Nada mejor para una noche lluviosa que algo para leer, ¿no?
Gyules: Muchas gracias por haber leído esta historia y sobre todo por tomarte el tiempo de comentar los capítulos, me alegro de que te haya gustado, ¡me hace muy feliz! Espero que me acompañes hasta el final :3
8. Desafiando al Rey
Su hermano y su madre caminaban delante de él como si no estuviera ahí. En parte, le gustaba tener silencio. Todas esas voces dentro de su cabeza eran molestas porque no conseguían un orden en común; gritos, lamentos, risas, suspiros y susurros. En cierto modo, tampoco le parecía molesto, porque lo mantenían distraído de la aburrida caminata que estaban dando por todo el bosque sin llegar a ningún sitio, como si quisieran darle un estúpido tour por el aburrido pueblo queriéndole enseñar a usar sus habilidades.
—Dime, hermano…
El mayor volteó sin dejar de caminar hacia el frente, para hacerle notar que lo estaba escuchando. Aun así, en los ojos ámbar del mayor podía apreciar un poco de aquella emoción que los humanos sentían cuando visitaban lugares oscuros, cuando presenciaban la muerte de cerca, cuando estaban a punto de caer en un abismo. En los ojos de su hermano mayor podía ver miedo.
— ¿Qué sucede? —contestaba el arácnido.
—Este sitio, Gravity Falls, ¿es tan importante?
—No lo es —dijo volviendo su vista al frente y luego prosiguió—. En este sitio hay un poco de todo. Debes cuidarte de esos estúpidos que se hacen llamar "Hombres–Tauro". De vez en cuando, puedes toparte con algún gnomo truculento, o quizás con un trol. Son criaturas que por sí solas no son fuertes, pero atacan en grupos y eso las vuelve peligrosas.
Su madre opinó nada durante su breve plática, lo cual sacó un poco de sus casillas al recién nacido. De pronto, sintió que una enorme cólera trepaba por su pecho hasta culminar en una grotesca mueca llena de ira por las advertencias de su hermano.
— ¿Estás diciendo que soy débil? —preguntó con seriedad, sin detener su caminar.
—Sólo digo que te escondas, si llamas demasiado la atención podrías atraer a alguna criatura a quien no le agrades y ahora no necesitamos problemas.
—Puedo arreglármelas yo solo. —Las dos criaturas se detuvieron en medio del camino, y aunque el Rey quería intimidar al mayor, éste respondió con un gruñido sin mostrarse ni un poco asustado—. Si tú no puedes matar a tus enemigos, entonces yo lo haré, y eso te incluye a ti.
Entonces una bofetada lo dejó estupefacto y algo adolorido. Por supuesto, la criatura más grande no se sorprendía del golpe que su madre le había propinado a su hermano menor. Ninguno de los dos se dio cuenta cuando sonrió por la satisfacción de escuchar aquel gratificante sonido.
—Tú no matarás nada si no te lo digo —la mujer incluso lo jalaba por el cuello para hacerlo quedar a su altura—. Sé lo que tienes dentro de esta cabeza. Sé todo el infierno que tu mente se está volviendo en estos momentos, y no puedes mentirme.
—Acabas de decir que puedo tener todo, pero me estás limitando.
—Todos tienen límites, hermano —las palabras resbalaron de los labios del mayor con altanería—. Incluso tú, y que no puedas verlo no te hace sino un estúpido.
—Contrólate —le pidió su madre a él también para luego dirigirse al menor—. Te he traído aquí por la única razón de que puedas probar tus habilidades.
Fue entonces que señaló la vieja entrada a una mina. Los rieles sobresalían a unos pocos metros después de donde un montón de piedras y tablas tapaban la entrada, la cual estaba cubierta casi en totalidad de grandes telarañas. Algo a resaltar de la cueva, era que los alrededores estaban cubiertos de una especie de masa dura color verde que despedía un mal olor y al mismo tiempo volvía estéril la tierra al grado de no permitir que algo floreciera alrededor. El suelo no tenía ese típico color casi rojizo de la tierra de bosque.
—Dentro existe una tribu de Troles, deben ser unos diez —el mayor se quedó callado, sabiendo el peligro que había tras aquella mina. Una de tal amenaza que incluso aquel explorador impertinente de seis dedos no pudo acercarse—. Quiero que vayas dentro de esa cueva y los mates a todos. Tráeme sus cabezas y sus manos. Los voy a necesitar. Más que nada, hazlos sufrir. Obsérvalos morir y procura que los demás sepan lo que les ocurrirá. Tal como hizo tu hermano mayor al exterminar a la criatura que te dio la vida, cariño.
Le costó muy poco tiempo remover las rocas para darse entrada. No los volteó a ver cuando decidió seguir el camino para enfrentarse a las criaturas con tal de complacer a su madre. O su creadora. Sea quien fuere. La quietud de la noche se vio interrumpida cuando los gritos desesperados de las criaturas comenzaron a ahuyentar a los pocos animales que había a los alrededores. En un dado momento, apenas veinte minutos después, vieron salir uno de los tantos monstruos cubierto de sangre, tierra y otras cosas. El más grande lo metió de nuevo con su hermano mirándolo con asco y algo de pena. Luego todo se quedó en calma.
Aquella criatura que había creado no había sido sino el camino de lo que seguía en su nueva agenda de invenciones. Justamente lo que quería para combatir. Con él de su lado, nadie la detendría. Ni siquiera "él".
Y con esto me despido, muchas gracias por leer. Hasta la próxima.
—Slash.
