Sin Ki
(KiBlind)
Un fic de Sholio
Traducción por Apolonia
N/A: Wow, ¡finalmente actualicé! Probablemente esto sea lo típico por el resto del fic... una semana o dos entre cada capítulo.
Capítulo Siete: Escape y reunión
No se perdía con facilidad. Había pasado su infancia jugando en los bosques detrás de su casa - bueno, esas partes de su niñez cuando había podido escapar de su madre - sin mencionar que soportó el endurecedor entrenamiento de Piccolo en el bosque cuando era muy joven. La navegación era casi una segunda naturaleza para él. Pero esto no era una situación normal. Videl estaba lastimada, y ambos dos estaban siendo cazados como animales, llevados más y más profundo dentro del bosque. Una corta escaramuza con una de las arañas le había demostrado rápidamente a Gohan que no tenía posibilidad alguna de derrotarlas en su estado actual - la sangre todavía supuraba de las lastimaduras en su mano izquierda y en su muslo derecho donde no había sido lo rápido suficiente como para poder esquivar sus ataques. Entonces todo lo que podían hacer era intentar evitar a las arañas. Al menos las cosas esas no eran muy buenos cazadores; aparentemente no podían sentir el ki, y aunque su sentido de la audición era razonablemente bueno, no podían ver muy bien a cierta distancia y parecían no notar algo caminando hacia ellos lentamente hasta que estuviera bastante cerca. No parecían enlentecidos por la oscuridad (llevando a Gohan a concluir que ellos "veían" en otro espectro, posiblemente infrarojo) pero sus brillantes luces rojas los hacían incluso más visibles en la noche, y más nivelado en el campo de juego.
Quería saber desesperadamente qué estaba pasando en el resto del mundo. Cada tanto veía destellos de luz en el horizonte y sabía que habían batallas ocurriendo en otros lugares, pero su sentido del ki disminuía a casi nada, no tenía ni idea si su padre o su hermano o Piccolo o alguien más cerca de él estaba involucrado. No sabía cómo estaba su madre; no sabía cómo estaba ninguno, excepto Videl, y ella estaba a su lado.
Videl estaba resistiendo bien. Gohan siempre había estado impresionado por su resistencia; para una humana, y uno entrenado de una manera inadecuada, era increíblemente capaz de soportar castigo físico sin quejarse. Habían hecho una tablilla rústica con algunos palos y parte de su camisa, y aunque ella estaba pálida cada vez que su brazo se golpeaba accidentalmente con algo mientras corrían a través del bosque, no había dicho ni una palabra al respecto. Su fuerza estaba flaqueando ahora, y Gohan intentaba detenerse a descansar cada vez que podía, pero tenían que seguir moviéndose para evitar ser acorralados por las luces rojas de las arañas. Gohan había intentado varias veces encontrar un lugar donde esconderse - una cueva, una vieja madriguera de dragón, cualquier lugar donde pudieran descansar por algunas horas sin ser localizados - pero cada vez habían sido encontrados por las implacables arañas, y una vez habían estado muy cerca de ser atrapados sin posibilidad de escapar. Ahora se mantenían al aire libre y en movimiento, todavía intentando llegar a un camino o una casa o cualquier lugar donde puedan esconderse o pedir ayuda. Sin embargo, Gohan estaba cada vez menos seguro de que no se hubieran perdido.
Videl trastabilló, haciendo un ligero y suave sonido de dolor. Gohan echó una mirada de costado hacia su pálido rostro y se detuvo de inmediato, maldiciéndose por ser un cretino insensible. "Creo que necesito un descanso," dijo, tratando de sonar agotado.
Videl le dio una mirada agradecida y se hundió de inmediato en el césped. Gohan se sentó a su lado, y vio que estaba temblando.
"¿Quieres mi camisa?" preguntó. La noche se volvía más y más fría. Se preguntó si su padre todavía estaba en las montañas - debía estar helado allí arriba. No; de seguro a Goku no lo estaba afectando lo que le afectaba a él.
"Estoy bien," Videl dijo resulta.
Él dudó. Ella se veía tan congelada, acurrucada en esa oscura túnica que había estado usando cuando el sol estaba a lo alto y la temperatura era cálida. Después de un momento, él se acercó a ella, tan cerca como se atrevía, un poco nervioso por su reacción. No estaba preocupado de que ella se enojara con él por tomar ventaja de la situación - ya habían ido mucho más lejos que simples abrazos - pero sin embargo, que ella sintiera que él estuviera actuando con superioridad al implicar que ella no podía hacerse cargo de sí misma. Videl alzó su vista hacia él, frunció el ceño, y se inclinó contra él, por lo que él pasó un brazo alrededor de ella.
"Calor corporal," explicó él, y rió tímidamente.
"Oh, cállate," Videl dijo cariñosamente, inclinándose en su abrazo.
Podría verse fría, pero se sentía lo suficientemente cálida para él. Gohan apreció el calor, pero no hubiera sido lo mismo si hubiera sido de otra persona que no fuera Videl. Dejó caer su cabeza hasta que su mejilla se apoyaba contra la de ella, y luego pareció natural cuando su rostro se giró hasta que sus labios se juntaron con los suyos.
Parecía una locura que sus vidas estuvieran en semejante peligro, sin embargo era demasiado fácil olvidar cuando cerraba sus ojos y se relajaba contra ella.
De repente Videl se alejó de él. Los ojos de Gohan se abrieron. Tuvo miedo por un instante en haberla lastimado accidentalmente, pero luego vio lo que ella miraba sobre su hombro. Comenzó a seguir su mirada y luego se congeló cuando vio las familiares luces rojas brillando en el bosque.
Estaban rodeados.
Gohan se puso de pie lentamente y Videl se levantó con él.
Ambos se giraron lentamente. Al menos una docena de arañas se arrastraban en el bosque, acorralándolos.
Gohan se veía casi desesperado, pero estaban en un pequeño claro y no habían árboles alrededor que los protegieran del peligro. Se preguntó cuánto tiempo durarían si intentaban correr, luego recordó la horrible velocidad de las arañas.
"Gohan..." Videl susurró. "Tendremos que luchar contra ellas."
Deseaba que no hubiera dicho eso. Las palabras lo hacían parecer demasiado real. Gohan se agachó y levantó una rama seca que yacía a sus pies. La partió por la mitad y le dio una mitad a Videl. Ella la tomó con su mano sana.
"¿Las lastimará esto?"
"No lo sé," dijo Gohan tranquilamente. "Las lastimará más que nuestros puños, al menos."
"¿No te queda nada de energía extra?"
Negó con la cabeza.
Piccolo estaba recostado en la curva de un roble, donde las amplias ramas se encontraban con el gran tronco. Desde afuera, parecía estar durmiendo o meditando, pero en realidad estaba recuperando su fuerza. Apretando sus colmillos en esfuerzo, alzó el tocón con su brazo derecho y forzó una mano para hacer brotar su antebrazo cortado. Flexionó los nuevos dedos cuidadosamente y encontró que parecían estar intactos.
Esta vez. Pero no podía mantener esto.
Piccolo había descubierto que la pérdida de su ki no había hecho imposible regenerarse, pero sí lo hacía más difícil. Bajo circunstancias normales, sus niveles de energía bajaban cada vez que se regeneraba, pero sus niveles de energía eran tan altos que era capaz de regenerar todo su cuerpo varias veces antes de que hubiera una diferencia notable en sus habilidades de lucha. Pero ahora, su nivel de energía estaba tan bajo que podía sentir el drenar cada vez que usaba sus habilidades Namekianas. Y había tenido muchas oportunidades en las últimas horas. Esta vez, estaba genuinamente preocupado de que se hubiera desmayado por la pérdida de energía, y todavía se sentía mareado, aunque el aturdimiento estaba pasando, afortunadamente.
Sus habilidades de regeneración le habían permitido no sólo evitar ser asesinado por las arañas, sino realmente poder matar un par de ellas, al enredar sus miembros en sus propios brazos o piernas hasta que pudieras golpearlas con algo, o al tomar ventaja de su distracción cuando pensaban que lo habían matado o al menos lo habían dejado herido. Sin embargo, estaba comenzando a alcanzar sus límites, y las arañas no paraban de venir. ¿No había punto final para ellas?
De repente Piccolo se sentó en seco. Sus habilidades para sentir el ki estaban decayendo en ese momento - era un poco más fuerte que la de los humanos o Saiyajins, porque los Namekianos estaban más conectados con el flujo natural de energía en el mundo, aunque él no lo sabía - pero había un ki que él sería capaz de sentir incluso si estuviera en el otro lado del mundo.
Gohan.
Había estado muy poco atento de Gohan durante el día - atento de que Gohan no estuviera tan lejos, pero incapaz de llegar al niño mientras trataba de evitar al montón de arañas. Ahora, sin embargo, había sentido un pico de energía seguido por una repentina caída al punto donde casi no pudo sentirlo más. Gohan acababa de ser atacado, y por lo que pudo sentir, lastimado.
Piccolo se puso de pie en la rama de un árbol, tambaleándose mientras era tomado con la guardia baja por su propia debilidad, y a estar muy cerca de caer del árbol de cabeza. Con debilidad tomó control de sí mismo. Se sintió mejor momentáneamente, su ki rebotando torpemente por el esfuerzo de regenerar su brazo, y se giró, escaneando el bosque por aquella elusiva sensación de la presencia de Gohan. En un momento pudo sentirla.
"Aguanta, niño," murmuró. "Estoy yendo."
En otro lugar…
El toldo de la atrapada y dañada lancha chirrió alarmantemente mientras la presión del agua ponía más estrés en el material agrietado.
"Solo nos quedan pocos minutos hasta que ceda," dijo suavemente el Maestro Roshi.
Se miraron unos a los otros. No estaba completamente oscuro en el interior del bote; había luz suficiente como para que cada uno pudiera ver el rostro del otro, mirándose con la misma expresión de miedo. Excepto por Yamcha, que miraba pensativamente a Puar.
"¿Yamcha-sama?" preguntó nerviosamente el gato.
"Pu'ar, tú te puedes convertir en un bote, ¿verdad?" Dijo Yamcha.
Todos se voltearon para mirarlo. Hubo un momento de silencio.
"Yamcha, eso es brillante," dijo Kuririn.
"Dos palabras que nunca pensé que iba a escuchar en la misma oración," murmuró Oolong. "¡Auch!" mientras Kuririn lo golpeaba en la cabeza.
"Estaré feliz de ayudar como sea que pueda, Yamcha-sama, pero hay un problema," rechinó Pu'ar. "Oolong y yo... no aumentamos nuestra fuerza, no importa en qué nos convirtamos. No estoy seguro de poderme convertir en algo que los proteja a todos."
"Para eso está Oolong aquí para ayudar," dijo Kuririn, sonriendo.
Oolong había estado demasiado ocupado entrando en pánico como para prestar atención a la conversación hasta ese punto, pero finalmente su cerebro se puso al tanto de los eventos actuales. "¿Estás sugiriendo que les permita a ustedes entrar... dentro de mí?" gritó el cerdo con indignación.
"Si no todos vamos a morir," protestó Kuririn.
"No," retrucó Ooolong. "Ustedes van a morir. Yo soy un cambia forma. Gracias por recordarme."
"No, no entiendes," dijo Yamcha, levantándose sus mangas. "Todos vamos a morir en unos pocos minutos, pero tú vas a morir primero."
Un minuto o dos después…
"No puedo creer que acepté esto," murmuró Oolong.
"Aceptar no es exactamente la palabra que yo usaría," Kuririn dijo entre dientes. "Rogar patéticamente, sí."
Entre ellos dos, Yamcha y #18 habían "convencido" fácilmente al cerdo a que los ayudara.
"El límite de cinco minutos podría ser un problema," dijo #18 said. "Pon extrema atención en cuánto tiempo has estado transformado."
Oolong hizo un chirrido de desagrado. "No quería esa imagen mental. No lo quería en lo absoluto."
Arriba, el dosel se rajó e hizo un agudo sonido de quebrarse mientras una de las grietas se extendía repentinamente otras cuantas pulgadas.
"Apuremos esto, ¿sí?" #18 dijo con calma.
El Maestro Roshi frotó sus manos vigorosamente. "Necesitaremos separarnos, obviamente. Tú vendrás conmigo," miró lascivamente a #18.
"En tus sueños," retrucó ella. "Kuririn, Marron y yo podemos ir juntos. Luego tú y Yamcha pueden ir con el otro cambia-formas."
"Me gustaría quedarme con Yamcha-sama," chirrió Pu'ar.
"Entonces eso nos deja… oh, dios," murmuró Ooolong, marchitándose detrás de la mirada de #18 que decía claramente a-mí-me-disgusta-esto-tanto-como-a-ti.
El Maestro Roshi estaba hurgando en la caja de herramientas. "¿Qué estás haciendo" demandó Yamcha.
"Juntando mi colección, por supuesto."
Todos lo miraron. "No vas a traer tu porno," dijo #18.
"Tú llevas a tu niña, ¿no?"
"¡Es diferente, viejo pervertido!"
Hubo otro agudo chasquido del techo y comenzó a gotear agua sobre sus cabezas. "¡Tenemos que irnos, ahora!" gritó Kuririn, tomando a #18 de la mano.
Pu'ar se transformó en un instante en un pequeño submarino, una burbuja azul y gris llena de aire. "¡Rápido, de prisa! ¡Entren!" gritó.
"¡Voy! Puedes venir si quieres," Yamcha le gritó al ermitaño, que estaba excavando frenéticamente entre las revistas. "Trae lo que puedas cargar, si tienes que hacerlo, y eso es todo!"
"Pero… ¿cómo puedo elegir? ¡Está demasiado oscuro! ¡No puedo ver las fotos!"
Yamcha gruñó y se acercó a la puerta del submarino.
"Está bien, está bien! Mocoso terco," murmuró Roshi, y haciendo un trote rápido hacia la dudosa seguridad de Pu'ar. La forma más grande que había logrado manejar era muy pequeña por lo que todos estaban apretados juntos, con un fardo de revistas entre ellos.
"No hagas que me arrepienta de haberte dejado traer esas," gruñó Yamcha.
Mientras tanto, Oolong (después de haber sido pateado no-muy-amablemente por #18) se había transformado. Con más masa que Pu'ar, era capaz de manejar una forma ligeramente más grande donde la familia podía entrar más cómodamente.
"Qué bueno que todos sean tan pequeños," gruñó Oolong.
#18 lo golpeó en el techo con su puño. "¡Ten cuidado de quién estás hablando!"
"¡Auch! Está bien, está bien," gruñó él. "¡Todos son pequeños excepto por el gordo trasero de Juuhachigou!"
Esta vez lo golpeó más fuerte.
Para ese momento el techo del bote se había desintegrado en una lluvia de esquirla de plástico, y el agua se apresuraba para inundarlo. Los submarinos demostraron ser herméticos, y comenzaron a flotar hacia la superficie.
"Cuatro minutos, veinte segundos," murmuró Kuririn, revisando el reloj de #18 sobre su hombro. Guardó ambos en el pequeño espacio calzado en su regazo, y Marron sobre su falda.
"¡Cállate! ¡Ya estoy suficientemente nervioso!" Gritó Oolong.
#18 parpadeó mientras una gota de humedad golpeaba su frente. "Sí, puedo verlo. Estás sudando como un ... cerdo."
"Eso es bastante desagradable," Kuririn murmuró a través de un bocado del cabello de #18. "Digamos, cariño, ¿podrías dejar de mover la cabeza? Casi me rompiste la nariz esa vez."
"No tienes nariz."
"... oh, cierto."
"¡Gohan!"
El semi-saiyajin adolescente luchó para ponerse de pie, sangrando por las múltiples heridas. En su prisa, una araña le había perforado el muslo; otra le había roto uno de sus brazos; otra le había abierto una profunda herida en su cuero pericráneo. Miró a Videl, parpadeando para quitar sangre de sus ojos, y vio que había logrado protegerla; la única herida en su cuerpo, además del brazo roto, era un pequeño corte en su mejilla.
No habían logrado matar o siquiera dañar a alguna de las arañas, y ahora las luces rojas los cercaban de nuevo.
"Te amo, Videl," dijo Gohan, sin atreverse a mirarla para ver qué reacción tendría ante esas palabras. Pero no podía morir sin haberlo dicho al menos una vez.
"Yo también te amo," dijo Videl suavemente. Gohan la miró, y la vio sonreírle muy tiernamente.
Se echaron hacia atrás hasta que sus espaldas estuvieron presionadas una contra la otra. Las arañas dudaron, luego, sintiendo la debilidad de sus presas (o completamente indiferente de cualquier modo) se lanzaron de repente.
Gohan y Videl -
- se encontraron volando a través del aire, cada uno agarrado del cuello en una de las poderosas manos de Piccolo.
"Huh ... qué ... huh …" Videl jadeó.
Piccolo aterrizó a unos veinte pies de distancia. No podía volar sin ki, pero aún podía manejar unos saltos bastante respetables.
"Wow, Piccolo-san," Gohan sopló. "Esa fue una coordinación de tiempo al estilo Vegeta." Alzó la vista a su mentor. "¿Estás bien?"
"Estoy bien," dijo Piccolo, manteniendo su equilibrio sólo con esfuerzo y deseando que su fuerza volviese más rápidamente que desde la última regeneración - porque suponía que iba a necesitar esa habilidad particular de nuevo en un futuro muy cercano. "¿Pueden correr?"
"Yo... no lo sé." Gohan trató de poner su peso sobre su pierna y casi cedió bajo él. Jadeó de dolor. "Es tan frustrante ... nunca me di cuenta lo mucho que siempre dependía del ki para incrementar mi fuerza y mi resistencia."
"Tú y el resto de nosotros, niño." Piccolo miró sobre sus hombros. Las arañas se habían tomado un momento para resolver en qué dirección sus presas se habían ido, pero ahora se estaban reorientando. "Bien. Vamos."
Enganchó un brazo bajo los hombros de Gohan. Videl asintió para indicar que ella podía por sí misma, y comenzaron a correr.
"¿Tienes un plan?" Jadeó Videl
"¿Plan?" Piccolo bajó la vista a hacia los dos jóvenes.
"Por supuesto que tiene un plan. Estás hablando con Piccolo, aquí. Él siempre tiene un plan," dijo Gohan.
"Un plan, claro." Piccolo trató desesperadamente de pensar en algo tan rápido como pudiera.
"¿Eso quiere decir que tienes uno o que no tienes?" Videl demandó escéptica.
"Yo - espera un minuto, niña."
Varias arañas gateaban para bloquear su camino. Viraron pero se dieron cuenta de que estaban rodeados de nuevo. Sencillamente no había forma de aventajarlas ahora que habían sido descubiertos. Las arañas eran demasiado rápidas, los tres estaban demasiado cansados.
"No tienes un plan, verdad," dijo Videl, sintiendo una especie de deja vu mientras los tres se dirigían hacia afuera, Gohan ayudado por Piccolo. Morir a solas con Gohan era en cierto modo romántico, en una forma extraña y oscura, pero morir con un alienígena verde gigante entre ellos... no lo era. "¡Maldición!" gritó. "¡Soy la hija de Mr. Satán! ¡No voy a morir de esta forma!"
Había logrado guardar un pedazo de madera seca que Gohan le había dado, agarrada fuertemente en su mano sana, y la levantó frente a ella tan amenazante como fuera posible.
Había al menos veinte arañas alrededor de ellos.
Gohan alzó su cabeza. "Piccolo, sal de aquí. Ve a encontrar a papá. No hay nada que puedas hacer aquí excepto morir."
"Todos mueren en algún momento, niño," respondió Piccolo. "No es tan malo. Te acostumbras después de que te sucedió un par de veces."
"Supongo que no fue realmente tan malo la última vez," Videl dijo con una risa temblorosa. "Fue pacífico y había muchas flores, y casi todo el mundo que conozco estaba allí, excepto por papá. Gohan, ¿me prometes que me buscarás en el otro mundo si yo llego allí primero?"
"Lo prometo, Videl."
Piccolo rodó sus ojos. De las muchas cosas que no entendía sobre los humanos, sus extrañas costumbres de apareamiento estaba al principio de su lista.
Aún así, habían formas mucho peor de morir que salir a luchar, con Gohan a su lado.
"¿Qué dice el radar?" Bulma le preguntó a Trunks.
El pequeño niño entrecerró sus ojos para ver. "Deberíamos estar muy cerca ya."
Bulma miró bajo ellos mientras millas de oscuro bosque se desplazaban bajo la aeronave, punteado con las luces rojas de las arañas cazadoras.
"¿A-a dónde nos estás llevando? ¿Pensé que íbamos a un lugar seguro?"
Bulma miró sobre su hombro a sus pasajeros. "Así es. Lo prometo. Sólo necesito buscar a alguien primero."
Había comenzado a rescatar ciudadanos al borde del bosque. No lo había planeado; no había forma de que pudiera ayudar siquiera a una mínima fracción de población de la atormentada Tierra, y se había ido de la Corporación Cápsula con su corazón deliberadamente endurecido contra el sufrimiento en la tierra. Había sido capaz de mantener su estado mental mientras volaban sobre la ciudad, donde el ejército había reunido a la mayoría de la población en un puñado de campos de defensas temporales, y había bastante gente para ayudar y muy poco que ella pudiera hacer. Pero aquí afuera, las casas dispersas y las propiedades ocupadas no tenían ejército que las defendiera. Cuando habían volado sobre una madre luchando por proteger a sus pequeños hijos afuera de la pequeña granja, Trunks y Goten abrieron la puerta principal de la aeronave y casi cayeron hacia su muerte (se olvidaron que no podían volar) así que Bulma bajó rápidamente y rescató a la mujer, sus niños y su marido. Levantaron una media docena de otras familias en la misma zona, luego volaron para dejarlos en los campamentos de ejército más cercanos antes de continuar en el bosque. Bulma trató de evitar la morada, pero incluso así, ya había levantado a una pareja de ancianos y a su nieta de su casa aislada.
"Mamá, mira, hay un faro allí -" Trunks dijo, señalando. "Deberíamos ir a ver si alguien necesita ayuda."
"No tenemos tiempo."
"Mamá, podrían estar en problemas ..."
"No."
Bulma lo miró con firmeza, forzándose para mantener su rostro, y corazón, duros. Los niños solo querían ayudar. Pero podrían desear revivir a todos los que murieran, y ahora mismo era mucho más importante reunir a los luchadores más fuertes de la Tierra y encontrar una manera de derrotar a las arañas para tener el lujo de juntar las esferas del dragón.
No sabía cómo explicarle esa clase de decisión a un niño de ocho años. Por ahora, "por que yo lo digo," tendría que ser la respuesta.
No había arañas volando cerca de ellos y tomó el radar de Trunks para poder intentar ajustar las lecturas. El más grande y anómalo ki que había detectado antes debería estar justo bajo ellos, en algún lugar por aquí, pero se había achicado tanto que ahora tenía problemas para encontrarlo. No había otro ki en la zona que fuera tan alto como para registrarse sobre el suelo de energía. Su corazón se retorció; recordó ese alto ki Saiyajin, alzándose y luego cayendo. No había forma de encontrar a esa persona ahora. Sólo le quedaba esperar que la persona que estaba persiguiendo en este momento fuera Piccolo, no algún alienígena hostil, y que estuviera con quien fuera que haya sido herido.
También esperaba llegar a tiempo.
Entre ellos tres, Piccolo, Gohan y Videl habían logrado aguantar un tiempo sorprendentemente largo, considerando el hecho de que los tres estaban cansados y exhaustos, y Gohan estaba gravemente herido. Habían escapado de las arañas dos veces más, ona vez cuando Piccolo agarró a sus jóvenes compañeros y saltó en unas ramas de un árbol cercano, y otra vez al huir en una cascada, que dejó perplejas a las arañas el tiempo suficiente como para que pudieran alejarse temporalmente. Pero ahora estaban acorralados de nuevo, atascados contra el filo de un peñasco. Gohan apenas podía estar de pie; Videl lo estaba sosteniendo, pero ella misma estaba exhausta también, y temblorosa por el shock de su brazo roto. Aunque Piccolo estaba luchando por no mostrar debilidad frente a los dos jóvenes heridos, sabía que no tenía la fuerza para volver a regenerarse.
De repente los tres, completamente rodeados por las arañas, fueron bañados por una luz. Aturdido, mareado, Gohan alzó la vista, entrecerrando los ojos contra el brillo, y divisó la forma de alguna suerte de vehículo, con una puerta abierta en el costado e inclinándose fuera de ella - el familiar cabello puntiagudo de - ¿Goten?
No podía ser. Tenía que estar alucinando.
"¡Malditas esas arañas!" Murmuró Bulma, haciendo que los niños estallaran en risas por la maldición, pero de inmediato se puso seria de nuevo, respondiendo a la gravedad de la situación. Sostenía al vehículo firme a treinta pies sobre el suelo: muy lejos de la comodidad, pero demasiado alto para ayudar a las tres pequeñas figuras bajo ellos. "No me atrevo a bajar para levantarlos; las arañas están alrededor nuestro por todos lados, y en cualquier momento vendrán volando para ver -"
Fiel a su palabra, varias arañas habían ya despegado, lanzándose en el aire para investigar al vehículo. "¡Resiste, Goten!" Bulma gritó al niño agazapado en la puerta del vehículo, y los levantó rápidamente a una altura de varios cientos de pies, hizo algunas varias maniobras invasivas para sacudir a las arañas y comenzó a descender de nuevo.
Bulma apretó sus dientes. "Está bien. No podemos seguir así todo el día, y ellos tampoco." No podía creer que estaba considerando en hacer lo que estaba por hacer, pero no tenía otra opción. "Trunks, ¿has disparado un arma alguna vez?"
Trunks negó con su cabeza. "Nuh-uh. Siempre usé ki."
"Me temía eso. ¿Qué tal ustedes amigos?" dijo sobre su hombro a la pareja de ancianos.
"Tenemos una escopeta para mantener lejos a los dinosaurios del ganado," dijo el viejo con vacilación.
"Bien. Estás reclutado." Bulma le dio la bazuka. "Ve hacia la puerta abierta con Goten - es el pequeño de cabello negro. Cuando comience a bajarnos, dispara al medio de las arañas asegurándote que no se acerquen a ningún humano - el rango del disparo de la explosión es bastante amplio. ¡Trunks! ¡Ve allí con Goten! Ustedes dos, también," añadió a la mujer anciana y a la niña. "Tan pronto como estemos abajo, todos ustedes tratan de agarrarlos y jalarlos para entrarlos. ¿Entendido?"
Todos asintieron.
"Está bien. Preparados ... listo ..." Puso al vehículo en pique empinado. "No dispares todavía, anciano." Está bien - ¡ahora!"
El anciano disparó la bazuca sobre la cabeza de Goten. Un momento después, el fuego se alzó en el claro bajo ellos, desparramando a las arañas. La aeronave que aceleraba voló sobre la hierba, derribando más arañas fuera del camino. "¡Alístense para agarrarlas!" gritó Bulma.
Los tres en el suelo - estaba muy segura que era Gohan, Videl y Piccolo, aunque era difícil verlos claramente - parecían entender lo que estaba haciendo y dieron un salto hacia la aeronave mientras Bulma bajaba la velocidad tanto como se atrevía. Bulma tenía que mantener sus ojos en el acantilado y los árboles, confiando que los niños hicieran su parte, confiando que las afiladas patas de las arañas no perforaran al pequeño cuerpo de su hijo mientras se inclinaba para ayudar al hermano de su mejor amigo ... Liberando su mente de una sacudida de aquella línea de pensamiento, mantuvo sus manos firmes en el control y los acercó en un salto empinado. Sólo un segundo o dos habían pasado; todo había ocurrido tan rápidamente.
Bulma arriesgó una mirada sobre su hombro para ver lo que estaba ocurriendo. El viento gritaba a través de la cabina de la nave, porque la puerta todavía estaba abierta; estaba agradecida que su cabello estuviera corto, porque al menos no se le azotaría en los ojos mientras hacía lo imposible por ver. Un enredo de cuerpos se desparramó en el suelo y no pudo identificar quién era quién. En la puerta, Trunks estaba inclinado casi por completo hacia afuera, con alguien - ¡Piccolo! - sosteniéndoe en la cintura del niño. "¡Resiste!" escuchó a Trunks gritar.
"¿Qué está ocurriendo?" Demandó Bulma. "¿Tenemos a todos?"
La gente en el suelo de la nave comenzó a sentarse y acomodarse. Bulma hizo una cuenta rápida con la cabeza: siente - la pareja de ancianos, la niña, Goten, Gohan, Trunks y Piccolo.
Justo cuando se dio cuenta quién faltaba, Bulma escuchó a Trunks gritarle, "¡Mamá! ¡Tenemos que aterrizar! ¡Videl se va a caer!"
"¡Videl! ¿Dónde está ella?" gritó Bulma.
Piccolo la miró sobre su hombro. El Namek estaba más embarrado de lo que ella lo hubiera visto jamás, su habitual capa y turbante faltaban, y el resto de la ropa estaba estaba hecha harapos. "Casi no lo logra," dijo él. "Se está sosteniendo de la rueda de aterrizaje. Uno de sus brazos está roto, así que no se puede empujar para alcanzarnos."
"Pero eso quiere decir que tampoco puedo aterrizar," dijo Bulma, desesperanzada.
Gohan se sostuvo sobre un codo. Su rostro estaba cubierto de sangre. "Videl ..." jadeó.
"¡Lo sé! ¡Lo sé!" Trunks gritó. "¡Piccolo-san! ¡Sostén mis tobillos y bájame que agarraré a Videl!"
"No llegarás. Es muy lejos," dijo el Namek.
Goten se precipitó tras ellos. "Entonces agárrate de mí también, Trunks!"
Piccolo echó una mirada a Bulma en busca de afirmación. Ella no era sólo la madre de Trunks, sino que en la ausencia de ambos padres de Goten, era un reemplazo de ellos también.
Bulma asintió.
Trunks tomó los tobillos de Goten, y Piccolo se lanzó contra la puerta de la nave. Bulma notó que su cuerpo estaba temblando por el agotamiento, y deseó no haber visto eso, ya que la vida de su hijo estaba ahora en las manos del hombre de piel verde. La pareja de ancianos lo ayudaban a mantenerse firme (les echó una mirada nerviosa cuando lo tocaron por primera vez, luego se endureció y alejó la mirada). Bulma deseó atreverse a abandonar los controles y ayudar, pero las arañas estaban como locas, y el aire parecía estar llenándose con las criaturas volando alrededor. Tenía sus manos llenas tratando de evitarlas sin dar mucho paseo, para poder mantener a todos sus pasajeros fuera de la puerta abierta
"¡Qué está pasando allá!" gritó ella, incapaz de soportar el suspenso. Otra rápida mirada hacia abajo, y su corazón comenzó a latir de nuevo: Trunks y Goten estaban ayudando a una Videl temblorosa y cubierta de lodo a entrar por la puerta, mientras Piccolo colapsaba contra el muro y cerraba sus ojos.
"¡Cierren la puerta, rápido!" dijo Bulma, poseída por la visión de las patas de las arañas agarrándose desde afuera, pero los niños ya lo estaban haciendo.
Con la puerta cerrada, Bulma presurizó la cabina y comenzó a escalar hasta que hubieron dejado a las arañas detrás. Luego puso la nave en un curso firme hacia la Corporación Cápsula. "Trunks, ven aquí y vigila el panel de control. Grita si algo sucede."
El niño asintió, obediente por primera vez. Bulma se levantó y volvió para ver cómo estaban todos.
Gohan y Videl estaban recostados en el suelo de la nave, con la pareja de ancianos que cuidaban de sus heridas. Gohan parecía estar inconsciente, pero Videl abrió sus ojos y le sonrió a Bulma. Ambos estaban más sucios y llenos de barro que Piccolo, y sangrando también.
Goten estaba sentado junto a Gohan, llorando, "¡Hermano!" en una voz desgarradora. Bulma puso un brazo a su alrededor.
"Tu hermano va a estar bien, cariño. Por qué no vas y ayudas a Trunks a volar la nave."
Goten asintió y corrió deprisa; al igual que Trunks, estaba dominado y obediente como nunca después de los eventos de los últimos minutos. Bulma se reaseguró que Gohan y Videl estuvieran en buenas manos, y luego se giró hacia Piccolo. El Namek todavía estaba en la misma posición, inclinado contra el costado de la nave. Estaba tan exhausto que sus piernas estaban rectas, no cruzadas; no podía recordar haberlo visto sentado en esa postura.
"¿Piccolo?" dijo Bulma. "¿Estás bien?"
Una antena se inclinó en su dirección, y abrió sus ojos suavemente. "Sólo estoy tratando de meditar. Estaré bien una vez que recupere la energía que perdí."
"Oh. Bueno ... está bien," dijo Bulma. Se quedó un momento mirándolo. Había tenido miedo de Piccolo por mucho tiempo, y se había sentido intimidada por él; era extraño verlo desplomado contra la pared, tan harapiento y exhausto como cualquier ser humano, viéndose casi indefenso.
Sus antenas se movieron y luego de un momento sus ojos se abrieron de nuevo. "¿Todavía estás ahí?"
"Sí," dijo Bulma. "Sólo quería decir ... gracias por ayudar a los niños."
Piccolo gruñó y cerró sus ojos.
Bueno, supongo que aún no me AGRADA tanto, Bulma murmuró, yendo hacia los controles y a por los niños.- Pero es una buena persona para tener cerca durante una crisis.
Continuará...
Próximo: Vegeta y Goku vuelven - ¡saben que no los dejaría fuera de la historia por mucho tiempo! Mientras tanto, incluso si logran no ahogarse, ¿podrá el grupo de Kame House sobrevivir quedar encallados en el mar con cientos de arañas buscándolos?
Una vez más, gracias a los últimos reviewers: LAXgirl, jen7x, Princess Vegena (no te preocupes, no me he olvidado de Chi-Chi; la veremos pronto), Nekoni, Go10 (para responder a tu pregunta: porque la fuerza de #18 es mayormente mecánica, es más fuerte que cualquiera en este momento - esperemos que Vegeta no se entere, jaja), T-Sama (quien adivinó cómo el grupo de Roshi iba a salir del destrozado bote ... siempre pensé que los cambia formas estaban en triste desuso en la serie después de los primeros libros de Dragon Ball, así que decidí darles más qué hacer en mi fic), angelhitomi, VegetaGokuLover, y Mink! Recuerden, si tienen preguntas, ¡háganlas en sus reviews y las responderé aquí!
Ahora aquí va MI pregunta; ¿Pu'ar, al igual que Oolong, tiene un tiempo límite en el que pueda permanecer transformada? (Nota: he decidido que será de género femenino.) Mi hermana tiene mi manga, así que no puedo revisar. Creo recordar que ella puede cambiar por tiempo indefinido.
Editado para agregar: Olvidé darle crédito a Lee por enviarme por correo la información sobre Pu'ar y la Torre Karin allí en el capítulo donde lo pregunté. Gomen, Lee, ¡y gracias!
