xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

CAPÍTULO 8: Uno de esos días

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

.

Tatsuha tenía que reconocer que estaba pasando una de las mejores tardes de su vida.

La misión que su hermano le había encargado a Shuichi era ir a buscar a Ryuichi Sakuma y llevarle a casa. Una vez todos allí, Yuki había sacado bebidas y aperitivos, y los cuatro llevaban toda la tarde bebiendo, contando anécdotas de Nittle Grasper y riéndose a carcajadas por todo. A Ryu-chan le habían explicado que Tatsuha, su mayor fan, estaba pasando por un mal momento, y el cantante no había dejado de prestarle atenciones y de hacerle carantoñas desde que entró por la puerta. Además, se había tomado un par de copas, y eso le había puesto todavía más juguetón.

En ese momento, Ryuichi estaba de rodillas sobre el sofá, con todo el peso de su cuerpo apoyado sobre el hombro de Tatsuha y un gin tonic en la mano, contándoles una historia divertidísima sobre una vez en la que Tohma se puso enfermo del estómago durante un viaje del grupo a Tailandia (historia que el amo del Universo se había guardado mucho de contar a nadie). Tatsuha, ligeramente inclinado, sujetaba con el brazo derecho a Ryuichi por la cintura para evitar que se cayera a causa de los energéticos gestos con los que ilustraba su relato, y sostenía otra cerveza y un cigarrillo con la mano izquierda, sin dejar de sonreír. Shuichi estaba sentado en el suelo, con las piernas estiradas y el cuerpo echado hacia atrás, apoyado sobre las manos, riéndose a carcajadas con lo que contaba Ryu-chan. Era muy divertido imaginarse a su estirado jefe con la cara verde y tratando de que no se le notara la indisposición ante la prensa.

Yuki, con su copa en la mano y el pecho henchido de orgullo, les miraba desde la butaca, cual pachá que hubiera organizado un banquete en palacio y observara, complacido, como el buen pueblo disfrutaba de los festejos.

Sonó el timbre. Yuki y Shuichi se miraron, preguntándose el uno al otro con la mirada si esperaban a alguien.

- Ya voy yo - Dijo el escritor, decidido a echar de allí a quienquiera que hubiera venido a interrumpir la diversión.

Suguru era, sin ninguna duda, la última persona a la que Yuki esperaba encontrar allí en ese momento, y mucho menos con aquella sonrisa resplandeciente y un ramo de rosas en la mano.

- ¡Hola! Vengo a ver a Tatsuha - Saludó, y antes de que Yuki pudiera reaccionar, se coló por debajo de su brazo y entró alegremente en la casa - ¡Tatsuuuuu, he venido a decirte...!

Yuki sabía que debía detenerle pero su cerebro estaba sufriendo un momentáneo colapso. Por las risotadas que llegaban desde el salón, solo era capaz de pensar en que allí estaba a punto de ocurrir un desastre. "¡Mierda, mierda, mierda!"

Suguru entró en la sala con la intención de saltar a los brazos de su novio, porque Tatsuha iba a ser su novio y ambos iban a ser súper felices juntos, pero lo que se encontró allí le hizo frenar en seco.

En ese momento, Tatsuha estaba tirado en el suelo, partiéndose de risa mientras Ryuichi, instalado entre sus piernas, le levantaba la camiseta hasta los pezones y le hacía estruendosas pedorretas en la barriga. Shuichi, que también se reía a más no poder, sujetaba por las muñecas los brazos del joven monje para impedir que escapara. Todos se quedaron paralizados al ver allí a Suggy-chan.

Shuichi y Tatsu dejaron de reír y se pusieron blancos, Ryuichi les miraba a todos sin comprender y Suguru, que había entrado allí con el rostro iluminado por una alegría purísima, sustituyó en un segundo aquella expresión por una mueca de odio que provenía del último círculo del Infierno de Dante.

Sin darle tiempo a nadie para reaccionar, Suguru prácticamente saltó por encima del sofá para abalanzarse sobre Tatsuha y empezar a pegarle, con toda la fuerza de sus bracitos, furibundos golpes en la cabeza con el ramo de rosas.

- ¡CABRONAZO! ¡MENTIROSO DE MIERDA! ¡BASTARDO!

Aquello era un caos. Pétalos y hojas salían volando por los aires con cada uno de los ataques de Suguru. Una botella volcó y rodó por la mesa hasta caer al suelo. Ryuichi, muerto de miedo, había vuelto a subirse de un salto al sofá, temeroso de aquella furia, y observaba, hecho un ovillo, aquella explosión de violencia que no comprendía. Tatsuha, todavía en el suelo, intentaba protegerse la cara con los brazos, porque las espinas de las rosas se le estaban clavando en la piel, mientras suplicaba a Suguru que parara, y Shuichi, a quien aquel ataque de ira también había cogido desprevenido, intentaba ponerse de pie para detener a su amigo y proteger a Tatsuha, sin conseguir ni lo uno ni lo otro.

- ¡Suguru! ¡AH! ¡Suguru, por favor, para! ¡AY! ¡Me haces daño! ¡Por fav...! ¡AH!

- ¡SABÍA QUE NO PODÍA FIARME DE TI, CERDO ASQUEROSO!

- ¡Suguru, ¿qué haces?! ¿Te has vuelto loco? ¡PARA!

- ¡Y TÚ! - Gritó el teclista, dirigiéndose a su compañero - ¡TÚ ERES UN TRAIDOR! ¡UN DESGRACIA...!

Yuki entró en escena justo cuando Shuichi iba a recibir un golpe con lo que quedaba del ramo. Agarró a Suguru por la cintura y tiró de él con tanta fuerza que lo levantó en volandas. Sujeto de esa manera, sin que los pies del chico tocaran el suelo, se lo llevó pasillo abajo en dirección a la puerta mientras él seguía pataleando e insultando a todos los presentes.

- ¡Maldito desequilibrado! ¿Qué crees que estás haciendo?

- ¡NO VOLVÁIS A DIRIGIRME LA PALABRA! ¡NINGUNO DE LOS DOS!

Abrió la puerta y descargó a Suguru fuera de la casa como si fuera un saco de patatas. Aquello no rebajó ni un ápice el ímpetu del chico.

- ¡DILE A TU HERMANO QUE NO QUIERO VERLE NUNCA MÁS! ¡QUE SE QUEDE MANOSEANDO A ESE IDIOTA QUE TANTO LE GUSTA! - Suguru le estaba gritando a Yuki, pero estaba claro que su intención era que le oyeran desde dentro del piso.

El escritor estuvo a punto de cruzarle la cara de un guantazo. Por suerte o por desgracia, en ese momento apareció Shuichi.

- Suguru, por favor, por favor, no te pongas así. Esto no es lo que…

- ¡Tú a mí ni me nombres, deficiente! ¡No quiero tener nada más que ver contigo! Y cuando me veas por NG, ¡no me saludes! - Sentenció, tirándole a Shu-chan el raquítico cadáver del ramo de flores por la cabeza.

Yuki apenas se lo podía creer. ¿De qué iba aquel piojo? ¿Cómo se atrevía a hablarles de esa manera en su propia casa?

Suguru parecía haber dicho ya todo lo que tenía que decir y, resoplando de rabia, se marchó de allí bajando las escaleras, porque su estado nervioso no le permitía quedarse quieto ni permanecer allí ni un segundo más, aunque fuera para esperar el ascensor.

Shuichi y Yuki volvieron al salón, donde se encontraron a Tatsuha todavía en el suelo, sentado con las piernas cruzadas, los codos sobre las rodillas, la cabeza gacha y las manos en la nuca. Tenía hojas y pétalos enganchados en el pelo y en la camiseta. Ryuichi, arrodillado a su lado, le acariciaba la cabeza y le dirigía tímidas frases de consuelo. Estaba claro que la fiesta había terminado.

Llamaron a K para que viniera a recoger al cantante y le llevara a su casa. Luego, Shuichi llamó a Hiro y le contó todo lo que había pasado, suplicándole que intentara hablar con su compañero y le hiciera entrar en razón, él que hablaba también. Yuki había ido a por un poco de algodón y desinfectante, había sentado a su hermano en el sofá y le limpiaba los arañazos de la cara, las manos y los antebrazos, mientras Tatsuha hacía un visible esfuerzo por contener los sollozos. Al acercar el algodón a un corte especialmente profundo en la ceja, Tatsuha hizo una mueca de dolor. Yuki retiró la mano, suspiró con abatimiento y dejó caer los brazos.

- Lo siento, Tatsu. No sé hacerlo mejor - Y aquello no iba solo por el desinfectante.

o~o~o

"¡UN DÍA! ¡Un solo día es lo que ha tardado ese cabrón en sustituirme! Sabía que no podía fiarme de él. ¡Ni de él ni de nadie! Incluso el tonto de Shuichi ha colaborado para hacer que se olvidara de mí. ¡Y se atreve a decir que es mi amigo! Seguro que se han estado riendo todos de lo lindo a mi costa antes de que apareciera por allí, con flores, como un imbécil. Al final todo el mundo va a lo suyo. Solo piensan en lo que más les conviene."

Tales eran los pensamientos del furibundo teclista mientras volvía a su casa caminando a grandes zancadas y apretando los dientes. Estaba dolido hasta lo indecible, furioso con todo el mundo y, especialmente, consigo mismo.

Él ya sabía lo que iba a pasar si admitía que sentía algo, lo que fuera, por alguien, por quien fuera. Que acabarían haciéndole sufrir. Y Tatsuha no había sido la excepción. Había bajado la guardia y confiado en él, y había recibido su correspondiente puñalada trapera. Él ya lo sabía y, aún así, había sido lo bastante tonto como para dejarse engatusar por ese desgraciado. Bien, ahí tenía el resultado.

"Pues me da igual. Sé cuidarme solo. ¡No necesito a nadie!"

Entró en su casa y cerró la puerta de un portazo. Furioso como estaba, entró en su habitación y empezó a quitarse la ropa dando tirones para ponerse el pijama. Pensaba meterse en la cama y no salir de allí en dos o tres días, por lo menos. Sin trabajar, sin comer, sin hacer nada. Que a nadie se le ocurriera reclamarle ninguno de sus deberes porque pensaba enviarle a la mierda si lo hacía.

Entonces, sonó el teléfono.

Seguro que era Tatsuha. No quería escuchar ninguna de las ridículas excusas que pudiera ofrecerle, pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de volver a decirle lo que pensaba de él. Igual de furioso, salió del cuarto y fue en busca de su teléfono, sorprendiéndose al ver que no era el nombre de Tatsuha el que aparecía en la pantalla, sino el de Hiro.

- ¿Qué quieres? - Dijo, de muy malas maneras.

- Suguru… Hola. Acabo de hablar con Shuichi - "Por supuesto..."

- ¿Y qué?

- Escucha, me lo ha contado todo. Mira, Suguru, entiendo que estés enfadado pero, por favor, tranquilízate. Te aseguro que nadie pretendía…

- ¡Tú no entiendes NADA! - Gritó el teclista al auricular - ¡Tú lo único que quieres es defender a tu amigo!

- Suguru, tú también eres mi…

- ¡Y una mierda! ¡¿Te crees que no sé lo que pensáis de mí?! ¿Creéis que no me doy cuenta de vuestras miraditas y de las risitas que os echáis cada vez que me doy la vuelta? ¡Y habéis aprovechado lo de Tatsuha para seguir burlándoos de mí! Pero la culpa es mía, por esforzarme y preocuparme, por querer hacer las cosas bien, ¿verdad? ¡Es mucho más divertido ser un irresponsable! Pues bien, ¡quédate con el idiota de tu amigo y a ver qué conseguís vosotros dos sin que esté yo ahí para ocuparme de todo lo engorroso y aburrido!

Hay que tener en cuenta que Hiro estaba acostumbrado, desde siempre, a caer bien. Nadie le había hablado hasta ese momento de aquella forma. Por eso no fue capaz de encajar los duros reproches de su compañero. Sabía que tenía parte de razón y que era la rabia lo que le hacía hablar de forma tan hiriente, pero no tuvo paciencia como para empatizar con él.

- ¡De acuerdo! ¡Será como tú quieres! - Respondió, enfadado - Pero una cosa te diré Suguru: Sigue con esa actitud, y lo único que conseguirás es morirte rodeado de premios y más solo que la una.

- ¡ESO ESPERO!

Suguru cortó la llamada, tiró el teléfono al suelo y volvió a su habitación. Se metió en la cama, tapándose hasta la cabeza, decidido a no salir de allí nunca más.

o~o~o

A la mañana siguiente, casi a primera hora, la secretaria de Tohma le dijo que Fujisaki-kun estaba allí y que quería verle. Normalmente, Tohma no recibía a nadie sin cita previa o sin haberle hecho llamar pero, normalmente, Suguru tampoco iba a verle de forma inesperada.

- Bien, que pase - De todas formas, aún no había empezado con ninguno de los asuntos importantes que tenía para ese día - Entra, Suguru. Siéntate - Dijo amigablemente al oír abrirse la puerta, mientras pasaba los folios de la carpeta que tenía abierta frente a él - ¿Qué puedo hacer por ti?

- Quiero dejar Bad Luck.

Tohma dejó de pasar hojas y levantó la vista para mirar por primera vez a su primo.

Suguru estaba pálido y ojeroso y, claramente muy, muy enfadado. Se había sentado en el borde de la silla, en una postura premeditadamente incómoda, a la defensiva, y le miraba con una expresión de furibunda determinación en la cara. No cabía duda de que hablaba completamente en serio, y tampoco cabía duda de que su primo se encontraba en "uno de esos días". Uno de esos días en los que algo o alguien le había herido profundamente y, en respuesta, el chico se enfadaba con el mundo entero, considerándoles a todos sus enemigos, a él el primero.

Tohma no se equivocaba. Suguru prácticamente no había pegado ojo en toda la noche, dándole vueltas a lo mal que le trataba todos, a lo injustos que eran con él y a lo harto que estaba de la vida en su conjunto. Cuando se hizo de día, decidió abandonar la trinchera de su cama para ir a ver a su jefe-primo y dejar claro que no pensaba tolerar que las cosas siguieran como hasta entonces.

Aquellos episodios tenían lugar de una manera más o menos cíclica, después de que Suguru llevara una temporada sintiéndose contento con cómo iban las cosas, hasta que aparecía alguien (normalmente de la familia) que volvía a hacer saltar la chispa de la frustración y la autoexigencia desbocada. Sin embargo, su primo llevaba bastante tiempo sin tener uno de aquellos bajones, y Tohma casi había llegado a pensar que estaban superados. Bueno, pues ahí estaban otra vez. Respiró profundamente, armándose de paciencia para enfrentar la situación.

- Debo suponer que ha pasado algo.

- Sí, que estoy harto de esos dos. Quiero perderles de vista y no pienso cambiar de opinión.

- Oh, ya entiendo - Dijo Tohma, volviendo a sonreír y apoyándose relajadamente en el respaldo de su silla - Os habéis peleado. Suguru, eso es normaaaal - Agitó una mano como para quitarle importancia al asunto - Se pasan muchas horas con los compañeros de grupo. Es de lo más natural que, en algún momento, se produzcan "roces". Si yo te contara la cantidad de veces que nosotros…

- No me interesan tus batallitas. Quiero dejar el grupo y ya está.

Tohma dejó de sonreír tras escuchar la grosería de su primo. Estaba claro que el chico venía en muy mal estado mental y cargado de agresividad, y que le iba a tocar a él, como siempre, encajar el grueso de los golpes.

- Pues no, no está. - Dijo, serenamente - Tienes un compromiso artístico y legal con Bad Luck. Te recuerdo que hay contratos firmados y que…

- ¡Pues rescinde esos contratos!

- No voy a hacer tal cosa. No sería profesional. Además, os va muy bien juntos. Dejar el grupo sería perjudicial para ti.

- ¡Bah! Bad Luck ya ha dado de sí todo lo que podía. Después de este disco, esos dos no serán capaces de hacer nada más de provecho. ¡Y yo no pienso hundirme con ellos!

- No estoy nada de acuerdo con tu análisis, Suguru. No te hubiera metido en el grupo si pensara que iba a ser una flor de un día. Y en el hipotético caso de que te permitiera dejarlo, ¿qué harías?

- Puedo trabajar en solitario. Tengo un buen número de temas compuestos, suficientes para un disco instru...

- Ya, ya... Tu disco instrumental… - Se notaba que Seguchi conocía el tema y que estaba un poco harto del mismo - Mira, Suguru - Tohma apoyó los codos sobre el escritorio, juntó las puntas de los dedos de ambas manos y miró fijamente a su primo - Escucha bien lo que va a salir de mi boca - Dijo, hablando despacio y remarcando la vocalización de cada palabra - Si yo, Tohma Seguchi, uno de los músicos más famosos de Japón y de buena parte de Asia, con una larga y exitosa carrera a mis espaldas y dueño de una discográfica para hacer lo que me dé la gana con ella, decidiera sacar un disco instrumental en solitario, me lo comería con patatas, porque eso al público no le interesa.

- O sea, que como tú no puedes hacerlo, yo tampoco puedo. Es eso, ¿no? - Dijo el chico, mirándole con odio.

- Muchos lo considerarían una razón importante. Ya lo hemos hablado, Suguru. Recuerda que no somos…

- Vocalistas, ya lo sé.

- Exacto. Ryuichi puede trabajar en solitario, Noriko y yo, no. Tal vez Shindo pudiera hacerlo. Es un poco pronto pero, "tal vez", pudiera hacerlo. Nakano y tú, nnnno. Y no porque tu material no sea bueno sino porque ese tipo de producto no le interesa a la gente que lo tendría que comprar - Separó las manos en un gesto que invitaba a la resignación - Es el mercado, primo.

- ¿Y no eres tú el que dice que tenemos que educar al público?

- Educar al público no significa meterles tus gustos por el gaznate a la fuerza.

- Bueno, pues si quiero dejar el grupo, lo dejo y punto. No soy un esclavo. No puedes obligarme a seguir trabajando con gente a la que no soporto. Además, no valoran nada de lo que hago ni…

- Eso no es cierto y lo sabes.

- ¡Sí que lo es! - Dijo Suguru, como un niño pequeño en medio de un berrinche.

- Mira, no te pido que seáis amigos, si no quieres. Pero no permitiré que tires tu carrera por la borda por una rabieta. Lo creas o no, lo estoy haciendo por tu bien.

- ¡No seas condescendiente conmigo! ¡Para ti todo es muy fácil! ¡Tú tienes todo lo que quieres! ¡Te sientas ahí a dar órdenes sin importarte...!

- ¡NADIE tiene todo lo que quiere! - Le cortó Tohma, ya visiblemente enfadado - ¡Ni tú, ni yo, ni nadie! ¡Métetelo en la cabeza y acéptalo como hemos hecho todos!

Con un bufido de rabia, Suguru se levantó y, sin despedirse, puso rumbo hacia la puerta del despacho. Cuando la abrió, la voz de Tohma volvió a detenerle.

- ¡Suguru! - El chico se giró y miró a su primo con cara de estar deseando escupirle - Recuerda que tienes que estar aquí a las cinco. Espero no llevarme ninguna sorpresa al respecto - Dijo, levantando el dedo índice en un gesto de advertencia.

Suguru volvió a resoplar y abandonó el despacho, haciendo acopio de todo el raciocinio que le quedaba para hacerlo sin dar un portazo porque sabía que, si hacía eso, el guardia de seguridad de la entrada recibiría instrucciones de detenerle con un placaje, obligarle a volver a subir y hacerle cerrar la puerta correctamente antes de permitirle marcharse.

.


Pobre Suggy-chan, qué disgusto tiene.

¿Creéis que acabará dejando Bad Luck? ¿Y qué hará Tatsuha ahora?

Ya sabéis que cualquier comentario será bien recibido.

¡UN SALUDO!