Sakura se despertó sobresaltada, y la sorprendió estar en la cama, pues no tenía idea de cómo había llegado allí. Después de un largo rato, comprendió la situación: ¡buen Dios, en realidad se había desmayado!

Mientras trataba de asimilar semejante humillación, percibió que la brisa que entraba por la ventana abierta le refrescaba la piel desnuda. Abrió los ojos y vio a Sterns inclinado sobre ella desde un costado de la cama, ya Sasuke, desde el opuesto. La expresión de ambos era tan sombría que se habría desmayado otra vez.

- El tiro la atravesó - musitó Sasuke.

- Gracias a Dios - susurró Stems.

- Canallas, ¿quién de ustedes dos me quitó la ropa cuando yo no podía impedirlo? - preguntó, en tono tan cortante como una helada reciente.

Stems dio un salto, pero Sasuke se limitó a sonreír.

- ¿Se siente mejor, milady? - preguntó el mayordomo, ya compuesto.

- Sí, gracias, Sterns. ¿Por qué me sostiene la mano?

- Para que se quede quieta, milady - le contestó el mayordomo.

- Ya puede soltarme. No obstaculizaré la tarea de Sasuke. En cuanto obedeció, Sakura trató de apartar las manos de Sasuke de su costado.

- Estás apretándome, Sasuke - murmuró.

- Ya casi terminé, Sakura.

Aunque la voz de Sasuke sonaba áspera, sus movimientos eran muy suaves ya Sakura no se le pasó por alto la contradicción.

- ¿Estás enfadado conmigo, Sasuke?

Sin siquiera mirarla, el aludido respondió, cortante:

- No.

- Podrías ser un poco más convincente - protestó la muchacha -. Estás enfadado -insistió, enfatizando con un gesto -. No entiendo por qué...

Se interrumpió, y lanzó una exclamación ahogada.

Sasuke imaginó que la causa de la molestia era el vendaje que estaba colocándole sobre la herida.

- ¿Está demasiado apretado? - inquirió, con expresión afligida.

- Crees que toda la culpa es mía, ¿no? - tartamudeó Sakura-. Crees que, de manera deliberada...

- Oh, no, milady - la interrumpió Stems-. El marqués no la culpa a usted. No cree que haya querido ser herida. Lo que sucede es que mi señor siempre se pone un poquito...

- ¿Malhumorado? - propuso Sakura. Stems asintió.

- Sí, cuando está afligido se pone de mal humor. Sakura volvió la atención a Sasuke.

- Lamento haberte preocupado - le dijo -. ¿Todavía estás preocupado?

- No.

- ¿Eso significa que la herida no es tan terrible como parecía?

Sasuke asintió. Dio los toques finales a su trabajo, y luego se concentró por entero en Sakura.

- Es sólo una herida superficial, Sakura. Estarás bien en poco tiempo.

El semblante de Sasuke expresaba lo mismo que sus palabras, y eso representó un alivio inmediato para Sakura.

- Sterns, cúbrame las piernas, y no mire mientras lo hace - ordenó.

La voz de la muchacha había recuperado parte de su brío, cosa que arrancó una sonrisa del rostro adusto del mayordomo.

Sakura no tenía puesta más que la camisa, y uno de los costados de la prenda de encaje bordado había sido desgarrado para dejar la herida al descubierto y si bien la joven comprendía la necesidad de que le quitaran la ropa, ahora que ya no corría peligro de muerte, era necesario conservar las apariencias.

El mayordomo hizo lo que le pedía, y luego fue a buscar una bandeja con la cena de Sakura. La muchacha y Sasuke quedaron solos.

- No me importa si sólo se trata de una pequeña herida superficial - dijo Sakura -. Decidí que voy a haraganear, Sasuke. El marqués se sentó en el costado de la cama, le tomó la mano y le dirigió una de esas sonrisas capaces de paralizar el corazón.

- ¿Por qué tengo la impresión de que este anuncio oculta algo?

- Cuán astuto de tu parte, sir - replicó la joven -. Hay algo. Mientras yo haraganeo, tú te quedarás junto a mi lecho de enferma. Pues, a fin de cuentas, esto es culpa tuya - agregó, con gesto enfático.

Tuvo que morderse el labio inferior para contener la risa, pues Sasuke parecía muy confundido. Lo miró expectante, hasta que el hombre le preguntó:

- Oh, ¿y cómo llegaste a la conclusión de que es mi culpa?

Sakura se encogió de hombros.

- Todavía no lo pensé, pero ya lo haré. Dame tu palabra, Sasuke, pues no podré descansar tranquila hasta que no me prometas que no te apartarás de mi lado.

- De acuerdo, amor mío - respondió, con un guiño pícaro -. No me apartaré de tu lado ni de día ni de noche.

A Sakura no le pasó inadvertido el sentido de esa afirmación.

- A la noche, puedes ir a tu propia cama -replicó.

- ¿Puedo?

Sakura prefirió no provocarlo más, pues supuso que si seguía dándole órdenes se pondría de muy mal humor. Además, ¿quién había ganado esa vuelta? Ella.

La molestia de haber recibido un disparo estaba convirtiéndose en una ventaja, pues ya tenía una buena excusa para mantener a Sasuke a su lado, ¡Así podría haraganear hasta que Gaara fuese a buscarla!

Sakura no tenía conciencia de lo agotada que estaba: se durmió en cuanto terminó de cenar, con la bandeja aún apoyada sobre el regazo, y se despenó sólo una vez en toda la noche. Sobre la mesilla de noche, ardían dos velas iguales que daban una luz suave.

Recordó la señal que tenía que hacerles a Neji y Sai para que supieran que todo estaba bien y apartó las cobijas.

Entonces vio a Sasuke, desparramado en una silla de respaldo alto, junto a la cama, con los pies descalzos apoyados sobre la cama, la camisa blanca abierta hasta la cintura, profundamente dormido.

Sakura perdió la noción del tiempo, contemplándolo. «Es para asegurarme de que está realmente dormido - se dijo -. ¡Señor, es tan atractivo!» Pero se convirtió en mucho más que un hombre apuesto. Era como un refugio seguro contra la tormenta, y la desbordó el anhelo de apoyarse en él, de dejar que la cuidase. El ángel guardián de Sakura comenzó a roncar, sacándola del trance, y entonces salió de la cama, tomó una de las velas y fue hacia la ventana. El paisaje estaba bañado por una lluvia suave, y Sakura sintió algo de culpa al pensar que sus hombres estaban empapándose. Si les hubiese hecho la señal más temprano, podrían haber encontrado un refugio seco.

- ¿Qué estás haciendo?

La voz retumbante de Sasuke la sobresaltó tanto que casi dejó caer la vela. Se volvió y lo encontró a unos centímetros de ella.

- Estaba mirando por la ventana – susurró -. No quise despertarte.

Sasuke tenía el cabello enmarañado y, al parecer, todavía estaba más dormido que despierto. Un mechón de pelo le caía sobre la frente, dándole un aire vulnerable y, sin pensarlo, lo acomodó en su lugar.

- Mañana podrás mirar por la ventana –le replicó, con la voz áspera de sueño. Tras hacer tal afirmación, quitó la vela de manos de Sakura, volvió a ponerla sobre la mesilla y, con gesto arrogante, le indicó que volviese a la Cama. - ¿Te duele el costado? - le preguntó.

La muchacha supuso que no estaba muy preocupado por la herida, pues mientras hablaba había bostezado. Sakura comenzaba a decirle que no le dolía mucho, pero lo pensó mejor.

- Sí – dijo -. Me duele, pero sólo un poquito - agregó, al ver que Sasuke parecía un tanto afligido - ¿Por qué estabas durmiendo en la silla?

Antes de responderle, Sasuke se quitó la camisa.

- Ocupabas casi toda la cama – explicó - y no quería moverte.

- ¿Moverme? ¿Por qué habrías de moverme?

Sasuke apagó las velas, apartó las cobijas y se tendió junto a la muchacha. Luego le dio una respuesta indirecta:

- Sólo me quedaré contigo hasta que te duermas otra vez.

- Pero Sasuke, eso no es correcto en absoluto...

- Duérmete, amor. Necesitas descansar.

Cuando Sasuke la rodeó con el brazo, Sakura se puso tensa. Le puso la mano entre los pechos y, cuando intentó sacársela, Sasuke le tomó la mano y se la retuvo.

- En realidad, esto no es nada...

Se interrumpió en mitad de la frase, comprendiendo que era inútil, pues Sasuke ya roncaba otra vez, y no debía de estar oyendo una palabra de lo que Sakura decía. Sakura llegó a la conclusión de que no había nada de malo en dejarlo dormir junto a ella unos minutos. A fin de cuentas, ella lo había hecho fatigarse, y el hombre necesitaba descansar. Ya había advertido que, cuando estaba cansado, se ponía de mal humor. Por extraño que pareciera, ese rasgo le resultaba atractivo. Sakura se acurrucó junto a Sasuke y cerró los ojos. Por instinto sabía que el hombre la respetaría. Era un caballero y le había dado su palabra de que no se aprovecharía de ella. Sin duda, Sakura estaba tan cansada como parecía estarlo Sasuke, pues se quedó dormida con una idea de lo más confusa dando vueltas en su cabeza. Comenzaba a desear que, a fin de cuentas, no fuese tan caballeroso.

No pudieron localizar al médico, sir Harwick, durante dos días con sus noches. Sasuke envió mensajeros a la casa del médico en Londres y a la propiedad en el campo. Por fin, encontraron a Harwick en la residencia de lady McWilliams, asistiendo un parto. El médico respondió con un mensaje en el cual decía que ida a la propiedad de Sasuke tan pronto completara la tarea. Sasuke despotricó por el inconveniente, hasta ¡que Sakura le recordó que su vida ya no corría peligro, cosa que el mensajero le explicó al médico, y que, de todos modos, se sentía mucho mejor y no necesitaba ni quería que nadie estuviese apretándole la herida.

Pronto el haraganear se convirtió en una tortura para Sakura: no podía soportar el confinamiento. El clima también se hacía eco del estado de ánimo de la muchacha, pues, desde el momento en que llegaron con Sasuke a la casa, no había dejado de llover. El talante de Sasuke era tan sombrío como el de Sakura: parecía un animal enjaulado. Cada vez que iba a la habitación a conversar con ella, paseaba de un lado a otro, con las manos aferradas a la espalda y le hablaba del pasado, del hermano y de todos los sucesos que conducían al asesinato que había presenciado. Sasuke siempre concluía cada sesión con la afirmación de que todavía no tenía suficiente información para llegar a una conclusión sólida. La frustración del hombre era casi palpable. Para Sakura, ese juego de engaños era igual de enervante. Claro que cuidaba de no proporcionarle demasiados hechos verdaderos, pero, ¡por Dios, era un trabajo cansador!

Pasaban mucho tiempo gritándose. Sakura lo acusaba de lamentar el haberse involucrado en los problemas de ella. Por supuesto, Sasuke se sentía ofendido por tal acusación, aunque no la negaba. En el fondo, la muchacha creía que él ya no la consideraba atractiva: ya no la besaba ni dormía junto a ella, y casi no le dirigía una palabra amable.

La cuarta noche de confinamiento, Sakura perdió el control. Se quitó la venda nueva que Stems le había cambiado pocas horas antes, pidió que le preparasen un baño y luego anunció que estaba recuperada. Cuando terminó de lavarse el pelo, su estado de ánimo había mejorado de manera considerable. Stems la ayudó a secar los largos rizos y luego Sakura se sentó frente al hogar, donde ardía un buen fuego.

Stems dio indicaciones para que cambiaran las sábanas y quitaran la bañera y luego insistió para que Sakura volviese a la cama. En cuanto oscureció, Sakura les hizo la señal a sus hombres y luego volvió a la cama. Abrió uno de los libros que había tomado de la biblioteca de Sasuke y se instaló a leer, con la música de fondo de truenos lejanos.

Pero la tormenta fue más que un amago. Un árbol gigante, tan alto como la casa de tres pisos de Sasuke, cayó al suelo a causa de un rayo tan fuerte que las raíces expuestas ardieron con un extraño resplandor durante un buen rato, y luego el sisear y crujir de la madera que se quemaba estalló en el aire de la noche como carne asándose al aire libre.

Se necesitaron todos los ayudantes extra para calmar a los caballos asustados que estaban en los establos. Según Kelley, el jefe de los mozos de cuadra, era el olor del fuego que llegaba a las narices de las bestias. Llamaron a Sasuke, pues no lograban calmar a su potro, pero, en cuanto él entró en la cuadra, el animal dejó de alborotar. Sasuke regresó a la casa principal después de la medianoche, y, aunque no estaba lejos de los establos, llegó empapado. Dejó las botas, las medias y la chaqueta en la entrada y subió la escalera. En el instante en que iba a entrar en la habitación, resonó otro trueno poderoso. «Sakura debe de estar aterrada - se dijo, cambiando de dirección -. Sólo iré a ver si está bien. Si está dormida, la dejaré en paz. Pero si está despierta... quizá podamos disfrutar de otra discusión a gritos acerca de las maldades del mundo y de la inferioridad de las mujeres.» La idea lo hizo sonreír: Sakura era cualquier cosa menos inferior, y estaba haciendo pedazos las convicciones de Sasuke. Desde luego que Sasuke era capaz de bajar a la tumba antes que admitirlo ante la muchacha, pues era muy divertido verla tratar de ocultar sus propias reacciones a las opiniones de él. A decir verdad, se sorprendió al descubrir que tenía ganas de conversar con Sakura. Sin duda, había otras cosas que también tenía ganas de hacer, pero se esforzó por apartar semejantes pensamientos.

Si bien se detuvo un instante para golpear la puerta, no le dío tiempo de que lo echara, ni de despertarse, si es que estaba dormida. Abrió la puerta antes de que la muchacha pudiese reaccionar. Se alegró al comprobar que no dormía. Se apoyó contra el marco de la puerta y la observó largo rato. Lo colmó una cálida sensación de contento. En los últimos días, había comenzado a aceptar que le gustaba tenerla en su casa, y hasta el gesto ceñudo de Sakura lo hacía sentir como si hubiese llegado al paraíso. «Debo de haberme vuelto tonto – pensó -, pues hasta me gusta esa expresión enfurruñada.» El hecho de que le resultara tan fácil irritarla le indicaba que no le era del todo indiferente. Esa mujer lo embrujaba y aunque a Sasuke no le agradaba admitirlo... Sakura era tan bella, tan suave, tan femenina. Un hombre no necesitaba mucho más para rendirse, y él estaba a punto de hacerlo... ¡que Dios lo ayudara!

No tocarla estaba convirtiéndose en una tortura, y el ánimo de Sasuke reflejaba la lucha que se libraba en su interior. Se sentía lleno de nudos por dentro, y cada vez que la veía tenía deseos de tomarla en sus brazos y hacerle el amor de manera apasionada y salvaje. Con todo, no podía mantenerse lejos de Sakura. Hora tras hora iba a la habitación para observarla. ¡Dios, la miraba incluso mientras estaba dormida!

Era imposible que Sakura tuviese idea del tormento que Sasuke sufría, pues si imaginara las fantasías que pasaban por la mente de su anfitrión no tendría un aire tan sereno.

Dos velas ardían sobre la mesilla de noche, y Sakura tenía un libro entre las manos. Bajo la mirada de Sasuke, la muchacha cerró lentamente el libro, sin apartar, a su vez, la mirada de él, y luego lanzó un largo suspiro.

- Sabía que tendría que haber cerrado con llave – afirmó -. Sasuke, esta noche no estoy en condiciones de soportar otra inquisición.

- De acuerdo.

- ¿De acuerdo?

Fue evidente que la inmediata complacencia de Sasuke la sorprendió, y dijo, con aire suspicaz:

- ¿En serio, señor? ¿No me fastidiarás?

- En serio - respondió Sasuke, riendo entre dientes.

- Aun así, no tendrías que estar aquí - le dijo Sakura, con esa voz ronca que a Sasuke le resultaba tan excitante.

- Dame una buena razón por la que no tendría que estar aquí.

- Mi reputación y tu casi desnudez.

- Son dos razones - dijo el hombre, marcando las palabras.

- ¿En qué estás pensando? - preguntó, al ver que Sasuke cerraba la puerta -. Los sirvientes sabrán que estás aquí.

- Creí que no te importaba tu reputación, Sakura. ¿Acaso cambiaste de idea?

Sakura volvió a sacudir la cabeza, la luz de las velas resplandeció en su pelo y Sasuke quedó fascinado.

- Cuando pensé que me matarías, no me importaba mi reputación, pero ahora que me disté la esperanza de seguir sana y salva, cambié de idea.

- Sakura, Sterns sabe que dormí aquí la primera noche, cuando...

- Eso fue diferente –lo interrumpió -. Estaba enferma, herida, y tú estabas preocupado. Sí, fue muy diferente. Ahora estoy recuperada, y los criados se lo dirán a tu mamá, Sasuke.

- ¿A mi mamá? - Sasuke rompió a reír -. No te preocupes por los sirvientes, Sakura. Están durmiendo. Además, no me impulsa la lascivia.

La muchacha intentó disimular la desilusión.

- Lo sé - dijo, lanzando otro suspiro fingido -. Pero, si no te trae la lascivia, ¿qué haces aquí a esta hora?

- No me mires con tanta suspicacia. Pensé que la tormenta te habría asustado, eso es todo. - Hizo una pausa, mientras la miraba, ceñudo, y agregó -: No estás asustada, ¿verdad?

- No - respondió la muchacha -. Lo siento.

- ¿Por qué lo sientes?

- Porque pareces un poco decepcionado. ¿Querías consolarme?

- En efecto, esa idea cruzó por mi mente - admitió Sasuke, en topo cortante.

Cuando comprendió que Sakura contenía la risa, el ceño de Sasuke se hizo más profundo. Se apartó de la puerta y se aproximó a la cama. Sakura apartó las piernas justo a tiempo, un instante antes de que él se sentara. Sakura hizo esfuerzos desesperados por no contemplar el pecho desnudo de Sasuke. La mata de vello oscuro y rizado formaba una línea que terminaba en el centro del estómago plano. Deseaba pasar los dedos por ese vello apretado, sentir el calor del hombre contra sus propios pechos...

- ¡Diablos, Sakura, casi todas las mujeres se asustan! La voz de Sasuke la arrancó de los ensueños eróticos.

- Yo no soy la mayoría de las mujeres – repuso -. Ya sería hora de que lo comprendieras.

En ese instante, Sasuke no entendía nada. Contemplaba los botones superiores del camisón blanco, pensando en la piel sedosa que se ocultaba debajo. Lanzó un suspiro entrecortado. Ya sabía que no estaba asustada por la tormenta y tendría que irse. Los pantalones empapados por la lluvia estaban mojando las cobijas. Sabía que debería irse, pero no podía moverse.

- No me parezco en nada a la mayoría de las mujeres que conoces - afirmó la joven, para quebrar el incómodo silencio.

Gotas de lluvia perlaban los hombros y los antebrazos musculosos de Sasuke. A la luz de las velas, la piel bronceada resplandecía. Pasó la mirada al regazo de Sasuke y supo que era un error. El bulto entre las ingles era muy evidente... y excitante. Sintió que se ruborizaba.

- Estás empapado – barbotó -. ¡Pedazo de tonto!, ¿estuviste caminando bajo la lluvia?

- Tenía que ir a la cuadra, a ayudar a calmar a los caballos.

- Tu cabello se riza cuando está húmedo - agregó Sakura -. Debes de haberlo odiado cuando eras niño.

- Lo odiaba tanto que no compartía mis juguetes - dijo, remarcando las palabras. Posó la mirada en el pecho de Sakura y advirtió que los pezones endurecidos rozaban la tela fina del camisón. Hizo uso de toda su disciplina para abstenerse de tocarla. Estaba a punto de perder el control, y un simple beso de buenas noches lo habría hecho olvidar las buenas intenciones.

Otro rayo inundó de luz la habitación, seguido por el estrépito ensordecedor de un trueno. Antes de que Sakura hubiese apartado las mantas, Sasuke había saltado de la cama y estaba de pie ante la ventana.

- Seguro que eso volteó algo - afirmó Sasuke -. Creo que nunca vi una tormenta tan feroz.

Escudriñó la oscuridad para ver si veía algún foco de incendio y luego sintió que Sakura lo tomaba de la mano. Se volvió hacia ella ocultando la preocupación.

- Se acabará muy pronto - dijo Sakura.

Al ver que Sasuke la miraba, asombrado, le apretó la mano para tranquilizarlo e insistió:

- Ya verás.

¡Era increíble: era Sakura la que intentaba consolarlo a él! Pero parecía tan sincera que no se atrevió a reír. No quería herir sus sentimientos, y, si sentía necesidad de tranquilizarlo, la dejaría hacerlo.

- Mi tío solía decirme que, cada vez que había tormenta, era porque los ángeles estaban alborotando. Lo decía como si fuese que estaban dando una gran fiesta.

- ¿Y tú le creías? - preguntó Sasuke, sonriente.

- No.

Entonces sí, Sasuke rió, con un sonido retumbante y parecido a un trueno.

- Sakura, he aprendido a apreciar tu honestidad. Me resulta muy cautivante.

Al parecer, a la joven no le gustó escucharlo, pues le soltó la mano y movió la cabeza otra vez.

- Para ti, todo es siempre blanco o negro, ¿no es cierto? Nunca hay posibilidad de desviaciones, ¿no? Yo traté de creerle al tío, pero sabía que mentía para calmar mi miedo. Sasuke, en ocasiones, una mentira es para bien. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?

Sasuke la contempló largo rato. - Dame otro ejemplo, Sakura - dijo, en un suave murmullo -. ¿Acaso me mentiste alguna vez?

La joven asintió lentamente. Unos instantes después, Sasuke preguntó:

- ¿Y cuál fue esa mentira?

Sakura no le respondió con suficiente rapidez y, de pronto Sasuke le puso las manos sobre los hombros y la obligó a darle la cara. Le alzó la barbilla exigiendo que lo mirase.

- ¡Explícame cuál fue esa mentira!

La expresión de Sasuke le dio escalofríos. Sakura no podía encontrar en ese semblante la menor calidez. El color de esos ojos parecía el de las mañanas de invierno.

- No soportas una mentira, sea por el motivo que fuere, ¿no?

- Dime cuál fue.

- En realidad, no me disgustas.

- ¿Qué? - preguntó Sasuke, incrédulo.

- Dije que, en realidad, no me disgustas.

- ¿Esa fue la mentira?

- Sí.

Percibió que la tensión desaparecía de las manos que le aferraban los hombros.

- Bueno, diablos Sakura, pensé que era algo serio.

- ¿Cómo qué? –preguntó Sakura, alzando la voz.

- Como que tal vez fueses casada - respondió Sasuke, casi gritando -. Ya sé que no te disgusto - agregó, en voz más suave.

- ¡Eres imposible! - gritó Sakura -. Y, además, inflexible. Si te hubiese dicho otras mentiras, sin duda ahora lo reconocería. Te pones de muy mal humor.

- Sakura.

- ¿Qué?

- ¿Qué otras mentiras?

- Se me ocurrió decirte que era casada – dijo -. Pero no soy buena para inventar, y pensé que no me creerías.

- ¿Por qué querrías que creyese que eras casada? Distraído, Sasuke le frotaba los hombros.

- Porque en la taberna - se apresuró a decir la muchacha - me parecías un tigre que planea conseguir su siguiente presa, y pensé que si me creías casada... o viuda reciente, tendrías compasión.

- ¿De modo que querías mi compasión, pero no mi lujuria?

Sakura asintió.

- Tendrás que admitir que nos sentimos mutuamente atraídos. Nunca quise que un hombre me tocara del modo que tú... me tocaste.

- Me agrada saberlo, mi amor.

- Oh, ya lo sabías - susurró la joven -. Deja de complacerte tanto contigo mismo. Tenía que ocurrir tarde o temprano.

- ¿Qué era lo que tenía que ocurrir?

- Que yo conociera a alguien a quien quisiera acercarme un poco más - explicó Sakura.

- Me alegra que haya sido conmigo - admitió Sasuke. La rodeó con los brazos y la apretó contra sí.

- Sakura, ¿ahora quieres que te toque?

La muchacha forcejeó y retrocedió un paso.

- Da lo mismo si quiero o no que me toques, Sasuke. Eres mi protector, y tienes que dejarme en paz.

De pronto, Sakura quedó apretada contra el pecho, los muslos, la dura erección de Sasuke. La tenue tela del camisón era inútil como protección contra ese cuerpo, contra ese increíble calor.

- No sucede así, Sakura.

- ¿Por qué no?

- Te deseo.

La voz ronca de Sasuke la desarmó. Sabía que su propia reacción ante él tendría que apabullarla, pero lo que en verdad quería era derretirse en sus brazos. El ansia de dejar que la tocara era un dulce tormento. «¡Dios, estoy confundida!» Nunca, jamás permitió que nadie se le acercara tanto. Siempre había evitado los compromisos de todo tipo, pues pronto aprendió que amar a alguien causaba más penas que alegrías. El propio Gaara la había abandonado. Por eso se había vuelto vulnerable. Sí, sólo una tonta dejaría que un hombre como Sasuke se le acercara... sólo una tonta.

A lo lejos se oyó un trueno. Pero en ese momento, ni Sakura ni Sasuke se dieron cuenta. Estaban consumidos por el calor que fluía entre ellos.

Se miraron a los ojos durante lo que pareció una eternidad.

Y por fin, fue inevitable. Cuando Sasuke inclinó lentamente la cabeza hacia ella, Sakura se acercó a su encuentro. La boca de Sasuke la poseyó completamente, pues estaba tan hambriento de Sakura como ella lo estaba de él. Sakura recibió esa lengua, la frotó contra la propia, y lanzó un gemido de anhelo y aceptación, que se mezcló con el áspero gemido de deseos del hombre. El beso fue hondo y salvaje. Sasuke era un hombre lujurioso, y su hambre no se calmaba con facilidad. No le permitiría retroceder ni entregarse a medias. y Sakura tampoco quería retroceder. Le rodeó el cuello con los brazos, entrelazó los dedos en el pelo suave y rizado, y se apretó a él. Quiso que nunca se apartara de ella.

Cuando al fin Sasuke se apartó, Sakura sintió como si le hubiese arrancado el corazón. Se acurrucó contra él con audacia, apoyando la mejilla contra el pecho cálido del hombre. Aunque la mata de vello le cosquilleaba la nariz, la sensación le gustaba demasiado para alejarse. El aroma tan masculino le recordaba el de los brezos y el almizcle. Esa fragancia tan terrena se adhería a la piel de Sasuke. En voz entrecortada, Sasuke le preguntó:

- Sakura, ¿habrá otras mentiras que quieras contarme?

- No.

La timidez en el tono de Sakura lo hizo sonreír, y dijo:

- ¿No, no hay otras mentiras, o no quieres contármelas? Sakura frotó la mejilla contra el pecho de Sasuke, intentando distraerlo, y dijo:

- Sí, hay más mentiras. - Sintió que se ponía tenso, y se apresuró a agregar -: Pero son tan insignificantes que ahora ni las recuerdo. Pero te prometo que cuando las recuerde te las diré.

Sasuke se relajó otra vez, y Sakura comprendió que la mentira estaba, para él, entre las mayores atrocidades.

- Sakura.

- ¿Qué, Sasuke?

- ¿Me quieres?

No le dio tiempo de responder:

- ¡Maldición, ahora sé sincera conmigo! Basta de mentiras, Sakura. Tengo que saber, ya - dijo entre dientes.

- Sí, Sasuke. Te deseo intensamente.

Parecía estar confesando un pecado espantoso.

- Sakura, el hecho de deseamos uno al otro tendría que ser motivo de alegría, no de desesperación.

- Es ambas cosas.

Sakura tembló por dentro al pensar en lo que estaba por hacer: se sentía ansiosa... y muy insegura. «No me enamoraré de él», se prometió, pero comprendió que era una mentira al sentir que se le llenaban los ojos de lágrimas. Sasuke ya había hallado el camino hacia su corazón. Cuando Sakura volvió a los brazos de él, Sasuke la sintió temblar y la abrazó con más fuerza.

- Yo te cuidaré, Sakura – murmuró -. Mi amor, ¿en qué estás pensando?

- Que sobreviviré - respondió la muchacha.

Aunque no comprendió a qué se refería, el miedo que resonaba en la voz de Sakura le estrujó el corazón.

- No tenemos que...

- Te quiero - lo interrumpió Sakura -. Pero antes tienes que prometerme algo.

- ¿Qué cosa?

- No tienes que enamorarte de mí.

El tono serio de Sakura le demostró que no bromeaba, y Sasuke se puso furioso. ¡Esa mujer lo confundía tanto! Decidió pedirle una explicación para esa exigencia tan absurda, pero Sakura comenzó a acariciarlo de tal modo que le provocó fiebre. La besó cálidamente en el pecho, y, cuando la lengua de la muchacha rozó uno de sus pezones, el cuerpo de Sasuke comenzó a arder de deseo por ella.

Provocándolo, trazó una línea por el costado del cuello del hombre con su dulce boca, impulsándolo sin palabras a responder. El control de Sasuke se esfumó. Nunca había estado con una mujer que le respondiera con tal inocencia, con tal sinceridad. Por primera vez en su vida, se sentía querido... y amado. Se le escapó un gemido ronco, mientras se decía que tenía que ser suave con ella. Quería saborear cada contacto, cada caricia, hacer que esa noche con ella fuese infinita. Pero, cuando del fondo de la garganta de Sakura comenzaron a brotar esos gemidos eróticos, Sasuke desobedeció su propia recomendación. Lo enloqueció. Con brusquedad, el hombre envolvió un mechón de los rizos sedosos de la muchacha en el puño y le echó la cabeza hacia atrás, para poder darle otro beso arrasador. La pasión de Sasuke la consumió. La boca del hombre le devoró los labios, y su lengua... Dios, la lengua de Sasuke la hizo temblar de puro deseo. Las uñas de Sakura se hincaron en los músculos de los antebrazos del hombre y se entregó al cuidado de él. En el vientre de la muchacha comenzó a arder un fuego salvaje, que pronto se transformó en una dulce tortura.

Las manos de Sasuke aferraron las nalgas de Sakura y la apretó contra su erección. De manera instintiva, la muchacha apretó el miembro duro y comenzó a frotarse contra él.

El dolor se intensificó. Cuando la boca de Sasuke se apoyó en el cuello de Sakura, cuando su lengua comenzó a acariciar el lóbulo de su oreja, se sintió tan débil que casi no podía tenerse en pie. Le susurró oscuras promesas prohibidas, sobre las cosas que quería hacerle. Algunas las comprendió, otras no, pero quería experimentarlas todas.

- Sakura, no hay arrepentimiento posible - murmuró Sasuke -. Me pertenecerás.

- Sí - respondió la mujer -. Esta noche quiero ser tuya, Sasuke.

- No - dijo el hombre, entre dientes, y la besó de un modo lento y láng1lido -. No sólo esta noche, amor: para siempre.

- Sí, Sasuke - susurró Sakura, casi sin conciencia de lo que estaba prometiendo -. Dime qué quieres que haga. Quiero complacerte.

La respuesta consistió en tomarle la mano y llevarla a la cintura de sus propios pantalones.

- Sujétame, cariño - le indicó, en voz ronca -. Tócame, apriétame. Fuerte.

El tamaño del miembro erguido la asustó, pero la reacción de Sasuke a su caricia arrasó con la timidez inicial de la muchacha. Los gemidos de placer del hombre la volvieron audaz: se sentía fuerte y débil al mismo tiempo. Sakura se aflojó contra él, sonriendo al oír que volvía a murmurarle indicaciones, pues la voz de Sasuke temblaba. y del mismo modo, la mano de ella. Los dedos de Sakura rozaron el estómago plano de Sasuke y se deslizaron por la cintura de los pantalones. Sasuke aspiró con brusquedad, diciéndole sin palabras cuánto le gustaba esa invasión. Sakura se tomó más audaz aun y comenzó a desabotonar la abertura del pantalón. Aunque se mostraba torpe, no cejó hasta soltar todos los botones. Entonces vaciló, y Sasuke continuó con la tarea. Arrastró la mano de Sakura dentro de la abertura. Los dedos de Sakura se extendieron hacia abajo, en la mata de vello apretado, y bajaron hasta tocar el centro mismo del calor de Sasuke. Era increíblemente caliente y duro, pero Sakura apenas lo acarició cuando el hombre le apartó la mano.

- Terminaría antes de comenzar - dijo entre dientes, cuando Sakura intentó tocarlo otra vez.

- Sasuke, quiero...

- Lo sé - gimió.

Mientras lo decía, le quitaba el camisón. De súbito, Sakura se sintió avergonzada y trató de bajarse otra vez el camisón por las caderas.

- ¿No puedo dejármelo?

- No.

- Sasuke, no – balbuceó -. No...

Entonces Sasuke la tocó ahí, en su sitio más privado. La palma de la mano se ahuecó con audacia sobre ese sitio y luego los dedos comenzaron a tejer su magia. Sabía bien dónde acariciar y frotar y cuánta presión ejercer. Pronto, el camisón quedó a un lado, igual que los pantalones de Sasuke. Las manos grandes del hombre cubrieron los pechos plenos de la muchacha, y los pulgares frotaron los pezones dilatados, hasta que Sakura se apretó contra él. Otro rayo iluminó la habitación. Cuando Sasuke vio la pasión en los ojos de la mujer, la alzó en brazos y la llevó a la cama. Luego se tendió junto a ella. Metió una de las rodillas entre los muslos de Sakura, obligándola a separarlos y, cuando obedeció, empujó su miembro erecto contra la húmeda suavidad.

- ¡Oh, Dios, qué maravillosa sensación! - murmuró.

Se apoyó en los codos para no aplastarla con su peso y luego bajó la cabeza hasta el valle entre los pechos de la muchacha. La besó allí, en los costados de los pechos, y

trazó lentos círculos en torno de uno de los pezones, con la punta de la lengua.

Sakura sintió como si la hubiese golpeado un rayo y se removió, inquieta, contra el hombre. Cuando, al fin, tomó el pezón en la boca y comenzó a succionar, Sakura le hundió las uñas en los hombros, y el gemido ronco del hombre fue una mezcla de dolor y placer.

- ¿Te gusta eso, mi amor? - preguntó, antes de ocuparse del otro pezón.

Sakura quiso decirle cuánto le gustaba lo que estaba haciéndole, pero la pasión le impedía hablar. La boca de Sasuke atrapó otra vez la de la mujer y apartó suavemente los muslos de Sakura con las manos, mientras sus dedos no cesaban de prepararla para él.

- Sakura, rodéame con las piernas - le ordenó de pronto, en voz áspera -. No puedo esperar más, cariño. Tengo que estar dentro de ti. Sakura sintió la punta húmeda del sexo de Sasuke, luego las manos del hombre le alzaron las caderas. La boca del hombre cubrió la de la mujer y la lengua penetró en su boca, al mismo tiempo que su sexo penetraba el de ella. Sakura gritó y trató de apartase, y Sasuke sintió la resistencia contra su miembro erecto. Por breves segundos, el hombre vaciló, pero la expresión de sus ojos cuando echó atrás la cabeza para mirarla, le demostró que estaba resuelto. Se impulsó otra vez dentro de ella hasta que atravesó la virginidad de Sakura. La muchacha gritó y cerró con fuerza los ojos, como si quisiera defenderse de la invasión.

Sasuke se quedó inmóvil, con la intención de darle tiempo a que se adaptara y dárselo a sí mismo para recuperar el control.

- ¡Tienes que parar, ahora! - gritó la muchacha -. No quiero que sigas más. Las lágrimas le rodaban por las mejillas. Abrió los ojos y lo miró:

- Deténte, ahora.

En el semblante de Sasuke se reflejó la preocupación. Una fina película de sudor le cubrió la frente y apretó las mandíbulas, y Sakura supuso que sufría tanto como ella. Sasuke negó con la cabeza.

- Ya no puedo detenerme - dijo entre dientes -. Sólo abrázate a mí, Sakura. No te muevas así.. me hace desear...

Sasuke apoyó la frente sobre la de Sakura y cerró los ojos para olvidar el dulce tormento.

- ¿A ti también te duele? - preguntó Sakura, casi sollozando.

- No, mi amor - murmuró Sasuke -. No me duele.

- Ya no soy virgen, ¿verdad? Ya terminamos, ¿no es cierto?

Las emociones confusas que se agitaban dentro de ella la abrumaron. El dolor era insistente. Quería que Sasuke la dejara en paz... pero también quería que se quedara en ella.

- No, cariño, ya no eres virgen - respondió al fin -. Ahora eres mía. y te aseguro que no terminamos. Tenía la voz entrecortada, como si hubiese corrido un largo trecho. La expresión adusta de su cara cuando la miró otra vez la asustó:

Era evidente que Sasuke odiaba tanto como ella lo que sucedía. El fracaso abrumó a Sakura.

- Sabía que no servía para esto – exclamó -. Por favor, sal de encima de mí. Estás lastimándome.

Sasuke se estremeció.

- Cariño, no puedo detenerme - dijo.

Quiso besarla, pero Sakura apartó el rostro y comenzó a forcejear otra vez.

- Si no te detienes, voy a llorar – rogó -. Odio llorar - agregó, sollozando contra el oído de Sasuke.

Sasuke no le recordó que ya estaba llorando. ¡Diablos, lo hacía sentirse como una serpiente rastrera! Y, aunque quería consolarla, el hecho de estar por completo metido en ese estuche apretado y caliente hacía que toda voluntad lo abandonara.

- Mi amor, el dolor pasará - prometió.

Rogó al cielo no equivocarse.

Con aspereza, Sasuke le rodeó el rostro con las manos, y con los labios puso fin a la conversación.

La lengua de Sasuke se deslizó dentro, para aparearse con la de Sakura y, cuando percibió que la resistencia de la muchacha comenzaba a debilitarse, llevó la mano al sitio en que se unían ambos cuerpos, para despertar otra vez a la vida al sensible capullo. Sakura no olvidó el dolor, pero y ahora no importaba. La inquietud volvió, con insistencia creciente. Sasuke se esforzó por permanecer inmóvil, hasta que ella se adaptase a él. Cuando Sakura comenzó a arquearse hacia él, el hombre se retiró un poco y luego se impulsó otra vez dentro de ella.

Un sollozo entrecortado lo obligó a detenerse nuevamente.

- ¿Todavía te causo dolor? - le preguntó, rogando que no fuese así.

El cuerpo del hombre aullaba pidiendo alivio y sabía que, aunque Sakura se lo rogara, ya no podría detenerse.

- ¿Estás mejor ahora?

- Un poco - respondió la mujer, con la boca contra el cuello de él, en tono tímido e inseguro-. Estoy un poco mejor.

Sasuke siguió vacilando, hasta que Sakura le mordió el lóbulo de la oreja y empujó hacia él. No necesitó más señal, pues su cuerpo se hizo cargo. Aunque se propuso ser suave, los impulsos se hicieron cada vez más fuertes y descontrolados.

Los muslos de Sakura lo oprimieron. Los dedos de los pies de la muchacha se arquearon contra el dorso de las piernas de él. Las uñas de Sakura se hundieron en los omóplatos de Sasuke. El hombre no cejaba en su intento de hacer que Sakura también perdiese el control. Penetró en ella y luego se retiró lentamente, una y otra vez. Sabía que tendría que retirarse antes de alcanzar su propio orgasmo, pues ninguno de los dos había tomado la menor precaución contra el embarazo, pero Sakura era tan caliente, tan apretada, que ese noble pensamiento se volvió insostenible. y en algún rincón oscuro de la mente admitió con sinceridad que quería hacerle un hijo.

El ritmo del acoplamiento tomó el mando. La cama chirrió con cada impulso. Los truenos se mezclaron con los gemidos de placer y con los susurros amorosos del hombre. Sasuke no le permitió darse a medias. Por el cuerpo de Sakura giraban una ola de placer tras otra, hasta que tembló de ansiedad por llegar a la satisfacción plena. Sasuke la hacía arder de deseo. De pronto, se sintió aterrada por lo que estaba sucediéndole. Era como si intentara robarle el alma.

- Sasuke, no puedo...

El hombre calmó el temor de Sakura con un beso largo y embriagador.

- Deja que te suceda, Sakura. Aférrate a mí. Yo te mantendré a salvo.

A salvo. La mantendría a salvo. La confianza instintiva de la muchacha en ese hombre alejó el miedo y la sensación de vulnerabilidad. Dejó que la tormenta la atrapase, hasta que se sintió fundida con el viento. y luego sintió que se hacía astillas y volaba hacia el sol. El cuerpo de la mujer apretó con fuerza el del hombre. Sakura gritó el nombre del hombre con gozo, alivio y amor.

Sasuke derramó en Sakura su simiente en el mismo instante y dejó caer la cabeza sobre el hombro de la muchacha, con un gemido de satisfacción.

Su propio clímax lo hizo estremecerse, maravillado. Jamás había experimentado tan completa entrega. Se sentía vacío... y renovado. Nunca la dejaría ir. Ese súbito pensamiento le martilleó el cerebro con la misma fuerza que los latidos salvajes del corazón. No luchó contra esa verdad ni trató de moverse. Estaba contento. Sakura estaba exhausta.

Sólo advirtió que seguía aferrada a Sasuke cuando comenzaron a dolerle los brazos. Se soltó con lentitud y dejó caer los brazos a los costados. Estaba demasiado estupefacta para hablar. Nadie le había dicho que sería así. ¡Dios del cielo, había perdido el control por completo! Se había entregado a Sasuke por completo, en cuerpo y alma, con una confianza absoluta en que la cuidaría. Nadie había tenido semejante poder sobre ella, hasta el momento. Nadie. Sakura cerró los ojos para ocultar las lágrimas y pensó: «Sasuke es un ladrón más audaz que yo. Tuvo la audacia de robarme el corazón. y lo que es peor, yo se lo permití.»

Aunque percibió que Sakura se ponía tensa, Sasuke no tuvo la fuerza ni la voluntad de salir de encima de ella.

- Creo que ahora tendrías que irte –susurró la joven, con voz temblorosa.

Con la boca contra el cuello de Sakura, Sasuke suspiró, la rodeó con los brazos y rodó de costado. Sakura no pudo resistir la tentación de acurrucarse contra el pecho de él, aunque fuese por unos instantes. No comprendía por qué, pero sentía la necesidad de escuchar palabras de elogio antes de que Sasuke se retirase... unas mentiras sobre el amor y el honor, que pudiese atesorar y saborear en las noches frías que la esperaban cuando estuviese sola. Sí, serían mentiras, pero, de todos modos, quería escucharlas.

Desde luego, eso no tenía sentido, y Sakura percibió que se enfadaba con él. Toda la culpa era de Sasuke, que la había convertido en una idiota incapaz de decidir si quería llorar o gritar.

- Dulzura, ¿ya estás arrepentida?

En el tono de Sasuke, en cambio, no se advertía la menor señal de arrepentimiento, sino todo lo contrario: parecía divertido.

Como no respondió, Sasuke le tironeó del pelo, obligándola a mirarlo.

Lo que vio lo satisfizo en gran medida. El rostro de Sakura estaba sonrosado por el amor, la boca hinchada por los besos y los ojos todavía nublados de pasión. Sasuke se sintió como si la hubiese marcado a fuego. Le inundó una oleada de posesividad salvaje, e hizo un vehemente gesto de asentimiento. Prefirió ignorar la expresión enfurruñada de la muchacha, pues imaginó que era puro alarde, para impresionarlo a él.

No pudo resistir la tentación de besarla otra vez, y, cuando inclinó lentamente la cabeza para adueñarse de la boca de Sakura, ella trató de apartarse. Sasuke se limitó a tirar más fuerte del pelo para mantenerla quieta.

El beso sólo tenía la intención de disipar el ceño de Sakura, pero, en cuanto la boca del hombre cubrió la de la mujer, la lengua se hundió en el calor dulce y embriagador de la muchacha. El juego erótico provocó la reacción de Sakura. Fue un beso prolongado, intenso, y, cuando al fin Sasuke alzó la cabeza, Sakura estaba aferrada a él.

- Tú me deseaste tanto como yo a ti, Sakura. Tú decidiste, amor, y ahora tendrás que aceptarlo.

Ese hombre era un pillo. Una vez más, los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas por la actitud insensible de Sasuke. Además, ¿tenía que sonreírle mientras hacía una afirmación tan dolorosa?

Sakura se prometió que nunca le permitiría saber lo mucho que esas palabras la habían herido.

- Sí, Sasuke, yo decidí entregarte mi virginidad, y aceptaré las consecuencias de mis acciones. y ahora, si no te importa, tengo mucho sueño y me gustaría...

- No estoy hablando de eso - la interrumpió, en voz tan áspera como un rayo -. La elección que hiciste fue la de pertenecerme, Sakura. Nos casaremos, querida.

- ¿Qué?

- Ya me oíste - repuso, en voz más suave - No adoptes ese aire apabullado. No es tan malo.

- Sasuke, yo nunca decidí semejante cosa - dijo la joven en tono vacilante.

Sasuke no estaba dispuesto a tolerar una negativa, quería que Sakura lo aceptara. ¡Por Dios, no pensaba salir de esa cama hasta que no lo lograra! La acostó de espaldas y apartó los muslos de la mujer con una rodilla. Sujetó las manos de Sakura sobre la cabeza de ella y aplastó su pelvis contra la de la muchacha.

- Mírame - le exigió. Cuando le obedeció, dijo -: Lo que acabamos de compartir no puede deshacerse. Ahora eres toda mía. Acéptalo, Sakura, y será muchísimo más fácil para ti.

- ¿Por qué tengo que aceptarlo? - preguntó-. Sasuke, no sabes lo que estás pidiéndome.

- Soy un hombre muy posesivo. El tono de Sasuke tuvo un matiz cortante.

- Ya lo advertí - musitó Sakura -. Eso es un pecado.

- No compartiré lo que es mío, Sakura, ¿entiendes?

- No, no entiendo - murmuró, sintiendo que la expresión de los ojos de Sasuke la helaba -. ¿Es porque yo era virgen y te sientes culpable? ¿Por eso quieres casarte conmigo?

- No, no me siento culpable –respondió el hombre -. No obstante, te casarás conmigo. Hablaré con tu hermano en cuanto regrese de...

- Eres el hombre más arrogante e inflexible que jamás tuve la desgracia de conocer.

Una sonrisa se insinuó en la boca de Sasuke.

- Pero a ti te gustan los hombres arrogantes e inflexibles, mi amor. De lo contrario, no me habrías permitido que te tocara.

Por extraño que pareciera, Sakura no pudo discutirle.

- Por favor, sal de encima; estás asfixiándome.

De inmediato, Sasuke se apartó, y luego se apoyó sobre un codo para poder contemplar las expresiones de Sakura. La muchacha cubrió a ambos con la sábana, cruzó las manos sobre los pechos, y fijó la vista en el cielo raso.

- Sakura.

- ¿Qué?

- ¿Te lastimé?

Sakura no lo miró, y Sasuke le tironeó del pelo, impaciente.

- Respóndeme.

- Sí, me lastimaste - murmuró. Sintió que se ruborizaba.

- Lo siento, Sakura.

La ternura en la voz del hombre la hizo estremecerse, y comprendió que necesitaba controlar sus emociones. Tenía ganas de llorar, y no sabía por qué.

- No, no lo sientes – afirmó -. Si lo sintieras, te habrías detenido cuando te lo pedí.

- No podía detenerme.

- ¿No podías? Giró para mirarlo.

- No, no pude.

La ternura que vio en los ojos de Sasuke la ablandó. También vio en esos ojos una chispa divertida, y no supo qué pensar.

- Me alegro de que no te sientas culpable, pues no tienes motivo.

- ¿Por qué? – dijo Sasuke, remarcando las palabras.

- ¿Por qué? Porque no me obligaste a hacer nada que yo no quisiera. Esto fue toda mi responsabilidad.

- ¿Al menos estuve aquí? – preguntó -. Según recuerdo, fui un participante activo.

Sakura no hizo caso del tono divertido de Sasuke.

- Claro que estuviste presente. Pero yo fui la que te permitió ser... activo.

Sasuke habría reído a carcajadas si Sakura no hubiese tenido una expresión tan seria, si no se retorciese las manos. Estaban en juego los sentimientos de la muchacha, y por eso se contuvo.

- De acuerdo – admitió -. Tú fuiste más activa que yo. ¿Estás conforme?

- Sí, gracias.

- No hay de qué. Y ahora, dime por qué querías que te hiciera el amor.

Antes de responder, Sakura clavó otra vez la vista en el techo. A Sasuke lo fascinó el rubor que le cubría el rostro: su pequeña inocente estaba otra vez avergonzada. Sólo unos minutos atrás, mientras hacían el amor, había sido una

salvaje. La naturaleza apasionada de Sakura igualó a la de Sasuke, pero, por otra parte, para la muchacha fue la primera vez y todavía se sentía avergonzada y confundida por lo ocurrido.

- Porque lo deseaba – respondió -. Siempre supe que nunca me casaría y quería... Oh, no lo entenderás. Apuesto a que muy pronto, después que me haya ido, ni siquiera me recordarás.

Se volvió para juzgar la reacción de Sasuke, segura de que se habría enfadado.

Pero Sasuke comenzó a reír.

- Eres muy grosero –le espetó, volviendo la mirada al cielo raso -. Quiero que te vayas.

Los dedos de Sasuke le rozaron el costado del cuello, haciéndola estremecerse.

- Sakura, fue inevitable. Sakura movió la cabeza.

- No lo fue.

Sasuke tiró lentamente de la sábana, hasta que los pechos de Sakura quedaron expuestos.

- Lo fue – susurró -. Dios, te deseé tanto tiempo...

Tiró de la sábana hasta que descubrió el estómago de la mujer.

- ¿Sabes una cosa, amor?

- ¿Qué? - preguntó, sin aliento.

- Te deseo otra vez.

Se inclinó y la besó, antes de que ella pudiese discutirle. Sakura lo dejó hacer, hasta que la boca de Sasuke se tomó más insistente, y luego lo empujó. Rodó con él y, cuando quedaron cara a cara, mantuvo la mirada fija en el pecho de él.

- Sasuke. - Los dedos de la muchacha juguetearon con el vello del pecho de Sasuke, mientras intentaba armarse de valor para hacer la pregunta.

- ¿Qué? - preguntó, sin saber por qué parecía tímida otra vez.

- ¿Eso significa que estuvo bien?

El hombre le alzó la barbilla con el pulgar.

- Oh, sí, estuvo muy bien.

- ¿No te decepcionaste?

La vulnerabilidad de la muchacha lo conmovió.

- No, no me decepcioné.

La expresión de Sasuke se volvió tan sombría, que Sakura supo que decía la verdad.

- Yo tampoco.

- Lo sé - respondió, mostrando otra vez esa sonrisa arrogante.

- ¿Cómo lo sabes?

- Por el modo en que reaccionaste a mis caricias, por cómo llegaste a tu propio orgasmo, cómo gritaste mi nombre.

- Oh.

La sonrisa de Sasuke derritió los restos de preocupación que le quedaban.

- Fue un poco impactante, ¿no es así, Sakura? La muchacha asintió.

- No tenía idea de que sería tan... espléndido. Sasuke la besó en la coronilla.

- Huelo mi aroma en ti – dijo -. Me gusta eso.

- ¿Por qué?

- Me provoca una erección.

- Tendría que lavarme.

- Yo lo haré por ti - se ofreció.

Sakura se alejó y saltó de la cama antes de que pudiese alcanzarla. - No harás tal cosa - dijo, para luego darle la espalda y ponerse la bata.

La sonrisa hechicera de Sakura se disipó cuando vio las manchas de sangre sobre las sábanas.

- Me hiciste sangrar- Lo acusó, balbuceante.

- Mi amor, era la primera vez para ti.

- Lo sé.

- Es normal que sangraras. La afirmación la apabulló.

- ¿Lo dices en serio? Sasuke asintió.

- ¿Pero sólo la primera vez, Sasuke? No quiero decir que vaya a haber una segunda vez - se apresuró a decir -. Pero no quisiera...

- Sólo la primera vez - respondió el hombre.

Prefirió no hacer caso de la afirmación de que no habría una segunda vez, y, en cambio, preguntó:

- Sakura, ¿nadie te explicó estas cosas?

- Bueno, claro que lo hicieron - repuso la muchacha, sintiéndose como una tonta.

Sasuke no le creyó.

- ¿Quién? Tus padres murieron antes de que fueses lo bastante grande para entender. ¿Fue tu hermano? ¿Gaara te explicó?

- Gaara me abandonó. En realidad, esa verdad se le escapó.

- Quise decir que estaba lejos, en la escuela, todo el tiempo, y lo veía poco.

Sasuke vio que Sakura se agitaba y retorcía el cinturón de la bata, formando nudos.

- ¿Cuándo te dejó Gaara?

- Estaba en la escuela - repitió.

- ¿Cuánto tiempo?

- Por qué me haces estas preguntas? Mi tío Jiraiya se encargaba de mi educación mientras Gaara estaba ausente. Y lo hizo bien, Sasuke.

- Es evidente que dejó de lado ciertos aspectos importantes - señaló Sasuke.

- Mi tío es un hombre muy reservado.

- ¿Acaso no había ninguna mujer que...?

Interrumpió la pregunta al ver que Sakura negaba con la cabeza.

- No había mujeres, pero yo jamás habría comentado un tema tan personal con nadie, Sasuke. No sería correcto.

Antes de que pudiese seguir interrogándola, pasó detrás del biombo y se lavó con los restos de jabón con perfume de rosas y el agua de la palangana. Sólo entonces advirtió lo inflamada que estaba. Cuando regresó a la cama, estaba profundamente irritada contra Sasuke y contra sí misma. Al parecer, Sasuke se había acomodado para pasar la noche. Tenía las almohadas metidas bajo la cabeza y se lo veía muy cómodo. Sakura se ajustó el cinturón de la bata y lo miró con severidad.

- Sasuke, realmente tienes que entender una cosa - comenzó, en tono firme.

- ¿Qué cosa, mi amor?

Sakura odiaba cuando le sonreía con tanta inocencia, pues hacía que le golpeara con fuerza el corazón y su mente quedara vacía de todo pensamiento. Tuvo que fijar la vista en el piso para poder continuar.

- Esto no puede ocurrir otra vez. Nunca. Será inútil que discutas conmigo, Sasuke. Estoy resuelta. Ya es hora de que te vayas.

En respuesta a orden tan terminante, Sasuke le hizo señas de que se acercara.

- Ven a la cama, Sakura. Necesitas descansar. La muchacha lanzó un gemido.

- ¿Me darás dificultades?

- Me temo que sí, mi amor.

- Por favor, ponte serio - le exigió, al ver que le guiñaba un ojo.

- Estoy serio – repuso -. Pero también soy realista.

- ¿Realista?

Se acercó más a la cama, mordiéndose el labio inferior mientras pensaba en el mejor modo de lograr que se fuera. Tarde comprendió que su error consistió en acercarse demasiado. Sasuke la atrapó con facilidad y de pronto estuvo acostada de espaldas, junto a él. El muslo tibio y pesado del hombre le inmovilizaba las piernas y con una de las manos le rodeaba la cintura. Sakura advirtió que, pese a lo brusco de la acción, Sasuke procuró no tocarle la herida. Era un hombre increíblemente cuidadoso. También arrogante. Pero Sakura estaba atrapada, y el hombre tuvo el atrevimiento de sonreírle.

- Veamos. Soy realista porque sé que esto sólo acaba de empezar - le explicó -. Sakura, deja de pellizcarme. No puedes creer que no volveré a tocarte, ¿no es cierto Los matrimonios...

- No te atrevas a mencionar otra vez el matrimonio -lo interrumpió.

- Está bien – aceptó -. Como este tema es tan inquietante para ti, esperaré antes de volver a mencionarlo. Pero estás de acuerdo en que te quedarás aquí, al menos dos semanas, ¿verdad?

Era otra vez razonable y, en verdad, para Sakura esa cualidad resultó consoladora en ese momento.

- Sí, pero ya no serán dos semanas. Ya hace más de media semana que estoy aquí.

- Magnífico. ¿Acaso crees que en todo el tiempo que queda yo viviré como un monje?

- Sí.

- No es posible - repuso el hombre -. Ya estoy dolorido.

- No es cierto.

- Lo estoy - murmuró Sasuke -. Maldición, Sakura, te deseo otra vez. Ahora.

La voz del hombre sonó ronca, y Sakura se dijo: «Lo hace deliberadamente». Mientras la miraba a los ojos, Sasuke le desanudaba lentamente el cinturón de la bata. Luego rozó con los dedos las puntas de los pezones. Sin dejar de sostenerle la mirada, deslizó los dedos por el vientre, con ademanes lentos. Los dedos bajaron hasta los rizos suaves en la unión de los muslos. Sasuke besó el valle que se extendía entre los pechos, mientras con los dedos encendía el fuego en la mujer.

Sakura cerró los ojos y, de manera instintiva, se movió contra la mano del hombre. La lengua del hombre le endureció los pezones, y, cuando introdujo los dedos en ella, dejó escapar un gemido, mitad de placer, mitad de dolor.

Sasuke ascendió para besarle la boca, exigiendo respuesta. La lengua humedeció los labios de Sakura. Cuando obtuvo la cooperación de la muchacha, se echó hacia atrás.

- Estás excitada, ¿no es verdad, mi amor?

- Sasuke.

Musitó el nombre, intentando apartarle la mano, pero no lo logró. Casi no podía pensar.

- Tienes que cesar este tormento. Tienes que luchar contra esta atracción. ¡Oh, Dios, ¡no hagas eso!

- No quiero luchar contra ella – replicó el hombre, mientras le mordía el lóbulo de la oreja -. Me gusta esta atracción, Sakura.

¡Era incorregible! Sakura soltó un suspiro entrecortado y permitió que los besos de Sasuke la dejaran otra vez sin sentido. Casi no protestó cuando él le quitó la bata y se acomodó entre sus muslos. El vello de las piernas del hombre le hacía cosquiIlear los dedos de los pies y, de pronto, la abrumaron las maravillosas diferencias que había entre los cuerpos de ambos. Sasuke era, todo él, duro, firme. Los dedos de los pies de Sakura se frotaban contra el dorso de las piernas del hombre y los pezones le dolían, anhelando que los tocara otra vez.

- Sasuke, ¿puedes prometerme algo?

- Lo que quieras - respondió el hombre, con voz estrangulada.

- Podemos pasar este tiempo juntos, pero, cuando regrese Gaara, esto tiene que terminar. Nosotros...

- No haré promesas que no soy capaz de cumplir - la interrumpió. Parecía enfadado.

- Cambiarás de opinión –susurró Sakura.

- Pareces muy segura. ¿Por qué? ¿Qué es lo que me ocultas?

- Sé que te aburrirás de mí - se apresuró a decir Sakura, abrazándolo -. Bésame.

En el tono de Sakura se advertía un matiz desesperado, y Sasuke respondió del mismo modo. El beso fue como un fuego desatado y pronto quedó fuera de todo control. Sasuke se concentró en complacerla. Se tomó tiempo en excitarla, volviéndola loca. Besó cada porción de los pechos y le succionó los pezones hasta que Sakura sollozó, suplicando alivio. Entonces se movió lentamente, descendiendo por el cuerpo de la mujer. La lengua acarició el vientre plano y, cuando bajó más aun, los gemidos se convirtieron en exclamaciones de placer carnal. Con los dientes, raspó suavemente los rizos. La lengua acarició los pétalos sedosos hasta que quedaron completamente húmedos, siempre sin dejar de rozarla con los dedos, con eróticas caricias. No le bastaba nada de lo que Sakura le entregaba. La lengua no cesaba de incitarla, mientras los dedos se deslizaban adentro y afuera. Las manos de Sakura retorcían las sábanas. El placer que Sasuke le provocaba la dejaba estupefacta. No tenía idea de que un hombre pudiese hacer el amor de ese modo. Era evidente que Sasuke sabía lo que hacía. Enloquecía de ansiedad por él. Cuando sintió él primer ramalazo de éxtasis, cuando se apretó en torno de él en un rapto de placer y agonía, Sasuke se movió hacia arriba, y el embeleso la consumió, sin que pudiera evitarlo. Sasuke la penetró con su miembro duro, caliente, pleno, en el mismo instante en que lograba el orgasmo. Lo apretó con fuerza y se aferró a él en gozosa rendición. Sasuke intentó retroceder, pero se sintió incapaz de detenerse. Sakura lo hacía anhelar su propia liberación. La simiente del hombre se derramó en la muchacha en un orgasmo flagrante, que le quitó el aliento.

Hasta esa noche, nunca se había entregado de un modo tan completo. Siempre había retenido una parte. Siempre fue capaz de mantener un rígido control. Pero con esta

mujer especial no pudo contenerse. Era extraño, pero no consideraba esa aceptación como una rendición. A decir verdad, era una victoria de ambos, pues en el fondo sabía que tampoco Sakura había actuado con reservas. Se sintió limpio de cuerpo y alma. El increíble don que acababan de compartir lo colmó de contento. Tuvo que apelar a toda su fuerza para hacerse a un lado, y se sintió complacido cuando ella se acurrucó contra él. La rodeó con los brazos y la apretó contra él.

- Todavía siento tu sabor.

- ¡Oh, Dios!

La voz de Sakura reveló que se sentía mortificada. Sasuke rió.

- Me gusta tu sabor. Eres toda miel y sexo, mi amor. Es una combinación atractiva, y puede hacer que un hombre se convierta en adicto.

- ¿Sí?

- Sí - gruñó -. Pero yo seré el único que te saboree. ¿No es justo, acaso?

Le pellizcó el trasero, para que le respondiese.

- Sí, Sasuke - admitió la joven.

- ¿Te lastimé otra vez?

- Un poco.

- No lo lamento.

Sakura fingió un suspiro. - Lo sé.

- No podía detenerme.

Sakura metió la cara bajo la barbilla de Sasuke. Pasaron largos momentos, hasta que habló otra vez.

- Nunca, jamás te olvidaré, Sasuke.

Supo que Sasuke no la había oído, pues la respiración profunda y regular del hombre le reveló que ya estaba dormido. Sabía que tendría que despertarlo y exigirle que volviera a su propia habitación. Sterns se decepcionaría si los encontraba juntos.

Cuando Sakura intentó apartarse, Sasuke la estrechó más: hasta en sueños era un hombre posesivo. Sakura no tuvo ánimos para despertarlo. Cerró los ojos y dejó que el viento le disipara las ideas. Minutos después, estaba dormida.

El hombre soñó con ángeles. La mujer, con tiburones.