Ante el desafío impuesto por Luka, y sin darse cuenta, Adrien decide dar la pelea por Marinette, sorprendiendo de paso a sus perplejos compañeros. Por otro lado Bridgette no está teniendo una buena semana y Marcel está a punto de demostrar que con él no se juega. ¡GRACIAS POR LEER!
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.
ADVERTENCIAS
La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.
Puede haber spoilers de la cuarta temporada.
"CONOCERSE DE NUEVO"
CAPÍTULO 7: Tal vez celos.
Colegio Françoise Dupont.
Algunos días después.Lunes 4 de enero de 2016. 8:15 hrs.
Tenía que agradecerle a Alya el haber llegado temprano al colegio, porque si no, se hubiera quedado dormida para variar. Era el primer día de clases después del nuevo año, los alumnos por fin volvían de las vacaciones de fin de año y todos estaban bastante entusiasmados y con muchas novedades del tiempo que habían pasado separados. Alya había viajado con su familia a la isla Martinica a visitar familiares, aunque no digamos que la lejanía se sintió mucho, dado que conversaron a diario con Marinette vía videollamadas, pero ahora que la tenía en vivo y en directo era como si no se hubieran visto en años y cotorreaban de buena gana. Alya había sacado mil fotos y tenido mil aventuras que moría por compartir.
Obviamente ya se había visto con su novio hacía unos días, así que no estaban tan melosos como de costumbre y ya podía darse el lujo de compartir con sus amigas.
Hablando de Nino, éste venía entrando al colegio junto con Adrien. Se había quedado en París a pasar las fiestas y a diferencia de otros años, había sido su familia la que había recibido parientes en casa a pasar las fiestas. De algún modo lo agradeció, pues eso le permitió estar más disponible para Adrien, pues conocía bien sus dramas familiares y que se acercaban fechas cruciales para su vida. Pudo darle bastante apoyo, hay que decir., diferente del que le había dado Marinette.
Por cierto, tanto Adrien como Marinette se saludaron a la distancia ni bien se vieron, pero pronto apartaron las miradas con nerviosismo, sobre todo la muchacha. Si bien ambos habían alcanzado un grado de confianza muy profundo, sobre todo desde que sabían sus identidades, pero todavía había cosas entre ambos que todavía no se atrevían a confesarse.
—¡No entiendo cómo pueden hablar tanto y al mismo tiempo sin cansarse! —comentó Nino ajustándose la gorra— O de aburrirse: te aseguro que Alya ya le ha contado a Marinette el mismo cuento unas siete veces.
—¡Obvio que sí! Pero todavía falta que se enteren las demás. —dijo Adrien muy divertido— Mi tío dice que las chicas les gustan los detalles. Aunque concuerdo contigo, no sé como no se cansan. O como se entienden: Marinette se pone tartamuda cuando está acelerada.
—¿Sólo cuando está acelerada? —Nino puso una sonrisa sabihonda— ¿No cuando está cerca de ti?
—Es ansiosa, no la molestes. ¡No es culpa de ella! —protestó Adrien, sintiéndose ofendido sin saber por qué.
—Es cierto, la ansiedad se le va de control…
—Por eso hay que ser muy pacientes y amables con ella, para no ponerla mal. —Insistió Adrien gruñendo para sí mismo. El tema siempre lo ponía como gato de espaldas.
—Y cuando está nerviosa, preocupada, trata de mentir o cuando está cerca de la persona que le gusta. —Añadió Nino con algo de misterio. El chico llevaba algunas semanas tratando de decirle sutilmente que le gustaba a Marinette, pero bueno… en serio debería decirle de frente y ya.
—Tienes razón. Es una persona muy nerviosa. Hay que tenerle paciencia y ser muy amables con ella. ¡Insisto!
Adrien pareció sacar pecho de gusto. Todo su lenguaje corporal delataba sus sentimientos cuando hablaba de Marinette y esto hacía que Nino quisiera molerlo a golpes de la frustración. El dúo comenzó a caminar hacia las chicas para saludarlas como era debido, y a medida que se acercaban, ambos comenzaron a sentir mariposas en sus estómagos, debido a la cercanía de su chica especial. Nino moría por saludar a Alya y Adrien…
Ay. ¡Dios bendiga su ingenua alma! Cada vez se enamoraba un poco más de Marinette, pero no se atrevía a confesarle sus sentimientos. Su gran temor era que la chica creyese que seguía enamorado de Ladybug, una idea, y no de ella, que era lo real, y además respetaba su espacio y sentimientos. Después de todo, Marinette siempre había dicho que amaba a otra persona, cuyo nombre no le revelaba ni a punta de pistola. Bueno, tenía que admitir que la pobre entraba en pánico cada vez que le preguntaba, y no le gustaba alterarle los nervios de esa manera. ¡No quería interferir en su felicidad! Si ella era feliz, aunque fuera con otro, él también. Tomó aire para saludarla, interrumpiéndola:
—¡Hola Marinette!
—… Entonces terminé de coser esos pantalones y apagué…
La chica se detuvo en seco, fijándole sus ojos zarcos, como si nunca en la vida la hubiera saludado. ¿Cómo no quererla? ¿No fascinarse con su encanto y potente luz? Su corazón le dio tumbos tibiecitos en el pecho y tuvo que contener las ganas locas de abrazarla. Marinette era todo lo que quería en la vida, no otra cosa, pero le estaba vedada, fuera de alcance: su corazón era de otro y…
—¡Ma – Ma – Marinette!
¡HSSSSSS!
¡Y de un solo tirón se le vino abajo el buen humor! Adrien se detuvo en seco, erizando la espalda y siseando igual que un gato callejero. Luka apareció casi de la nada, en modo ninja, y rápidamente rodeó a Marinette con un abrazo. Sorprendida, la chica casi dio un brinco, pero al reconocer a Luka lo abrazó alegremente.
—¡LUKA! Creí que no te vería hasta el miércoles…
—Adelantamos el viaje, preciosa. ¡Moría por verte! —confesó Luka muy a gusto con el abrazo. Detrás de él, Juleka rodó los ojos como pidiendo paciencia.
—Uuuy. ¡Ese huevito quiere sal! —se burló Alix, pero recibió un codazo de Rosie, quien la hizo callar.
—Uno elige calidad Alix. —rió Luka con descaro, sin soltar a la chica.
Casi todos los presentes se lamentaron de no tener palomitas a la mano.
—¡Jajajajajaja! Suéltame, por favor —Marinette rió con nerviosismo. Por el rabillo del ojo la chica vio cómo Adrien fruncía el ceño— No digas esas cosas, Luka.
—¿Cómo no decirlas? Estuve pensando en tu melodía todo el tiempo, preciosa. —el muchacho hizo caso de Marinette, quien rápidamente se arregló las ropas, y sacó de su mochila una flor de origami que le puso en el cabello— Para ti, Ma–ma–Marinette…
La ansiedad de Marinette se disparó a la órbita en ese preciso momento. Toda la sangre se le fue al rostro y comenzó a hiperventilar de susto o emoción. Sabía bien que Luka no la quería como amiga, pero no tenía idea como manejar sus coqueteos. Con Chat Noir no tenía ningún problema y hasta se divertía cuando el gato la galanteaba, pero Luka era otra liga y nunca sabía qué hacer. Además… ¡Adrien estaba ahí! En sepulcral silencio y ella toda desarreglada con una flor de origami en el pelo que le había regalado Luka y ¡OH LA LÁ! ¡QUIZÁS QUE IBA A PENSAR! Quizás iba a creer que tenía algo con Luka y nunca se le acercaría, jamás serían novios, no se casarían, ni tendrían la casa, los tres niños y el hámster llamado…
—¡JAJAJAJAJAJAJA! Flor Está Linda Muy La, Con Pero Hacer No Sé Qué Ella ¡Lindo Sé Aceptarlo Regalo Es Un Muy Y No Si Debo!
Todos los presentes se miraron alarmados. Marinette por los nervios no tardó en balbucear incoherencias que no parecían tener sentido, mientras agitaba las manos sin saber qué hacer con ellas. Luka y Adrien le entendieron perfectamente, pero los demás apenas pudieron seguirle el ritmo. Y ahí donde Luka se sintió por completo halagado, Adrien se mosqueó como no tienen idea. ¿Cómo se atrevía esa serpiente a alterar así a su princesse? ¿Es que no se daba cuenta que sufría ansiedad?
—¡Acéptala, Ma–Ma–Marinette! Sería un honor…
—¡Ya, ya! Dale espacio que se nos va a morir de un soponcio —Adrien se interpuso entre ambos— ¿Qué no ves que está toda roja, Couffaine?
—Agreste.
—Luka.
—¡Adrien! —Marinette se sujetó de las coletas— ¡Ya Viniste! Que Sorpresa Y Alegría. ¿Dormiste Cómo Estás?
Marinette se maldijo entre dientes. ¿Por qué? ¿Por qué era capaz de tratar a Adrien como una persona normal solo cuando estaban a solas? Estando en el colegio o en otras actividades sociales, le era muy difícil controlar sus emociones y éstos la traicionaban, pero cuando estaban a solas o como héroes, la relación era maravillosamente diferente. Era coqueta, astuta, tierna y muy cómplice.
Luka y Adrien se miraron fijo durante unos segundos, sabiéndose rivales, midiendo voluntades. El mayor sabía que pese a todos sus galanteos, el corazón de Marinette ya había elegido un dueño, pero ahora confirmaba que Adrien podría corresponder los sentimientos de la chica y evidentemente estaba dispuesto a luchar por ella. ¡Y el muy tarado ni siquiera se había percatado de ello! Bah. ¡Tendría que ser más agresivo! Estaba seguro de que podría hacer cambiar de opinión a Marinette si jugaba bien sus cartas, pero este giro de eventos solo le indicaba que debía darse prisa, pues estaba perdiendo su oportunidad.
Y la competencia sería fiera, por lo visto.
—¿Cómo estuvieron tus vacaciones, Marinette? —le preguntó Adrien muy amistoso, aunque sin sacarle un ojo fiero de encima a Luka.
El cortocircuito entre ambos quedó en evidencia excepto para Marinette. Nadie quería ni hablar del suspenso.
Marinette no le respondió. Solo se quedó en blanco y con una sonrisa boba en el rostro. Rosie estaba a punto de pegarle con su mochila para que reaccionara de una vez y no se quedara hilando baba. ¡Esta niña! ¿Cómo se supone que iba a quedarse con el amor de su vida si NO ERA CAPAZ DE HILAR frases coherentes ni actuar como descerebrada?
—¿Mari? —la llamó Luka con dulzura, intentando incluso acariciarle la mejilla.
Adrien hubiera siseado de lo lindo. De ser un gato de verdad, habría lanzado un zarpazo hacia Luka de buena gana. ¡Nada contra el sujeto! Era muy simpático y le caía increíble, pero más le valía mantener su distancia de SU PRINCESSE. Como buen gato que era no iba a permitir que una alimaña se acercara a su catarina.
No, no lanzó el zarpazo, pero se adelantó a la jugada y le apartó algunos cabellos del rostro a la chica con más ternura de la esperada. Esto la hizo tomar aire y retroceder un paso del susto.
Alya por su parte se tapó la boca. Rosie y Juleka se tomaron de las manos y Alix rodó los ojos, pero apostaba en secreto por Adrien.
—Supe que tu tía despertó del coma estas vacaciones. —preguntó Adrien de pronto— ¿Es eso cierto?
—¡¿La que estaba en coma?! —quiso saber Juleka sorprendida, pero nadie la escuchó.
—SÍ. MI TÍA DESPERTÓ.
—¡Ya sabía! —reconoció Alya cruzándose de brazos— Intentamos ayudar a monsieur Dupain a elegir un celular para ella, pero no nos hizo caso.
—Yo, yo… err… este… ¡Tengo que irme! —Marinette se puso de pie de golpe— Me dejé algo en el casillero. ¡Ya vengo!
Marinette echó a correr en la dirección contraria como quien corre a apagar un incendio. Trastabilló un par de veces, pero no se detuvo. Luka y Adrien se miraron con un tic en el ojo y sin pensarlo dos veces…
—¡No corras así! ¡Te vas a Caer!
—¡Cuidado Marinette!
Ambos salieron corriendo detrás de ella, solo empeorando los nervios de la pobre chiquilla. Los demás quedaron atrás perplejos y enmudecidos.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Alix sin dejar de pestañear.
—Que mi hermano es un idiota. Eso pasó. —se lamentó Juleka, cruzándose de brazos.
—¿Fue idea mía o Adrien intentó marcar territorio? —preguntó Nino, todavía haciendo cálculos mentales. Las chicas todas asintieron sin darle crédito a lo que acababan de ver.
Fue cuando Alya estiró los brazos.
—¡PROGRESO POR FIN!
Residencia Marchant.
Dos días después. Miércoles 6 de enero de 2016. 17:57 hrs.
Las cosas no se estaban haciendo más fáciles. ¡Ni por asomo! Bridgette se miró las manos, raspadas y con varios rasguños, producto de sus vanos intentos por impulsar su propia silla entre otras cosas. Si bien estaba asistiendo a terapia y sufriendo el irritante optimismo de Martín, su kinesiólogo, no estaba avanzando nada. En su fuero interno no quería ni siquiera salir de la cama en las mañanas.
Volver a caer en coma sonaba atrayente.
Claro que tenía días mejores que otros, pero adaptarse a sus nuevas condiciones se le estaba haciendo cuesta arriba y parte de ella se negaba a ver el lado positivo de la situación. No quería ver al psicólogo, no quería terapia, no quería nada, ¡ni verse al espejo! Ni ella misma se toleraba y nadie parecía darse cuenta de la enorme tragedia que eso significaba. Bridgette siempre fue una chica alegre, activa, ágil y llena de energía, capaz de llegar a la cima de las montañas solo con el entusiasmo. ¡Como Ladybug había logrado grandes hazañas! Salvado París incontables veces e incluso Francia en alguna oportunidad. ¿Y ahora?
Reducida a un saco de piel y huesos que necesitaba asistencia hasta para lo más básico. ¡Qué humillante!
—Me duele todo… menos las piernas.
Félix simplemente la miró de reojo y con las manos en los bolsillos. No sabía bien qué decirle así que optó por el silencio. Francamente no le extrañaba que Bridgette estuviera así de deprimida, pero de todos modos estaba preocupado. Nunca había sido bueno conteniendo a nadie, sabía que debía estar ahí, marcar presencia, ser un referente, pero si tenía que dar palabras de apoyo y ánimo, mejor se quedaba callado o metía las patas de la forma más olímpica posible.
No obstante, su corazón en estos momentos le daba vuelcos incómodos. ¡No podía quedarse callado! Bridgette lo necesitaba, ¡tenía que decirle algo! Por años tuvo muy planeado lo que le diría si se llegaba a despertar, planeó como abordaría la situación, como se acercaría a ella y plantearía la situación que los llevó a ese punto, el cómo se descubrieron las identidades, como conciliar ese conocimiento y el cómo fueron interrumpidos cuando ella fue atropellada. ¡Con Un Maldito Demonio! ¡Con lo atolondrada que era ni siquiera había sido su culpa! Bridgette estaba cruzando bien la calle, con luz verde, no a tontas y locas…
… y luego vino ese camión y…
Ahí estaban. Él sin palabras, y ella hundiéndose en una horrible depresión. ¿Cómo culparla si todo debía ser irreconocible e intolerable? Cerró los ojos un momento, recordando las tantas carreras que se pegaban en las noches, cuando él como Chat Noir hacía piruetas por París persiguiendo listones rojos.
—¿Es Que No Vas A Decir Nada? Vienes Y Te La Pasas Ahí Sin Hablar. ¿Qué Pretendes?
—Acompañarte.
—¡Pues No Lo Hagas! O Si Vas A Estar Ahí, Al Menos Convérsame De Algo.
Félix sonrió para sus adentros. Bridgette lo miraba muy enojada y eso alivió por momentos sus preocupaciones. Si había sido capaz de reclamarle su silenciosa presencia es porque todavía estaba ahí esa fuerza suya. Claro… la Bridgette que recordaba era mucho más amable y sencilla, que no dudaba en confrontar gente y situaciones para corregir injusticias, no era este ser deprimido, pero… este regaño le demostraba que todavía tenía esa pasión en algún sitio. ¡Tenía que ayudarla de alguna manera!
—No me veo muy bien. —dijo finalmente la chica bajando la mirada y los hombros, muy segura, jugueteando con sus dedos— No me siento cómoda conmigo misma.
—No veo que te veas mal.
—Estoy ojerosa, tengo el cutis horrible, mi pelo parece heno seco, y estos pijamas… —Bridgette suspiró agobiada y se llevó las manos a las rodillas.
—Pero estás despierta. Puedes decidir qué hacer con eso.
—Si me muero no sería la gran diferencia.
—¡TE PROHIBO que vuelvas a decir eso! —dijo Félix tan rápido que no alcanzó a detenerse.
—¡No Me Digas Lo Que Tengo Que Decir O No!
Él y Bridgette cruzaron miradas fieras, desafiándose el uno al otro, tal como en algún momento lo hicieran como Ladybug y Chat Noir cuando no estaban de acuerdo con algún curso de acción. Bridgette nunca hubiera hecho eso con Félix, pero ¡Vaya que Ladybug no tenía resquemores en hacerlo con Chat Noir! Esto llenó de alivio a Félix. ¡Su Lady estaba ahí al fondo de esos ojos! Y si tenía que pelear con ella para sacarla a flote, ¡Daría una magnífica pelea!
… pero pronto esa mirada se apagó y Bridgette bajó la mirada de nuevo, derrotada.
—¿Qué caso tiene, chaton? Estoy quebrada y reducida a la nada… no puedo ni siquiera cuidar de mí misma.
—Puedes. Es cosa que te convenzas.
Félix se mordió la lengua. No era bueno en esto. ¡Debió prestar más atención! ¿O acaso debería abandonarse a sus impulsos y levantándola de la silla, abrazarla con toda su fuerza hasta que se sintiera bien? De todo gusto intercambiaría lugares con ella… pero… no podía hacer eso. Debía darle su espacio, debía dejar que ella tomara la iniciativa, no era él sino…
—Sabine me contó que estás peleando por la custodia de tu sobrino… —comentó de pronto Bridgette— Que ya llevas un tiempo en ello. ¿Qué pasó con tu hermano? Lo recuerdo muy tímido, pero…
—Sí, estoy tratando de conseguir la custodia y patria potestad. Gabriel… salió demasiado parecido a Marcel en cuanto a su trato. Adrien necesita salir de esa casa. Es un buen muchacho…
—Nunca te llevaste bien con Gabriel… con Marcel era entendible, pero nunca congeniaste con tu hermano menor. —Bridgette adoptó una expresión pensativa. Se había cruzado muy pocas veces con Gabriel en su vida y el hombre siempre le rehuyó, a veces con groserías.
—Marcel siempre lo comparaba conmigo y no de manera sana. Además que teníamos intereses muy diferentes y bueno. Gabriel siempre fue un resentido y un egoísta mucho peor que yo.
—Tú nunca fuiste egoísta. Solo mañoso e introvertido, pero muy justo y amable a tu modo. —Bridgette tomó aire— Sobre Marcel… ¿qué fue de él en estos años?
—No he tenido contacto con él en todo este tiempo. Sí sé que por alguna razón le dejó la mansión a Gabriel y a Emilie y pasó por varias residencias. Sigue a cargo de la farmacéutica en todo caso.
—¿Volvió a las andanzas?
—Non. Lo quebramos ma lady. —Félix entrecerró sus ojos— mas temo que se haya recompuesto. Tengo que prestarle más atención al muy connard.
—¿Por qué dices eso?
—Tengo mis motivos. —Félix se apretó el puente de la nariz— Volvió a la mansión después de todo. No me hace chiste que esté tan cerca de Adrien y por algo volvió a reclamar la casa. ¡Algo trama!
Una sombra de silencio se dejó caer entre ambos. Recordaron la última batalla contra el Alquimista y la destrucción que eso había provocado. Como habían tenido que perseguirlo por las calles e incluso las catacumbas, pero más decididos que nunca a no dejarlo escapar hasta que por fin lo habían acorralado en el relicario. Allí desplegó su poder y ambos estuvieron a la altura de las circunstancias, logrando vencerlo tras un arduo combate.
Pudieron desenmascararlo. Lo que destruyó el mundo de Félix, por cierto… pero el gato no se dejó derrumbar y logró destruir la habilidad de Marcel para usar los poderes que la Alquimia le había dado. Años de conocimiento convertidos en cenizas… su padre nunca más volvería a invocar a una quimera ni se embarcaría en experimentos peligrosos para el equilibrio del mundo…
… o eso quería creer.
—Chaton… —susurró Bridgette apenas— Puede que hayas destruido sus conocimientos, pero bien que pudo aprenderlos de nuevo.
Un escalofrío les recorrió el espinazo y Félix tuvo que sentarse. No podía decir que no había pensado en esa posibilidad, pero que su lady también llegara a la misma conclusión como que le destrozaba el alma. ¡Con mayor razón tenía que sacar a Adrien de la mansión! Lo antes posible.
—¿Has hablado con Fu sobre esto?
—Non. No lo veo desde que le devolví a Plagg.
—¿No crees que sería prudente advertirle?
—Hace años que no lo veo…
—¿Sabes donde está? —preguntó Bridgette— Quisiera verlo, preguntarle por Tikki… no sé todavía qué le pasó… y de ser posible, me gustaría hablar con ella una vez más…
Félix entrecerró los ojos pensativo. No, no sabía donde estaba Wang Fu, pero sí tenía una idea general. Además… podía encontrarlo si se lo proponía. Tenía bastantes recursos para ello.
—Tengo algunas nociones. Y tienes razón: sería bueno verlo.
Place du Trocadéro. París
En esos momentos.
Los akumas no le iban a servir a reunir la energía que necesitaba. Y si bien Papillón le estaba haciendo caso de momento, eso no iba a durar por siempre. Gabriel estaba resultando mucho más difícil de manipular de lo esperado. Se notaba que su hijo había crecido bastante y ya no era el mismo pusilánime de antes. Y desconfiaba de esa aparente sumisión de su parte, Gabriel tramaba algo. Si llegaba a darse cuenta de que no era tan poderoso como aparentaba, sería un desastre para él.
El otro día, cuando lo había obligado a contarle la verdad de los miraculous, había usado en su contra algo de la energía que ese akuma había reunido, pero no era suficiente. Tenía que tener un plan de apoyo, no depender de Gabriel y sin duda mantener las aguas separadas. Su hijo buscaba los miraculous para cambiar el pasado, él no los necesitaba, solo quería reunir la energía necesaria para recuperar a su hija, pero si se le presentaba la oportunidad, desearía recuperar los poderes que Ladybug y Chat Noir habían destruido… y quizás conocer también sus verdaderas identidades y destruirlos por haber coartado sus planeas hacía tantos años. ¡No era mucho pedir! Él era un hombre simple.
Después de todo, si llegaba a conocer sus identidades, entonces podría atacarlos donde más dolía y de la forma más canalla de todas.
—Necesito quimeras… ¡Los akumas no me sirven!
Es que los akumas eran criaturas racionales. Malvadas, capaces de crear todo tipo de estragos, pero también capaces de razonar. La energía que reunían era de buena calidad, pero en muy poca y si había algo que necesitaba, eso era cantidad. ¡Tenía que soltar de nuevo a las quimeras en París! Y para eso necesitaba víctimas. Él no tenía la capacidad de enviar maripositas para que akumatizaran a algún pobre diablo, sino que tenía que salir él mismo a las potenciales quimeras.
—Al menos pude aprender de nuevo como se hacían estos diagramas…
Marcel se quedó mirando su bastón. Encima de este había un diagrama alquímico dibujado, que brillaba con una tenue luz magenta que pocos eran capaces de ver. Mientras caminaba, elegía gente al azar y solía darles un golpecito con su bastón en alguna parte del cuerpo. A veces la gente se daba cuenta, a veces no, pero cuando se percataban de su existencia, se hacía pasar por un ancianito frágil y se disculpaba por su torpeza antes de seguir su camino.
Sus incautas víctimas lo dejaban ir y seguían con sus vidas, sin imaginar siquiera que el anciano había plantado una semilla de quimera en sus almas con ese simple golpecito y que a la orden del Alquimista, se desataría la barbarie. Ya fuese de a una o de a varias…
Este siempre había sido su modus operandi. Y le funcionaba mejor que nunca.
—De a una tendrá que ser en esta ocasión. Es lo que voy a poder controlar por vez…
Antes bien que era capaz de controlar incluso siete quimeras al mismo tiempo, pero ahora no sería capaz de hacerlo. No le importaba de mucho, pues una sería suficiente. Además, tenía que mandar un mensaje tajante: él era el Alquimista, quien mandaba en París y estaba ahí esperando a los antiguos héroes, si se dignaban a aparecer. Además, Gabriel sabía quien era él… y por lo mismo tenía que hacer gala de como se sembraba el verdadero horror para así quitarle las ganas de intentar alguna tontería en su contra.
—Comparado con lo que puedo hacer, intentar provocar la tercera guerra mundial será como la travesura de un niño de pecho. —se dijo Marcel a sí mismo, recordando lo que había visto en las noticias sobre los sucesos de Nueva York— Ahora… necesito desatar un poco el caos.
¿Quién podría ser la primera quimera de ese nuevo siglo? Marcel entrecerró los ojos, buscando con la mente a todas las semillas que había plantado hasta ese momento. Sea quien fuere, esperaba que causara un gran impacto y que reuniese mucha energía. ¿Quién podría ser? ¿Quién…?
Oh.
Marcel siguió caminando, luciendo todo lo indefenso que podía. Llegado a cierto punto, soltó su bastón, dándole un topecito a su nueva víctima, y trastabilló de súbito, amenazando caída. Nunca llegó al suelo.
—¡Monsieur! ¿Está usted bien? —una muchacha regordeta atajó su caída, sujetándolo de un brazo. Su amigo, un joven muy fornido y grandote, lo sujetó del otro— ¡Iván, el bastón!
—¡Aquí tiene abuelo! ¿Se lastimó?
—¡Ah, jovencitos, muchas gracias! No me fijé en el desnivel…
—¿En serio está bien? —insistió la muchacha.
—Claro que sí, solo fue un traspié. ¡Gracias por detenerme! Au Revoir.
El anciano siguió su camino, dejando atrás a Iván y Mylene. Ninguno había visto siquiera a Marcel, pero si lo vieron alejarse. ¡Tremendo susto les había dado! Pero bueno. Pronto se alejaron en la dirección contraria olvidando el encuentro casi por completo.
—¿… Entonces mademoiselle Bustier te dijo que podías recuperar?
—Sí, se mostró bastante abierta, así que no me quejo. —Mylene suspiró aliviada— Me da vergüenza reconocer que su clase me cuesta un poco.
—No te tiene que gustar todo en la vida. Está bien si tienes otros intereses, ma souris. —le dijo Iván con tierna decisión— Además nos da la excusa perfecta para estar juntos: ¡te tengo que ayudar a estudiar después de todo!
—¡No me quejo, Iván! Seguro que voy a poder subir mis notas y… —Mylene se detuvo de golpe cuando creyó ver algo por el rabillo del ojo— ¿Qué fue eso?
—¿Qué fue qué?
Mylene se soltó del brazo de Iván y se alejó unos pasos, como revisando la calle. Iván ladeó la cabeza. De pronto su novia parecía estar alterada.
—¿No nos pasó nadie por el lado?
—Non. Al menos no vi. ¿Qué viste?
—Tuve la impresión de que… ¡AH! —Mylene giró sobre sus talones. Algo le había rozado la cabeza— ¡¿Viste eso?!
—Non. ¿Quizás fue el viento?
—¡No puede haber sido el viento! Se sintió como una mano… —Mylene se llevó las manos a la garganta— ¡Mon Diéu!
—¿Qué te pasa, Mylene?
Mylene se quedó viendo a Iván con el rostro lleno de dudas. De pronto sentía el corazón que se le aceleraba en el pecho y que su ansiedad comenzaba a desbocarse. No como cuando la habían akumatizado, sino de forma diferente. Como que todo comenzaba a perder sentido. Sintió otro golpe en la espalda, pero cuando se giró a ver qué era, no vio nada. El ruido de los autos que pasaban comenzaron a alterarla y los reflejos le agitaron la respiración. Sin poder controlarlo, Mylene perdió el control de la ansiedad y su centro de pánico comenzó a dar las alarmas. A esas alturas muchos ya le estaban prestando atención.
—¡Mylene, cherie! ¡Háblame! ¿Qué te pasa? ¡¿Es Papillón?!
—NO. NO… ¡ALÉJATE! —Mylene lo miró a la cara, pero no pareció reconocerlo— ¡AAAAAAAH!
Esta vez el del susto fue Iván, pues vio en el rostro de su novia como se desencajaba de miedo.
—¡MYLENE! Soy Yo, ¡Iván! ¡Solo sigue mi voz! ¡Estoy aquí! ¡NO LO ESCUCHES!
Mylene se puso a chillar de terror, jalándose incluso los cabellos. Todo comenzó a dar vueltas frenéticas alrededor a su alrededor. Ella era presa del peor ataque de pánico que recordaba y cada sombra, gesto, sonido y color la hacía chillar de terror. Hasta se jalaba los cabello e intentaba lastimarse a sí misma en un afán irracional por calmarse. ¡Esto la iba a volver loca de horror! Iván estaba desconcertado y muy acongojado, no sabía a quién pedirle ayuda. ¡¿Qué le estaba pasando a su novia?!
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
—¡Mylene!
A dos calles de ahí, y mientras abordaba el mercedes que conducía el Gorila, Marcel puso una sonrisa casi siniestra. Se quedó viendo el diagrama de su bastón, que brillaba con algo más de intensidad y tomó aire.
Había extrañado esa sensación tan maravillosa de poder desatar los miedos de una persona y que esta se desquitara con cuanto estuviera a su paso. Rió entre dientes y los ojos le brillaron por unos instantes.
—¡Te Libero, Quimera! —susurró para sí, casi imperceptiblemente.
A lo lejos, se escuchó un chillido de terror casi sobrenatural y pronto se sintió una suerte de explosión que no dejó a nadie indiferente en París. La ciudad se sacudía y pronto estaría a merced de la criatura recién liberada.
Marcel solo se rió.
Continuará.
Por
Misao–CG
Publicado el sábado 22 de mayo de 2021
Próximo capítulo: La Quimera
… Jade Turtle llegó al lugar de los hechos en momentos que Ladybug sufría un mal aterrizaje. La quimera estaba abandonada en un frenesí destructivo y ahora centraba su atención en Chat Noir, quien en un esfuerzo por distraerla de Ladybug, hacía toda clase de piruetas. El anciano se acercó a Ladybug y la ayudó a ponerse de pie.
—¡Ladybug, hija! ¿Estás bien?
—¡Maestro Jade Turtle! ¡¿QUÉ ONDA ESA COSA?!
El anciano no tuvo momento de explicar nada, pues la caída de escombros…
Notas finales: Ahí lo tienen, una quimera nuevecita de paquete y a Marcel todo contento porque va a demostrar quién manda. Los jóvenes héroes van a tener las manos llenas en pocos momentos. Se les viene cuesta arriba. ¡Gracias por darme una oportunidad!
Y hablando de oportunidades, ¿leyeron lo nuevo de Abby? VAYAN. No quiero morir sola de ansias. ¡VAYAN!
Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
Ese Nokia era bastante resistente, no tanto como su sucesor, pero se defendía muy bien, Geral. Tuve uno y sin duda es el que más me ha durado, pese a mi historial de destrozar celulares. Ten un chocolate y ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
BRÚJULA CULTURAL:
Traída a ustedes gracias a la magia de Google, Wikipedia y otros sitios afines.
Martinica: (en francés: Martinique) es una isla con estatus de región y departamento de ultramar de Francia, que forma parte integrante de la República francesa y de la Unión Europea como región ultraperiférica. En tanto colectividad territorial única, tan solo consta de una asamblea que reagrupa las competencias del Consejo regional y departamental. Está ubicada al norte de Santa Lucía, en aguas del mar Caribe. El idioma oficial es el francés, pero la población habla también el criollo martiniqués (créole martiniquais).
Debe su nombre a Cristóbal Colón, quien la conquistó a partir de 1502. Se llamaba Jouanacaëra-Matinino y estaba habitada por los caribes. Esta isla pertenece al grupo de las llamadas Antillas Menores y dentro de este pertenece al grupo de las llamadas Islas de Barlovento. Pertenece a Francia desde 1635. Es montañosa y de origen volcánico.
