"Esta historia no es mía, es una adaptación de un libro de la colección Harlequin "Julia" cuya autora es Sarah Holland. Asimismo, los personajes de Naruto no me pertenecen sino que al gran Masashi Kishimoto"


Deseo Peligroso

Capitulo 8:

"Estoy enamorada de él"

Sakura cerró los ojos al sentirse sumida en una ola sobrecogedora de dolor y a ciegas tanteó para encontrar la puerta de su habitación. Entró, cerró la puerta, se apoyó en ella y respiró hondo.

— ¡Dios mío…! —se tapó la cara con las manos.

Era demasiado tarde, había perdido; estaba enamorada de Sasuke, lo amaba tanto que ya no podía pensar con claridad. Pero debía hacerlo para tratar de salvar lo que le quedaba de corazón antes de que él hiciera lo que había prometido, es decir, arrojarlo al Mistral. Amor, admiración, respeto, odio y deseo sexual… todo muy relacionado… rugía dentro de ella como un fuego que le inundaba las venas y le decía que ese hombre era el que ella había esperado, el único hombre que ella podía y quería amar.

Se sintió muy tonta. ¿Cómo pudo llegar a ese punto después de haber luchado con todas sus fuerzas? Con razón lo odió al verlo la primera vez. Sonrió con amargura. Se dijo que desde ese instante ella supo que se enamoraría de él.

Sakura se quitó la ropa porque necesitaba hacer algo para no pensar, como si de alguna manera su cariño fuera a desaparecer con esa actividad para dejar de sufrir por la agonía de amarlo…

De pronto, tuvo que sentarse, las piernas no la sostenían, estaba desnuda con el camisón en las manos y el corazón desbocado. ¿Qué iba a hacer? Fijó la vista en el camisón como si la prenda pudiera darle la respuesta. "Me sobrepuse un poco a lo que sucedió con Itachi, pero nunca podré hacerlo respecto a Sasuke. Pude sobreponerme antes porque nunca amé realmente a Itachi, pero amo a Sasuke. Mírate, te estremeces de pies a cabeza, enamorada por primera vez y sin poder hacer nada al respecto, aunque sé que no obtendré nada de él, más que unas noches de amor físico".

Pasó bastante tiempo antes de que se diera cuenta de que seguía aferrada al camisón y que lo miraba sin verlo. Se lo puso y se acostó. Apagó la luz, pero tardó mucho tiempo en conciliar el sueño.

La luz del sol se filtró por las puertas de la terraza y cuando Sakura se volvió, presintió que había una presencia oscura en la habitación. Abrió los ojos y levantó la vista. Su corazón dejó de latir. Sasuke la observaba, vestido con un impecable traje.

— Buenos días —saludó él en tono seco.

Hubo una pausa tensa.

— Buenos días —contestó ella con el rostro contraído por el dolor y el orgullo.

— He venido a recordarte que tenemos un compromiso para almorzar juntos —dijo impávido—. Y también para comprarte un vestido de gala.

— No quiero ningún vestido, gracias —repuso furiosa antes de volver la cara porque le temblaban los labios y las lágrimas comenzaron a aparecer.

Sasuke le levantó la barbilla para obligarla a mirarlo de frente. Sus ojos oscuros la inspeccionaron y notaron las ojeras.

— Estás dolida —balbuceó—. ¿Tan cruel fui contigo?

— ¡No quiero hablar del asunto! —alejó la mano masculina.

— Anoche no quise darte explicaciones —no dejaba de observarla—. Estaba muy enfadado contigo, pero si todavía quieres explicaciones, te las daré. Ésta es tu oportunidad, aprovéchala.

— ¡No! —respondió parpadeando para apartar las lágrimas de sus ojos.

— Te muestras infantil.

— ¡Puedo ser infantil cuando se me antoja! —gritó ella.

Sasuke sonrió y el encanto de su rostro detuvo los latidos del corazón femenino.

Chérie —dijo con voz ronca al acariciarle el rosado cabello—. Me doy cuenta de que por mi culpa lloraste hasta que conciliaste el sueño.

— No es cierto —lo negó enfadada y confundida.

— Tienes los ojos hinchados e irritados.

— No lo están —insistió ella.

— Hmmm —una sonrisa dura se dibujó en los labios de Sasuke sin dejar de observarla—. Entonces, seguiremos con los planes del día. Quiero que te reúnas conmigo al mediodía en mi hotel. Llamaré a la boutique en cuanto llegue al trabajo para concertar una cita, así que te ruego que seas puntual.

— No quiero un vestido de gala, Sasuke —respondió enfadada—. ¡Y no aceptaré que me lo compres!

— No discutas conmigo, chérie. De por sí voy retrasado y odio sentirme indisciplinado cuando se trata de mi trabajo —bajó la cabeza y le dio un breve beso en la boca, pero fue tan tierno que a Sakura le dio un vuelco el corazón y le rodeó el cuello con los brazos.

Él retiró la boca con el rostro encendido.

— Acepta que no cambiaré de opinión y llega a mi hotel a mediodía —se puso de pie—. Recuerda que queremos un vestido que sea fácil de poner y quitar. Es posible que tengas que probarte muchos antes de que encontremos el indicado.

Ella lo miró en silencio con amargura.

— Y no te presentes con esa expresión rebelde —murmuró—. Quiero verte muy bella y no echando chispas como una bruja de pelo rosado. Recuerda también que estaremos a la vista del público. No quiero que las dependientas de la tienda digan que hay hostilidad entre Sasuke Uchiha y su bella japonesa.

— ¡Haré todo lo posible por estar tranquila! —replicó Sakura en tono seco.

— Espero que así sea, chérie, porque detesto que se airee mi vida personal a la vista del público.

— Entonces, ¿por qué has vivido como lo has hecho?

— Hay una diferencia entre mi personalidad pública y mi vida privada.

— ¡No por lo que yo he experimentado hasta ahora! —repuso tensa—. Eres más peligroso para las mujeres de lo que la prensa dice que eres.

— ¿Eso crees, chérie? —sonrió y sus labios brillaron—. Es halagador oírte decir eso.

— Sin embargo, opino lo mismo del mal comportamiento en público —se ruborizó enfadada al cambiar de tema—. Así que a pesar de lo mucho que te odio y de lo mucho que desee romper el vestido de gala y tirártelo en la cara… —le tembló la voz—… me portaré como me pides para que las dependientas no adviertan mis sentimientos.

— Muy bien —esbozó una sonrisa cínica.

— Pero eso no significa que no los tenga —lo miró con odio.

— Es lógico, chérie —murmuró burlón—. Pero no necesitas explicarme los puntos más detallados de lo que es una imagen pública. Lo comprobarás esta noche cuando lleguemos al baile —consultó su reloj—. Debo irme a trabajar. Recuerda, a mediodía. Y no llegues tarde —se dirigió a la puerta, salió y cerró.

Apenas eran las ocho menos diez. Sakura había dormido cuatro o cinco horas, pero se sentía bien despierta, llena de adrenalina, viviendo a base del amor sin poder detener la droga que inundaban su flujo sanguíneo. Se levantó y se dirigió a la cocina para ver si madame Dusort ya había preparado café para Sasuke antes de que él se fuera al trabajo.

— Buenos días —Ino salió soñolienta de su dormitorio—. Anoche perdí el reloj. ¿Qué hora es?

— Van a ser las ocho —le contestó Sakura.

— Vaya —Ino frunció la nariz—. ¿Qué diablos haces a esta hora de la mañana? —agitó las pestañas y sonrió—. ¿Ya se ha ido Sasuke al trabajo?

— Sí… —Sakura sintió que le ardía el rostro.

— Hmm —Ino asintió y agregó—: Yo fui al casino y bailé toda la noche. Me iré a la cama y no me levantaré antes de la hora de almuerzo —bostezó—. ¡Buenas noches! Diviértete comprándote tu vestido de gala con mi hermano…

Cerró la puerta y Sakura quedó sintiéndose muy rara. ¿Por qué estaba Ino tan a favor de esa relación? Debería estar enfadada con su hermano. Seguro que sabía que Sasuke sólo estaba jugando con ella, pero si ella había participado en ese juego al menos debería mostrar un poco de desaprobación en vez de tanta aquiescencia.

Sakura estuvo sola toda la mañana. Se llevó su taza de café a la terraza del salón y contempló el despertar de Montecarlo a medida que el sol de la mañana adquiría un intenso color amarillo y comenzaba a calentar el principado.

A las doce menos cuarto, se dirigió andando al Hotel Uchiha. Sasuke llegó al vestíbulo de recepción justo cuando ella entraba por la puerta giratoria de cristal.

— Muy puntual —sonrió y se inclinó para darle un beso en la mejilla—. Veo que has dejado la rebeldía en casa…

— No, la he traído conmigo —masculló sonriendo de manera encantadora, pero mostrando odio en la mirada—. Pero la oculto para echártela encima cuando nadie nos vea.

— ¡Vamos! —se rió y volvió a besarla.

La boutique estaba en el Boulevard des Moulins y entraron al lujoso vestíbulo con aire acondicionado a través de unas puertas ahumadas. Las dependientas saludaron a Sasuke con el respeto y admiración que causaba siempre en Mónaco.

Los llevaron a una gran habitación en el siguiente piso; el suelo estaba alfombrado de blanco y en un extremo había dos sofás blancos y una fila de espejos, donde estaban los probadores. Las modelos se pasearon despacio frente a ellos mientras Sakura permanecía sentada muy tensa, al lado de Sasuke, en un sofá.

— Ése —dijo él de pronto, señalando un vestido.

Sakura admiró el vestido de gala color crema con pespuntes de hilo dorado, de cintura ceñida, escote bajo y mangas que se iniciaban por debajo de los hombros.

— Ve a probártelo —sugirió Sasuke.

Sakura se puso de pie con el corazón desbocado por la furia y se dirigió a los probadores, consciente de que las dependientas suponían que era la amante de Sasuke y que él le hacía un regalo caro. Lo odió por hacerle eso. Le hubiera encantado romper el vestido y tirárselo a la cara delante de esas mujeres. Pero, por supuesto, no lo hizo. Se lo puso, permitió que las mujeres le subieran la cremallera y salió. El tafetán de seda susurró cuando salió para pasearse frente a Sasuke sonriendo con odio.

Él contuvo el aliento al verla.

Boquiabierto, guardó silencio mientras sus ojos la observaban de los pies a la cabeza; fijó la vista cuando la luz captó los hilos dorados que brillaban sobre ella como si fuera una princesa de un cuento de hadas. La cintura resaltaba debido al corpiño ceñido y la falda amplia. Sus senos ofrecían una invitación sensual; tenía los hombros descubiertos y sus esbeltos brazos parecían más delicados por las tiras de tafetán que simulaban ser mangas; y el color del pelo rosado sobre el vestido le daba un aspecto despampanante.

Chérie —murmuró Sasuke impresionado—. Me quitas el aliento —se volvió hacia la dependienta y anunció tranquilo—: Nos llevaremos el vestido. Envuélvanlo. Sakura, cámbiate. Tengo otra cita dentro de diez minutos.

Sakura se volvió y regresó al probador, estaba lívida de rabia por el comportamiento de él. Se sorprendió de que las dependientas la trataran con respeto. Sólo Dios sabía lo que estaban pensando.

Salieron de la tienda a la calle llena de gente y vehículos. El Rolls descapotable los esperaba y el chofer leía Nice-Matin. Lo cerró y encendió el motor mientras Sasuke ayudaba a Sakura a sentarse en el asiento de atrás con la enorme caja que contenía el vestido.

— Es justo lo que imaginé que vestirías —comentó Sasuke cuando iniciaron la marcha entre el congestionado tráfico—. Hemos tenido suerte de encontrarlo.

— Me encantaría hacerlo jirones con unas tijeras y metértelos por tu garganta egoísta —lo miró con rabia.

Él movió la cabeza sin dejar de observarla.

— ¿Tienes una idea de cómo me miraron esas mujeres? —preguntó la joven con voz temblorosa—. ¿La tienes?

— Sakura…

— ¡Me llevaste ahí dentro, me compraste el vestido que elegiste tú, me diste órdenes como si fuera una cualquiera!

— ¡Calla! —masculló él entre dientes con ojos relampagueantes—. ¡No te traté así! Simplemente te compré un vestido que usarás para ir al baile de esta noche.

— ¡No asistiré al baile!

— ¡Irás! —tronó y le agarró la muñeca con tanta fuerza que le hizo daño—. ¡Y lo que es más, lucirás ese vestido, le sonreirás a los fotógrafos de la prensa y serás atenta conmigo durante toda la velada!

— ¡Me niego a permitir que sigas insistiendo en ese tipo de relación, Sasuke! —repuso ronca por la furia.

— ¡Muy bien! ¡Me tomaré la tarde libre, te llevaré a la cama y te haré el regalo más grande de todos!

Sakura se ruborizó y desvió la cabeza haciendo un gesto de amargura con los labios. ¿Qué podía contestar a eso? ¿Qué se resistiría a que él le hiciera el amor? Los dos sabían muy bien que ella no podía rechazarlo si él realmente estaba decidido a poseerla con todas las armas sensuales que conocía.

— Eso está mejor —murmuró mirándola—. Deja de luchar contra mí, Sakura. Recuerda al caballo de carreras a quien trataron mal y que se encuentra en el último obstáculo —le tocó el muslo—. Estamos muy cerca, chérie y por eso tratas de rebelarte. Pero no permitas que te domine el miedo. Esta noche todo se aclarará. Ten confianza en mí y deja que te guíe…

— ¡Con tus manos expertas! —dijo en tono amargo—. Ah, sí, ¿cómo he podido olvidar esas manos expertas?

De pronto, el coche se detuvo ante el edificio de apartamentos.

— Estaré en casa a las siete —murmuró Sasuke al inclinarse para darle un beso en la pálida mejilla—. Saldremos para el baile a las ocho menos cuarto, de modo que procura estar lista a esa hora. Además… —ella levantó la vista para mirarlo de frente—. Ponte la ropa interior color crema debajo del vestido —le rozó los labios—. Las medias irán bien con lo demás, igual que el aroma Chanel Num. 5.

Sakura salió del coche y dio un portazo; con el corazón agonizante, caminó furiosa al vestíbulo del edificio. Se apoyó en la pared del ascensor mientras subía y pensó que Sasuke trataría de hacerle el amor después del baile. Él no le tenía ni una pizca de cariño, sólo sentía un deseo lujurioso. Sintió que las lágrimas le humedecían los ojos, parpadeó para contenerlas, le temblaron los labios; estaba sumida en sus estremecedoras emociones por Sasuke.

Llegó al piso superior y se dirigió al apartamento, el cual abrió con la llave que Ino le había dado.

— ¿Eres tú, Sakura? —gritó Ino desde el salón.

— Sí —entró y dejó las llaves y la caja sobre el sofá. Evitó mirar a su amiga a los ojos para ocultar sus lágrimas contenidas—. ¿Has dormido bien?

— Muy bien —Ino observó la caja—. ¿Qué vestido te ha comprado mi indulgente hermano? ¿Un vestido de fiesta? Tengo que verlo…

Con el rostro lleno de dolor, Sakura le pasó la caja.

— ¡Dios mío! —murmuró Ino al sacar el vestido de la caja. Se puso de pie con la prenda en las manos a todo el largo que daba y mirándola fijamente.

— Ha sido muy generoso al comprármelo —Sakura trató de sonreír.

— ¡Es muy romántico! —exclamó Ino—. ¡Hace años que no hace algo tan romántico!

— ¿De veras…? —se volvió y entreabrió los labios al ver el vestido.

— Sí, Sakura. Pensé que te compraría un vestido ceñido. Un sensual vestido rojo o algo con lentejuelas negras. Pero esto, ay, Sakura, es algo inesperado.

— ¿De veras? —preguntó con repentinas esperanzas—. Es decir, ¿lo dices en serio, Ino?

Chérie, no le comentes a Sasuke que he dicho eso, se enfurecería.

Sakura guardó silencio y su mirada era intensa.

— Pero es verdad —Ino le devolvió el vestido y sonrió—. Hoy serás la belleza de la noche apoyada en el brazo de mi apuesto hermano.


Más tarde, Sakura se fue a su habitación. Se sentó en la cama, observó el vestido y se puso a meditar. No podía creer que Ino hubiera dicho la verdad. En efecto, el vestido era romántico. Y si él se sentía romántico por primera vez después de muchos años… No se atrevió a ilusionarse, a creerlo porque temía estar equivocada. Se sentiría muy herida si creía que él albergaba sentimientos románticos hacia ella para luego descubrir que era una mentira malvada y terrible y que no sentía más que lujuria.

Sakura comenzó a prepararse para el baile a las seis. Se sintió atraída hacia el mundo sensual que Sasuke le había presentado y se pasó media hora en el baño aromatizado con el aceite de Chanel. Emergió con la piel satinada, se secó el pelo, caminó desnuda por la habitación mientras el ventilador giraba en el techo y se aromatizó el cuerpo con el talco. Era consciente de que tenía el cuerpo excitado y los pezones endurecidos. Pensaba en Sasuke y sintió su presencia en la habitación como si él estuviera en la cama observándola. Se estremeció al abrir el cajón de la ropa interior y se puso las braguitas de encaje de color crema y las medias con bordes superiores de encaje que le acariciaron los muslos. Se mintió al decirse que no se había puesto todo eso para que Sasuke disfrutara de su cuerpo y se dirigió al tocador con el corazón desbocado. Se maquilló, se puso algunas joyas y se cepilló el largo pelo rosado.

Finalmente, se puso el magnífico vestido de fiesta, se subió la cremallera y se contempló en el espejo.

"Estoy muy guapa", pensó impresionada.

— ¡Sakura! —Sasuke llamó a la puerta con fuerza—. ¡Llegaremos tarde, chérie! ¿Cuánto tiempo más tardarás en estar lista?

Con el pulso acelerado, ella caminó hasta la puerta y la abrió.

Él contuvo el aliento mientras le observaba el pelo, los labios pintados de color coral, las perlas en sus orejas y garganta, el cremoso promontorio de los senos, los hombros sedosos descubiertos y aromatizados y el vestido brillante y fabuloso de un cuento de hadas.

Chérie —dijo ronco al deslizar las manos sobre su cintura para acercarla a su cuerpo—. ¡Eres increíblemente bella!

Sakura sintió que se ahogaba en los ojos de él porque por primera vez aceptaba que era cierto.

— Quiero besarte, pero no debo estropearte el maquillaje. El aroma de tu piel me marea… y ¿llevas puesto algo especial debajo del vestido? —se rió nervioso—. ¡Dime que sí!

Sakura tuvo que esforzarse para emerger de su abstracción sensual.

— Sasuke, me he puesto el vestido sólo porque insististe en que lo hiciera. Los dos sabemos que no deseo que esta relación continúe.

— Y yo insisto en que es demasiado tarde —dijo ronco—. Y cuando regresemos del baile te mostraré lo que quiero decir.

— ¡No! ¡No permitiré que me poseas! ¡Ni esta noche, ni nunca!

— Sakura, si no quieres que te toque, ¿por qué te has aromatizado la piel especialmente para mí? ¡No te ruborices ni te enfades! Quiero hacerte el amor, proporcionarte placer hasta el punto de que pierdas la razón; tal como sucederá esta noche… —sus ojos se ensombrecieron—… cuando regresemos del baile.

— ¡No! —trató de alejarse de él—. No te lo permitiré. No permitiré que me quites mi dignidad al tratarme como a una…

— Calla —le acariciaba el pelo con el ceño fruncido—. No lo digas, chérie. Nunca te trataría como a una ramera.

— ¡No es cierto!

— ¿Todavía no lo sabes? —preguntó y la expresión de sus ojos hizo que a Sakura le diera un vuelco el corazón—. ¿Cómo te he tratado? Piénsalo bien. Como a una princesa, una mujer seductora, una amante y una amiga.

— Sólo deseas acostarte conmigo —la incertidumbre y el temor le llenaron el corazón—. Admítelo y deja de envolverlo con encanto y halagos.

— Así lo ves ahora —murmuró él esbozando una sonrisa—. Pero lo verás de una forma distinta después del baile. Espera y lo verás —sonrió y la besó—. Vamos, no debemos llegar tarde. La familia real estará presente y no debemos ser descorteses.

Él la condujo hacia afuera. Estaba muy atractivo con su traje de etiqueta negro.

Ino los esperaba junto a la puerta; lucía un vestido negro.

— ¡Estás preciosa! —exclamó Sakura sonriendo.

— Lo sé, chérie —Ino se rió y giró sobre sí misma—. Pero tú… estás más que despampanante. Quitas el aliento. Dejarás pasmados a los fotógrafos de la prensa.

— Así es —intervino Sasuke al ceñir posesivamente el brazo de Sakura.

— ¡Ay! —exclamó madame Dusort al aparecer—. Todos están maravillosamente bien. Diviértanse y luego me contarán lo que vistieron las princesas.

Sasuke se rió y todos se despidieron antes de que él abriera la puerta. Bajaron en el ascensor envueltos en una nube de excitación.

Desde luego, el Rolls los condujo a lo largo de la costa, por la avenida Princesa Grace. El Club Deportivo de Montecarlo estaba sobre un trozo de roca que sobresalía al lado del escenario portuario del Club Marítimo, cerca de la playa Larvotto, justo en la costa de Montecarlo. Una larga procesión de limusinas y coches deportivos brillaban en la carretera iluminada. El público esperaba para ver llegar al príncipe, el príncipe heredero, la princesa y todas las estrellas de cine, las modelos, las estrellas de rock, las personalidades, los multimillonarios y los diseñadores.

Cuando el Rolls se detuvo frente a la entrada, Sasuke se bajó y las mujeres comenzaron a gritar su nombre con emoción.

Como por arte de magia, su rostro se convirtió en el del amante sereno y enigmático que el público conocía. Sus párpados ocultaron sus ojos y su rostro se tornaba más arrogante, peligroso y sensual con cada segundo que pasaba. Le ofreció la mano a Sakura y la ayudó a salir del coche.

La muchedumbre contuvo el aliento. Los paparazzi se acercaron en grupo hacia ellos mientras Sasuke conducía a su misteriosa belleza peli-rosa hacia las puertas del Club Deportivo más famoso del mundo.

— ¿Quién es ella, Sasuke?

Los flashes de los fotógrafos cegaban a Sakura.

— ¿Cómo se llama?

Él los dejó atrás, arrogante y no contestó.

Sakura deslizó una mano sobre el brazo de Sasuke mientras sonreía a las cámaras, caminaba al lado de su compañero con la cabeza en alto, excitada y nerviosa. El largo pelo le caía como seda en el vestido crema y dorado.

Las puertas se abrieron de par en par y luego se cerraron. Ya estaban dentro y Sakura sintió que le faltaba el aire al volverse para hablar a Sasuke.

— ¿Sucede esto con frecuencia?

— Sí —la miró esbozando una extraña sonrisa—. Y has manejado la situación perfectamente, chérie. Bien hecho —bajó la cabeza para darle un beso en la mejilla—. Estoy muy orgulloso de ti.

— ¡Vaya! —se rió Ino a espaldas de ellos—. Ahí afuera me han ofuscado. ¡Esperen, ya viene un coche oficial!

Se volvieron y vieron que la princesa Caroline salía de una limusina negra.

— ¿No es bella? —sugirió Ino.

Sasuke le besó la mano a Sakura.

— Vamos, vayamos a ocupar nuestros lugares. Me doy cuenta que esta noche será excepcional.


Hasta aquí el octavo capítulo

Nos leemos mañana!

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