Nada de Katekyo Himan Reborn me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.
Behind Golden Eyes
Capítulo 8
-… amenaza! – Señor, ¿cuándo los idiotas entenderían que solo estaban cavando sus propias tumbas haciendo estas cosas?
Al menos era entretenido. Y tenía asiento de primera fila para ver a su bebé mostrar sus garras, si tenía suerte, o enseñar sus dientes. Si no supiera mejor, diría que su niño no era un humano sino alguna clase de lagartija colorida que, a pesar de ser linda, era venenosa. Debería de preguntarle a los otros con que compararían a su cachorro…
A Chispas, Chocolate y Helado no. Para ellos su bebé era un leopardo. Si alguien le decía que era un león, como el idiota de Natsu, les sacaría los ojos. Los leones no tenían la gracia y la elegancia que tenía su pequeño, para empezar. Además, Tsunayoshi no daba miedo hasta que así lo deseara. Eso complicaba un tanto las cosas…
- Ah, ya veo. – Como espero, su cachorro siguió sonriendo de esa forma amable, como si no le hubieran hablado mal de sus… "mascotas", de sus pequeños. – Lamento oír eso, es una desgracia… - Papeleo a un lado, manos juntas, y una actitud agradable.
Sin poderlo evitar, resoplo con fuerza, tratando de no reírse, y salto al suelo, dejando la ventana atrás.
- ¡Otra de esas bestias! – Su diversión se fue inmediatamente, deteniéndose a medio camino de llegar a su cachorro.
- "¿Cómo diantres acabas de llamarme gusano?" – Extendió sus garras, mostro los colmillos, estaba lista para comerse a este desgraciado-
- ¿Bestia? – Esto fue dicho con confusión, una falsa. - ¿Que bestia? – Gruño con suma molestia, ojos chocolate dando con ella gracias a un idiota de primera señalándola como si fuera algo que no debiera de estar allí sino muy, muy lejos. – Ah…
Una cuarta presencia, una que desde que la intención del hombre sin nombre se había dado a conocer, no pudo contenerse más:
- ¿Quiere que llame a Kyoya Tsuna-sama? – En todo este tiempo, Hayato había tenido una expresión divertida. – Estoy seguro de que disfrutara deshacerse de la bestia…
- No, no será necesario. – Tal cosa solo hizo sonreír mas al hombre de pelo gris. – Me encargare personalmente, no queremos que Reborn se manche las manos innecesariamente, ¿verdad?
- "¡No me importaría hacerlo mi cena!" – En lo absoluto. Pero el tonto de su cachorro no iba a permitir tal cosa.
- ¿Reborn? – Ah, de paso el idiota no tenía idea de con quien estaba tratando. El hombre vestido de negro no estaba en la habitación y no iba a aparecer por más que el hombre mirara. Patético.
- Si, Reborn. – Levantándose del escritorio, su niño se acercó a ella deliberadamente, inocentemente. La sonrisa seguía intacta, la buena cara también.
Era una verdadera lástima que el idiota que la insulto no hubiera mirado un poco más arriba, dando con ojos sumamente molestos. No podía evitar preguntarse cuanto tiempo este humano había estado molestando a su hijo como para que estuviera hirviendo internamente.
- ¿Cómo amaneció mi reina hoy? – Tomo sumo placer en ver al humano palidecer en gran medida, y luego en las manos metiéndose con sus orejas. De hecho, era un placer que su pequeño bajara a su altura para saludarla, y más aún lo era que le diera un beso en la frente como parte de su saludo.
Había tardado un poco en entender esta particular muestra de afecto.
- "Maravilloso, al menos hasta que ese imbécil hablo." – Su pequeño sabía en donde acariciar, sus manos eran mágicas. – "Te he dicho miles de veces que tienes que hacer algo con esta clase de gente. No saben apreciar nada." – Pero su hijo tenía oídos sordos cuando quería, desgraciadamente.
- ¿Por qué no vas y tomas tu lugar preferido?, ¿eh hermosa? – Ante esto no pudo evitar volver a mirar a su cachorro y dejar de proyectar su enojo al desgraciado que la insulto, subiendo las orejas.
No ayudo que su pequeño le acaricio bajo el mentón antes de levantarse y dejarla en paz. Su hijo rara vez le ofrecía tal cosa, verbalmente al menos. Después de todo, su silla no era para compartir, y su hijo no encontraba muy agradable trabajar con ella encima o en otro lugar. Era una lástima, porque el lugar era tan cómodo como lo eran sus manos sobre ella.
Ambos sabían que era lo que quería cuando le robaba la silla, era su lugar preferido solo por eso, así que no desaprovecho la oportunidad. No obstante, una vez en la silla, acomodándose a gusto, ladeo la cabeza un poco en confusión.
- "No me digas que también sufres de alguna enfermedad mental, gusano insolente." – Mostro los dientes, solo para darse a entender porque sabía que sus palabras jamás llegarían a alguien con tan poca inteligencia y pobre educación.
Para su mayor confusión y ligera diversión, el hombre se volvió aún más blanco si eso era posible. El olor a miedo, a terror, era inconfundible desde donde estaba. Alguien estaba sudando mucho, y era probable que se hiciera encima si su nariz no la engañaba. Gruño en molestia ante esta posibilidad, no necesitaba ese aroma para saber que el idiota humano estaba tan asustado como un ratón en sus garras. Mala comparación, el ratón era más valiente porque no se haría encima.
- Así que, ¿de que estábamos hablando Antonio? – Y aquí estaba, siendo colorido e inocente, como cualquier ser venenoso.
- Sobre las bestias, Tsuna-sama. – Recordó el hombre de pelo plateado "amablemente". Estaba teniendo un mal momento en mantener una cara seria ese hombre.
Todo era lindo y divertido hasta que esa sonrisa, esa atención, era dirigida a ti. No era el golpe silencioso que nadie se espera como había tratado de enseñarle a su cachorro, era más una advertencia. Su hijo era perfectamente capaz de ser contundente y llevarse a sus víctimas a donde quería sin que dichas víctimas se enteraran de nada hasta que ya fuera demasiado tarde. Lástima que lo practicara tan poco…
- ¡Ah! – La sonrisa se hizo más grande, y para su diversión esto hizo al idiota insultador volverse tan blanco como la pared y dar un paso atrás. – Gracias Hayato, se me había olvidado, ya sabes como soy cuando la reina aparece… - ¿Acaso era tan difícil darle el respeto que su cachorro le presentaba?, uno pensaría que no, la verdad.
Hubo un bufido y el leve sonido de risas, pero eso no detuvo nada:
- Tendré que hablar con los de seguridad otra vez, obviamente están muy relajados o son demasiado inexpertos si "bestias" pueden entrar de lo más natural a la mansión y entorpecer las actividades de los empleados… - En este punto, el hombre de pelo plateado ya no podía contener sus risas. – No quiero pensar en cuanto daño podría hacer un ladrón o un asesino si una "bestia" fácilmente le robo la cartera Antonio. – Seguidamente de: - ¡Vaya que tienen tiempo libre si perdieron todos sus ahorros jugando póker con "bestias"!
El hombre, la victima de su hijo, se le iba a salir el corazón por lo rápido que latía. Señor, y su cachorro aun no había volteado la cara hacia él.
- Supongo que puedo perdonarlos esta vez por su incompetencia… - Allí estaba, ¡allí estaba! – con la compensación de tiempo extra, y esperemos que no hayan más… - ¡El golpe de gracia!, ¡la muerte verbal! – "brechas", sino me temo Kyoya tendrá que intervenir y eso sería una lástima por algo tan tonto, ¿no cree? – Su hijo bien podría haber ronroneado esas palabras.
Los humanos no podrían producir tales sonidos, pero su hijo tenía su propia forma de hacerlo y vaya que hacia maravillas en asustar a la gente.
Colmillos había mencionado que no había nada más peligroso que algo que lucía lindo, algo acerca de que lo colorido y atrayente era una trampa. Viendo esto…
- ¡Bien! – Como si nada, su hijo fue hacia ella, su intención clara. – Ya que el problema ha sido atendido, puedes volver a tus funciones… - Por una fracción de segundo, el peligro regreso: - ¿A menos que tengas otra cosa de la que quisieras hablar?
Viendo esto no podía evitar concordar, era difícil no hacerlo cuando su hijo acababa de noquear a su víctima y no le había puesto ni un dedo encima. Solo esperaba que alguien viniera pronto a limpiar…
- ¡Ni siquiera di miedo! – Su hijo se quejó, sin poder creerse lo que veía. - ¡No amenace ni nada!, aunque pensándolo bien, debí de usar lo del despido, no me sirve alguien que obviamente tiene problemas del corazón, morirá tan pronto uno de ustedes haga un desastre Hayato… - Como un lamento: - El papeleo, las condolencias y el funeral son tediosos…
- No cualquiera concordaría, Tsuna-sama. – El hombre aun reía. No podía culparlo, había sido muy entretenido. – La forma en la que das a entender que insulto a tus mascotas es casi tortura. – Una corta pausa solo para agregar: - Habrá unas cuantas bajas hoy, ¿no?
- Incluyendo a la nueva alfombra. - ¿Alfombra? - ¿Qué?, está justo en la entrada, lo van a pisar. Al menos limpiara zapatos mientras alguien viene a llevárselo, supongo…
- "¿Me lo puedo comer?" – No creía que supiera bien, pero…
Nadie la insultaba y salía sin repercusión.
