-8-
Mi Hermoso Esclavo
Por Ladygon
Capítulo 8: El fin de una era.
El chico estaba entre furioso y temeroso, pero no se dejaba vencer.
—Entonces, ¿están dispuesto a ser colonizados? —preguntó Thomas.
—Yo no dije eso —dijo el pirata.
—Creo que la señorita Guthrie tiene otra cosa en mente. Yo me cuidaría de ella si fueras tú —dijo Thomas.
Hornigold no dijo nada, solo salió de ahí. Flint por fin pudo atender al chico.
—Thomas.
—No es verdad, dime que no es verdad. No puedo volver. Yo no quiero.
—No dejaré que te lleven.
—¡James! Quiero quedarme contigo. Haré cualquier cosa que me pidas, solo no los dejes.
A James le llevó un tiempo tranquilizar a Thomas hasta que vio que a lo mejor la vida en la realiza no era tan color de rosa si el chico estaba tan aterrorizado.
—Thomas, dime, ¿el rey te torturaba o algo así?
—¿Qué? No, no hacía eso, pero viví toda mi vida en esa jaula de oro. Apenas pude salir a completar mis estudios en la universidad. El rey me quería en su corte sin posibilidades de dejarlo. Era un prisionero, en todo el sentido de la palabra, porque no podía hacer lo que quería.
—Aquí también eras un prisionero.
—No, no es lo mismo. Aquí hago lo que me gusta y puedo ver el mar, caminar por la playa. Salir sin pedirle permiso a nadie. La corte está llena de protocolos asfixiante por eso hui cuando tuve la oportunidad.
—¿Cómo pudiste escapar si estabas tan vigilado?
—Mi tía cayó enferma. Tiene mucha edad y me aproveché de eso. No me enorgullece, pero vi la oportunidad y me escapé, pero…
—Tech te atrapó.
Hubo un silencio.
—Quizás deba darme por vencido —dijo Thomas con un suspiro y cara de resignado.
—¡No, Thomas! ¡No digas eso! —exclamó Flint—. No importa lo que pase, yo siempre estaré contigo.
Thomas lo miró a los ojos y su vista se suavizó de golpe.
—Te amo James —confesó Thomas, sin más.
James sintió su corazón estallar de júbilo.
—¿Qué? —dijo James con una sonrisa.
—Digo, que tú me amas —rectificó Thomas.
Ahora la sonrisa era del chico frente a la actitud confundida de James. Entonces el chico le plantó un beso apasionado al pirata y este respondió con mucho gusto. El abrazo fue exquisito junto con el beso. Amaba la forma que sentía al lado del chico. Él tenía razón, estaba enamorado de Thomas. Lo quería cerca de él y odiaba a la Guthrie por hacer esto. Si lo lograban, no sabía de lo que sería capaz. Tenía miedo, por primera vez en su vida, tenía mucho miedo con todo esto que estaba pasando, así que entendía a Thomas y no le gustaba nada. No quería que el chico sufriera.
Esto le pasó por su falta de visión. Debió imaginar que la Guthrie saldría con algo así apenas estuviera amenazada por el imperio británico. Debió irse con Thomas a otro lado.
—Nunca pensé que Guthrie me ocultaría esa información sobre el rey y tú —dijo Flint.
—¿Pero cómo supo?
—Tiene espías y quizás Max la ayudó. Lo lamento Thomas, debí estar más alerta.
—No es tu culpa.
Thomas le contó otras cosas de su vida, como el hecho que su propio padre lo aborrecía y lo culpaba de ser él quien pervertía al rey, cuando era lo contrario. Su padre era un tipo frío, sin corazón. No deseaba verlo por nada del mundo, porque siempre lo acribillaba con culpas nada verdaderas.
Al correr de las horas, Flint se convencía cada rato que debía proteger al chico con su vida si era necesario. Además de convencerse de que estaba locamente enamorado de él como nunca lo estuvo en su vida de alguien. Se rebanó los sesos pensando la forma como salir del problema en el que estaban metidos, pero no logró encontrar nada que lo ayudara.
Hasta que sintieron ruidos de personas caminando hacia ellos y los dos se pusieron en pie. Era un grupo donde estaba Eleonor Guthrie, Vane, Gates y Hornigold. Estaban ahí como si fueran un grupo de jueces.
—Flint, hicimos un trato con el capitán inglés —anunció Eleonor.
—Maldita, no sabes lo que haces —gruñó Flint— ¿Crees que te dejarán ir así como así? Eres una tonta si piensas eso.
Eleonor se paró firme con el rostro afectado, tratando de mantener la compostura.
—Ya hicimos el trato y nos dará ventaja, así que no te interpongas y todo estará bien.
—Si te llevas a Thomas, te mataré. A ti y a esa manga de traidores —dijo mirando sin consideración a Gates.
—Flint, sé razonable —pidió Gates.
—Señorita Eleanor —intervino Thomas—. No me entregue, por favor. No quiero ir.
El rostro de la mujer reflejó dolor y se mordió los labios.
—Yo podía esperar de los demás cualquier cosa, pero de ti —recalcó James a Eleanor—. Tú que conviviste con Thomas y fue tu amigo, pensé que le tendrías consideración.
—Y la tengo. Este no es lugar para él, Flint ¿Qué no lo ves? Es un noble ¡Un príncipe!
—¡Y eso qué! —rugió furioso Flint.
Se hizo un silencio temeroso en ese lugar.
—Mira, no quiero avergonzarte —comenzó diciendo Eleonor—. Sé lo que sientes por el chico, pero es peligroso que se quede, tarde o temprano averiguarían quién era y vendrían por él. Seamos sinceros.
—Si quieres que sea sincero te digo que eres una maldita rata rastrera traidora y cobarde. Le temes a un rey que no te gobierna y le lames las pelotas sin siquiera dar un golpe.
—Ya basta. Nos lo llevaremos —dijo Eleonor dando la orden de abrir la reja.
Todos se miraron como temiendo la respuesta. Eleonor asintió a Vane y este abrió la reja. Flint seguía encadenado, su movilidad era limitada. Llegaron unos hombres de Vane quienes sujetaron a duras penas al capitán, el cual los golpeó sin misericordia casi matando a uno. Flint trató de zafarse de las cadenas con un forcejeo demoníaco. No iba a dejar que le llevaran la vida y por eso estaba luchando con su vida. Golpeaba a los tipos y les gritaba.
—¡Déjenlo, no se lo llevarán!
La sangre salpicó el rostro de James, comenzó sofocarse. Muchas manos trataron de controlarlo y la voz de Thomas chirriaba en sus oídos. Gritaba y los empujaba a todos. Sentía la voz lejana de Thomas hasta que un golpe en la cabeza lo dejó mareado.
—¡James! ¡James! —gritó Thomas.
James reaccionó del ataque anterior y se lanzó hacia la salida, con tan mala suerte que le cerraron la reja en su nariz.
—¡Thomas! ¡Suéltenlo malditos! —gritó James con las manos agitando los barrotes.
Dos hombres lo agarraron de los brazos mientras forcejeaba. Thomas alcanzó a agarrar un barrote y James tomó su mano. La agarró con fuerza, pero no fue suficiente para que lo separaran de él. Arrastraron a Thomas mientras se resistía con todas sus fuerzas.
—¡Juro que los mataré a todos! —gritó James.
Había voces que le pedían ser razonable, sin efecto por estar embravecido. Solo unos ojos de color claro lo miraba con verdadera compasión, pero a él no le importó solo los siguió maldiciendo con ojos llorosos y casi sin aliento, rugiendo como león enjaulado. Lo dejaron solo donde calló de improviso, luego caminó como alma en pena hasta el fondo de la celda, en el lugar más oscuro y ahí no aguantó más y colapsó deslizando su espalda hasta el suelo. Se puso a llorar con desesperación, pero tapó su boca para cubrir sus gemidos hasta que no pudo más y lanzó un grito desgarrador que retumbó las paredes de las mazmorras.
Thomas fue presentado al capitán del barco británico.
—Así que este es el favorito del rey —dijo en tono despectivo el capitán.
Thomas desvió la cara cuando lo tomó del mentón.
—Llévenlo a la cabina.
Dos hombres lo tomaron por los brazos y se lo llevaron. Eleonor vio la espalda de Thomas.
—Espero que cumpla con su palabra —dijo Eleonor.
—Primero veremos si el chico tiene valor ante el rey —dijo el capitán.
—Ese no era el trato.
—En toda transacción se debe verificar el valor de la mercancía.
—Thomas no es mercancía.
—Si al rey no le interesa, este chico no tiene ningún valor.
—¿Qué harán con él si eso pasa? —preguntó Eleonor.
—Eso no es de su incumbencia.
Eleonor tragó duro y trató de convencer al capitán inglés de que cumpliera el acuerdo, pero no lo logró del todo.
El capitán inglés mandó zarpar y luego fue a ver a su invitado, quien seguía atado de las muñecas con cadenas. Thomas miraba la isla de Nassau alejarse por la ventana de la cabina del capitán. Sintió que dejó algo muy importante atrás y le dio demasiada pena.
—¿Crees que el rey te perdonará? —dijo con malicia el capitán inglés.
Se acercó a él con paso firme y muy amenazante. Thomas seguía, mirando Nassau sin hacerle caso.
—¿Si tomara un poco de ti, por ejemplo, crees que pasaría algo? —preguntó el capitán.
Thomas sintió la mano del hombre rozar su barbilla, para luego girarla con cuidado hacia él. No le apartó la vista de los ojos.
—No lo sé —respondió el chico sin expresión—. Quizás no pase nada o quizás el rey te mate por tomar una de sus posesiones.
El capitán quitó la mano donde la tenía y lo miró con seriedad.
—Eso lo veremos —dijo el capitán—, pero no te preocupes, si el rey no está interesado en ti, puedes buscarlo.
A Thomas no le interesó lo que decía ese hombre, siguió mirando por la ventana y no se dio cuenta cuando el otro se fue. Ya solo su mente volvió donde James Flint y en el mundo de la piratería. Debía tomar ese tiempo como algo hermoso en su vida, algo de lo que nunca se arrepentiría, aunque el castigo sea la muerte por traición. Nunca había sentido tanta libertad como la vivida en esa isla salvaje y eso que era un esclavo.
El viaje sería largo, varios días hacia Londres. Tenía todo ese tiempo para reflexionar, pero una cosa era segura: extrañaría mucho a James Flint.
Flint estuvo bastante tiempo en las mazmorras del fuerte. Fue como si lo hubieran olvidado ahí. Flint se estaba marinando en odio hacia los de Nassau y a Nassau mismo. Ellos solo lo lanzaron y lo dejaron ahí, aunque para ser justos varios fueron a verlo, pero él solo se escondió en la oscuridad de una esquina, sin hablarles ni una palabra.
Gates, Eleonor, Vane e incluso, Teach, fueron a verlo sin éxito. Solo estaba en esa esquina donde la lumbre de la antorcha o de las lámparas de aceite no llegaba. Flint estaba en penumbras, pero comprendían que estaba bien, porque la comida y el agua desaparecían. Eleonor quería sacarlo de la celda, los demás solo dejarlo, en especial Teach, quien sabía de ese rencor que no desaparecería de Flint y que ellos serían los blancos de su venganza.
No estaba equivocado. Flint esperó unos meses marinándose en odio y en hambre, pero sabía que no permanecería mucho tiempo en esa prisión. Conocía de sobra a la marina británica como para saber que vendría tarde o temprano a tomar Nassau.
Y un día en la mañana, los cañones del fuerte le dieron la razón a todo. Nassau cayó por los británicos y él fue liberado. Flint cambió de bando, traicionar a los piratas le fue fácil, pero eso no fue suficiente. Acabaría con todos ellos de la forma que había aprendido y lo haría desde el bando menos esperado: el enemigo.
La primera que cayó fue Eleonor. La vendió de la misma forma como vendió ella a Thomas. Los ingleses estuvieron encantado de eso y la capturaron para llevarla a Londres, donde sería juzgada y encarcelada. Luego, Flint se volvió cazapiratas, dándoles cazas a todos sus antiguos camaradas. No le importó en lo más mínimo y siguió su seguidilla de venganza hasta que la colonia británica pudiera reclamar la isla.
Thomas volvió con su rey, este lo tomó con alegría al exiliado, pues pensó que fue capturado por los piratas y no estaba del todo equivocado.
—Mi pobre Thomas, no puedo imaginar lo que pasaste con esos bandidos —dijo el rey.
Thomas no dijo nada, pero hizo la reverencia que demandaba el monarca. La seriedad del capitán "héroe" contrastaba con la recompensa que se le estaba dando, pero la mirada fija de Thomas lo convenció de mostrarse humilde y rechazar el premio de forma muy cortés. El rey se mostró impresionado y aceptó la humildad de su súbdito. Thomas sabía que eso le dolió al capitán y esa fue una forma de venganza liviana para el sujeto. Por un lado le gustó que ese tipo no consiguiera ninguna recompensa por haberlo devuelto al rey.
El rey tampoco supo las cosas que hizo en esa isla. Ni supo de Flint, pero pronto lo sabría y eso era una desventaja. Así que debía ganar su favoritismo una vez más, aunque nunca había intentado esto para tenerlo comiendo en sus manos. Thomas pertenecía al rey desde los catorce años. No conocía la vida de un chico adolescente común, porque lo educaron para servir a su rey desde muy temprano, pero la corta vida de libertad en Nassau le dio las fuerzas necesarias para soportar su vuelta a la vida de esclavitud, cosa que no fue nada de fácil. No quería estar ahí y reunir sus fuerzas para soportarlo otra vez.
Fin capítulo 8
