CASA DE LA CAPITÁN OLIVIA BENSON, MANHATTAN, NY
—Lamento tener que trabajar hoy, cariño —se disculpó su mamá mientras entraban a su edificio de apartamentos con su tío Fin quien los llevo para que se cambiaran de ropa, para ir a la cena en casa del tío Elliot, ellos y sus tíos Sonny y Amanda junto con Jesse y Billie.
—No, te preocupes mami —respondió Matthew—, entiendo que eres una persona ocupada, que tú y los tíos tienen que encerrar a la gente mala.
Olivia sonrió, pensando que su hijo se estaba burlando de ella, más Matthew hablaba enserio.
—Te compré algo que sé que te encantará para lucirlo con los tíos —comentó Olivia—. El tío Fin estará impresionado cuando te vea.
—Dalo por echo oferta el tío Fin cuando entraban al departamento.
—Si —sonrió Matthew—. ¿Me va a gustar?
—Sí, supongo. Aunque a mí me encantaría ponerte pantalones de vestir, una camisa y tirantes de los que el tío Fin te ha regalado, todo el tiempo y no solo para navidad y año nuevo.
—¿Y ... por qué no lo haces? —Pregunto Matthew.
—La última vez que lo hice, te enojaste tanto que pensé que no me hablarías oa la tía Amanda que me ayudo a vestirte, durante todo el mes. Te molestaste solo porque la fiesta era en casa de la tía Amanda y no era Diciembre. Y eso que solo tenías seis años.
—Vaya, soy raro. No me se vestir para las fiestas —susurró Matthew.
—¿Y apenas lo vas notando? Oferta el tío Fin burlándose del niño.
—Desearía que hubieras heredado mi buen carácter y no el de ... —Olivia calló, oportunamente el tío Fin le había hablado, Matthew sonrió, entendiendo que casi mencionaba a su papá—. Ve a cambiarte Noah.
La emoción de ver que le había comprado su mamá se esfumó al verlo. Matthew se preguntó qué clase de gustos tenía su gemelo. La ropa consistía en un jersey de los Yankees, un pantalón de mezclilla y unos tenis blancos.
—¿Te gusta? —Le preguntó Olivia, acuclillándose frente a su hijo y ayudándolo a pararse en la cama—. ¿Es el que querías?
—Si —mintió Matthew ocultando perfectamente su mueca de disgusto, ante el conjunto sin gracia—. Me gusta mucho gracias mami.
—Pensé que te gustaría —comentó Olivia—. Creo que debemos enseñarle tu nueva ropa al tío Fin.
Matthew torció la boca, no le gustaba para nada la ropa, su gemelo tenía un ligero problema con su sentido del buen gusto en moda. Matthew se vestiria con un pantalón una camisa y uno de sus tirantes con un patrón raro que su papá y tía Rita le regalaban.
—¿Noah vienes?
Matthew miro a su mamá, que se había adelantado a la puerta de su cuarto, asintió, alcanzándola y tomo su mano por lo que Olivia sonrió; ambos salieron del cuarto del niño. Ya arreglados se fueron junto con el tío Fin a la fiesta.
CASA DEL DETECTIVE ELLIOT STABLER, QUEENS
Cuando entraron a la casa del tío Elliot la primera en acercarse a ellos fue la tía Amanda.
-¡Noé! —Exclamó la tía Amanda, envolviéndolo en un abrazo tan fuerte y cariñoso—. Que guapo te vez.
—Gracias tía Amanda —respondió el niño, devolviendo el abrazo.
—Wow Noah —exclamo el tío Sonny, detrás de la tía Amanda—. Te vez muy bien. Todo un fanático de los Yankees.
—¿Verdad que sí? Fuente su mamá.
—Ni que lo digas.
—Vamos Rollins, no lo acapares. Los demás también queremos verlo.
Matthew sintió que lo soltaban e inconscientemente, se aferró a la tía Amanda, ella profirió algo parecido a una risita. Lo soltó lentamente.
—Pero mira que apuesto jovencito hay aquí —Matthew se volteó hacia el tío Sonny que le hablaba.
—¡Hola, Noah! —Saludó Jesse con sus grandes ojos azules.
—Hola Jesse.
UNAS HORAS DESPUÉS
Después de una ronda de abrazos. El niño al fin conoció al Tío Elliot ya su numerosa familia, tenía seis hijos. Unos un poco más chico que Jesse, el pequeño Jaime. Matthew besó la frente de la pequeña Billie y la tomó en brazos, sentado en el sofá, junto a Jesse a la que también le encantaba jugar con su hermanita.
Billie balbuceó y sonrió divertida mientras Matthew le acariciaba la pequeña nariz.
—Le agradas mucho —comentó Jesse en voz baja.
—A mí también me agrada mucho —respondió—. Es tan pequeñita y con este vestido parece una princesa.
—Sí, es verdad —rio Jesse jugando con el cabello de su hermana—. Papá Sonny siempre le compra vestidos.
De la nada, un relámpago castaño se lanzó encima de Jesse, que chilló de dolor mientras pataleaba. Matthew alejó a Billie antes de que fuera golpeada sin querer.
—¡Jaime! —Se quejó Jesse, alejando al pequeño de sí, pero sin lastimarlo ya que el niño era mucho menor que ella y no quería que la regañaran—. ¡Me lastimas!
—¡Salta! —Exclamaba Jaime, dando saltitos encima de Jesse—. ¡Salta!
—Eres fea —escuchó Matthew que alguien decía frente a él, alejó su verde vista de los niños junto a él para fijarla en el hermano de Jesse que le hablaba a su hermana. Christopher le hacía muecas a Billie, que empezó a llorar—. Llorona.
La niña sollozó cada vez más alto, Matthew intentó calmarlo, más pronto la tía Amanda llegó por ella y se la llevó.
—¿Jugamos, Noah? Oferta Christopher, sonriéndole. Al parecer lo que el niño quería era que Billie no estaba allí.
—¿Por qué hiciste llorar a tu hermana? Eso fue muy malo de tu parte disponible Matthew sin regañarlo—. Ella es muy linda.
—Se come mis galletas siempre, no es linda oferta Christopher—. Además, a ella no le agradas.
—¿No le agrado?
—No, siempre llora cuando te acercas.
—Oh, no sabe, es muy pequeña. Deberías protegerla, no hacerla llorar.
—Tener un hermana pequeña es una pesadilla —finalizó Christopher, inflando las mejillas y alejándose molesto.
Matthew suspiró, rememorando las veces que Noah le hiciera sentir mal, en el campamento. Pero, pese a todo lo le hizo Matthew amaba mucho a su hermano más que a cualquier cosa y sabía que Christopher también amaba a Billie. Él no había tenido a Noah para que le quitara sus cosas o se pelearan por la atención de sus padres, o se jalaran el cabello así que, tenerlo en ese momento no le despertaba ganas de pelear, sino de recuperar el tiempo perdido.
Matthew se levantó del sofá, yendo con rapidez hasta donde estaba su mamá quien estaba platicando con el tío Elliot animadamente. Se quedó parado mirándolos tímidamente. Olivia lo miró interrogante.
—¿Sucede algo, Noah?
—¿Puedo estar contigo? —Preguntó Matthew con las mejillas sonrojadas.
—Por supuesto, mi dulce niño.
Olivia le sonrió y abrió los brazos para que se sentara en sus piernas. Matthew se acurrucó contra ella, rodeando su cuello con los brazos y suspiró como si estuviera en el lugar más cómodo del mundo. Estar en los brazos de su mamá le hacía sentir completo, feliz.
Elliot sonrió al verlos juntos y se preguntó cómo sería verla con sus dos pequeños de la misma forma. El niño se veía tan feliz y tranquilo, ajeno a que el gran Fiscal de Brooklyn Rafael Barba, era su papá.
Elliot torció el gesto, pensando en cómo podía ser posible que ese hombre fuera el padre dos niños tan dulces, él no conocía al pequeño Matthew, el único que lo conocía de todos ellos era Fin, Elliot sabia por Fin que Matthew era igual o más tierno que Noah.
¿Qué le había visto su amiga al Tiburón de los tribunales? ¡Demonios era Barba! Un hombre con un enorme ego de bronce y un humor muy extraño. O el amor realmente era ciego u Olivia Necesita ayuda psicológica urgente.
—¿Por qué no trajiste a Ramírez? —Preguntó Elliot. No es que le agradará mucho el sujeto, pero tenía que saber si había problemas en el paraíso.
Olivia dejó de ponerle atención a su hijo para alzar su mirada hacia su excompañero. Matthew también abrió los ojos, ese nombre no le había preocupado desde que Noah lo mencionara antes de que se separaran en el campamento, y en ese momento no deseaba escucharlo en absoluto.
—Dijo que iría a visitar a sus primos al Bronx —contestó ella con una sonrisa—. Según parece es probable que lo vea mañana, si todo sale bien. Y dijo que traía recuerdos para todos, de Chicago.
—Qué considerado —sonrió Elliot—. Intenta ganarse a la familia de la UVE de Manhattan ¿No?
—De alguna forma quiere hacer méritos. El escuadrón no acepta a cualquiera ¿o sí?
—En eso tienes razón. No aceptamos a cualquiera. ¿Y tú, Noah? ¿Ya lo aceptaste?
—Por supuesto, mi dulce niño lo adora —respondió Olivia—. ¿Verdad, mi niño?
Matthew se mordió levemente el labio inferior y se encogió de hombros, escondiendo la cara en el cuello de su mamá. Ambos detectives se miraron, intrigados por su reacción e iban a preguntarle algo cuándo, para fortuna de Matthew, Carisi y Kathy salieron de la cocina, Kathy alzó la voz.
—¡La cena está lista!
UNAS HORAS DESPUÉS
—Han caído como troncos —le sonreía Olivia a Carisi. Olivia llevaba un Matthew en brazos, completamente dormido—. ¿Verdad?
—Ni que lo digas —coincidió el rubio, en sus brazos llevaba a Jesse.
Detrás de ellos iba Elliot con Jaime, Amanda con Billie y Fin con Christopher. Habían coincidido con que los niños durmieran en una sola habitación, mientras ellos se acomodaban a cómo podrían en los demás cuartos de la casa. Olivia acostó a su hijo después de que Carisi depositara a Jesse, la niña se acurrucó contra Matthew como todo el tiempo que los niños tenían pijamadas, durmiendo apaciblemente. Todos llevaban ya su pijama.
Antes de salir de la habitación, Olivia le dio un beso en la frente y olio su cabello por un momento. Sonrió. Era una costumbre extraña, lo sabía, pero había leído por ahí que las mujeres eran capaces de reconocer a sus bebés por su aroma. Cuando Noah se había ido al campamento y le dejara sola por ocho semanas, Olivia solía dormir abrazando la almohada de su hijo.
A Olivia le encantaba el aroma de su hijo, tenía un aroma dulce y único que reconocería en donde sea que estaba, al igual que con su otro niño. Una solitaria lágrima rodó por su mejilla derecha, yendo a parar en los rizos de Matthew. Cada vez que recordaba a su otro hijo era lo mismo, no podía evitar extrañarlo, le gustaba imaginar que su bebé también tenía ese aroma.
¿Cómo estarías su hijo ahora? ¿Se la estaría pasando bien? En noviembre se cumpliría otro año más sin verlo. Olivia deseaba abrazarlo más que a nada en el mundo.
—Mami ... —murmuró Matthew entre sueños y apretando en su mano tres dedos de Olivia. Ella sonrió. ¿Qué sería de ella si no tuviera su adorado Noah? Al bajar nuevamente por las escaleras, Carisi y Rollins la interceptaron para meterla en la habitación en la que ellos dormirían.
—¿Qué sucede?
—Liv tenemos que hablar contigo está disponible Rollins.
—En privado —termino Carisi.
—Pues ... díganme, chicos me están espantando —contestó Olivia, sentándose sobre la cama, ellos la imitaron frente a ella.
—Hemos visto a Matthew.
Dijeron al mismo tiempo. Olivia abrió los ojos y casi se abalanzó sobre ellos.
-¿What? ¿Cuándo? ¿Dónde?
—Hoy —respondió Carisi—. En Brooklyn.
—Estaban entrando a un restaurante, del que salíamos, cuando seguíamos una pista —agregó Rollins—. Iba con Barba.
—Es normal, es su padre.
—Bueno, eso si es normal Liv Carisi—. Lo que no es normal es que Barba no parecía el mismo, ha cambiado.
—¿A qué se nombran?
—Es como si hubiera rejuvenecido algunos años, da la impresión de que ya no lleva el peso del mundo en sus hombros —explicó Rollins—. Además de que ya no es tan desagradable. O es probable que fuera por la presencia de Matthew.
—Y Matthew es un niño muy intuitivo, se dio cuenta de que Amanda y yo somos detectives —añadió Carisi, con una sonrisa—. Es increíble lo parecido que es a Noah, son igualitos.
—Sólo que Matthew tiene el cabello más largo, lo sé.
—¿Más largo? —Pregunto Rollins.
—Sí, más largo ... Lo tenía hasta la mitad del rostro, la última vez que Rita me envió una fotografía. Y en la última foto de Fin estaba igual.
—No Liv, te equivocas. Noah y Matthew tienen el mismo corte de cabello ofrecido Rollins.
-¿What?
—Cómo lo oyes Liv, no podrías diferenciarlos si las tuvieras enfrente —explicó Carisi.
Olivia frunció el ceño, según tenía entendido, a Matthew le gustaba tener el cabello largo, le gustaban sus rizos. Y por lo que le había dicho Fin, tanto Rita como Lucia le tenían prohibido a Rafael cortarle de más el cabello a Matthew. Por lo general una de ellas llevaba al niño a que le cortaran el cabello, para evitar que Rafael dejara que le cortaran el cabello más haya de lo esperado.
—Bueno ... ¿Y qué tenía de urgente todo esto?
—Pues ... nada, a decir verdad solo era eso ofertar Carisi, encogiéndose de hombros.
—Sólo queríamos charlar un poco y decirte que habíamos visto a Matthew ya Barba.
—Si, solo era eso oferta Rollins sonriendo.
Olivia gruño, ignorando las risillas de sus detectives para salir de la habitación.
