VII. Confidencias y relaciones
El ataque de los héroes en Kamino había provocado que la Liga de villanos buscase una nueva base. Y el lugar acordado en realidad era una vieja bodega que solía apestar a químicos. Shigaraki había adaptado el lugar para hacerlo un tanto habitable por si alguien además de Kurogiri o él lo necesitaba, pero todavía no parecía apto para que alguien lo habitara en serio.
Por fortuna, todos los miembros de la Liga podían vivir por su cuenta; así que esa vieja bodega no era la vivienda real de nadie además de Shigaraki o Kurogiri.
Sin embargo, algo que Dabi agradecía sobre que ese lugar estuviese medianamente adaptado era que podía tomar algo del refrigerador o de la alacena sin que Shigaraki se lo negara. Podía reclamarle sobre cualquier otra cosa, mas no de tomar un paquete de galletas de vainilla de su alacena.
—Te conseguimos un celular para que contestaras los malditos mensajes, idiota. —Le dijo Shigaraki, sentado en un viejo sillón a unos cuatro metros de él.
Esa tarde, se encontraba la mayoría de los miembros de la organización; Toga era la única faltante. El resto se encontraba esparcido en el amplio espacio de la bodega, platicando o mirando la discusión entre Dabi y el líder. Magne estaba sentada en una caja, cerca de donde se suponía estaba la cocina; miraba a Dabi alzar los hombros al tiempo que mordía una galleta y buscaba en el empaque la fecha de caducidad.
—Ya estoy aquí, ¿no? Debería ser suficiente para ti, líder —respondió Dabi tras asegurarse de que las galletas no le harían daño.
—También deberías contestar las llamadas, Dabi. El otro día necesitábamos tu quirk y tú no contestaste —agregó Spinner, con un gameboy en las manos y sentado en el mismo sillón que Shigaraki—. Se supone que estás aquí para todos, ¿no?
—No soy su estufa —contestó el aludido. Magne rio—. ¿Y por qué no le reclamas a la loca? ¿Dónde está?
—De eso quería hablarles, en realidad —dijo Shigaraki y todos voltearon a verlo—. Sé que se está realizando el examen de licencias provisionales en Tokio; la UA debe estar ahí y los estudiantes que tanto le gustan a Toga también. Vayan a buscarla antes de que termine el evento, probablemente está ahí. Asegúrense de que no lo arruine —ordenó—. Todavía no quiero que mate a Midoriya Izuku.
Dabi permaneció quieto unos instantes. Magne se percató de que parecía estar sopesando el preguntarle algo. Y al final, se decidió por hacerlo:
—En realidad no me importan tus sentimientos, líder, pero ¿cuál es tu interés en ese chico? No es como que sea el más fuerte de la UA.
—Sí, el chico del lavado de cerebro me da más miedo —comentó Mr. Compress recargado en una de las paredes de la bodega—. Alguien capaz de controlar todos tus trucos no es precisamente agradable para un mago.
—El de las bombas es desagradable y maleducado también… ¡Me agrada! —añadió Twice, de pie en medio de la bodega.
—Midoriya Izuku es un dolor de cabeza y lo será aún más cuando se convierta en profesional —dijo Shigaraki—; además de que tal vez tenga algo que mi maestro quiera. Por eso debemos matarlo. Compress, ve por Toga —agregó. El aludido hizo una reverencia antes de darse la vuelta e irse—. Y el resto, busquen aliados y atiendan cuando los llame, ¿comprendes, Dabi? No me importa lo que hagan en el resto de su tiempo libre, sólo cumplan con sus tareas.
Dabi se dio la vuelta sin responder y se comió la última galleta. Magne suspiró, se levantó y se acercó a Dabi.
—Creo que sé cuál es tu problema. —Le dijo a sus espaldas, cuidando su volumen— ¿Te preparo un trago? Sé dónde escondieron las mejores botellas en este lugar.
Dabi la miró sólo un par de segundos y luego miró a Shigaraki, quien ya parecía hablar con Spinner de alguna tontería. Sólo por el hecho de molestar a Shigaraki, asintió. Probablemente le diría que sólo iba a ese lugar para comer y beber sus cosas; pero no le importaba. No es como si fuera mentira, de cualquier modo.
Entonces Magne guio a Dabi a las afueras de la bodega. La rodearon hasta encontrar un cuarto más pequeño y ahí Magne sonrió. Invitó a Dabi a abrir la puerta y éste accedió. Se trataba de una alacena de alcohol, probablemente lo que había sobrado del bar que los héroes habían atacado; y en el fondo se encontraban los mejores vinos y whiskeys que jamás vio a Kurogiri servir.
—He escuchado que se trata de la colección del maestro de Shigaraki —dijo Magne cuando Dabi alzó una botella de whiskey cuyo nombre alemán ni siquiera podía pronunciar—. Spinner encontró este lugar hace unos días, cuando estaba aburrido; Kurogiri nos advirtió no llevar nada de esto a la cocina, pero no dijo nada acerca de beber aquí.
—¿Shigaraki no bebe? —cuestionó Dabi destapando la botella para olerla. Sacudió la cabeza; el simple aroma sería suficiente para embriagar a un novato.
—Supongo que lo hace, pero no creo que sea buena idea que un sujeto que puede desintegrar algo con los cinco dedos esté borracho. Terminaría por desintegrar todo este lugar —bromeó Magne—. Déjame prepararte algo que solía hacer en uno de mis antiguos trabajos —dijo tomando la botella que Dabi sostenía.
Dabi la miró examinar las botellas y agitarlas a un lado de su oído antes de ponerlas en el suelo. Luego, Magne tomó una copa de una caja en lo alto y comenzó a mezclar un par de bebidas.
—No es lo suficientemente fuerte como para tumbarte, pero sí para aliviar el dolor de tu cabeza. Al menos por un rato. —Le dijo al tiempo que le extendía la bebida.
—Tómate uno igual. No quiero que me emborraches —respondió Dabi desconfiado. Magne se alzó de hombros y bebió de la copa que le ofreció a su compañero.
—Como quieras, entonces éste será mío —accedió. Luego procedió a hacer otra bebida igual frente a Dabi para evitar su desconfianza.
Sonrió cuando Dabi le dio el primer sorbo a la bebida y se relamió los labios, satisfecho con el sabor.
—Así que… ¿desde cuándo no tienes un celular, Dabi? —cuestionó Magne y el otro la observó con sorpresa— No sabes contestar mensajes o llamadas, es obvio que no sabes usar un Smartphone.
Dabi se mordió el interior de su boca antes de volver a beber. No le iba a decir que, en realidad, nunca había tenido un celular, fuese con tecnología inteligente o no.
—Descuida, te enseñaré. Por eso te traje aquí —Lo tranquilizó entre risas—. Préstame tu teléfono.
Al principio, Dabi dudó. Luego se dijo que, ciertamente, no tenía nada que perder. Como Magne adivinó: él ni siquiera sabía usar esa cosa, por lo que en realidad no tenía nada en ese aparato que le importara.
Así, le entregó su celular y permitió que ella pasara los siguientes quince minutos explicándole los mecanismos básicos para usar un aparato como ése. Incluso le enseñó a cambiar los nombres en su agenda para que identificara a los miembros de la Liga como solía hacerlo: a base de apodos.
—Si deslizas así la pantalla, entrarás a la cámara. —Le dijo y al instante, Dabi vio su propio rostro y el de Magne en la pantalla. Dabi de inmediato se apartó, incómodo. Magne rio— Tómate una foto conmigo, así podrás ponerla de fondo de pantalla.
—Eso sería muy peligroso. Tú misma lo dijiste —respondió Dabi huyendo de la cámara.
—De acuerdo, de acuerdo. Entonces hazlo como pago de mis grandiosas clases de tecnología —insistió Magne, colgando un brazo sobre los hombros de Dabi. Éste se congeló unos segundos, antes de escuchar el característico sonido de la cámara—. ¡Listo!
—No, bórrala —ordenó Dabi.
—No lo haré y tampoco te enseñaré a hacerlo —contestó Magne, divertida—. Me la voy a pasar; no vaya a ser que me engañes con otra y ella te enseñe a borrar la evidencia. —Se burló antes de sacar su propio teléfono— ¿Sabes lo que es el Bluetooth?
Tras Dabi negarlo, Magne pasó otro par de minutos explicándole lo que era la conectividad entre celulares. Le habló también sobre el wi-fi y las redes sociales; aunque ellos no tenían permitido usarlas por sus perfiles de criminales, siempre era importante saber qué eran y cómo acceder a ellas en caso de necesitarlo para alguna información requerida.
Y cuando ambos terminaron sus bebidas, Magne suspiró.
—Ahora sólo falta que pongas un tono para mi contacto —dijo Magne luego de enseñarle a personalizar todos sus contactos—. Te ayudaré con eso. Ve al grabador de sonidos.
Dabi, quien ya tenía el control de su teléfono desde unos minutos atrás, obedeció. Con ayuda de su compañera, había creado una carpeta de aplicaciones prototípicas de un celular, donde se encontraban cosas como la calculadora o el calendario. Ahí también se encontraba el grabador de sonidos.
—Presiona play a la cuenta de tres —indicó Magne antes de, con sus dedos, hacer dicha cuenta. Y en el momento especificado, Dabi presionó el botón en la pantalla—. ¡Hola, soy yo! Contesta ya —canturreó y Dabi de inmediato detuvo la grabación— No dije mi nombre ni el tuyo; así que no es peligroso, ¿o sí? —cuestionó antes de quitarle de nuevo el teléfono para personalizar su propio contacto.
—Se supone que es mi teléfono y tú haces con él lo que quieres. —Le reclamó Dabi tras recuperar su celular. Magne, emocionada, sacó su propio celular y tras un instante, lo puso debajo de la barbilla de Dabi.
—Entonces habla y así los dos tendremos las grabaciones del otro. —Le dijo. Dabi la miró esperando a que ella bajara el teléfono, mas no lo hizo.
—Aleja esa cosa de mí o la convertiré en cenizas —advirtió. Magne volvió a reír y presionó un botón.
—Quedará perfecto como tono de llamada. Gracias, Dabi —dijo y el aludido le dio la espalda, dispuesto a salir—. ¿Te vas?
—Shigaraki ya dijo lo que quería y ya me enseñaste todo lo que necesitaba, ¿no? Tengo cosas que hacer, imán —contestó sacudiéndose la ropa.
—Deberías regresar más seguido. O puedes llamarme si necesitas que te ayude en tus asuntos, no importa cuáles sean, Dabi —sugirió, algo sonrojada. Dabi no se percató de ese detalle, pues seguía ocupado quitándole el polvo a su chaqueta.
—Ajá, pero estoy bien solo —contestó al fin libre del polvo. Entonces se dirigió a la salida.
—Dabi, espera —pidió. Dabi la miró, ya con un pie afuera—. Mustard y tú fueron los primeros de este grupo en aceptarme como soy; nunca pude agradecerle a él por eso, así que quería agradecerte a ti.
Dabi no respondió de inmediato; trataba de recordar a qué se refería y cuando lo hizo, simplemente asintió una vez. No esperaba que eso fuera tan importante para ella.
—Como sea. Entonces estamos a mano. —Se despidió con un ademán.
—Dabi —insistió Magne y él volvió a detenerse—, atiende cuando te llame, ¿de acuerdo? Después quiero hablarte de algo.
El aludido prefirió no contestar. Ya tenía suficiente con un tipo queriendo hablar con él de sus problemas de adolescente; no necesitaba a una chica queriéndole hablar de sus asuntos. Ya le había permitido usar su celular como ella quiso; que se conformara con eso.
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El examen para conseguir las licencias provisionales había concluido un día atrás. Los resultados habían sorprendido a la mayoría de los estudiantes de la clase A; y es que los dos alumnos «estrella» de la clase habían reprobado. Los argumentos eran bastante claros y, al menos uno de ellos, era consciente de que lo merecía.
El otro, en cambio, se sintió frustrado, culpable y desesperado. Bakugou Katsuki sentía que todos sus esfuerzos, el talento nato que creía haber tenido, en realidad no tenían validez. Si él hubiera sido la mitad de fuerte como creía que lo era, la Liga de villanos jamás lo habría secuestrado. De no haber sido por él, All might no habría tenido que retirarse de esa forma.
Tokoyami era distinto. Él mantuvo la calma cuando el momento lo requirió e incluso él, con Dark Shadow, consiguió abrir una apertura para que Bakugou y él pudiesen ser salvados. Incluso ese chico, a quien Bakugou derrotó fácilmente en el festival deportivo, había sido más útil que él. No importaba cuánto se hubiese esmerado, cuánto hubiera presumido e incluso cuánto hubiese humillado a Midoriya sobre lo que era tener un quirk valioso; al final, él había sido el reprobado, el que se mantenía atrás, el que tenía que ver cómo los demás avanzaban sin él.
El que veía al chico que tantas veces maltrató, avanzar y acercarse a su ídolo.
Todo eso, conllevó a que Bakugou deseara comprobar si en realidad era más débil que Midoriya; si acaso era cierto que con ese don heredado, ese tipo habría hecho algo más en su lugar. Si él podría haber evitado la caída de All might.
Así, a escasos minutos de la medianoche, Bakugou se encontró con el rostro en el suelo e inmovilizado de piernas y brazos por Midoriya. Si se atrevía a usar su quirk, explotaría en su propio rostro.
Había perdido. Por primera vez, había perdido una batalla.
—Kacchan… —susurró Izuku, todavía con las manos y piernas encima de su cuerpo, impidiéndole el moverse. Su voz sonaba algo lastimera.
—¡Cállate y quítate! —gritó Katsuki con ese adolorido tono en la garganta— ¡Será la última vez que te permita hacer esto!
Izuku, todavía con la sensación de que si aflojaba un poco el agarre, Katsuki se las arreglaría para voltear el escenario, tragó saliva para luego simplemente declarar:
—Gané…
Entonces, de un movimiento se levantó y estiró el brazo para ayudar a su compañero a hacer lo mismo; mas, como lo esperaba, éste rechazó su ayuda con un manotazo.
—Es suficiente, ustedes dos —dijo la voz de All might a pocos metros de ellos—. Lo siento, pero me tomé la libertad de espiarlos —agregó. En sus ojos se veía la culpa.
Ellos dos eran unos niños, eran inocentes y desconocían lo que implicaba ser un héroe. Desconocían lo que realmente significaba cargar con un quirk importante. Desafortunadamente, sólo eran víctimas de todo cuanto había ocurrido ese año en la UA. Sobre todo, Katsuki tenía motivos para perder el control como lo había hecho.
Ellos, los profesionales, debían responsabilizarse por ello. Si bien a todos les habían ofrecido consultas psicológicas luego del ataque en el campamento, lo cierto era que en realidad no le habían dado un seguimiento a los más afectados. Y ahí tenían el resultado. Los niños no debían cargar con situaciones que no les correspondían.
—Lo siento mucho… —Se disculpó All might tras acercarse a Bakugou.
—¡¿Por qué él?! ¡¿Por qué Deku?! —exclamó el chico, lleno de frustración.
—Kacchan… —musitó el aludido, mas All might alzó la mano para que le permitiera responder.
—Porque él, desde el incidente con el villano de lodo, demostró ser más héroe que todos ahí. A pesar de no tener quirk alguno, hizo más que todos los que estábamos ahí. Fue por eso que decidí que era mejor idea ayudarlo a él a pararse en esta arena que a ti, que ya estabas aquí.
—¡Pero yo soy débil, ya lo viste! ¡Es por mí que tú terminaste así!
—No, esto no es tu culpa. Tarde o temprano, iba a acabar de esta forma. —Continuó hasta encontrarse a menos de medio metro de él— Tú eres fuerte, tanto que ignoré que algo así te pudiera pasar. Lo siento mucho, olvidé que sólo eres un niño —concluyó mientras intentaba abrazar al muchacho.
Éste, de inmediato, reaccionó apartándose. No, lo que él buscaba no era generar lástima, no quería que el héroe a quien tanto admiraba lo mirara de ese modo y mucho menos deseaba que fuera Izuku quien lo hiciera. Eso sólo conseguiría que se sintiera aún más débil.
—He sido héroe por tantos años que podría permitirme el decirles una cosa más —dijo All might sin ofenderse por el rechazo de Katsuki—: un héroe necesita la obsesión de ganar todas las batallas; como tú lo sientes, joven Bakugou. Pero además, requiere del fuerte deseo de salvar a quien sea que lo requiera; como lo hace el joven Midoriya. —Ambos aludidos alzaron la mirada hacia él— Y aunque el joven Midoriya parece empezar a comprenderlo, los dos necesitan desarrollar esa parte que les falta. El reconocer al otro y alzarse juntos les dará el título de los mejores héroes que ganan y rescatan.
Izuku entonces miró a su amigo. Éste permanecía con el rostro lleno de frustración. Izuku podía comprender lo que All might quería decir; sabía que para salvar a la gente que lo necesitara, debía asegurar la zona y, en muchas ocasiones, eso implicaba inmovilizar al enemigo. Mas todavía dudaba sobre quién era el enemigo y qué lo hacía ser tal cosa.
Katsuki, por su parte, nunca fue alguien dispuesto a ayudar por su cuenta. No era que no entendiera que las personas estaban en riesgo, sino que él asumía que todo estaría bien en tanto él derrotara al villano. Alguien más podría ocuparse del rescate. Empero, aun con eso, Katsuki había sido capaz de visualizar que mientras All might luchaba contra All for one, también buscaba minimizar los daños hacia terceros. Principalmente, para mantener a salvo a Katsuki y a Tokoyami. Entonces, ya era posible para él comenzar ese desarrollo que tanto le hacía falta.
—Como sea… —dijo Katsuki al tiempo que volvía a dejarse caer en el suelo para descansar los brazos sobre las rodillas— Aun si cuentas con la ayuda de la persona más fuerte, no deberías bajar la guardia. —Le dijo a Izuku con el rostro agachado.
—Me haré más fuerte para no hacerlo —prometió éste.
—¿Quién más sabe sobre tu relación con Deku? —cuestionó Katsuki, ahora a All might.
Tras esa pregunta, se desarrolló la conversación que tanto All might como Izuku creían necesaria para esclarecer las cosas con ese chico. Se trataba de un muchacho sensato que entendería la razón por la cual era un secreto y que no divulgaría lo que le contaran.
Finalmente, esa noche terminó con un castigo por parte de Aizawa, el tutor de la clase, y con un secreto de dos personas que ahora incluía a una tercera.
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Los días siguientes, tanto Midoriya Izuku como Bakugou Katsuki habían sido confinados a un arresto domiciliario, en el cual debían hacerse cargo de todas las áreas comunes de los dormitorios. Para sus compañeros, fue una sorpresa que Midoriya se dejase llevar hasta tal punto por Bakugou; incluso, Iida mostró abiertamente su decepción.
No obstante, Shoto pareció comprender la frustración de Bakugou y creyó que el seguirlo fue algo que naturalmente haría Midoriya. De alguna forma, eso ayudaría a Bakugou a exteriorizar sus sentimientos; Shoto lo sabía porque eso mismo le ocurrió durante el festival deportivo. Midoriya era bueno para eso.
Aunque, ciertamente, Shoto también tenía dudas al respecto. Todavía no comprendía del todo lo que era un amigo y cuáles eran sus responsabilidades como tal. Después de todo, debido a su educación, jamás se permitió una relación como la que Midoriya le había invitado a tener con todos sus compañeros.
Por suerte, en el segundo día de su castigo, Shoto escuchó a Izuku barrer el pasillo donde estaba su dormitorio; así que abrió la puerta de su cuarto para hablar con él. Ya pasaban de las seis de la tarde, mas el chico de cabello verde no parecía tener la intención de detener sus labores para descansar.
—Creí que Bakugou se encargaría de los pasillos… —comentó e Izuku, quien lucía demasiado concentrado en su actividad, se sobresaltó un poco y miró a Todoroki.
—¿Eh?... Ah, sí, bueno… —Se ruborizó un poco— Kacchan dijo que yo era capaz de destrozar los baños si me dejaba limpiarlos, así que me mandó a limpiar todos los pasillos a cambio de que él se encargara de los baños compartidos… Es más fácil barrer, creo… —añadió abrazando un poco la escoba en sus manos.
—¿Y qué pasa con los pasillos de los baños?
—Ah, bueno, técnicamente están en el territorio de los baños; así que le tocan a Kacchan… Le mandaré un mensaje para corroborarlo —contestó antes de sacar su celular del pantalón.
Shoto lo miró teclear y esperar la respuesta con una mano en el labio inferior.
—Midoriya. —Lo llamó y éste atendió de inmediato mirándolo— ¿Cómo estás seguro de que Bakugou es tu amigo?
La pregunta de inmediato descolocó a Izuku. Jamás le habían preguntado eso directamente, aunque una parte de él comprendía el por qué Shoto lo hacía; así que respondió con lo más lógico que se le ocurrió:
—Lo conozco desde que éramos muy pequeños; antes de los cinco años, incluso. Hemos experimentado juntos muchas cosas y jamás hemos ido a escuelas diferentes. Supongo que todo eso nos hace muy cercanos —explicó. Shoto apenas reaccionó.
—¿Son amigos por compartir espacios?
—¿Eh? Sí, creo… Por eso es que nos conocemos más que otras personas aquí. Y él sabe que yo podría ayudarlo cuando lo necesite, espero que lo sepa.
Shoto asintió. Preguntarle si Bakugou haría lo mismo por él derivaría a una única respuesta; así que continuó con lo que en verdad le confundía:
—¿Ayudar a un amigo implica lastimarte siempre? Ya lo hiciste por mí, por Iida y ahora por Bakugou, ¿es necesario hacer eso con todos tus amigos?
Izuku entonces se permitió sonreír. A veces no tenía idea de si Todoroki bromeaba o no, mas sabía que era preferible responder con total honestidad a sus preguntas.
—No, no. No necesitas hacer eso por todos tus amigos. Los tres fueron casos especiales, aunque suena algo exagerado decirlo… Pero no, Todoroki-kun, no necesitas lastimarte por nadie.
—¿Casos especiales?
—Síp. Tú necesitabas salir de la idea errónea que tu padre había sembrado en ti, Iida-kun estaba en peligro mortal y Kacchan necesitaba desahogarse de alguna forma —explicó. Todoroki no pareció convencido por esa respuesta—. Todos tenemos momentos difíciles en los que necesitamos la ayuda de un amigo, Todoroki-kun.
El muchacho volvió a asentir. Eso sí lo podía entender.
—Oh, Kacchan ya contestó —dijo Izuku tras escuchar la notificación de su celular—. Sí, le tocan a él esos pasillos. Debo apresurarme, Todoroki-kun. Nos vemos en la cena. —Se despidió antes de continuar con su labor.
—Midoriya. —Volvió a llamarlo e Izuku una vez más atendió— No sé si ya has pasado por un momento así y si alguien estuvo contigo en esa situación; pero… Si vuelves a pasar por eso, quiero ser el amigo que te ayude.
De inmediato, el rostro de Izuku palideció y al instante, se sonrojó. Aunque sus experiencias positivas aumentaron desde su ingreso a la UA con referencia a sus relaciones sociales, era la primera vez que alguien le decía algo así de una forma tan directa.
—Nos vemos en la cena —dijo Shoto previo a cerrar la puerta de su cuarto, dejando a Izuku con el corazón latiéndole con fuerza.
Una persona quería ayudarlo a él. Un amigo como nunca lo había tenido, se ofreció así a ayudarlo. ¿Era justo sentirse tan feliz por ese hecho?
No lo sabía y a ciencia cierta, tampoco le importaba la respuesta en ese momento. Sólo podía sentir lo que esas palabras provocaron en él: sus mejillas ardían, así como lo hacía su pecho; sus manos parecían sudar y sus piernas apenas lo sostenían. Y en sus labios se reflejaba la sonrisa más honesta de su vida.
En ese momento, debido a Todoroki Shoto, Izuku era realmente feliz.
