Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin pertenecen a Hajime Isayama

Capitulo 8

Cripsis de la ocultación

Cuando hay algo de mucho valor, despierta el interés de muchos y no pretende compartirse abiertamente, se esconde como un secreto para evitar que pueda ser quebrado de manera desaprensiva.

Cuatro días antes.

- ¡Oiga!, señorita! ¡ disculpe! – insistía el hombre pero ella al parecer no le escuchaba, cruzó la calle poco transitada. ¡Joven! ¡espere!. La joven por fin se detiene.

- ¡Oh, perdón, no le escuchaba!- la joven le dio una sonrisa calida.

- Es que, tiró esto unas calles atrás, imagino es su portamonedas.- el hombre estaba sonrojado por la hermosa chica.

- ¡Cielos que descuidada!, es una suerte que no tenga nada de valor. Me parece que no habrá desayuno para mi hoy. – la chica hacia unos pucheros que la hacían ver frágil.

- No, que pena ¿Cómo dice eso?. La puedo invitar a tomar un café, si desea.- el hombre había retirado su sombrero de la cabeza. Unas ligeras canas asomaban en ambos lados.

- ¡Pero me está apenando señor!, ¿Cómo cree que lo molestaría?.-

- ¡Mire aquí mismo hay una cafetería, no me deje con el apuro de dejarla ir sin ayudarle, ¿por favor?.- insistía el hombre haciéndole una seña hacia el lugar.

- Bueno, bien, creo que no será problema.- la chica hizo un guiño ladeando su cabeza.

La casual invitación a desayunar se volvió más bien un interrogatorio, la chica hacia preguntas intencionalmente absurdas que el hombre respondía con cordialidad sintiendo su vanidad halagada al ver que una jovencita tan bella se mostraba fascinada con su trabajo. Mientras más le contaba ella más se admiraba, era dificil ver que las chicas se interesaran o sorprendieran tanto por lo que se realizaba en un laboratorio.

- Pero ahora me ha preocupado usted, tiemblo al pensar si por casualidad me topo con uno de ellos, oh peor aun si escapan y devoran a todos en la ciudad, noooo!- la chica tapaba su cara del terror que le causaba pensar esto.

- ¡Oh, No, no nooo!,jajaja, no tiene que preocuparse por eso, en la ciudad solamente se produce el suero, jajajaj, nooo, no temas.- el hombre estaba conmovido por la inocencia de la chica.

- ¡Ahh, no, oh que tonta debo verme verdad!, que pena!, imagina qué susto que puedan estar aquí, con todo lo que pasó en el otro continente, no quiero ni pensarlo!- el pánico se veía reflejado en su cara.

- Jajaja noo, perdón, por asustarte, pero no no, ellos no están en esta isla, de hecho tengo que viajar hacia allá en estos días, así que no tienes que temer. - al hombre le parecía divertido pero tierno ver como se espantaba la chica.

- Bueno, que pena que sea la última vez que nos veamos, me has caido muy bien.- la chica decayó el semblante.

- No, solo estaré un mes fuera, te puedo llevar a tu casa si quieres, así conozco donde vives y te visito cuando regrese.

- Ohhh, un mes, ¿ y puedo ir contigo?.- la chica abrió sus grandes ojos oscuros.

- Ahhh! ¿Vendrías conmigo a Qurendi?- el hombre abrió sus ojos.

- ¡ Ohh, es en Qurendi! ¿En la isla Malta? Ohh pensé que era más cerca! .- su cara denotaba desencanto.

- Si, es algo lejos, pero como te dije puedo visitarte cuando vuelva.- el hombre la miraba con espectante.

- Bueno, acepto entonces.- su rostro se iluminó nuevamente.

- ¡Perfecto!.- el hombre saboreaba una pequeña satisfacción, se había conseguido la chica y es muy hermosa..

- Bueno ya terminamos, ya es hora de regresar, ¿me acompañas entonces?

- ¡Por supuesto!. Quiero saber dónde vives así te hago la visita.-

La chica se levantó del asiento y salió primero del establecimiento. Durante el camino ella iba riendo a carcajadas de cosas sin sentido que él comentaba hasta que llegaron al estacionamiento.

- ¿Este es tu auto? - dijo ella con asombro.- Pero, ¿cómo puedes tener un auto asi?.- ella puso sus manos en la cara, sus ojos demostraban confusión.

- ¡Ah si, disculpa! Es que normalmente las chicas se interesan en mi por mi posición. Asi que no hablo de los beneficios de mi trabajo. – el sonrió complacido.

- ¡Nunca me he subido en un auto como ese!.- ¡Madre mía!.- No, no mira, mejor me voy caminando, la verdad. No me sentiría cómoda.- ella negaba con sus manos.

- ¡No, no te dejaré ir caminando, como crees?, ven ¿Sabes conducir?- le dijo mientras le pasaba las llaves.

- ¡Claro que sé conducir! ¿pero por qué me dejarías conducir tu auto?!, ¡debes estar loco!, si apenas me conoces! y menos ese auto! ¡cielos!.- su ingenuidad le conmovía.

- Ven, Vamos, no tengas miedo, es muy fácil, yo estaré a tu lado, ven. – puso las llaves en sus manos y le abrió la puerta.

Ella subió en el asiento del conductor, mientras él le explicaba. Ella asentía y pedía que le repitiera, encendió el motor y lanzó un chillido de emoción, él solo sonreía. Cerró la puerta del conductor para dar la vuelta y ella comenzó a acelerar sin quitar el freno, él la miró satisfecho, y ella le hizo un guiño por el retrovisor y con sus mano izquierda le dio un saludo de despedida, inmediatamente liberó el freno y pisó el acelerador, viendo por el retrovisor izquierdo al hombre corriendo detrás de ella. Mas arriba por los techos una sujeto saltaba de edificio en edificio en dirección a ella. Tres calles después el sujeto que iba por los edificios la esperaba, ella frenó impetuosamente.

- ¡ Tardaste demasiado, estamos tarde! .- Jean daba un salto para subirse al auto.

- Bueno hubieses hecho tu mi parte entonces, ¡siempre te quejas!.- respondió mientras pisaba el acelerador nuevamente.

- ¡Te lo ruego Pieck, procura no matarnos! - Jean le imploraba mientras se iba retirando el uniforme a medida que ella avanzaba.

- ¿Obtuviste la información?

- Más que eso, confirmé el laboratorio y la ciudad donde harán las pruebas.- .

- Seguro que dará la alarma, debemos llegar al hotel.

- No, no hablará, está en juego su cuello, si se enteran de la manera ridícula en que soltó la información y le fue robado el auto, lo usaran como sujeto de prueba.

- Bueno, pena que Neal lo desarmará, pero vamos que los demás deben estar esperándonos y te lo ruego ve despacioooooo!- Pieckkk.!

- ¡Woooooooooooooooo!


Jean llevaba dos días desvelado amaneciendo junto a la cama, ella apenas tomaba un poco de agua o té. Su piel estaba palideciendo, dormía la mayor parte del tiempo cuando no estaba tosiendo. El rostro de él comenzaba a evidenciar la preocupación, el médico del barco lo atribuía a un resfriado, pero la medicación no le hacía efecto. Las horas pasaban lentamente. Neal y Falco le acompañaban y hacían turnos para vigilarla mientras los demás descansaban, se estaba temiendo lo peor.

- Chicos vayan a descansar, yo sigo con ella aquí, Falco ve y trae un caldo, intentaré que lo tome.- el tono de cansancio y desánimo de Jean era evidente.

- Ellos asintieron.

- Jean, Jean ?- la chica le llamaba con voz quejumbrosa.

- Si, aquí estoy loquita. Dime que pasa, pequeña.

- Necesito vomitar.- sus labios estaban cenizos.

Él la cargó suavemente y la llevo al retrete, ella no podía casi sostenerse , entonces él se sentó a un lado de este y la puso en sus piernas, tomó con sus manos su largo cabello y lo amarró bien alto, su piel era muy blanca a pesar de que estaba un poco bronceada, podía ver unos lunares en la nuca. Tenía dos días sin comer casi nada, había vomitado demasiado y ya no le salía nada, él le daba un poco de agua para enjaguar su boca, para luego tener esa sensación de volver a vomitar. Estaba rendida del agotamiento y se recostaba en su pecho, esto se repitió varias veces durante la mañana, así que optó por quedarse con ella recostada en su pecho mientras apoyaba su espalda contra la pared detrás suyo justo al lado del retrete.

- Jean, ya traje el caldo.-

- Shh, shh, Falco, dejalo en la mesa y ven.- le dijo con la voz baja.- Tráeme unas sabanas y almohadas de la cama, y llama al doctor, que venga de una jodida vez.-

Falco quitó las sabanas de la cama, tomó la almohada y se las acomodó en el baño. Luego salió corriendo y volvió con el médico.

No debe dejarla aquí en el baño, llévela a la cama. Ya esto no parece ser un resfriado, seguro algo que comió le cayó mal, pero no presenta fiebre, le colocaré un suero para hidratarla como no está tolerando nada, haremos eso mientras desembarcamos, habrá que hacerle estudios y no tengo las herramientas aquí para eso.-

El viejo doctor sacó todos sus instrumentos e intentó ponerle una vía para canalizarla, - esto es muy raro- decía el doctor, no encontraba ninguna vena disponible. Debe ser por la deshidratación, le indicó mantenerse dándole de agua, le dejó un elixir para los vómitos, al día siguiente volvería.

Esa noche Jean no quiso ser sustituido, Neal le rogaba que descansara que cualquier cosa lo llamaba y él se negaba. No la dejaría con nadie, les mandó a salir de la habitación y se quedó en el sofá. Por momentos cabeceaba y se quedaba dormido, hasta que ella lo llamara, se ponía inmediatamente de pie y estaba a su lado.

- Dame un poco de agua.- sus labios estaban agrietados.- él tomó el vaso y sostuvo su cabeza, estaba ardiendo en fiebre.

Colocó nuevamente su cabeza en la almohada y fue a llenar la tina, el agua estaba bien fría, con eso podía intentar bajarle la fiebre, se quitó la ropa quedándose solo con el interior, fue hacia ella y le quitó la ropa de dormir dejándola solamente con sus bragas, su piel estaba roja de la fiebre, la cargó y entró despacio una pierna en la tina, el agua estaba jodidamente fría, así que luego entró la otra y se acomodó para finalmente ponerla en su regazo, el agua se calentaba rápidamente por el calor de sus cuerpos, por tanto vaciaba la tina y la volvía a llenar con agua fresca, tomaba agua entre sus manos y la vertía sobre su espalda, en la cara, el cuello y la veía correr entre sus firmes y pequeños pechos, repitió el proceso varias veces, después de un par de horas comenzó a sentir que refrescaba.

Estaba agotado, pero no desistiría. Ella se volteó ligeramente para quedar de lado en su pecho en posición fetal, trataba de acomodarle su largo y abundante cabello, besaba su frente y la mantenía pegada a su regazo. No era capaz de dejarla ni un momento, no la perdería a ella también, se decía. Le estaba urgiendo encontrar lo antes posible al fundador y ver cómo deshacer esta maldición, se sentía frustrado solo de pensar que le quedaba poco tiempo.

Al bajar lo suficiente la fiebre, notó que temblaba, así que se dispuso a salir del agua, estaba todo mojado, salió con mucho cuidado de la tina tratando de no resbalar, al ser pequeña y ligera era más fácil de sostener, tomó una toalla y la fue secando mientras la mantenía sentada en su regazo.

- Tengo frío.- susurraba mientras los labios le temblaban, sus ojos orbitaban sin sentido por la habitación.

¿Quién diría que esa jovencita tan audaz, coqueta y parlanchina pudiera volverse un ser tan diminuto y frágil?. Luego de secar su cuerpo la llevó a la cama envuelta en una colcha, buscó su ropa interior y solo le colocó la parte de abajo, no tenía muy claro cómo colocar el sujetador y además era una pérdida de tiempo si tenía que llevarla de nuevo al agua. Le tocaba a él secar su cuerpo, tenía los dedos de las manos y los pies arrugados por el tiempo que duró dentro del agua, se vistió solamente un pantalón largo para dormir, tomó otra toalla y terminó de secarle el largo cabello, trató de que tomara un poco mas de agua y luego se recostó a su lado. Ella se encogía del frío aun debajo de la colcha gruesa, por lo que la acercó a su pecho y la cubrió bien, podía sentir sus temblores, él estaba sobrecogido, la sola idea de que ella ya no estuviera en su vida era impensable.

Cerraba sus ojos y trataba de recordar su primer enfrentamiento cuando por poco lo mata recuperando a Reiner, no sabía que era una chica hasta que disparó contra ella en Liberio y el proyectil la sacó de ese titán, se estremeció al recordar que estuvo dentro de la boca de su titan, "es la única parte que no quiero repetir, que asco".- pensó, Luego la manera férrea en que luchó valientemente transformándose una y otra y otra vez para detener el Retumbar, demostrando así la fortaleza de su titán. Ahora le tocaba ser su compañero de misiones y le temía a sus locuras que parecían ser interminables, ¿quién diría que finalmente terminaría amando a esta loca?, "¿Pero, por qué no se lo dije antes?" – se decía. ¡ claro! No era un masoquista, no quería ser rechazado nuevamente, pero esta vez hay una ligera posibilidad de ser correspondido así que no seguiría ocultándolo más, le hablaría de sus sentimientos en cuanto se recuperara y aprovecharía todo el tiempo que le quedaba con ella. Sus parpados poco a poco fueron cediendo al cansancio hasta que se quedó dormido.

Neal y Falco estaban sonrojados, entraron a la habitación sin tocar la puerta y no podían creer lo que veían sus ojos. Peack dormía semidesnuda encima de Jean, solo una colcha medio los cubría. Falco se puso de espaldas rápidamente, estaba apenado, discutía con Neal para que salieran de la habitación pero éste quería armar un escándalo pensando que él se había aprovechado de ella en ese estado.

Jean escuchaba el murmullo y aclaraba sus ojos pestañeando.

- ¿Qué hacen ustedes? - Dijo en voz baja Jean, haciendo señas para que bajen la voz.

Ellos no lo miraban, tenían la cara roja, volteaban los ojos para otro lado. Jean se incorporó un poco apoyándose en sus codos y miró hacía ella para notar lo que sucedía, la chica estaba con sus pechos afuera, inmediatamente la cubrió.

- ¡Degenerados! ¿Por qué no salieron de una vez?- reclamaba enojado el castaño.

- ¿Nosotros degenerados?. ¿te aprovechaste de ella, imbécil?.- reclamaba Neal.

- ¡Te partiré la boca idiota!, ¿cómo se te ocurre?.- salgan los dos inmediatamente, deben enviar un mensaje a Armin, hay que informarle, si ella no mejora necesitaremos pensar en otra estrategia, Falco ve trae al doctor, anoche tuvo mucha fiebre.

- ¡De ninguna manera!, ¡No me iré, no te dejaré solo con ella!.- aseguraba Neal bien molesto.-

- Jean se levantó despacio de la cama para no despertarla, sus ojos castaños estaban rojizos, ojerosos del mal dormir y llenos de furia, se paró frente a él, lo igualaba en tamaño y lo miró fijamente.

- No me conoces Neal, no se te ocurra pensar por un minuto que no soy capaz de partir tu cara y la de quien sea con tal de defender su integridad, aunque eso cueste mi muy miserable vida, que esto te quede muy claro, imbécil!... ¡Así que vayan de una jodida vez a hacer lo que les dije y dejen ya de mirar a mi chica!.- sus ojos destilaban una firmeza desafiante.

Neal no lo había visto tan fiero antes, así que levantó ambas manos y le hizo señas a Falco para salir de la habitación.

Jean no les apartó la vista hasta que cerraron la puerta, luego miró nuevamente hacia donde estaba ella y descubrió sus tiernos y ahora apagados grandes ojos mirándole entre la colcha esbozando una media sonrisa.

- Entonces al final ¿sí soy tu chica?. -le dijo ella con voz quejumbrosa, él le devolvió la sonrisa, se estaba sonrojando y sintiendo como el alivio volvía a su cuerpo.