Día 8

Shipping: Commonershipping (DiamondXPlatinum)


Familia

Una gota de sudor se escurrió por la mejilla de Platinum. La chica se apresuró a limpiar con un pequeño trapo húmedo que llevaba en su bolsa de mano. El calor de la tarde era realmente insoportable para personas tan acostumbradas al frio como ella. Ese verano sin duda era el más caluroso que hubiese experimentado antes.

Sin embargo, el calor no era responsable del nerviosismo que yacía dentro de Platinum, ni de su constante tic que le provocaba mover la pierna izquierda de manera cíclica. La holder se enfrentaba al episodio más complicado de los últimos meses; conocer a la madre de su pareja.

Mirando con curiosidad por la ventana de su carruaje, Platinum alcanzó a dilucidar la pequeña casa de madera donde vivía su novia; una casa bastante linda con un pequeño jardín repleto de bellas flores. No era tan grande como su mansión, pero se podía percibir el calor hogareño que irradiaba a la distancia.

En el primer momento que Platinum salió del carruaje y entró al terreno de la casa, todos los síntomas externos del nerviosismo se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. Con fineza se limpió la falda y caminó con calma hasta la puerta de la casa, momento en el cual salió su novio a recibirle.

—Platinum, bienvenida —dijo Diamond.

El chico corrió y abrazó con fuerza a Platinum. La concentración de la señorita desapareció y sus piernas temblaron al toque de los grandes brazos de su enamorado. Sin embargo, el calor de Diamond logró impregnarla de una felicidad tal que devolvió el abrazo, para posteriormente separarse y darle un pequeño beso.

—Gracias, Diamond —dijo con un gran sonrojo.

Antes de que Diamond respondiera, una figura se posó en el umbral de la puerta. Una mujer adulta se quedó mirando con curiosidad la escena para después esbozar una gran sonrisa y acercarse a una avergonzada Platinum.

—¡Platinum! Es un gusto conocerte —Johana se acercó a Platinum.

Platinum, recordando sus modales, hizo una pequeña reverencia ante la mujer y la saludó con cortesía. Johana correspondió al saludar de la misma manera, no sin antes pedirle que la próxima vez fuera menos formal. Platinum se limitó a sacar una pequeña sonrisa ante aquella petición, momento en el cual los tres entraron a la casa.

Al entrar y ver los muebles decorados con varios bordados caseros, varias fotos descansando en las paredes y algunos trastes esperando en la cocina, Platinum se contagió una vez más del aura acogedora de la casa. Desde el pequeño mantel con un bordado de Lepras, hasta el peluche de Teddiursa que fungía de dispensador de rollo, todo en la casa le hacía sentir a Platinum la sensación de querer quedarse y dormir un rato, descansar un poco de la agitada vida que llevaba.

Al sentarse a comer, Platinum se dio cuenta quien era la responsable de enseñarle a Diamond todo lo relacionado con cocinar. La comida de Johana le hacía relamerse los labios constantemente, llevándole al punto que deseaba limpiar el plato con la lengua. De inmediato le reconoció la dote culinaria a quien podría convertirse en su futura suegra. La mujer agradeció el halago, momento en el cual ambas comenzaron a hablar.

Los nervios de Platinum desaparecieron conforme Platinum notó como Johana era una de las mujeres más amables y simpáticas que haya conocido. No solo eso, la mujer sabía lo suficiente de algunas cosas académicas como para compartirlas con Platinum. La chica se sentía como una niña al escuchar las numerosas anécdotas de la mujer en la escuela, y en los concursos.

Aunque Diamond se avergonzó un poco cuando su madre le mostró a Platinum el viejo álbum de fotos de la familia, una sonrisa salió de su rostro cuando la chica mostraba interés en escuchar todas las anécdotas de su familia. Como no lo haría, la voz dulce y acaramelada de Johana le hacía querer escuchar más y más, se sentía como cuando era pequeña y su madre le contaba historias de fantasías.

Se sentía integrada, muy integrada. Al final el conocer a la pequeña familia de Diamond había resultado mucho mejor de lo que esperaba. Incluso podría asegurar que podría pasar horas, días enteros en aquella casa, tomando chocolate caliente, tomando la mano de Diamond y escuchando las infinitas historias de Johana. Platinum sentía que había encontrado a su segunda familia.