Capítulo 8
Durmió en su cama por horas. Además de leer y vagar por ahí, dormir era otra de las cosas que disfrutaba hacer aunque no lo pareciera. Scorpius tenía los ojos siempre enmarcados por ojeras ya que podía pasar noches enteras leyendo o lamentando su existencia, o simplemente porque dormía y al día siguiente le parecía que no lo había hecho. Los problemas de sueño también parecían ser hereditarios pues desde que tenía memoria, su padre nunca fue bueno para dormir.
Pero ese día milagrosamente se acostó sin siquiera cambiar su ropa y en seguida cayó rendido. Al despertar se sintió un tanto culpable porque el objetivo de estar en su casa era cuidar de su padre, pero se había quedado casi muerto en su cama. Se levantó con cierta energía recuperada, se arregló y fue a la habitación de Draco. Descubrió que seguía durmiendo pacíficamente. Pero lucía tan calmado que Scorpius tuvo miedo y fue a asegurarse de que siguiera respirando. Al comprobarlo el rubio se quedó más tranquilo, luego decidió llamar a un elfo para que le preparara el desayuno.
Mientras comía unas tostadas escuchó algo imposible acercándose: eran pasos. Scorpius dejó el desayuno y se levantó, temeroso; metió la mano en su bolsillo donde se encontraba su varita. ¿Quién demonios podría ser? Nadie iba a verlos nunca. ¿Alguien habría encontrado la forma de aparecerse dentro de la mansión? ¿Serían ladrones? ¿Asesinos?
Estaba por abrir cuando alguien más lo hizo. Respiró hondo.
-Abuelos- exclamó.
-Scorpius- dijo su abuela, sorprendida-. ¿No deberías estar en la escuela?
-He pedido permiso para venir con Draco, con papá- respondió-. Creí que no le haría bien volver a estar solo aquí, unos días al menos.
-Claramente sabemos quién es el más sensato en esta familia- dijo su abuelo.
-Lucius- lo reprochó su abuela.
Scorpius se enfadó pero no dijo nada.
-¿Draco sigue dormido, cariño?
-Sí, yo estaba desayunando, ¿quieren que...?
-¿Qué hacen aquí?- preguntó la débil voz de su padre. En unos segundos él llegó a su lado, a paso lento, como si estuviera mareado. A juzgar por lo pálido que se veía y por el ligero balanceo de su cuerpo, sí estaba mareado.
-Creo que es obvio- su abuelo, aunque con una voz dura, su expresión era indescifrable, al menos para Scorpius.
-¿Viniste a decirme por qué no me morí de una vez? Sí, ya lo creo- Draco avanzó un paso hacia él. Lucius apretó los labios.
-Queremos saber cómo te encuentras hijo- intervino su madre, cuyos ojos eran profundamente tristes-. No podíamos dejarte así y...
-Me dejaron los suficientes años como para creerles en este momento que les importo- espetó con ira contenida, sus ojos se habían inundado y sus puños estaban apretados-. ¿Dónde estuvieron después de que me casé? Simplemente se largaron porque Astoria los decepcionó. ¿Dónde estuvieron cuando Astoria casi murió en el parto? ¿Dónde estuvieron todas las veces que ella quedó en cama? ¿Dónde demonios estuvieron cuando ella murió? ¿Por qué se aparecen en este momento? ¿POR QUÉ VINIERON? ¿QUÉ MIERDA QUIEREN DE MÍ?
Scorpius vio a su padre caer de rodillas, llorar y gruñir con furia. No sabía qué hacer. Miró a sus abuelos; Lucius estaba más pálido, mordía su labio; Narcissa estaba a punto de echarse a llorar.
-Déjanos solos Scorpius- ordenó su abuelo-. No es un buen momento para un niño.
-No. No voy a dejar solo a mi padre- Scorpius le temía un poco a su abuelo, sobre todo por su semblante regio y serio, pero no lo veía como una amenaza-. Ya lo dejé solo una vez y vieron lo que pasó- se armó de valentía para continuar-. No estoy diciendo que sea mi culpa, no soy yo el responsable por él, pero luego de que mi madre falleciera huí, eso fue lo que hice. Lo dejé solo en su dolor, tomé mi dolor y me fui, y miren lo que pasó. Así que lo que tengas que decir lo dirás frente a mí, somos familia los cuatro, aunque para él yo soy el único que le queda.
Sus abuelos se miraron, al final su abuela asintió. Lucius nunca objetaba contra su esposa.
-De acuerdo. Queremos aclarar la situación familiar de una vez por todas. Draco- este permanecía en el piso, aunque más tranquilo.
-Sabemos todo el mal que te hicimos- dijo Narcissa-. Y sabemos perfectamente que no podemos remediarlo. Pero intentaremos enmendarlo, de alguna forma. Estaremos ahora para lo que necesites hijo. No volverás a estar solo- ante el silencio de su hijo ella prosiguió-. Y como sabemos que quieres lo mejor para tu hijo...
-Y que obviamente no querrás que padezca una situación como la tuya- la expresión en el rostro de su abuelo no le gustó-, hemos decidido que no estás en situación de cuidar de Scorpius. Eres inestable, eres impulsivo, no eres apto para cuidar de ti y de un niño a la vez. Así que desde este momento nosotros tendremos la custodia total de Scorpius.
Sintió como si le cayera encima un balde de agua fría. Y su padre probablemente también.
