Bueno, justo al final del día, pero vengo con el octavo relato, qué increíble que ya tengo más de una semana de estarlo haciendo y de verdad espero que eso me ayude a continuar escribiendo mis fics.
En el anterior no les dejé ningún agradecimiento, pero ¡qué falta la mía! Disculpen, así que hoy al doble, realmente me encanta leerlas, me fascina hacerlo especialmente porque de esa manera sé que esta locura en la que me he embarcado alguien más la disfruta también.
Así que gracias a: AoiDandelion, LucyRgz, ArtemisaCor, Lady-Be-Good, p1lar1ka_131, candy01234, Nena Taisho y Dollchuu.
Por cierto Dollchuu, si encuentras los errores dímelo por favor, así los corrijo, la verdad como escribo tan rápido y a veces lo hago en el celular y de allí solo lo abro en Word en la compu para poderlo subir a los sitios, no me doy cuenta de los errores, así que yo estaré muy agradecida por ello.
Y este nuevo microrelato está inspirado en una imagen que mi buena amiga Marlene dejó, que estoy casi segura que es de ella (la cual es la portada de este capítulo) y ¿cómo no disfrutar de nuestro querido peli plata en poca ropa? Así que espero disfruten esta nueva locura.
Por cierto... mañana sábado estaré en una entrevista con Marlene... ¡qué nervios! Deséenme suerte.
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Disclaimers
Todos los personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi, pero la historia y la locura muy mía.
Solo publico en Fanfiction, Wattpad y en mi página de romancerotico . worpdress . com, si ven en otro lado la historia ¡denúncienlas! Y no subo nada en Facebook.
Estas historias no tienen relación entre sí y pueden ser de diferentes fandoms.
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¡La toalla!
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Basado en la sugerencia de en la imagen de Marlene
Sus brazos tocaban su cintura alimentando aquella desesperación de comer su cuerpo.
—¡Kagome!…
Asssh, mi madre me empieza a gritar, ¿por qué no me deja un rato en paz para poderme concentrar?
Aunque poner que sus brazos tocaban la cintura podría ser incorrecto, tal vez debería de cambiarlo por sus manos, digo, a pesar que la abarquen quien toca son las manos ¿verdad?
Me pongo roja de pensarlo y me tiro al escritorio que está en mi habitación avergonzada de mis pensamientos.
—¡Kagome baja!
—Ya voy —grito.
Necesito terminar esto, en el periódico de la escuela han pedido voluntarios para publicar cuentos e historias y yo me he ofrecido para enviar una romántica, pero ¿por qué he hecho algo así? Nunca he tenido novio, ni siquiera me han besado, mucho menos tomado por la cintura con salvajismo para que mi temperatura se incremente.
Vamos Kagome, respira, piensa, no necesariamente tienes que escribir sobre una experiencia, estoy segura de que los que escriben terror o suspenso o de esos policíacos no es que hayan matado a alguien y solo por eso puedan tener esa experiencia.
¡Tú puedes Kagome!
—¡Kagome! ¡No te lo repetiré!
—Ya vooooy mamá.
¿Quién podría escribir con tanta distracción? No me queda de otra más que atender sus llamados.
Llevo un pequeño short azul con una camiseta blanca llena de agujeros, bueno, creo que alguna vez fue blanca porque hoy se más como crema y transparente, mi cabello negro está alborotado y con varios risos, no sé es como un look de recién despertada cuando ya son las 4 de la tarde.
Bajo con desgano por las gradas que conducen al primer piso, es como un espacio cerrado aunque mamá lo ha iluminado y decorado muy bonito.
—¿Qué querías mamá?
Mi voz sale como cansada y sin verla, pero cuando levanto mi vista me quedo casi sin habla. Hay un hombre hablando con ella, pero no es solo un hombre, por lo menos no creo que a él le quede un título tan banal, pero ¿cómo se le podría denominar entonces? Quizás dios, sí, eso podría ser más acertado.
—Perdone a mi hija, joven Taisho, cuando está encerrada en su mundo a veces se olvida que los demás existimos.
Mamá se disculpa con él, pero no sabría porqué lo hace.
—No se preocupe, los jóvenes de hoy en día no entienden de etiqueta ni nada.
El tipo lleva unos pantalones negro impecables, una camisa manga larga celeste y un chaleco beige, luce tan impecable, demasiado impecable e inalcanzable, ¿realmente no estaré alucinando?
—Además, habíamos llegado a un acuerdo ¿no es así Naomi? Me llamaría por mi nombre.
Veo que mi madre se sonroja y le golpea el antebrazo de manera juguetona, ¡vamos mamá! ¡no coquetees con él! ¡Eso no te queda!
—Claro Sesshoumaru, de esa manera es más fácil.
¿Y qué estoy haciendo aquí parada? Debería de presentarme de manera natural, noquearlo con mis dotes naturales de conversación.
—Quelo…
Me muero de la vergüenza, he intentado decir "qué tal", pero he pensado en "hello" para parecer más sofisticada y relajada, sin embargo al final ha salido eso que no se entiende nada. Mamá y él se me quedan viendo cómo si fuese un gato de dos cabezas y ella se pone a reír tapando su boca con la mano completamente divertida.
—Debes de disculparla, pero estudia en una escuela solo de chicas y casi no habla con chicos, creo que hasta el día de hoy no ha tenido novio y eso que ya tiene 16, a su edad ya había roto uno o dos corazones —guiñe sacando la lengua.
—¡Ma...maaaaaaaá!
Me muero de la vergüenza, sé que todo eso es cierto, pero no tendría que decirlo así, me doy la media vuelta y salgo corriendo a mi habitación.
Cuando cierro la puerta me dejo caer sobre ella y veo en el espejo el reflejo de lo que he proyectado ¡mis fachas son un desastre! No recordaba cómo estaba vestida ni mucho menos lo agujereada que estaba mi ropa, por eso ellos se referían a "la etiqueta".
Creo que me encerraré de por vida o hasta que tenga edad suficiente para irme de casa y mudarme a donde nadie me conozca.
—Kagome —toca la puerta.
—Vete —reclamo con un puchero.
—Ven a conocer a Sesshoumaru hija, es bastante agradable.
—Se burló de mí. Debe de pensar que soy una tonta.
—Bueno, aunque eso no es tan difícil hermana —abro la puerta enfurecida y veo que mi hermano menor de 8 años está a un lado de mi madre.
—¡Souta!
Me saca la lengua y se echa a correr.
—Mamá dile algo.
—¿Qué quieres que le diga? ¿O tal vez debí haberlo regañado? —pregunta de manera inocente y eso me hace enfurecer.
—Mamá...
—Hija... lo importante de esto es que debes de saber que Sesshoumaru se quedará a vivir una temporada con nosotros.
—¡¿Qué?! ¿Por qué?
—Su madre y yo hemos éramos mejores amigas cuando estábamos en el colegio y hoy en día Sesshoumaru quiere entrar a la universidad que está aquí cerca, así que antes de salir de la prepa...
—¡¿De la prepa?! —la corto de inmediato—. ¿Me estás diciendo que ese "hombre" que lo veo como un hombre, realmente no es un "hombre" si no que un chico casi de mi edad?
—Solo un año mayor que tú —sonríe y me da un beso—. Por cierta hija, deberías de dejar de ser tan repetitiva, de esa manera no podrás armar la novela que andas haciendo.
¿Cómo lo sabe? ¿Por qué ella parece saber todo lo pasa?
Me quedo haciendo pucheros cuando veo que él sube y nuestras miradas se encuentran.
—Así que eres un mocoso también igual que yo.
—¿Aceptas que eres una mocosa?
—Yo... —titubeo—. No es así...
—¿Es cierto?
—¿El qué?
—Que nunca has tenido novio.
—¿Por qué? ¿Quisieras serlo?
Me observa, me examina y luego se ríe abriendo la puerta de su nueva habitación y me deja parada en el pasillo como si fuese tonta.
—¡Ash! Realmente eres un engreído.
Como mi madre ha dicho, es cierto, el tipo tiene casi mi misma edad solo que ya salió de la prepa, aunque no oficialmente, pero ya cumplió todos los requisitos y sus notas son impecables, así que a 4 meses de graduarse le han concedido un permiso especial para que así investigue sobre la carrera en la que se quiere desarrollar, ¿alguien habría podido imaginar que un tipo tan engreído como él quisiera ser un arquitecto? ¿realmente podría tener tanta imaginación?
El primer día, nos topamos en el pasillo, me he levantado tarde y me encuentra con mi cabello enmarañado y el cepillo de dientes y yo corriendo como que soy loca por todos lados.
Para el segundo día, la cosa no mejora. Otra vez me quedo dormida, así que lo único que puedo hacer es bajar a toda velocidad a la cocina y prepararme una tostada con mermelada, lo que hace que cuando él me ve la mermelada se resbala me mancha la camisa del uniforme y salgo corriendo otra vez a cambiarme.
El tercer día podría ser el peor. A pesar de que he dejado el despertador 15 minutos antes de lo normal, le he pedido a mi madre que me despierte a como de lugar, por alguna extraña razón me levanto 20 minutos más tarde de lo normal, ni aunque corra y me tele transporte podría llegar a tiempo.
Cuando yo bajo a la carrera él ya está por salir, y así como los tres días anterior, luciendo tan impecable como si se hubiese dormido con el mismo look, se hubiese congelado y se hubiese despertado así, ¡maldito! ¿eso no es ir en contra la madre naturaleza? Todos tenemos un lado feo.
Justo cuando se está colocando los zapatos en la entrada de la casa se me queda viendo y se pone a reír.
—De verdad tu uniforme es muy interesante.
Se da la media vuelta y se retira. Me veo en un espejo y me doy cuenta de dos cosas:
La primera: llevo puesta una media de color blanco y la otra de un color crema.
La segunda: no me he puesto bien la falda así que la llevo levantada enseñando mi trasero y como ya casi estoy a viernes, casi no tengo ropa limpia, así que ando unos calzones grandes que incluso me quedan flojos y se ajustan nada más con la cintura de la falda.
—¡Vete al demonio! —grito avergonzada.
Durante los días siguientes nada sucede, excepto mis clásicas "Kagome" como él ha denominado mis actos vergonzosos.
Para el segundo domingo, mi madre se va temprano al mercado y se lleva a mi hermano. Me he desvelado como loca hablando con mis amigas hasta altas horas de la madrugada, he visto que la luz del cuarto que sobresalía de la rendija de la puerta de Sesshoumaru estuvo encendida casi todo el rato.
Cuando salgo de mi habitación me apoyo en el umbral de la puerta observando la suya, ¿cómo sería ver un lado vergonzoso de Sesshoumaru? Es más, ¿eso podría suceder?
Oiga como la puerta del baño que queda al final del corredor a mano izquierda se abre y sale él descalzo, con gotas de agua corriendo su pecho y una toalla que se enrolla en su cintura. Se me suben los colores.
—Buen día Kagome.
¿Cómo puede saludar como si nada?
—Bu... —me quedo muda, esto nunca me ha pasado, pero él camina tan natural y solo logro escuchar los latidos de su corazón.
—¿Qué sucede? ¿Tampoco has ido a una playa o a alguna piscina con amigos? ¿O es que acaso no tienes amigos?
—Sí... sí... tengo amigos... —rezongo sin poder quitar la vista de sus pechos, ¿así son los de ellos? ¿Tan... no sé... tan... definidos, marcados y duros?
—¿Entonces?
—Es que... mis amigos... son más normales... —suelto sin pensar, porque es la realidad, ellos no se miran con él.
—¿A qué te refieres con "normales"? ¿Qué acaso soy un extraterrestre?
No hay ningún rastro de sonrisa en mis gestos, y no sé porqué mi mano cobra vida y lo empiezo a tocar con la punta de mis dedos delineando las líneas de sus senos, para luego bajar por su estómago, ¿a eso es a lo que llamarán "six pack"? Creo que ni en mil años Houyo o Kouga podrían lograr esos pectorales, tal vez en otra vida, pero no creo que en esta.
—Te gusta... tocar ¿eh?
—La verdad no... —respondo de inmediato—. Pero... eres taaan diferente Sesshoumaru... luces como un hombre, pero en realidad eres un niño igual que yo.
Me toma de la muñeca dejándomela arriba de mi cabeza y me da la media vuelta de tal manera que mi espalda queda pegada contra la puerta de su habitación. Mi corazón está latiendo tan fuerte y sé que no es por miedo.
—¿Dices que soy un niño?
—Dije que parecías un hombre.
—Pero también un niño.
—No lo sé.
—Decídete Kagome.
—No conozco a nadie que ande en toalla rondando por una casa ajena.
—Salía del baño, ¿no es normal?
—¿Por qué no utilizas una salida?
—Porque son pesadas, es más fácil usar la toalla.
—Pero la toalla...
—La toalla... podría resbalarse... y...
—Y ¿qué? —mi corazón está a cien.
—No lo sé...
—¿Estás segura?
—¿Qué sucede cuando llegas al final del arco iris? ¿Qué pasa cuando encuentras un trébol de 4 hojas?
—¿Crees que mirarme desnudo sería una suerte o una fortuna?
—¿Crees que quisiera mirarte desnudo?
—Pues no has dejado de verme y pareciera que estás tratando de que el nudo de mi toalla se deshaga.
—No estoy segura de qué podría pasar si el nudo de tu toalla se desatara... pero... —me quedo en silencio,
—Pero ¿qué?
—¿Qué sucede cuando encuentras esas cosas? ¿Cuándo te encuentras con la fortuna y tienes toda la suerte del mundo?
—Lo disfrutas.
—¿Podría... disfrutarlo? —me suelta y me alejo de la puerta para darle paso a que pueda entrar a su habitación.
—¿Crees que serías lo suficientemente fuerte para soportarlo?
—¿Soportar el qué? ¿La fortuna de verte desnudo? —él sonríe de lado de manera diabólica, disfrutando de todas las reacciones que me provoca, porque estoy segura de que no he sido nada discreta.
—La fortuna de tenerlo en tus manos.
—¿Tener el qué?
La misma acción, vuelve a sonreír y se mete a la habitación mientras la endemoniada puerta, que pareciera que sigue sus órdenes, se va cerrando poco a poco, pero al mismo tiempo él mismo se va quitando el nudo de la toalla.
La toalla se va cayendo...
La toalla se va alejando de su cuerpo y puedo ver sus nalgas y doblo la cabeza porque la puerta casi se cierra y esas nalgas están duras, marcadas y bien torneadas, tiene unas nalgas muy bonitas, de esas que quisieras agarrar con ambas manos y apretarlas.
La toalla se ha alejado de su cuerpo y la puerta no se ha cerrado por completo, él se de la media y me da una primera plana de su desnudez y me quedo sin respiración. Camina hasta donde mí con esa cosa colgando y moviéndose de un lado a otro, "talán talán" casi puedo escuchar como resuenan.
—¿Tendrías... esa... suerte? —pregunta muy lentamente, pero él ha dejado de ser un cuerpo con cabeza, de hecho creo que sin manos ni pies, solo puedo enforcarme en... su cosa... y en mi cabeza solo escucho el "talán... talán".
Me quedo respirando agitada y me pego a la pared deslizándome por la pared hasta que choco con el suelo y caigo sentada, me siento como si hubiese visto un fantasma... o a un monstruo...
¿Seré capaz...?
Me llevo la mano a mi boca para contener la risa, creo que he visto una visión que nadie más podrá tener en este mundo, y creo que es una visión de lo más agradable.
Lo que sucede en los siguientes días es una serie de insinuaciones... pero no es hasta al final de aquellos 4 meses en que ambos damos un paso más y empezamos a aceptar que nos gustamos.
Tal vez cuando pueda redactar mejor, y sin tanta cacofonía como mi madre me ha observado, podría llevar mi propia historia al periódico de la escuela, mientras, lo único que optaré es en repasarla a cada minuto en mi mente, porque esos recuerdos son lo máximo que podré cultivar en mis primeros años de preparatoria.
