saber cual es el contenido de esa caja tan hermosa, Rin chan -. Ante los animos de la dulce Moe, Rin asintió decidida. Se recojio un par de mangas imaginarias y exaló. De rodillas finalmente frente a su obsequio, rasgando ansiosa el brillante papel, su corazón empezaba a acelerarse. Recordó los Kimonos, los broches y las escencias. Todo vino a su mente en una fiesta de memorias. Era navidad sin duda y no podía extrañarlo más. posterior al papel envolvente, abrió una caja de madera bastante resistente y muy elegante.

El cuerpo de Rin se hizo para atrás de la impresión, y llevandose las manos a la boca empezó a llorar.

-¡¿Qué es?!- gritó Kagome.

Rin levanto con cuidado el hermoso cello antiguo que había estado resguardado en la caja hasta entonces. Moe parecía encantada.

-¡Vaya! ¡Es un cello hermoso! Seguro su sonido es excelente, parece que el cuñado de mi cuñada es muy atento con Rin.

-Así es, mi amo es siempre el mejor. Su regalo es por mucho superior al de cualquiera. Rin interrumpió al pequeño demonio limpiendose las lagrimas con su mano izquierda . -Diganme, alguién… ¿Alguién aquí le dijo a Sesshoumaru que, toco el cello?- Kagome, Inuyasha, Izayoi, Inu no Taisho y Jaken levantaron la mano.

-Además, maravillosamente-. Agregó Kagome con dulzura.

-Todos ustedes… Gracias…- Rin en verdad deseaba que los ahí reunidos pudiesen sentir la dicha que su corazón experimentaba. Se sentía derretida en amor, de gratitud y de dicha. Tambien un poco de culpa, por haberle gritado a Inu no taidho la noche anterior, justamente le había reclamado que nadie se lo había dicho. Aunque era un adulto ahora, aún tenía mucho que aprender de la vida. Se sentó, afinó el enorme instrumento y empezó a tocar para los presentes. Despues de un par de melodías en las que también cantó cual Diva, Moe san se levantó aplaudiendo, y dijo "Rin chan, tienes un un talento musical nato, podrías llegar muy lejos. Espero que continues tocando siempre, y algun día podamos tocar juntas. Recibiendo un animado "¡Si!" de parte de una Rin que se sentía en las nubes.

La celebración había terminado, y después de que la madre de Kagome e Izayoi se retiraran a sus respectivas habitaciones a dormir, el resto se quedaron rodeando a Inu no Taisho que les contaba historias de sus épicas batallas y épicos contendientes. Souta y su abuelo no ocultaban su entuciasmo y no dejaban de preguntarle al gran demonio detalles y de rellenar sus pequeñas copas. Mao escuchaba entretenida, abrazada de Souta, Kagome dormía sentada, recargada completamente en Inuyasha quien con los ojos cerrados escuchaba a su padre con mucha atención, interviniendo cuando la historia se volvía demasado dudosa para su juicio. Rin estaba absorta en la plática y el calor del hogar, pero el calor de su corazón era más fuerte. Sentía que necesitaba el aire invernal golpeandole el rostro para que su imaginacion no la llevara más lejos de lo que podía controlar. Por ahora ansiaba el momento en el que pudiera tocar para Sesshoumaru, y agradecerle por su cello.

Se levantó mientras Inu no Taisho contaba una de sus miles de aventuras de antaño, con su amigo, un tal Kirinmaru, aunque ya no entendía bien si era su rival… la cabeza le daba vueltas por consumir tantas delicias y tanta azucar para una sola noche. Abrió la puerta corrediza que daba al jardin central y sin percatarse de haberla dejado abierta, abandono por un momento la gran casa, para envolverse en el placentero frío. Bajo la escalera y , sentandose al final de la misma, empezó a hacer un muñeco de nieve, mientras la voz de Inu no taisho parecía poder alcanzar el bosque "Mi hijo Sesshoumaru era tan solo un cachorrito en ese entonces, su temperamento era peor que el de Inuyasha, imagino que saben a lo que me refiero… pues él derrotó al enemigo, a pesar de su estatura y falta de experiencia, para cuando llegamos al límite del mundo terrenal, mi muchacho estaba terminando con la orda de demonios que se infiltraba al mundo…" (Siempre tan heróico, mi querido amo…) Mientras pensaba en él, entonó una canción navideña. Cantando como un ave noctura, engendró un muñeco de nieve malencarado y con marcas de demonio en las mejillas hechas con piedritas y ramas cercanas. -¿Qué te pasa? ¿Por qué esa cara? ¿Te duele la panza?-. Le preguntó en voz alta, riendose de su propio ingenio y demencia al mantener una conversación con su nevada creación. Terminó por hundir la nieve en la frente de su muñeco dibujando una lunita creciente mientras en el interior se desataban las risas. - ¿O es qué extrañas a tu humana?

-Rin.

Levantó le vista algo irritada, esperando toparse con Shippo y una de sus apariciones, pero cuando se topó con Sesshoumaru mirandola fijamente a tan solo un par de pasos, con su cabello hondeando levemente con el viento y su imponente porte, supo sin lugar a dudas que, se trataba del único. Parecía que despues de todo, su desdeo de navidad se había cumplido rodeada cuando menos lo esperaba, el presente perfecto, rodeada del color blanco más puro.