No pudo dormir en toda la noche, sólo miraba al techo de esa habitación con las manos tras la cabeza. Miró a su derecha y ahí estaba ella, acurrucada a su lado y durmiendo como el demonio que era. Sí, era un demonio, que había poseído su alma desde que le prestó ese bolígrafo por primera vez. Un sollozo salió de sus labios, mientras una lágrima caía por su sien, muy lentamente.

-Ssshhhh- susurró, arropándola entre sus brazos -No llores, bonita- acarició su cabello -No llores- besó su coronilla -Él no volverá a lastimarte, nunca más-

Era una promesa que iba a cumplir, nadie le haría daño jamás, mientras él la protegiera entre sus brazos. Los recuerdos de ese día lo atormentaban, pero esa noche, al escuchar su inconsciente llanto, regresaron como una horrible ola que lo ahogaba.

Después de que su madre le dio la reprimenda de su vida a Satoru Gojo, por destruir su tapiz y su atrio, se encontraban bebiendo el té en la habitación destinada para eso. El jefe del clan se había retirado a sus aposentos, después de la terrible paliza que le dio su primogénito. Le dolían hasta los huesos, pero estaba orgulloso de lo fuerte que era su hijo.

- Pruebalo, Gaia- pidió con burla y una sonrisa aún peor -Muy bien...- aguantó la risa cuando sorbió el té con cara de asco -Ahora, tragátelo-

Inclinó su cabeza, observándola.

-No lo hará, es igual de terca que Dea-

-Si lo hará, Gojo- aseguró él -Es una apuesta- y lo hizo, tragó ese horrible líquido entre nauseas y arcadas -¿Te gustó?-

-No- susurró, llevando ambas manos a su boca -¿Dónde está el baño?- se incorporó de golpe, quería vomitar.

-Al fondo del pasillo- señaló la señora Selene hacia afuera -Dobla a la derecha y es la tercera puerta- salió de allí como alma que lleva el diablo -Es la primera persona que conozco que no le gusta el té-

-Nunca le gustó- aseguró su hermana -Dice que es agua sucia- se sirvió un poco más -Agua sucia es el café, pero el té, jamás- probó esa delicada infusión de su taza -Es delicioso- una visión llegó a ella en ese instante -Gaia...-

Susurró con sus ojos en blanco y un grito retumbó en los oídos de todos, saliendo de allí hacia su procedencia.

-¡Naoya!- exclamó su madre, horrorizada -¿¡Qué estás haciendo!?-

-Lo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo, madre- escupió con recelo -Obtener lo que me pertenece, por una vez y no a tu queridisimo Kylar-

-¡Suéltala!-

Lo apuntó con su espada, mientras Gojo se encontraba a su lado, con una mano en su bolsillo e impidiendo a Dea que diera un paso más.

-Es mi prometida- la cargaba bajo su brazo, estaba inconsciente -Me pertenece-

Aseguró, con su rostro golpeado y los dientes apretados. La sangre no paraba de brotar de ella y eso, lo volvía loco, la había atacado con su técnica maldita, estaba seguro. El charco que se materializaba bajo sus pies, era enorme, estaba muriendo ante sus ojos y no podía hacer nada.

-¡Suéltala!- había despertado a su alfa, la técnica que heredó del clan de su madre -¡Suéltala! ¡Ahora!-

Tomó posición de batalla y dispuesto a acabarlo, sólo esperaba que hiciera su primer movimiento para poder atacarlo.

- Tú siempre tuviste todo lo que yo quería, hermano- sonrió sádico -Y yo tendré lo que tú más quieres- levantó su rostro con dos dedos, enseñándole lo que le había hecho -Y la domaré, como no tienes idea-

-¡Rayo de luz!- exclamó y una magia rara le atravesó el pecho, haciéndolo trastabillar -¡A mi mano!- y su hermana apareció en los brazos de Gojo -¡No tienes ni idea del monstruo que has despertado!-

Movió sus manos y lo arrojó por los aires unos cuantos metros, dando un feroz impacto al caer. Todos estaban inertes, su poder los tomó desprevenidos.

-¡No seas ridículo!- pronunció, después de desviar uno de sus ataques. Su voz era turbia y sombría -No existe energía maldita que pueda vencer mi potencial mágico- todo temblaba alrededor -Sólo el portador de los seis ojos puede acabar conmigo, ¿Por qué crees que estoy aquí?- preguntó retórica -Porque yo sola puedo destruir el mundo- su mirada cambiante producía terror -¿Unas últimas palabras?-

Posicionó sus manos como si lanzara una flecha, mientras él intentaba ponerse de pie, lo había arrojado por los aires, otra vez.

-No, por favor- rogó la señora Selene deteniendo sus manos -Soy su madre, te lo suplico- sus palabras, la desarmaron.

-Te salvaron- lo apuntó con su mano -Pero la próxima vez, no habrá madre, ni técnica, ni dios, que pueda detener mi castigo sobre ti- lo había inmovilizado con su poder -Así que te aconsejo que, no vuelvas tocar a mi hermana- sólo unos centímetros lo separaban de ella -Porque sino, te mueres-

Lo golpeó con su dedo índice entre los ojos, dejándolo inconsciente. Volteó límpido sus manos como si hubiera tocado basura o algo muy repugnante, mirando al maltratado rostro de su hermana.

-¿Qué quisiste decir con eso de que soy el único que puede detenerte?-

Dejó a Gaia en los brazos de Kylar cuando ella se acercó.

-Ahora no, Gojo- lo cortó en seco -Te dije que, ahora no- levantó un mano cuando abrió su boca de nuevo -Te doy vida- recitó con sus manos sobre su hermana -Ese maldito...- pronunció entre dientes -Miren como la dejó- su voz tembló al decirlo y ella, abrió sus ojos -No llores-

Miles de lágrimas se deslizaban por sus sienes, se sentía tan vulnerable.

-¡Dijo que me mataría!- abrazó el cuello del hombre que la llevaba en brazos -¡Y no sólo eso!- él la estrechó besando su sien observando como su madre y otros miembros del clan, asistía a ese bastardo -¡Me aseguró que, eso sólo sería el fin de mi sufrimiento y calamidad, después de todo lo que pensaba hacerme!- inhaló entre temblores -¡No pude defenderme! ¡No lo vi venir!- escondió el rostro en su hombro -¡Él te odia, Kylar y yo seré su objetivo mientras esté contigo!-

-Tranquila, bonita- cerró sus ojos, escucharla llorar así, lo destrozaba -Eso no va a pasar, te juro que no se acercará a ti, nunca más-

-Disculpen- habló de nuevo -Pero ninguno de ustedes hizo nada- reclamó a cada uno, apuntándolos -Si yo no hubiera estado aquí, ella estaría muerta- aseguró.

-Nuestras técnicas son defensivas, Dea- explicó Gojo -Si lo atacábamos, ella hubiera resultado herida también-

-Bájame, Kylar- pidió, después de dejar de llorar y así lo hizo -Dea, vámonos a casa- su hermana la rodeó por la cintura con un brazo, para empezar a caminar -Espera- la detuvo y palmeó sus manos -Intercambio equivalente- una luz azúl la cubrió de la cabeza a los pies, curando todas sus heridas -Ahora, sí- suspiró, recompuesta -Vámonos- cruzó miradas con el único Zenin allí -No, no me llevarás, quédate aquí arreglando esto- lo interrumpió cuando intentó pronunciar palabra -Prometo llamarte-

Abrió sus ojos y se encontró en esa oscura habitación, cubierto por la soledad y el dolor que le provocaba su ausencia. Había soñado otra vez con ella.

No le apartaba la mirada de encima, no podía hacerlo. Estaba allí, a unos metros de él y sin siquiera tener la posibilidad de tocarla. La habían trasladado, otra vez, a la escuela de Tokio, ya que había atacado a uno de los Zenin en su propio recinto, catalogándola después de eso como, una amenaza para la sociedad en el mundo de la hechicería y los tres grandes clanes. Por esa razón, ahora estudiaba en la misma institución que el portador de los seis ojos, por si perdía el control y tenían que aniquilarla.

-Señorita Fleming- habló el maestro de filosofía, al verla tan distraída y mirando por la ventana -¿Lo que sucede afuera es más interesante que mi clase?-

-Oh, sí- respondió en ese tono tan desdeñoso que tenía -Sólo vengo a esta clase para no quedar libre en faltas, porque si por mí fuera, no la cursaría- cruzó sus brazos, mirándolo a la cara.

-Perfecto, le ahorro la molestia de estar aquí- señaló a la puerta -Puede retirarse-

-Gracias- tomó su cosas y se fue de allí con su teléfono en mano -¿Gaia?-

Fue lo último que escucharon de ella, antes de que cerrara al salir.

-Rumana insolente- habló con desprecio observando la salida -Señor Gojo, ¿Puede explicarnos el...- no puedo continuar, su pupitre estaba vacío -¿A dónde se fue?-

Preguntó a los demás alumnos allí que no tenían respuestas.

-No sabía que ahora fumabas- se sentó a su lado, debajo de ese árbol del cerezo y ella le pasó su cigarrillo -Gracias- le dio una calada, devolviéndoselo.

-No quiero estar aquí, quería graduarme en Kyoto- murmuró, arrancando césped con su mano libre -Maldita sea la hora que terminé en esta escuela- volvió a ofrecer su cigarrillo y él, negó -Y no fumo, sólo se lo robé a Shoko, lo necesitaba- lo apagó, arrojándolo lejos.

-Si, en teoría, yo no puedo estar aquí- relajó su cuerpo bajo ese tronco -Soy tu verdugo, no puedo formar lazos contigo, pero...- la miró de reojo -Ya es muy tarde- cerró sus ojos -Además, tú sabes lo reacio que soy para acatar órdenes-

-Lo nuestro jamás hubiera funcionado, Gojo- miraba la marca en su mano -Fue lindo mientras duró- sonrió triste -¿No crees?- dirigió sus ojos a él.

-No, no se terminó- aseguró desde su lugar -Hace tres meses que terminamos lo nuestro y aún sigues aquí- señaló su cabeza -Y aquí- su pecho -No me voy a rendir, Dea- bajó sus lentes, mirándola con determinación -No me pidas que te dije ir, porque jamás lo haré-

-Lo sé- apartó una lágrima que escapó de su ojo -Eso es lo que me aterra- él le limpió otra con su pulgar, al escucharla sollozar -Tú me aterras-

-No llores- besó su frente con cuidado -No llores, todo estará bien- ella asintió, limpiando sus ojos con sus manos.

-¿Cómo están Megumi y Tsumiki?- preguntó, para intentar cambiar de tema.

-Bien, en el internado- les enseñó unas fotografías de ellos en su celular -Tsumiki quiere verte, así que, este fin de semana iremos a verlos- afirmó gustosa, por supuesto que iría a verlos.

La clase de fisiología del tercer trimestre, era terrible, pero tampoco era un calvario para él, por suerte y gracias a todas las deidades que existían en ese mundo, ya había terminado.

-Es todo por hoy, que tengan un buen día- apagó el proyector y los alumnos comenzaron a salir del aula -Señor Azoth- le habló al pasar -Me alegra ver que haya vuelto a encaminar su vida- se detuvo.

-¿Encaminar mi vida?- habló confundido.

-Si- guardó su material de estudio en su portafolio -Su relación con esa muchacha, no lo llevaría a ningún lado- no podía creer lo que estaba escuchando -Usted es un prodigio, el mejor de su generación y ella era una distracción muy grande que, obstaculizaba su desempeño-

-Vaya, me sorprende que mi vida privada sea la comidilla del cuerpo docente de este lugar-

Indicó sarcástico y acomodando su mochila sobre su hombro.

-Usted puede tener la vida privada que deseé...- se detuvo un momento al escuchar su tono -El problema, es con quién-

-Que tenga un buen día, doctor Okutsuki-

Salió de allí para evitar golpearlo y caminó hasta su próxima clase convertido en un demonio. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de ella y la extrañaba horrores. Después de lo que pasó con su clan, ella se alejó de él y nunca más volvió a verla, de hecho, habían pasado tres meses o un poco más de ese suceso. Había cambiado sus horarios de la facultad y hasta su número telefónico, desapareció y sin dejar rastros.

Ingresó al aula y se petrificó, estaba allí, sentada en el último pupitre de una de las filas y junto a la ventana, observando hacia afuera y con sus auriculares puestos. Cuando quiso reaccionar, se encontraba a su lado.

-Hola-

Saludó nervioso y ella volteó al escuchar una voz familiar, apartando sus auriculares.

-Hola, Kylar- respondió incómoda -¿No sabía que tomabas esta clase?-

-Si, inmunología está en la matrícula de este semestre-

-Eso veo, en la mía también-

Silencio absoluto, había pedido el pase a esa clase, al tener superposición horaria con otra cátedra.

-Y, ¿Cómo estás?-

-Bien, creo- más alumnos ingresaban al lugar -¿Y tú?-

-Bien- rascó su nuca sin saber que decir -Soñando todas las noches contigo- abrió sus ojos al escucharlo -Y te extraño, horriblemente, pero estoy bien-

-No digas eso- murmuró por lo bajo -Tú sabes el porque terminamos lo nuestro-

-Es la verdad- inhaló profundo -Y yo no terminé lo nuestro, fuiste tú- se inclinó a su altura -Te juro que, voy a solucionarlo y voy a volver a estar contigo-

Giró sobre sus talones caminando hacia el frente y sentándose en silencio cuando la profesora ingresó.

-Bien alumnos, antes de que termine la cátedra- habló a todos ellos -Los organizaré en parejas de equipos de manera aleatoria, en la cual van a trabajar durante toda la cursada, sin excepción o reglas- comenzó a organizar los grupos al azar.

-No puedo creer que él esté aquí- susurró una chica a su lado.

-Dicen que es un prodigio, el mejor de su generación- secundó otra, no era tonta, sabía de quién hablaban -Y es muy atractivo, ojalá me toque con él- suprimió una risa al escucharla -Disculpa, ¿Acaso dije algo divertido?- le habló molesta.

-No, para nada- hizo un gesto raro, no sabía si reír a viva voz o no -No sabes lo que dices...- la observó de reojo -Yo salí con él y está muy lejos de ser lo que todas imaginan- estaban impactadas.

-Curtís y Azoth- dijo la voz de la profesora.

-¡Yo me opongo!- se levantó de un salto y gritando a los cuatro vientos -¡Creo que esta pareja es muy desproporcionada!- no le importaba que todos la miraran como una loca -¡Yo soy bióloga y él es médico! ¡No tengo nada que hacer con él!- lo señaló con una mano extendida.

-Señor Azoth, si usted tampoco está de acuerdo...- indicó intimidada por ese exabrupto tan inoportuno -Lo cambiaré de grupo con otro compañero-

-Yo digo lo contrario, profesora- habló de pie y tranquilo, mirándola desafiante -Creo que la señorita Curtís me ayudará muchísimo en esta cátedra, ¿No cree?-

Le guiñó un ojo a la mujer frente a él, después de voltear a verla. Él también podía jugar sucio y usar su encanto para conseguir lo que quería.

-¡No quiero trabajar contigo, Kylar!-

Estaba abrumada y desesperada, él era una tentación muy peligrosa, que se había obligado a no volver a probar.

-Somos la pareja perfecta, Gaia- expuso nuevamente -Asúmelo- tomó asiento, matándola con su lógica y doble sentido -Continúe, profesora-

Pidió con esa voz que hacia temblar, mientras unos pasos furiosos, se acercaban a él.

-Esto...- lo aferró de su franela acercándolo a su rostro -No se quedará así, Kylar Azoth- juró entre dientes.

-A las cinco de la tarde te espero en mi apartamento, bonita- aferró sus muñecas y sin inmutarse.

-Bien- salió de esa aula convertida en una leona.

-Si no la quieres...- habló un compañero a sus espaldas -¿Me la puedo quedar?- preguntó, haciendo referencia a ella.

-Ni loco, amigo-

Suprimió una carcajadas y sintiéndose en la gloria después de esa clase.

-¿Señorita Fleming?- le hablaron desde el umbral de la puerta -Hay alguien que está buscándola y la espera en el área de visitas-

-Bien, gracias- respondió al hombre de maestranza y se incorporó, guardando sus pertenencias -Tengo que irme, profesor- miró a sus compañeros -Luego pediré los apuntes de clase a Nanami-

-Vaya tranquila, señorita Fleming-

-Gracias- salió de allí en completo silencio.

-¿A dónde vas, mi diosa?- le habló una voz detrás, siguiéndola.

-Gaia vino a verme- respondió, siguiendo su andar -Algo le debe haber pasado, son las tres de la tarde y tendría que estar en la facultad- la alcanzó poniéndose a su lado -¿Tú no tienes clases?-

-No, tengo una misión en solitario- la detuvo de un brazo -¿Me das un beso para la buena suerte?- le acarició los labios con la punta de sus dedos -¿Uno pequeñito?- se inclinó un poco mirándola a los ojos.

-Lo siento...- rozó sus labios por un instante -No puedo formar lazos con mi verdugo- escapó de él sin mirar atrás.

-Eso lo veremos- tomó su celular -¿Kylar?- habló, siguiendo el sentido contrario -Si, el plan de recuperación está en marcha- despareció en el aire después de decirlo.

-¡No puedo creerlo!- caminaba de un lado a otro dentro de esa habitación -¡El destino me odia!-

-Yo no diría que es culpa del destino, Gaia- estaba recostada sobre su cama -Creo que el destino nos ama más que nosotras a él- miró la palma de su mano derecha -Sino esta marca no tendría sentido- se la enseñó a ella -El amor errado será su fin, ahora lo comprendo- la acarició con su pulgar -Pero lo que no entiendo es, ¿Por qué terminaste con él?- se sentó en el suelo, ofuscada.

-Porque su madre me lo pidió- aferró sus piernas acercándolas a su pecho -Y tiene razón, no voy a destruir a una familia...- se detuvo -A un clan y todo por mi culpa- descansó su cabeza hacia atrás -Kylar es capaz de matarlos a todos y en especial, a Naoya- suspiró fuerte -Y no quiero eso-

-¿Irás esta tarde a su apartamento?- asintió con una enorme sonrisa -No te acuestes con él y todo estará bien-

-No prometo nada- se levantó de un solo envión -Me encanta todo de él y un acostón, no le hace mal a nadie- le guiñó un ojo -Nos vemos, hermanita-

Cerró la puerta al salir y ella, cerró sus ojos. Por suerte, al regresar, le habían dado una enorme monoambiente apartado del edificio principal, al ser un enorme peligro allí dentro, querían evitar problemas.

-Tiene razón...-

Susurró una voz sobre ella, hundiendo su propio peso sobre la cama y acariciando una de sus piernas al levantar su falda.

-Un acostón no le hace mal a nadie- unos fríos labios hicieron posesión de su cuello -¿Tú que dices, mi diosa?- su voz era ronca y profunda.

-¿No tenías una misión?- disfrutaba de las caricias que le daba.

-Ya la cumplí- desprendió su chaleco con cuidado -Soy el más fuerte- se lo quitó, lentamente -Te extrañé tanto- confesó, contemplándola.

-Cállate, Gojo- le arrancó los botones de la camisa de un tirón -Estás hablando mucho-

Lo abrazó, besándolo con urgencia y arrastrándolo con ella a ese remolino de lujuria.

-¡Basta!- apartó su mano de un golpe -¡Kylar, por favor!- volvió a tomar uno de sus rizos -¡Quiero terminar con estos apuntes así me largo!- estaba molesta, él era molesto.

-¿Quieres comer unas pizzas?- aferró su teléfono y marcó un número, ignorando todo lo que dijo -Hola, Joki...- tomó una de sus pequeñas manos y la llevó a su mejilla, distraídamente -Si, soy yo, lo mismo de siempre- besó sus nudillos con ternura -Si y agrégale dos cervezas más, gracias- cortó -Gaia Curtís, la cena llegará en unas dos horas-

-No puedo quedarme dos horas más aquí- miró el reloj delante de ellos -Se hará muy tarde para regresar al campus-

-¿Quién dijo que te irías?- su sonrisa era infinita -Y en dos horas, podemos hacer muchas cosas, aprovechemos el tiempo-

Cerro todos los libros y apuntes delante de ellos, dando a entender su punto, el estudio terminó. Ella mordió sus labios y él, los separó con su pulgar, le encantaba hacer eso.

-¿Y qué se te ocurre?-

Se sentó a horcadas sobre su regazo. El juego había comenzado.

-Lo que tú quieras, bonita- rodeó su cabello con una mano -Pídeme el mundo y lo dejaré a tus pies-

-No quiero el mundo, Kylar- él se incorporó con ella aferrada a sus caderas -Sólo te quiero a ti-

Se arrojó al sofá, haciéndola suya después de tanto tiempo.