_ ¿Para qué dices que has venido? _ May se estremeció una vez más.
Hela la miraba a los ojos y su sentido arácnido se volvía completamente loco. Aquella mujer era abiertamente peligrosa. Estaba simplemente allí parada, frente a ella, con el cristal separándola y, aún así, su sentido le decía que no le quitara la vista de encima.
Había aprendido a fiarse de él con los años. Y por eso estaba tensa, apoyada en la pared contigua.
_ Para verlo por mí misma. _ Hela sonrió. _ Hace falta tener un alma muy oscura para matar a tu propio padre y traicionar a todos aquellos que te querían.
_ Sí, supongo. _ Puso los ojos en blanco. _ ¿Contenta?
_ Decepcionada, más bien. _ Hela sonrió, aquello no ayudó a hacerla parecer menos peligrosa. _ Tienes el alma cándida de una chiquilla y un héroe, no la de una asesina despiadada. Eso está bien, supongo…
Hela se llevó los dedos al mentón, mirándola fijamente.
_ ¿Estás decepcionada y al mismo tiempo crees que está bien? Eres un poco rara.
_ Lo mismo opino yo de ti. _ Hela sonrió. _ La gente de Midgard… no tenéis sentido.
_ ¿Te molesta eso?
_ No… al contrario, me divierte. _ Sonrió. _ Créeme, a estas alturas cualquier estímulo es interesante. Ha sido un placer conocerte, May Parker.
_ Supongo que también ha sido interesante conocerte… Hela.
Darcy había salido a correr aquella mañana. Cuando regresó, Morgan la hizo llamar. Darcy llegó algo molesta al despacho de la otra mujer.
_ ¿No irás a decirme que tendría que haberte avisado de que salía a correr? _ Alzó las cejas, alterada.
_ Darcy… ¿Cuánto has corrido? _ Le preguntó Morgan.
Darcy se tensó, porque Morgan parecía visiblemente preocupada.
_ No sé… un par de kilómetros, quizá ¿Qué importa?
_ Darcy, acaban de llegarme los resultados de tus pruebas físicas. _ Morgan colocó un portafolio sobre la mesa.
_ ¿Qué pasa, están mal? _ Darcy finalmente se sentó finalmente frente a ella.
_ No… no están mal… al contrario… Tienes el segundo mejor registro del que tenemos constancia. _ Morgan suspiró. _ El problema es que están demasiado bien, Darcy.
_ Bueno, pero alguien las hizo mejor, así que no será tan raro. _ Darcy quería ser optimista. Morgan suspiró.
_ El registro del que te hablo es de Steve Rogers. _ Suspiró Morgan.
_ Del capitán América… Mis pruebas han superado a todos el mundo… salvo a… _ Darcy se estremeció. _ Vale, me voy a desmayar… Ah, ya sé. Tiene que ser por el martillo. Sí.
_ Pensé en ello. _ Intervino Morgan. _ Y revisé los informes de Jane al respeto. Según sus indicios has pasado tiempo de sobra separada de él. Te lo pregunto de nuevo, Darcy. ¿Cuánto has corrido?
Darcy sacó su móvil del bolsillo y revisó el GPS.
_ Diez… kilómetros bueno… veinte contando la vuelta… ahora que lo pienso… nunca había tenido tantas ganas de hacer ejercicio… No es propio de mí. Suelo quedarme tirada en la cama viendo Netflix como pasatiempo principal.
_ Darcy… espero que no te importe que eche un vistazo a los informes relacionados contigo. Hasta que Jane despierte no tenemos nada más. _ Morgan suspiró. _ ¿Por qué estabas en el hielo exactamente?
_ ¿Sabes lo que pasó en Westview? _ Darcy suspiró. _ Todo lo sucedido con Wanda.
_ Sí, leí los informes. Y me contaste que así conociste a Visión.
_ Me ocurrió algo, ¿Sabes? Después de aquello fui empezando a encontrarme más débil. _ Suspiró. _ Mi cuerpo se iba deteriorando. Llegó un momento en el que no pude andar. Estaban intentando ayudarme, encontrar una solución, pero… no la había. Así que decidieron… congelar el problema.
Darcy suspiró largamente.
_ Cuando desperté, escuché una grabación que me dijo que estaba curada, pero nada más. _ Bajó la mirada. _ La verdad, teniendo en cuenta la suerte que he tenido en la vida prefería dar las gracias y no quejarme como una niña caprichosa.
_ Te entiendo. _ Morgan le cogió la mano. _ Lo importante es que ahora te sientes bien, ¿Verdad?
_ Sí… mejor que nunca, de hecho. _ Suspiró, mirándola
_ Darcy… si notas algún cambio, si no te sientes bien… házmelo saber, ¿De acuerdo?
_ Te lo haré saber. _ Sonrió ligeramente. _ ¿Crees que estaré bien?
_ Bueno, esto apunta a que sí… pero hasta que no sepa de qué se trata exactamente… es difícil asegurarlo.
_ Gracias por todo, Morgan. Sé que me meto contigo… pero me alegra que estés aquí. _ Sonrió un poco. _ Y me alegra que me obligaras a trabajar. Quizá tenéis razón, quizá puedo hacerlo y no soy sólo una botarate que hace chistes malos cuando está nerviosa.
_ Ah, entonces… ¿Siempre estás nerviosa?
_ Eso ha sido un golpe bajo, Morgan. Lo voy a guardar… y cuando menos te lo esperes… lo usaré.
Darcy estaba en su despacho unas horas después, meditando sobre las palabras que le había dicho Morgan, y sobre los resultados de sus pruebas. Se miraba en el espejo y no veía nada fuera de lo normal.
_ No sé… quizá unos centímetros más alta… no estoy segura… _ Se puso de puntillas. _ Juraría que no.
_ Darcy.
La nombrada se cayó al suelo, dándose un golpe contra le mesa. Se incorporó y miró a su interlocutora que, como ya era costumbre, lucía una misteriosa sonrisa.
_ Hela, no hagas eso. Voy a tener que comprarte un cascabel. _ Hela se rio. Aquello genuinamente le había hecho gracia.
_ Sí, quería hablarte sobre vuestra prisionera. _ Dijo, recuperando la compostura.
_ ¿May? ¿Qué pasa con ella? _ Darcy estaba recogiendo el estropicio que se había formado en la mesa.
_ Que es inocente. _ Se encogió de hombros. _ No sé qué habrá hecho, pero no ha matado a su padre.
_ ¿Cómo sabes eso? _ Darcy usó una ceja. _ ¿Le has leído la mente?
_ No ha hecho falta. Soy la diosa de la muerte, Darcy. Me he tropezado con cientos de fratricidas… te cambia, te oscurece el alma.
_ Hela, creo en tu intuición… pero hay pruebas, hay una grabación, incluso. Tiene estropeado el audio, pero…
_ Te sorprendería las cosas que te pierdes si no escuchas. _ Hela se adelantó. _ ¿Me estás diciendo que no puedes hacer nada?
_ Bueno, puedo intentar recuperarlo, el audio, quiero decir. Se me dan bien las frecuencias. ¿Estarías conforme?
_ ¿Yo? A mí poco me importa… pero apuesto a que ahora que te he plantado la semilla de la duda… eres tú la que no estará conforme si no lo consigue.
_ Hela, creo que te odio un poquito.
_ No, no lo haces… y eso me complace más de lo que debiera.
_ Hasta luego, Hela. Tengo trabajo que hacer. _ Dijo, instándola a que se fuera con un gesto de las manos.
_ Está bien, tú eres la jefa.
Aisha observaba la vivienda de MJ. Estaba sentada en una terraza. Sabía que Shin iba a aparecer, lo sentía en los huesos, y le había propuesto a Morgan vigilarla directamente. Se sentía responsable de la bruja. Y era un asunto que quería resolver cuanto antes para volver a sus obligaciones, a su meditación. Era algo que precisaba y estaba descuidando.
Pero no sin razón. Apenas había caído la noche cuando vio a Shin Yang hacer acto de presencia en la azotea de un edificio contiguo. Se dejó caer en el suelo, produciendo un terremoto al hacerlo. Atacó a los agentes que cubrían la entrada sin usar la gema que colgaba de su cuello o sus hechizos. Simplemente alzó las manos, y dos relámpagos de un vivo color blanco los golpearon, dejándolos inconscientes en el suelo.
Aisha envió a Morgan el mensaje que tenía preparado y se dejó caer. Shin se giró en el acto, parecía a punto de echar abajo la puerta cuando Aisha se interpuso en su camino.
_ Lo único que quiero es justa venganza, Aisha. Tú deberías saberlo… entenderlo perfectamente, de hecho.
_ La venganza nunca es justa. _ La miró a los ojos. _ Shin… por favor… déjalo.
Morgan se encontraba frente a May. Seguía sin querer hablar, sin querer compartir sus pensamientos. Llevaban un rato en pleno silencio cuando el móvil de Morgan pitó.
_ Mierda… _ Exclamó en voz alta.
_ ¿Qué ha pasado? _ May tuvo un mal presentimiento.
_ Está atacando a tu madre. Estoy avisando a JARVIS para que vaya con el resto. Se ocuparán de todo.
_ Morgan, tienes que dejarme ir. _ Se pegó contra el cristal.
_ Eres una prisionera. _ Le recordó.
_ Morgan… si no voy, y le pasa algo… ¿Podrás perdonártelo?
Las dos mujeres se miraron intensamente durante unos segundos. Morgan bajó la mirada y se acercó a la celda. Tecleó una combinación en el panel del que disponía y se abrió en el acto.
_ Gracias… _ Murmuró May, dando un par de pasos fuera.
_ No me las des todavía. _ La miró. _ No esperes que te deje ir así. ¿Qué piensas, ir a cara descubierta? No en mi guardia.
Hela fue la primera en llegar. Aterrizó elegantemente sobre el asfalto, sujetando la espada con la confianza de la que se sabe ganadora. Cassie bajó de su hombro, recuperando su tamaño, y JARVIS descendió, tomando posición de combate.
_ Sabéis… no tengo tiempo para esto. Voy a matar a Mary Jane Watson, y vosotros no me lo vais a impedir.
La gema empezó a resplandecer intensamente y el brillo rojizo las atravesó a todas. Se vieron repentinamente solas. Hela se encontró en el salón del trono de Asgard. Sabía que aquello era totalmente imposible, una ilusión. Precisamente el hecho de que no pudiera romperla era una prueba más de que lo era.
_ Qué gran decepción has sido…
Odín estaba sentado en su trono, pero se incorporó ante su hija. Hela se aferraba con facilidad a su odio. Y odiaba profundamente al padre de todos. No dudó, empuñó su espada y se lanzó contra aquella ilusión. Su arma chocó contra la lanza de Odín, que la envió por los aires de un solo envite.
_ No eres nada sin el poder de Asgard para protegerte. _ El padre de todos se adelantó, sosteniendo su lanza y observándola con su único ojo.
_ Y tú, al igual que siempre, te niegas a ser justo. _ Le miró a los ojos. _ Tú me encerraste. Tú te deshiciste de mí. Tú hiciste que todos me olvidaran. ¿Y sabes qué? Yo sobreviví. A todas tus tretas, a todos tus engaños… al exilio que me impusiste. ¡Sobreviví a tus otros hijos, Odín!
Hela sabía que le hablaba a un fantasma, a una ilusión y, sin embargo, aquello era terriblemente satisfactorio. Había tantas cosas que se había quedado sin poder decirle.
_ Yo te lo habría dado todo. Habría hecho que la realidad entera se plegara a tu voluntad. Y tú te negaste.
_ No entendiste la importancia de la contención. _ Las armas de los dos asgardianos impactaron una vez más.
_ Y eso es lo que de verdad me resulta imposible perdonarte. _ Hela consiguió desarmar a Odín, tirarlo al suelo y colocar la espada sobre su cuello. _ No tuviste la deferencia que luego tendrías con Thor. No me enseñaste esa lección tan valiosa para ti, simplemente me eliminaste. Y eso es lo que voy a hacer contigo.
Hela se disponía a dar el golpe mortal, cuando, salido de ninguna parte, el martillo de su hermano la golpeó en el pecho y la dejó anclada al suelo. Trató en vano de levantarse, pero, como ya era costumbre, el martillo no se movió ni un ápice.
_ Me sigo tomando esto como una victoria… no has sido capaz de mantener esta alucinación consistente. _ Le habló a la nada.
Cassandra había tenido una alucinación bastante más difícil de sobrellevar. De repente, todo había empezando a crecer hasta un tamaño desproporcionado. Cuando apretó los botones del traje para tratar de volver a su tamaño original, no funcionaron. Comenzó a correr, huyendo de un enjambre de abejas que parecían haberse encaprichado de ella.
_ Vamos a hablarlo, por favor… dejadme en paz. _ Dijo, desde el interior de en una lata de cola.
La abeja no parecía tener interés en ser comunicativa. Su, en aquel momento, enorme cabeza atravesó la entrada de la lata. Por suerte, se quedó atascada ahí, pero movía sus fauces terriblemente cerca de Cassie, que se abrazó a sí misma y se apretó contra las paredes de la lata, aturullada por aquel terrible zumbido.
Aisha se vio en el Everest, sola. Intentó marcharse con su anillo doble, y no funcionó. Shin no la atacó activamente con nada, pero se encontró encerrada. Sabía que sólo había una forma de escapar. Por lo que se sentó en el suelo, meditando, tratando de alcanzar las líneas de aquel hechizo para así poder romperlas.
JARVIS no terminaba de entender lo que veía. Hela estaba tirada en el suelo, con los ojos abiertos y la mirada perdida. Cassie se había hecho un ovillo y estaba sollozando. Aisha estaba en cuclillas, en posición de meditación absoluta.
_ Una máquina no puede ver una ilusión. _ Shin le volvió a recordar cuales eran sus prioridades, adelantó los repulsores y se preparó para combatir. _Pero no las necesito contigo.
_ JARVIS. _ Morgan sonaba tensa en la transmisión. _ Tienes refuerzos en camino… pero no la pierdas de vista. Hasta ahora eres el único con el que no funcionan sus trucos. Puede que esa sea la clave. Actúa con extrema severidad.
_ Como ordene, señorita Stark. Iniciaré el protocolo de captura.
JARVIS levantó los brazos y una lluvia de pequeños proyectiles salieron disparados contra Shin. Ella alzó los brazos y conjuró dos escudos. Los proyectiles impactaron y generaron una poderosa explosión. Shin salió despedida en dirección opuesta, rozando la espalda con el jardín y golpeándose la cara contra una farola.
La máscara se agrietó y Shin finalmente se la quitó, haciéndola pedazos. No resultó difícil identificar su rostro. Era el rostro de Aisha, idéntico en cada detalle, pero con una notable diferencia. Parecía una foto con el filtro en negativo. El cabello blanco brillante, los ojos blancos… y la piel oscura, brillante.
_ Supongo que eso explica por qué tiene tal ansia por eliminar a todo el que esté relacionado con Spider-Man. _ Murmuró Morgan, observando la pantalla de su ordenador. _ Aisha… ¿Por qué te lo has callado?
La bruja adelantó los brazos, lanzando una relámpago de energía directamente contra JARVIS. El robot no reaccionó a tiempo y, sin embargo, algo lo levantó del suelo justo a tiempo. La energía golpeó la pared, dejando un agujero de un tamaño considerable.
JARVIS volvió a caer al suelo. Se arrancó lo que le había sujetado del pecho. Una tela de araña. May aterrizó justo frente a Shin. Iba ataviada con un traje rojo y negro, adornado con una gran araña negra que le cubría todo el pecho.
_ Así que estás relacionada con Martin Li… _ Se cuadró, adelantando los brazos. _ Escucha… quizá podamos hablar de esto…
_ No tengo el más mínimo interés en hablar contigo. _ Adelantó los brazos y un relámpago salió disparado contra May. Ella lo esquivó en el último segundo gracias a su sentido arácnido.
_ Muy bien, como quieras, Shin…
