Cumpleaños

Para la víspera de su primer cumpleaños en esta nueva realidad tiene una buena cantidad de días libres acumulados así que pasa el permiso a Biwako-sama el lunes de esa semana y felizmente se despide del hospital desde el miércoles, pasa un día ajetreado limpiando su casa a fondo, barre, trapea, sacude y pule, al final se las ingenia para convertir la antigua habitación de su abuela en un verdadero invernadero en lugar del cuarto mal adecuado en donde había empezado a cultivar plantas como experimento, el sábado se levanta con el sol en lo alto del cielo y se desencanta por salir a pasear por el pueblo tras una ducha rápida sin nada más que hacer; Kazuo lleva dos semanas fuera de la aldea en una misión y Shisui esta tan comprometido con su entrenamiento que no pasa mucho tiempo fuera de las áreas privadas para entrenar de los Uchiha hoy en día

El atardecer de ese día la encuentra en la cima del monte Hokage disfrutando de dangos frescos y té tibio a modo de un desayuno/almuerzo tardío, se asegura de recoger todo al terminar y se arroja al vacío antes de avanzar rumbo al mercado donde compra un pulpo y camarones de buen tamaño, ingredientes para hacer su tempura especiada, un jugoso corte de carne de res, dos docenas de huevos y una selección de vegetales frescos, antes de regresar a casa pasa por el puesto de dango para conseguir pasta de frijol dulce recién hecha y se va a casa con los brazos cargados, se toma su tiempo para sacar la carne de cerdo molida que tiene en la nevera junto a la caballa que le trajeron con los víveres de la última vez y los condimenta bien con la carne de res que compro, limpia los camarones para salpimentarlos y tras lavar el pulpo lo corta como necesita, una vez todo está separado y debidamente sellado los guarda en la nevera con todas sus otras compras del día, como pensamiento de último segundo deja cebada en agua sobre el mesón para hacer un poco de té en la mañana

El domingo lo empieza muy temprano, con harina y condimentos extendida por todos lados sobre el mesón de donde está haciendo las distintas masas que va a necesitar para más tarde, una vez todo amasado y separado empieza con los vegetales, los lava muy bien antes de cortarlos y ponerlos en tazones distintos, se toma su tiempo condimentando el caldo de miso y empieza a trabajar el pulpo para hacer yakisoba casero y al mismo tiempo pone la olla de hierro de su abuela a calentar con una medida de agua. Una vez todo listo deja el pulpo a un lado para sacar el corte de res de la nevera, pone las zanahorias y las papas tajadas con sal, tomillo y laurel mientras corta la carne en un tamaño apropiado, un par de elementos aquí y allá después tapa la olla y se gira al mesón para poner la arrocera a funcionar, pone la plancha circular para panqueques a calentar y en la hornilla que queda libre atrás pone un bol de hierro con agua y encima la enorme vaporera de bambú tejido que pertenecía a su madre

Toma la mezcla de dorayaki y pone una sola cucharada de masa con pocos centímetros de separación la una de la otra en la plancha, una vez pone la primera carga se gira hacia la nevera de dónde saca el cerdo molido, le agrega los vegetales que corto de antemano. A medio camino de incorporarlo todo se asegura de voltear la masa que tiene en la plancha y se gira a seguir incorporando, cuando termina saca la masa lista de la plancha, la pone en un plato y pone otra ronda para terminar la masa de dorayaki, alargando la mano toma la masa de los gyoza, un rodillo y se dispone a rellenarla con habilidad, le da la vuelta a la masa sobre la plancha, destapa la vaporera con cuidado y acomoda los gyoza antes de volver a poner la tapa, lista la masa sobre la plancha la pone en el plato con las demás y con ayuda de unas pinzas quita cuidadosamente la plancha de la estufa para poder poner el bol que usa como freidora. Prueba el caldo de miso antes de apagarlo, checa el estofado antes de reducir más el fuego y revuelve un poco el arroz para apagarlo, pone una plancha nueva con unas gotas de vinagre balsámico, una cucharadita de vino de arroz y un chorrito de salsa de soya en la que sella la caballa antes de tomar el tazón con su tempura especiada y sacar los camarones para cubrirlos con esta antes de arrojarlos al aceite hirviendo

Corre a su cuarto para tomar uno de sus pergaminos de almacenamiento y de regreso a la cocina lo despliega sobre la pequeña sección limpia del mesón de la cocina, sella la arrocera en primera medida y con algo de dificultad la olla con el caldo de miso, pone el termo de vidrio con té de cebada frío que hizo tras levantarse dentro del pergamino, pone la caballa en un plato con cuidado para sellarlo y saca apresuradamente los camarones para escurrir el exceso de aceite; los acomoda con esmero en un plato apropiado y lo sella. Destapa la vaporera para examinar los gyoza y la saca del bol con cuidado, seca con una toalla de manos limpia el exceso de agua que escurre, vuelve a ponerle la tapa y luego la sella, con la estufa despejada puede poner la sartén a calentar para el yakisoba, revuelve el estofado de res una vez más y se gira a la nevera para sacar la pasta de frijol dulce que deja en el mesón, arma rápidamente el yakisoba antes de taparlo y reducir el fuego para poder completar los dorayaki, los pone en otro plato y los sella. Apaga el estofado por completo antes de tomar un plato en donde pone cuidadosamente el yakisoba con los palillos y una espátula antes de sellarlo seguido de cerca por la olla con el estofado, finalmente pone otro bol donde arroja los vegetales en julianas que separo para saltearlos un poco con los brotes de bambú y tras terminar los pone en distintos tazones llanos que sella sin mucha atención, entonces casca unos huevos, los condimenta, los bate y se dispone a trabajar el tamagoyaki en la sartén donde hizo el yakisoba

Una vez que acaba pone los rollos que hizo en un plato rectangular, los corta con un grosor de tres centímetros y los sella en el pergamino para poder enrollarlo, limpia el mesón y la estufa antes de poner el hervidor lleno y correr a la ducha para poder darse un buen baño y prepararse para salir, se pone un sencillo vestido negro hasta los muslos de cuello redondo que tiene unas curiosas mangas que se abren desde su hombro, se acampanan torno a su antebrazo y se angostan en sus muñecas, se recoge el cabello en una trenza sencilla que deja caer por su espalda, venda sus pantorrillas y extiende el vendaje de su pierna derecha hasta el muslo donde asegura su bolsa de armas, toma el pergamino de la encimera y lo pone en la bolsa de su muslo, antes de salir de la cocina extrae otro pergamino de almacenamiento donde sella varios juegos de palillos, algunas bases para las ollas calientes, diversos cucharones, un puñado de cucharas, tazones pequeños, algunos vasos y pequeñas tazas de té a juego con la bonita tetera donde arrojó pétalos de jazmín y el agua del hervidor, enrolla el pergamino, lo desliza en su bolsa y se dirige a la entrada para calzarse las sandalias. Entonces toma sus llaves y tras cerrar se dirige a la comisaria Uchiha saltando por los techos

Aterriza en la entrada de la comisaría y con una pequeña reverencia al guardia de turno se dirige a la oficina de su tío, sabe por experiencia que alguien más va a inmiscuirse en su cita anual pero el hizo lo suficiente como para media docena de personas así que no está especialmente preocupado— Buen día, Tío Fugaku —es su saludo cuando cierra la puerta tras de sí, inclina la cabeza para el cadete que rinde informes a su tío y se dirige al escritorio vacío al fondo de la habitación que esta empotrado contra la pared bajo la ventana, limpia la superficie con una venda sencilla humedecida con agua destilada, extrae ambos pergaminos de almacenamiento y libera primero los tazones junto a las bases antes de liberar las ollas con el caldo de miso, la arrocera, el estofado y la vaporera, pone las ollas con el caldo y el estofado contra la pared cerca del borde del escritorio, la arrocera la deja frente a él junto a los tazones, empuja la vaporera hacia el centro del escritorio y libera los demás platos llenos de comida para rodearla, los vegetales salteados en el exterior junto a los brotes de bambú, los camarones, la caballa y el yakisoba más cerca de donde su tío se sienta, el dorayaki, el té de jazmín y el té de cebada frío diagonal a la arrocera, libera los cucharones, los palillos y las cucharas antes de destapar las ollas y la vaporera pone un cucharon en las ollas del caldo y el estofado, la pala plástica que usa para servir el arroz en la arrocera, pone un juego de palillos, un vaso, una cuchara y una taza de té en el lugar de su tío antes de servirle un tazón lleno de arroz, medio tazón de estofado y un tazón lleno de caldo de miso

— Feliz cumpleaños, Obi —su tío de liza los dedos por su cabello, atrayéndolo a un abrazo lateral contra su cadera— Todo huele y se ve delicioso como siempre, ya extrañaba tu sazón —lo levantó en brazos para besar su mejilla y ponerlo en la silla frente a la arrocera— Puede retirarse cadete —ordenó por encima de su hombro al chico que tenía una mirada de anhelo antes de tomar asiento en su lugar, cogiendo los palillos y ofreciendo una corta oración se zambulló en su tazón de arroz, tras diez minutos de su tranquilo almuerzo entre pequeñas charlas sobre cómo iban las cosas desde la última vez que se vieron una cabeza familiar de cabello negro se asomó por la puerta, Fujimori se les unió sin problemas besando su cien y deslizando un paquete sobre su regazo antes de enterrarse en su caldo de miso. Mientras rellenaba el tazón de arroz de tío Fugaku este deslizo un paquete sobre la mesa en su dirección sin parpadear, él lo tomó tras devolverle el tazón— Ren estaría muy orgulloso de la mujer en que te estas convirtiendo, Obito y aunque no te lo digo con la frecuencia suficiente yo también me siento orgulloso de todo lo que has logrado —le sonrío, alborotando su cabello

— Extrañaba la sazón de Bito —Fuji atrajo la atención sobre el con una sonrisa, dejándolo limpiarse las lágrimas que aún brotaban tan fácilmente sin la mirada fija de tío Fugaku sobre estas— Zuo y Sui son los únicos que lo prueban con regularidad hoy día, malditos suertudos —se quejó con un puchero inconforme en su labio inferior, el ahogo una risita mientras tío Fugaku lo reprendía por seguir siendo tan infantil cuando era un padre. Regreso a casa unas horas después con ollas y tazones vacíos sellados para facilitar el transporte, se despidió de Fujimori y tío Fugaku con una reverencia y la promesa de pasar a visitarlos más seguido en el futuro, una vez de vuelta en la relativa seguridad de su hogar, tras lavar todos los utensilios que traía sucios se sentó en la cómoda alfombra de su sala y abrió los paquetes que le habían entregado en el almuerzo, el de Fujimori contenía una gran cantidad de ropa que seguramente fue escogida por su esposa, la saco y doblo a su gusto mientras observaba, las blusas y faldas más bonitas, vestidos sencillos y elegantes, abrigos de invierno, medias altas y enterizos tácticos todo con tallas al azar para que no tuviera que botarlas cuando comenzara a crecer

Alargando la mano tomo el paquete de tío Fugaku, era mucho más pesado y sólido, cuando lo abrió se encontró con unas pesadas cadenas familiares; las cadenas que fueron el arma favorita de su padre, las mismas que portaba el día que libero el Kyubi en Konoha, cada eslabón estaba pulido y engrasado a la perfección, Obito enrollo y sello cuidadosamente la cadena en el pergamino que contenía la naginata que Jiraiya le había obsequiado hace una quincena, tomo la ropa y se levantó del suelo para ir hasta su cuarto, guardo cada prenda en su lugar designado en el armario, separándola de la ropa que robo de sus primos y su ropa de servicio, puso los vestidos en ganchos con el manto que Tsunade-sensei le hizo llegar por medio de Biwako-sama, cerró su armario antes de agacharse y extraer la enorme manta de punto que Kazuo envió en un pergamino desde el país de la Nieve del baúl donde también guardaba el elegante kimono que Biwako-sama le regalo cuando tomo sus días de descanso

Puso la manta a los pies de su cama y se subió a esta para cerrar la ventana, se paró frente a su pequeño tocador mientras deshacía la trenza y se sacaba el vestido por la cabeza, se puso el camisón grueso de mangas largas que Goro le trajo hace dos días y empieza a deshacer las vendas de sus pantorrillas, se toma un momento para guardarlas en un cajón pequeño tras enrollarlas y pone su bolsa de armas sobre el tocador, junto al pedestal de cristal donde puso las horquillas que Shisui le obsequio con ayuda del tío Botan. Arriesgando una última mirada al espejo esboza una sonrisa, se levanta del banquillo y apaga la luz de camino a su cama, recoge las sabanas delgadas antes de extender la manta y envolverse en un capullo

Fue un agradable día y voy a tomarlo como un buen augurio para el resto del año