Liiri y Sass vuelven a tener un simpático encuentro en la Armería, lo que los deja a los dos bastante perplejos con relación a sus propios sentimientos. Mientras, deben reunir más información y Chloé se da el lujo de sorprender a los nazis y dejar en claro su posición como su benefactora. ¡GRACIAS POR LEER!


Este fic es un Spin – Off del fic "DESTINO" de Abby Lockhart y cuento con su autorización para escribir esto (de hecho, ella me animó a hacerlo). Les recomiendo su lectura.

DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.


ADVERTENCIAS

La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.

Puede haber spoilers de la cuarta temporada.


"ENTRE DOS SIGLOS"

CAPÍTULO VIII: Información Incómoda

Armería Real.

En esos momentos.

El Armero Real levantó en alto el cartucho que Liiri le había entregado para verla mejor a la luz, procediendo a escrutarla con atención. Luego se la pasó por los dedos e incluso la olfateó, como quien busca sus más profundos secretos. Incluso llegó a separar la vaina de la bala, vertiendo la pólvora en un platito que había en la mesa, volviendo a analizar concienzudamente el objeto.

—¿Y bien? ¿Se puede reproducir?

—Va a costar, nunca había visto estas aleaciones, pero puedo hacer el intento.

—No necesito experimentos, necesito el proyectil. Varios en verdad. ¿Puede o no?

Liiri le clavó los severos ojos grises al armero al punto de hacerlo sentir muy incómodo. La mujer le recordó a la institutriz de sus hijos y optó por no hacerla enojar, pues algo le decía que no le iría muy bien en ello.

—Se puede, mademoiselle. —dijo por fin, con una sonrisa en el rostro— Será difícil y necesitaré muchos intentos, pero un estupendo desafío. ¡Pero no tengo mucho contra qué comparar!

Liiri sabía perfectamente bien que le estaba pidiendo mucho a la tecnología de 1589. Las posibilidades que reprodujeran con exactitud la munición de 1943 era muy baja, pero tenía que intentarlo. Sin perder un ápice de altura, Liiri caminó derecho hasta donde estaban las armas que habían requisado de los nazis hasta ese momento y paseó la mirada por todas ellas. Tomó una de las pistolas, se aseguró que estuviera descargada, algunas de las municiones y volvió con el armero.

—Aquí tiene ejemplos de munición y bien puede practicar con esta…

—No, con esa pistola no. —se negó tajante el armero— El marqués de Agreste me pidió expresamente que limpiara y pusiera a punto el arma: la ganó en justa lid ayer, durante la invasión.

—Ah. Con mayor razón entonces para aprender a fabricar más balas. Estas cosas son lastres inútiles sin su munición.

Mademoiselle me ha sorprendido con un vasto conocimiento en armas de fuego, pero… ¿acaso sabe como se arregla este cañón de mano?

—Es una pistola Walther de factura alemana. ¡No hay mayor ciencia! —Liiri, ante los ojos del armero y de su silencioso aprendiz, desarmó el arma en todas sus piezas— Está sucia, hay que limpiarla… toda esta tierra solo va a obstruir el mecanismo y eso es peligroso.

—Pasa lo mismo con los cañones. Se deben mantener limpios o estallan en la cara. —el armero se cruzó de brazos y se sopló el flequillo—

Al menos hablaban un lenguaje similar. Podrán haber sido de épocas diferentes, pero Liiri y el armero llegaron a un entendimiento tácito con relativa rapidez. El hombre le indicó a su aprendiz que fuera por paños de lino limpios y prestó atención a cada una de las partes del arma, suponiendo que pronto tendría que enseñarle a Adrien a hacerse cargo de su nuevo juguete. Liiri por su parte no estaba muy de acuerdo con que un arma de 1943 se quedara en manos de un hombre de 1589, por ella las destruiría todas, pero no podía hacer mucho al respecto. Además, por lo visto Adrien había ganado su nueva pistola en condiciones justas, por lo que no tenía derecho a requisarla.

—Trataré de conseguir otra pistola para usted, para que así pueda analizarla bien. En el intertanto tendrá que conformarse con esta.

—Así la aprendo a conocer. Además el marqués quiere personalizar a Cataclismo.

—¿Cataclismo?

—Así bautizó a la pistola. Dijo que suena como un maldito cataclismo.

Liiri rodó los ojos. ¡Hombres! ¿Pero quién era ella para juzgar? El aprendiz volvió con los elementos solicitados y la chica procedió a hacer una limpieza básica de todas las partes del arma, rearmando la pistola con bastante destreza. Cuando estuvo, jaló del gatillo una última vez para comprobar el mecanismo (obviamente no estaba cargada cuando hizo esto), y tras entregársela al armero y despedirse, comenzó a salir de la armería.

Iba muy pensativa a decir verdad, estaba inquieta. ¿Cómo iban a regresar a 1943? Algo le decía que los nazis sí sabían cómo, y le preocupaba que los dejaran varados aquí… o que asesinaran a madame royale en el intertanto. Su instinto le decía que ya era momento de emprender vuelo y recabar toda la información posible…

… De hecho Simón, al que llamaban cariñosamente Gorila, ya se estaba encargando del asunto y había salido temprano con otros agentes del Secret du Roi a ver qué podían averiguar.

Un paso en falso casi la hizo tropezar y Liiri terminó sujetándose de un poste. Como su zapato se soltase, no estaba acostumbrada a este calzado, se agachó para revisar qué había salido mal. Estaba en las cercanía de la fragua y hasta ahí le llegaban los característicos sonidos de espadas afilándose, martillándose y probando sus distintas calidades. La verdad todo ese ruido le daba igual y más atención le ponía a su condenado zapato, cuando de pronto su entorno comenzó a cobrar importancia; algo la instó a detenerse y su intuición hizo que levantara su cabeza.

Sass estaba en una de las fraguas cercanas, probando su espada, la que evidentemente acababa de pasar por las manos del herrero para recibir alguna reparación. El inglés probaba la estabilidad de la hoja e intercambiaba impresiones con el herrero. No la había visto en absoluto y Liiri aguantó por ello la respiración. De pronto el estómago se le había llenado de mariposas, literalmente, y lamentó no haber tomado desayuno. Y por esas cosas de la vida, recordó lo ocurrido la noche anterior y lo cómoda que se había sentido caminando del brazo de Sass…

Cómoda… y colegiala tonta. ¡¿Qué me pasa, maldita sea?! —pensó Liiri angustiada.

Fue en eso que el inglés erizó la espalda y se quedó rígido. Para horror de Liiri, giró en su dirección, como si hubiera sentido su mirada… y todas sus neuronas se fueron de paseo.

Es que había estado sintiendo algo en su espalda, como una brisa diferente o una caricia suave. Sass había estado de lo más inmerso en su tarea, la mantención semanal de su espada, cuando a media conversación con el herrero sintió algo venírsele encima y que estaba a sus espaldas. Cuando se giró a ver qué era, vio a Liiri, quien arreglaba su calzado, mirándolo con atención.

Sass tragó saliva y se volvió al herrero.

—¿Hace cuánto esa miss está ahí mirándonos?

—¿Mademoiselle Liiri? Pues… no mucho. Lleva un buen rato en la armería. —le dijo el herrero— Vino a hablar con el Armero Real.

—¡¿Y qué hace una mujer en la armería?!

—¿Ver armas? Entró con mucha seguridad y como está la orden del rey de no perturbar a sus visitas… —el herrero se rascó la cabeza, y se encogió de hombros— Me preguntó dónde podría sacarle filo a sus puñales, pero no quiso que me encargara de ellos. —añadió meciendo la cabeza— No me siento cómodo con que use estos artefactos, se puede lastimar…

Sass asintió con lentitud y tragó saliva, girándose para ver si la chica seguía donde mismo. En efecto, no se había movido, pero esta vez estaba de pie y miraba en su dirección con una coqueta sonrisa. No pudo evitar corresponderle y comenzó a caminar hacia ella, pero Liiri, con una inusual naturalidad, reinició la marcha.

—Esa mujer es muy extraña. Primera vez que la veo sonreír. —dijo el herrero.

—¿En serio?

Mientras Sass expresaba su sorpresa, Liiri comenzaba a acelerar el paso. Estaba sorprendida consigo misma, ella se enorgullecía de su habilidad de ser una persona seria y lejana, ¡era algo que le estaba ayudando a sobrevivir la guerra! Y no era la primera vez que estaba frente a hombres guapos que habían hecho y deshecho por llamar su atención. ¡¿Por qué se sentía tan ligera de cabeza con este hombre al que no llevaba ni cuatro días de haber conocido?! Y ni al caso, porque Sass no había hecho nada, excepto ser él mismo, para llamar su atención. Mejor salía de ahí rápido: no quería encontrarse con él de narices y comenzar a sonreírle otra vez como colegiala torpe sin criterio. ¡Ella era Liiri Chastain! Se supone que sabía mejor que eso, ¡no iba a reducirse a pensar como una niña tonta que no sabe nada del mundo!

Y encima Sass se veía tan guapo probando el balance de su espada. ¿Dónde practicaría? ¿Le molestaría si lo iba a ver? ¿Podría desconcentrarlo a ver cómo se las apañaba?

Un súbito relincho la detuvo sobre sus pasos y sofocó un grito cuando vio pasar dos jinetes a caballo. Se agolpó contra la pared y éstos le pasaron por el lado sin mayor drama. ¿En qué momento había llegado ahí? ¿Tan rápido había salido? ¿De donde habían salido esas bestias? Se llevó la mano al corazón, en un esfuerzo por calmarlo.

—En verdad tienes un tema con los caballos. —dijo Sass de pronto.

—¡Aaaah, Monsieur!

—Mis disculpas, miss Chastain. La asusté.

—Jejejeje, tú me puedes asustar todas las veces que quiera. —Liiri rio nerviosa, jugueteando con sus cabellos. Al mismo tiempo que moría internamente de vergüenza, en su fuero externo mantuvo ojos muy pispiretos y sonrisa adorable.

—Interesante. Lo tendré en mente. —le dijo Sass con un guiño.

—Pero no con caballos, por favor monsieur. En serio me ponen mal.

—También lo tendré en mente. —Sass se ajustó el sombrero— ¿Qué hacía en la armería? No es lugar para una mujer.

—Nadie me dijo que no podía entrar. —con una inusual coquetería, Liiri ladeó la cabeza— ¿Por qué no es lugar para una mujer?

—Sé que te puedes defender, no me malinterpretes, pero… —Sass se interrumpió brevemente cuando pasó otro caballo cerca y Liiri se agolpó aún más contra la pared— … de pronto podrías ser abrumada. ¿Miss Chastain?

—Liiri. Miss Chastain suena muy formal y me hace sentir raro.

—Ah. Lo siento. —Sass entrecerró los ojos— En verdad no le gustan los caballos.

—Me gustan… bien de lejos.

Sass rió para sus adentros. Le ofreció el brazo, observando una magnífica transformación en el rostro de la mujer. Liiri lo tomó del brazo con suavidad… aunque el paso de otro jinete hizo que se aferrara con fuerza de Sass. Este sofocó una carcajada y comenzó a caminar, llevándola consigo.

—Vamos al palacio. Ahí los caballos son más educados para circular.

—Por favor. No había tantos cuando vine aquí.

La pareja cruzó el camino y se alejó de la armería a buen paso, en silencio. A medida que se alejaban Liiri comenzó a relajarse y pronto su agarre se aflojó. Al sentir que su circulación se restablecía en su brazo, Sass infló el pecho con algo de orgullo y por esas cosas de la vida intercambió una mirada con la chica en el momento en que esta reprimía un escalofrío.

—¿No estás muy desabrigada? Va a llover pronto.

—Hace frío sí, pero con todo lo que camino ni se siente. —Liiri miró al cielo— Está bien despejado…

—Va a llover, créame.

—¿Cómo lo sabes? —Liiri lo miró coqueta— ¿Acaso adivinas el clima, maese Sass?

—Más o menos. Hace unos años atrás me quebré los antebrazos. Desde que curaron me dejan saber cuándo cambia el clima.

—¡¿Ambos antebrazos?! —preguntó Liiri sorprendida— ¿Cómo pasó eso?

—Francamente no me acuerdo, pero Luka dice que fue épico.

—Tendrá que contarme alguna vez esa aventura.

—Es un trato, pero le advierto que no recuerdo mucho. —confesó Sass divertido, notando como la mujer temblaba e intentaba refugiarse del frío— Debería considerar abrigarse más.

—Lo tendré en mente. Por desgracia no me traje mucha ropa.

Por un instante Sass pensó en quitarse su capa y ponerla sobre los hombros de Liiri, pero se contuvo. Esa acción era muy evidente y podría malinterpretarse. Apuraron el paso y pronto entraron de lleno al Louvre, en donde apenas vieron en su dirección. Liiri se dejó llevar en dirección de las cocinas.

—Vamos por alguna bebida caliente. La leche tibia hace maravillas con el frío y…

—¡Maese Sass! —lo llamó de pronto uno de los sirvientes— Mademoiselle, el Rey necesita verla a la brevedad.

—¿A mí? —Liiri frunció el ceño cuando el sirviente le entregó un pañuelo que reconoció en seguida. Era de Marie: supo entonces que era urgente— ¿Dónde están?

—Sígame, la llevo.

Liiri se soltó de Sass y dio algunas zancadas en la dirección que tomaba el sirviente. Se detuvo y miró hacia atrás. El inglés la miraba estático, como si quisiera grabarse todas sus facciones y gestos. Ella irguió la cabeza, con dignidad y dulzura, pero en vez de mostrarse fría, la mujer sonrió con recato y ambos asintieron al mismo tiempo.

—Mademoiselle… el rey espera.

Y sin decir más, reinició la marcha, dejando a Sass atrás sintiéndose de lo más incómodo y contento al mismo tiempo. No tenía idea como sentirse, pero ya lo dilucidaría o sencillamente podría ignorarlo. Giró sobre sus talones solo para encontrarse de narices con Kim y Plagg, éste último de uniforme cargando a Lucien, quienes lo miraban a punto de estallar en carcajadas.

—¿Entonces tienes nueva novia, Sass? —se burló Kim con una sonrisa.

—¿Qué va a ser nueva? Este nunca ha tenido líos de faldas. ¡Es su primera novia y punto! —añadió Plagg con descaro— Debería darte vergüenza Sass: la chica es como 400 años menor que tú.

—¡No han nacido ni sus bisabuelos!

—¡Argh! El que un caballero no tenga memoria no quiere decir que no haya memorias que mantenga en secreto. ¿Qué están de ociosos ustedes dos tan temprano?

—Uuuuuuuuh. ¿Escuchaste eso, Lucien? —le preguntó Plagg a su bebé— Sass está en negación.

—No quiere admitir que tiene novia. —se burló Kim.

—¡Miss Liiri no es mi novia! Tan solo es…

—¡Ya quisieras que fuera tu novia! Le pones ojos y hasta la ofreces el brazo. —lo interrumpió Plagg— Yo diría que vas en serio.

—Agú. —apoyó Lucien.

—Oh. El hombre dice que no es su novia, monsieur Lombard. —dijo Kim muy serio— ¿Eso quiere decir que la puedo cortej…?

—¡NO! —Kim no alcanzó ni a terminar la frase cuando Sass le ladró su respuesta. El inglés lo fulminó con la mirada sin añadir otro comentario e indignado se retiró echando humo por las orejas.

Una vez que se hubo alejado lo suficiente, tanto Kim como Plagg se rieron con ganas.


Despacho del Rey. Palacio del Louvre.

Poco más tarde.

La reunión se había trasladado desde los comedores hasta la oficina del Rey. Las transmisiones habían cesado por motivos de seguridad, pero la adrenalina producida los tenía a todos muy activos. Ahora tenían un objetivo en qué enfocarse y la tranquilidad de saber que había una manera de regresar a 1943, si bien iba a ser un poco engorrosa de llevar a cabo. Félix estaba sentado en su sillón, con las manos cruzadas frente a él y los ojos cerrados en actitud pensativa. Marie ocupaba otro asiento, en atención de sus heridas, en una actitud similar. Ella junto con Bridgette eran las únicas mujeres presentes, aunque esperaban la llegada de Liiri, así como la de Plagg, Sebastián y el Gorila, aunque esos se iban a tardar un buen pues seguían en la ciudad. Nino estaba ahí leyendo la transcripción de los mensajes.

—Madame, ¿no tiene otra manera de confirmar la identidad de quien emitió el mensaje? —preguntó Nino desconfiado— Bien podría ser una trampa.

—Tengo una forma de confirmarlo, pero debo esperar a la siguiente comunicación. —confesó Marie con un suspiro— hasta entonces debo darle el beneficio de la duda.

—Otro set de contraseñas. —dijo Félix asintiendo levemente.

—Tenemos mucho que confirmar, por eso es esencial que comencemos a recopilar toda la información posible. —dijo Adrien muy serio— Eso es algo que ya se estaba haciendo.

—Y ahora tenemos un objetivo más definido. —Allan se pasó las manos por los cabellos— No entiendo bien como será la mecánica del viaje, pero bueno…

—Oh. Es simple. —dijo Adrien muy tranquilo.

—¿Entendiste todo ese menjurje de palabras y conceptos, primo? —preguntó Félix sorprendido.

—No hay mucho que entender. —Adrien se encogió de hombros— No se compliquen con los tecnicismos, esos apenas los entendí yo, pero en resumen es muy simple. Debe haber un intercambio equivalente de masa: Si 15 personas viajaron a 1589, entonces 15 personas deben volver a 1943 por el mismo medio.

—Eso o su equivalente en kilos. —dijo Bridgette suspirando— Sin mencionar que se deben repetir las condiciones del incidente.

La transmisión no había dicho mucho, pero al mismo tiempo sí. Por lo visto la desaparición de Marie del Louvre había quedado registrada en video y había provocado un revuelo enorme en París, afectando de mala manera la moral de la Resistencia. No habían podido entrar en muchos detalles, pero quedó claro que Félix Blackeney y Henri von Fersen se las habían visto color de hormiga y llegado a extremos para encontrar la manera de contactarlos.

—El artefacto ese que los trajo es cosa demoníaca —aseveró Nino con seriedad— Debería ser destruido y todo rastro que aluda a él tiene que ser eliminado. ¡La posibilidad de manejar el tiempo a antojo es peligrosísima!

—Y en manos de los nazis llega a dar escalofríos. —Allan se cruzó de brazos.

—No se diga más. —murmuró Marie con la mirada fría— Ni bien volvamos, esa cosa se destruye. ¡Pero primero concentrémonos en regresar!

—Y van a pasar varios semanas antes que eso suceda. —Félix tomó aire y se puso de pie— Sospecho que van a pasar la navidad con nosotros, y quizás también el año nuevo.

En ese momento la llegada de Liiri fue anunciada por el mayordomo del Rey, y segundos después Plagg hacía acto de presencia. Ya no cargaba a Lucien, por lo visto al peque le había entrado el hambre y tuvo que llevarlo con Tikki. Rápidamente los pusieron al tanto y al menos acogieron las impresiones del veterano oficial. Liiri escuchó más bien en silencio, intercambiando ocasionales miradas con Marie y Allan, entendiendo perfectamente lo que debía hacer.

—Tendremos un pequeño problema logístico —dijo finalmente Liiri al cabo de un rato— Tiene solución, pero va a estar algo complejo.

—¿A qué te refieres, Liiri? —preguntó Allan.

—No sabemos exactamente cuántos viajamos a 1589 y hubo bajas del lado enemigo. —Liiri se encogió de hombros— Tendremos que equiparar el peso de alguna manera.

—Pues… comiencen a engordar. —Plagg se miró las uñas brevemente y con toda la seriedad del mundo añadió— No lo parece, pero Sass conoce un par de tabernas en donde ofrecen muy buena comida. ¡Dile que te invite a cenar!

Liiri perdió hasta el color del cabello al ver el pícaro guiño de Plagg, quien sonreía como si supiera algo que los demás no. No supo cómo reaccionar, todas las palabras se le atoraron en la garganta, por lo que prefirió quedarse callada. Allan carraspeó y Bridgette comenzó a morderse las uñas. Marie se inclinó hacia Félix y llamó su atención, ambos portándose como niños que hablan a escondidas de su maestra.

—Alteza, ¿Quién es Sass?

—Uno de mis agentes del Secret du Roi… tipo confiable. Ex pirata. Muy reservado, como buen inglés, y un excelente instructor de esgrima.

—Oh.

Marie no necesitó más respuesta. Sabía muy bien en qué había consistido el Secret du Roi que justamente había instituido Félix I, el astuto. Sin embargo, el chisme comenzó a comérsela viva… pues conocía bien a Liiri y sabía que su reacción a la mención del susodicho no era normal. ¿Cuántas veces la había visto perder la compostura como acababa de hacer ante insinuaciones similares a las de Plagg? Había perdido la cuenta.

—Ahem. Yo… tengo trabajo que hacer y… —Liiri se volvió a Adrien— El maestro Armero está trabajando en su nueva pistola y… —rápidamente se volvió hacia Marie, haciendo una breve reverencia— Si me disculpan sus majestades, pero el tiempo es oro y la información no se va a juntar sola… ¡Permiso!

Antes de que pudieran detenerla, Liiri había salido prácticamente corriendo, dejando de lado todo protocolo posible. Plagg se rió entre dientes.

—¿Qué mosco picó a Liiri? — preguntó Marie desconcertada.

—Uno grandote, con aspecto de angelito y flechas. Cupido creo que le llaman. —explicó Plagg muy burlón.

Esto lejos de emocionar a las chicas, les provocó toda suerte de sentimientos encontrados. Allan rodó los ojos.

—¡Tenía que darle justo ahora!


Taberna "La Cola del Gallo"

Atardecer.

Chloé se cuidó de taparse bien la cara cuando entró en aquella taberna. Mezclarse entre los ciudadanos de París le daba una suerte de anonimato muy peligroso, pues la enorme mayoría de quienes la rodeaban no la conocían, aunque sí habían escuchado su nombre. Aun así tapaba su rostro, con la esperanza de que nadie la reconociera. Eran muy pocas las personas en París, fuera de los círculos de la corte o la burguesía, quienes la conocían a la cara, pero no podía arriesgarse a encontrarse con algún conocido.

Después de todo, era ilegal que ella estuviera en París. ¡Con un demonio! ¡Había un edicto real que la había exiliado fuera de Francia! La pérdida de su titulo nobiliario había sido un dolor desgarrante que había hecho añicos cualquier esperanza de una vida de lujos y tranquila.

En un momento se iba a casar con el ahora Rey y se había visualizado a sí misma como reina por el resto de sus días… pero al siguiente estaba en la calle, sin títulos ni nada y enfrentando una vida llena de incertidumbres.

Chloé nunca tomó parte de las maquinaciones de su padre, tal como sí lo había hecho su madre. No tenía porqué cargar con sus culpas. A su parecer, lo ocurrido con ella era una injusticia por donde se lo mirase y Chloé Bourgeois solo quería venganza.

—Así tenga que quemar todo París.

Todo rastro de amor que haya podido tenerle a Félix se había deshecho como un castillo de naipes. Ahora solo buscaba la ruina del Rey a como diera lugar y si eso significaba a aliarse a enemigos extraños, pues ¡Así sea! Por lo menos todavía los antiguos aliados de su padre, aquellos que todavía no eran identificados, la tenían en la suficiente estima como para ayudarla.

—Tabernero. ¡Una copa de vino y desocupa la mesa cinco! —le ordenó Chloé ni bien se acercó a la barra. El hombre la miró con ojos cómplices y sonrió de costado.

—La mesa cinco cambió de lugar, está allá, junto al biombo. Le llevaré su copa en seguida. ¿algo más?

—Nada. Gracias.

—Tenemos buena cena. Pollo y arroz. ¿Se anima?

Chloé frunció el ceño y asintió. Giró sobre sus talones y caminó hacia la mesa cinco, procurando verse todo lo digna que podía y al mismo tiempo ocultando sus facciones. Cuando llegó a su destino, se sentó con parsimonia y sacó un pequeño librito de su bolso, pero pasó las hojas sin leer. Al cabo de un rato, y tras mirar con disimulo a su alrededor, se levantó y se metió detrás del biombo, abriendo una trampilla que llevaba al sótano, tratando de no ser vista.

Una vez abajo, fue recibida con varias armas apuntadas a la cabeza.

—¡Mon Dieu! ¿Qué acaso quieren matarme?

—Es lady Bourgeois. —dijo uno de sus colaboradores, enfundando su espada. Los demás lo imitaron.

—Creí haber sido claro, Fräulein no debía venir. —gruñó Bichoffhaussen guardando su arma— Agradecemos su cooperación pero…

—¿Qué acaso el tabernero no les dijo que venía?

—Sí nos dijo, pero debíamos estar seguros. —Bichoffhaussen entrecerró los ojos— Nunca se sabe cuando pueda venir con elementos hostiles.

Chloé dio una patada en el suelo y se sacudió las ropas. Ella era hija de un Par de Francia, no una cualquiera y exigía su cuota de respeto, por muy desprestigiada que estuviera.

—Usted, monsieur, va a cambiar su actitud conmigo en este instante. ¡He invertido buena parte de mi capital político en esta operación suya! Vengo a saber de los avances. ¿Cómo les fue ayer en la incursión? —Chloé se llevó las manos a las caderas— No escuché anuncios de luto por la muerte del Rey o la Reina.

Bichoffhaussen hubiera rodado los ojos, pero prefirió no perder de vista a esta mujer. Por mucho que le picara el orgullo, no podía darse el lujo de hacerla enojar mucho más. Era gracias a Chloé que habían conseguido ese escondite, comida y recursos, sin mencionar más hombres, aunque de dudosa reputación, que habían intentado sublevarse a la primera oportunidad.

Había bastado un balazo percutado con un silenciador improvisado a la cabeza de uno de los cabecillas del inesperado motín para calmar los ánimos y asegurar las lealtades de la banda de arrabaleros que les apoyaban en esta época.

—Fräulein tendrá que comprender que no es fácil infiltrar el museo del Louvre con tantos ojos guareciendo el palacio.

—¿Museo? Ese es el palacio real, cerdo ignorante.

—En nuestra época es un museo.

—¿Ah sí? ¿Y donde vive la familia real? ¿En la casucha de Versalles? ¡Ridículo: totalmente ridículo!

Bichoffhaussen solo sonrió para sus adentros. Mejor no le comentaba nada al respecto: no necesitaba que se siguiera sulfurando.

—En estos momentos parte de la familia real está en Dachau, la delfina y el duque de Orleans están aquí. —el hombre sonrió con bastante malicia— La idea es reunir a la familia, pero si se siguen resistiendo…

—Lo que no responde mi pregunta. ¡¿Por qué todavía no ha muerto el rey?! O por último la Reina. Comprendo que es más difícil acabar con la vida del monarca, pero la reina es una igualada que debería ser más fácil de matar.

—Madame Bourgeois es impaciente, apenas han pasado unas horas —Heiden apareció de pronto, con una copa de vino en sus manos, que le ofreció a Chloé— Entiendo sus aprensiones, madame, pero tenga paciencia. Su inversión será recompensada.

Heiden intercambió miradas con su superior, quien permaneció impávido. Chloé tomó la copa de vino ofrecida y fingió beber un sorbo. Años siendo parte de la corte le había enseñado a ser muy cuidadosa con lo que bebía y comía, sobre todo en situaciones tan extremas como la que vivía en esos momentos.

—Así lo espero, pero quiero resultados a la brevedad. ¿O acaso la información que les di no fue suficiente? ¡¿Qué más necesitan?!

—Tiempo, fräulein. —Gruñó Bichoffhaussen, mientras le indicaba la salida— Y que nos deje trabajar en paz.

Señor, esta mujer puede traernos muchos problemas. Tratemos de no incordiarla más de lo necesario.sugirió Heiden en alemán.

Es la idea Heiden: necesitamos de ella y sus recursos, pero de momento nos estorba y comienza a irritarme.respondió Bichoffhaussen en el mismo idioma.

—Tiempo tienen. Y pueden trabajar en paz en tanto respondan con lo que les corresponde. —Chloé se quedó viendo hacia donde señalaba el oficial nazi con la nariz arrugada— ¿Me está echando, monsieur?

—Haré que uno de mis hombres la acompañe a casa.

—¡No gracias! Estaría más segura con piratas sardos. —Indignada, Chloé arregló sus ropas y comenzó a subir los escalones en dirección de la taberna— Tiene una semana, herr kommandant. ¡Al menos quiero avances! —añadió en perfecto alemán— ¡Buenas noches!

Chloé cerró la puerta tras de sí y dejó a los oficiales solos y perplejos, mirándose entre sí. ¡Oh, ahora más que nunca debían tener cuidado con ella! No debían subestimarla y quizás deberían considerarla más en sus planes.

—¿Sabías que hablaba alemán, Heiden?

—No señor. Creí que era una noble ignorante más.

—¡Creíste mal!

Bichoffhaussen le dio la espalda y se alejó en la dirección del escritorio. Heiden se quedó viendo hacia la puerta de ingreso.

—Eres peligrosa, Chloé Bourgeois. —gruñó entre dientes— ¿Cómo es que no pasaste entonces a la historia?

Quizás nunca lo sabría.

Continuará.

Por

Misao–CG

Publicado el 24 de abril de 2021


Próximo capítulo: Guardia baja

¡No Creas Que No Me Di Cuenta! —la regañó Allan sin pelos en la lengua— Bajaste La Guardia, ¡Quedaste Expuesta A Un Golpe Mortal!

¡Se Me Vino Encima De Pronto! Trataba De Adaptarme A La Nueva Situación.

¿Bajando Los Brazos Y Dándole Esa Oportunidad? ¡Con Un Demonio, Liiri Chastain! ¡NO Creas Que No Me Di Cuenta!

¡NO Pasó Nada! Y Como Ves Estoy Aquí. —Liiri avanzó un par de pasos hacia Allan— Si No Te Gusta Como Trabajo Entonces Guárdate Tus Comentarios Que No Respondo Ante Ti.


Notas finales: Me tardé un poquito con la actualización. ¡Mil perdones! Me distraje demasiado y tarde caí en cuenta que no había subido el capítulo, pero aquí lo tienen. Me alegra muchísimo saber que están leyendo este mamotreto y que hayan llegado hasta aquí. Ojalá no los decepcione mucho. Tengan en cuenta que esto es un UA alterno y un spin off, por lo que si tienen dudas, háganlas.

Por cierto, no se olviden de leer el último trabajo de Abby Lockhart1. Siempre pueden esperar buenas cosas con ella y esta vez no es la excepción.

Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. Del mismo modo, estoy aprendiendo esto del uso del guion de diálogo y salí más cabeza dura de lo esperado, así que un poco de paciencia en lo que aprendo. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!


Creo que no te estoy entendiendo Manu. Ya tengo mis años y conozco bien el trabajo de Rumiko Takahashi: la mujer hace cosas mucho mejores. Yashahime es solo una bazofia comercial que no le hizo justicia al original. ¡Muchas gracias por leer!