Título: Lazos de familia

Autor: Lady chibineko

(Miembro de la Orden Sirusiana)

(Miembro de la Mazmorra del Snarry)

(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

Disclaimer: La franquicia de Star Trek es propiedad intelectual de Gene Roddenberry y los respectivos productores de cada saga. Esta historia entra en Star Trek: el Universo Alterno ("Alternate Original Series" o "AOS") que nos trajo J.J. Abrams en la película del 2009.

Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan.

Nota: Este fic fue hecho en respuesta al reto de fics del SlashFest 2017 de la página Slash Fanworks groups/SlashFanworks/ .

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Capítulo VIII

El cambio entre estar sumergido en el trance curativo y estar consciente, como siempre, fue abrupto. Y debido a la frecuencia con la que sucedía, no se sintió demasiado desorientado. Un momento flotaba en su propia mente, al siguiente analizaba el ambiente en el que se encontraba.

Luces tenues, olor a antiséptico, el suave sonido de las máquinas de soporte vital, las paredes metálicas que se le hacían tan familiares. Estaba en la enfermería, y por la oscuridad debía de ser el turno delta.

Frunció el entrecejo.

Por algún motivo no recordaba exactamente por qué se encontraba allí, lo cual era inusual.

A su memoria vino la misión, la cual había ido bien hasta que...

¡Jim!

Se levantó de un golpe, sin pensar las posibles consecuencias o hacer un chequeo personal de su propio estado, y el resultado fue un súbito mareo ante su accionar. Pero no le importó.

Barrió con la mirada las otras biocamas y no respiró tranquilo hasta que no localizó al capitán, el cual estaba en su biocama usual del área médica.

Spock tomó aire y lo expulsó con lentitud.

El capitán estaba vivo, y la falta de personal médico alrededor daba a entender que estaba en proceso de recuperación.

Todo bien entonces.

Volvió a acostarse y trató de reordenar ideas.

Recordó las bajas temperaturas, la cueva... Parte de las conversaciones.

Jim y él por fin estaban en buenos términos, lo cual era un hecho... satisfactorio. Y pensaba volver a integrarse en la vida de su capitán al mismo nivel de amistad de antes de la llegada de los niños; aunque claro estaba, con los cambios necesarios para incluir a los infantes.

La idea debería de ser suficiente para él, pero por algún motivo no era así. Sentía que algo más faltaba.

Algo importante.

Pero no lograba dilucidar que era.

- ¡Spock! ¡Estás consciente!- la voz del médico en jefe lo desvió del rumbo de sus pensamientos.

- Doctor McCoy.- saludó con voz firme, pero rasposa. Frunció el entrecejo ante aquella reacción de su cuerpo- ¿Podría informarme cual fue el período de tiempo que pasé en trance?

Leonard suspiró y comenzó a realizar los escaneos para las pruebas de rutina.

- Casi 5 días. Estaba comenzando a preocuparme. Por lo general despiertas antes.

Spock analizó las palabras del galeno.

- En efecto.- entonces volvió a mirar a Jim- ¿Cuál es la prognosis del capitán?

El humano gruñó.

- Síntomas de hipotermia severa entre otras perlas, pero sobrevivirá. Ambos lo van a hacer si estas lecturas son correctas. Ahora, no hagas tonterías y te daré de alta mañana ¿Alguna molestia? ¿Necesitas que te traiga algo?

Spock negó tras dirigir su mirada hacia el techo.

Leonard suspiró.

- Mira, estaré en mi despacho. Volveré a darte otro chequeo antes del inicio del turno alpha, pero en caso necesites algo ya sabes dónde está el comunicador así que no dudes en llamar.

- Así lo haré, doctor.

- Sí, de acuerdo.

McCoy se alejó de Spock, pero no se retiró sin antes realizarle un nuevo escaneo a los signos vitales del capitán. Solo entonces fue a su oficina.

En cuanto a Spock, éste seguía con aquella sensación de que algo faltaba, solo que no podía recordar que era.

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- ¡Booooones!- se quejó una vez más James Kirk ante un nuevo atentado de su mejor amigo y doctor personal, por hacer un chequeo de sus signos en medio del puente.

Llevaba ya 2 días de haber retomado sus funciones luego de una nueva estancia en la bahía médica y una tajante oposición a tener días extra de descanso, pero eso había significado ser el objetivo de dichos asaltos médicos al azar.

Por ejemplo, en ese momento estaban a punto de terminar el turno alpha y el capitán esperaba a su pequeña prole, no a la versión médico ninja del que se suponía era su mejor amigo.

- Bones nada. Ahora termina con las quejas y abre la boca.

Jim rodó los ojos pero claudicó. Cuanto antes le diese a Leonard lo que quería, antes se deshacía de su trato médico.

Un par de bips y una lectura luego, y el doctor asentía satisfecho.

- Todo en orden.- declaró con voz profesional.

Jim emitió un suspiro exasperado.

- Yo te podría haber dicho eso.- rezongó.

- El día que adquieras un título en medicina, lo haces. Hasta entonces, te aguantas.

Otro rodamiento de ojos por parte del capitán.

Y la alarma que proclamaba el fin del turno alpha sonó, con lo que las puertas del turboelevador se abrieron y cierto cuarteto entró en brazos de los dos alférez que habían fungido como niñeros ese día.

La exasperación dio paso a la alegría.

- ¡Ey! ¡Vengan con papá!- dijo juguetón mientras estiraba los brazos y tomaba a Grelek en ellos.

Por supuesto los otros no estaban desatendidos. Leonard, Sulu y Nyota ya habían reclamado un niño cada uno.

- Bueno, hora de ir a comer ¿Tú que dices, Grel?

- ¡Papa!

- Eso mismo opino.- miró a Bones- ¿Cafetería o habitación?

El doctor suspiró.

- Tengo una cantidad insana de reportes que atender.

Ante aquella respuesta, Jim gruñó al recordar.

- Lo mismo que yo. Almuerzo en la habitación será entonces.

Leonard asintió, encaminándose al turboelevador tras acomodar a T'Liri y reclamar a Stalek de los brazos de Nyota.

- Despídete de la tía, pequeño Len. Es hora de ir a comer.

Y el niño hizo justo eso.

Jim emitió una risita y extendió un brazo hacia Sulu.

- Lo mismo va para ti, Anauk.

Sulu asintió y lo puso en el suelo, conciente de que el pequeño gustaba de caminar todo lo posible, aun cuando todavía no estuviese libre de tambaleos.

Finalmente Jim volteó hacia Spock.

- Lo esperamos a las 19 horas para la lección de lingüística vulcana de estos 4, señor Spock.

Y es que el primer oficial había empezado a dar clases a los niños por acuerdo mutuo con el capitán, y ambos adultos se sentían satisfechos por dicho acuerdo, sobre todo porque luego de la clase de 1 hora, y de que los niños fuesen puestos a dormir, los adultos llevaban aprovechaban unos minutos para conversar, a veces cenando, y en una memorable ocasión (hasta el momento) volvieron a jugar un partido de ajedrez.

- Allí estaré capitán.- se despidió el medio vulcano viendo cómo se cerraban las puertas del turboelevador, y esperando por el turno para usarlo.

Su rutina del día era la usual: obtener la cantidad usual de nutrientes diarios, aquél día en compañía de Nyota, Scotty y Checov; luego dirigirse a los laboratorios para cumplir con sus funciones usuales como oficial científico en jefe de la nave, y finalmente dirigirse a sus habitaciones con la intención de realizar sus actividades usuales de aseo para luego cambiar su uniforme por un atuendo informal, antes de dirigirse a las habitaciones de los Kirk para impartir la lección prometida de ese día.

Y dicha rutina fue llevaba a cabo sin problema en relación al almuerzo con los otros oficiales, y luego llegar al laboratorio de estudios xenobiológicos, donde llevaría a cabo sus actividades del turno beta, revisando las muestras biológicas obtenidas durante su última misión de reconocimiento.

Spock se encontraba trabajando junto a un par de suboficiales, realizando los procedimientos estándar para preparar las muestras para los ensayos correspondientes, cuando un recuerdo lo asaltó con la fuerza de un gancho de derecha, dejándolo un poco descolocado por un segundo.

Era la imagen de un Jim delirante, abrigado con mantas en medio de aquella cueva helada.

Spock tuvo que sujetarse por un segundo con las manos, de manera firme sobre la superficie de la mesa, mientras parpadeaba y trataba de controlar su repentinamente elevado ritmo cardiaco.

Fueron solo un par de segundos y nadie más lo había notado, pero fue suficiente para poner su mente en alerta.

Aquello había sido una imagen que su mente había reprimido en relación al tiempo transcurrido durante las últimas horas de su estancia en el planeta... ¿Había más?

La respuesta fue... Sí.

Tras aquél primer flash, pequeñas memorias fueron retornando, siempre sin aviso, pero de alguna manera ya no lo siguieron tomando por sorpresa. Lo cual le permitió ir hilando lo sucedido durante aquellas horas.

O por lo menos así fue, hasta que una memoria en particular lo hizo palidecer al punto de que sus subordinados lo miraron con preocupación, y hasta preguntaron si era necesario llamar al doctor McCoy.

Spock, de alguna manera, vio aquello como una oportunidad para retirarse a un lugar más tranquilo, y poner aquellas memorias y sus pensamientos en general, en orden.

- Contactar al doctor McCoy no será necesario, sin embargo considero aconsejable el retirarme por el día de hoy. Les pediría en todo caso el que terminen con la preparación de las muestras M-187 a M-241 para los ensayos pertinentes.

Dicho aquello, Spock salió del laboratorio y se dirigió al área habitacional, donde finalmente se refugió en su propia habitación, con una sola palabra en mente.

Kodos.

Y es que Spock había recordado aquél último pedido de Jim hacia un tal... ¿Thomas?, sí, ese era el nombre; y por supuesto lo que aquello implicaba.

Jim había estado en Tarsus IV durante el período de hambruna y el acto de genocidio del gobernante Kodos, y el saberlo hacía sentir a Spock como si una garra se hubiese apoderado de su corazón y se dedicase a apretarlo con fuerza.

Durante horas ponderó si el sincerarse con Jim y hablar sobre ello sería lo más recomendable; o si por el contario lo sería callar.

Finalmente Spock se decidió por lo segundo, teniendo en cuenta que el jóven capitán nunca, en todos los años que se conocían, había siquiera mencionado el planeta alguna vez.

Y sin embargo eso no evitó que Spock se decidiese a observar a su humano amigo, encontrando en el proceso más de una explicación para muchas de las acciones del capitán.

Y es que cruzando las fechas y según los pocos datos que se conocían de manera pública sobre el incidente, entre los cuales se contaban el número de sobrevivientes y las edades del mayor y del menor de estos... Jim había sido el mayor, y por lo tanto el líder. El joven humano que había cargado con la responsabilidad de mantener vivos a los otros a su cargo, y que a pesar de su corta edad había cargado con el peso de cada muerte.

Jim que iba más allá del comportamiento normal de un alto oficial y se aseguraba de conocer a todos y cada uno de los tripulantes de la nave de manera personal. Jim que era capaz de dar la vida en lugar de cualquiera de ellos, quien se aseguraba siempre que lo primero en stock fuesen los alimentos necesarios para alimentar a todos... Jim, para quien dejar a uno solo detrás era un acto inconcebible.

Jim, quien no creía en escenarios en los que no pudiese ganar, ni en situaciones de las que no pudiese salir vivo.

Jim, quien no pudo dejar a cuatro infantes mitad vulcano a su suerte, aunque eso hubiese significado perder el mando de su nave.

Jim, por quien de ahora en adelante Spock ofrecería incluso más de lo que ya daba, tanto como primer oficial y como amigo. Y esa era una resolución que pensaba cumplir a carta cabal de manera inmediata.

Y así, satisfecho con aquello, decidió prepararse para llevar a cabo la lección programada para ese día, luego de meditar un poco.

Para cuando llegó a las instalaciones de la familia Kirk, todo estaba nuevamente bien con él, y la lección se llevó a cabo sin contratiempos hasta el final.

- ¿Y cómo les fue hoy, señor Spock?- preguntó el humano con ojos brillantes y una sonrisa delicada en los labios.

- Los progresos efectuados son satisfactorios.- respondió el medio vulcano adulto, con su usual tranquilidad.

El brillo en los ojos del orgulloso padre se intensificó un poco más.

- ¡Ja! ¡Mis niños son unos genios!- celebró Jim con un pequeño baile, que hizo que de inmediato Anauk y Grelek se moviesen en sus sitios también, imitando a su padre.

El extremo izquierdo de la boca del primer oficial se alzó como único indicio de que Spock encontraba aquello entretenido.

- ¡Y tienen buen ritmo también!- celebró nuevamente Jim, alzando a Anauk y llenándolo de pequeños besos antes de bajarlo y repetir lo mismo con los otros tres niños, que de momento lo miraban expectantes.

Cuando el momento pasó, Jim anunció que era hora de que sus pequeños genios cenaran, se bañaran y fuesen a dormir.

En aquella ocasión, Spock tomó aquel anuncio como señal para retirarse por el momento, decisión que fue respaldada por la llegada del doctor McCoy, aunque por supuesto antes de cruzar la puerta el capitán le había propuesto un juego de ajedrez para después de que los niños fuesen puestos a dormir. Spock no lo pensó demasiado antes de aceptar dicha propuesta.

Sí, esa iba a ser su normalidad de ahora en adelante, y la verdad no le parecía mala en absoluto.

Excepto... Bueno, las cosas casi nunca salen como uno lo espera, en especial para los tripulantes de la nave Enterprise.

¿O sí?

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12 días después

McCoy rodó los ojos ante el nuevo gruñido del capitán y sonrió de manera burlona.

- ¿No crees que exageras un poco?- preguntó con sorna.

Jim le dedicó una mirada llena de molestia y al mejor estilo de un niño de 7 años con berrinche, infló las mejillas y respondió con un hosco.

- ¡No!- tras lo cual volvió a gruñir.

McCoy suspiró mientras el resto de los tripulantes en el puente escondían pequeñas sonrisas.

- Tranquilo capitán, protegeremos su virtud.- intervino entonces Uhura con tono divertido y un brillo travieso en los ojos.

Jim volvió a gruñir y una nueva ronda de risitas mal disimuladas navegó por el puente.

¿La razón de todo esto?

Iban a transportar una vez más al embajador boliano Zatix Belag y a su comitiva, la cual no era problema en absoluto. El problema en sí era el embajador, pues tenía una no muy bienvenida fijación con el capitán humano de la nave, y un par de manos bastante traviesas.

Y lo de la fijación en Kirk no era broma. La ocasión previa a ésta en la que el embajador solicitó una nave de la Federación, el Enterprise no estaba disponible, así que ofrecieron otra nave.

Milagrosamente el embajador consiguió otra nave de su propio planeta. Nadie movió una ceja ni hubo una queja por la pérdida de tiempo que ocasionó el diplomático con su pedido.

Entonces, no solo Jim estaba al tanto de las intenciones del embajador, sino toda la maldita cadena de mando en la Federación, así como el gobierno Boliano. Simplemente, a excepción de Jim, a nadie parecía molestarle aquello.

Kirk volvió a gruñir.

- Ya, ya, mocoso. Ya escuchaste a la dama. Protegeremos tu honor. Ahora vamos a comer a ver si un estómago lleno te borra esa cara.

Jim se dejó arrastrar con un suspiro. Ya qué.

Los que quedaron en el puente, listos para partir también luego del final del turno alpha, se miraron y más de uno soltó una carcajada divertida ante la situación, comenzando por la teniente Uhura.

No que estuviesen dispuestos a ignorar la situación, eso nunca. Lo de cuidar a su capitán iba bastante en serio después de todo...Pero aun así resultaba entretenido ver al legendario seductor interplanetario en una situación como aquella.

Uhura le aceptó a Sulu y Checov la invitación para comer y pronto se retiraron.

Spock, quien hasta el final había estado en los controles de su puesto, finalmente cerró sesión en su consola y salió decidido a continuar con sus labores del día en los laboratorios. Aunque eso sí, con la firme convicción de no dejar que el embajador interactuase más de lo necesario con su capitán.

Después de todo, como su T'hy'la (hermano, amigo y alma gemela) era su deber ver que así fuese.

Se metió al turboelevador y movió ligeramente los hombros, tratando de que un poco de la tensión del día se disipase... cuando por fin se dio cuenta de lo que había pensado sin ser demasiado consciente de ello.

¡T'hy'la! ¡Jim era su T'hy'la!

Casi sin pensarlo presionó el alto total en el turboelevador, de alguna manera agradeciendo el estar solo en aquél espacio.

¡¿T'hy'la?!... ¡¿Cómo pudo pasársele por alto algo como eso?! ¡¿En qué momento tomó conciencia?! ¡¿Era real?!

Respiró profundo y miró sus manos. Temblaban. Cerrando los ojos controló su respiración, así como el latigazo de nerviosismo que lo había invadido de la cabeza a los pies.

Aquello era grande... grande en verdad. Sobre todo porque el vínculo T'hy'la no solo era altamente reverenciado en la sociedad vulcana, sino porque era tan raro que no se había escuchado de uno en generaciones. Entonces ¿Cómo podía asegurar que realmente Jim y él compartían un vínculo así?

El asunto era... que solo lo sabía. Sorprendentemente no había dudas, y... no era algo nuevo. En algún momento lo supo, pero fue como si lo hubiese enterrado en lo profundo de su conciencia y ahora volvía a salir.

Volvió a respirar profundo. Pensó en la situación que se estaba dando de pronto en su vida... T'hy'la. Debió de haberlo sabido, pues la mente de Jim era absolutamente similar a la suya, compatible en todo sentido. Hermanos y amigos, y Spock estuvo a punto de perder eso.

Debía de proteger a Jim.

El embajador Belag entró en su mente una vez más, y de pronto estuvo realmente consciente de que si Belag sobrepasaba el límite de la hospitalidad de la Federación con Jim de nuevo, iba a romperle todos los huesos de la mano a ver si así dejaba los malos hábitos de lado.

Aquél pensamiento sorprendió al propio Spock, quien tras tomar aire por una tercera vez y cerciorarse de que sus manos ya no temblaban, volvió a poner en marcha el turboelevador.

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Jim se despidió a marchas forzadas del embajador y prácticamente huyó en dirección contraria, seguido de un divertido McCoy.

El boliano no llevaba ni 72 horas en la nave y ya había tratado de quitarle a Jim los pantalones, o por lo menos meterse en ellos, media docena de veces. Y pensar que iban a se semanas de eso hacía temblar al receptor de aquél trato no deseado.

Ese sujeto era insufrible.

Pero ya nada de eso era importante, el día había acabado y él se iba derechito a sus habitaciones a pasarla con sus niños, algunos informes atrasados y Spock.

Y no por primera vez, o quinta... ni siquiera por doceava vez, se preguntó a sí mismo el porque era tan masoquista.

Y es que sucedía que a pesar de la tensión y disputas de los último meses, James T. Kirk había aceptado para sí mismo que... aún seguía interesado en su primer oficial.

¡Argh! ¡De acuerdo! ¡Enamorado!

Y esta nueva faceta de aceptación y de apoyo del medio vulcano adulto no lo ayudaba a hacer que sus sentimientos menguasen.

Pero el humano se negaba a alejarse de Spock por sus propios medios, y he allí el porqué de su vena masoquista.

Si antes el hijo de Sarek parecía, ante los ojos de Jim, un modelo de oficial dentro de la Flota, un científico ejemplar y un amigo en el cual apoyarse, además de un digno ejemplar masculino; ahora además lo veía como... como... ¡Por todos los cielos!

Spock era maravilloso con los niños ahora que se había dado la oportunidad de interactuar con ellos. Era atento y siempre dispuesto a ayudarlos a crecer, mientras él mismo parecía crecer junto a ellos.

No estaba al nivel de Leonard, a quien Jim consideraba el papá que todo niño desearía tener (a pesar de que Len no creyese en sus palabras), pero estaba en camino a convertirse en uno.

Spock no lo sabía, pero algún día iba a ser un padre maravilloso para algún pequeño vulcano, y si antes Jim fantaseaba con él, con tener una relación con su primer oficial y quizás formar esa familia de ensueño que alguna vez imaginó; ahora que ya tenía a los niños, tanto su inconsciente como su consciente le gritaban que Spock sería el candidato ideal para formar parte permanente de la ecuación que era su nueva familia... y aquellos pensamientos lo asaltaban con una intensidad que lo dejaban anhelante y agotado por partes iguales. Y la disposición de Spock para con los Kirk hacía de todo menos ayudar a que el anhelo disminuyese en algo.

Y hablando del diablo.

- Jim.- Spock saludó al recién llegado, sentado en el suelo junto a los niños, los cuales se veían realmente inmersos en los juegos didácticos interactivos vulcanos, diseñados para promover el desarrollo de la motricidad fina de niños menores de un año.

- ¡Ey!- sonrió Jim.

- Doctor.- volvió a saludar Spock.

- Spock.- devolvió el galeno el saludo, antes de ir a saludar a los niños para luego despedirse de Jim con un- Bueno príncipe, llegaste sano y salvo a tu castillo, así que me retiro. Tengo más cosas que hacer que el evitar que el gran boliano malvado te coma.

El rubio rodó los ojos.

- Sí, sí. Gracias Bones, nos vemos en la mañana.

Segundos después el doctor se retiraba y Kirk estiró los brazos y arqueó la espalda con el objetivo de sacar algo de la tensión acumulada durante el día.

- ¿El embajador continúa dando atenciones no deseadas?- preguntó Spock con una ceja alzada a manera de interrogante.

Jim gruñó.

- Como si fuese algo nuevo. No importa, tendré simplemente que manejarlo como siempre lo he hecho.- fue la respuesta, lo que obtuvo un pequeño gruñido de parte de Spock, que pronto fue imitado por Anauk y Stalek.

Jim emitió una risita ante aquello.

- No sabía que 'Gruñidos 101' era parte de la currícula.

- Mis disculpas.- comenzó Spock, pero Jim le restó importancia con un movimiento de mano.

- Solo bromeaba. En realidad hasta me alegra de que al parecer tú me tomes en serio, teniendo en cuenta que todos los demás toman la situación por el lado divertido. En fin, me voy a bañar y cambiar en lo que ustedes acaban, y luego toca la cena ¿Quieres acompañarnos?

- Eso sería agradable.- contestó Spock con un ligero asentimiento, antes de volver su atención a los niños.

Jim suspiró. Definitivamente masoquista.

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Una semana después

El Enterprise había llegado al planeta clase M Cygnus II, donde se llevarían a cabo las negociaciones a las que debía de asistir la comitiva boliana.

Iban a ser 6 días si no había ningún problema, pero tal vez aumentasen uno o dos días estándar de ser necesario; por lo que entre el capitán y los primeros oficiales armaron un itinerario que le permitiría a cada tripulante por lo menos 36 horas libres seguidas dentro del tiempo que iban a estar anclados en el planeta.

Jim con gusto aprobó el itinerario una vez que estuvo listo. La tripulación de su nave era lo mejor del universo, y se lo merecía todo. O por lo menos eso había proclamado el rubio y el resto le había dado la razón sin dudarlo.

Spock salió del laboratorio de botánica con el PADD con los datos finales de los ensayos hechos a partir de las últimas colectas. Era sin duda información valiosa sobre la flora del último planeta clase M deshabitado que investigaron y que sería de gran utilidad cuando la Federación estableciera colonias allí.

Tomó el turboelevador, indicó el destino y siguió evaluando los resultados unos segundos, para al llegar a su destino salir del turboelevador y finalmente parar en seco.

No solo se había equivocado de parada y había ido al anillo habitacional de invitados en lugar del de altos oficiales, sino que allí estaba el embajador Belag de nuevo al lado de su capitán, tratando como siempre sin pena ni vergüenza alguna de, literalmente, meterle la mano al humano debajo de la ropa.

Spock gruñó bajito, aunque aquello no impidió que al darse cuenta de lo que hacía, se sorprendiese de su propio proceder.

Eso no estaba bien. Jim era su capitán, su amigo y su hermano. Su T'hy'la, era cierto; pero no le daba derecho a intervenir en la vida del humano.

Sin embargo la incomodidad de Jim era evidente, y en la mente de Spock eso terminó de encajar ¡Eso era! Era su deseo de proteger a aquél al que consideraba más cercano a sí mismo de los avances indeseados del boliano, lo que lo orillaba a actuar así.

- ¿Spock?- la voz de Jim Kirk sobresaltó lo suficiente al primer oficial como para que el humano lo notase y lo mirase extrañado- ¿Te encuentras bien?

Spock por su lado no supo muy bien que responder durante un par de segundos, pero pronto se obligó a colocar una careta de neutralidad en su rostro y asentir.

Jim siguió mirándolo extrañado, sin embargo no dijo nada al respecto.

- Bien.- expresó finalmente el humano- Entonces oficialmente terminó el día de trabajo... Este largo día de doble turno.- gruñó Jim estirando el cuello- Bones y los niños me esperan para cenar ¿Te gustaría acompañarnos?

Spock lanzó una mirada furtiva a los PADD en sus manos. Había pensado continuar trabajando con los datos en su habitación, luego meditar y finalmente descansar solo las horas requeridas para luego iniciar un nuevo día. Ese día no tenía lección con los niños.

Alzó la mirada y se perdió en el azul de los ojos del humano.

- Eso sería... agradable.

- ¡Bien! Después de usted, señor Spock.- señaló Jim el turboelevador del que Spock había salido minutos antes, con un toque de traviesa galantería.

Spock asintió y avanzó un par de pasos, lo que hizo que la puerta automática se abriese, tras lo cual ambos oficiales entraron, para que finalmente las puertas se cerrasen y esperaron a que el turboelevador los llevase al anillo habitacional correcto.

Ninguno de los dos notó el par de ojos extra que observaron toda la escena.

Nyota no daba crédito a sus ojos.

¿En serio? Es que... En un golpe de lucidez, de pronto vio todo con una claridad pasmosa. Y es que, era como ver una vez más a Spock en los meses anteriores al inicio de la relación que ambos tuvieron. Una relación a la que dio inicio ella, por cierto, porque de haber esperado a que el medio vulcano diese el primer paso, aún estaría a la espera de que algo sucediese.

Se pasó una mano por el rostro, mientras su mente procesaba, sin entrar en demasiados detalles, el cómo iba a proceder.

Si había leído bien la escena frente a ella, Spock estaba en verdad interesado en el atolondrado capitán del Enterprise, y por el lenguaje corporal de su ex-pareja, ese interés era profundo, lo suficiente para verlo gruñir de manera frustrada.

Pero si a eso le añadimos el repentinamente obvio interés de Jim Kirk por su primer oficial...

Nyota estaba a punto de darse de cabezazos contra la pared de titanio en la que estaba apoyada.

Eso... ¡Eso!... Eso no es algo que se da de un momento a otro, no con esa intensidad, ni siquiera si el sujeto en cuestión es James T. Kirk, Don Juan intergaláctico extraordinario.

Y poniendo ese hecho en medio de todo lo ocurrido durante los últimos meses, era como ver el guión de una de esas películas intensamente dramáticas que tanto le gustaban a Christine.

- Sería tan, tan fácil hacer como que no vi nada... o simplemente que vi pero no noté nada.- se dijo a sí misma la mujer en voz baja, con un tono de voz lleno de anhelo.

Pero no, no podía a menos que soportase vivir viendo de ese momento en adelante a esos dos hacer de idiotas. Porque ahora que lo había notado, iba a ser imposible ignorar a esos dos mirándose con anhelo mientras el otro no lo notaba.

Y no, no podía vivir con ello a cuestas, y no solo porque quería demasiado a ese par de idiotas como para permitir que sucediese aquello mientras miraba con los brazos cruzados, sino porque ¿Cómo podría? cuando ahora ella era feliz, y lo único que deseaba era que los que estaban alrededor a ella lo fuesen también.

Sobre todo Spock, porque aun cuando ya no era su pareja sentimental, seguía siendo una de las personas más importantes en su vida.

Y éste nuevo Kirk papá no estaba del todo mal. Más maduro y responsable, más centrado...

- ¡Listo preciosa! Siento haberte hecho esperar, pero tenía que cotejar estos planos con la escolta del embajador o no iba a tener otra oportunidad.

La voz cantarina y de fuerte acento escocés de Monty la sacó de en medio de sus pensamientos, y Nyota no pudo ni quiso evitar la sonrisa que afloró en sus ojos y se mostró en sus labios.

- Tranquilo, casi ni sentí el tiempo pasar. Además, tú lo vales.- fue la respuesta de la morena, antes de enlazar sus dedos con los de Scotty.

Por toda respuesta, obtuvo una sonrisa que era todo dientes y una caminata con un andar ligero, que le hacía bien al corazón.

Si, ella era feliz ahora, mucho más de lo que creyó poder ser, y deseaba que todos aquellos importantes en su vida compartieran su misma felicidad.

Muy bien entonces, le tocaría hacerle de cupido.

Y ya sabía en qué dirección tirar la primera flecha.

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Spock debió de haber sabido que, cuando pensó que todo iría de manera adecuada en la interacción entre él y la familia Kirk, había firmado su lenta escalada al desastre.

¿La razón?

Aparentemente su katra no recibió el memorándum que estipulaba que entre su T'hy'la y él, la relación sería solo platónica; y decidió tomar las riendas de aquello entre sus inexistentes manos.

De nuevo Spock estaba en las habitaciones del capitán, terminando la lección del día, cuando dicho capitán llegó al lugar y dejó escapar un gruñido de satisfacción tras quitarse las botas y tirarlas por allí, mientras se dirigía al cuarto de baño.

Spock no pudo sentir nada menos que una oleada de solidaridad para con el humano, y no solo porque fuese su T'hy'la, sino porque había sido testigo de cuan estresantes habían sido las últimas 24 horas estándar. Y no solo a causa del comportamiento del embajador Belag.

Fue como si, literalmente, todo decidiese juntarse y caerle sobre los hombros, al humano, a la vez.

Spock ni siquiera movió una ceja de forma acusatoria cuando dicho humano emergió del baño recién 20 minutos después, presentando una sonrisa tímida, listo para pedir perdón.

- Siento la demora.- fue lo que dijo con simpleza.

Spock negó con la cabeza.

- No hay motivo para ello ¿Se encuentra mejor, capitán?

Jim suspiró.

- Un poco... Sí. Gracias por quedarte con ellos.- dijo Jim mientras tomaba asiento y señalaba con la cabeza a los 4 niños sentados alrededor de Spock en sus 4 pequeños tapetes de meditación, los mismos que Spock había replicado de manera personal, introduciendo los datos en base al que él mismo usase alguna vez siendo un infante; y que había llevado aquél día con la firme intención de explicar a los pequeños los beneficios de la meditación suponía para todo vulcano.

No que estuviese haciendo grandes avances... Bueno, tal vez sí con Grelek y T'Liri; pero lo que eran Stalek, o peor aún Anauk, no parecían muy interesados. En realidad tenía grandes problemas para explicarles de una manera comprensible que el contacto de piel a piel con otros seres no era un comportamiento deseable en los vulcano, pero por la cantidad de veces que esquivaba los besos de Anauk en cada lección, también era un concepto que iba a costarles trabajo entender. Spock tuvo que volver a recordarse que los vulcanos no suspiraban en derrota, ni siquiera si eran híbridos.

Pero aquello no era lo importante en ese momento, sino Jim.

- Las gracias son innecesarias.

Otra sonrisa de Jim, ésta vez una que mostraba su cansancio.

- Lo que tú digas ¿Ya cenaste? ¿Quieres quedarte para comer algo con nosotros?- preguntó el hombre mientras se levantaba e iba al replicador, donde solicitó la cena ya pre-programada de manera previa para los niños, e introducía los datos para ordenarse algo para él mismo.

Por supuesto, justo cuando el abnegado padre llevaba la bandeja con papillas y bebidas semi calientes, Anauk decidió que probar su capacidad de desplazarse en ese momento era tan necesaria como poner al único humano de la habitación como objetivo de su futuro siguiente abrazo.

El niño fue increíblemente rápido, tanto que a Kirk casi se le cae la bandeja encima de su pequeña cabeza verde.

Fue una combinación de equilibrio por parte de Kirk y el que Spock se parase casi de inmediato para detener a Anauk con una mano y de paso ayudar a estabilizar la bandeja con la otra mano, que fue posible prevenir aquél desastre.

Lo que Spock no pudo prevenir, sobretodo porque ni lo vio venir, fue la fuerza con la que su katra trató de alcanzar el katra de Jim cuando las manos de ambos se tocaron bajo la bandeja, con la firme intención de formar un vínculo que de platónico no tenía absolutamente nada. Y ni que decir de la segunda sorpresa, que fue el sentir un vínculo naciente con Anauk, que casi y le recordaba al vínculo que tuvo en algún momento con su propia madre.

- ¡Wow! Gracias Spock. Casi terminamos seriamente embarrados aquí.- señaló Jim con un suspiro, completamente ajeno al tumulto que se llevaba a cabo en la mente de su primer oficial, mientras dejaba la bandeja en la mesa y luego miraba la mano que había sido tocada sin querer por Spock y la frotaba con el ceño fruncido- Entonces ¿Cena?

- Yo... me temo que no va a ser posible, no hoy por lo menos.- replicó Spock tratando de sonar normal, mientras contralaba a duras penas el pánico que comenzaba a embargarlo.

- ¡Oh!... Está bien, claro. No hay problema ¿En otra ocasión, entonces?

Spock simplemente asintió antes de desaparecer por la puerta, lo que dejó pensando a Jim que, después de todo, tal vez Spock sí había dejado cosas pendientes por cuidar a los niños.

Y hablando de estos.

Cargó a Anauk y se dirigió a la silla alta de éste, depositándolo allí antes de ir por Grelek, Stalek y T'Liri. Ya luego vería como compensar a su amigo por todas las molestias causadas.

~.~.~.~.~.~

El día siguiente al término de las negociaciones, cuando ya llevaban casi 1 día de camino de regreso para dejar al embajador y su comitiva en su planeta, Jim gruñó al prácticamente chocar con dicho embajador, al entrar a la sala de conferencias donde se suponía se llevaría a cabo la reunión de la semana de oficiales de mayor rango, para discutir lo que se había hecho, lo que faltaba hacer y lo que se podía mejorar.

Era lo mismo de cada semana, así como la costumbre que tenía el rubio humano de ingresar, de ser posible, antes de la reunión para revisar que todo estuviese en orden.

Jim sabía que Spock ya había revisado todo, que cada PADD de la mesa de conferencias tuviese la información a tratar ese día, e incluso que el servicio de bebidas y bocadillos estuviese de acuerdo, no solo al gusto de cada quien, sino también en concordancia con la cartilla de dieta alimenticia que Bones elaboraba para para cada uno de los tripulantes de la nave; pero él seguía siendo el capitán, y un buen capitán tenía que dar siempre ese pequeño algo extra.

Lo cual no era una molestia en absoluto.

A menos que ese extra lo llevase a una emboscada directa a cargo de un embajador boliano que en lugar de manos parecía tener tentáculos.

- ¡Embajador Belag! Que... sorpresa encontrarlo aquí.- trató Jim de recomponerse y subir sus defensas contra los avances del boliano al mismo tiempo.

- Capitán.- casi ronroneó el otro.

Jim tragó con algo de nerviosismo.

- Puedo... ¿Puedo ayudarlo en algo?

La sonrisa predadora del embajador le dijo a Jim que no había sonado tan seguro como había esperado sonar.

- En realidad... sí. Me preguntaba si me haría el honor de acompañarme esta tarde, digamos después del término de su turno. De esa manera no habrá sucesos que interfieran durante la velada.

Jim forzó una sonrisa mientras trataba de pensar en que decir para salir del percance. Pero el asunto era que... lo único que venía a su mente era el motivo principal por el cual no podía otorgarle ni al embajador ni a nadie más sus horas libres.

- Ser su acompañante ésta tarde sería un verdadero honor para mi.- comenzó el humano con un tono de voz que hizo al boliano fruncir el entrecejo, y definitivamente había motivo para ello cuando el rubio continuó- pero me temo que debo de declinar su amable invitación.

El ceño fruncido del embajador se acentuó ante el tono de voz utilizado, al preguntar.

- ¿Puedo saber el motivo de ésta declinación?

- Es de carácter personal.- comenzó a decir el capitán, pero había que tener en cuenta que la existencia de sus niños ya no era un secreto ni de la Federación ni del Alto Consejo Vulcano, así que continuó- No es un motivo espectacular, por así decirlo; solo el hecho de antes que pasar mis horas libres con alguien más, prefiero cedérselas a mis hijos.

El boliano se echó para atrás con la misma actitud de quien a sido impactado por un golpe de corriente eléctrica.

- ¿Sus qué?- preguntó claramente sorprendido.

Jim tomó aire, dispuesto a repetir lo dicho, cuando el ruido de la puerta automática abriéndose llamó la atención de ambos hombres.

Era la teniente Uhura, quien ofreció una pequeña sonrisa al humano antes de tomar una actitud un tanto más formal.

- Embajador, capitán.- saludó la teniente.

Y Jim vio la oportunidad y decidió aprovecharla.

- ¿Algo en lo que me necesite, teniente?

- Eso me temo, capitán. Espero me disculpe por la interrupción.

- Es parte del trabajo, teniente; no tiene por qué disculparse.- replicó Jim tratando de no sonar tan aliviado como en realidad se sentía.

Belag por su lado siguió con el entrecejo fruncido, y con una molestia que se hacía cada vez más evidente, en parte al leve gruñido que salió de la garganta del boliano.

- ¿Es que acaso el capitán está siendo requerido por sus 'hijos'?- preguntó con ironía.

Y Jim tuvo que admirar como Uhura ni titubeó antes de extender una sonrisa casi condescendiente y responder.

- ¿Los cuatrillizos? No, por supuesto que no. Si así fuese, no hubiese tenido que preocuparme de interrumpir situación alguna, señor. Después de todo, el capitán es uno de los padres más dedicados que he tenido el gusto de conocer, y pasa cada momento fuera de servicio con ellos. Sin embargo, me temo que lo requieren en ingeniería, señor.

Los dos hombres quedaron mudos ante lo dicho por la teniente. Uno con la sorpresa y el rubor adornando su rostro. El otro... conteniendo a vistas de los presentes, el repentino latigazo de mal humor que lo había golpeado.

El embajador entonces se separó del capitán, se excusó y salió de la sala de reuniones a una velocidad que rayaba entre el caminar y el correr.

Jim estaba sin palabras.

- ¿Capitán?... El teniente comandante Scott realmente lo necesita en ingeniería ¿Nos vamos?

- ¡Ah! Sí... sí, claro. Ingeniería.

Dicho aquello, ambos oficiales se pusieron en camino a ingeniería, ambos sumidos en un silencio más o menos cómodo, pero lo menos hasta que Uhura lo interrumpió.

- Espero no haber traspasado ningún límite al referirme sobre cómo pasa el tiempo con sus niños, capitán. Si es así, mis disculpas; aunque debo de admitir que me sorprendió que hablase de ellos con el embajador Belag.

Y ante aquello, el rubio suspiró cansado y se encogió de hombros.

- No es un tema que toco con ajenos fácilmente, pero no es ya un secreto de la Federación, no después de que los vulcanos revelaron la información. Tenemos un ataque klingon que lo prueba ¿O es que ya lo olvidó? Igual no me gustó ponerlos como excusa ante el embajador, pero es que ¡Jesús! El sujeto prácticamente me arrinconó y las palabras tan solo salieron. Además no dije nada que no fuese verdad, los prefiero a ellos antes que a cualquier otro.

La mirada de la teniente se endureció ante lo dicho por su superior.

- ¿Desea presentar cargos por acoso ante el Alto Mando?

Jim bufó ante aquello.

- Si no me han hecho caso tras todas las indirectas y a veces alguna que otra bastante directa queja por el comportamiento del embajador durante todos estos años ¿Qué le hace pensar, teniente, que ahora sí harán algo? Lo más probable es que intenten que me calle y miren al otro lado.

Ante aquello, Uhura suspiró con un aire de desazón único.

- Cierto...

- Vamos a dejarlo así. De todas formas, gracias por el rescate.

Otro suspiro de parte de la teniente antes de que ella decidiese cambiar el tema.

Y claro, terminaron hablando sobre Spock, aunque por amor a lo más sagrado, Kirk no tenía ni idea de cómo llegaron a eso.

De pronto Uhura contaba, entre sonrisas, rodamientos de ojos, bufidos y bromas; como Spock era incapaz de comenzar una relación por su propia cuenta. En serio, el medio vulcano no tenía ni idea; había sido ella quien había dado el primer paso, lo cual según la teniente había sido bueno, porque incluso si no funcionó al final, Nyota siempre tendría un lugar especial en su corazón y recuerdos para el tiempo que ambos compartieron. Y por supuesto una vez en la relación, Spock tomó la iniciativa alguna que otra vez en diferentes aspectos de ésta.

¿Pero antes? Estaba entre que el medio vulcano no reconocía ni indirectas, ni indicios de interés (aun cuando estos últimos viniesen de él mismo), y el hecho de que por alguna razón siempre se sentía menos por ser altamente consciente de su condición de híbrido, no le había ayudado mucho a Uhura al proponer tratar de iniciar una relación.

Una ola de indignación bañó al capitán ante aquello último.

¡Spock era merecedor de todo lo mejor del universo!

Pero además de la indignación, Jim se sentía bastante incómodo por el tema.

- Uhura... Nyota, yo... Agradezco la confianza que estás poniendo en mi, pero no creo que el que hables conmigo de lo que fue tu relación con Spock haga que él se sienta muy cómodo si es que se entera.

La morena pareció pensarlo y se encogió de hombros.

- Tal vez sea cierto, es solo que... Bueno, ustedes son amigos ¿Cierto? Y no hay muchos en esta nave con quienes pueda hablar sobre Spock sin causarle un problema. Y no creo que James T. Kirk vaya por allí con chismes sobre su primer oficial ¿O sí?

- ¡No!... No, por supuesto que no. Spock es mi amigo, aun cuando hace tan solo unos meses no me porté como tal.

- Créame, capitán; todos los que presenciamos aquello estamos conscientes de que fueron circunstancias fuera del control de los que estaban metidos en ello, y con el permiso de hablar libremente- Jim asintió- Estaba desesperado. Y siendo sincera, en su lugar, tal vez hubiese hecho lo mismo.

Jim exhaló con fuerza ante lo dicho por la teniente.

- Gracias.

- Solo digo la verdad. En fin, volviendo a lo anterior, ahora que solté la información y teniendo en cuenta que ustedes son amigos, si descubres quien le interesa a Spock ¿Podrías darle un empujón en la dirección correcta?

- ¿Quién... le interesa a Spock?- preguntó Jim de pronto con el corazón tratando de escapársele del pecho.

Uhura asintió.

- Los signos están allí, y aunque lo nuestro no funcionó, la verdad quiero que él sea feliz. Spock lo merece. Y eres quien está más cerca de él en este momento, así que confío en ti ¿De acuerdo? ¡Ah! ¡Allí está Monty!- señaló la morena tras haber ingresado ambos a ingeniería.

- ¿Monty?- preguntó Kirk confundido.

Pero no tuvo mucho tiempo u oportunidad de profundizar en aquello. No cuando Scotty lo acaparó por completo en su idea para mejorar la distribución de energía de la nave a un menor gasto de las células de poder.

Ambos se embebieron en el asunto hasta que la computadora le recordó a ambos de la reunión, y tuvieron que correr para evitar llegar tarde.

Cualquier otro asunto simplemente quedó relegado en la mente del capitán

~.~.~.~.~.~

Horas antes, inmediatamente luego de que el embajador Belag saliese de la sala de reuniones, éste se encaminó medio tambaleante hacia su habitación designada en el Enterprise, cuando una epifanía le dio de lleno.

No había muchos lugares donde pudiesen tener a varios niños en una nave como esa, y él necesitaba cerciorarse de que lo dicho por los humanos era cierto y no un elaborado engaño.

Y el primer lugar en aparecer en su mente fue la bahía médica, donde era más fácil atender alguna dolencia que un infante pudiese presentar.

El cambio en su destino fue abrupto, y su llegada al lugar se dio de manera intempestiva.

Tanto que a los dos enfermeros presentes en el lugar no les dio tiempo de ocultar a los dos niños que cargaban en esos momentos.

Dos niños adormilados con pequeñas orejas puntiagudas y cejas rectas adornando ojos demasiado expresivos para ser completamente vulcanos.

¿Híbridos vulcano-humanos?

Una ola de furia se apoderó del boliano mientras salía del lugar tan intempestivamente como llegó.

¿A eso se refería la teniente? ¿El capitán y el primer oficial?

¡Aquello era un ultraje! ¡Un golpe directo a su orgullo!

Y fue obra del destino que justo se abriese el turboelevador que iba a usar para alejarse del área donde se encontraba la bahía médica e ir directo a su habitación, y saliese el primer oficial que en aquellos momentos deseaba golpear.

- ¡Usted!- prácticamente siseó a un confundido Spock- ¡No es más que un pobre oficial de la flota! ¡Nunca podría ofrecerle lo que yo puedo ofrecer!- terminó de espetar con los puños apretados, antes de entrar al turboelevador en cuestión y salir de la presencia del medio vulcano.

El cual abrió y cerró la boca confundido, sin estar muy seguro de que acababa de pasar.

Sin embargo no tenía mucho tiempo para tratar de descifrar lo sucedido, pues tenía un par de exámenes médicos con los cuales cumplir antes de poder ir a la sala de juntas a revisar que todo estuviese en orden una última vez.

El que los niños estuviesen en el lugar, era solo una afortunada coincidencia.

~.~.~.~.~.~

Dos días después de la reunión de oficiales de alto rango

Jim estaba confundido.

De verdad confundido, y no le molestaba admitirlo.

Desde lo ocurrido justo antes de la reunión, el embajador Belag no había vuelto a abordarlo (lo cual era maravilloso, en serio, no se quejaba de esa parte), pero en cambio ahora parecía estar extrañamente interesado en... Spock.

Estaba toda esa aura pasivo-agresiva que de pronto llenaba el ambiente cuando el primer oficial de la nave y el embajador boliano se encontraban en la misma habitación. Y no había sido el único en darse cuenta. Bones incluso había hecho un comentario sarcástico sobre como los interesas del embajador ahora estaban en 'campos más verdes', que la verdad a Jim no le había gustado nada; al punto de intentar evitar que ambos estuviesen en la misma área de la nave de ser posible.

Aunque Zatix Belag no lo hacía muy fácil que digamos.

El sujeto parecía haberse convertido en la sombra ninja de Spock, apareciendo en los lugares menos esperados.

Solo el estar como referi entre los dos era exhaustivo, y si a eso se le aumentaban los deberes como capitán de la nave y sus deberes como padre, Jim se sentía a un paso de echarse a dormir con la esperanza de levantarse en un par de meses.

Y también estaba ese extraño comportamiento que tuvo Spock unos días atrás, aunque solo duró poco tiempo, desapareciendo tan rápido como inicio... gracias al cielo. Con todas las preocupaciones y deberes con los que tenía que cargar de momento, era más que suficiente.

Por lo pronto, Jim se dirigía a ingeniería por pedido de Scotty (sí, de nuevo) lo cual era un cambio agradable en la rutina; y lo que menos deseaba y esperaba era salir del turboelevador y encontrarse con el embajador prácticamente arrinconando a Spock contra una pared, con una actitud que podría calificarse como amenazante.

El humano gruñó ¿Cómo es que era así su vida?

Carraspeó para hacer notoria su presencia y el efecto de ello se dio casi de inmediato con la separación del boliano de su primer oficial.

Jim extendió una sonrisa diplomática.

- Embajador, señor Spock ¿Algo en lo que pueda asistirlos?

Spock miró a un lado por una fracción de segundo antes de negar despacio con la cabeza.

- ¡Capitán!... Nada importante.- contestó Belag con una sonrisa extrañamente complacida- Si me disculpa, me retiro.

Jim frunció el entrecejo con un tinte de curiosidad, mientras que veía al boliano salir del lugar.

- ¿Seguro que todo está bien, señor Spock?

- Todo en orden, capitán.- señaló el medio vulcano, tratando de no dejar entrever el tumulto emocional que las palabras del embajador habían dejado en él.

Y es que...

4.5 minutos antes.

Spock había sido convocado por el teniente comandante Scott en relación a las mejoras que estaba realizando en la cámara del reactor nuclear, una tarea que se realizaba de manera casi calendarizada luego de lo acontecido con Khan Noonien Singh.

Tan solo recordar al capitán... No, Spock no deseaba recordar aquello, pero ignorarlo sería un error que podría llevar a que todo sucediese una vez más.

Así que allí estaba, saliendo del turboelevador, pensando en los resultados de los últimos ensayos hechos en el laboratorio de xenoparasitología con unas muestras tomadas durante una visita a Cignus II durante las 36 horas de descanso que le fueron asignadas, además de tratar de pensar en cualquier previsto posible en base a los datos enviados por el teniente comandante Scott (o más bien sus quejas de los últimos 10 días); cuando de pronto se vio empujado contra una pared.

Su primer instinto, como era de esperarse, fue el de incapacitar a su atacante; pero aquél accionar fue rápidamente descartado tras identificar a su potencial agresor.

- Embajador...- empezó Spock, pero fue rápidamente acallado por el boliano.

- ¿Qué puede ofrecerle un individuo como usted a Kirk?- fueron las palabras que salieron furiosas de los azules labios.

La boca de Spock se cerró de golpe... ¿Qué?

- ¿Una criatura cálida y sensual como él con un glaciar que rivalizaría con la luna andoriana?- rió con mofa- ¡No es lo suficientemente bueno!- espetó cruel.

Y sin saberlo, acrecentaba la incertidumbre que carcomía al medio vulcano por dentro desde que se le diese la revelación de que el vínculo que compartía con el capitán, y de paso también con los niños, no era platónico en lo absoluto.

¿Realmente tenía el derecho de reclamar algo tan profundo como un vínculo de ese calibre con su capitán? ¿Con Jim?

Por supuesto, a excepción de una ligera vacilación en sus ojos, absolutamente nada del tumulto interno se dejó ver en el exterior del primer oficial.

El boliano parecía dispuesto a seguir arremetiendo contra Spock, pero el sonido de la puerta del turboelevador lo hizo retroceder un poco, y la voz del humano de interés, hizo que toda la actitud amenazante del diplomático se esfumase como si nunca se hubiese dado en primer lugar, a lo que le siguió la pronta retirada del mismo.

Luego de aquel hecho, el intento de Spock de estar totalmente concentrado en las explicaciones dadas por el teniente comandante Scott apenas y le sirvió para almacenar la información para analizarla después.

Pero eso no fue lo peor de todo, sino el hecho de que su capitán se dio cuenta de su estado de distracción y no vaciló en volver a preguntarle al evasivo primer oficial si en realidad todo estaba bien con él.

Aparentemente, responder un 'Si, capitán' en lugar de señalar que la palabra 'bien' tiene un amplio rango de definiciones fue la gota que derramó el vaso, y Spock apenas y logró huir al laboratorio de botánica en donde le tocaba trabajar durante el turno beta.

~.~.~.~.~.~

Jim no era un capitán feliz. En lo absoluto.

Algo pasaba con Spock y el rubio humano apostaba sus siguientes 2 semanas de vacaciones a que, sea lo que fuese, era a causa del embajador Belag.

Y si no fuese porque causaría un problema entre la Federación y Bolarus IX, Jim lo hubiese dejado varado en la estación espacial más cercana... si es que no se encontraba un planetoide desierto primero.

Es que, en serio ¡No entendía al embajador! De por sí, la mayoría de los bolianos con los que había tenido el gusto de cruzarse mostraron ser, si bien un tanto voluntariosos, también generalmente fáciles de tratar y dispuestos a lograr un ambiente laboral eficiente.

Pero ¿El embajador? Le daba la misma sensación de incomodidad que los romulanos, y para colmo de males siempre estaba acechándolo.

Y encima ahora se metía con su primer oficial.

¡Aquello rebasaba el límite de lo aceptable! ¡Incluso si era un condenado diplomático!

Claro que si Spock se rehusaba a hablar sobre lo que estaba sucediendo, Jim no iba a poder solucionar nada, así que el paso número 1 era hacer que Spock soltase la sopa.

Y lo iba a llevar a cabo esa misma noche, después de la lección del día de los niños.

Sí, posiblemente sus acciones le dieran a Spock una falsa sensación de que no iba a profundizar nada más sobre el asunto. Y sí, aquello no era exactamente muy justo de su parte.

Pero ¿Cuando realmente algo como eso detuvo en el pasado al capitán del Enterprise?

Después de todo, para Jim no existen los escenarios donde no logre la victoria, y en este caso no iba a ser diferente.

Le dirigió una mirada rápida a Spock y pudo notarlo no solo tenso, sino también tan ensimismado que ni notó la mirada del humano sobre él.

¡Oh! Definitivamente medidas desesperadas para tiempos desesperados.

~.~.~.~.~.~

Cuando Spock llegó a las habitaciones del capitán aquél día, tras haber concluido sus obligaciones, una extraña sensación se instaló en la boca de su estómago.

Sin embargo no pudo encontrar el motivo para aquél repentino ataque de ansiedad entre el rostro sonriente de Jim y los rostros curiosos y ávidos por nuevas enseñanzas de los pequeños Kirk. Así que colocando aquél irracional sentir de lado, Spock colocó a los niños en sus lugares habituales sobre un amplio tapete en el piso, procedió a colocar el dispositivo holográfico con la lección del día en medio, y comenzó con la explicación de la lección de ese día.

No sucedió nada extraordinario durante el transcurso de la lección de ese día, excepto por el hecho de que los 4 niños mostraban una capacidad de aprendizaje por encima de la media normal de niños completamente vulcanos de la misma edad, mientras que al mismo tiempo parecían ser incapaces de lograr la concentración usual de, una vez más, niños vulcanos de la misma edad.

Por supuesto aquello no era nuevo, e incluso se lo había comentado a Jim en su momento, ganándose una sorpresiva carcajada de parte del no tan preocupado padre, quien simplemente señaló que las manzanas no caían, después de todo, lejos del árbol.

- ¿Qué puedo decir? Son Kirk hasta la médula. Yo era igual y no salí tan mal ¿O sí?

Por un momento Spock deseó replicar que aquello era ilógico, puesto que los niños no eran los hijos biológicos del humano. También quiso argumentar que él mismo había sido señalado de mostrar las mismas tendencias al inicio de su etapa de aprendizaje, denotando de ésta manera que lo más probable fuese que aquellas fueran características propias de individuos híbridos de la raza vulcana... pero por algún motivo no muy claro, no lo hizo; respondiendo en cambio con un.

- No capitán, no salieron nada mal. En realidad, podría decirse que superan las expectativas de la raza.

Aquella respuesta le valió una enorme sonrisa por parte de su oficial superior aquél día, y fue suficiente para decidir tomar aquello como la normalidad para los pequeños Kirk.

Y al final de la jornada estudiantil del presente día, Spock apagó el holovid sintiendo que los objetivos del día habían sido alcanzados y sobrepasados.

- ¡Vaya! Eso fue interesante.- señaló el orgulloso padre, quien había observado toda la lección, apercherado en su sillón favorito, el mismo que había adquirido un par de años atrás en la estación espacial Andrómeda VI.

- Lo mismo digo.- fue la respuesta parca de Spock.

Kirk aspiró profundo, exhaló y se levantó de un salto yendo de frente al replicador, donde ante la mirada inquisitiva de Spock ordenó una cena previamente programada, llevando pronto los platos a la pequeña mesa.

- Venga señor Spock, la cena está lista. Vaya avanzando con la suya mientras llevo a estos pequeños duendes a sus asientos.

Aquello descolocó un poco al primer oficial, quien había estado listo para retirarse ni bien hubiese terminado sus deberes para con los niños. Lo cual al parecer ya no era posible.

Spock decidió seguir lo indicado por el humano y tomar asiento mientras que Jim, ya bien versado en la preparación de los niños para la cena y la posterior ejecución de dicha tarea, dejó de prestarle demasiada atención.

El momento pasó sin novedad alguna y pronto los 6 estaban concentrados en la comida (Spock en la suya y Jim en la propia y la de los niños).

Y si allí hubiese quedado el asunto, todo hubiese estado bien; pero de alguma manera el humano se las arregló para que Spock terminase involucrado también en todo el proceso de limpiar, cambiar de ropa y acostar a los niños. Aparentemente el doctor McCoy tenía otro asunto esa noche, y Spock fue incapaz de negarse ante la mirada suplicante del abnegado padre.

¿Y en cuanto a aquella sensación de ansiedad que lo embargó al inicio? Si, esa misma sensación decidió hacer su aparición una vez más, pero con mayor énfasis que al inicio. Pero mientras se aseguraba de colocar de manera adecuada la ropa de dormir de Grelek y T'Liri, la verdad no podía hacer mucho al respecto.

Por último, luego de que los niños fueron arropados y llegaron por fin al mundo de los sueños, intentó dar las buenas noches al humano; pero una vez más Kirk fue más rápido y de alguna manera terminó sentado de nuevo ante la mesa que fungía de comedor, frente a frente con su capitán... y la sensación de ansiedad se triplicó.

- Entonces.- comenzó Kirk, y Spock tuvo que suprimir la necesidad de tragar con nerviosismo.

- ¿Jim?- intentó Spock.

- En este momento, soy el capitán.

Spock abrió los ojos con sorpresa.

- ¿Capitán?- preguntó bastante perdido.

- Eso mismo. Y tu capitán, señor Spock, quiere saber qué demonios pasó entre usted y el embajador Belag, presumiblemente desde el incidente que presencié en ingeniería.

A Spock se le secó la boca.

Había estado bastante seguro de que Jim había dejado de lado el incidente.

- Capitán.- Spock inició con el claro objetivo de volver a negar cualquier ocurrencia, pero Jim alzó una mano, deteniendo las palabras el primer oficial.

- Antes de que diga algo, quiero que sepa señor Spock que cualquier cosa menos que la verdad se considerará un insulto hacia mi persona.

Y Spock no lo sabía, pero el rostro de constricción que mostró ante esas palabras, fue todo lo que necesitó Jim para confirmar que efectivamente había sucedido algo y que no había sido del agrado de Spock.

El silencio inundó la habitación, y Spock se retrajo un poco sobre su sitio, como deseando hacerse menos visible; pero eso a Jim no le importaba mucho, pues lo único que quería era que Spock soltase de una vez de que fue el asunto.

Finalmente los hombros de Spock cayeron.

- Fue... un suceso de carácter personal.- trató una vez más.

Jim gruñó bajito.

- ¿Y éste suceso, señor Spock, lo hizo sentir incómodo?

Spock desvió la mirada, sopesando su respuesta, hasta que finalmente asintió.

- ¡Lo sabía!- volvió a gruñir el humano- ¡Belag ya cruzó el límite! ¡Voy a tener su maldita cabeza en una bandeja antes de dejarlo tirado en la estación espacial más cercana! ¡Va a tener una queja tan grande de parte de la Flota que los bolianos se la van a pensar dos veces antes de volverlo a enviar en cualquier asunto de Bolarus!

Spock miró a Jim un tanto confundido.

- Capitán, si la Flota no ha intervenido en relación al comportamiento del embajador hacia usted, dudo que lo hagan por mí.

- En eso se equivoca, señor Spock, por un sencillo detalle. Ningún almirante ha querido salir en mi defensa ante el Alto Mando porque quieren evitarse el problema, así que básicamente mis superiores me ignoran.- dijo el humano con un toque de indignación en la voz y una chispa de fuego brillando en su mirada- ¡Pero yo no voy a permitir que ningún tripulante bajo mi mando pase por lo mismo!- aseguró el hombre con vehemencia- ¡Así que ahora mismo me cuenta todo para poder colocar una queja formal ante el Alto Mando! ¡Comience!

Spock volvió a encogerse un poco más, y miró a Jim incómodo.

- Con todo respeto... Jim, no creo que sea la mejor opción a seguir.

- ¡¿Por qué?!- preguntó finalmente al límite de su paciencia.

Y Spock lo miró de una manera tan desolada, que toda su furia se evaporó de pronto.

- Lo que hizo el embajador Belag... fue advertirme que no era lo suficientemente bueno para ti, Jim.

El aludido se quedó de piedra.

- ¿Q-? ¿Có-?... ¡¿Qué?!- tartamudeó el rubio sin poder creerlo, y Spock jamás se sintió tan desolado, puesto que por desgracias él estaba seguro de lo mismo, pero mantuvo su mejor fachada de impasividad (la cual la verdad no era tan buena en ese preciso momento) antes de continuar hablando.

- Por supuesto, traté de explicarle al embajador los motivos por los cuales sus palabras no tenían razón alguna de ser expresadas, pero me temo que se negó a escucharme.

- ¡¿QUÉ?!- finalmente explotó el humano, tras lo cual ambos quedaron en silencio mientras escuchaban por si se daba algún indicio de que alguno de los niños se hubiese despertado.

Y es que, aunque la actitud de Kirk se había tornado cada vez más acalorada, hasta ese instante se las había arreglado para mantener un tono de voz que no interrumpiese el sueño de sus hijos.

Afortunadamente, ninguno parecía haber despertado.

Jim aspiró hondo con el afán de calmarse y entonces miró a Spock con una actitud de fiera seriedad, mientras se cruzaba de brazos.

- Mira Spock... Sin importar el que las palabras de Belag hayan sido infundadas o no ¡El bastardo no tenía derecho de decirlas en primer lugar! ¡Eso es acoso! ¡Y no voy a permitir ese tipo de comportamiento en mi nave! Así que ¿Redactamos la queja ahora o prefieres hacerlo en la mañana a primera hora?

Si Spock había sentido antes aquél tirón de ansiedad en el viente, como el tirón de una cuerda; ahora sentía que literalmente le estaban desgarrando el estómago a zarpazos.

- Capitán... Jim, realmente no es necesario...

- ¡Por supuesto que lo es! ¡Ese boliano está metiéndose donde no lo llaman! Diciendo estupidez y media cada vez que abre la maldita boca ¡Lo dije en serio cuando señalé que ya había cruzado el límite! ¡En especial bajo mis estándares!

- Pero... El embajador no se equivocó. No soy lo suficientemente bueno.- dijo Spock sin pensar, y es que realmente aquél pensamiento llevaba días carcomiéndolo.

Jim lo miró con sorpresa. Las palabras de Uhura volvieron a su memoria con fuerza, y aquello no le agradó en absoluto.

Spock desvió la mirada, deseando fútilmente el poder volver segundos en el tiempo y evitar decir aquellas palabras.

- ¿Qué?... ¿Qué diablos significa eso, Spock? ¿Por qué no serías lo suficientemente bueno para alguien como yo?- y de pronto, como si fuese posible, Kirk estaba aún más furioso que antes.

Spock abrió la boca, intentando encontrar las palabras adecuadas.

- Yo...- pero luego de eso, no estaba seguro de que más decir.

Al contrario del rubio, a quien parecía le habían dado cuerda y para rato.

- ¿Es porque eres híbrido? Porque si es así, te retractas ahora mismo ¡Mis hijos son híbridos vulcanos, señor Spock! ¡Y son lo más perfecto que ha existido y existirá en todo este universo de mierda!- espetó el humano, hundiendo un dedo furioso en el pecho de su primer oficial para enfatizar sus palabras- ¿O es porque Belag es un embajador y tú un oficial de la Flota? ¡Porque te recuerdo que yo también lo soy! ¡Y antes de eso tal vez fuese el hijo del héroe George Kirk, pero era y sigo siendo un chico criado en una maldita granja en Iowa! ¡Y a menos que termine tomando un puesto como profesor en la Academia o acepte que me asciendan a almirante, luego de terminar mi carrera en el espacio, lo más probable es que vuelva a la misma granja donde crecí! ¿Y sabes qué? ¡No me parece una mala idea!- continuó retador- ¡Es más! ¡Probablemente me retire allí si es que sobrevivo lo suficiente para llegar a viejo!- dijo con insolencia, ahora moviendo las manos mientras hablaba cada vez con mayor fuego en la voz- ¡Así que allí lo tiene, señor Spock 'soy descendiente directo de Surak, gran padre de la actual sociedad vulcana'; soy un granjero y no me avergüenzo de ello!- continuó Jim con susurros furiosos y brazos volando sin control por todas partes, solo para ponerlos de pronto de lado, las manos en la cintura y un aire de confrontación tan denso que Spock hasta estaba seguro de que podría cortarlo con una cuchilla láser.

Entonces el humano se acercó a Spock, se inclinó para estar a la altura del otro que aún estaba sentado y pegó el rostro hasta estar casi nariz con nariz.

- Y para que lo sepas, eres malditamente atractivo, inteligente y si hubiese podido hacerlo sin tirar nuestra amistad por una exclusa de la nave, te hubiese trepado como a un maldito árbol años atrás. Así que no me vengas con que ese embajador de poca monta sabe lo que dice.

Y tal vez fue la cercanía, o el fuego en los ojos del rubio... o el katra de Jim llamando desesperadamente al suyo. O posiblemente todo a la vez, o quizás algo de lo que Spock aún no estaba consciente... Pero sin pensarlo demasiado, se hundió en el fuego de esos ojos azules y el magnetismo que irradiaba la actitud pleitista de su T'hy'la, y Spock... besó a Jim.

Y la acción tomó por sorpresa a ambos por igual, lo que fue más notorio cuando ambos se separaron y se miraron a los ojos sin poder creerlo, pero solo por un instante, antes de volver a juntar sus labios y fundirse en un beso apasionado y desesperado a la vez; y tras unos segundos dentro del beso Jim no dudó en acomodarse a horcajadas sobre Spock, mientras las acciones de ambos se volvían cada vez más acaloradas y las manos comenzaban a viajar por debajo de la ropa y por entre cabellos en las cabezas, en busca de mayor cercanía.

Y entonces... entonces, sucedió que llegó la gota que derramó el vaso.

El seguro de la puerta que conectaba las habitaciones del capitán de la nave con el pasillo emitió el pitido habitual que señalaba su pronta apertura; y efectivamente unos segundos después la puerta se abrió, dejando ver el rostro impactado del embajador boliano ante la escena que se desplegaba frente a él.

Debajo suyo, Jim pudo sentir a Spock gruñir de manera casi animal.

¡Demonios! Él mismo emitió un gruñido que poco tuvo de humano, pero de alguna manera mantuvo el control, mostrando su molestia solo a través del fruncimiento de sus cejas.

- Embajador- dijo como señal de reconocimiento de la presencia del boliano- Ni es hora para atenderlo, pues estoy fuera de servicio; ni es lugar pues mis habitaciones están fuera de las áreas donde usted tiene acceso. Y está interrumpiendo una actividad privada. Le recomiendo que se retire... ¡Ahora!

Y si, la última palabra fue gruñida entre dientes.

Belag, por su parte, mostró el gesto de indignación más marcado que Jim había observado en el boliano hasta el momento, antes de que el sujeto diese la media vuelta.

Jim miró a Spock y éste le devolvió la mirada.

Una pequeña sonrisa tentativa se extendió por los humanos labios, y Spock... alzó una mano y acomodó el cabello que se había desacomodado durante el beso, obra definitiva de aquella misma mano unos segundos atrás.

Jim suspiró.

¡Aquello realmente estaba pasando!

Los labios de ambos volvieron a juntarse y permanecieron así durante un buen rato más... hasta que Grelek decidió avisar que requería un cambio de pañal.

Jim gruñó contra los labios de Spock.

Era hora de entrenar a los niños para que aprendiesen a ir al baño, solos.

~.~.~.~.~.~

Al día siguiente, un memo fue enviado al Alto Mando de parte del comandante Spock, primer oficial de la nave Enterprise.

Era un formato correctamente llenado, avisando del cambio del estatus entre su persona y el capitán de la nave, quien había decidido aceptar su cortejo y con quien por lo tanto tenía actualmente una relación. Y el anuncio fue hecho además al resto de los altos oficiales de la nave en la siguiente reunión.

El doctor McCoy gruñó con severidad, argumentando que no necesitaba saber con quién decidía Jim jugar a la casita.

El resto los felicitó.

La teniente Uhura, por alguna razón, se veía demasiado satisfecha por la noticia. Nadie quiso ahondar en ello.

Y Jim, como la pequeña rata que podía llegar a ser por lo regular, decidió mandarle una pequeña canasta de agradecimiento al embajador Zatix Belag por haber metido las narices donde no lo llamaban, detallando por qué no hubiese pasado nada con su primer oficial de no haber hecho lo que hizo.

La sonrisa de satisfacción ante aquello, le duró casi una semana.

Fin del octavo capítulo

Notas de la autora:

¡Oh! Un año sin pasarme por este fic, en realidad lo siento por eso... pero como mucha gente, tuve un año un poco complicado y encontré refugio en el fandom de Fast & Furious... en realidad sigo por allí, eso además del poco tiempo que me queda entre el trabajo y los estudios de maestría (que debo decir que son una pesadilla para llevar de manera virtual). Pero ya estoy retomando mis otros fandoms, incluyendo el de Star Trek, tal y como dejé ver en el oneshot anterior y el fic que inicié de Bones y Sybok el año pasado, y que también pienso continuar este año. Entre otros.

Bueno, este fue un capítulo un poco largo (para ser sincera, me tomó meses escribirlo), y llegó lo que muchos esperábamos (incluyéndome, aunque sea la que lo escriba). Jim y Spock han decidido dejar de tontear alrededor del otro e intentar ver si pueden tener una relación... y quizás formar una familia. Y Spock, siendo quien es, lo ha hecho todo siguiendo las reglas, como siempre.

Falta poco para el desenlace de esta historia (solo 2 capítulos), así que prometo que de que se termina, este fic se va a terminar. Con suerte seguiremos todos aquí con salud y un pronto final para esta situación de pandemia.

Un beso felino para todos.

chibineko chan

(Miembro de la Orden Sirusiana)

(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

(Miembro de la Mazmorra del Snarry)

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Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece. Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final. Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá. Gracias