Capítulo Seis
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El dolor, la asfixia y el cansancio le estaban poniendo difícil la tarea de mantenerse consiente. Pero... pero...
Esa mujer era...
Esa tipa.
Allen Walker no era una persona ordinaria.
Doce horas antes
Kanda de verdad estaba ansioso por que lo mandaran a una misión que durara semanas. No exactamente para hacer lo que se suponía que tenía que hacer, sino para dejar perdido al buscador y a su compañero de misión para buscar un lugar sin gente alrededor y poder estar en paz.
Salir de la orden era lo que más necesitaba. Pero no en compañía de la niña rara que no tenía colores a su alrededor. Con impaciencia le esperaba en la salida junto al buscador. Komui y Reever también estaban ahí.
—Esa tipa se está tardando. —no podía más con su impaciencia.
—Tranquilo, Kanda. No debe tardar demasiado.
—Ahí viene. — se fijó Reever. Para después, sonrojarse ligeramente al igual que Komui. ¿Qué todo el mundo tenía esa reacción? Con un chasquido de sus labios saco a los hombres de su contemplación a la chica.
—Allen, veo que el traje te queda de maravilla.
—Es cómodo.
—Ten, este es tu golem. Los utilizamos para tener comunicación directa con los exorcistas.
—¡Oh! —miro al golem con curiosidad y este dio un par de vueltas alrededor de ella.
—Date prisa, brote de habas.
—¿Ah? ¿Brote de...? — contrario a lo que espero, Allen soltó una risa. —Me llamo Allen, idiota.
—¿Cómo has dicho?
— Kanda, por favor no empieces, tienen que llevarse bien. —lo fulmino con la mirada y el mayor ya no dijo nada más.
Y sin más partieron.
Cuando estuvieron en el bote que los sacaría de la orden para dirigirse a abordar el tren, se dio cuenta de porque todo el mundo parecía estar fascinado con la chica.
Dejando de lado que no había nada a su alrededor y que no pudo sentir cuando se les acerco, tenía que reconocer de mala gana que era bonita. Con el cabello recogido en una trenza y el flequillo cubriendo parcialmente el lado izquierdo de su cara, así como la parte superior de esa extraña cicatriz en su frente y mejilla, el traje de exorcista la hacía ver como una criatura mítica. Era una bruja. Definitivamente había hecho algún pacto maldito para tener la apariencia que tenía.
Kanda apostaba su soba a que así era. De lo contrario no le hallaba explicación al porque el buscador y todo aquel con el que se cruzó en su camino parecía haber pedido el aliento y, para colmo, sus colores se volvieron sumamente incomodos de ver. Asqueroso.
Subir al tren en movimiento parecía haberle divertido en desmedida y el buscador estaba fascinado de que fuera amable con él. El hombre prácticamente rebosaba esperanza y alegría de tener la atención de la joven.
—Eso fue lo más divertido que he hecho en mi vida. ¿siempre suben así?
—Así es, señorita Walker.
—Solo Allen, por favor.
Ahora se encontraban en la cabina que les habían reservado y ella al parecer había entendió que no quería tener ni el menor rose con su persona. Pero no parecía importarle tampoco leer el reporte en voz alta. No sabía si lo hacía por fastidiar o que.
—Nuestro destino es el sur de Italia, la antigua ciudad de Martel... —leyó en voz alta. —Una ciudad aparentemente abandonada hace mucho tiempo. Objetivo: el fantasma de Martel. ¿Fantasma? —parecía confundida con eso. — ¿Qué tiene que ver un fantasma con la inocencia?
—Hmp.
—¿Te estas riendo de mi o conmigo?
—Ninguna.
—Que mal educado.
Luego se oyó la explicación del buscador sobre la relación que tenían los fenómenos paranormales con la inocencia. Y Allen dejo de ponerle atención para salir a escuchar mejor la información que le daban.
Tal parece que ninguno de los idiotas de la sección científica se había preocupado especialmente por darle los detalles que solían acompañar la presencia de la inocencia. No le extrañaba en realidad. Según lo que sus sentidos le dijeron todo el mundo estaba más emocionado en identificar y descubrir los detalles sobre la chica.
Durante los días en los que anduvo de un lado para otro con Lenalee y los científicos todo el mundo estaba rodeado de una excitación fastidiosa que le incomodaba y le asqueaba. No podía ir a ningún lado sin que alguien mencionara algo de ella. Estaba harto y estaba seguro de que eso no se detendría a brevedad. Por eso quería salir con urgencia de la cede. Pero no se imaginó que la primera misión que le asignarían seria con ella.
Por lo que había visto en los colores y la energía de Komui, Allen no parecía estar del todo lista para realizar una misión. Lo que le hacía sacar conclusiones del porque les habían asignado una misión cuando era el caso de que podría resultar herida. De seguro querían ver si estando la chica bajo presión era capaz de distinguir algo alrededor de ella.
Siendo honesto consigo mismo lo dudaba. Y tampoco creía tener el tiempo de ponerle atención mientras hacia su trabajo. Y mucho menos protegerla o algo por el estilo. Esos idiotas del vaticano.
Cuando estaban por llegar a su destino salió de la cabina, justo cuando al buscador parecía estar terminando su relato.
—Y cuando confirmamos la presencia de inocencia...
—Es cuando entramos nosotros. —ambos voltearon a verle. — Estamos por llegar. Démonos prisa.
Del mismo modo en el que habían subido, bajaron del tren en movimiento y aterrizaron en una zona desértica del sur de Italia. El tren por supuesto no les dejaría en el lugar específico de la misión por obvias razones. Pero sí que les había acercado bastante a su destino. Quedaban unos cuantos kilómetros para llegar a la ciudad fantasma.
Mientras corrían para llegar, el buscador conecto su teléfono para intentar contactar con los que se encontraban el lugar. No había respuesta y eso no era una buena señal.
Ya estando más cerca de su verdadero destino Allen hablo.
—El ambiente en este lugar es muy frio. — eso llamo su atención. —Que sensación más extraña. Es como si... como sí que este lugar tuviera muchos muertos en sus terrenos.
—¿Acaso puede sentir a los akumas, señorita Walker?
—Yo no diría eso, es más bien la sensación de que hubo mucho sufrimiento en ese lugar.
—Cuanta simpatía de tu parte. — Allen le miro mal. —Déjame dejarte algo en claro brote de habas. Yo no soy tan amable como tú, y no pretendo andar cuidando de ti ni de nadie. Si te vuelves un estorbo para la misión te dejare atrás. Tampoco creas que somos compañeros e intentes salvarme. Esto es una guerra y las pérdidas son inevitables.
—¿Quién querría salvar a alguien como tú? —Allen esquivo una piedra y volvió a hablar. — Dices cosas desagradables, pero si eso es lo que piensas hacer no te detendré.
—Qué bueno que entiendes. No me gusta andar cerca de un brote de habas muerto en vida.
—Es por lo de las emociones, ¿no? — sonrió, esa sonrisa no le gusto. — ¿No será que tu nariz esta tapada?
—¿M-mi nariz? No siento las emociones con...
Una explosión cercana interrumpió lo que estaba por decir. Esa mujer estaba buscando acabar con su paciencia. Vio como salto de un lado a otro para ayudar al buscador que estaba siendo atacado por un akuma. La dejo por su lado, si quería ir a ponerse en peligro ella misma no era su problema. Ya se lo había advertido.
Él que los acompaño durante todo el camino corrió detrás de ella y los perdió de vista. Mejor, aprovecharía que habían alejado al akuma de donde se encontraban las barreras y fue por la inocencia.
Había más Akumas que fueron rápidamente derrotados por su espada.
Al acercarse vio a varios buscadores tendidos en el suelo, algunos ya muertos y otros aferrándose a la poca vida que les quedaba. La incomodidad le invadía cada que presenciaba algo como eso. Veía como la energía se escapaba de los cuerpos recostados en las paredes y entre los escombros.
Poco a poco los colores a su alrededor se iban difuminando hasta extinguirse para siempre. Por lo regular las emociones que rodeaban a la gente en esos últimos momentos de vida eran tristeza, miedo, arrepentimiento y otras tantas cosas negativas. Se acerco al que tenía un poco más de tiempo para pedirle la contraseña de la barrera. Este se la dio junto a su última palabra de agradecimiento.
Ese hombre no tenía nada que agradecerle. Por eso le fastidiaba la gente. Solían actuar extraño en sus últimos momentos.
Quitando la barrera alrededor del fantasma lo contemplo con curiosidad. Había un vínculo extraño entre esos dos. Estaban tan pegados que no podía decir con certeza quien tenía la inocencia y cuál de los dos era humano.
Tenía que llevarse la inocencia. Pero no parecía que fuera a ser tan fácil. Tomo a esos dos y prefirió alejarse de la batalla que estaba librando Allen con los akumas cuando se detuvo en seco, esquivando a duras penas un corte mortal en su cuerpo. ¿Qué mierda...?
Un akuma con la apariencia de Allen le ataco. Lo distinguió porque, además de la energía, la máscara del rostro de la peliblanca se iba cayendo a pedazos de a poco.
¿Cómo demonios no se dio cuenta que había un akuma tan cerca de él? ¿Dónde estaba el brote de habas? ¿Tan rápido había muerto? Tenía entendido que su sincronización era baja. Inevitable enterarse con todo el mundo hablando de ella. Pero no creía que fuera a morir tan pronto.
Resulto ser tan inútil como los demás. Con asombro se dio cuenta que el akuma llevaba consigo dos espadas que desprendían un fuego extraño.
—Vaya, parece que las habilidades de esa mujer son de verdad útiles.
—Así que si murió tan pronto ¿eh?
—Fue especialmente divertido ver como se enojaba y luchaba para darle forma a su inocencia. Realmente patética. Una pena que fuera tan bonita y tuviera que morir tan pronto.
Por eso no pudo sentirlo. Por lo regular los akumas siempre estaban rodeados de ira y sed de sangre, por eso era fácil para él detectarlos aun cuando estaban en la forma humana que habían robado. El akuma lo llamo habilidad. Entonces si era un extraño poder el que impedía que viera las emociones de la chica. ¿Cómo pudo ser tan inútil para dejarse matar tan rápido?
Desenfundando a Mugen se preparó para la batalla, procurando dejar al fantasma en una de las tantas casas abandonadas. Ni modo, tenía que librarse antes de la basura al parecer.
—Mugen, primera ilusión. — y se lanzó al ataque. El demonio acaba de evolucionar y por lo visto tenía la habilidad de imitar la apariencia de las personas. Y peor aún, sus poderes. Pero no era una imitación real, por eso logro esquivarlo a penas cuando le ataco de improviso. Cierto, tomo lo que sea que evitaba que viera las emociones de Allen, pero era un Akuma al fin y al cabo. Era imposible que imitara la energía de la chica. O la falta de ella.
Por ello a pesar de que tenía su apariencia y lograba ocultar sus emociones y su aura, no le había podido engañar del todo. Después de todo la corrupción que emanaba el cuerpo del Akuma lo dejaba en evidencia. Un nivel dos bastante problemático para un exorcista sin la habilidad que él tenía.
Solo en momentos como ese, y únicamente en el campo de batalla era que su don especial le servía para algo. Además, que descargar sus frustraciones matando Akumas era liberador.
Esquivaba y arremetía con fuerza. Pero el demonio era astuto. Se las arreglo para atestarle un par de golpes que lo mandaron contra las paredes un par de veces. Tenía que alejar lo más que pudiera al akuma de la inocencia. Por alguna extraña razón el terreno no parecía estar a su favor. Y entonces ocurrió lo que no quería que ocurriera. El akuma imito sus movimientos.
Joder, era astuto, parecía estarlo cansando a propósito para estudiar sus movimientos. Por una mierda. Recibió un ataque de la imitación barata de Mugen y resulto de nuevo contra los edificios, con el demonio obstruyendo su respiración con sus manos. Riendo con diversión y regocijo enfermizo.
—Tal parece que los exorcistas son cada vez más débiles. ¿Sabes lo que eso significa, exorcista? Que pronto tomaremos el control de este mundo. — volvió a reír como desquiciado.
Empezaba a perder la conciencia. Demonios, ¿Por qué no se podía mover bien?
—Te matare y luego destruiré la inocencia. —se mofo. — Ustedes los humanos pronto ser...
Y el akuma salió volando. Solo entonces logro llevar con dificultad aire a sus pulmones.
—Oye imbécil. Esa no es forma de tratar a las damas. — Allen respiraba con dificultad. Y estaba ¿llorando? Su inocencia tenía la forma de una Naginata(1) doble. – Seguro cuando aún vivías no eras popular.
Con un par de giros del arma mando a volar al akuma. Por lo poco que sus ojos pudieron ver, lo mando bastante lejos. ¿Por qué le costaba tanto mantener los ojos abiertos?
Quitando los rastros de humedad en su rostro, Allen se apresuró a levantar al otro exorcista como pudo y empezó a buscar un lugar donde recuperar energías. Había dejado al único buscador sobreviviente cerca de donde se encontraban mientras distraía al Akuma el tiempo suficiente para esconderse y trazar un plan lo suficientemente bueno para destruirlo. Lo sentía por los desmayados, pero los iba a tener que arrastrar, no había forma de que los cargara a ambos.
Como imagino, la inocencia consumía mucha de su energía y al parecer no podía mantener activadas ambas argollas sin que estas tuvieran fricción entre sí. ¿Como era tan siquiera posible? Cuando logro activarla en el departamento científico de la orden no había sentido esa fricción en sus muñecas. Estaba bastante segura de que no represento mucho problema mantenerla activada y blandir las armas que materializo en ese momento.
Si lo pensaba bien, tampoco tenía muchos días de haber despertado en la orden. Siete días de inconciencia no se recuperaban con cuatro de actividad estresante en donde no había podido reponer por completo su condición física.
De momento lo mejor que se le pudo ocurrir fue darle una forma más letal a una de las argollas para ganar algo de tiempo.
Buscando entre las casas vacías una que funcionara lo suficientemente bien para ocultarse. De repente oyó lo que parecía ser la voz de alguien cantando una ¿nana? ¿Eso era una canción de cuna? La voz era preciosa y venia de... abajo.
Sintió el aire salir de entre los ladrillos del suelo y no lo pensó más. Como pudo los quito y tomo a los hombres inconscientes que llevaba consigo y los bajo primero para luego volver a ponerlos en su lugar de inmediato. Siguió la voz y cuando llego a su lugar de origen, lo que le recibió fue la visión más conmovedora que hubiera presenciado jamás. Parecía la ilustración de una novela trágica.
Recordó la historia que el buscador le había contado en el tren. Y entonces no tuvo dudas.
—La muñeca... el fantasma de Martel.
La chica -muñeca- dejo de cantar y le miro. El hombre moribundo se levantó como pudo y se puso frente a ella con el fin de defenderla.
—Así que están aquí.
Allen la contemplo en silencio. No sabía que decir o hacer. Llevaba consigo dos bultos pesados e inútiles y estaba frente a lo que parecía ser un momento romántico de una pareja muy... singular.
No pudo contemplarles más tiempo porque la muñeca tomo una columna con sus diminutas manos y se la aventó. Esquivarla fue difícil con un peso extra que limitaba sus movimientos. Aprovechando que se agacho para recoger otra enorme roca para usarla como proyectil, acomodo su carga en una esquina y corrió para ponerse frente a la muñeca y partir en dos la roca que pensaba usar para aplastarle. Por suerte la inocencia respondió sin tanto problema.
Sostuvo sus manos para impedir que siguiera lanzándole la estructura del lugar.
—Por favor cálmate. No quiero hacerte daño. — la chica forcejeo de su agarre. Era fuerte. — Detente, no quisiera tener que pelear contra algo tan lindo y frágil.
Solo entonces se detuvo y le miro con sorpresa. Se tomo un momento para sentirse bendecida con su altura. Viendo que no pensaba seguir luchando le soltó por fin.
—Guzol está por morir. —si pudiera soltar lagrimas seguramente su rostro estaría lleno de ellas. — Te daré mi corazón, pero por favor no me separes de él hasta entonces.
Allen se impresiono por esa muestra de afecto tan pura.
Lo que siguió fue la versión más detallada de la historia que le habían contado en el tren, agregando los hechos que llevaron a la pareja a su situación actual. Durante todo el relato el buscador recupero la consciencia y escucho en silencio los hechos que no estaban en sus investigaciones.
Kanda seguía pululando entre la inconsciencia y la realidad. Esa pelea había sido un tanto difícil debido a que no pudo predecir del todo los ataques del enemigo y había afectado el sello en su cuerpo. Por eso le estaba costando trabajo sanar. El akuma daño uno de los caracteres del sello.
Cuando la muñeca terminó su historia suplicó que le dejaran quedarse al lado de su amado hasta que este muriera. El humano quería ser quien le desconectara para poder partir juntos al más allá. Que tontería.
Estaban frente a una situación de vida o muerte y a ese par se le ocurría que quería tener su última cita en medio de la batalla. Como pudo se levantó para dejarles ver lo absurdo de la situación.
—No sabemos cuándo va aparecer el Akuma, quítale el corazón cuanto antes.
—No.
—¿Ah?
—Ya me oíste. No lo hare.
Tomo la chaqueta que habían usado para que recostara su cabeza y se la aventó a su dueña.
—Esa chaqueta no es una almohada para los heridos, es el símbolo de tu trabajo como exorcista. — se puso de pie y paso a su lado. — Escucha novata. En esta guerra hay sacrificios que se deben hacer. — blandió a Mugen frente al corazón de la muñeca. Dispuesto a terminar con eso cuando antes.
—Se lo quitare yo. — se detuvo, con Allen frente a él con una mirada decidida. — Dijiste que si era un estorbo me dejarías atrás. Así que está bien si me vuelvo el cebo para evitar que sean separados en sus últimos momentos ¿no? — con pena dirigió su mirada al par detrás de ella. — Lo único que ellos quieren es ver el final que anhelan. Si es el caso, me enfrentare al Akuma hasta que puedan lograrlo.
Esta mujer parecía no entender que no estaba en condiciones para enfrentarse al akuma por el bien de alguien más. Se enfureció.
—Eres una idiota. ¿estas dispuesta a jugarte el pellejo solo porque sientes pena por un par de desconocidos? ¿Es que no hay nada que sea importante para ti como para que desperdicies tu vida así?
Allen abrió los ojos ante lo último. Apretó los dientes y le miro con enojo.
—Lo que sea importante para mí en este mundo no me impide ayudar a alguien que lo necesita. — levanto la barbilla y se enfrentó a él con ojos amenazantes. —Es cierto que no tengo un motivo más allá de que sienta pena por ellos. Pero sin importar que el motivo sea grande o pequeño, quiero hacer algo al respecto.
» Tú ves las emociones de la gente, pero no te involucras con nadie y la empatía no parece estar en tu vocabulario. ¿De qué te sirve lo que ves si no haces algo para ayudar a los demás? Seguramente odias tu habilidad y sufres cada vez que alguien con emociones fuertes está cerca de ti y ves la muerte de las personas sabiendo cómo se sienten, pero sin entender su verdadero dolor.
Retrocedió. Sin encontrar algo que argumentar en contra de sus palabras. Allen le dio la espalda.
—No soy alguien a quien le importe que todo a su alrededor se esté cayendo a pedazos. Si hay alguien que necesita ser protegido mientras eso sucede tengo que hacer algo al respecto. No puedo abandonarlos. Y si está en mis manos protegerlos lo hare con todo lo que tengo.
Cuadro los hombros y lo volteo a ver levemente. — Esa es mi verdadera misión en la vida. No hacer sacrificios a lo loco sin buscar una alternativa que me permita salvar a alguien. Si esa es tu manera de hacer las cosas allá tú. Pero yo no pienso pelear una guerra llena de muertes sin sentido porque eran "sacrificios que se tienen que hacer".
Estaba buscando las palabras para argumentar algo en su contra. Pero no pudo pensar en nada mientras que del suelo salía un brazo largo que atravesó al hombre moribundo y le arranco el corazón a la muñeca sentada frente a él.
El akuma se río con locura mientras se burlaba de ellos entre la arena que había alrededor y después salía de ella para contemplar la inocencia que les había quitado, para luego dejar caer los cuerpos débiles al suelo como un objeto inservible.
—L-la-la – el anciano estiro su brazo, con las ultimas fuerzas que le quedaban intentó llegar hasta la muñeca.
Un ligero temblor sacudió el suelo. Y no fue el akuma el que lo causo.
Tanto el buscador como Kanda vieron con asombro como Allen se ponía de pie temblando ligeramente de rabia. —Devuélvela. — mientras en sus ojos parecía extinguirse la luz y a su alrededor se empezaban a materializar pequeñas lenguas de fuego que parecían seguir los latidos de su corazón. —Dame esa inocencia. — dijo con los dientes apretados.
La inocencia en sus manos se deformo en un líquido espeso que le rodeo como un rio de sangre. Su sangre. Estaba brillando y bajo sus pies se empezó a formar un círculo de fuego que palpitaba y empezaba a quemar la arena bajo sus pies. El akuma no vio venir el ataque. De hecho, nadie lo hizo.
De un salto llego hasta el akuma, la argolla de su mano izquierda se alargó como una cuerda, apresando al demonio, y con la derecha un hacha de doble filo le atravesó. Estaba inmovilizado por completo con la inocencia, mientras Allen se movía desde diferentes ángulos para causarle cortes letales. Era rápida.
Sin soltar el hilo que le mantenía en el mismo lugar estaba buscando un punto que le permitiera dar el golpe final, pero el akuma no se quedaba quieto y con la poca movilidad de sus garras intentaba atravesarla. Hasta que logro golpearle en un costado. Allen salió volando y choco con las columnas del lugar, causando que su amarre se aflojara hasta soltarlo para volver a esconderse entre la arena.
Tal parecía que su ira no fue suficiente para hacer que la inocencia mantuviera inmovilizado al akuma por mucho tiempo. Cuando volvió a emerger del suelo su cuerpo estaba hecho de arena, y resulto más difícil hacerle daño en esa condición. Kanda desenfundo a Mugen y con los insectos del infierno tampoco logro mayor cosa. Resulto en las mismas condiciones que Allen. Contra las paredes y recibiendo más daño en su cuerpo.
Maldición, el sello aun no sanaba y las heridas en su cuerpo le estaban afectando los sentidos.
Cuando Allen se puso de pie de nuevo no pudo volver a usar el mismo truco de enredar al akuma con una cuerda hecha de inocencia. Todavía no sabía cómo hacer exactamente para materializar el fuego que le había mantenido lejos del contacto de todos mientas estuvo inconsciente en la orden. Y para acabar el plus se estaba quedando sin energía.
Su larga siesta de siete días le estaba pasando factura a su cuerpo.
Ahora parecía que la agonía del otro exorcista era mayor, ya estaba muy golpeado cuando lo encontró y ahora parecía que de verdad estaba al borde la muerte por sus heridas. Intento de nuevo con la naginata, pero resulto completamente inútil.
Se estaba quedando sin ideas y las burlas del akuma mientras seguía trapeando el suelo con ella solo aumentaban su frustración. Se puso de pie con decisión. *Bueno, a la mierda todo*.
"Los lazos de la muerte me cercaron,
y los torrentes de iniquidad me atemorizaron;"
Sintió como las argollas en sus manos empezaron a girar alrededor de sus muñecas.
"los lazos del Seol(2) me rodearon;
las redes de la muerte surgieron ante mí."
Y entonces el fuego se hizo presente, rodeando en una espiral violenta al demonio que ya no pudo volver a esconderse en la arena y fue levantado del suelo mientras el fuego empezaba a quemarle. —¿Qué es esto? No me puedo mover. — grito desesperado.
"En mi angustia invoqué al Señor,
y clamé a mi Dios;
desde su templo oyó mi voz,
y mi clamor delante de Él llegó a sus oídos."
—¿Que estás haciendo? Detente. Quema. — el akuma rugía e intentaba liberarse de las llamas que estaban empezando a consumirle.
"Entonces la tierra se estremeció y tembló;
los cimientos de los montes temblaron
y fueron sacudidos, porque Él se indignó."
De su nariz y oídos empezó a salir un hilo de sangre que manchaba sus labios y bajaba por su barbilla.
"Humo subió de su nariz,
y el fuego de su boca consumía;
carbones fueron por él encendidos."
Sus brazos empezaban a temblar y sus rodillas a ser víctimas de la gravedad.
"También inclinó los cielos, y descendió
con densas tinieblas debajo de sus pies.
Cabalgó sobre un querubín, y voló;
y raudo voló sobre las alas del viento.
De las tinieblas hizo su escondedero, su pabellón a su alrededor;
tinieblas de las aguas, densos nubarrones"
El calor obligo al buscador y a Kanda a retroceder. *Un poco más. Solo un poco más*
"Y envió sus saetas, y los dispersó,
y muchos relámpagos, y los confundió.
Entonces apareció el lecho de las aguas,
y los cimientos del mundo quedaron al descubierto
a tu reprensión, oh Señor,
al soplo del aliento de tu nariz."
Faltaba poco para el akuma fuera consumido por completo. *Ya casi. Aguanta. Tienes que aguantar. *
"Perseguí a mis enemigos y los alcancé;
y no me volví hasta acabarlos.
Los destrocé y no pudieron levantarse;
cayeron debajo de mis pies.
Pues tú me has ceñido con fuerza para la batalla;
has subyugado debajo de mí a los que contra mí se levantaron." (salmos 18: 4-15)
Y entonces el akuma desapareció por fin con un último grito y una explosión.
Allen cayó de rodillas, apoyando sus manos en el suelo y con la vista borrosa. Estaba por desmayarse cuando dirigió su vista a los cuerpos tendidos en el suelo. La muñeca y el anciano estaban justo donde habían sido botados por el akuma. Se arrastro hasta recoger la inocencia, para después acercarse en las mismas condiciones a la muñeca y volver a ponerla dentro de ella.
Durante todo ese tiempo, tanto Kanda y el buscador se habían quedado de piedra. Sin saber exactamente como Allen había hecho lo que hizo.
Kanda estaba luchando con su cuerpo para ponerse de pie, su vista estaba borrosa y su cuerpo mallugado, tal parecía que al sello le llevaba más tiempo reconstruir los caracteres para sanarle de inmediato.
El dolor, la asfixia y el cansancio le estaban poniendo difícil la tarea de mantenerse consiente. Pero... pero... sin embargo, eso era lo que menos le preocupaba. ¿Qué demonios fue eso?
Por supuesto no tenía respuesta a su propia pregunta. Pero esa mujer era...
Esa tipa.
Allen Walker no era una persona ordinaria.
Y eso era lo único que le había quedado claro.
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(1) Naginata Doble: A pesar de que en ocasiones se la compara con una Alabarda o un Hacha Europea, esta comparación dista mucho de la realidad de los fines para los cuales fueron desarrolladas estas armas, pues la naginata es un arma de corte, mientras que una alabarda o un archa se asemejan más a un hacha con una larga asta y una punta al final. Las dimensiones peso y proporciones de estas armas son tan distintas que no pueden ser equiparadas. Para más información consultar Wikipedia. Es una pena que aquí en Fanfiction no pueda poner una imagen, pero hay un medio visual en Wattpad para que se hagan una idea.
(2) Seol: Región de los muertos. Nombre que recibe en la Biblia.
Como mencione en el capitulo anterior, este es uno de los capítulos que mas que solo un versículo tiene un rezo. Esta batalla me emociono en cada momento en el que la escribí, la verdad. Jeje.
Como habrán notado Timcampy no es el golem de Allen. Recordemos como se han dado las cosas desde el principio, adicionado que trato mal al Akuma, pues adelanto para decirles que en este Fanfic la cicatriz de Allen no es igual y... se podría decir que no es del todo una maldición. Y como abran notado la cubre con su cabello. Falta un poco para llegar a las aclaraciones del caso.
Por otro lado, esto es un dato curioso: cuando estaba escribiendo este capitulo y el siguiente, hice ciertas cosas por instinto, y poco después empecé a leer el manga desde el principio, y me di cuenta que hice unas cosas combinadas entre anime y el manga. Jajaja. No me crean si no quieren, pero es la verdad.
También aprovecho para aclarar -y recordar- algo que no hice en el capítulo anterior. Allen en este Fanfic esta basada, en su mayoría, en la protagonista de la serie de Libros Throne Of Glass, Aelin Galanthynius (quien por cierto es mi amor platónico XD), Así que aquí no van a encontrar a una niña manipulable, frágil, excesivamente dulce y de faldas y vestidos. Hay una razón para eso, y es otra de las cosas para las que falta un poco para saber de que va.
Así que ahora ¿dudas? ¿teorías? ¿insultos? ¿me dicen que les esta pareciendo esto? ¿Les gusta esta versión de Allen?
De momento esto es todo por hoy y este capitulo es para celebrar que ya salió el nuevo del manga. jajaja.
Gracias por Leer. By KNM
