Pokémon y la protagonista © Nintendo. Diseño de personajes © Koei. Ransei © Algo en el medio.
Violight: Cegado por la Ira
–¡Eh, eso no era necesario! –
Oichi y Jigglypuff apenas salían del ala principal del Castillo de Fontaine luego del banquete de celebración obligatorio para encontrar a Takatora y Evia confrontándose el uno al otro. Evia tenía una mirada molesta en su rostro y Eevee estaba en su hombro, y Takatora, que estaba solo, tenía su abanico de papel en mano - no iba a servir de arma tanto como el de Mitsunari, pero no sería bueno si elegía blandirlo.
– ¿Por qué diablos me estás tratando así? – demandó Takatora. – ¿Es porque perdí el combate? ¡Llevaste a un tipo Fuego al reino de agua! ¿Qué creías que iba a-? –
Evia negó con la cabeza.
Takatora la vio molesto. – ¿Entonces es por esa primera noche en camino a Greenleaf? – demandó el ignisiano. – ¡Venga ya, estaba durmiendo! ¡Tú saco de dormir estaba demasiado cerca del mío! No tenías que-
Para sorpresa de Oichi, Evia negó con la cabeza nuevamente, causando que Takatora retrocediera por la confusión.
– Entonces por qué, en nombre de Ransei, me estás echando?– demandó el ignisiano. – ¡Soy tu único usuario de Fuego! No tienes bases justificables para poder- –
– Lastimaste a tu compañero. –
Takatora alzó una ceja. – ¿Qué…? ¿Es por eso? ¿Estás molesta porque choqué con Charmander un par de veces? Qué eres, ¿estúpida? ¡Eso es apenas-! –
En un movimiento que enorgullecería a un campeón de los cielos, Evia blandió la Espada de Adalid con un corte hacia abajo y la alzó frente a ella. Takatora dejó salir un gañido, apartando su mano a la par que su abanico de papel se rompía en la mitad.
– Sabes qué, que os jodan, – espetó Takatora. – No necesito perder tiempo con aurorianos que no pueden tolerar unos cuantos ataques entre aliados. No sé cómo tú terminaste como Adalid, pero no me quedaré para que me grite una niñata que no tolera un piropo. – Se apartó. – Cría quisquillosa. –
Fue silenciado cuando la espada de Evia le fue estocada justo al lado de su ojo izquierdo.
La Adalid se quedó ahí con una mirada asesina en su cara, sin siquiera voltearse. Sujetó la Espada de Adalid hacia atrás, peligrosamente cerca de cortar su oreja vacía por la mitad. Fluidamente, bajó la hoja justo junto al brazo derecho de él, cortando el brazalete en su muñeca izquierda, antes de alzarla a su oreja derecha y quitarle el cristal-com sin un rasguño.
Cayó contra el suelo, mandando ecos a los oídos de todos.
Entonces le dio una fuerte patada justo en la espalda, causando que se tambaleara y saliera por las puertas del Castillo de Fontaine.
Oichi observaba todo esto desde detrás de una masiva estatua en el ala principal - un grupo de Pokémon, compuesto por un Chimecho, un Gyarados, y un Walrein. Una vez Takatora se había ido, cerrando la puerta tras de sí, Evia se arrodilló y recogió el brazalete y auricular que le había quitado.
Entonces se volteó hacia la estatua.
– Sal, Oichi. –
Nerviosamente, la curandera salió de detrás de la estatua. – Lo siento, Lady Evia, – murmuró. – Yo… No era mi intención- –
– Está bien. –
Evia suspiró, dándole el brazalete y auricular a Oichi. Entonces se dio la vuelta, navegándose a través del castillo.
+x+x+x+
Esa noche, Lady Evia estaba afuera en el balcón de la Cámara del Adalid. Podía entender por qué Motochika lo tenía - Fontaine de noche era hermoso. Teniendo en cuenta la afinidad de su Adalid anterior por la música, podía imaginarlo con facilidad ahí parado, tocando su shamisen contra el riel.
Evia estaba en su bata de noche, recostada ahí con su Corona de Adalid resplandeciendo con la luz de luna. Eevee estaba a sus pies, viendo el reino como ella lo hacía, y dio un suave ladrido mientras Evia suspiraba, exasperada por lo que había pasado los últimos meses.
Un ligero golpe emergió desde dentro. – ¿Lady Evia? – La Adalid se giró hacia la puerta, reconociendo la voz de Oichi.
– Adelante. –
La puerta se abrió, revelando a Oichi en su bata de noche. La curandera cerró la puerta detrás de sí y avanzó, yendo junto a Evia en el balcón.
– Felicidades, Lady Evia, – dijo Oichi. – Habéis logrado conquistar el Trigrama de Aurora… Me alegro por vos. –
Hubo un largo de silencio.
– He preparado a nuestros nuevos Guerreros, – le informó. Chikamasa, Nobuchika, y Morichika habían pedido unírseles luego de la batalla, y Evia había aceptado con gusto. – Todos llevan cristales-com ahora. –
Evia asintió en reconocimiento.
Un suspiró pasó por los labios de Oichi. – Habéis oído las historias también, ¿no es así, Lady Evia? – dijo. – El Pokémon legendario que dicen aparece ante aquél que conquista los diecisiete reinos de Ransei… La verdad es que… ahora mismo… – Cerró sus ojos
– Ransei está al borde de la destrucción. –
+x+x+x+
Lejos a través de Ransei, en el Trigrama de Dragnor al noreste…
Un cierto Adalid había partido hacia el camino de la conquista.
Su nombre, Nobunaga…
Su meta declarada, conquistar todos los diecisiete reinos…
…y destruir Ransei.
+x+x+x+
– Si Nobunaga busca destruir Ransei, – murmuró Oichi, – no hay duda de que quiere usar el pode de la leyenda para hacerlo. Es por eso que vine a Aurora. Buscaba a un Adalid que pudiera ayudarme. Yo creo que… si podemos contraatacar… podemos conocer al Pokémon legendario nosotros. ¡Podemos salvar Ransei! –
Evia estaba preocupada - las intenciones de Oichi eran puras, pero había algo… ambicioso sobre cómo lo dijo. El espiral de sus ojos fuera de este mundo, que se había desvanecido en los rincones de la memoria de Evia, se había tornado casi amenazante.
Ella suspiró, y se apartó. – Y si no podemos derrotarlo nosotros… incluso si se reduce a solo nosotras dos… al menos podemos mantener a Ransei - lo que podamos de Ransei - seguro. – Un pensativo 'hm' pasó por los labios de Oichi. – Por suerte, la conquista de Nobunaga aún se limita al área del noreste. No nos encontraremos con él por un largo tiempo. –
– Más cercano a nosotros… – Oichi bajó la mirada en pensamiento. – Pugilis… Violight… y Chrysalia. Esos son los tres reinos que aún podemos alcanzar desde aquí. Cada uno de sus Adalides es conocido por coraje y fuerza. Si podemos conseguir Guerreros de esos reinos, tendréis algo de versatilidad – y si conseguimos que los Adalides se nos unas, de alguna manera, vuestro ejército se volverá verdaderamente formidable. –
La forma en la que había dicho "vuestro" en lugar de "nuestro" preocupaba un poco a Evia, pero no le prestó mucha atención, solo asintiendo con la cabeza.
+x+x+x+
– Vamos contra unos enemigos bastante atemorizantes esta vez. –
El trío de Mitsunari, Masanori y Kiyomasa se había reunido en la sala de juntas de Fontaine, junto con Evia y Oichi. – Pugilis especialmente, – señaló Oichi, posando su mano sobre el marcador que indicaba a Pugilis, – está lleno de Pokémon tipo Lucha. – Motochika definitivamente había dejado la sala de juntas de su castillo mucho mejor preparada que Hideyoshi – cada castillo desde Greenleaf hasta Pugilis tenía su propio, único marcador, con alfileres azules y rojos para marcar conquistas en lugar de indicadores planos.
Oichi volteó a ver a Evia. – Jigglypuff y Eevee van a tener dificultades, – murmuró. – Y además, lo más seguro es que estos Adalides han notado nuestra actividad. Sin duda van a atacar. Si no estacionamos a Guerreros para defender, podría ponerse feo. –
Evia asintió. Tenía su libreta y boli en mano, y rápidamente terminó una nota y se la dio a Oichi.
Estaciona a Takamoto, Nobuchika, y Morichika en Ignis. Diles que entrenen, reclutando tantos Guerreros como puedan. Chikamasa y Motoharu se quedarán en Fontaine y harán lo mismo. Tú y yo entrenaremos en Greenleaf. Entrenaremos más allá del mes de cortesía hasta que hayamos reclutado suficientes Guerreros para mantener una guardia estable.
Oichi asintió, golpeando ligeramente su auricular antes de llevarse el brazalete a la boca. – Takamoto, Nobuchika, Morichika. Respondan, por favor. –
– A-a-aquí estoy, – tartamudeó Takamoto.
– Reportando, – dijo Nobuchika.
– Aquí Morichika; ¿cuáles son vuestras órdenes? –
– Quisiéramos que vayáis al Castillo de Ignis. Una vez allí, sus instrucciones son de entrenar y seguir entrenando hasta que ordenemos lo contrario. Reclutad tantos Guerreros como sea posible. ¿Entendido? –
– Entendido, – respondió Nobuchika.
– Preparándome para salir, – coincidió Morichika.
– E-en camino. –
Oichi asintió, dándole a su auricular otra vez. – Chikamasa, Motoharu. Responded, por favor. –
– ¿Qué pasa? – dijo Chikamasa.
– ¿Cómo podemos ayudar? – sugirió Motoharu.
– Vuestras órdenes son buscar en Fontaine a más Guerreros. Necesitamos montar una guardia, así que hagámoslo. –
– Por supuesto. –
– ¡Entendido! –
Mientras Oichi bajaba su brazalete, Evia arrancó otra nota de su libreta y se la dio a Mitsunari. Masanori y Kiyomasa la leyeron por sobre sus hombros.
Aún no tenemos Guerreros suficientes para montar guardia y servir como escolta de combate. ¿Seréis capaces de mantener el puesto?
– Vale, – dijo Mitsunari. – Nos mantendremos de escolta. Al menos mantienes las cosas interesantes. Solo no esperes que luchemos las batallas reales como el resto de tu ejército.
Evia asintió. Oichi declaró, – Os avisaremos cuando estemos listos para iniciar un ataque. Mantened con vosotros vuestros cristales-com, y no habrá ninguna demora cuando llegue la hora. –
+x+x+x+
– Esto es lo que obtengo por retar al universo… –
Dos meses luego de que conquistaran Fontaine, Oichi, Evia, Morichika, Chikamasa, y Takamoto estaban en camino a Violight, escoltados por Mitsunari, Kiyomasa, y Masanori. Ellos tres habían recibido dolorosos golpes en sus retaguardias cortesía del pie izquierdo de Lady Evia. Scizor estaba actualmente cuidando un ala lastimada, cortesía del báculo de Oichi.
Habían conseguido reclutar Guerreros suficientes para mantener una guardia suficiente durante el mes de cortesía, con Oichi y Evia comandando las actividades diarias manualmente - incluso hasta sus acciones en batalla. Sin embargo, intentos de contactar a Kiyomasa y su grupo fueron en vano cuando las únicas respuestas que recibieron fueron de los otros Guerreros de su ejército, preguntando por la falta de respuesta. Esto resultó en un mes entero de retraso antes de que el grupo llegara a Greenleaf, con Mitsunari preguntando por qué Evia no los había llamado para un ataque ya.
Los tres decían que no se habían dado cuenta de cuándo habían perdido los cristales-com. Masanori era horrible al mentir, lo que significaba que era el punto débil - explicó que los tres los habían perdido en un encontronazo con un Axew, quien era ahora en compañero nuevo de Kiyomasa. Qué hacía un Axew en el Trigrama Aurora en nombre de Ransei, ni Evia ni Oichi tenían idea alguna.
El viaje a Violight fue un viaje de tres días, lo cual dejó a Evia sinceramente aliviada de que eligieran esperar al equipo de Masanori - un viaje de tres días no iba a dejar a sus Guerreros o a sus Pokémon en condición de luchar. Las tiendas fueron dividas con cuidado; Evia y Oichi, Morichika y Takamoto, Morichika y Masanori, Mitsunari y Kiyomasa.
La primera noche, Oichi despertó a medias para encontrar a Evia ida. Eevee y Jigglypuff estaban aún durmiendo en la tienda, y la Espada de Adalid seguía junto a su saco de dormir; Oichi se levantó y se volteó para ver a Evia sentada junto al fuego afuera - el combo de bata y Corona de Adalid aún presente. Con un suspiro, Oichi tomó su báculo y se impulsó antes de sentarse al lado de Evia.
– Esto empieza a ser un hábito, – Oichi murmuró, una sonrisa alzándose en su rostro.
Evia sonrió brevemente también antes de que sus labios se pusieran rectos en una línea.
– ¿Pasa algo malo? – preguntó Oichi. – ¿Os habéis golpeado-? –
– Nada. No puedo dormir. –
Oichi alzó una ceja. – ¿Y eso por qué? –
– Solo… estoy incómoda. –
La curandera guardó silencio. – ¿Es vuestra Corona de Adalid? – preguntó.
Evia apretó los dientes, pero cerró los ojos y asintió con la cabeza.
– Lady Evia… – Oichi suspiró. – ¿Es por esto por lo que no podíais dormir en Greenleaf? – sugirió. – ¿Vuestra Corona? –
Otra afirmación amarga.
Oichi estaba preocupada; pero solo acercó a Evia con un brazo, dándole un apretón amistoso. Evia se tensó por el movimiento, pero solo guardó silencio y devolvió el abrazo.
El día siguiente fue un viaje amargo - nadie había dormido bien esa noche, ya que el terreno a Violight era todo menos amistoso. Ni una palabra fue dicha entre los ocho Guerreros, y los salvajes eran apartados con golpes molestos de Scizor y Axew (Skorupi era menos dañino, pero definitivamente dejaba a los atacantes con veneno con el qué recordarlo). Cuando el sol se ocultó, todos montaron campaña, comieron su cena sin decir nada, y dieron buenas noches.
– No dormiréis esta noche tampoco, ¿cierto? – Oichi observó mientras Evia se preparaba para entrar en su saco de dormir. La Adalid se detuvo brevemente.
–…Lo intentaré. –
Un ligero quejido exasperado pasó por los labios de Oichi. – Lady Evia… Disculpadme si esto está fuera de lugar, pero… ¿es realmente necesario que llevéis vuestra Corona de Adalid mientras dormís? Seguramente no la necesitáis para ser identificada. Motochika ni siquiera tenía una Corona. –
Evia apretó los dientes con molestia, apartándose y apretando las manos hasta formar puños.
– Entiendo si la queréis llevar por razones personales, – Oichi defendió, – pero si os impide dormir entonces no es bueno que la tengáis puesta así. No es sano. No quiero que luchéis sin descanso. Si tan solo os quitáis la corona por la noche… –
– ¡NO PUEDO! –
El grito abrumador de la Adalid fue tan inesperado, tan fuera de lugar, que Oichi se alejó horrorizada y casi tumbó la tienda. La mirada de Evia era absolutamente asesina, y sus dientes estaban apretados como una furia salvaje - pero Oichi podía ver las lágrimas a los bordes de sus ojos, y se dio cuenta de que se había encontrado con algo por lo que nunca debió presionar.
Evia retrocedió incómoda, tomando su espada de su lado junto al saco y saliendo molesta de la tienda con Eevee persiguiéndola.
+x+x+x+
La mañana siguiente fue un viaje sin descanso. Eevee tenía a todos a las 07:00 parejo. Todos podían notar que Evia no estaba en humor de discutir; el desayuno fue comido, las tiendas fueron colapsadas, y el escuadrón entero empezó a caminar.
– La próxima vez, – Masanori murmuró entre sus amigos y Oichi, – tendrá su propia tienda. –
Esto le ganó una patada en la canilla de parte de Evia.
Violight era un reino de relámpago. Las nubes sobre el terreno eran de azul profundo - ni una gota de agua cayendo de ellas, pero el trueno resonando a través. Los edificios estaban bordeados por patrones eléctricos; la ciudad tenía lo que parecían ser bobinas de Tesla durmientes esparcidas como árboles en cualquier otro reino en el que habían estado; no había estructura en la ciudad que no tuviera varillas eléctricas sobre ella; y el castillo en sí parecía ser una planta eléctrica masiva, con esferas de trueno resplandecientes por las cuales la electricidad parecía saltar. Volando en el pico del castillo estaba una bandera - una pluma dorada, rodeada por rayos. Mientras su ejército se acercaba, Evia notó un Starly volando alrededor del castillo. Al verlos, voló de vuelta detrás del castillo y no volvió.
No había guardias en la entrada, y nada de Adalid esperándolos en el patio. Sin importarle las cortesías o las invitaciones comunes, Evia subió los escalones con pasos fuertes. Sabiendo que no habría tiempo de presentaciones cuando Evia llegara cara a cara con el Adalid, Masanori y Kiyomasa se vieron el uno al otro y asintieron antes de correr varios pasos delante. El kanabo de Masanori estaba en sus manos, y en las de Kiyomasa estaba una lanza que parecía guadaña; ambos se abalanzaron y saltaron en el aire, alzando sus armas sobre sus cabezas antes de arremeter con sus pies hacia la puerta.
Rayos procedieron a descargarse d la puerta, causando que Evia se detuviera abruptamente y alzara su espada a la vez que los dos salieron volando. Chocaron con las escaleras y terminaron cayendo, llevándose a Mitsunari al suelo mientras lo hacían. La descarga continuó por un momento, y Evia alzó su espada delante de sí, los rayos golpeando la espada pero no a ella mientras sus escoltas intentaban levantarse pero fallaban.
– Vale, eso no ha funcionado, – murmuró Mitsunari.
Evia miró a su espada, contentamente sorprendida. La hoja había conducido el voltaje, pero había parado en el mango y no la había herido; mientras rozaba su dedo con cuidado contra el filo, el voltaje se había reducido a mera carga estática.
Oichi vio lo que su Adalid estaba haciendo, y solo podía observar mientras Evia preparaba la espada junto a sus ojos como una campeona enfurecida. – Um, Lady Evia, no creo que- –
La curandera fue silenciada por su propio gañido a la vez que Evia empujaba hacia adelante, la espada golpeando la apertura entre las puertas y provocando la misma descarga de voltaje de antes. El retroceso empujó de vuelta su espada, y los Guerreros detrás de ella se alejaron mientras ella giraba la espada para un golpe hacia arriba que solo aumentó el voltaje antes de sostenerla a su lado. Giró la espada en su mano, el movimiento hacia abajo dirigido a la puerta, antes de arcarla para que se elevara y cayera justo entre las puertas.
El voltaje cedió por un momento; entonces el rayo se abrió paso por las paredes del castillo a cada lado a la vez que las puertas se deslizaban para abrirse.
Mitsunari había logrado levantar a Masanori y Kiyomasa, y ahora, los tres se les adelantaron. No había nadie en el pasillo para recibirlos, pero mientras el grupo se adentraba, otro, un poco más pequeño par de puertas al otro lado del pasillo se abrieron. Los escoltas se apresuraron para ir delante de Evia, quien solo avanzó agresivamente. Oichi la siguió con una mirada nerviosa en su rostro, y Morichika, Chikamasa, y Takamoto la siguieron mientras llegaban a la sala del trono.
El trono era una masiva, voltica figura de ónix y oro, y la figura sobre ese trono era una dama guerrera que probablemente podría patearle el culo a Hideyoshi siete veces en menos de un segundo si era provocada. Estaba cubierta en armadura complementaria afilada, de oro, plata y cobalto, con una larga, ondeante capa blanca detrás de ella. Su Corona de Adalid era amenazadora - un trío de cuernos, cruces doradas al revés sobre láminas de plata para conectarlas sobre su cabello negro como una nube de trueno, y se ajustaban a su rostro para darle la apariencia de una Guerrera entrenada. En un brazo del trono estaba una Shinx, una mirada feroz en sus ojos, y a su lado estaba un Guerrero con armadura de acero con bordes de oro y grabados. Su cabello era de un color marrón sereno, y sobre su hombro estaba el Starly que Evia había visto antes - tras su espalda se podía ver una claymore.
– Calma tus acciones, – advirtió el Guerrero. – Estás antes el Adalid de Violight, Lady Ginchiyo de los Guerreros del Relámpago Fulminante. –
Ginchiyo apretó sus dedos en el brazo vacío del trono. – Así que, tú eres Evia de Aurora, – reflexionó. Un curioso 'hm' pasó por sus labios. – He oído que has estado ocupada en el Trigrama de Aurora. Debo decir, me preguntaba cómo serías… y he concluido que no tienes oportunidad. Esta es la tierra del trueno. Tus aliados son pobres en elección. –
Un suspiro exasperado pasó por los labios del Guerrero, causando que Ginchiyo lo mirara de repente. – ¿Qué pasa? –
– Tú, – respondió el Guerrero. – Eres una niña. Hablándole así a una Guerrera antes de siquiera verla en combate. –
Ginchiyo apretó el brazo de su trono con tanta fuerza que las coyunturas en sus guantes rechinaban. – Este es Muneshige, – le informó a la auroriana. – Mi Adalid en entrenamiento. Él te guiará a la liza. – Se levantó de su trono, y Evia vio en su cintura una espada de plata, enganchada a un anillo en lugar de una vaina.
Con una hoja como un relámpago.
– Me atrevo a decir que hemos atrasado esto lo suficiente. –
+x+x+x+
El campo de batalla, como el de Ignis, estaba en las profundidades del castillo. No como en Ignis, sin embargo, era de techo abierto, dando una clara vista del cielo repleto de relámpagos. El terreno en sí estaba cubierto por acero frío, con cinco masivas torres eléctricas - una en el centro, las otras cuatro en las esquinas. La liza era básicamente un punto de mira masivo dentro de un cuadrado, con un punto de mira más pequeño en cada segmento. En cada hueco había un pequeño hoyo cuadrado con electricidad corriendo a través de él en otro punto de mira.
– Esto es peligroso, – murmuró Oichi.
– Esto es Violight, – dijo Ginchiyo en represalia, ya al otro lado de la liza. Tenía cuatro Guerreros a su lado. Shoun, con su Pichu, Sorin, con su Panpour, y Takatane, con su Mareep – y mientras alzaba su mano para señalar que parasen atravesó el campo para unírsele, Starly moviendo sus alas desde su hombro. – Nuestro clan, famoso en Ransei por nuestros corazones chispeantes y aliados voltaicos… ¡Forjamos este campo de batalla con nuestras propias manos! ¡Es donde luchamos! –
Ella sacó su espada con un grito perturbador y la alzó sobre su cabeza. – ¡No lo hicimos como un lugar de relajo para los de tu clase, Evia! –
Evia alzó su propia espada a modo de represalia.
– ¡Dos horas en el campo! ¡Empecemos! –
El grito de batalla era casi alienígeno, viniendo de la boca de Evia, pero los Guerreros solo dieron sus propios gritos y avanzaron, corriendo sobre el punto de mira de acero mientras los Guerreros de Ginchiyo hacían lo mismo.
El Pichu de Shoun dio una vuelta repentina a la izquierda, y Oichi se dio cuenta un segundo muy tarde de a dónde iba.
– ¡Cuidado! –
Había cuatro interruptores, frente a cada una de las torres eléctricas. En el momento en Pichu cayó en el interruptor, la torre echó chispas - y la electricidad del pozo al lado contrario se encendió como rayos en reversa. La mayoría de los Guerreros escucharon el grito de Oichi y lograron evitar algún daño serio - aunque el estilo de cabello estático inició en masa - pero sus Pokémon no eran tan ágiles. El Piplup de Chikamasa en particular tomó voltaje suficiente para un derribo instantáneo, haciendo que el Guerrero recogiera a su compañero y se retirara.
Ginchiyo y Muneshige se estaban desplazando por cada lado de los caminos del punto de mira, Shinx saltando de los pozos de voltaje solo para caer en el siguiente, Starly volando sobre ellos con un grito de batalla. Evia apuntó con su espada a Oichi y entonces a Muneshige antes de que ella y Eevee se abalanzaran hacia la Adalid a cargo.
Las dos chocaron espadas entre en pilar central y el extremo de Aurora de la liza.
La espada relámpago de Ginchiyo golpeaba violentamente contra el arma de Evia mientras arremetía con ella a la auroriana y trataba de golpearla otra vez, pero Evia solo la bloqueó con la suya una vez más mientras Shinx y Eevee colisionaban a mitad del campo. Eevee se movía mucho más rápido que Shinx lo hacía, pero el Pokémon violitiano tenía una Chispa que probablemente también servía de campo electromagnético; los dos conectaron y entonces fueron enviados volando a través del acero al lado de sus Guerreras.
Ambas mujeres Adalides alejaron sus espadas y fueron a los lados de sus compañeros; entonces Guerreras y Pokémon avanzaron a la vez. Esta vez, Eevee estaba anticipando el golpe de Shinx; a medio Ataque Rápido, el Pokémon auroriano se apartó rápidamente a un lado, causando que el ataque de Shinx fallara; con rapidez, él corrió entre los pies de Ginchiyo, causando que perdiera el balance con su espada cruzada contra la de Evia, luego él se impulsó con la torre eléctrica, y golpeara con un Ataque Rápido a toda fuerza a Shinx con poder suficiente para derribarla.
El tropiezo de Ginchiyo la habría dejado cayendo en el voltaje si Evia no la hubiera pillado por el borde de la capa, frenándola al punto en el que su nariz estaba a centímetros de las chipas. Con un solo movimiento fluido, la auroriana alejó a Ginchiyo y la lanzó por el camino, causando que se deslizara por el acero con su armadura resintiéndose. Por un breve momento, Ginchiyo miró a Evia con miedo y asombro; entonces su expresión cambió a preocupación, y la Adalid violitiana se fue en un apuro.
Evia vio alrededor de la liza. Todo se había puesto sorprendentemente callado - ninguno de los Guerreros de ningún ejército estaba presente. La batalla seguramente debía estar a toda potencia ahora. ¿Dónde estaba Oichi?
Un movimiento detrás de ella causó que Evia se diera vuelta con la Espada de Adalid alzada, y se encontró atrapando un golpe de claymore de Muneshige. Starly estaba chillando sobre ellos, rodeándolos como un patrullero, y cerca, Evia podía ver a Oichi y Jigglypuff débiles al borde de la liza.
– Parece que alejaste a Lady Ginchiyo, – reflexionó Muneshige, forzando presión contra la espada de Evia. – Ella no acepta derrota acostada. Devolverá el favor pronto, estoy seguro. –
Evia trataba de contraatacar, pero la claymore de él tenía mucho más peso que la espada relámpago de Ginchiyo, y aunque su Adalid había balanceado su habilidad con la velocidad de sus golpes, Muneshige en su lugar optó por poder- y eso significaba que Evia estaba siendo forzada lentamente hacia el suelo. Sobre ellos, Starly se lanzó en picada con un Ataque Rápido hacia Eevee, quien contrarrestó con uno suyo; los dos colisionaron a la mitad, suspendidos en lugar por la fuerza de los ataques, y ambos cayeron rápidamente al suelo, rodando.
La Auroriana logró forzar la espada de Muneshige a un lado; entonces retrocedió con un salto mientras él trataba de golpearla otra vez. Detrás de él Eevee evitó el golpe bajo de Starly antes de correr tras él, y mientras Muneshige iba hacia ella, Evia se abalanzó hacia él y atrapó el golpe con su espada. Un crujido eléctrico causó que alzara la vista para ver el pilar masivo en el centro encenderse como un sistema sobrecargado.
– Hay un Sistema de Relámpago en este campo de batalla, – explicó Muneshige, aguantando el choque contra la espada mientras la electricidad continuaba. – Reúne energía mientras la batalla continua. Una vez está cargado por completo, libera tres rayos en sucesión rápida. Pobre del Guerrero que esté en su camino. – Sonrió satisfecho.
– Tres… dos… uno… –
La carga se había vuelto masiva en este punto, y entonces se condensó en la torre y lanzó tres rayos de voltaje directo al cielo abierto. Uno de ellos se lanzó hacia Evia y Muneshige – y Evia se dio cuenta de que si no se movían, ahora, el rayo seguramente le partiría el cráneo a Muneshige.
Ella soltó la presión de su espada.
La fuerza de Muneshige la mandó volando, y cayó al suelo rodando mientras el violitiano se tambaleaba hacia adelante. El rayo golpeó el acero en el que él estaba hace unos momentos, y mientras caía al suelo Eevee y Starly iban rápidamente el uno hacia el otro con Ataques Rápidos a toda marcha, ya volando en el aire. Otro rayo fue volando hacia ellos - y con la suspensión de su colisión, iba a ser una eliminación de tres si ninguno de ellos hacia algo al respecto.
Starly no vio el peligro.
Eevee sí.
El Pokémon auroriano esparció su cuerpo para frenar su impulso, solo un poco, y Starly chocó contra él con un Ataque Rápido de fuerte potencia que los mandó a ambos volando sin pausa mientras el rayo voló cerca de las plumas de este. Eevee se recuperó y se apartó de Starly, cayó al suelo, y contraatacó con un Ataque Rápido directo a la espalda que derribó al ave en un momento.
Evia se levantó, espada a su lado y Muneshige alzó la mirada hacia ella.
– Ganamos. –
Entonces el tercer rayo golpeó su espada, y la última cosa que Evia recordaba antes de desmayarse fue puro e ilimitado dolor fluyendo por su cuerpo, y alguien gritando su nombre.
