Declaimer: InuYasha y sus personajes no son de mi autoría. Si fuera así, este chico tonto se hubiese decidido desde un primer momento.
Nota: Al tratarse de un conjunto de drabbles, ninguno de los escritos superará las 500 PALABRAS. Además, iré subiendo los mismos a medida que la inspiración me acompañe y sepa qué escribir (aunque si quieren tirar ideas no me enojo xD). Por lo tanto, NO PUEDO DECIRLES CUÁNDO VOLVERÉ A ACTUALIZAR. Sepan disculpar ;D.
Palabras: 500.
Hojas en Blanco
VIII
—No deberías haber salido.
Sin otra advertencia, Kagome sintió el peso de la protección que le brindaba el haori de rata de fuego sobre sus hombros. Se refugió en él mientras observaba el perfíl del hanyō. Bajo la luna menguante, las perfectas facciones se asemejaban a las estatuas antiguas. Pronto recordó por qué había abandonado la cabaña de la anciana Kaede en pleno anochecer.
—Lo siento, no podía dormir —confesó, casi en un murmullo como una niña atrapada en plena travesura—. Además, quería estar contigo.
Notó las mejillas de InuYasha colorearse, y, aprovechando el momento, entrelazó sus dedos. Después de un instante de indecisión, él le devolvió el cálido apretón. Desde su regreso, las máximas demostraciones de afecto se reducían a pequeños gestos. El corazón le galopaba cada vez que dichos episodios sucedían, pero, sin embargo, su alma enamorada deseaba más.
Y estaba decidida a obtenerlo.
La conversación que habían tenido durante la tarde aún le daba vueltas. Podía ver el movimiento de los engranajes invisibles en su propia mente. Era un paso transcendental el que iban a dar, pero también peligroso... según las propias palabras del hanyō.
Ellos debían ser íntimos si querían unirse por las leyes demoníacas.
Un solo ser.
Una sola alma.
Aún le resultaba todo tan fuera de este mundo. Era mucho más que unir dos cuerpos en un plano físico, era algo que su mente humana no terminaba de procesar.
Deseaba enlazar su vida a la de él, ser su compañera... sin importar que aquello chocara con todos los preceptos y construcciones de su época.
Por desgracia, no se sentía preparada para tal importante avance. Claro que había fantaseado con entregarse completamente a InuYasha, pero no estaba lista; y nunca lo estaría si la intimidad entre ellos no comenzaba a prosperar.
Debían explorar primero otros aspectos de su relación antes de entrar en aguas más profundas. Si el mitad demonio temía perder el control en el acto, ¿no era mejor tantear el terreno poco a poco?
¿Cómo le afectaría recibir un beso, por ejemplo?
—Será mejor que regreses, estás templando.
Kagome ni siquiera recayó en que estaba castañando los dientes. El haori mantenía su torso caliente, pero la hierba humedecida por el rocío nocturno le enfríaba los pies.
—Oh, ni siquiera lo noté —comentó asombrada—. Olvidé los zapatos.
El hanyō murmuró algo, inteligible a pesar de la cercanía, y la alzó en voladas al mejor estilo nupcial. La sacerdotisa se quedó muda de la impresión por la rapidez del movimiento, pero, antes de pensarlo siquiera, sus manos se aventuraron a tocar el viril pecho.
Conmocionado, InuYasha detuvo abruptamente el caminar y bajó la cabeza para mirarle a los ojos. El nombre de la mujer se le quedó atorado en la lengua. Kagome entrelazó los brazos detrás de su cuello y se alzó lo suficiente para unir sus bocas en la sensación más plena y ardorosa de toda su jodida existencia.
Ay, sigo gritando cada vez que leo este drabble; y les puedo jurar que nunca soy muy fan de lo escribo xDD.
Bueno, no quería que tuvieran que aguardar hasta el miércoles para saber la reacción de Kagome :3. Le están dando tanto amor a este fic que tienen a mi corazón vibrando.
Gracias por cada comentario y favorito que me dejan. Son, en verdad, unos lectores maravillosos. Ojalá pudiera responder por PM a todos los que comentan como «invitados». FF no lo permite, pero les juro que también atesoro sus review :D.
Espero que hayan tenido un excelente comienzo de semana ;D.
Cuídense muchísimo,
Lis.
