Antes del epilogo de Uncharted 4
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-Tengo un regalo para ti -susurró Elena. Estaba sentada a su lado en el sofá. Habían disfrutado de una buena cena casera y el se había bebido un par de cervezas de cara a no tener que trabajar al día siguiente, ahora habían estado viendo un capitulo de una vieja serie de ciencia ficción.
-¿Es mi cumpleaños? -preguntó guasón mientras ella sacaba una cajita de debajo del cogín.
-El festival del humor -soltó su mujer entre risitas.
La caja blanca iba envuelta en un lazo de encaje que le costó abrirlo más de lo que desearía, parecía la caja de un reloj. Ya podía saborear el aburrido aunque caro regalo de su mujer.
Al levantar la tapa tuvo que hacer un esfuerzo por no tirarla como si dentro llevara una serpiente.
Allí estaba de nuevo aquel artefacto maligno que casi había destruido su matrimonio con las dos rayas rosas tremendamente visibles.
En los dos segundos siguientes vió pasar una cantidad de imagenes por su cerebro, cada una asociada a un recuerdo concreto. Una emoción.
Recordó el momento exacto en que había descubierto que Elena había pasado por un aborto. La culpó por ello como un imbecil y se marchó a dar un paseo. Tardó horas en entender que ella debía estar pasando por un infierno y cuando volvió corriendo a la casa ella ya se había marchado.
Lo había perdonado como la santa que era y aún así estaba allí brindandole una nueva oportunidad de ser feliz y de tener una familia.
-El elocuente Nathan Drake se ha quedado mudo -soltó su mujer al ver que no reaccionaba.
Nate dejó apresuradamente la caja encima de la mesita del sofá, al lado del bol de palomitas. Se levantó de un salto después de cogerla de las manos y tiró de ella para levantarla también. Parecía tremendamente sorprendida.
-Pero, ¿Estas bien? ¿Todo esta bien? -sus manos subieron a sus hombros con rapidez, como si no pudiera quedarse quieto, sus ojos azules parecían entusiasmados.
-He tardado más en darte la sorpresa -se disculpó sin poder dejar de sonreir- fuí esta tarde al medico y dice que todo esta perfecto esta vez.
No había terminado de hablar y Nathan estaba rodeándola entera. Apoyó su frente en su hombro y lo oyó intentar acallar un sollozo.
Elena lo obligó a mirarla. Bajo sus pupilas había una fina capa de agua. Nathan Drake había sido colgado, disparado, acuchillado, traicionado y jamás había dejado caer ni una sola lágrima. Recordaba perfectamente haber llorado una sola vez antes de esa, y había sido cuando había pensado que Elena había muerto en Nepal.
El sentimiento era muy distinto, no lloraba pensando en lo que iba a perder sino en la de posibilidades que le brindaba el futuro.
La besó con mucha intensidad, levantándola en el aire, haciendola reir.
Al segundo de volver a ponerla en el suelo la soltó.
-¡Madre mia, tengo que llamar a Sam y a Sully! -exclamó lanzándose hacia la cocina a por el teléfono.
Elena lo siguió con la vista divertida, le vió marcar y esperar nerviosamente. Antes de que respondieran al otro lado la miró. Nate tenía un tipo de mirada para cada uno según lo que sintiera, pero tenía una mirada solo para ella. La estaba mirando con adoración, con gratitud, como si no pudiera sobrevivir solo de nuevo.
Sus labios se movieron sin decir palabra y un "te quiero tanto..." se formó en ellos. Como una plegaria silenciosa.
-Y yo a ti, cowboy -respondió a través de la sala.
